Optimismo constructivo. Innovando esperanza-superando miedos

(Artículo publicado el 26 de Enero)

Como viene sucediendo, año tras año, la CUMBRE de DAVOS recibe enero con una amplísima representación de líderes (gobiernos, empresas, entidades sin ánimo de lucro, academia…) en la mayor concentración mundial de ideas, iniciativas y análisis de la cada vez más diversa agenda para afrontar la complejidad de un mundo en el que, todo importa e impacta para nuestras vidas y bienestar, a la vez. Llegar a este encuentro supone haber realizado mucho trabajo previo y más allá de las conferencias, mesas redondas y elementos de comunicación que se resaltan en estos días, son innumerables los informes y trabajos previos que se preparan y sirven de base tanto para las presentaciones públicas, como, sobre todo, enriquecer a miles de “stakeholders” que, a lo largo del mundo, hemos de trasladar el conocimiento colaborativo y compartido en las diferentes organizaciones y países en que desempeñamos nuestra actividad profesional. En esta ocasión 3000 personas, con participación activa en el Foro.

En esta edición, el mensaje insignia elegido es “Collaboration for the intelligent Age”“Colaboración para la era inteligente”.

El director ejecutivo de este destacado Think Tank, Borge Brende, lo explicaba como el año de reflexión en el que asistiremos a la redefinición de un nuevo orden mundial tras los, en apariencia, lejanos años de confrontación mundial, a una más que en curso revisión y reformulación  de las relaciones del llamado libre comercio (más allá de la globalización cuya insuficiencia no permitió alcanzar sus beneficios en un reparto equitativo total), y el exponencial cambio y progreso tecnológico llamado a facilitar la transformación de todo tipo de industrias y organizaciones, además de un profundo replanteamiento del concepto de crecimiento y desarrollo, en plena efervescencia y prolífico en iniciativas y movimientos en su búsqueda.

Un 2025 qué, en palabras del director fundador, Klaus Schwab, alma mater del Foro, que celebra su 55 aniversario, es una llamada al “Optimismo Constructivo y Creativo”. Recordaba no poder obviar el progreso experimentado por la sociedad en este tiempo, la fortaleza y singularidad de la capacidad colectiva de superación de las adversidades y, sobre todo, que el futuro lo construimos, entre todos, para lo que la “colaboración entre diferentes y bajo distintos objetivos e intereses” es el motor de las transformaciones necesarias para superar la complejidad que todos, en todo momento, hemos de afrontar. Insistía en la búsqueda permanente de un nuevo equilibrio entre las necesidades de unos y los intereses de otros, y recordaba que el rol de un foro de encuentro como Davos, está precisamente para desbloquear oportunidades en beneficios compartidos, generando caminos para el desarrollo y la prosperidad. Así, de una u otra forma, la amplia agenda que nos espera concluido el encuentro, con mayor o menor intensidad y responsabilidad, para unos y otros, en este 2025 de inflexión, nos reta de manera especial para entender y superar lo que en este evento y a lo largo de la semana se han identificado como “las palabras o ideas de moda” para entenderlas y plantearnos la medida en que nos interpelan, el qué y cómo actuar ante ellas y con quién colaborar para su respuesta. Así, la pequeña población de alta montaña en Davos, ha hecho retumbar las palabras y conceptos “mágicos”: la inteligencia artificial y los agentes que la pongan al servicio de la humanidad, la confianza en el mundo digital del que ya no podremos aislarnos, la propia era de la inteligencia (sea lo que cada uno entienda que es), la reinvención de la superada globalización hacia una glokalización multilateral creciente, las tarifas-aranceles-proteccionismo-equidad comercial, el “super envejecimiento” de la población, la llamada escasez del talento necesario para un “nuevo mundo” por venir, la acelerada presencia y potencial de las “nuevas tecnologías”, la inevitabilidad del rediseño de la gobernanza, roles de las administraciones públicas e instituciones internacionales y, por supuesto, la resolución de conflictos y guerras en las que estamos inmersos. Todo ello, por supuesto, hacia el objetivo prioritario presentado como recomendaciones positivas hacia el objetivo general esencial de la equidad, justicia y prosperidad en una democracia real al servicio de la igualdad, inclusividad, en un nuevo rediseño del crecimiento y desarrollo social y económico. Un nuevo modelo que no parte de cero, sino en lo mucho recorrido en la evolución de roles y objetivos compartidos de empresas, gobiernos, otros stakeholders y personas comprometidas. En definitiva, elementos y guías más que necesarias y suficientes para llenar nuestras agendas y confiar-comprometernos en crear nuestro futuro, en un proceso colaborativo, de optimismo constructivo.

Para transitar este intenso proceso, creo interesante resaltar la intervención, en el acto inaugural, de la presidenta de la Confederación Helvética y Ministra de Finanzas del gobierno suizo, Karin Keller-Sutter, quien lejos de limitarse a dar una bienvenida protocolaria a Davos, utilizó la referencia a esta pequeña, a la vez que significativa comunidad y a su país, para poner en valor la COMUNIDAD, de todos y cada una de las regiones (Cantones) y países (Suiza) que, más allá de su tamaño, constituyen el área base desde el que construir ese futuro de prosperidad, esa necesaria colaboración independiente con terceros en una apertura mundial, cocreando el futuro deseable. Con mención a los flamantes tres premios nobel (Daron Acemoglu, Simon Johnson, James A. Robinson) reconocidos por la demostración de que la prosperidad de las naciones se construye en el tiempo, desde la apuesta y fortaleza colectiva, generando capital humano, capital social y capital institucional. El futuro esperable dependerá de “la suma de las fuerzas de todos haciendo país”. Llama a la responsabilidad máxima de los gobiernos para trabajar al servicio de sus ciudadanos y aportar un marco de progreso. A partir de allí, un llamado firme a las empresas para acelerar su propia transformación bajo principios de valor compartido con las sociedades en las que operan y en la construcción (creativa, innovadora y humanista) de los marcos de colaboración inteligente con los gobiernos y la necesaria generación de confianza. Finalmente, como responsable de la cartera de Finanzas, una apelación a la “buena administración” de los recursos que le aportan los ciudadanos para “captar y crear valor” para hoy y para las generaciones futuras, invitando a huir de la comodidad de financiación o subvención de algunos colectivos en conflicto, desde posiciones de privilegio relativo, hipotecando el futuro de las generaciones con verdadero compromiso, esfuerzo, no pertenecientes a la industria pública dominante.

Así, bajo este intenso repertorio de mensajes, informes de extraordinario valor, multitud de temas a incorporar a proyectos sistémicos, se ha celebrado un rico encuentro del que todo aquel con actitud de aprendizaje, tiene un enorme bagaje que llevar a casa para repensar su propio compromiso y responsabilidad.

Un nuevo soplo de aire fresco, bajo el que la incertidumbre, complejidad e impredictibilidad de los MIEDOS o TEMORES que se extienden a lo largo del mundo, encuentran el contrapeso firme de las ESPERANZAS y OPORTUNIDADES que se nos abren para construir un OPTIMISMO COLABORATIVO hacia la prosperidad, y, en consecuencia, un mundo mejor. Tan posible como queramos.

Predecir en un sistema de aparente impredecibilidad. Enorme reto en solitario, y, sin embargo, asequible en nuevos marcos colaborativos, desde actitudes y compromisos, diferenciados, a la vez que alineados con sentido y propósito estratégico compartible.

Sin duda, demasiadas cosas están cambiando a nuestro alrededor abriendo todo un amplio abanico de oportunidades en cuya redefinición o rediseño cabe la coparticipación creativa, el coprotagonismo y la generación transformadora para todos aquellos que sientan (o sentimos) el deseo y motivación de generar impacto transformador para un mundo en el que nos sintamos confortables y no el que nos venga dado.  Qué mayor oportunidad que ser parte de los verdaderos cambios pendientes lejos de heredar lo recibido.

Apasionante innovación esperanzada superando miedos (reales y/o aparentes).

Ante la nueva presidencia en Washington

(Artículo publicado el 12 de Enero)

La no decisión, en el momento y procesos oportunos, del Partido Demócrata de los Estados Unidos y de la Casa Blanca, acrecentaron una imagen y percepción crítica en torno a la candidatura electoral del presidente Joe Biden, desatando una inevitable (desgraciadamente más que esperable) renuncia a un nuevo posible mandato. El poco tiempo que mediaba para concurrir a las urnas desencadenó un movimiento ágil e inmediato para consensuar la candidatura única de su vicepresidenta Kamala Harris. Muchos (yo, entre ellos) vimos una señal de esperanza ante el predominio, ya entonces, de la opción de Donald Trump para volver a la Casa Blanca.

La esperanza anunciada (mi columna en este mismo periódico el 25 de agosto de 2024: “El corto y largo camino hacia la esperanza”), advertía de los múltiples condicionantes (externos e internos, propios y ajenos) que habría de superar Kamala Harris para ganar unas elecciones, con peculiares modos de elección (de hecho, todo sistema electoral tiene los suyos). Y ganaría Trump.

Ya en estas semanas previas a su toma de posesión, hemos tenido, nuevamente, la oportunidad de observar lo que parece ser su intencionada forma de ejercer el cargo, quiénes y cómo le acompañarán en su tarea y algunas de sus más que polémicas y atípicas declaraciones-propuestas, que de no ser algo tan serio como lo son, parecerían bromas groseras para entretener al personal. Si bien son muchas las opciones y análisis que circulan por todo el mundo, una buena manera de ordenar posibles escenarios esperables puede ser el enfoque (no su contenido y desarrollo) que se recoge en The Economist en su último número, preguntándose si ha llegado la tecnología a Washington al servicio del M.A.G.A. (Make America Great Again. “Hacer nuevamente América grande”). Para responderla recurre a un listado de características y apuestas de la llamada “Trumponomics” basada en el “anti” y no en el “pro”. A la contra de aquello que parecería esperable, desde su propia “anti-coherencia” y una ausencia real de propósito o estrategia coherente de futuro para una sociedad y nación inclusiva, en un marco mundial demandante de una relación colaborativa para la que, se quiera o no, Estados Unidos de América es y será un coprotagonista y colíder de primera magnitud. Así, acompañado de reconocidos líderes en el mundo de la tecnología, de su poder y capacidad transformadora y determinante presencia dominante de sus empresas, soluciones y conglomerados económicos, parecería abordar una cantidad de medidas concretas que afectan a la vida de todos (estadounidenses o no) y que concitan preocupación (y, en muchos casos, malestar y una cierta “comprensión” ante cualquier mensaje de cambio en cada uno de ellos). De esta forma, se teme por sus intenciones en materia de:

  1. Anti Trade: ¿Llevará su agenda hacia un proteccionismo límite que impida o mitigue negativamente el comercio internacional (flujo de capital, inversiones, mercados, talento…) en “beneficio exclusivo de América”, pero, sobre todo, de algunos grupos de interés “americanos” excluyendo a la mayoría (países, industrias, empresas, personas)?
  1. Anti-Inmigración (selectiva): ¿Hasta qué punto llevará su anunciado combate a los inmigrantes (en especial con su política de deportación hacia México, Canadá e indirectamente Asia)?, ¿asistiremos a una nueva guerra trasladada a la frontera con México y su reflejo catastrófico y no gestionable, desde el Río Bravo al Suchiate, en la frontera Sur Mexicana?, ¿en qué medida aplicará su selección de talento facilitando “inmigración cualificada” al servicio del M.A.G.A.?
  1. Anti-Regulación: ¿En verdad convertirá su espacio de actuación en un mundo no regulado bajo una falsa libertad (económica, social) dejando en manos de las empresas (no solo tecnológicas o financieras) su autocontrol o libre “asignación del mercado y sus jugadores dominantes”? O, ¿asistiremos a una “nueva y excluyente regulación” de un gobierno de excesivo rol intervencionista con nuevos marcos, no controlables democráticamente, al servicio de su agenda (prescindiendo de la voz y acuerdo con terceros en los Estados que conforman esa América pretendida, otras naciones con las que interactuar, otros jugadores no prioritarios en sus objetivos…)?
  1. Anti-Taxing: ¿En verdad será el nuevo feudo de la no imposición, de la relajación impositiva necesaria y la generación de un paraíso fiscal generalizado? O, ¿asistiremos a una desarticulada arquitectura de-fiscalizadora, una vez más, selectiva, cortoplacista y coyuntural, hacia una insuficiencia de financiación pública imprescindible para la prosperidad (empezando por la de los propios estadounidenses y sus empresas)?
  1. Anti-Burocracia y Anti-Administración Pública: ¿En verdad su nuevo organismo DOGA en manos de Elon Musk terminará con la burocracia, reducirá el Gobierno y Administración (en todos los niveles, en todo el país) y nos ofrecerá un modelo ideal de Sector Público y coopetencia público-privada, eficiente, eficaz, económica (también en lo social y político)?
  1. Anti-Washington: ¿Terminará con el poder político-económico que supone Washington, en el corazón -tal como anuncia- de los males de esa llamada industria de la administración, la política, las iniciativas sin ánimo de lucro, los organismos internacionales y todo el andamiaje institucional del que forma parte?
  1. Anti-China: ¿Modificará su agenda hacia un sentimiento y actuación total anti-China como principal competidor-adversario para la supremacía del M.A.G.A.?, ¿condicionará las relaciones con terceros a que no se relacionen con China en ningún ámbito?, ¿habrá espacios de colaboración inteligente?
  1. Anti lo políticamente correcto, ¿favorecerá y propondrá, de manera permanente, todo tipo de discursos, declaraciones, iniciativas anti-estabilidad, acompañadas de exabruptos provocadores o serán señales de auténtica voluntad disruptiva para un mundo diferente?

Sin duda, tras esta supuesta guía “anti”, subyacen un buen número de preocupaciones, percepciones de problemas reales no exclusivos de Estados Unidos, que, de una u otra forma, son trasladables -con su adaptación pertinente- a todo el mundo, por lo que son muchos quienes pueden simpatizar con la idea de provocar y abordar alguna o todas estas cuestiones, demandantes de soluciones disruptivas. El problema, sobre todo, está en la aparente incoherencia en la ejecución (y, sobre todo diseño) de todos ellos. El todo, a la vez, en todas partes, da para una buena película o para un sueño pasajero, pero oculta la complejidad de la transformación creativa, estratégica y la ausencia de un propósito que determine el rumbo a seguir, los objetivos reales (e incluyentes) a lograr, los tiempos y resultados en su recorrido, la incentivación y acompañamiento colectivo (además de individual) y, por supuesto, del concurso y control escrupulosamente democráticos exigibles y demandados.

El tablero geoeconómico y geopolítico se mueve a lo largo del planeta. Lo que haga o deje de hacer Estados Unidos es y será muy relevante a futuro, pero nunca determinante en exclusiva. Con o sin Trump. Más allá de señalarlo y/o descalificarlo (y lamentar que muchos le sigan), lo inteligente sería la auto reflexión (todos) y revisar lo que hacemos y no hacemos en nuestros respectivos ámbitos, en nuestras democracias, en nuestros gobiernos y sociedades, país a país. Los pros, los para qué, los por qué y los verdaderos objetivos compartibles deseables, inclusivos, son y serán el motor real de nuestras sociedades. Son en sí, el antídoto de quienes abanderan agendas “anti”, y, por el contrario, las banderas ilusionantes (complejas y sin recetas mágicas confortables) de las agendas del “pro”.

Nuevo escenario en el gobierno de los Estados Unidos de América y sus relaciones e impactos en terceros. Por supuesto. Pero, no perdamos de vista, los nuevos escenarios y movimientos que todos, a lo largo del mundo, estamos, también, propiciando.

Como proponía el reclamo electoral de aquella esperanza no lograda por la alternativa demócrata que comentaba en mi articulo de agosto: “La vuelta a la esperanza… respondiendo a una perversa y amenazante destrucción de la democracia y pérdida de libertad”: “Por y para el pueblo, por nuestro futuro, cuando trabajamos y contribuimos todos, ganamos”, reclamos, entonces, de la propuesta deseada, derrotada en las urnas. Confiemos que solamente hayan fallado los tiempos y la coyuntura y no la esencia de lo que se pretendía.

 

Prosperidad y Desarrollo Humano

(Artículo publicado el 29 de Diciembre)

El Faculty Workshop del Instituto de Estrategia y Competitividad celebró su reunión anual el pasado 18-20 de diciembre en la Universidad de Harvard, reuniéndonos 83 miembros de 53 instituciones distintas de los 5 continentes. La extensa y rica red de profesores e investigadores creada y liderada por el profesor Michael E. Porter, continúa generando impacto positivo a lo largo del mundo, revisita, con rigor académico y experiencias prácticas, el mundo de la competitividad, prosperidad y desarrollo inclusivo, objeto de su misión y visión transformadora y actualiza el marco base sobre el que trabajamos incorporando aquellos elementos que convergen en la solución sistémica a la complejidad desafiante que afrontamos, en nuestros respectivos países y comunidades, compartiendo experiencias, proyectos transformadores y formación especializada a los diferentes agentes activos del cambio innovador que empresas, gobiernos, organizaciones facilitadoras y academia reclaman.

En esta ocasión, han cobrado especial protagonismo iniciativas con elevado compromiso social y liderazgo transformador en su territorio o área base con una clara relevancia al ámbito local, subestatal o de las, para muchos, llamadas economías menores, poniendo en evidencia el valor del factor local. Hemos podido corroborar la fortaleza del proyecto fundacional, el legado del profesor Porter, su extensiva generalización a lo largo del mundo y el floreciente “renacer permanente” de la clusterización de la actividad económica, la importancia diferencial de las estrategias de política industrial, del de la inseparable convergencia de las políticas económicas y sociales, a la vez, del rol esencial de un liderazgo creíble y verdaderamente comprometido, del propósito como esencia movilizadora; de las estructuras formales de gobernanza y de los verdaderos puentes estables y eficientes empresa-universidad-gobiernos, además de aquellos (no demasiado extendidos) entre los diferentes niveles institucionales y de gobierno. Elementos esenciales, con un acento destacado del factor local y su interacción a lo largo de las sucesivas cadenas globales de valor.

Así, la presentación de casos como el del Estado de Puebla en México, basado en una firme clusterización de las actividades económicas en su territorio, desde la racionalidad de una completa aplicación de los Índices de Progreso Social, municipio a municipio, orientando las decisiones estratégicas a tomar, apoyadas en una formación específica a cada uno de los núcleos potenciales para la organización, desarrollo de hasta 22 clústers vigentes, el compromiso de los gobiernos con este desarrollo y el extraordinario papel jugado por Sintonía, como instrumento facilitador tanto del proceso, como de la formación básica del curso M.O.C. (Microeconomía de la Competitividad, base conceptual de nuestra Red), alcanzando a 1.500 entidades (y, sobre todo, sus respectivas personas colaborantes), sus gobiernos municipales y la incardinación con las Economías Estatales. Programa que regula y promueve la extensión y desarrollo de la iniciativa con miras a su extensión hacia otros estados de la República mexicana.

Como este caso de Puebla, analizar otras iniciativas como la “Shared Value Initiative excluding poverty Growing in a more active Way”( Valor compartido evitando la pobreza creciendo de forma más activa), en el Estado de Tennessee en los Estados Unidos, formalizada en la caracterización de la población sumida en una pobreza extrema, al objetivo de terminar con su carácter estructural y movilizar los activos reales hacia el empleo, la actividad solvente, estable y el acceso a una economía de prosperidad, no hace sino reforzar la actitud y confianza en seguir en el camino emprendido, incorporando, día a día, la innovación creativa y constructiva necesarias.

Como no puede ser de otra manera, reflexiones activas en torno a los espacios y movimientos geoeconómicos y geopolíticos globales, el desacople entre regiones y jugadores lideres con un tan enriquecedor, a la vez que diverso universo de políticas y programas, a lo largo de la amplia red concertada en Boston. Este encuentro, su visión y resultados, resulta reflejado, de una forma especial, con motivo de la felicitación de Navidad y deseos para un mejor y próspero 2.025 que, “The Social Progress Imperative” (base del trabajo pluri variable de Porter y, promotor del índice global de progreso social), ha enviado en estas fiestas con sus deseos y esperanzas.

Agradece la contribución realizada en 2.024 para crear “historias de éxito” en este desafiante reto por la igualdad y el progreso social, a la vez que recapitula lo realizado en el año y, sobre todo, las esperanzas y planes que se proponen para el 2.025, propiciando un trabajo alineado con estos objetivos.

La lectura de esta “felicitación navideña” pone en valor el sentido de las estrategias focalizadas en el desarrollo social, comunitario, calve para el desarrollo y crecimiento endógeno, situando la economía al servicio de la prosperidad y el bienestar, esencia de la bien entendida “competitividad”.

Hemos constatado el éxito en aquellas comunidades que se han dotado de instrumentos y recursos para su programa social y económico. Ya un par de décadas de trabajo que permiten, hoy, situarse en el corazón de las tomas de decisiones, con datos municipales, a lo largo de 150 países, acercando tanto las metodologías de trabajo, como los marcos y objetivos compartibles y el foco esencial en la proximidad, movilizando activos comunitarios, al servicio de las personas.

Más allá del Producto Interior Bruto, entender (y conocer, de verdad) otros muchos indicadores sociales e institucionales, además de geopolíticos, así como del contexto de las personas (espiritualidad, ideología de la felicidad, rol personal en su propia satisfacción, forma de vida, interacción social y relación con terceros…) posibilita avanzar en las soluciones superadoras de los grandes y graves problemas de una inmensa población vulnerable, escasamente atendida.

Este viaje anual a Harvard, como si se tratara de nuestra visita motivadora y obligada a nuestra particular “MECA” de la “estrategia para la prosperidad”, revitaliza espíritus y fortalece el ánimo para seguir afrontando el futuro con esperanzado optimismo, convencidos de la imprescindible solidaridad para y con el progreso social pese a las dudas y negacionismo paralizante observable en el entorno. El marco que nos une para este cometido hace que una competitividad para el progreso social, la prosperidad y el desarrollo humano sostenible, requieren la convergencia de políticas económicas, sociales y territoriales en perfecta y única sintonía, en y desde su impacto local y comunitario interactuando a lo largo de sucesivas constituciones de cadenas de valor, potenciando aquellos pilares esenciales de nuestro modelo: la más que necesaria redefinición de las estrategias empresariales y de gobiernos en torno al Shared Value (Valor Compartido) que hace de las demandas sociales la fuentes de los modelos de negocio de las empresas (se supone que, por definición, también de los gobiernos); la relevante fuerza dinamizadora de las inevitables reformas de los sistemas y modelos de salud y educación, basadas en valor ofreciendo soluciones holísticas, el objetivo permanente en la captura y creación de valor, a la vez, y que su distribución lo sea de forma inclusiva. Estos pilares, más allá de su fortaleza conceptual, metodológica, investigadora, académica y organizativa, suponen el “legado de Michael E. Porter” del que sus discípulos y compañeros de viaje, nos sentimos cómplices y revocamos nuestro compromiso para genera valor en las diferentes sociedades en las que actuamos.

De vuelta a casa, no podemos sino reconocernos en el extraordinario trabajo realizado, a lo largo de décadas en nuestro país, pionero en el viaje emprendido hacia la competitividad en solidaridad y el progreso y desarrollo económico-social, humano, sostenible de las instituciones, entidades, empresas, academia y personas que han venido coliderando, en el mundo, esta línea de pensamiento y compromiso, propiciando una estrategia país, al servicio de las personas. Cocreando una sociedad, resiliente y capacitada para afrontar los desafíos, siempre cambiantes, que ha de afrontar.

Observamos un mundo confuso, incierto, complejo, desafiante y una sociedad demandante de luz, esperanza, motivación y liderazgos creíbles que movilicen activos para el bien común y un futuro, siempre mejor que el presente, y que responda a los deseos (diversos y en muchas ocasiones contrapuestos) de innumerables stakeholders o grupo de interés (desde su legitimidad o no, desde su compromiso colaborativo y solidario o no, alineados con un objetivo común o no…).

En todo caso, desde esta realidad y con la energía del encuentro enriquecedor mencionado, con la felicitación navideña y mejores deseos para el 2.025, de la mano del mensaje final de la tarjeta de felicitación-newsletter, ya comentada, de la Social Progress Imperative: “El progreso social y económico de este año no hubiera sido posible sin tu participación y compromiso. Confiamos en que ayudes a crear la diferencia en las comunidades del mundo este próximo año”.

Narrativas de liderazgo

(Artículo publicado el 15 de Diciembre)

Con un final próximo a la vuelta de esta semana, nos vemos rodeados de un sinnúmero de análisis, informes, predicciones y opiniones cualificadas sobre lo que nos aguarda en el entrante 2025.

De una u otra forma, dominan un par de ideas fuerza que acompañan o conforman el contexto en el que se presentan estos posicionamientos: una generalizada incertidumbre, complejidad y, sin duda, una cierta “pereza mental” para acometer la siempre difícil, incómoda y arriesgada tarea de sistematizar lo observable y desconocido para apostar y comprometernos con un escenario concreto que oriente nuestras intenciones, itinerarios y propósitos, y por otro, la constatación, ya largamente aprendida, de que el futuro se construye y no es algo predeterminado o consecuencia del mero azar.

Sin embargo, lo que en verdad necesitamos, a lo largo del mundo y en todo tipo de actividad, sociedad y/o agente económico, social, institucional o personal en que nos movamos, es superar la parálisis del continuismo o el dejar a otros “que lo resuelvan” o “que pase lo que tenga que pasar”. El tiempo (como otros momentos lo fueron y otros más lo serán) de hacer el esfuerzo (valioso y recompensado para y por el bien común) de repensar nuestras estrategias, los propósitos y unicidad que la orientan, nuestros procesos y decisiones que la faciliten, los instrumentos y recursos que habremos de emplear para su logro, los compañeros de viaje imprescindibles para un camino siempre complejo y escasamente conocido previamente más allá de un mapa cambiante y una brújula que hemos de acertar en su colocación, más allá de su siempre “preferencia” por el norte.

Sin embargo, lo que en verdad necesitamos a lo largo del mundo y en todo tipo de sociedad, actividad económica o social, institucional y/o agente del sistema en el que participamos (ya sea de forma activa o pasiva), es superar la parálisis del continuismo y confortabilidad ante las demandas de transformaciones múltiples que nos rodean y desafían o en dejar (y exigir) que sean “otros” quienes nos traigan dicho espacio que, por otra parte, esperamos “deseable” atendiendo a nuestros intereses y expectativa individual, o a la temible postura del “que pase lo que tenga que pasar”. A este contexto base, en gran medida es creciente el malestar e incomodidad de muchos que, cansados del agotador esfuerzo de intentar asumir el compromiso activo y continuo en el intento por generar ese futuro deseado desde la desesperación de la sensación del, aparente o real, abandono de responsabilidades colaborativas en personas y grupos en constante reclamo a terceros sin su contribución individual en medida de sus capacidades y oportunidades. Es tiempo (siempre lo ha sido, es y será) de esfuerzo (valioso y recompensable para y por el llamado bien común) de repensar nuestras estrategias, los propósitos y unicidad que las orienten, los procesos y decisiones que las faciliten, de los instrumentos y recursos prioritariamente alineados que habríamos de emplear para su logro, aquellos compañeros de viaje imprescindibles (hoy nada puede hacerse sin contar con otros muchos con capacidades, competencias, conocimientos y experiencias diferentes a las propias) para un camino siempre complejo y escasamente conocido previamente y que exige una navegabilidad permanente, atendiendo las circunstancias cambiantes que determinan impacto real en esa exploración laboriosa que requerirá identificar y sortear “olas de oportunidad y solución” para el trayecto esperable, evitando desviaciones a nuestro rumbo iniciático. Estos atributos esenciales que pedimos (exigimos) a quienes confiamos lideren y/o representen, serían aquellos que echamos en falta cuando miramos a un futuro por construir, a la búsqueda de a quienes nos gustaría seguir.

Hace unos días, desde su práctica de Estrategia y Finanzas Corporativas, la prestigiosa consultora Mckinsey publicaba un interesante artículo: ¿Cómo construyen los CEO’s (presidentes y primeros ejecutivos) las relaciones con sus stakeholders (grupos de interés)? Su objetivo es triple: advertir de la imprescindible consideración de todos los agentes implicados en el resultado de las empresas que dirigen y se supone lideran (en el ámbito corporativo) y extendible a todo tipo de organizaciones económicas, sociales, institucionales, políticas; destacar la prolija cantidad y tipología de intereses y grupos que los representan, en todos y cada uno de los espacios en que operan (con la complejidad añadida de la creciente internacionalización empresarial como multiplicador exponencial de dicho número y comportamientos y culturas diferenciales y marcos base que confieren singularidad especial en cada territorio; y el cómo provocar la alineación estratégica y de propósito desde la diversidad, disparidad de puntos y demandas de partida, además de la particularidad de todos y cada uno de los jugadores implicados, empezando por sus propios equipos y personas dentro de su organización. Triple objetivo para el que recurre a la inevitabilidad de una estrategia coherente, creíble, motivadora, real, con una narrativa constante que ha de partir desde la autenticidad a emitir por el CEO/presidente antes mencionado. CEO que,  hoy, más allá de la jerga empresarial internacionalizada (Chief Executive Officer), la vemos aplicada de forma extensiva a todo tipo de espacios con la referencia a su principal encargo (por ejemplo, esta misma semana, la revista The Economist editorializaba y llevaba a portada a quien asignaba el rol de CDO (Chief Disruptive Officer), Elon Musk, analizando el “poderoso” rol que el presidente electo de los Estados Unidos de América, Donald Trump, ha asignado con la misión de “revolucionar la Administración Pública estadounidense”, anunciando una radical transformación cuyas primeras “líneas de una hoja de ruta” señalan una profunda confrontación con el estatus quo.

Así, volviendo a la esencia de los grupos de interés o “stakeholderismo”, hemos de revisitar los múltiples objetivos que las demandas globales exigen del mundo empresarial e institucional de hoy en lo que podríamos simplificar en términos de responder a las necesidades sociales, con resultados económicos rentables y sostenibles que posibiliten la reinversión, crecimiento y el desarrollo inclusivo (para todos) a la vez que salvemos (todos y entre todos) el planeta y lo logremos todo a la vez y ya. De aquí, los acrónimos que nos rodean (ESG para el triple resultado económico, social de gobernanza en prácticas de sostenibilidad generalmente medio ambientales o verdes, RSC para una demandada responsabilidad social corporativa debidamente estructurada en un compromiso especial de toda empresa con su entorno social próximo, o SHV como la estrategia determinante del Valor Compartido Empresa-Sociedad …) que  se convierten en la guía y compromiso, multi objetivo, de los nuevos y cambiantes roles de las empresas. Y, en consecuencia, de los nuevos y cambiantes roles de sus principales directivos y, en especial, líderes a quienes seguir y de cuya narrativa estratégica, cohesionada y plena se demanda. Llama la atención que, si bien estos nuevos roles y exigencias se especifican y reclaman con toda insistencia en el mundo empresarial-económico, no se ven reflejados en indicadores objetivo, ni en el ámbito de los servicios públicos, ni el de las organizaciones no gubernamentales o de interés social, ni en la mayoría de sus agentes y jugadores clave, dando por sentado que son, en esencia, protagonistas de los servicios de interés común y que sus representante, directivos o líderes, los asumen y cumplen sin más.

En todo caso, esta necesaria narrativa de liderazgo, propia, diferencial que debe comunicarse de forma permanente en todo espacio de referencia e interés, fomentando la adhesión a los proyectos específicos que cada organización ha hecho suyos, y que habrá de trasladar a todos  sus stakeholders, lo que hace del líder aludido un bien más escaso de lo imprescindible, exigiendo múltiples capacidades y competencias, cambiantes a lo largo del tiempo y en alineación permanente con ese mundo externo que le rodea, convirtiéndolo, además, en el Chief Story Telling correspondiente. Es decir, máximo responsable de la narrativa que acompañe la orientación y decisiones estratégicas y su cohesión con las demandas de las sociedades a las que sirven.

Sin duda alguna, más allá del enfoque concreto mencionado, hemos de destacar, los “nuevos atributos” exigibles para un liderazgo y rol de los agentes implicables en el desarrollo inclusivo de toda organización alienable con las sociedades en que opera. Espacio competencial que excede de las personas y pone el acento en la interacción imprescindible entre empresas, gobiernos (en todos los niveles institucionales) y la comunidad o sociedades en que se desarrollen sus actividades.

Hace unos días, un amigo con larga trayectoria profesional y hoy preparando su tesis doctoral, me comentaba el núcleo de su trabajo analizando la colaboración público-privado que tanto ha impactado en el desarrollo socio económico e institucional vasco y me preguntaba sobre elementos esenciales de la misma, tanto los reales y fortalecidos, los que han de ser potenciados y aquellos inexistentes más allá de voluntariosos intentos o declaraciones. ¿Por qué son imprescindibles, quiénes son sus verdaderos protagonistas, cómo se generan o fortalecen y desarrollan, quién, cómo y cuándo se originan, cuándo han cumplido un papel y han de transformarse y/o suspenderse, y cómo extenderlo al conjunto de estrategias convergentes país, quienes los lideran…? Y, además de recorrer un buen número de casos concretos de evidente éxito, posible gracias a esa clara interacción, me llevaba a revisitar mi propia tesis de hace ya más de tres décadas: “Netting Coopetitive Strategies: Business, Governments and Community” (“Tejiendo Estrategias Coopetitivas: Empresas, Gobiernos y Comunidad”).

Los desafíos que afrontamos exigen liderazgos sólidos, coherentes y compartidos, han de proyectarse en el largo plazo y requieren narrativas auténticas identificables y asociables a las personas que ostentan o ejercen el mismo. Su autenticidad ha de ser reconocible y reconocida, alineada con la estrategia, su propósito, sus decisiones y procesos además de reflejo en su modelo de gobernanza, sus mensajes en una convergencia de grupos de interés, los objetivos para cada caso, y reales en todos los espacios en que se operen, con un indudable impacto en/con las comunidades en que se desarrolla. Liderazgo abierto con la mayor interrelación con todos los gobiernos implicables, y la totalidad de agentes económicos y sociales que explican tu resultado final.

Así las cosas, despidiendo un año con la confianza y esperanza activas de un tiempo mejor, para todos, a la búsqueda de un mundo que supere sus múltiples desafíos y no caigamos en la perversidad melancólica de una incertidumbre y complejidad paralizantes, ni en el desánimo ante narrativas referentes de auténticos líderes (institucionales, económicos, sociales, comunitarios). Pensemos, por el contrario, en la fortaleza y riqueza del stakeholderismo, su capacidad creativa, acompañemos los procesos de navegación y exploración con actitudes abiertas, buscando “oír los colores de la pintura que describe el paisaje observable y ver la música auténtica que conllevan”, convertidos en auténticas comunidades de aprendizaje permanente al servicio de un futuro deseable, lleno de oportunidades.

Economía productiva transformadora y desarrollo

(Artículo publicado el 1 de Diciembre)

La diversidad política, económica, social e institucional en la América Latina y el Caribe se veía reflejada este pasado domingo en las diversas citas electorales celebradas en Chile y Uruguay.

Mientras Chile votaba la segunda vuelta para elegir a sus gobernadores en 11 de sus 15 regiones, además de su área capitalina de Santiago, Uruguay elegía a un nuevo presidente de la República (Yamandú Orsi). En Santiago, en su legendario, a la vez oasis de encuentro, Cerro Santa Lucía, una exposición y venta de arte indígena nos recordaba la presencia de tres de sus pueblos originarios demandantes de atención singular, reconocimiento y tratamiento diferenciado (AYMARAS, RAPA NUIS y MAPUCHES).

En este contexto y marco temporal, tuve el privilegio de impartir la XVIII Cátedra Raúl Prebisch, que la CEPAL (Comisión Económica de los Países de América Latina y el Caribe), organismo especializado de las Naciones Unidas y casa de la Región, estableció como reconocimiento y puesta en valor de uno de sus singulares y prestigiosos directores ejecutivos, relevante promotor de instituciones y entidades de pensamiento al servicio del desarrollo económico y social. Prebisch, considerado uno de los padres del estructuralismo y desarrollo, exdirector en su día de la CEPAL, es honrado con esta Cátedra en una sala auditorio especial de arquitectura y diseño extraordinario bautizada con su nombre y potenciando, año tras año, los diferentes movimientos del pensamiento económico y social, en un esfuerzo sostenible para influir en los diseños de políticas y programas al servicio de las sociedades y comunidades de este  multi mosaico que conforma la América Latina y el Caribe.

En esta ocasión, en el marco del renovado impulso que su secretario Ejecutivo, José Manuel Salazar Xirinachs, lidera en favor de una economía productiva, su transformación e impulso para el desarrollo social, económico e inclusivo, he disfrutado de la oportunidad de respirar un ambiente de compromiso intelectual orientado a la acción, intercambio de experiencias desde/con los diferentes directores del organismo-Think Tank que lo conforman, y participar de diálogos y debates dinámicos, repensando caminos para el impulso de estrategias para la competitividad, el bienestar, la prosperidad y el desarrollo económico y social, sostenible e inclusivos, desde la cocreación de valor de empresas, gobiernos y  sociedad.

Apuesta por transitar un camino inacabable atento a los innumerables cambios, desafíos y permanentes reclamos derivados de las necesidades, a la vez que oportunidades, que generan y exigen las sociedades y los tiempos, en sus diferentes estadios y momentos de desarrollo y diferentes roles llamados a desempeñar por cada uno de sus jugadores.

La CEPAL tiene un largo historial como centro y foco del pensamiento económico y de su progresivo, a la vez que cambiante, rol asesor y dinamizador de iniciativas y líneas de intervención en las políticas públicas a lo largo de la región. Reconocimiento, poso e historial que le avala, 75 años diagnosticando, promoviendo, asesorando, coprotagonizando diferentes líneas de actuación recomendadas para su práctica. Gobiernos de todo signo, con mayor o menor intensidad y acierto han conformado y/o aplicado dichas líneas de trabajo marcando tendencias y escuelas que constituyen lo que vienen en llamar, “el pensamiento CEPALINO”. Hoy el foco vuelve a una renovada economía productiva, a los ¿CÓMO? para trascender el diagnóstico y el análisis y llevar a la acción la implantación de verdaderas estrategias transformadoras respondiendo a un claro PROPÓSITO y el PARA QUÉ de las políticas e instrumentos.

Movimientos dinámicos ante desafíos de máxima complejidad, recordando que no hay recetas mágicas, ni hay una única política o estrategia, ni instrumento milagroso para solucionar las demandas distintas, variadas y  únicas que cada país (Y, sobre todo, cada una de sus variadas regiones y espacios infra estado que los componen) requiere, y la necesaria aplicación diferenciada en la aproximación microeconómica singular, específica y transformadora de la que está tan necesitado el continente, etapa por etapa. En este momento, la orientación de la línea rectora de este Organismo fija una clara apuesta por la economía productiva y ha abierto un intenso espacio de debate provocador de reforzados esfuerzos incomodos para un “continuismo” que han calificado como “brechas para el desarrollo” que, de persistir, llevaría a la América Latina y el Caribe a repetidas “décadas perdidas”.

En consecuencia, se trata de propiciar nuevos recorridos a la búsqueda de compromisos compartidos hacia el tan deseado BIEN COMÚN, aprendiendo a cocrear valor, progreso económico y social.

Hoy, cuando el mundo contempla un intento renovado del llamado renacimiento de nuevas políticas industriales, y parecería haber descubierto el valor de la colaboración, el asociacionismo, y, sobre todo, la inevitabilidad de generar/participar en/de partenariados y alianzas multi agente y multi objetivo, desde el conocimiento, capacidades, especialización y saber hacer diferenciados, recuperando, a la vez, el papel esencial de un desarrollo endógeno, apelamos a la necesidad de “apropiarnos de nuestro futuro singular y deseado”,  revisitando los mapas de competitividad y prosperidad, cuando las políticas económicas y sociales no pueden contemplarse de forma separada, exigentes de su aplicación conjunta y convergente a la vez, base de un múltiple compromiso y objetivo del logro económico, social , medio ambiental… garantizando la inclusión de todos los implicados en el proceso, reinventar su adecuada arquitectura institucional y su  gobernanza multi nivel, la generación y cultivo del capital humano y social, más allá de la mediática búsqueda por el talento. Un intenso proceso abierto, demandante de actitudes e impulsos renovados, con actitudes abiertas absolutamente imprescindibles.

Son tiempos convulsos, complejos y desafiantes. En realidad, de alguna manera, como siempre. Tiempos de audacia, coraje y riesgo político, social y personal. Tiempos demandantes de credibilidad y compromiso.

Nuestras sociedades, extremadamente demandantes, manifiestan desapego a viejas reglas o políticas (incluidas muchas cuya virtuosidad del momento no resultan suficientes, ilusionantes o incentivadoras hoy en día), y, sobre todo, intensifican un alarmante desapego respecto a autoridades, directrices, propuestas, ya sean públicas, privadas o de iniciativa social, o que no se entiendan realizables de inmediato. Trascender de los diagnósticos, mensajes y palabras o promesas exige auténticos liderazgos, comprometidos, generadores de una lealtad y seguimiento a base de discursos creíbles, demostrados en la práctica diaria con el ejemplo. Tiempos que exigen poner en valor decisiones que respondan a verdaderas prácticas positivas de actitud, comportamiento, compromiso, credibilidad y, sobre todo, coherencia estratégica.

Sin duda, el encuentro con espacios de pensamiento, espíritu de aprendizaje compartido, ilusión activa, transformador, que invite a trabajar incentivando el riesgo de incursionar nuevos espacios, apostando por un propósito, aspiracional, que implique un cambio hacia un imparable mejor futuro, resulta revitalizador e inspirador.

Así, bienvenidos órganos de debate activo. Caminos colaborativos tras estrategias transformadoras, respondiendo a los desafíos reales observables, orientados hacia la generación de impacto en las sociedades a las que se sirve. Cocreando valor.

Ayer en la siempre tan cercana y lejana, a la vez, Chile. Hoy y mañana, a lo largo de este mundo lleno de oportunidades, contribuyendo al impulso de verdaderas estrategias de desarrollo próspero y compartido. Un desarrollo, creando valor, incidiendo en la auténtica economía real y productiva.

Tiempos de derribar muros y construir puentes

(Artículo publicado el 17 de Noviembre)

La semana pasada se cumplieron 35 años de la caída del muro de Berlín que separó durante más de 30 años las “dos Alemanias”, y a los mundos occidental y soviético, escenificó la Guerra Fría y, sobre todo, separó y destrozó a familias, a una nación, a ideologías y jugadores de una geopolítica de post guerra, dando lugar a mucho más que un mismo pueblo dividido, generando muy distintas maneras de vivir y entender el mundo, modelos de bienestar, sistemas cultural-educativos y roles dentro del contexto internacional, de manera opuesta y más que enfrentada.

Esta profunda barrera facilitó, también, un sinnúmero de movimientos no deseados a la búsqueda de supervivencia o de nuevas formas de vida que unos y otros, separados, entendían como mejor opción aquello que les tocó con la aritmética, dibujo lineal y forzado de la frontera separadora y divisoria con que fueron alineados.

Cuando hace 35 años, sin una aparente causa concreta lo suficientemente diferencial y/o esperada, cayó el muro (más, propiamente dicho, fue derrotado por movimiento democráticos y liderazgos arraigados que socavaron sus débiles cimientos). La desbordante alegría y aires de libertad hicieron de la Puerta de Brandeburgo una fiesta permanente con la mirada ilusionada de la gente, de uno u otro lado, golpeando y demoliendo las piedras limitantes. De inmediato se comercializaron los souvenirs con pequeños fragmentos de piedra, en modestas bases, para recordar tan relevante episodio. Entonces, tuve la suerte de coincidir en Berlín y hacerme con un pequeño recuerdo que conservo con cariño y entusiasmo, fiel recordatorio e nuevos tiempos superadores de tanto dolor y desencuentro.

La semana pasada, coincidiendo con este aniversario, impartí una “conferencia magistral” para un evento que una empresa líder en tecnología y servicios financieros en México organizaba para celebrar sus primeros 30 años de vida. El evento proponía explorar e incentivar el rol de una empresa en el impulso de su competitividad, internacionalización y desarrollo social y económico del país. Como recuerdo de nuestras presentaciones, los diferentes ponentes recibimos un significativo regalo: una de aquellas piedras conmemorativas del muro y su caída que habían sido recogidas, transportadas a México y conservadas, hasta este momento, por el fundador de la compañía. La caja que lo contenía llevaba un mensaje muy significativo: “Derribar muros – construir puentes”.

Si bien el mensaje pretendía, por encima de todo, representar la innovación transformadora, en curso, de una empresa que, partiendo de una oferta de servicios y bases de datos únicas en su tiempo, transitaba hacia lo que ya hoy es, una empresa esencialmente tecnológica, innovando en sus servicios, mentalidad abierta y traspasando fronteras, siempre con el compromiso de una máxima calidad, rigor en la prestación, adelantándose a sus tiempos y mercados, con un amplio, intenso y verdadero compromiso con el bienestar social de sus colaboradores, familias, la generación de valor para sus restantes stakeholders y sociedad (en este caso, la mexicana) a la que se propone aportar un máximo impulso en su desarrollo. Así, la referencia a muros y puentes acompañó todo el espíritu e intervenciones (propósito de la formula), invitando al variado ámbito de negocios e industrias del auditorio a comprometer escenarios y proyectos, distintos, colaborativos y facilitadores de un propósito convergente.

Ese encuentro coincidió, también, con la victoria electoral de Donald Trump en Estados Unidos de América. Al margen de posicionamientos y gustos de unos y otros, un temor destacado (como no podía ser menos en un selecto auditorio de empresarios y académicos) fue el análisis del potencial impacto de esta “nueva presidencia” en México.

Si la fotografía inicial no puede evitar hablar de MUROS (la famosa valla fronteriza que Trump construyera, además de los muchos kilómetros añadidos por Obama y Biden en sus respectivos mandatos, y que aseguró “sería pagado por México, lo sepa o no, de forma directa o indirecta”), la apuesta generalizada se inclinaba a los PUENTES, imprescindibles para transitar hacia la solución de problemas (de todo tipo), respuestas a los desafíos exponenciales que tenemos por delante, a la inevitabilidad de unir esfuerzos, jugadores, planes, políticas, recursos, conocimiento y propuestas, cocreando valor para todos. En esta línea, quien fuera durante muchos años y gobiernos, una de las piezas clave en la Secretaría de Economía de México y miembro del equipo negociador del T-MEC en vigor, que sustituyó al anterior NAFTA (México, Canadá y Estados Unidos) creando uno de los mejores espacios, mercados del mundo, Juan Carlos Baker, destacó la importancia prioritaria que MEX supone para USA y USA para MEX (México comercia con USA el 85% de su comercio internacional), así como el hecho de que el propio T-MEC recoge una cláusula en su articulado exigiendo su “revisión en el año 2025”, lo que pasa a convertirse en el punto crítico que pudiera condicionar, de manera esencial, el futuro de sus miembros y, por supuesto, especialmente de México.

Recordó y llamó la atención sobre el hecho de que esta vez serán tres presidentes distintos quienes tendrán esa responsabilidad (un “nuevo” Trump en su segundo mandato, la Presidenta de México, Claudia Sheinbaum, recientemente nombrada, y quien resulte ganador de las próximas elecciones canadienses a celebrarse el año 2025, sustituyendo al primer ministro Justin Trudeau). ¿Qué significa o cómo interpretará cada uno el término revisión? ¿Estará en su ánimo una breve y rápida actualización técnica en base a la evolución económica, su comportamiento macro, la batalla arancelaria y determinados ajustes a conceptos que quedaron, deliberadamente abiertos? o, por el contrario, ¿se considerará necesario redefinir las relaciones políticas básicas entre sus miembros? En el horizonte destacan, por un lado, la inmigración (en especial la mexicana a Estados Unidos y la contención, en segundo lugar, de las olas migratorias centro y sudamericanas que, pasando por México, colapsan las fronteras en el río Bravo generando todo tipo de desencuentros. ¿Cerrará Trump su frontera y deportará a los millones de personas inmigrantes sin regulación? ¿Se dejará un espacio “libre”, al estilo Schengen europeo, con plena libertad de movimientos entre los tres países excluyendo, con mano dura, al resto? ¿Es posible? Y, adicionalmente, ¿exigirá Estados Unidos restricciones a México (como ya pretendió en su día) para NO negociar con “un aliado chino”, verdadero problema y preocupación de Trump?

Y, con este escenario de fondo, el siempre delicadísimo y grave asunto del narcotráfico, la delincuencia y su profunda destrucción de la convivencia, la paz, la salud y la seguridad, en una economía ilícita paralizante del desarrollo deseado. ¿Será el gobierno Trump un jugador clave en este escenario de oferta-demanda causante/amplificador del conflicto? ¿Tiene capacidad, voluntad y, posibilismo alguna intervención en sustitución de la proclama “Abrazos y no balazos” del anterior presidente López Obrador?

Con este referente básico, México ha de afrontar sus propios desafíos desde la esperanzada ventaja del “nearshoring”, reconductor de su economía asociable a las oportunidades del mercado norteamericano, explotar sus capacidades y fortalezas que posibilitan un importante impulso a su economía desde la plataforma que, con sus más y sus menos, los años anteriores, diferentes gobiernos han favorecido la prioridad a los beneficios sociales (en especial para los menos favorecidos), si bien su economía y empleabilidad informal acrecienta un déficit estructural muy difícil de cuadrar y resolver, obligando, a la vez, a nuevas estrategias sociales, económicas y territoriales.

En un contexto como este, la apelación a construir puentes resulta esencial. No solamente entre Estados Unidos, México y Canadá (que parecería un tercer acompañante olvidado y que es mucho más importante de lo que parece), sino en el interior de cada uno de los países, necesitados de todo tipo de interacciones coopetitivas a la vez que cocreadores de valor: puentes con los estados, regiones, provincias y zonas marginales y/o aisladas, puentes entre los gobiernos (sus diferentes niveles institucionales) y las iniciativas privada y social, puentes entre polos de desarrollo y, sobre todo, nodos de innovación y transformación, puentes entre los mundos académicos-empresas-gobiernos, puentes entre políticas económicas y sociales.

En un mundo y tiempos como los actuales, todos necesitamos de los demás y los demás de nosotros. Vivir de espaldas a esta realidad, solamente ahonda problemas, aleja soluciones y genera amplias brechas de desafección. Pero los puentes ni surgen de la nada, ni de la mera voluntad. Se requiere generar confianza, compartir (primero hay que tenerlo) un propósito compartible y el compromiso/actitud para su construcción. A partir de allí, los instrumentos, métodos, asignación de roles diferenciales, a la vez que convergentes y, por supuesto, tiempo.

Definitivamente, celebrar la historia nos ayuda a visualizar las consecuencias de determinadas decisiones que, en un momento parecerían perennes e inmutables y que, de repente (aparentemente) se disuelven desde sus puntos débiles y fragmentables, ofreciendo la oportunidad para alumbrar nuevos horizontes.

Efectivamente, vivimos (no solo en las franjas fronterizas México-Estados Unidos, sino a lo largo del mundo) tiempos de puentes y no de muros para afrontar un futuro ilusionante lleno de oportunidades.

Clusterización y Ecosistemas para el binomio Economía-Territorio

(Artículo publicado el 3 de Noviembre)

La polémica en torno al mantenimiento de lo que se suponía sería un “gravamen temporal” a determinadas empresas e industrias impuesto por el gobierno español al objeto de financiar los desequilibrios presupuestarios como consecuencia de la COVID y a la exigencia europea de una transposición impositiva y presupuestaria para mitigar sus desequilibrios fiscales, al margen de su condición o no de impuesto, su utilidad o no, la pertenencia o no, la discriminación o no de la competencia y el condicionamiento paralizante o no de inversiones previstas, o la deslocalización o no de inversiones en proyectos cualificados como prioritarios, alineados con la estrategia europea, su autonomía y de su viabilidad o necesidad de emprenderlos en otros países o, finalmente, del cuestionamiento de la seguridad jurídica, ha puesto de manifiesto otro debate conceptual de máximo alcance desde el punto de vista de la llamada “Nueva Política Industrial” y de las estrategias para el desarrollo económico y social de regiones y, la modalidad de partenariados público-privados.

Ha sido, a la vez,  la evidente debilidad de un gobierno en minoría que necesita, para cada paso que da, para cualquier norma que requiera aprobar, de una multitud de apoyos, con evidentes diferencias en sus modelos de desarrollo económico y regional, del rol de la fiscalidad, del apoyo o criminalización de la iniciativa privada y, por supuesto del concepto y práctica de lo que es, en definitiva, una economía productiva y, en consecuencia, una política industrial y la diferente conceptualización de los tejidos económicos y sociales claramente diferenciables a lo largo del Estado.

Así, hoy, cuando la Política Industrial renace a lo largo del mundo y se le confiere un papel determinante para el futuro y prosperidad de las diferentes naciones, asistimos a nuevas ideas, contenidos y conceptos que, en los últimos años, parecerían haberse instalado entre nosotros: Ecosistemas, y que acogen la innumerable pista de aterrizaje de la nueva financiación pública para afrontar los desafíos del mañana.

Sin duda, la complejidad y velocidad de los cambios exponenciales que provocan las “revoluciones y/o transiciones” (también exponenciales) más allá de las tecnologías que conllevan, así como la dimensión extendida de una extraordinaria interacción de empresas, industrias, organismos facilitadores, públicos y privados, en un espacio regional concreto, ha dado por “inevitable” la configuración de corredores (verde, del hidrógeno…), de agrupaciones “completas” integradoras de todo tipo de agentes implicables y se convierten, a la vez, en sujeto receptor de grandes fondos y ayudas públicas (a compartir/repartir) entre todos sus jugadores. A tal fin, nuevas formas de relación colaborativa, consorcial, unión temporal, coincidencia, compañeros fragmentados de cadenas de valor, etc., dan lugar a ecosistemas omnicomprehensivos, más o menos formalizados, más o menos estructurados, más o menos financiados y más o menos dirigidos bajo diversas arquitecturas de gobernanzas. En esta línea, las figuras de PERTES beneficiarios de los fondos de NEXT GENERATION en Europa o de la CHIPs Act estadounidense, por ejemplo, “provocan” agrupaciones que dan lugar, deseada o no, a nuevas entidades coopetitivas entre múltiples y diversos agentes en un espacio regional determinado.

De esta forma, parecería que asistimos a una panacea organizativa que, podría interpretarse como un nuevo escalón actualizado de la clusterización de la actividad económica. Si bien, históricamente las agrupaciones empresa y actores socioeconómicos y de gobierno en un territorio concreto, próximo, han demostrado resultados positivamente diferenciados de aquellos que funcionaban de forma aislada, tanto desde un punto de vista geográfico, como en “agrupación compartida” de diferentes tareas especializadas en sus particulares cadenas de valor y las investigaciones y propuestas de Michael E. Porter en sus libros “ON COMPETITION” y “La Ventaja competitiva de las Naciones”, potenciaron lo que podríamos simplificar como la “Teoría básica para clusterización de la Actividad Económica”. Su irrupción a finales de los 80 ha sido, a lo largo del tiempo, transcendental para la estrategia de desarrollo económico, haciendo del binomio economía-territorio la esencia de las áreas base, de la localización, de la importancia del arraigo empresarial, de talento, del desarrollo endógeno y, sobre todo, de nuevas maneras de entender las industrias, romper las fronteras sectoriales, desafiar la macro estadística agregada, cuestionar los conceptos y modelos de competitividad y facilitar nuevos marcos de análisis de una región y los DAFOS (análisis de fortalezas y debilidades, oportunidades y amenazas) históricos y estáticos a través de los “Diamantes de Competitividad”, a los que, siempre, han de incorporarse las actuaciones o inhibiciones ad hoc de los gobiernos en sus diferentes niveles institucionales.

Bajo estas ideas, el mundo es un gran mapa de iniciativas clúster, de “políticas clúster”, de estrategias para la clusterización de la economía (las menos) y referente esencial de los múltiples modelos organizativos y de financiación para verdaderas estrategias de desarrollo local, de ciudades, de regiones… y, también, de erróneas consideraciones de un clúster activo, con la simple ubicación próxima o compartida de diferentes tipos de infraestructuras que facilitan, se supone, la interconexión de profesionales, empresas, en áreas compartibles. (Un centro comercial, un polígono industrial, algunos o muchos parques tecnológicos, edificios o centros de consultorios médicos…)

Euskadi, pionera en la aplicación de un modelo completo de estrategias de clusterización, cuenta hoy con 22 agrupaciones clúster “reconocidas, oficializadas, ordenadas…” por el Gobierno Vasco bajo un modelo singular que no solamente contempla “clústers naturales”, sino aquellos organizados en torno a un enfoque estratégico convergente (cada actor miembro tiene su propia estrategia diferenciada, a la vez, comparte una estrategia asociada-clusterizada y, finalmente, alineada con la estrategia país-territorio). Convergencia esencial para una viabilidad sostenible, para su internacionalización innovadora y superadora, además, de las limitaciones de su decisión y la incorporación compartida de múltiples conocimientos, capacidades, recursos interdisciplinarios, e interactuando, al servicio de un modelo de desarrollo, debidamente entendido, para la competitividad, prosperidad y bienestar inclusivo. Modelo integrador de políticas económicas, sociales y medio ambientales (a la vez) que contribuyen al desarrollo humano de las personas partícipe y aquellas a las que van dirigidas sus servicios.

Estos modelos colaborativos (en realidad, sobre todo, coopetitivos-compitiendo y colaborando a la vez), resultan esenciales en sus procesos de cocreación de valor empresa-sociedad. Válidos en su aplicación no solo para la industria, sino para toda economía productiva en un territorio concreto y fortaleza garante de su necesidad de anclaje (parcial o referente al menos) en sus recorridos crecientes a lo largo de las cadenas globales de valor, en cuyo proceso, grandes líderes mundiales parecerían necesitar, cada vez menos, de su territorio origen o área base.

Hoy, la propia y creciente inter-industrialización “obliga” a interactuar más allá de las fronteras de las industrias base y originarias y en su tránsito (natural o provocado) hacia la inevitable relación “con otras muchas”, da paso a los cuasi omnicomprehensivos ecosistemas. Sin embargo, recurrir a atajos conceptuales para dejarse llevar por el glamur de los términos o por el caramelo de la financiación o apoyo “grupal”, puede generar errores de base sobre los que resulta imprescindible intervenir. Se trata de construir alianzas con objetivos compartidos sí, pero con asignación óptima de papeles diferenciados entre los miembros, de dotarse de estructuras formales (ágiles sí, pero contundentes), una arquitectura de gobernanza sólida, eficaz y flexible (aunque sea efímera en función de roles y tiempos), financiable (con o sin el apoyo externo que pudiera parecer único o primera razón de la asociación), y un claro esquema de beneficios compartibles (empresa-sociedad) entre todos los partícipes, y, por supuesto, alineable a una estrategia única y diferenciable.

Así, todo parece anunciar que el mundo de la clusterización de la economía, el de los ecosistemas sólidos y reales, todos ellos bajo el hilo conductor de un PROPÓSISTO, conforman (cada día más) un innovador espacio de actividad-territorio dominante para un futuro del que ya, todos, de forma activa o pasiva, formamos parte. Hacia comunidades convergentes con objetivos compartibles, cocreando valor, desde responsabilidades distintas, pesos y papeles muy diferentes.

Siendo esto así, esperemos que las apuestas emprendidas, supuestamente apoyadas por las “políticas de Estado” que las alentaron, no se conviertan en el mayor obstáculo para su desarrollo, con un mal entendimiento del tiempo y alcance de medidas incentivadoras, reales, para la obtención de los beneficios al servicio de la sociedad.

Volviendo al principio de este artículo, finalmente, lo que para el gobierno español resultaba innegociable tras su “obligado” impuesto para el equilibrio fiscal, se desdibuja (no todo en sentido positivo) eliminando nuevos impuestos amenazantes y paralizantes, mantiene otros minorando su efecto, añade nuevos penalizadores del ahorro de los trabajadores e inversores, potencia (sin querer) la verdadera singularidad fiscal de algunos territorios y responde al mandato originario, más o menos ordenado, de una Comisión Europea  obsesionada con indicadores numéricos “igualitarios”, sin preguntarse por la verdadera arquitectura fiscal y presupuestaria, con escaso acento en verdaderas estrategias de país.

En todo caso, adelante con las apuestas inversoras en favor de una hoy deseada política industrial y apuestas estratégicas coopetitivas, clusterizando las economías productivas con sentido y propósito.

Una triada para un Nobel de Economía, generando impacto en nuestras sociedades

(Artículo publicado el 20 de Octubre)

La concesión del Premio Nobel de Economía a Daron Acemoglu, Simon Johnson, y James A. Robinson ha puesto de relieve la enorme fuerza diferencial que se otorga al capital social, institucional y humano, en el desarrollo económico, situándolo en el núcleo explicativo de la prosperidad, estancamiento o decadencia de naciones y regiones a lo largo del mundo.

Sus múltiples trabajos e investigaciones nos han venido acompañando a lo largo de los años en variedad de campos implicados, desde la óptica de la pobreza y riqueza, de las asignaciones democráticas o no, de la transparencia y ética gobernante, de la integración regional o dispersión por imposibles convergencias de renta, crecimiento o desarrollo y, por supuesto, del poder crítico de la tecnología, el capital, las infraestructuras o educación al servicio o no de sociedades inclusivas o de su concentración con reducidos grupos de poder.

Como suele ser habitual en estos casos, la explicación de los méritos de los premiados se destaca en función tanto de la aproximación que se haya tenido a sus aportaciones o a la anécdota específica de los ejemplos o área de estudios elegida, de modo que permitan a quienes con su testimonio diario dan la espalda a las ideas premiadas por el Nobel o bien se consideran ajenos a su personal influencia en  el deterioro institucional o social que se pretende poner en valor, además de quienes contribuyendo al deterioro y no aportación a la prosperidad alineada con lo destacado, continúan su negativo rol favorecedor del declive a largo plazo.

En la Europa rica y próspera, se pone el acento en la diferencia occidental respecto de las brechas observables en otros continentes, países calificados como antidemocráticos o escasamente institucionalizados, o los orígenes se atribuyen a los ejemplos de la colonización de América, o a la simplificación diferencial de la unificación alemana (hoy aún en contestación), o de la separación de las dos Coreas (por razones externas y evoluciones propias diferenciadas). Ejemplos sobre los que han trabajado los autores premiados, explorando referencias contrastables en sus conocidos estudios.

En lo personal, recojo con entusiasmo el premio y argumentación que lo soporta. Como muchos, he tenido la gran oportunidad de seguir sus trabajos, compartirlos en gran medida e incorporarlos a modelos, estrategias y políticas que he intentado aplicar (y lo sigo haciendo) a lo largo de mi vida profesional. En especial la obra de Daron Acemoglu, quien ha trabajo en múltiples y variados campos.

En Euskadi, son ya miles las personas que han venido estudiando, profundizado, transformando y mejorando los modelos “básicos” de referencia del profesor Michael E. Porter, en el marco de la Competitividad, las Ventajas Competitivas de las Naciones, la simbiosis y simultaneidad de las políticas económicas y sociales, la relevancia diferencial del capital humano y de las “Instituciones y Entidades para la colaboración”, además del rol institucional de los gobiernos (en todos los niveles), de la calidad de la llamada “industria de la política y la gobernanza”, como elementos determinantes de la Competitividad. Así, quienes hacen posible construir y reforzar las estrategias y políticas públicas, empresariales y sociales en nuestro país, no parecerán demasiado sorprendidos por lo que esto representa, sino reafirmarse en la bondad de estas ideas y elementos que marcan, claramente, la diferencia.

Por esta razón, merece la pena una amplia reflexión de lo que está pasando en nuestro alrededor. En un momento en el que Europa, por una parte, se enfrenta a uno de sus grandes desafíos de todo tipo en lo tecnológico, económico, social y político, careciendo de un pendiente y renovado sistema de gobernanza, realmente participativo (entre todos sus actores) e inclusivo, además de eficiente, eficaz, creíble y generador de entusiasmo creativo y comprometido. Una importantísima asignatura pendiente que resulta urgente, antídoto de la desafección existente, acometiendo una compleja e inevitable “revolución de su arquitectura institucional”. Aplazarla es tirar balones fuera y suponer que no pasa nada.

Los nuevos Nobel nos recuerdan que economía, política y sociedad no son variables independientes, sino miembros irremplazables e interrelacionados en cualquier solución a la búsqueda de democracia, seguridad jurídica, credibilidad, prosperidad, riqueza y bienestar. La política debe intervenir en la buena economía para el bien común al servicio de la sociedad. Desprestigiar la política, su ejercicio y a quienes se dedican a ella (de forma temporal o permanente), cerrar “el club” para una “industria aislada” del resto, o “maniatar a sus actores” para que no puedan abandonarla, mentir con el eufemismo “de un simple cambio de opinión” y usar los recursos y aparatos del Estado en beneficio propio, no es el mejor camino, ni el mejor ejemplo empático que la sociedad pueda recibir. En este marco, llama la atención, en el estado español, el escaso eco-denuncia que el modelo de gobierno instalado conlleva. Desde una debilidad parlamentaria real, instalados en un sistema de desgobierno vía “Decretos Ley Ómnibus” en los que cabe de todo en un mercadeo, punto a punto, incorporando las promesas y compromisos previos reiteradamente incumplidos, respondiendo a necesidades coyunturales y sin un proyecto o modelo de futuro conocido (compartido y creíble). Se percibe una falta de información, transparencia y controles democráticos suficientes enredados en un deterioro institucional, acrecentado por una perniciosa proliferación de descalificaciones mediáticas y persistentes signos de presunta corrupción o desgobierno en un clima de confrontación entre diferentes administraciones y niveles institucionales.

Deberíamos preguntarnos, si el Capital Institucional y social que premiamos en Estocolmo, se da aquí o, por lo contrario, va generando un deterioro creciente de difícil retorno.

Cuando explicamos en Euskadi, la posición actual, el estudio del país (con sus debilidades y necesidades no resueltas, también), destacamos el elemento diferencial que explica por qué muchos de los casos realizados aquí no se han podido realizar en otros lugares del mundo. Son en ocasiones, iniciativas y/o proyectos aparentemente parecidos, muchas veces con el acompañamiento de profesionales y/o líderes expertos que los han traído aquí, con participación de empresas multinacionales presentes aquí y en otras áreas base, con profesionales con los que hemos estudiado y aprendido juntos, en los mismo libros y proyectos que los demás, y compartimos teorías, metodologías, etc. similares o idénticas, y el resultado es diferentes. ¿Por qué unas naciones prosperan y otras no? Capital humano, Capital social, Capital institucional, Organizaciones democráticas con control y separación de poderes, con cultura colaborativa y desde la acción compartida pública-pública, pública-privada, privada-privada, comprometidos con la comunidad, cocreando valor empresa-sociedad. Un proceso sensible (pese a su complejidad objetiva) que no se improvisa.

Tal y como recordaba estos días el Mckinsey Institute con una entrevista realizada en 2021 al profesor Acemoglu (Forward Thinking) en la que afirmaba: “Entiendo que la política económica del crecimiento, cómo lo hacemos que suceda, qué tipo de Instituciones hemos de construir y fortalecer al objeto de facilitarlo, quienes se habrán de beneficiar, en verdad, del mismo, cómo lo regulamos (así como el poder, propiedad, uso y control de las tecnologías exponenciales y en especial la inteligencia artificial y la automatización-robotización) y sus procesos de transformación en marcha, están íntimamente ligados”.

Días antes de hacerse público el nuevo Nobel, la escritora Anne Applebaum publicaba su último libro “Autocracia, S.A.”, añadiendo a su larga referencia editorial a “la decadencia y caída de las democracias”, llama la atención sobre el deterioro observable en las Instituciones, la disminución de afecto y credibilidad por las sociedades a las que sirven, y el cuestionamiento de los marcos reguladores de los elementos críticos en las transiciones de futuro ante los crecientes desafíos, la calidad de las democracias, la proliferación de autarquías (formales o informales) y el traslado-concentración de poder en unos pocos (empresas, organismos, etc.).

El contraste de estas referencias supone una señal alarmante, “luces rojas” que apela a las sociedades para cuidar sus Instituciones, exigir la máxima calidad en su gobernanza, potenciar su capital político, capital social, capital institucional imprescindibles para el bien común, prosperidad, riqueza y bienestar esperables y deseados.

Zorionak! ¡Felicidades! A los premiados con este nuevo Nobel, agradeciendo su trabajo a lo largo de los años.