Liderar: inspiración colaborativa tras una historia creíble y compartida

(Artículo publicado el 6 de Octubre)

Todo grupo humano, organizado o no, de manera formal o no, asume, acepta, genera, tolera o, sobre todo, impulsa y promueve algún tipo de liderazgo que le transmita confianza, sentido y dirección hacia un espacio determinado. Además, grupos y personas, por lo general, esperan ser partícipes del viaje a recorrer juntos (ya sea con un protagonismo determinante o con, al menos, un acompañamiento y/o coordinación de su existencia, presencia y potencial contribución).

En tiempos convulsos y complejos, rumbo a espacios desconocidos, inciertos y con apreciables consecuencias (en especial aquellas que estimamos, a priori, negativas), nos volvemos más exigentes, si cabe, respecto de los liderazgos emergentes, a la vez que, en múltiples ocasiones, se convierten en una excusa cómoda para justificar nuestra menor implicación en las decisiones y rumbo tomados, a nuestro alrededor, minimizando al máximo nuestra corresponsabilidad en la marcha de las cosas. Con una tendencia a echarlos en falta, considerarlos insuficientes, poniendo el acento más en sus debilidades o ausencias de respuestas satisfactorias a nuestras inquietudes o deseos, que, de una plena consideración en la convergencia de compromisos, haciéndonos parte del colectivo, equipo, grupo, que permitiría llegar a un destino deseado (si bien las más de las veces, nosotros mismos no somos capaces de explicitar completamente ese “mundo final” deseado y esperado).

En este contexto básico, nos vemos rodeados de toda una larga serie de impactos (de los que somos coautores o afectados pasivos) y nos preguntamos sobre los diferentes niveles y tipología de liderazgo que necesitamos (en el mundo, en el país, en las organizaciones de las que formamos parte, en nuestra comunidad, en casa…), exigimos a quienes ejercen o se supone habrían de ejercer ese rol y, por supuesto, respecto de quienes creemos han de desempeñar ese delicado, esencial, imprescindible papel.

Son muchas, sin duda, las publicaciones, conferencias, modelos, debates, talleres de formación, etc. que se ocupan del tema y múltiples las opiniones en torno al tema y no siendo de extrañar la variedad de estilos, características e historias en relación con líderes sociales, políticos, empresariales… con todo tipo de resultados. Proliferan las “escuelas de liderazgo” y los manuales para generar procesos que lleven a la selección de nuevos líderes (mayoritariamente en el seno de las empresas u organizaciones sociales con o sin ánimo de lucro, o los gobiernos, empresas y entidades del sector público). Entre todos ellos, preparando una conferencia al respecto (“Haciendo y liderando la estrategia”), he tenido la oportunidad de repasar unos viejos apuntes que propuse en un Seminario In Company para sus Consejeros, respondiendo a una pregunta a debate: “¿Elementos para apropiarnos de nuestra propia estrategia?” y pretendiendo responder desde la acción convergente, empresa-país, a los desafíos esperables, más allá de las transformaciones esperables o en curso, en el contexto europeo, si bien, entiendo que en mayor o menor grado e importancia y prioridad, así como en la diferenciación básica de capacidades colectivas de partida, de validez en su aplicación en otros contextos geopolíticos y geoeconómicos en espacios inevitablemente interrelacionados. Desde la coopetencia público-privada-social y los nuevos roles que cada uno de los múltiples jugadores han de jugar en tiempos de pleno movimiento cambiante del modelo económico y social. En tiempos con predominio intenso de un complejo cambio generalizado de paradigmas que cuestionan a la práctica totalidad de sociedades, industrias, economías y organizaciones, condicionadas por el avance de un generalizado proceso de pensamiento estratégico generando inputs y cocreación de valor entre el mundo de la empresa, de los diferentes gobiernos y niveles en los que interactúa y de las diferentes comunidades en el que empresas (sobre todo) participan, a lo largo del mundo, con diferentes sistemas de gobernanza, cada vez más exigentes, más regulados, más obligados al logro de multi objetivos, a la vez y en todas partes, operando en un mundo más internacionalizado (del que se participa ya sea de manera activa o pasiva). Nuevos roles demandantes de liderazgos humanistas, inclusivos y sostenibles. Liderazgos necesitados de inversiones (personales e institucionales) en conocimiento, en nuevas capacidades, en procesos innovadores y valores-cultura explícitos a la vez que diferenciados (únicos) y soportados en modelos organizativos internos, de máxima calidad a la vez que agilidad y flexibilidad. Liderazgos comprometidos con la inteligencia mitigadora de riesgos, pero preparados para afrontarlos, con claridad y fortaleza, así como coraje para tomar decisiones desde la siempre compleja destreza motivadora en la ejecución.

Notas “viejas”, siempre en permanente actualización y revisión, contrastadas con terceros y experiencias, vividas, en una larga trayectoria profesional, que hoy he tenido la oportunidad de repasar a la luz de un reciente libro de enorme interés: “The Journey of Leadership” (“El viaje del liderazgo”) de un grupo de profesionales: Dana Maor, Hans-Werner Kaas, Kurt Strovink y Ramesh Srinivasan. Libro que recopila una veintena de narrativas personales de diferentes líderes reconocidos en diversidad de empresas y organizaciones, a través del recurso al “Story Telling” (“Contar historias” inspiradoras que lideren desde “su interior”, compromiso de vida y ejemplo). Poniendo el acento en inputs y lenguaje personal y diferenciado, con el que el líder transmite un vocabulario singular, una “ideología” y manera de afrontar la vida, su compromiso y futuro con el proyecto que propicia y, sobre todo, la empatía capaza de transmitir a todos aquellos que han de participar en el recorrido y resultados esperables.

A partir de este trabajo, los autores destacan lo que llaman el “liderazgo humano”, caracterizado por un comportamiento personal, con las personas en el centro del pensamiento y soluciones propuestas, humano, comprometido con un propósito social y para la gente (empezando por los propios compañeros directos del viaje emprendido). Líderes que aprenden permanentemente de ellos mismos, también. Se preguntan uno a uno, entrevistado a entrevistado, las cualidades, capacidades y compromisos que entienden han resultado críticos en su liderazgo; y establecen una recomendación general en la confianza de que emerjan nuevos líderes que empiecen a perfeccionar su viaje personal para el liderazgo humano deseable, o para todos aquellos que en pleno ejercicio de su liderazgo aprendido, han de incorporar nuevos elementos o condiciones,  fruto de nuevos contextos, direcciones o turbulencias imprevistas. Sus autores recomiendan aprendizaje permanente, reforzar la redacción de sus propias narrativas visionarias e inspiradoras e incorporar nuevo lenguaje empático motivador de la audiencia destino.

Así, hoy que vivimos rodeados de mucha charlatanería mediática que fabrican supuestos líderes, y a la vez una mayoría de acreditados, y comprometidos líderes, resulta imprescindible distinguir, ante la sensación de ausencia de voluntades solidarias comprometidas con un bien común, con respuestas colectivas a grandes y complejos desafíos, la existencia de múltiples liderazgos auténticos, probados, acreditados (aunque más de las veces poco reconocidos). Identificar verdaderos liderazgos, potenciarlos, acompañarlos, trabajarlos, nos ayudaría a todos, no solamente a aumentar nuestra confianza en el futuro, sino a transitar el largo camino necesario en multitud de proyectos y viajes estratégicos, imprescindibles por recorrer.

Grandes retos, enormes desafíos, incertidumbre galopante y todo un mundo en transición, demandante sí, de acciones y decisiones inmediatas, pero, sobre todo, de estrategias, propósitos y visiones de largo plazo que marquen el rumbo a seguir y aporten coherencia a cada paso, ágil, flexible y, por supuesto, firme a dar. Credibilidad, coherencia, testimonio y comunicación (real a la vez que inspiradora y motivante).

Sin duda, estamos necesitados de narrativas inspiradoras, creíbles, comprometidas con una orientación humanista inclusiva. Solamente así acertaremos en la elección de los “nuevos líderes” necesarios para una sociedad en plena y constante innovación transformadora. Liderazgo humano para estrategias de valor.

¿Y ahora? ¿Adaptaciones a una nueva Europa?

(Artículo publicado el 22 de Septiembre)

Con el reciente Informe Draghi proponiendo una nueva estrategia de competitividad, política industrial y desarrollo inclusivo para la Unión Europea, aún sin “enfriar, debatir o reposar”, pendiente de la nueva Comisión Europea tras su lenta y controvertida configuración, merece la pena anticipar algunas observaciones que pudieran contribuir no solamente a su análisis, sino, sobre todo, al impulso o rediseño de esa “Nueva Política Industrial” y las consecuencias para la gobernanza, instrumentos facilitadores a recrear o constituir de nuevo cuño, y a los elementos y espacios esenciales que habrán de facilitar o propiciar la tan ansiada “Autonomía estratégica” que la Unión Europea entiende como vector clave en el rumbo a seguir.

Coincidiendo con su presentación, he tenido la oportunidad de compartir ideas y reflexiones al respecto, de la mano de una conferencia y debate (“Economic, industrial and social transformation” – “Transformación social, económica e industrial”) que impartí  hace unos días ante un prestigioso e interesante grupo de empresarios y dirigentes alemanes, del Land de Baden-Wurtemberg, con ocasión de su “viaje profesional y de aprendizaje permanente”, realizado a Euskadi, deseosos de conocer el proceso y principales elementos de la estrategia de transformación seguida, con el peso relevante y conductor de la “política industrial vasca”, desde el acceso al autogobierno en los años ochenta hasta nuestros días, y, por supuesto, nuestro posicionamiento ante el futuro en el marco del desafío europeo: ¿Y ahora qué? ¿Adaptase a una nueva Europa urgida de una transformación más que radical?

B-BUG es una interesante organización creada en 1.955, constituida como foro y faro permanente de diálogo, contraste, aprendizaje y generación de impacto en su comunidad, rica en cursos, seminarios, publicaciones y partenariados generadores de redes de confianza y credibilidad colaborativa imprescindibles en beneficio de sus empresas y comunidades. Con un relevante respaldo de primerísimas empresas líderes en diferentes industrias, una amplia red de Alumni (tanto en activo, como en retiro parcial o total), influyendo en el liderazgo, gestión y compromiso social relacionado con sus empresas y países (en primer lugar, Baden-Wurtemberg, Alemania y, como no podría ser de otra forma, en todas aquellas regiones y países en los que sus empresas están presentes, desarrollando alguna parte de su cadena global de valor, a lo largo del mundo). Foro de ideas y buenas prácticas y, sobre todo, FARO estratégico para generar y orientar el liderazgo estratégico transformador. Un espacio cualificado de contraste y proyección de nuestra estrategia vivida y en curso.

Cómodos en el Marco Estratégico seguido en Euskadi, con la credibilidad del éxito transformador logrado, el dialogo con actores protagonistas de su propia estrategia -eminentemente industrial- en una sociedad manufacturera, tecnológica, innovadora, y con un evidente “paraguas social”, transitamos desde la profunda crisis (social, política, económica) en que nos encontrábamos hace 40 años, hasta una nueva realidad, exigente, demandante de renovados impulsos ante los grandes desafíos por delante. Convencidos, sin duda, de que la savia esencial de la estrategia seguida, no solamente se anticipó a lo que ahora parecería un clamor colectivo validador y solicitante de la apuesta inequívoca por una bien entendida política industrial, resulta satisfactorio participar del debate, hoy generalizado a lo largo del mundo. Concebida, en el marco de una estrategia país completa, más allá de la “manufactura estricta”, innovadora, directora de la tecnología requerida, integral con los servicios especializados relacionados, dotada de infraestructuras soporte, provocando-incorporando innovación educativa, financiación, capital humano esenciales para su logro.  La industria como garante de empleo (esencialmente local), proveedora de arraigo, desarrollo endógeno, pensamiento largo placista, favorecedor de inversiones y decisiones de largo recorrido, formalidad en el empleo, escenario motor de la interacción empresa-sindical-institucional, y fuente inacabable de nuevas iniciativas, tecnología y futuro.   En nuestro caso, además, un planteamiento pionero y que hoy se asume como natural e imprescindible, “paraguas social” con una estrategia económica, industrial, tecnológica, medio ambiental, integrada e inclusiva. Sólida base, asentada en la “cultura industrial” de nuestro país, generada y labrada a lo largo de los tiempos, siempre conectada al mundo (aprendiendo, interactuando, jugando un protagonismo diferencial) con un compromiso natural público-privado-social. Esencia creativa de nuevos instrumentos facilitadores y un objetivo compartido hacia el bien común.

Hoy, la Unión Europea presenta su nueva propuesta de Comisarios ante el Parlamento para su ratificación o veto. Su presidenta, dirige una carta misión a cada uno de los futuros Comisarios, indicando los principios y compromisos de su gobierno, el papel que han de jugar cada uno de ellos y la referencia a los principales documentos a considerar para el desarrollo de contenidos y prioridades en su labor “colegiada”, dando especial relevancia al Informe Draghi, su apuesta por la Competitividad y una nueva Política Industrial europea. Mario Draghi llama a la inevitabilidad de asumir que Europa vive en un nuevo escenario en el que, a priori, no parecería el “líder o ganador”, comparando con los que considera sus principales competidores o contrincantes. Estados Unidos y China, tras décadas de declive en su capacidad “competidora” en términos de PRODUCTIVIDAD. Señala con rotundidad la importancia de esta señal, recurre, con fuerza, a las causas “externas” pero no incide en la esencia interna principal que lo determina: la diferencia contributiva de nuestro capital humano. Nos invita a comprender un mundo en el que el intercambio comercial ya no es aquel de prometida hiper globalización “que beneficiaría a todos”, o la importancia de la energía (acceso a la misma y, en especial, a lo relevante de su excesivo costo comparado), y a un tercer elemento absolutamente crítico que, a relativa distancia, no hemos hecho demasiado caso en el tiempo: Defensa. Nos hemos sentido (al menos en casa) un tanto alejados de sus peligros directos y hemos confiado en el “protector americano” o los compañeros de viaje en países próximos al gigante temido. Hoy, sea interno o no el repliegue aliado, la Unión Europea ha de contemplar su defensa como variable imprescindible en la ecuación de bienestar y desarrollo e interiorizarla, también, en términos de factor diferencial de investigación, industria, innovación y avance tecnológico.

Señaladas estas consideraciones básicas, llama la atención sobre las “Transiciones” (a las que hasta el momento se les ha dado escaso interés o previsión). El buenismo (“salvar al planeta”, “resolver ya el cambio climático y sus denostadoras consecuencias”, “los nuevos paradigmas tecnológicos, sociales y del empleo”) nos lleva a poner el acento en el consenso mediatizador y objetivo final y pretendemos, sin asumir su impacto, también negativo, que el salto entre el presente y el futuro deseado no genere diferencias negativas. Tan solo acompañar las decisiones y planes con la frase “no dejar a nadie atrás” parecería escasamente suficiente. Draghi llama, sobre todo, a una verdadera transición hacia la “economía verde” que, bien hecha, en tiempo y resultados buscados, siempre que se enmarque en la COMPETITIVIDAD Y PROSPERIDAD que una nueva Estrategia Industrial promueva, generando el impulso innovador necesario, la recualificación profesional imprescindible, los partenariados múltiples que se requieren, la adecuación de proyectos transformadores y su apuesta energético-medio ambiental verde, hacia el éxito previsto. Este nuevo paraguas asume no liderar un espacio tecnológico, asociado, apreciando un gap escasamente mitigable, si bien la plena interacción experta y diferenciable, desde la manufactura, aspirando a un coprotagonismo esencial.

Señalada la profunda intensidad del desafío, identifica capacidades y base de partida potentes (Europa no es un parque temático o un vestigio del pasado como pudiera parecer). Un espacio y mercado interior de 440 millones de personas, con 23 millones de empresas que suponen el 17% del Producto Interior Bruto mundial, asentada en derechos humanos, democracia y bienestar (pese al desánimo colectivo, sin parangón en el “otro mundo comparable”). Mimbres sobre los que abordar un verdadero desafío hacia la PRODUCTIVIDAD (hoy en descenso generalizado en la Unión Europea), el CRECIMIENTO (parón europeo y parón mundial, aunque con importantes diferencias regionales), rediseñar el  BIENESTAR  que nos caracteriza (necesidad de algo más que una reinvención si queremos garantizarlo: salud, educación, bienestar social y el propio futuro del trabajo y sus consecuencias sociales atendibles), con financiación a largo plazo (inversiones ingentes y sostenibles que anticipa habrán de venir básicamente del sector privado con incentivos, garantías y emisiones públicas de riesgo común y compartido) y el “nuevo pensamiento estratégico en términos de seguridad”. Inversiones masivas, grandes cambios en las finanzas, el propio ejercicio democrático en todos los niveles y la gobernanza (gobiernos, empresas, organizaciones sociales) reconstruyendo el sistema, resultan imprescindibles.

Repensar una nueva Estrategia y Políticas Industriales completas será el reclamo base. Requiere, señalar un “nuevo marco de competitividad” para el que ha de impulsarse un mercado de capitales facilitador de inversiones para “el bien común”. Y, obviamente, llama la atención sobre el imprescindible cambio que ha de experimentar el modelo, cultura, funcionamiento de la Unión Europea. Se trataría de abandonar el excesivo y agobiante rol burocrático-regulador-administrador, con vuelta acelerada al principio de subsidiaridad, focalizar organismos al servicio de la estrategia y no a la satisfacción e intereses corporativos, y un largo canto-mantra hacia “LA SIMPLIFICACIÓN” y desburocratización agobiante del eje Bruselas-Estados Miembro.

Desgraciadamente, se deja en el tintero, elementos esenciales de su diagnóstico. Si la PRODUCTIVIDAD es el punto crítico del declive, ¿en qué medida hemos de afrontar sus causas poniendo especial acento en las personas y capital humano que lo determinan? Si la globalización ha demostrado su fallido intento en el beneficio repartido, ¿por qué no apostar por una GLOKALIZACIÓN real en la que las llamadas “ÁREAS BASE” son esenciales? Si la ampliación sin recursos, gestión, gobernanza concentra un centralismo asfixiante alejando países y regiones del centro diferenciado de decisiones, ¿por qué no intentamos avanzar en mucho más que una descentralización o desconcentración democrática del poder europeo?

En definitiva, tenemos una reflexión y propuesta más que significativa para “repensar la Unión Europea del mañana”. Son muchas las señales de potencial avance y oportunidades, así como de innumerables líneas rojas que dificultan o cuestionan su posible éxito. Pero, por encima de todo, es un extraordinario camino para la reconsideración del camino a seguir y de la relevancia de una verdadera y bien entendida y coordinada Estrategia Industrial, para la competitividad, el bienestar y el desarrollo inclusivo.

A pequeña escala, con grandes diferencias (sin duda, también en términos de complejidad), en Euskadi podemos comprender las claves básicas transmitidas para confiar en estrategias imprescindibles como las señaladas.

Basque Sweet Land. Un saludo y recuerdo especial a la Diáspora Vasca

(Artículo publicado el 8 de Septiembre)

Hoy, 8 de septiembre, celebramos en Oñati, Gipuzkoa, el día de la Diáspora Vasca.

En esta ocasión, ocupa especial reconocimiento el 50 Aniversario de aquellos primeros “cursos de verano” que estudiantes de la Universidad de Boise-Idaho realizaron, abriendo un fructífero camino por el que miles de estudiantes, profesionales y amigos de Euskadi han entrelazado su encuentro físico (complemento del emocional y cultural preexistente) con su nación origen reforzando, si cabe, su sentido de pertenencia a la Diáspora Vasca, con relevante presencia en su capítulo de los Estados Unidos de América. La iniciativa de Oñati ha venido fortaleciendo, de manera especial, un cualificado reencuentro con el euskera y con la realidad viva y cambiante de su querido, añorado y siempre presente país (compartido sin fisuras, con su otro país tanto de acogida, como de enriquecedor proyecto de vida).

El recuerdo y homenaje a gente que, como Carmelo Urza, promotor clave de estos primeros encuentros de Oñati, han impulsado movimientos, iniciativas y acuerdos imprescindibles para un logro que hoy, pasado el tiempo, pudiera parecer natural, y minimizado, resulta más que apropiado. El resaltar esta efeméride no es solamente un gesto de recuerdo, reconocimiento y agradecimiento a una histórica labor, impagable, de una Diáspora Vasca, a lo largo del mundo, a lo largo del tiempo, sino una invitación a su puesta en valor y estímulo para su integración plena en el devenir de nuestro país. Diáspora cuyos orígenes se remontan siglos atrás nutrida, paso a paso, por múltiples y variados procesos migratorios, obligados o voluntarios, con firmes raíces y alas, en/desde/para Euskadi. Urza, Jon Bilbao y el Departamento de Estudios Vascos en Reno (Universidad de Nevada), William Douglas (Amerikanuak), el Museo Vasco en Boise, la NABO (Worth American Basque Organization), confederando los Centros Vascos en América, Ray Eiguren …, tantos “militantes anónimos” que han hecho historia, labrado un presente de éxito y fortalecen, hoy,  las bases de un futuro de interrelación imprescindible, renovándose, día a día, con la propia Euskadi “del interior”, creando una relación innovadora construyendo su propio futuro.

Así, hoy, entre tanto repaso al mundo investigador, académico, cultural, económico y social que tanto aporta, dejamos espacio destacado para el recuerdo de tantos que han ganado, con su esfuerzo y testimonio, la credibilidad y confianza que nuestro país recobra. Nuestros verdaderos embajadores, generalmente anónimos, que nos abren las puertas a lo largo del mundo. Oñati, recordará hoy, también, y con más de una lágrima de alegría, el impacto de Robert Laxalt, en sus primeros lectores, en la añorada distancia, del “Basque Sweet Land” (“Dulce tierra vasca”) con la que el querido autor despertaba el recuerdo, nostalgia e ilusión, de aquellos pueblos pirenaicos de su lejana Euskadi Norte, que nutrían, en aquellos años, gran parte de nuestras comunidades en los Estados Unidos. Hoy, día de alegría y predominio de recuerdos e intenciones positivas, en la que algunos obviarán, por el bien de la convivencia colectiva, las dificultades, rechazo, intentos de boicot o atentados de ETA que intentaron, entonces, impedir la celebración de aquellos cursos que hoy festejamos. Días en que ETA hizo suyas las descalificaciones y adscripciones falsas que algunos referentes de la época (Monzón- Txillardegi …) les atribuían supuesta dependencia infiltrada de la CIA o del propio Franco y sus servicios de Inteligencia, en lo que se suponía pretendían conformar una célula revolucionaria. ¿Otros tiempos?

Pero, más allá de esta celebración particular y más allá de la dulce y romántica evocación a la novelada narrativa de Robert Laxalt, del rol especial de hoy con referencia a esa parte que supone nuestra presencia activa en Estados Unidos, nuestra Diáspora Vasca (yo mismo soy fruto de ella) se extiende a lo largo del mundo y se conforma como auténtico “Octavo Herrialde o Territorio Vasco”, en esta aún Nación sin Estado, por construir, trabajando con la mirada larga desde la concepción integral más allá de organizaciones político-administrativas que a lo largo de la historia han venido configurando espacios fragmentados, y que día a día, habrán de configurar nuevos espacios, democráticamente elegidos por la sociedad vasca de cada momento. Este Herrialde “exterior”, es parte de la base madre, “en el interior”, une y vive con su fortaleza, con su sentido de pertenencia y compromiso, no ya de los recuerdos, nostalgia y seguimiento pasivo de lo que pasa aquí, sino que ejerce una contribución activa, enriquecedora y permanente al presente y futuro de nuestro país, con la fortaleza que ya lo ha hecho en el pasado y, en especial, en momentos dolorosos y difíciles en los que la libertad, democracia, bienestar, desarrollo económico, oportunidades y progreso de los que hoy disfrutamos, brillaban por su ausencia. Esa Diáspora que tanto colaboró en los años obscuros en los que nuestro país carecía de autogobierno, de Instituciones democráticas, sin presupuestos públicos, con Lehendakari y Gobierno en el exilio, sin aparatos político-sindicales, sin recursos, sin altavoces creíbles en el exterior, con escasísima presencia en la economía y comercio internacional. Una Diáspora que también ha padecido penurias, que ha vivido la mayor parte de su existencia con la lejanía física, incapaz de acercarse a casa, a sus familiares y amigos, a sus pueblos.  Hoy, nuestra Diáspora continúa viva y es partícipe directa de nuestro desarrollo y progreso económico y social, aspirando a generar impacto directo en nuestras vidas (y en las suyas).

La Diáspora Vasca es protagonista, de manera especial y relevante, en el amplio y complejo proceso migratorio a lo largo del mundo. Hoy, más que nunca, si cabe, hemos de poner la atención en esto que parecería, para muchos, nuevo, distante o incluso ajeno. Vivimos (y viviremos de manera permanente a lo largo del tiempo) crecientes movimientos migratorios, de origen, causa, efectos distintos. Estamos inmersos en un debate crispado y permanente en torno “al problema migratorio” y parecemos centrados en las consecuencias y reflejo negativo que se propaga, como es el caso español, dominado por discursos cambiantes, hirientes, demagógicos y sin propuestas reales de solución, cada vez más alejadas del foco a seguir. Inmigración ilegal, seguridad, empleabilidad o no como mano de obra, menores no/sí acompañados, cupos en una incompleta ley de extranjería, inmigración circular, “lucha de cerebros” o visados dorados son utilizados, día a día, en un debate alejado de espíritu constructivo y de gestión. Así, la Oficina Internacional de Migración, actualiza día a día todo tipo de estadísticas, incorporando etiquetas a una Diáspora en la que pretende incorporar todo tipo de personas que viven fuera de su hogar de origen, mantienen un determinado vínculo con su tierra, cultura y valores base y participan de interacciones colectivas con otras personas de su misma comunidad de origen. A partir de aquí, “masas, olas, movimientos migratorios”, sea cual sea la causa, voluntaria o no, que lo motive, engrosarán este tipo de clasificación y, obviamente, demandan soluciones variadas, claramente diferenciadas.

Como todo hecho generalizable, requiere un ejercicio de distinción y búsqueda de un propósito que posibilite clarificar su propia realidad de modo que se pueda considerar y gestionar de manera correcta y diferenciada. Así, la migración masiva requiere una conectividad ordenada (en sí misma y con las comunidades de origen y acogida), una memoria colectiva, grupos convivenciales en torno a elementos compartibles, sentido de pertenencia e interacción (real, física, emocional o en su memoria y recuerdo, idealizado o no, esperanzado en el retorno o en la nueva vida de acogida), conforman trayectorias o proyectos de vida concretos con aspiraciones distintas. Y, de esta forma, conforma un auténtico movimiento asociable con una determinada Diáspora, que, por definición, tiende a asociarse y agruparse, a generar diferentes tipologías de entidades y/o instituciones, interlocutoras con sus gobiernos (los de origen y los del destino deseado o no).

Nuestro “espacio de futuro” contempla crecientes olas migratorias y con Diásporas cambiantes con las que los “territorios base” han de interactuar, en positivo, en una simbiosis colaborativa y enriquecedora. El papel de las diferentes Diásporas cobra especial relevancia. Su contribución en el país de origen y el país de acogida, sus actitudes y comportamientos en sus “nuevos espacios de inclusividad” forjarán nuevas conexiones, nuevas oportunidades, nuevos modos de vida, retando políticas de actuación positiva, gobernanza ad hoc, coprotagonismo origen-destino y, por supuesto, redoblados esfuerzos institucionales con los miembros de las respectivas Diásporas, físicamente en destino, emocional, social y culturalmente, comprometidas con el origen inicial (propio o de sus antepasados). Raíces y alas conjugan nuevas actitudes y comportamientos, en impactos duales, por lo general, con sentido real de doble pertenencia.

Nuestra Diáspora Vasca cuya fiesta hoy celebramos, más allá de situaciones coyunturales, geopolíticas, administrativas, de “legalidad” que confiere el estatus y condición política, en cualquier momento de la historia, apelando a su pertenencia y base natural, ha sido, es y debe ser, contemplado como parte indisociable e integrante de la nación vasca. Además de su percepción voluntaria de identidad, imagen y compromiso permanente y de sentido pleno de pertenencia, ha jugado, juega y jugará un papel relevante para el país, ha de ser reconocida y fortalecida en una “ola bidireccional” de relación y enriquecimiento mutuo. Las proyecciones demográficas (EUSTAT 2050) no prevén grandes olas migratorias que modifiquen de forma sustancial nuestro tamaño en términos de población (si con variaciones etarias relevantes e historias de vida diferenciadas), que pueden ser atendidas de forma más que gestionable. Pero, más allá de su valor “intrínseco” como pieza natural e indistinguible del propio pueblo vasco y de su pertenencia activa, el papel estratégico de la Diáspora e insustituible y su capacidad de generación de valor social, económico y cultural, imprescindible.

La Diáspora Vasca, como otras muchas, destaca por sus enormes intervenciones positivas, lobby natural-estructural, trasferencia de capital humano, decisiones compartidas en y desde todo tipo de entes colaborativos y refuerzo de sistemas académicos, educativos, investigadores, diplomacia internacional, representatividad, respeto… Nuestra red primaria a partir de las Euskal Etxeak-Centros Vascos amparados institucionalmente, se extiende a lo largo del mundo fortaleciendo un enjambre con estrategias compartidas, bajo obligada gobernanza democrática integrada, también, en órganos de asesoramiento institucional prevalente ante otro tipo de organizaciones o asociaciones de la presencia vasca en el exterior (adecuada a movimientos profesionales, estancias temporales, actividad económica, etc.) y facilita la canalización de recursos al servicio de las políticas sociales, culturales, de cooperación, lingüísticas, enriqueciendo una presencia compartida a lo largo del tiempo y del mundo. Hoy, en Oñati, desde el recuerdo, renueva su compromiso permanente como parte activa e insustituible del país. Sin duda, una imagen y mensaje en positivo.

El corto y largo camino hacia la esperanza

(Artículo publicado el 25 de Agosto)

La Convención Nacional Demócrata de los Estados Unidos de América, celebrada esta semana en Chicago, ha oficializado la candidatura de Kamala Harris a la presidencia, acompañada de quien sería su vicepresidente, Tim Walz, en caso de lograr la ansiada victoria electoral el próximo 4 de noviembre.

En un cuidado ambiente de ilusión, unidad y coherencia de mensajes bajo el paraguas mediático de “la vuelta a la esperanza… respondiendo a una perversa y amenazante destrucción de la  democracia y perdida de la libertad”, se proyectaron cuatro grandes reclamos electorales: “For the People” (por y para el pueblo), “A fight for our freedom” (una lucha por nuestra libertad), “for our future” (por nuestro futuro) y la imprescindible contribución activa de todos quienes deseen el apoyo a la candidatura propuesta: “When we fight we win” (cuando luchamos-trabajamos, ganamos). Y, por supuesto, con la guinda oratoria del inigualable apoyo del expresidente Barack Obama: “Yes she can” (si, ella puede) y la del expresidente Bill Clinton: Time for joy (tiempo de felicidad-alegría).

Con este más que positivo inicio de campaña, despertando un optimismo imprescindible para comprometer al país en la búsqueda de un futuro deseable, cabe preguntarse si la ola de entusiasmo y generación de expectativas ganadoras llegará al ánimo del verdadero votante estadounidense, al margen de las expectativas de quienes lo contemplamos desde el exterior, y si se activará a favor de la más que compleja agenda que ha de afrontar la vicepresidenta Harris para satisfacer las demandas de los estadounidenses, el rol que corresponde a Estados Unidos en el complejísimo tablero geo político y geo económico internacional, además de su más que imprescindible e inmediata participación en la normalización y pacificación  democrática. En un mundo necesitado de liderazgos con evidentes muestras de ausencia y desarticulación en una siempre reclamada “Comunidad Internacional”, demandante de nuevas recetas e instrumentos para afrontar un futuro más que incierto. Se quiera o no, un rol relevante a jugar por Estados Unidos, evitando un repliegue exclusivo en su propio territorio.

Kamala Harris tiene un corto a la vez que largo camino por recorrer salpicado de múltiples desafíos tanto internos como externos controlables o no exclusivamente por ella por su estrategia por sus políticas y por sus capacidades de apoyo dentro de los propios Estados. Grandes desafíos con el añadido de su doble papel, en estos escasos meses de trabajo, siendo a la vez, vicepresidenta del Gobierno de los Estados Unidos. Posición y responsabilidad de cuyas políticas, acertadas o no, ha sido co responsable, así como de las decisiones que aún cabe esperar vendrán en los próximos meses. Posición y legado que le lleva a decidir poner en valor, sin complejos, el trabajo realizado como compañera inseparable del viaje realizado, compartiendo éxitos y fracasos del actual gobierno o distanciarse de todo aquello que se supone debió compartir o que pudiera entender que por distintas circunstancias en este requieran un camino diferente (nuevos tiempos, nuevos escenarios).

Kamala Harris ha de afrontar convergentes desafíos internos que ella sin duda, dada su trayectoria e historial político y capacidades, ha de ser capaz de solucionar, respondiendo a las exigencias de la sociedad americana, así como una serie de riesgos-oportunidades externos. Soluciones propias para exigencias del ciudadano medio y “clase trabajadora”, como ella sugiere, que pasarían por la redefinición de una nueva estrategia económica que profundice en las políticas que vienen desarrollándose en torno al acta CHIPS, pilar de su apuesta inversora con los mayores fondos públicos conocidos en post guerra al servicio del renacimiento industrial y la política manufacturera y de creación de empleo endógeno para “alcanzar el futuro”, potenciando los elementos asociables con el cambiante mundo del trabajo, de la formación, del desarrollo rural y  regional y de las ciudades (en especial sus barrio y zonas marginadas). Nuevos impulsos para favorecer una economía inclusiva al servicio del bienestar, despejando las dudas que el reciente resfrío bursátil del pasado agosto parecía poner en entredicho, así como la preocupante publicación de los últimos datos de pérdida de empleo alumbrando un posible parón en la eficiencia del mercado laboral.

¿Podrá entusiasmar la articulación de una verdadera estrategia de riqueza, bienestar, empleo y desarrollo inclusivo que responda al “sueño americano” de todos y cada uno de los ciudadanos cuyo compromiso (en el voto mañana, en el trabajo permanente después), requiere? ¿Convencerá en su propuesta su voluntad y capacidad transformadora de un aparato de la industria política de Washington, generador de un profundo desencanto y distancia respecto del ciudadano medio objetivo?

Sin duda, se trata de una complejísima tarea a llevar a cabo, con muy poco tiempo para convencer a sus votantes. No ya de su logro durante su futuro mandato, sino de llevar a su ánimo la confianza en su potencial ejecución.

Pero si la agenda interna resulta enormemente compleja, hemos de añadir el incalculable desafío que afronta en todos aquellos otros elementos externos de cuya solución inmediata se le responsabilizará, exigiendo respuestas convincentes para hoy, cuando la solución de los mismos ni está solamente en sus manos, ni depende exclusivamente de su propia agenda: ¿Será suficiente este período electoral para constatar una solución (seguramente temporal más que definitiva de alto el fuego) en este, complejo, intenso, doloroso y multi causa conflicto palestino- israelí?¿será capaz el mundo en general, y Estados Unidos en particular, de favorecer una solución también parcial y  temporal a la guerra provocada por la intervención de Rusia en Ucrania?¿jugará un papel satisfactorio en el nuevo contexto Atlántico con los imprescindibles cambios a incorporar en el seno de la OTAN, de la Unión Europea y por supuesto de todas y cada una de las partes implicadas, con una profundización, al parecer, en políticas, presupuestos y estrategias de defensa y seguridad, que se anticipa más que complicado en los meses inmediatos una vez relanzada la nueva Comisión Europea y las respectivas elecciones o cambio de gobiernos previstos?, ¿habrá una solución, también temporal, a la migración irregular en la frontera sur con México (de implicación en toda América Latina), coincidente con el relevo presidencial Lopez Obrador- Sheinbaum?

Sin duda un corto y largo camino, a la vez, ante un ilusionante y motivador encuentro con la esperanza en la recuperación democrática y la búsqueda de nuevas soluciones al servicio de agendas políticas, sociales, económicas, al servicio de esa sociedad media que refleje el sentir y demanda mayoritaria del pueblo americano con el compromiso de preservar la libertad, el bienestar de todos evitando dejar las bolsas de marginalidad existentes a lo largo del país, aportando un papel clave en el sistema mundial.

La esperanza en el “Yes she can” (Si, ella puede), proclamado por Obama, no es solo una esperanza para los estadounidenses, sino que, sin lugar a dudas, es, y puede serlo, para los muchos desafíos, inquietudes y necesidades colaborativas, demandadas a lo largo del mundo.

¿Y si esta vez fuera verdad?

(Artículo publicado el 11 de Agosto)

Tiempos convulsos, inciertos y complejos que exigen, si cabe, más que nunca, de gobiernos líderes comprometidos con el servicio demandado por las sociedades que representan y dirigen, que manifiestan un alejamiento y desconfianza en las bondades de unos sistemas democráticos que no parecerían convencerles ni entusiasmarles, con sus propuestas para un futuro mejor y para todos, cuya credibilidad parecería cuestionada.

Un panorama gris y preocupante, demandante de una verdadera actuación comprometida, solidaria y de todos para todos a la vez, basada en información veraz sin eufemismos camuflados, auténticos, claramente explícitos, que garanticen la calidad de las propuestas, el coste beneficio esperable en sus resultados y los verdaderos objetivos que se proponen.

Desgraciadamente asistimos a una larga cadena de actitudes y comportamientos confusos y muchas veces contrarios a lo comprometido, faltando al apoyo democrático recibido como aval prestado. Así las cosas, no debería sorprendernos ni el desánimo ni el descontento de la población, ni el agravamiento de un peligroso déficit democrático y de gobernanza, generadores de una profunda insatisfacción. Preguntarnos de manera retórica el porqué de la caída de las democracias no sirve de mucho apelando tan solo al resurgir interesado de extremismos, o recurrir al tan presente cambio sociológico post pandemia, y obviar la secuencia de políticas aplicadas y su conexión con las sociedades a las que se lidera, gobierna o sirve, prescindiendo, a la vez, del análisis profundo de los propios roles desempeñados por cada uno en el ejercicio de sus responsabilidades.

Son demasiados los ejemplos observables a lo largo del mundo que llevan a un desánimo colectivo cuyo precio pagamos todos y que desgraciadamente provocan una creciente brecha entre gobernantes y gobernados. Brecha que resulta cada vez más difícil reducir o eliminar.

Esta semana asistimos a un relevante ejemplo con ocasión de la investidura del futuro presidente de la Generalitat de Cataluña que, al margen del resultado que aporte, surge de un más que  polémico acuerdo que para una parte dice suponer la ruptura del procés independentista o soberanista catalán, para otros la reconducción de aquello  que provocó la intervención desde los poderes centralizados del Estado español anulando la autonomía y gobierno catalán, legítimo, la inhabilitación de su Parlamento y sus decisiones,  el exilio de su presidente y dirigentes políticos, el encarcelamiento y supresión (inhabilitación o persecución) de los líderes del momento, el calvario judicial de muchos ciudadanos con la confiscación de sus bienes, una acentuada paralización de la Administración Autonómica, un claro perjuicio económico y financiero para Cataluña y los catalanes con una salida de empresas para resituar sus domicilios fiscales fuera de Cataluña, teledirigidos por órdenes, decretos  y presiones del Gobierno español para llevarlos a sedes artificiales fuera de su entorno natural y real, así como un largo etcétera de dolor y dificultades sobrevenidas, Para otros, no firmantes, la sensación de la unidad y años perdidos, minando aspiraciones colectivas de una capacidad propia para tomar las decisiones de su propio futuro y supeditación a un gobierno a distancia desde los intereses prioritarios de otros ámbitos de decisión e impedir el ciclo de regreso de un presidente legítimo forzado al exilio.

El preacuerdo que posibilita y justifica esta investidura es un futurible desconocido.  Lo insólito no es solamente que los partidos firmantes no se hayan atrevido a hacer público documento alguno, ni explicar su contenido o defender con firmeza y valentía lo que creen bueno y positivo para Cataluña, para el Estado español, para su autogobierno y para la población que han de servir, sino que callen de  forma truculenta hasta lograr una presidencia claramente inestable, que habrá de condicionar, también, el más que precario apoyo que el presidente Sánchez tiene desde su clara minoría en el Congreso español, la inevitable participación de las Cámaras Legislativas, las diferentes Comunidades Autónomas y todo un sistema social, político y legal para facilitar las modificaciones imprescindibles para hacerlo posible.

Esta vez no solo no dan explicaciones a la sociedad sobre el posible acuerdo, ni siquiera a sus propios militantes, afiliados y órganos de dirección de partido y gobiernos de los que forman parte. Lo único conocido es un texto de parte, en catalán (siempre habrá coartada de parte para decir que no es oficial su redacción), sin firmas, ni logos, filtrado a través de sus “ fuentes próximas habituales”, con una versión del  Partido catalán ERC, mientras el PSOE ( y mucho menos el PSC como convidado de piedra y beneficiario indirecto) el Gobierno español y su partido PSOE, cierran filas de silencio con algunos comentarios en privado (“no es lo que ellos dicen, siempre exageran  lo que dicen lograr y queda demasiado tiempo para su posible cumplimiento”) fieles al estilo al que nos tienen acostumbrados.

En su larguísima historia de incumplimientos, esta vez la fuerza del acuerdo se centra en un engañoso título (“Concierto económico solidario”) que se supone determinará en los próximos años una financiación singular para Cataluña. que le permitiría gestionar los impuestos que se generen y paguen en su territorio, contribuyendo con el pago de los servicios que el Estado preste en Cataluña conforme a las competencias realmente transferidas y asumidas por Cataluña, conforme a su Estatuto de Autonomía, y aportaría una “cuota de solidaridad” con el resto de Comunidades Autónomas. La elección de su denominación no es casual. Pretende  confundir con el término “concierto económico” para hacerlo parecer a los conciertos y convenios forales del País Vasco y Navarra, a la vez que añadir un equívoco adjetivo “solidario” como si las comunidades forales mencionadas no lo fueran, tratando de contentar a una falsa progresía de izquierda y opinión pública ,con un falso espíritu  redistributivo colaborativo y una aproximación igualitaria común que colme reivindicaciones de otras regiones en un sistema de régimen común, que requiere una absoluta reforma. Una inevitable reforma que no puede resolverse con un acuerdo declarativo de parte, para salvar una investidura concreta. Un documento sin cifras, sin plazos de cumplimiento y ejecución, sin compromisos reales explícitos, sin mecanismos e instrumentos que permitan conocer el alcance de lo que supone, y siempre supeditada a lo que decida el Congreso de los Diputados el día de mañana. Máxime, con un congreso y un Senado que no están bajo el control o decisión única del partido firmante y con la mayoría de las Comunidades Autónomas (de régimen común) que habrán de decidir el futuro modelo de financiación.

Hasta que podamos conocer lo pactado y, sobre todo su ejecución real, no antes de 2026 en sus primeros pasos, hemos recibido 3 mensajes: uno del presidente Pedro Sánchez, otro el de ERC como firmante convocando a su militancia para apoyar su investidura, y el del presidente en funciones de la Generalitat Pere Aragonés, ya en su última rueda de prensa tras su último Consejo de Gobierno.

Esta vez el presidente español ha ido más lejos y nos ha dicho que se trata de colocar una pieza esencial de la construcción, en curso, de un Estado federal, abordar un siempre futurible nuevo sistema de financiación para todas las comunidades autónomas y municipios en el Estado, (“avanzando hacia un espacio más federal”). Por su parte, ERC, ha preguntado a su militancia si apoya investir al presidente socialista a cambio de la soberanía fiscal para Cataluña. ¿Soberanía fiscal? nos preguntamos cuando ni lo filtrado ni lo comentado por su contra parte se deduce. Y el ya expresidente Aragonés declaraba exultante marcharse satisfecho de su gobierno “habiendo logrado el mejor objetivo posible y el mayor avance para Cataluña a lo largo de los 40 años de autonomía

¿Y si esta vez fuera verdad? Si le creemos al presidente del gobierno español,  podríamos soñar con que su partido está volcado en esta apuesta, que sus socios de gobierno comparten la convicción de su mensaje, que contará necesariamente con nacionalistas y soberanistas para llevarlo a cabo, que se dará carpetazo a la penalización del proceso catalán, se abordarán de inmediato los nuevos Estatutos, se renovaría un nuevo estado de relación Cataluña- España además de todos aquellos otros Nuevos Estatus pendientes (en especial en Euskadi) y las reconfiguraciones imprescindibles de las nuevas estructuras de Estado en aquellos que aspiren a ese nuevo espacio confederal.

¿Estaríamos en condiciones de comprometer una verdadera estrategia de reconfiguración de un nuevo Estado? ¿Y si esta vez fuera verdad? Imaginemos que se trata de un proyecto real, de un compromiso firme y de una verdadera invitación a construir un futuro distinto, de avanzar hacia una estructura moderna para un Estado y naciones con aspiraciones propias de autogobierno y soberanía en diferentes grados.

Unos y otros avanzando hacia una estructura moderna para un Estado diferente con un verdadero futuro de progreso y desarrollo deseado. ¿De verdad existe un propósito, una estrategia, voluntad, compromiso, visión y liderazgo para aportar las soluciones soñadas cuando iniciamos una transición superadora de una dictadura, de un sofocante y paralizante aislamiento internacional?

Esperando a los nuevos líderes

(Artículo publicado el 28 de Julio)

La oportuna invitación a participar en el Bruegel Annual Meetings del 2024 el próximo septiembre, da pie a repasar sus famosos “Bruegel Memos” dirigidos a los principales líderes de la Unión Europea, justo en el momento de inicio de nuevas responsabilidades. La renovación institucional, la inminente configuración del nuevo Colegio de Comisarios por constituirse, además de los cambios consecuencia de recientes elecciones en algunos países miembro, suponen el escenario ideal para transmitir informes-diagnóstico de situación, esfuerzos de interacción o correlación entre diferentes áreas de necesidad y, por supuesto, avance de recomendaciones (acertadas o no) que faciliten la toma de decisiones que hayan de guiar la Europa del próximo mandato.

Bruegel es un prestigioso “Think Tank” radicado en Bruselas, inmerso en el corazón de las tomas de decisiones en la Unión Europea, con una reconocida contribución en asuntos económicos y sociales, desde la concurrencia de variados profesionales del mundo académico, político-institucional y, en menor medida, empresarial. Sus “Memos” son todo un clásico no solamente por los temas que tratan y sus contenidos, sino por la singularidad de una cierta “dirección personalizada” con destino a líderes y responsables concretos. El simple hecho de hacer un recorrido por los asuntos que parecerían preocupar a los principales órganos de dirección europeos aporta, en mi opinión, un gran valor para el conocimiento y debate sobre las prioridades (y lagunas, también) que afrontamos en un periodo próximo.

Resulta evidente que desde sus ediciones anteriores (2009, 2014, 2019…) la temática, en términos de “etiqueta” supone una sucesión de similares cuestiones, más o menos resueltas, generando, día a día, múltiples variantes: la preocupación-desafío por una estabilidad e “integración económica, monetaria y fiscal”, la eficiencia, solvencia, transparencia y optimización de servicios financieros, con espacio y política energética “común o comunitaria”, los límites de la competencia y su efecto impulsor (o limitante) de la productividad y competitividad entre diferentes, la siempre rebautizada “nueva política industrial”, el sentido, significado y valor añadido de un mercado único o interior según el caso, su focalización estratégica ante Estados Unidos, China y antes Japón o ASEAN y sus “vigorosos tigres de crecimiento”, Rusia o los nuevos espacios independentistas con su prolongada redefinición de la ampliación europea (siempre más técnica que real, más lienta de lo soñado o esperable, menos convergente en términos socio-económicos de lo perseguido), la agenda digital (cambiante en cada periodo haca un horizonte cada vez más estratégico y enérgico, el cambio climático y sus continuas transiciones entre el objetivo y plazo final, los periodos intermedios, la investigación propia, colaborativa, aplicada, transformadora…), la migración (cada vez más necesitada de una estrategia multi variable europea con verdaderas intervenciones realistas en origen), el compromiso inevitable de optar tomando decisiones prioritarias e infraestructuras (físicas, tecnológicas, inteligentes) transeuropeas, la siempre comentada a la vez que escasamente llevada a la práctica sensibilidad europea y su reflejo en estrategias regionales desde su diversidad identitaria, económica, social, haciendo real las políticas de cohesión y, por supuesto, la siempre pendiente “nueva gobernanza”. Temas cambiantes a lo largo del tiempo8pese a la sensación de estar actuando sobre lo mismo día a día), construyendo, en cadena, paso a paso, sobre lo construido por otros (huyendo del complejo de algunos de creer que la vida empieza con ellos y pretendiendo partir siempre de cero). Memos renovados para los próximos cuatro años en los que la seguridad y defensa europea irrumpe con especial relevancia, obligando a nuevas decisiones que han quedado postergadas por la actuación de terceros (sobre todo de Estados Unidos), una necesaria nueva política exterior condicionada por el nuevo mapa geopolítico, geoeconómico y, en especial, de la complejidad social y su desigualdad creciente, con un mundo “SUR Global” cada vez más protagonista y demandante de un rol propio.

Sociedad, Comunidad, Tecnología, Autogobierno-autodeterminación, trabajo-empleo, esperanza en un futuro distinto para proyectos vitales propios, demandan gobernanza y liderazgos también algo diferenciados.

Sin duda, mucho trabajo por delante construyendo una Europa, protagonista de su propio futuro. Observar los avances de estos documentos previos que se van proponiendo, supone un renovado espíritu por abordar nuestras demandas y tareas a desarrollar. Herramientas para adatarnos a un mundo complejo, cambiante, diverso en sociedades distintas, muchas veces distantes y siempre excesivamente exigentes y demandantes.

Todo un mundo impregnado de múltiples claves configurando un mapa que se mueve a gran velocidad, con crecientes nuevos jugadores, necesitando de un déficit e inevitable proceso clarificador de conceptos, ideas que se hagan posibles, repensando las esencias humanistas, solidarias, líderes, que exigen nuevos modelos de gobernanza, de interrelación y de compromiso mutuo.

En esta misma línea, la riqueza de foros de ideas, diálogo, investigación, generación de impacto en la sociedad o Think Tanks, tanto en Europa, como a lo largo del mundo, constituyen fuentes de extraordinario valor tanto en la formulación de propuestas e iniciativas de actuación, como en la cocreación de espacios colaborativos tanto de conocimiento, como, sobre todo, de influencia positiva transformadora. La gran oportunidad que, para empresas, gobiernos, países, individuos generan, facilitando los procesos de toma de decisiones, resultan piezas indispensables. Su configuración, propósito y objetivos a seguir; su “ideología o editorial” que aglutine una concepción intelectual a la vez que motivación de logro, genera un lenguaje compartido y una base rigurosa para la adecuada gestión de los datos e indicadores, suponen un valor para la sociedad. La distinción, a la vez, de la calidad diferencial de unos y otros, exige, de ellos mismos, una gobernanza de excelencia y calidad máxima, dotación de recursos (para esquemas de financiación a largo plazo evitando interferir en campos ajenos a su función real), así como de la exquisita selección de sus miembros y equipos de dirección, representación y gestión. Como Bruegel, hoy mismo, asistimos a la amplísima “oferta” de publicaciones, seminarios y foros de debate, a lo largo del mundo (ya sea vinculados al mundo privado, gobiernos o academia) provocando todo tipo de debates en foros internacionales de prestigio y generando, como nunca, información cualificada de máximo nivel sobre todas las claves que nos preocupan, explicarían el resultado final del un mundo en movimiento.

Como todos los veranos, a la búsqueda del imprescindible descanso, una carga previa para situarnos en el contexto post vacacional que habremos de recorrer, a la vez que conscientes del compromiso y responsabilidad que nos corresponde, a cada uno, al servicio de ese mundo mejor que deseamos. Tan próximo y, a veces, en apariencia, tan lejano.

Sin duda, en tiempos de polarización extrema, de exceso de demagogia “orientada”, rodeados de enorme desconfianza en la información emitida, contar con fuentes serias y solventes, es una buena manera de afrontar el complejo e incierto mundo futurible que perseguimos.

CAMBIO SÍ. ¿De quién y para qué?

(Artículo publicado el 14 de Julio)

Apelar al “CAMBIO” parecería la actitud generalizada de sociedades que afrontan los innumerables desafíos que se vislumbran en el horizonte. Según expresiones mayoritarias en los diferentes procesos electorales que estamos viviendo a lo largo del mundo, parecería dominar la motivación transformadora e innovadora de nuevos caminos por recorrer y se supone determina la voluntad y deseo de hacer las cosas de otra manera, en cualquier otro lugar y con otros compañeros de viaje.

Sin embargo, la realidad no es otra que una creciente y extraordinaria aversión al cambio, en especial, si quien ha de comprometerse a hacerlo somos nosotros mismos. Esperamos, como en tantos otros casos, un cambio de los demás, en lo que hacen, en cómo y por qué lo hacen y, sobre todo, en que lo hagan de modo que nuestras vidas vayan a mejor con el menor esfuerzo y compromiso por nuestra parte. La deseable bandera del bien común, necesitado de auténtico cambio, parece más una exclamación retórica con buenas intenciones que una apuesta firme por afrontar transformaciones innovadoras imprescindibles.

Uno de los temas/conceptos que mayor exigencia de cambio observamos, no ya en un escenario alejado en el tiempo, sino entre nosotros, es el TRABAJO-EMPLEO. No será necesario recurrir a múltiples explicaciones para llevar al ánimo de la gente su importancia y la constatación de que, efectivamente, “el trabajo ya no es lo que era” y, peor aún, “no será lo que entendimos o soñamos que sería, en algún momento de nuestras vidas”. Más allá de la asunción bíblica de su significado cara al sentido y dignificación existencial, acompañada de “ganarse la vida” y proveer los bienes y servicios necesarios para un determinado tipo o nivel de vida, el trabajo está en pleno debate respecto de su presente y futuro. Sin duda, el discurso general al referirse al “trabajo del futuro” se vincula con su carácter de empleabilidad y, bajo este primer prisma aproximativo, nos introduce en sus múltiples caras: las nuevas tecnologías y su impacto en la sustitución o no del “factor humano”, su impacto en la reconfiguración del espacio del trabajo (tanto en su localización o deslocalización geográfica, como en el marco inmediato del local o puesto físico en el que lo desempeñamos), la inevitable recualificación permanente y movilidad exigibles a todo trabajador (sea del nivel que sea) y los nuevos recorridos y trayectos (antes promociones y carreras profesionales) del trabajo cambiante y los imprescindibles cambios de perfiles requeridos no solo por la inevitable y deseable digitalización ordenada de una economía inclusiva demandante de innovación laboral con nuevos puestos, roles y desempeño ante redefiniciones del trabajo y las condiciones de su ejercicio. El concepto trabajo más allá de su interacción con el salario, ingresos o generación de riqueza-ahorro-capacidad de gasto y vida, en su relación con la creciente demanda de conciliación familiar-personal o de ocio, de una retadora redefinición de un catálogo renovado de las prestaciones y servicios del estado de bienestar base de un crecimiento inclusivo garantizado por el “Estado” y “por los demás”. Todo un cambio que, buscado o no, nos impacta e impactará con enorme intensidad. De una u otra forma, este tipo de cambio es el que nos espera. Cuándo lo pedimos y pretendemos dirigirlo con sentido positivo, ¿somos conscientes del cambio personal y colectivo que hemos de emprender, o solamente exigimos que cambien ellos (todos los demás)?

Todo un verdadero clamor por el CAMBIO que decían motivar el comportamiento electoral, por ejemplo, recientemente, ante las urnas en el Reino Unido, manifestando, por encima de todo, “votar por el CAMBIO”. ¿De qué cambio hablaba cada uno? ¿Quién, cómo, en dónde y de qué tipo de oferta o generación de nuevos empleos satisfactorios para todos y cada uno de los que lo deseaban esperaban? ¿En qué medida al pedir un CAMBIO (del gobierno, de la política, de los empresarios, de los directivos, de los funcionarios, sindicatos, autoridades de todo tipo, de los servicios públicos prestados, de los Sistemas de Salud, de los medios, no los de transporte, de la educación, del turismo que no nos moleste en casa, pero del que podamos disfrutar de forma ilimitada en el exterior…) pensaban en sí mismos asumiendo su compromiso personal y actitud ante todos y cada uno de estos elementos-desafíos a los que enfrentarse? ¿A quién hemos de exigir un CAMBIO (generalmente radical y disruptivo) sin que cuente con nuestro propio y personal cambio?

Esta misma semana tenía la ocasión de participar de un interesante ejercicio de “Nuevos Futuros” en el que como es natural, la aproximación innovadora y de cambio (casi siempre de todos los implicables) resulta imprescindible, aunque su primera formulación suele relegar visiones completas integradas e interrelacionadas o sistémicas, centrándose en un evento o proyecto concreto. Una aproximación para preguntarnos sobre el futuro, integrando un sinfín de Megatendencias y objetivos desafiantes en curso, abordando el pensamiento desde la observación, diseño y propósito de infraestructuras, en principio físicas, detonadores de comportamientos, desarrollos y estados de bienestar e inclusividad, así como de trabajo, formación y empleo para atender necesidades y demandas sociales

Así, por ejemplo, en el para muchos lejano Japón, se actúa sobre un extraordinario proyecto de infraestructura para construir un túnel especial de más de 500 kilómetros entre Tokio y Osaka. Pretende ser un corredor subterráneo para el transporte de mercancías con el objetivo de luchar contra las emisiones contaminantes (transporte como primer responsable y objetivo base para la descarbonización y la salvación del planeta que parece acompañar cualquier intervención o política). Contempla, debidamente alineada, la automatización y robotización con y desde   plataformas eléctricas verdes que suplan además la no disponibilidad de “conductores y operarios” que previsiblemente será imposible emplear,  en una población futura y envejecida que perderá más de 15 millones de trabajadores empleables, a la vez que  será demandante de todo tipo de productos y servicios en sus núcleos urbanos, que, para entonces, habrán cambiado sustancialmente sus hábitos de movilidad, vivienda, y comportamiento social, en ambas ciudades clave del Japón de hoy y del mañana. 25.000 millones de dólares tras este proyecto, movilizando inversión pública y privada, cientos de empresas y múltiples proyectos convergentes en un proceso de 20 a 30 años. En su camino, repensar y reorientar el trabajo, y, sobre todo, la actitud para el CAMBIO. ¿En qué medida los implicados comprometerán su cambio deseado?

Obviamente, una infraestructura, por potente e importante que sea, requiere un verdadero propósito multi estrategia y objetivos convergentes, y el desarrollo regional inclusivo ha de movilizar infinidad de actitudes, compromisos, protagonistas, y realidades base para facilitar su viabilidad. Más allá de visibilizar la “punta del iceberg” que suele brillar con luz propia por su éxito infraestructural, e incluso icónico, debe su éxito a la base y caras de la pirámide sobre la que se proyecta.

Grandes apuestas estratégicas y tractoras, de alta complejidad, orientadas a futuros distintos sinérgicamente interrelacionados. Apuestas integradoras de multi objetivos convergentes que trascienden de un continuismo paralizante. Apelar al CAMBIO tiene todo el sentido del mundo cuando viene motivado por un propósito, un para qué y un con quién. Clamar por cambiar porque sí, sin saber hacia dónde se va, sin señalar el punto aproximado de llegada, sin señalar a los que han de comprometerse para hacerlo posible y, sobre todo, pedido o exigido de los demás, desde la confortabilidad de esperar “que cambien ellos” mientras nos instalamos en el “qué hay de lo mío”, no parece el camino acertado para lograr lo que, a priori, pudiera parecer imposible, pero que el tiempo, con la actitud y cooperación general, termina haciendo no solamente posible, sino mejor de lo inicialmente previsto.

La misión, coraje, compromiso y esfuerzo de muchos que, en algún momento, asumieron la responsabilidad de acometer su propio CAMBIO, en procesos colaborativos y compartidos con otros, nos permite hoy, a lo largo del mundo, disfrutar de un presente mucho mejor de lo que fue nuestro pasado y contar con las fortalezas suficientes para soñar un futuro mejor, sin duda, sobre todo para próximas generaciones.

Hoy, como en el Reino Unido, el CAMBIO se instala como clamor exigente. Confiemos en que no se quede en una demanda a terceros, sino que allí y en todas partes, el CAMBIO sea, en verdad, una actitud innovadora al servicio de un mundo mejor, para todos.

En todo caso, como señalaban hace ya tiempo los responsables del Instituto Danés de Estudios de Futuro en su amplia investigación “Unlocking the Future of People and Organizations” (Desbloquear el futuro de la gente y las organizaciones), el reto esencial para producir un cambio pasa por la gente y su inversión en las organizaciones (empresariales, sociales, comunitarias) de las que forma parte. Acertar en su motivación, orientación hacia el futuro y reconducción de sus compromisos y roles a desempeñar, exige “navegar en la línea del futuro esperable y el cambio imprescindible” para lo que el logro de los resultados deseados exige “clusterizar” liderazgos y organización hacia el cambio, vida y carrera (no solo en el trabajo), gestionar el talento y las aspiraciones individuales y colectivas, entender y adecuar trabajo y tecnología, crear-impulsar una cultura específica y singular a la que responde el espacio de trabajo. ¿Es en esta dirección en la que corren los caballos de los que dependerá la solución de los complejos desafíos que enfrentamos?

¿Aires nuevos? Poniendo nuestras apuestas en valor

(Artículo publicado el 31 de Junio)

Las tres principales “familias políticas europeas” (excesivamente distantes entre sí, poco reconocibles en su seno, con líneas ideológicas escasamente alineadas en cada grupo) han acordado mantener un reparto tradicional al frente de las Instituciones evitando el ingreso de nuevos jugadores que pudieran “alterar” los equilibrios fundacionales de una Europa, en un contexto de incertidumbre (y deseable transformación). Previsiblemente, acordando un camino más o menos compartido en torno a principios y valores de una “Unión Europea” abanderada de la democracia, de los derechos humanos, de un Estado de bienestar impulsado por un cierto “modelo social de mercado” con todos los matices e intensidades que se quiera, preparándose para afrontar cambios sustanciales que se traducirían tanto en una nueva Europa, como en garantía de la reconfiguración de sus Estados Miembros, su composición y gobernanza. Quedaría pendiente la distribución de su Colegio de Comisarios o Gobierno de la Comisión, con posibles alteraciones relevantes dado el diferente peso ganado por otras fuerzas políticas en diferentes elecciones de estos días, en especial, en Francia y el peso destacado de Italia. Aquí veremos como lo que parece que no puede compartirse en la gobernanza de Estados Miembros, si es posible y deseable en Europa.

Nuestra Europa afronta grandes retos de enorme magnitud, repensando la manera de generar una “autonomía estratégica” relevante para codirigir el futuro mundial y no verse relegada o anulada en la veloz carrera tecnológica, de crecimiento y de peso real en las variables que hasta hoy han dominado un mundo basado en peso demográfico, PIB, capacidad militar, entre otros.

Autonomía estratégica atenta, también, a una reorientación geográfica desplazando su fuerza a núcleos periféricos, fruto de las sucesivas ampliaciones alejadas físicamente y del eje francoalemán-Benelux y culturalmente retador de diferentes grados de gobernanza, estadios de desarrollo y, sin duda, rodeados de las grandes amenazas bélicas y/o fronterizas con espacios no unión-europeístas. Estos movimientos, inevitables (yo diría, deseables) vienen acompañados de tensiones (en su mayor parte positivas para el largo plazo) hacia compromisos de más, mejor y próximo autogobierno, singularidad, identidad, sentido de pertenencia y dirección de sus propios destinos cocreando valor en el seno y marco europeo como las autonomías regionales diferenciadas (Italia), el nuevo Pacto de Construcción Europea y Autonomía regional (Francia), la inaplazable reconfiguración del Estado Autonómico en el Estado español (hacia nuevas fórmulas de confederación), las estructuras Federales crecientes en toda Europa y, por supuesto, la revisión de una compleja nueva institucionalización y gobernanza europea.

Procesos complejos, que requieren largo plazo, pero firme y con propósito y dirección observable y constatable. Esta nueva Europa por redefinir se enfrenta a un reto desafiante de máxima actualidad y urgencia que la pondrá a prueba: Ucrania. ¿Cómo ganar su doble victoria ansiada, apoyada, prometida? Ganar la paz y su normalización si, a la vez que, también, reconstruirla generando un nuevo futuro, distinto, de prosperidad. Un nuevo estado-nación, miembro de la Unión Europea, vecino estable, seguro y conviviente con quienes fuera de la Unión, lo rodean. Más allá de las infraestructuras, todo un reto de reflexión, reconstrucción y reorganización de una vieja y nueva nación, miembro de esa Unión o Espacio Europeo por rediseñar.

La Europa que tenemos por delante, como recordaba Mario Draghi hace unos días: “Se parece muy poco a la que habríamos previsto antes de las últimas crisis financieras, de la COVID, de la invasión de Ucrania, de la tragedia en Oriente próximo, de las ausentes resiliencias demostradas, de los estragos meteorológicos y del cambio climático, de la conveniente construcción de un arsenal democrático de seguridad y defensa, de la regulación y acogida de masas migratorias y las demandas crecientes, desbordantes de las personas a la búsqueda de proyectos de vida y libertad”. Ante esta descripción, más o menos explicitada, concluye con un clamor: “Soluciones radicales disruptivas”. No caben parches, ni pequeños pasos continuistas a la espera de respuestas mágicas. Panorama no aislado de nuestra querida Europa, en un momento en el que, a su vez, es tiempo de repensar, redefinir, reconfigurar nuevas Instituciones multilaterales internacionales a la búsqueda de nuevos mosaicos y mapas orientadores de una nueva navegación en procelosos mares geopolíticos y geoeconómicos, sujetos a nuevas presiones, demandas y orientaciones exigibles por sociedades cansadas, demandantes de una vertiginosa respuesta total e inmediata no ya a necesidades y soluciones colectivas, sino a cualquier reivindicación absoluta de peticiones individuales, la mayor de ellas, con mínima contrapartida de compromiso individual de parte.

Momento, también, en el que nos hemos acostumbrado a las bondades del endeudamiento y el capital asequible que ha posibilitado (afortunadamente) minimizar los efectos negativos de una pérdida de bienestar percibido o real, sufragar enormes necesidades sobrevenidas y avanzar en las largas transiciones (energética, industrial, tecnológica, digital, alimentaria, de crecimiento, salud…) a las que hemos puesto un punto final de llegada, con escaso trayecto riguroso y medible de su impacto. Un camino hacia la meta deseable (compartible) sin identificar los esfuerzos, sacrificios y esfuerzos previos (individuales o sin compromiso personal) que requieren en fases intermedias. Tiempos que no suponen nuevos posicionamientos ignorando lo positivamente ya realizado en el camino, ni olvidado desprecio de lo ya realizado y sobre lo que se ha de seguir construyendo.

Y, así, con un cada vez más agobiante sentimiento y preocupación colectivo por “salvar la democracia, seguridad y estado de prosperidad y bienestar” que hemos vivido y disfrutado, olvidando en gran medida, el coste enorme que ha supuesto su logro.

¿Pedimos mucho a Europa? ¿Esperamos mucho de Europa? ¿Hacemos mucho por Europa?

Por encima de todo, hemos de “poner Europa en Valor”, creemos en sus bondades y necesitamos reescribir el QUÉ y el CÓMO prioritarios, conscientes de que el “todo a la vez en todas partes” será la mejor manera de frustrarnos en el intento.

Miremos a Europa no como un “ente abstracto y todopoderoso” que nos “regalará” un futuro de deseos ilimitados. Entendemos Europa, sí, como un espacio de principios, libertad, democracia, prosperidad y desarrollo inclusivo, coprotagonista de un nuevo mundo por construir, exigente, demandante y que espera mucho de todos y cada uno de los europeos. Solamente así, la pondremos en valor y nos acercaremos hacia los fines esperables.

Así, una vez conformado el nuevo entramado institucional, avancemos de la mano de un “Decálogo Disruptivo y Radical” que, respondiendo a lo aquí señalado, bien podría expresarse de la siguiente manera:

  1. Europa como espacio con autonomía estratégica para identificar y coprotagonizar un nuevo futuro de democracia y prosperidad inclusivas.

 

  1. Una Europa “reconstruida”, transformando sus fronteras (externas) e internas en sus Estados Miembro, conforme a una libre determinación y elección de futuros diferenciales, acorde con sus voluntades democráticas, capital institucional, vocación de gobernanza-compromiso e identidad, bajo modelos colaborativos en un espacio europeo renovado. Renacer Europa y sus Miembros.

 

  1. Trabajar en la doble victoria de una Ucrania-Miembro, redefiniendo las condiciones de un futuro exnovo, diferente al pasado punto de partida.

 

  1. Una Europa reequilibrada con el nuevo balance de su extensión más hacia el este y mejor conectada-comprometida con su Gran SUR llamado a sus puertas.

 

  1. Una reinvención organizativa, administrativa, institucional, democráticamente activa, desde principios con manos que regulen el poder implícito en sus decisiones.

 

  1. Un pacto de endeudamiento-financiación y uso al servicio de los determinantes socioeconómicos-sostenibles de los europeos y las necesidades colaterales, en origen, de su inmigración creciente, ordenada.

 

  1. Una Europa atenta a un ordenado “arsenal democrático” para hacer la paz y no para asumir la permanencia en la guerra.

 

  1. Un espacio verdaderamente democrático, más allá del derecho a voto, tiempo a tiempo, exigente y árbitro de la correcta gobernanza que no utilice atajos torticeros, desde el abuso de mayorías coyunturales o consensos acomodaticios continuistas,

 

  1. Una Europa realista y honesta optimizando los tiempos e hitos asumibles de las importantes transacciones en curso, al servicio de rutas esperables y compartibles pero conscientes de las realidades de partida e intermedias.

 

  1. Una Europa creativa, productiva, competitiva, solidaria, inclusiva, que recupere el mérito, esfuerzo y compromiso construyendo verdadera prosperidad y bienestar, entre todos en condiciones de aportar valor.

En definitiva, una Europa que trasciende de sus propias estructuras de dirección y gobierno apelando a la Sociedad europea y al compromiso participativo, real y exigente, de los ciudadanos europeos.