Europa: Entre la decepción y la esperanza…

(Artí­culo publicado el 4 de Enero)

La reciente calma que predice la tormenta nos ha traí­do un inicio de año convulso y confuso al hilo de las próximas elecciones griegas. A la situación real que padece Grecia, se unen el nerviosismo de la Unión Europea y sus dirigentes pretendiendo interferir en el voto ciudadano («Nos gustan las caras conocidas», «Estudiamos la expulsión de Grecia si no nos gustan los ganadores»…), provocando los movimientos especulativos en los Mercados de Valores y sus consecuencias en primas de riesgo, coste de la deuda, y extrapolación de situación de crisis y pánico a otros Estados Miembro. Situación agravada con la acelerada y profunda caí­da de los precios del petróleo, la comprobación técnica de una Europa en deflación y la crisis soviética… por no aludir a la inacción de las Instituciones europeas ante el desafí­o «pseudo democrático» de uno de sus Estados Miembro (Hungrí­a), con más que aparente comportamiento contrario a los principios democráticos exigidos por la Unión Europea. El interesado movimiento «Grexit», dirigido a sondear la opinión de mercados y sociedades ante una imaginaria salida de Grecia del euro, se une al permanente desencanto sobre la Unión Europea, sus Instituciones, polí­ticas y dirigentes.

Este inicio de año viene a coincidir con la publicación de un interesante trabajo («El renacer de Europa: sacarla de su irrelevancia» de Matthias Matthijs y Daniel Kelemen) en cuya introducción hacen referencia a una ilustrativa portada del «The Economist» publicada en 1982, con ocasión del 25 aniversario de la creación de la entonces Comunidad Económica Europea. La portada recogí­a una lápida con la siguiente inscripción: «Nacida el 25 de Marzo de 1957. Moribunda el 25 de Marzo de 1982″. Añadí­a un epitafio clarificador: «Parecí­a capaz de ser una potencia hasta que intentó serlo».

Así­, tras esta impactante y breve valoración, los mencionados autores señalan cómo detrás de la imagen se detallaban las razones del fracaso: 1) Falta de liderazgo y debilidad de sus instituciones, 2) Progresiva desafección ciudadana y 3) Peligro de «abandonos» de algunos de sus Miembros.

Hoy, años después, en pleno 2015 constatamos, desgraciadamente, la pervivencia de los tres niveles señalados, si bien con algunos matices que pudieran llevar a la esperanza. Y esto viene a cuento en un momento en que se da una aparente paradoja. Si la Europa en construcción padece tan graves enfermedades crónicas, ¿cómo es que es referente esperanzador de futuro?

Aquí­ en Euskadi, hace unos dí­as, los dirigentes de SORTU-BILDU y, en definitiva, la auto denominada Izquierda Abertzale, anunciaban la inmediata presentación de su propuesta de futuro para «Una Euskal Herria posible en Europa«, adelantando que «aportarán un lenguaje novedoso, conceptos posibilistas e innovadores para un proyecto europeo«. Bienvenidos a Europa, en lí­nea con quienes llevamos construyéndola desde el ya lejano 1947 en que los «viejos nuevos equipos europeos» iniciaron la constitución formal de este nuevo espacio de bienestar, llevando a la práctica la apuesta del Aberri Eguna (Dí­a de la Patria Vasca) de 1930 «Euskadi-Europa». Pero esta referencia europea de futuro (reflejo de democracia, libertad, progreso social, bienestar…) de la IA no es única. Recordemos que a lo largo del pasado 2014, el pretender formar parte de la Unión Europea dominó el debate polí­tico en las principales cuestiones clave en la polí­tica y la economí­a: Escocia y su referéndum por la Independencia estuvo centrado en un mejor y mayor nivel de bienestar siempre en Europa, provocando que incluso sus detractores desde el gobierno de Cameron admitieran que el SI les llevarí­a a salir de Europa cuando ellos mismos han propuesto un Referéndum de «Salida de la UE» para el 2017 y persisten en las bondades de mantenerse fuera de la eurozona; Catalunya y su proceso para dotarse de estructuras de Estado en un Estado Independiente, proclama su intención de hacerlo «solamente en el seno de la Unión Europea»; Ucrania se ha desmembrado tras un penoso y complejo proceso negociador para su integración en la Unión Europea; a Grecia, por otra parte, se le amenaza con «expulsarle» de la Unión Europea si no cumple con las polí­ticas decididas e impuestas desde Bruselas-Washington. En el Estado español, quienes defienden el actual modelo de Estado y se oponen a procesos diferenciados, derecho a decidir, autodeterminación o Independencia bien de Catalunya o de Euskadi, argumentan que cualquier decisión en este sentido conllevarí­a la salida automática de Europa, utilizándolo como bandera del miedo. Otros (Alemania), empiezan a mirar cada vez más hacia el Este en un difí­cil equilibrio pro Unión además de pro-nuevos espacios (históricos, económicos y polí­ticos) o como Turquí­a («un abandono antes de entrar»), si bien inmersa en un larguí­simo, incierto y agotador proceso negociador para ser un nuevo miembro de la Unión, contemplando las bondades de una alianza de menor intensidad liderando un rol bisagra en el espacio euro asiático para lo que se ve especialmente dotada.

Así­, enredados en esta cierta paradoja, convendrí­a recordar la importancia de Europa en su contribución histórica de valores y modelos (libertad, derechos humanos, bienestar, democracia…), desde un avanzado modelo de economí­a social de mercado que lideró la transformación de una Europa de postguerra hacia un espacio de progreso y bienestar. El renacer de Europa, necesita como hace ya muchos años, de un liderazgo y referencia perdidos que ha de conectar con sus ciudadanos al servicio de un proyecto de futuro y no del mantenimiento del estatus quo de una polí­tica envejecida y temerosa de asumir los nuevos caminos que la sociedad del siglo XXI exige; necesita de nuevos modelos institucionales y de gobernanza integradores de todas las voces de ciudadanos y naciones (con o sin estructuras de Estado) que conforman el espacio europeo; exige un mensaje realista y de futuro, de largo plazo, incluyente y no generador de marginación y desigualdad y que no favorezca «abandonos» de quienes quieren continuar siendo europeos, con estructuras propias, diferentes a las uniformadoras que hoy existen, incapaces de dar respuesta a sus demandas o aspiraciones de futuro.

Visto, por tanto,  el valor que unos y otros damos a Europa, bajo interpretaciones distintas y distantes, apostemos por su vertiente de esperanza más allá de los fracasos, errores y desencantos que nos ha provocado. Volvamos al optimista reclamo que subtitula el libro mencionado por un renacer europeo. Sin duda, el camino a recorrer no será menos exigente ni menos sinuoso y largo que el transitado hasta hoy, con un gobierno europeo y un Parlamento que no despertaron grandes entusiasmos o adhesiones ciudadanos en las recientes elecciones. Pese a esta situación de partida, y con el nada alentador rol centralizador de los gobiernos de los Estados Miembro, empeñados en usar Europa más que en construirla y servirla, dirijamos  nuestros esfuerzos a seguir avanzando en este encuentro de entresueños y realidades desde uno de los escasos espacios de paz, ideas y compromiso con la igualdad y el bienestar para  «sacar a Europa de su irrelevancia«.

  Desgraciadamente, en las próximas semanas, el escenario preelectoral griego concentrará el debate mediático en el miedo y se convertirá en un argumento arrojadizo. Se advertirá a los votantes que reclamar sus derechos y defender su propia soberaní­a (desde la que ejercer su libre derecho a decidir y compartirla con la Unión), proponer modelos económicos alternativos a las polí­ticas del FMI y el BCE, o priorizar los tiempos adecuados para facilitar una gradual aplicación de polí­ticas acordes con las necesidades y posibilidades de su población, les situarán fuera de Europa. A este miedo se unirán los mensajes de «culpa» desde los inciertos comportamientos de los «mercados», pero no será sino un tiempo perdido. La verdadera relevancia europea vendrá cuando, de verdad, entendamos que el futuro de Europa exige nuevas estrategias y nuevas polí­ticas. Europa jamás será el escenario deseable si hacemos del paro un «elemento estructural y perpetuo», si no somos capaces de compartir un nuevo proyecto ilusionante, si no hacemos de nuestros propósitos de bienestar una realidad incluyente y si no somos capaces de salir del espacio burocrático para transitar hacia una sociedad creativa y emprendedora con voluntad real de innovación, acorde con el milagro tecnológico esperable que posibilite responder a las necesidades sociales.

 Esta misma semana, siguiendo el rol preestablecido, la pequeña e independiente Letonia (hasta hace escasas dos décadas integrada en la ex Unión Soviética), desde sus 2 millones de habitantes, preside la Unión Europea. Asume una agenda centrada en «el renacimiento de la polí­tica industrial y competitividad europeas», en el desarrollo e implantación del plan Juncker de Inversiones centrando su interés particular en la «Europa Digital», las relaciones con Moscú y su área de influencia. Letonia, además de la impronta de un pequeño Estado Miembro superador, desde estructuras propias emergentes y novedosas, de la crisis generalizada en la que continuamos inmersos, y con el apoyo en la Comisión de su ex primer Ministro y hoy Vicepresidente para el euro y el diálogo social, podrí­a ser un pequeño aire de cambio. Seis meses para señalar un nuevo camino en el perí­odo Juncker. Europa lo necesita. Necesitamos Europa, SI, pero no cualquier Europa.

¡Saquemos Europa de su irrelevancia! Provoquemos su renacimiento.

Ante el 2015: ¿Formular las preguntas correctas o responder a aquellas más comunes?

(Artí­culo publicado el 28 de Diciembre)

En el perí­odo navideño y su antesala a un nuevo año, atendiendo a la tradición, hemos de conjugar el espí­ritu y actitudes amables en un clima de optimismo a la espera de la «buena nueva», superando las dificultades y «males viejos» del año por terminar, con el esfuerzo identificador de renovados propósitos de futuro y una cierta dosis de «pronóstico y prospectiva» ante lo que esté por venir.

En este ambiente, hace unos dí­as tuve la oportunidad de coincidir en Estados Unidos con la revelación a la opinión pública del impactante informe del Congreso sobre el comportamiento de la CIA (Agencia de Inteligencia) a partir de los interrogatorios a sospechosos o detenidos relacionados con el terrorismo o, en sentido más amplio, «peligros contra la democracia o seguridad de los Estados Unidos». Como no cabrí­a dudar, los medios de comunicación se ocuparon de forma amplia de esta noticia y el hecho presentado en el Congreso fue retransmitido, en directo y abierto, por las televisiones y emisoras de radio. La gravedad del asunto suponí­a un doble efecto inmediato: por un lado, la vergí¼enza y rechazo en una democracia que habí­a permitido las prácticas de torturas, atentados contra los derechos humanos, la falta de respeto a las leyes, desprecio al Parlamento y a los gobernantes legí­timamente elegidos y la demostración de que los servicios especiales hací­an lo que les daba la gana, mofándose del pueblo y de las Autoridades que les habí­an nombrado. Años de prácticas inhumanas e ilegales hací­an de las pelí­culas y series televisivas que desde Hollywood o la red hemos venido observado como entretenimiento «pasivo»: HOMELAND, SCANDALS, HOUSE OF CARDS… de máxima audiencia se han quedado cortas, llevándonos a confundir a sus guionistas con simples relatores de las bajos fondos del perí­metro gubernativo. Por otro lado, la fortaleza de la democracia se poní­a al descubierto, permitiendo conocer en directo el menosprecio al Congreso y sus representantes, las mentiras y trabajo sucio que determinados organismos y personas han practicado a lo largo del tiempo, en un ejercicio de transparencia propio de democracias maduras. Pues bien, si esto por sí­ mismo no fuera suficiente para la búsqueda de todo tipo de respuestas necesarias, la sorpresa vino cuando lejos de los debates de fondo -que se sucedieron de manera inmediata- en uno de los magazines televisivos de máxima audiencia, la directora y presentadora del programa señalaba que no era momento de entrar en debates o respuestas de fondo sino que era el momento de formular una pregunta: ¿por qué se hace público un informe de estas caracterí­sticas en Navidades cuando la familia americana está ocupada en los regalos, en Santa Claus, en las fiestas y a punto de concentrarse en torno a mesas en las que la armoní­a y la felicidad han de imperar? Y lanzaba una dura crí­tica a los congresistas que hicieron público el informe citado.

No puedo ocultar que esta intervención me impactó. Más aún cuando pude observar que dada la audiencia de esta presentadora y cadena, el argumento se propagó más que el napalm que los implicados servicios de «seguridad» utilizaran en otras desgraciadas guerras.

Pero, en este marco navideño, hemos asistido a otras preguntas generalizadas que han ocupado los espacios mediáticos.

Así­, hace dí­as conocí­amos cómo tras casi sesenta años de embargo económico, incomunicación, conflicto y guerra frí­a, los primeros mandatarios de Estados Unidos y Cuba, reconocí­an la ineficiencia, inoperancia e ineficacia de sus polí­ticas de aislamiento y se proponí­an corregir el error iniciando un proceso de convivencia democrática y diplomática al objeto de garantizar la plena normalización de relaciones. Obama, de forma directa, señalaba cómo, en este caso, Estados Unidos se habí­a quedado solo y cómo sus aliados le habí­an dado la espalda. Resulta evidente que no se trata ahora de preguntarse, como al parecer se formula, ¿por qué ahora?, si no, y ¿ahora qué, cómo y cuándo? El proceso a emprender no es inmediato y requiere múltiples iniciativas, además de tiempo, para convertirse en una relación, multilateral, novedosa. No solamente implica a los dos Estados que han dado el paso, sino que mueve un amplí­simo tablero geo económico y geo polí­tico que dará lugar a un nuevo espacio de desarrollo. Sin duda, las consecuencias polí­ticas, sociales y económicas son inestimables de inmediato. El paso dado por Obama-Castro abre todo un nuevo movimiento que obliga a sucesivos reacomodos en el complejo mundo que vivimos. Una gran noticia que nos lleva a acertar en las preguntas adecuadas para buscar las respuestas necesarias.

Además, estos últimos dí­as del año, como presionados por el cierre de ejercicio ante el nuevo escenario 2015, otras noticias largamente esperadas han llegado: las FARC comunica su decisión unilateral del cese indefinido de su lucha armada. La casualidad de las conversaciones de paz nos lleva a la Habana, sede anfitriona, para que algunos se pregunten sobre la interrelación «negociada» entre esta declaración y el Acuerdo USA-Cuba. Nuevamente, son otras las preguntas «correctas» a formularnos ¿Cómo y cuándo se producirá la normalización y pacificación de Colombia tras el cese de la violencia FARC y cuáles serán los nuevos lineamientos del proceso en el desarrollo de un Paí­s tan castigado por el conflicto y la violencia? Como en el caso anterior, un nuevo espacio está por construirse.

Adicionalmente, como si de la coincidencia navideña se tratara, invocando la paz y fraternidad, la Unión Europea ha reconocido el derecho de Palestina a un Estado propio. Así­, tras muchos años de desencuentro, trabajo e iniciativas de todo tipo, asistimos a relevantes pasos hacia el reconocimiento y construcción de nuevos espacios, nuevas estructuras geo polí­ticas, a un intento por poner en valor democracia, negociación y diplomacia (de verdad y no de brindis palaciego acomodaticio de la vieja guardia), en tiempos de un nuevo lenguaje, nuevos jugadores y nuevos espacios económicos y polí­ticos. Un momento en el que «salir de los espacios de confort» da paso a nuevos tiempos innovadores. ¿Cómo propiciar salir de las resistencias y «verdades inamovibles del pasado»?

Episodios clave que han encontrado a nuestra próxima España fuera de juego. España se ha disuelto en sus batallas y enredos palaciegos (Zarzuela, Moncloa, Génova) y desgobierno preguntándose cómo dejar que el tiempo «todo lo borre» Y termine olvidando y obviando las raí­ces de la corrupción, las responsabilidades de las cúpulas actuales y sus herederos, la crisis, el desempleo, la falta de modelos (económico, de estructura de Estado, Justicia, diplomático…) posibilitadores de una nueva apuesta de futuro más allá de la crisis en curso, confiando en el milagro de la comunicación (tele dirigida) y el miedo («¡Cuidado con los que vienen!»), mientras una capa mediocre perpetúa su posición, tejiendo el enmarañado conjunto bipartidista en el que llevan demasiado tiempo inmersos.

Así­, en este marco, la España inmóvil ha pretendido confiar en el mensaje navideño de siempre, esperando la frase mágica que el nuevo Rey pudiera ofrecer, acompañada de una respuesta de su hermana Cristina a la pregunta que se le formulaba desde muchos sitios: ¿Debe Cristina renunciar a la sucesión? Pregunta equivocada. En el estado actual de las cosas, parecerí­a mejor preguntarse si no debe el Rey abdicar. La España actual vive una profunda crisis sistémica. La escasa credibilidad del gobierno, la mala imagen del sistema «de la transición», el nefasto «espectáculo monárquico» que no se resuelve con un cambio de cara con el mismo uniforme, mismos aparatos y asesores y misma letaní­a para ni decidir ni propiciar nada relevante y aplicable, no solo son claves decepcionantes sino que impiden transitar hacia un futuro diferente que esperamos ante el 2015. Qué duda cabe que no es la monarquí­a y su núcleo familiar el mal del Estado, ni la causa de sus desdichas ni la solución, en sí­ misma, a todos los problemas por resolver. Pero apelando a «su servicio de Estado», parecerí­a que es tiempo de un cambio absolutamente radical. Su abdicación podrí­a llevar a otros a dimitir, a favorecer un nuevo proceso constituyente, a generar un nuevo Estado, a disponer de un nuevo marco polí­tico y administrativo que dé repuesta a la realidad plurinacional reclamada en las calles, a nuevos sistemas reconstituyentes de una democracia real, a recuperar la credibilidad en la polí­tica, a ordenar y limpiar lo que impide que la gente distinga lo negro de lo blanco…

En consecuencia, una pregunta adecuada y correcta: ¿Cómo transformar de manera radical este Estado del pasado para construir uno del futuro? ¿Cuál puede ser el detonante que lo propicie? Sin duda, una pregunta adecuada para la fecha: Los Santos Inocentes.

Hacia un pasaporte universal de Salud

(Artí­culo publicado el 14 de Diciembre)

La importancia generalizada de la ya vieja costumbre en identificar una fecha concreta para celebrar «el dí­a de…», aporta alguna ventaja como la posibilidad de recordar compromisos aún insatisfechos, reforzar las agendas para su logro, reivindicaciones y celebraciones de los pasos dados, hacer balance de la situación y revisar los propósitos fijados. Es el caso, esta semana, del «primer dí­a mundial por la cobertura sanitaria universal» que ha promovido la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el 12 de Diciembre.

La fecha elegida no es casual. Coincide con el aniversario de aquella resolución de Naciones Unidas, suscrita por más de 100 paí­ses en aquel aparentemente lejano compromiso y Retos del Milenio, en favor de la llamada «salud para todos-HEALTH4ALL», que pretendí­a minorar el estado de pobreza y desigualdad de la población mundial, y en cuyo marco estratégico, la salud jugaba un rol esencial. Hoy, constatadas las limitaciones de las apuestas emprendidas, la OMS enarbola un nuevo reto, dando un paso más allá del compromiso internacional en favor de concepto de cobertura y acceso para todos, dotándole de un intento reformador provocando la redefinición de lo que en verdad signifique el acceso universal, pretendiendo reformular la manera de generar y mantener salud más allá de la enfermedad a lo largo de toda la vida.

Hoy, el mundo de la salud sigue necesitando del paso previo propuesto: garantizar el acceso formal a la salud. Ahora bien la mayorí­a de la población mundial no solamente no puede pagar el coste de un aseguramiento y atención sanitaria, sino que, además, es precisamente esta población desfavorecida la que encuentra mayores dificultades para acceder -no solo por razones financieras o de renta disponible, sino por disponibilidad de oferta asistencial-. Las carencias de educación y formación -también especí­ficamente para la salud-, de infraestructuras, cultura médico-sanitaria, condiciones de higiene, alimentación, aislamiento y marginación, vivienda, infecciones y contagios, salubridad, y, por supuesto, agravadas por catástrofes y emergencias, movimientos migratorios, economí­a informal, «desplazados» por conflictos, generan un impacto negativo en su estado de salud. Población que no solamente requiere de una cobertura propia de un sistema de salud, sino de una serie de soluciones sistémicas que exceden, con creces, el ámbito de los gobiernos en sus áreas de salud, demandando nuevas formas clusterizadas de intervención en múltiples lí­neas de actividad interrelacionadas. Agua, vivienda, transporte, por citar algunas, marcan la frontera del acceso real a la salud.

Hoy, la nueva propuesta de la OMS viene a coincidir con una generalizada transición de los principales actores del sistema (públicos, privados y de iniciativa social) y sus propuestas transformadoras de sus modelos de salud ofertados, hacia la llamada revolución de la APS  (Asistencia Primaria en Salud), las 4 P’s (Predictiva, Preventiva, Participativa, Personalizada) y el acento en la integración resolutiva de procesos y no de acto médico una vez producida la enfermedad. Tendencia y reto generalizado que se verá, además, impactado por un complejo y variado mundo tecnológico, en cambio radical y acelerado, cuyos tiempos, costes y resultados están aún por precisar.

Este es el marco del debate real que la celebración provoca. Contrasta, desgraciadamente, con determinadas mareas reivindicativas desde el interior de los actuales marcos de salud, monopolizadores de una oferta resistente al cambio y que ponen el acento en sus propias reglamentaciones, jornadas y beneficios, lejos de situar el elemento esencial en el «usuario» y la población a atender. Parecerí­a deseable trascender de la resistencia natural para acceder a aportaciones innovadoras que posibiliten entender una mejor manera de generar, evaluar y mantener la salud, para todos, a lo largo de toda la vida, de forma coste eficiente, concentrando los recursos en las causas determinantes de la salud. En contraposición a esta ola cercana, observamos, por ejemplo, el debate que estos dí­as confronta -una vez más-, al Congreso de los Estados Unidos en torno a la evaluación y potencial continuidad de la Reforma Obama que incorporó a 40 millones de estadounidenses al sistema de cobertura, un «acceso pro-universal», de obligada afiliación en seguros privados elegibles, o el caso del Seguro Popular, en México, que ha permitido cumplir con las estadí­sticas de una cobertura casi universal, distante en la práctica de un acceso real, dada  la informalidad de la economí­a activa, las dificultades de accesibilidad real o el colapso del sistema, en especial en el nivel primario, fragmentado en su interacción con la totalidad de un sistema con insuficientes recursos que lo hagan eficiente. Ejemplos que ponen de manifiesto la escasa alineación entre la «cobertura universal teórica» y la cobertura real deseada y necesaria.

En esta lí­nea, aprovechando el reclamo de la OMS en este 12 de Diciembre, muchos de los paí­ses más pobres del planeta, (con su elevadí­sima concentración en ífrica) han aprovechado para crear la «Red Internacional por la Cobertura Sanitaria Universal» que posibilite la adhesión a lo largo de todo el planeta. Finalmente, movimientos humanitarios, diplomáticos, empresariales privados y de iniciativa social actuantes en el mundo de la salud, abogan, un poco más allá, por lo que podrí­amos llamar «un pasaporte Universal de Salud«, como garantí­a de acceso real para toda la población mundial, más allá de las fronteras. Múltiples iniciativas en curso, terminarán, sin duda, reformulando nuevos sistemas de salud. Un sueño en marcha. Más allá de una fecha.

Kutxabank: todo un desafí­o

(Artí­culo publicado el 30 de Noviembre)

Kutxabank es noticia esta semana como consecuencia, sobre todo, del relevo en su Presidencia.

Mario Fernandez, ya expresidente, ha liderado y superado con éxito cuatro fases crí­ticas en el complejo y aún inacabado proceso de transformación de las Cajas de Ahorros: 1) La fusión de las entidades territoriales, aspiración y demanda generalizada que data de más de 25 años tras las primeras integraciones territorio por territorio acompañadas de la dotación de algunos espacios colaborativos que han venido funcionando en diferentes actividades; 2) La creación del propio Kutxabank tras la imposición de los organismos regulatorios exigiendo la transformación de las cajas socias y pre existentes bajo esta figura del «Banco de Cajas»; 3) La progresiva reconversión de las antiguas Cajas en Fundaciones Bancarias, propietarias -a la vez- del Banco (Kutxabank) y 4) La superación, con nota de excelencia, de las últimas pruebas de Stress impuestas por el ya nuevo regulador centralizado, europeo, situando a Kutxabank a la cabeza de la solvencia de la banca del Estado español.

Así­, superada esta intensa, compleja y satisfactoria trayectoria, deja su puesto además de un legado conceptual que, sin duda, habrá de marcar las decisiones futuras de la nueva presidencia y su desafí­o: El «nuevo Sistema de Cajas/Banco Vasco» ha de cumplir con cuatro objetivos convergentes: 1) Mantenimiento y potenciación de la «nueva» obra social; 2) Facilitar el desarrollo endógeno; 3) Garantizar su «arraigo» (pertenencia, centros de decisión, valores, compromiso, propiedad…) y 4) Viabilidad sostenible. Objetivos, al parecer, compartidos por la inmensa mayorí­a de los agentes implicados en la estratégica operación pendiente. Sin duda, una atractiva (a la vez que compleja) hoja de ruta para los nuevos rectores de Kutxabank y las Fundaciones Bancarias que lo han constituido. Para liderar el proceso, el sistema se ha dotado de un profesional competente y conocedor del escenario al que se enfrenta.

Ahora bien, ¿es posible cuadrar los cuatro objetivos convergentes?, ¿es posible compatibilizar los necesarios beneficios bancarios, las exigencias regulatorias y las limitaciones obligadas que implican con la necesaria y deseada prosperidad social, económica y de Paí­s que se requiere?

   La enorme relevancia del «espacio Kutxa« no puede contemplarse al margen del «espacio financiero vasco», si bien ha de ser un protagonista de excepción. Sin duda, el sistema financiero vasco, no solamente se ve tensionado y condicionado por un ambiente crí­tico y negativo desde una sociedad que padece una larga y profunda crisis y que identifica y señala, entre otros, al sistema financiero y bancario, entre los «causantes y culpables». Adicionalmente, el mundo de las Cajas de Ahorro cuenta con un mal añadido ya que ha sido estigmatizado no ya por lo múltiples casos y evidencias de mala gestión, abusos de poder y «connivencia amiga« en una deslegitimada interacción entre estos y el poder polí­tico e institucional, sino por el propio gobierno español ,empeñado en acelerar una reforma bajo mandato europeo sin molestarse en poner en valor la necesaria participación en el desigual desarrollo regional, apoyado en gran medida por este vital instrumento financiero y de soporte de la obra social. Sin embargo, el desamparo y la pésima gestión además de actuaciones alegales e inmorales en muchas de estas Cajas ya hoy desaparecidas o transformadas en bancos beneficiados por el rescate al que se vio sometida la economí­a española y que no pueden aplicarse al «espacio Kutxabank» han obligado a seguir, como casi siempre, «el café para todos», homogeneizador de la España financiera. A contra corriente, como en otras muchas áreas, los resultados observables y la ausencia de los conflictos antes comentados, han demostrado la validez de la interacción público-privada con un protagonismo responsable de las Instituciones Fundadoras, los profesionales que las han dirigido, los objetivos propuestos y el control de los mismos. Pero el daño general está hecho y el acelerado posicionamiento del gobierno español «llevándose por delante el 50% del pasivo y mercado bancario» ha terminado obligando, también a Kutxa, a transformarse y buscar la mejor opción posible. Este proceso, inacabado, obligará a nuevas transformaciones, hoy aún inciertas. Ahora bien, Euskadi necesita fortalecer un sistema financiero, además, más allá de este importante «espacio Kutxa». Nuestra economí­a real (familias, empresas, gobiernos) necesita financiación accesible y adecuada a las caracterí­sticas de su demanda especí­fica. Es momento, de trascender de las estructuras e instrumentos existentes para volcarse en su ¿para qué? y reorientarlos hacia la estrategia Paí­s requerida. Afortunadamente, Euskadi dispone de las capacidades más que necesarias en este mundo financiero para afrontar un compromiso de tal envergadura. Un compromiso que posibilite la colaboración de todos los agentes implicables (instituciones y empresas), movilizando los recursos hacia los objetivos concretos, desde una reflexión activa en torno a nuevas palancas de financiación, instrumentos de financiación alternativa, nuevos vehí­culos al servicio de los modelos de negocio concretos, revitalizar una arquitectura fiscal propia incentivadora del ahorro, el emprendimiento, la inversión y de la sucesión en la empresa familiar, así­ como la «nueva» financiación estratégica pública que acelere la recuperación, la creación de empleo y la competitividad del Paí­s.

Todo este proceso, necesario y urgente se afronta en un momento delicado en el que la propia Obra Social, ha de redefinir su adecuada actualización temporal y alineación con las polí­ticas de protección y seguridad asistencial y social que las propias Instituciones dirijan, con la imprescindible estrategia de «inclusividad» que el desarrollo económico no desigual exige, hacia el empleo como máximo reclamo y el desarrollo endógeno que exige acciones y ofertas concretas y diferenciadas.

Ante este reto, un «soplo de aire fresco» que bien podrí­a alumbrar el nuevo camino a recorrer, lo podemos encontrar en un renovado movimiento de la «Shared Value Initiative» que irrumpe en la sociedad en forma del pensamiento creativo para la co-creación de Valor Empresa-Sociedad y que resumen, en el mundo de la banca, una serie de propuestas recogidas en un reciente documento: «How Banks can obtain profit rethinking their purpose» (¿Cómo pueden tener beneficios los bancos, repesando su propósito o razón de ser?).

En dicho documento, se pretende explorar la manera da afrontar un negocio bancario lí­cito y rentable, satisfaciendo las necesidades y demandas sociales. Refuerza la importancia, esencial, de la economí­a financiera en el desarrollo económico y social, pretendiendo recordar que no basta con culpabilizar a la banca o a los gobiernos de la crisis, sino que se ha de identificar, reconocer y reorientar su papel al servicio de la sociedad de bienestar y el desarrollo inclusivo. Vivienda, ahorro, garantí­a de nuestros ingresos, bienestar, sanidad, infraestructuras, rentabilidad y sostenibilidad de nuestras pensiones… necesitan de la solvencia, viabilidad y alineación estratégica del mundo financiero con nuestra demandada economí­a real.

Así­ Kutxabank y su perí­metro de Fundaciones Bancarias tiene una oportunidad (y necesidad) de repensar su propósito y posicionamiento ante el gran desafí­o marcado en la hoja de ruta emprendida. Es una gran oportunidad para repensar su modelo de negocio, su reposicionamiento con/en los diferentes agentes y piezas del ecosistema (cluster) financiero del Paí­s y de impulsar y liderar el proceso de potenciación del sistema. Un desafí­o alineado a los cuatro objetivos convergentes marcados.

Todo un desafí­o. Un camino posible.

Nuevas Herramientas, Nuevos Modelos de Estado y Nuevas Soluciones

(Artí­culo publicado el 16 de Noviembre)

El pasado 9 de Noviembre, mientas 2,3 MM de catalanes realizaban un ejercicio democrático y de plena modernidad, reclamando tanto el derecho a decidir libremente su futuro como personas, pueblo y colectivo, y exigí­an, mayoritariamente, dotarse de nuevas estructuras de Estado, actualizando los conceptos de independencia y, en consecuencia, pidiendo un nuevo estatus de relación con España y con Europa, a 6.000 kilómetros de distancia, en Dubai, cerca de 1.000 miembros de diferentes Consejos Asesores Globales del Foro Económico Mundial (WEF) poní­amos en común nuestras Agendas para el Futuro, bajo la premisa generalizada de que no solamente la salida de la crisis actual, sino sobre todo las soluciones de futuro en el medio y largo plazo, exigen nuevas herramientas, nuevas maneras de observar el mundo y nuevas formas de Estado y gobernanza alejados de los modos y prácticas del siglo pasado.

Mientras estas nuevas realidades apuntando el futuro se comparten, entre otros, por un WEF tradicionalmente volcado hacia «soluciones globales» con el encuentro tripartito -empresas, gobiernos, academia- de todo el mundo, en España, de la mano de su gobierno -funcionarial, de opositores memoristas que disfrutarán de un empleo de por vida en cualquier escenario futuro, escasamente internacionalizados y de mí­nima experiencia profesional fuera de la polí­tica de partido- mira a un pasado causante de una determinada visión de unidades impuestas e inoperantes para afrontar los verdaderos problemas a los que nos enfrentamos. Y lo hace acusando a los demás de inmovilistas, trasnochados, localistas y contrarios a la modernidad y al curso de los tiempos.

Hoy, en un potencial escenario post-crisis y más allá de ésta, constatamos un mundo desigual y excluyente que reclama INCLUSIVIDAD (con o sin crecimiento  económico, atendiendo a las diferentes hipótesis de trabajo en diferentes regiones y paí­ses del mundo, pero para todos), exige erradicar la Economí­a Ilí­cita, necesita crear Empleo de calidad y sostenible, está obligado a romper las barreras del «Software legal» (regulatorio o administrativista) que ha guiado la parálisis gubernativa y hemos de recuperar un «Software tecnológico y emprendedor« capaz de asumir riesgos y liderar el futuro. Retos todos ellos, que sitúan a España, como desgraciadamente a otros paí­ses, en el corazón de la insatisfacción y ejemplo del déficit de soluciones: desigualdad y pobreza galopante, desequilibrios territoriales, corrupción desde el poder, desempleo insultante, justicia de baja calidad y democracia y gobernanza de poca intensidad. Retos complejos que demandan nuevas soluciones, urgentes. Soluciones en un mundo que diga NO a la planificación y ordenación centralizada de pensamiento único y que facilite la desconcentración-descentralización en espacios y unidades menores, controlables y gestionables que respondan a Comunidades Naturales deseosas de potenciar su compromiso para construir su propio futuro desde un positivo y dinámico sentido de pertenencia. Sociedades necesitadas de polí­ticas facilitadoras del desarrollo colaborativo en el que una nueva «economí­a circular« (sistémica y no de silos) esté al servicio de la prosperidad inclusiva y no de la desigualdad del PIB. Necesitados de estrategias «ad hoc» alineadas con el ADN de cada región-Paí­s-Sociedad y no de un «café para todos», de manual, desde el mando distante y remoto de Madrid, Bruselas o Washington, pletóricos de sobrevivientes del presupuesto público inmovilista, llenado por un sistema históricamente heredado por las élites y un régimen de «cuotas de Estado» generadores de la burocracia globalizadora desde instituciones internacionales que han fracasado en el diseño de soluciones pre y post crisis. Instituciones «barcaza» acostumbradas a flotar y sobrevivir sin excesiva preocupación en saber hacia donde navegar a la espera de que los vientos y mareas les conserven, hasta que otros les remplacen para trasladarse a otra barcaza similar a la vez que más confortable.

Dubai-WEF y Catalunya han hecho sus deberes este 9 de Noviembre. Madrid, sin embargo, ha llamado a su fiscalí­a como antes lo hiciera con sus tribunales. Dos maneras muy diferentes de presenciar los acontecimientos. Uno los ve sin mirar ni aprender confiando en su frágil aparente unidad y fortaleza temporal. Otros sabemos que un nuevo mundo está por llegar simplemente porque nos comprometemos en traerlo. Miles de kilómetros de distancia, diferentes velocidades, diferentes voluntades y diferentes riesgos y compromisos. Afortunadamente, es cuestión de decisión polí­tica. Y las malas decisiones polí­ticas pueden y deben cambiarse. Como suele decir Al Gore, «la voluntad polí­tica también es un Recurso Renovable», y es tiempo, también, de escenarios, economí­as, instituciones y gobiernos renovables y renovadores.

   Sin duda, cuando se tiene la oportunidad de disfrutar del privilegio del debate creativo de las ideas y su diversidad y se asume la evidencia de un mundo en plena transformación que no se resiste a vivir excluido de su propio desarrollo, en el que generaciones enteras no pueden esperar a que otros hagan los deberes por ellos o, peor aún, dejen que las cosas sucedan sin provocarlas, mientras observan que el mundo se mueve, que la geo-estrategia se desplaza a nuevos centros de actividad, decisión y poder y que la democracia pide a gritos nuevas maneras de ejercerse y compartirse, no se puede sino exigir nuevos liderazgos. El 9 de Noviembre, también hemos asistido a dos modelos contrastados: quien apuesta por liderar un futuro diferente con el respaldo de la Sociedad que representa y quien no se atreve a comprobar lo que quiere la Sociedad que quiere representar, más allá de elecciones puntuales. Quienes hemos pasado por Dubai mirando a Catalunya, hemos disfrutado la confortabilidad de comprobar nuevos tiempos, nuevos espacios, nuevas herramientas y nuevos jugadores. Sin duda, un amplio oasis de esperanza y optimismo. Otros, desgraciadamente, solamente ofrecen pasado.

De vuelta a casa, cuando observamos la vuelta a la rutina con un gobierno español que apela a su propio y particular estatus quo, ocupado en deslegitimar un movimiento real y creciente que demanda un protagonismo propio, parecerí­a que nos encontramos ante una discusión de polí­ticas partidarias propias de un debate de café, irrelevante para afrontar las grandes soluciones a los problemas reales que nos quejan. Nada tan alejado de la realidad. Un desarrollo inclusivo, una capacidad real de generar riqueza y empleo, una estrategia singular para el desarrollo territorial diferenciado, una adecuada educación, un sistema de salud universal, una adecuada respuesta a los retos demográficos medio ambientales, territoriales, de movilidad, forman parte de la esencia de la gobernanza, de la participación real de sus protagonistas, de sus sentidos de pertenencia y compromiso, de sus deseos identitarios y, sobre todo, de su propio futuro. No es irrelevante que Catalunya, por ejemplo, se dote o no de sus propias estructuras de Estado o que opte por una independencia real.

Aunque algunos no parezcan enterarse, el mundo se mueve a gran velocidad. No hay ni tiempo ni paciencia suficiente para esperar. Los retos que tenemos por delante exigen nuevos modelos, nuevas herramientas, nuevos compromisos y nuevos liderazgos.

CRISIS: Hacia las oportunidades de Mañana

(Artí­culo publicado el 2 de Noviembre)

Jakiunde, Academia vasca de la Ciencia, las Artes y las Letras, ha organizado una jornada de reflexión en torno a la «Crisis e Industria» (Krisia eta Industria) bajo el sugerente debate y propósito de «aprender de las lecciones del pasado para construir el futuro». Para hacerlo, su coordinador José Luis Larrea, estableció un adecuado hilo conductor bajo el paraguas de una doble visión de las estrategias de polí­tica económica e industrial, implantadas en los últimos 35 años de la mano de algunos de sus protagonistas institucionales y del contraste Académico desde el análisis experto de ORKESTRA, como marco global para el aprendizaje desde una serie de proyectos emprendedores singulares que han marcado, en parte, la apuesta (y éxito) de los últimos años: Bilbao y la reinvención de la Ciudad-Región, GAMESA y la reinvención empresarial tractora de la clusterización, CAF y la extensión manufacturera inteligente-servitización-desarrollo local en el contexto internacional y GUGGENHEIM BILBAO, proyecto singular dinamizador del desarrollo económico más allá de su impacto-objetivo cultural. Hilo conductor que explica las claves de la Competitividad y el Bienestar en solidaridad que ha caracterizado el modelo vasco de desarrollo humano sostenible.

La jornada nos ha permitido poner en contexto las apuestas realizadas y, sobre todo, extraer algunas lí­neas clave que habrí­an de posibilitar afrontar los nuevos (o viejos) retos que el futuro depara. Si bien resulta evidente que cada crisis tiene su gravedad, origen, consecuencias y soluciones de salida, especí­ficas y únicas y que cada tiempo exige opciones propias, no cabe duda que la experiencia real es un grado y que las lecciones bien aprendidas ayudan a disfrutar de una buena base de partida.

Los análisis presentados así­ como los proyectos mencionados ofrecen una serie de elementos crí­ticos que responderí­an a una doble pregunta general: ¿En qué medida las diferentes polí­ticas y estrategias seguidas explican el éxito de estos proyectos? ¿Existen elementos comunes presentes en todos ellos que nos sirvan no para felicitarnos por lo hecho en el pasado sino para provocar un nuevo futuro?

Sin duda, la complejidad multi-variable que ha condicionado (y explicado) la transformación de nuestro Paí­s, de crisis en crisis, en el horizonte de los últimos 35 años, no puede simplificarse en un recetario replicable y extensible a todo tiempo, momento y circunstancias, pero puede aportar ciertos elementos a considerar. En esta lí­nea, quisiera resaltar algunos de los comentarios expuestos en la mencionada jornada, rogando a sus ponentes, me concedan «el beneficio» de mi interpretación personal. Así­, algunas ideas, a mi juicio, serí­an:

1) Provocar el Futuro y apropiarnos de él .

¡Al futuro no se llega sino que se va! El futuro nos pertenece en la medida que asumamos el compromiso de provocarlo, orientarlo y trabajarlo. Cada Paí­s, cada empresa, son únicos y exigen una estrategia global, completa e integrada y si bien se requieren diferentes fases, proyectos, planes e iniciativas, de lo que se trata es de tener una ESTRATEGIA PAIS, compartida y colaborativa, a lo largo del tiempo y no una sucesión de planes aislados y, en gran medida, inconexos pese a responder a potenciales objetivos especí­ficos (generalmente antagónicos o no alineados).

 

2) Lejos de acometer avances continuistas, la virulencia de los cambios económicos, sociales, polí­ticos, demanda transformaciones radicales que obligan a proponer «cambios de paradigmas», «salir del espacio de comodidad» y asumir el binomio Innovación-Riesgo. Contemplamos el discurso de la innovación, el emprendimiento, la internacionalización, la tecnologí­a como si se tratara de «etiquetas simples, polí­ticamente correctas, alcanzables por todos y de impacto 100% positivas», sin incidir en lo que suponen y sus condicionantes, a la vez que disociadas de su otra cara de la moneda: El Riesgo.

Todas las iniciativas antes mencionadas, de éxito, fueron operaciones de riesgo. Todas surgieron contra-corriente; todas obligaron a reinventar y rediseñar polí­ticas e instrumentos públicos ad hoc; todas exigieron nuevos modelos de gestión; todas provocaron una clara coopetencia público-privada y público-público; todas necesitaron asociacionismo, trabajo en red y proyectos «extra empresa», prolongando su impacto y viabilidad a la cadena de valor en que actuaban. Todas exigieron de las Administraciones Públicas decisiones extraordinarias con una determinada carga de «discriminación positiva» y todas exigieron una financiación-fiscalidad especí­fica para acometerlas. Todas, como resulta inevitable en todo proyecto innovador -real- de cambio radical, han sido operaciones de alto riesgo y todas han combinado el espacio y proyección internacional con su compromiso de pertenencia y anclaje relevante en el Paí­s, provocando efectos tractores sobre el tejido económico y social vasco.

Estas iniciativas han salido muy bien. Pudieron fracasar. Asumir estas decisiones solamente es posible desde la firmeza del liderazgo, la apuesta por trascender de lo habitual y comprometerse más allá de los intereses concretos (legí­timos, por otra parte) y particulares.

3) Liderazgo compartido SI pero NO al uní­sono. Empresa, iniciativa privada y gobiernos han de compartir un liderazgo pero ni a la vez ni en la totalidad del proceso. Cada uno ha de fijar su rol -diferenciado- cooperando con lo esencial de la iniciativa acometida pero en su propio campo de juego. En especial, estos proyectos exigen un fuerte liderazgo que se traduce en personas comprometidas con ese futuro, deseable y provocable, ya mencionado.

4) La magia del proceso. Una estrategia para ganar el futuro, un liderazgo y compromiso firmes exigen no solamente una propuesta, sino recorrer un largo camino a lo largo de los años, haciendo «cadena» coherente al andar de modo que fijado el horizonte y escenario alcanzable, la ruta y el proceso marcan la diferencia.

Con estos y otros mimbres hemos llegado hasta aquí­. Ahora, el reto exige más y distinta innovación y, sobre todo, un liderazgo real para conducir el cambio radical que el Paí­s demanda. Necesitamos, como siempre, salir de nuestro espacio de confortabilidad, reinventar nuestras estrategias e instrumentos, interpretar el mundo en el que hemos de movernos y redefinir el Paí­s que queremos. En definitiva, liderar el nuevo espacio, provocar y dirigir el proceso, apropiarnos de nuestro propio destino, asumir y mitigar los riesgos asociados. Sin duda, hoy partimos de una mejor base que la de hace 35 años, estamos mejor preparados, contamos con la gente adecuada y los recursos (e imaginación y voluntad) necesarios. A la vez, el mundo también se mueve. A las bondades y virtudes de la internacionalización, de la innovación y la tecnologí­a, de las oportunidades de interdependencia, al progresivo desarrollo de la democracia económica (aunque en ocasiones pareciera la contrario), a la creciente colaboración… acompañan sus propias paradojas y contradicciones en un reto creciente por la interacción entre esos dos grandes espacios de futuro: lo global y lo local. Entender su fuerza, comprender y acertar en los tiempos diferenciados entre tendencias, oportunidades y disponibilidad real, es parte del juego.

Provoquemos el futuro. Repensemos las lecciones del pasado pero, sobre todo, para afrontar el mañana. Una vez más, recordemos que el éxito del pasado no garantiza el éxito del futuro.

Cuando la competitividad es mucho más que economí­a de factores…

(Artí­culo publicado el 19 de Octubre)

En un reciente encuentro con empresarios en México, en donde me encuentro estos dí­as, un alto representante de la patronal y Presidente de una importante multinacional me preguntaba: «…al margen de las razones y argumentos sociales que usted ha expuesto, ¿puede resumirme por qué deberí­amos participar los empresarios de forma directa en un proyecto de salud más allá de lo que realiza el Gobierno desde su responsabilidad?». Mi respuesta fue muy precisa: «Según los informes del Ministerio de Salud, las empresas mexicanas operan con trabajadores poco saludables: el 50% tiene sobre peso o es obeso, el 33% tiene colesterol alto, el 25%-30% está deprimido, el 20% padece tensión alta y el 12% diabetes. Se calcula que el coste indirecto por la pérdida de productividad atribuible a estas patologí­as es del 13,5%».

Sirva este episodio algo más que anecdótico para explicar la importancia de la interacción de las polí­ticas económicas y sociales cuando hablamos de la competitividad de las empresas, las economí­as y los territorios. Hoy, analizada esta cuestión desde Euskadi, pudiera parecer una obviedad vista la estrategia de desarrollo humano sostenible que se ha venido impulsando, en los últimos 35 años, desde los diferentes gobiernos vascos -aunque algunos se empeñen en calificarlos de «neoliberales»-, pretendiendo convertir su repetitivo eslogan en «verdad del pregonero». Sin embargo, en el escenario de crisis en el que nos venimos moviendo en los ya largos 7 años, son cada vez más las tentaciones y voces de quienes vuelven a enarbolar «banderas en favor» de silos separadores entre lo económico («necesario, imprescindible y prioritario») y lo social («inasumible, costoso y de alto riesgo para las futuras generaciones«) dejando, al parecer, en manos de los «Ministros de Hacienda», los recortes presupuestarios, la «ortodoxia» del déficit «mágico» que a alguien se le ha ocurrido situar en un inamovible porcentaje de obligado cumplimiento y, peor aún, a quienes asustados por el endeudamiento, el crecimiento de las necesidades sociales y el incremento del gasto social (y sanitario), los movimientos migratorios y la contundencia de las estadí­sticas demográficas, lleva a criminalizar a la enfermedad, la desigualdad, la pobreza y la necesidad social. En este contexto, resulta llamativa la afirmación del ex Consejero de Sanidad del Gobierno Vasco, Rafa Bengoa, en el contexto de la pésima y preocupante gestión de la epidemia del í‰bola: «La Ministra Mato no es responsable de la sanidad española. El responsable es el Ministro Montoro».

Y, en esta lí­nea, volviendo al punto de partida de este artí­culo, no podemos sino recordar que la salud no es solamente ausencia de enfermedad sino, sobre todo, mitigación de los riesgos de enfermedad de las personas a lo largo de su vida, y exige -como hemos visto en el caso del í‰bola- de la interacción clusterizada de múltiples áreas de actividad y de gobierno (Salud, Hacienda, Interior, Defensa, Infraestructuras, Tecnologí­as de la Información, Acción Exterior…) y de múltiples agentes que interactúan en favor del bienestar pleno. De la misma manera, la Competitividad no es cuestión de costes salariales, o de industrias y tecnologí­a, o de presupuesto en exclusiva. Si de forma reiterada hemos insistido que «en Competitividad todo importa», hoy más que nunca, hemos de reforzar la pedagogí­a socio-económica para evitar el confusionismo de muchas voces instaladas en el error. En este sentido, a lo largo de esta semana, entre otros muchos eventos, han tenido lugar un par de encuentros que vienen a cuento y merece la pena destacar: Un Workshop de la Social Progress Initiative bajo el apoyo de Orkestra y la Cumbre Europea de la Red «Shared Value Initiative» en Suiza. En ambos, destaca el eje conductor de esta nueva ola de pensamiento económico con el acento en la cada vez más relevante contribución de las ideas en torno al progreso social y al valor compartido empresa-sociedad trascendiendo del PIB, redefiniendo el rol de la empresa y los empresarios y reconfigurando sus roles en la cadena de valor y clústeres socio-económicos, orientando los «nuevos espacios y etapas» de la Competitividad, incitando a hacer de las demandas y necesidades sociales, el vector relevante de los nuevos modelos de negocio empresariales. Un nuevo paso adelante en el complejo mundo de la bien entendida Competitividad, si bien, desgraciadamente, aún escaso en el panorama polí­tico y empresarial -por supuesto sindical- necesitados de ideas refrescantes y compromisos renovados.

Ahora que los diferentes gobiernos (en especial los de las diferentes instituciones vascas por el interés inmediato que nos ocupa) afrontan la elaboración de sus proyectos de presupuesto, merecerí­a la pena tener en cuenta la importancia de la apuesta conceptual de las estrategias (completas) para un crecimiento y desarrollo inclusivo sostenible como el que nos ha traí­do hasta aquí­, a lo largo de los años, de la mano de un sueño, también europeo, de solidaridad y bienestar. El cada vez más generalizado y difundido «modelo vasco» no es una etiqueta, sino una estrategia diseñada a contra-corriente al servicio de las personas, del Paí­s y, también, de las empresas y nuestra economí­a. Esto y no otra cosa, es la apuesta por la Competitividad en Solidaridad. Absolutamente vigente -e imprescindible- para los tiempo que corren.

Así­, volviendo en este caso al punto de reflexión en materia de salud, no vendrí­a mal repensar sistemas, interacciones y factores crí­ticos esenciales y determinantes de la salud. Volver la mirada a su organización, procesos y actividades -extra Sanidad- ayudarí­an, sin duda, a devolver el protagonismo a los agentes de salud, más allá de bondades o restricciones financieras.

Una vez más, en este caso desde el ámbito de la salud, recordemos que la mal entendida COMPETITIVIDAD es mucho más que palabras, competencia y etiquetas economicistas. Es, sobre todo, estrategia convergente entre empresas, gobiernos y territorios al servicio de las personas .Toda una semana empeñados en romper silos y paradigmas del pasado. Tendencias deseables e imprescindibles que permitan afrontar nuevos espacios de solución compartida a necesidades y demandas sociales -y económicas-, más allá de simplificadas y excluyentes asignaciones de responsabilidades parciales.

Europa: ¿Una agenda al margen de los comisarios?

(Artí­culo publicado el 5 de Octubre)

Mientras una Comisión del Parlamento Europeo somete a los candidatos propuestos a Comisarios del futuro gobierno de la Unión Europea al democrático control de idoneidad, el nuevo Presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, no exento, a su vez, de contestación, inicia su mandato de la mano de su declaración de Polí­tica General: «Mi agenda para el empleo, el crecimiento y el cambio democrático en la justicia social».

Si el examen de estos dí­as parecerí­a enredarnos en la fortaleza de una buena práctica para la optimización de candidatos a gobernarnos, la realidad es que el sistema de pactos por el consenso instalado como «regla de oro» del funcionamiento europeo, nos llevará al resultado final de la aceptación de las propuestas de los partidos gobernantes en cada uno de los Estados Miembro con el beneplácito real de su correspondiente oposición «nacional». Desgraciadamente, un buen ejercicio de idoneidad queda desvirtuado en origen y Juncker gobernará con un equipo designado en el exterior que ha de asumir como suyo al margen de su voluntad y adecuación individual a «su agenda».

Con esta hipoteca de partida, el Presidente Juncker ha hecho un notable intento por superar las dificultades y tratar de ordenar las agendas individuales, dirigiéndolas hacia un programa común en torno a su propia agenda personal ya declarada y la reorganización del gabinete con la creación de Vicepresidencias, coordinadas bajo un tí­mido esfuerzo de «clusterizar» áreas interrelacionadas en la terminologí­a de la propuesta de Guy Verhofstadt en su programa electoral.

Así­, a la espera de conocer su equipo (pudiera producirse alguna renuncia previa como Arias Cañete o Pierre Moscovi), Juncker ha marcado su agenda y ha remitido una circular individual a cada uno de los Comisarios para «darles instrucciones y fijar los aspectos clave que cada uno de ellos ha de cumplir», utilizando el ya viejo método que el Primer Ministro francés, Rocard, incorporara en los años 80 a la gobernabilidad. La entonces «Circular Rocard» establecí­a objetivos generales y particulares y marcaba el campo y reglas de juego a cada uno de sus Ministros, Secretarios de Estado y responsables de Agencias Públicas. Pretendí­a, como lo hace hoy Juncker, evitar un gobierno de «silos», una sucesión de «Planes y Programas Departamentales» y, en cambio, disponer de «un Plan de Gobierno».

Hoy, con este esquema de trabajo, el Presidente Juncker reconoce el mal momento por el que pasa Europa y su lejaní­a de la afección ciudadana, la «injusticia social» de las polí­ticas de estos años de crisis y la prioridad de su mandato en «el estí­mulo y fortalecimiento de la competitividad y creación de empleo», comprometiendo la presentación, antes de 3 meses, de un paquete integral de programa y medidas que, si bien en el contexto de la Visión Europa 2020, reconduzca objetivos y programas. Adelanta que su Europa será «mayor y más ambiciosa en los grandes temas en los que habrá de concentrarse» y «modesta y menor en pequeños asuntos». Bajo este reclamo, pide a su equipo (en especial a su Vicepresidente «para la Regulación») revisar, reinventar y ordenar los mecanismos de ayudas, financiación y apoyo, en especial, a la PYME así­ como utilizar de una manera eficaz el BEI para movilizar, de inmediato, 300 billones de euros hacia las nuevas inversiones en los próximos 3 años. Las inversiones han de focalizarse en infraestructuras de transporte y energí­a, centros manufactureros, digitalización y banda ancha, con especial interacción con el renovado programa y fondo de «garantí­a juvenil» al servicio de los nuevos empleos. Recuerda que al servicio de estas lí­neas de inversión, habrán de optimizarse las iniciativas conjuntas de educación, investigación e innovación. Además, Juncker señala áreas vectoras de esa apuesta inversora: hacer de Europa el Número 1 en energí­a renovable, llevar la industria europea hacia un peso único del 20% del PIB con especial incidencia en los clusters de automoción, aeronáutica, ingenierí­a aeroespacial, quí­mica y farmacéutica de la mano de las «Fábricas Sofisticadas» y, finalmente, «resolver de una vez por todas el desajuste de la banca y su comportamiento».

Más allá de estas propuestas (dejemos para otro momento sus recomendaciones en materia de migración, acuerdos con Estados Unidos, o el «parón por el próximo lustro de ampliaciones a nuevos paí­ses candidatos»…) parecerí­a de interés considerarlas como una hoja de ruta que pueda llevarnos a preguntarnos qué tan alineados estamos con ellos en casa, si esas polí­ticas «mayores para grandes cosas» lo son o no, y si nosotros podemos o no aprender y aplicarnos «el cuento». Pero, a la vez, hemos de observar si el intento Juncker es suficiente y sus «mandatos epistolares» pueden surtir efecto. Por ejemplo, si tomamos en consideración una de las 26 cartas particulares remitidas y repasamos los puntos clave de «la misión que encarga» a la nueva Comisaria para la PYME (en realidad Comisaria para el Mercado Interior, Industria, Emprendimiento y PYMES), El?bieta Bienkowska, vemos que le pide «contribuir en los proyectos que han de coordinar el VP para empleo, crecimiento, inversión y competitividad; el VP para el Diálogo Social; el VP del Mercado único digital y el VP para la Unión Energética», focalizándose en la redefinición de un heredado e incompleto mercado interior, facilitar el acceso a la financiación de las empresas y proyectos dirigidos a desarrollar nuevas fuentes de empleo, promover las aplicaciones de las KET (Tecnologí­as facilitadoras), promover una mejor regulación de determinados sectores (telecomunicaciones y energí­a) y favorecer una nueva polí­tica de compras públicas (en especial en Defensa) al servicio de la empresa. Eso sí­, también le indica que se procederá a una nueva estructura en su departamento fusionando las Direcciones Generales de Mercado Interior y Energí­a y, por supuesto, la acompaña de un amplio anexo con los recursos con que ha de contar (cargos responsables incluidos). Este es el modelo europeo. No es de extrañar la selva burocrática en la que debemos entendernos una vez nos adentramos en la distante Bruselas.

Que duda cabe que en Europa, hoy, más allá del reto o no a un determinado Comisario, el gobierno de la Unión Europea, sigue un rumbo que, sin duda, marcará de forma relevante nuestras polí­ticas públicas y consecuente futuro. Pero, a juzgar por su propia gobernanza, cabe pensar que durante los próximos 3 años de mandato y agenda, más vale que desde los «pequeños miembros» de este sueño inconcluso, nos esforcemos en definir y aplicar una estrategia propia. Bienvenidas las buenas intenciones y la estrategia global tras la visión rectora de los planes y programas de ayudas públicas, pero, por encima de todo, no olvidemos definir nuestro propio camino y nuestra mejor gobernanza. Eso sí­, agradezcamos a Juncker su intento en liderar un gobierno y no en representar a 27 gobiernos o gobernantes distintos inspirados en sus propias buenas intenciones.