Desigualdad, Protección Social, Polí­ticas Sociales…

(Artí­culo publicado en Deia el 6 de Abril)

A la vez que un buen número de declaraciones del Gobierno español y titulares de prensa económica proclaman que «España ha salido de la crisis», respaldados en algunos indicadores como el incremento de la recaudación por IVA, reducción de la prima de riesgo o recientes compras (o anuncio de la posibilidad de hacerlas) por grupos inversores extranjeros, además del previsible «cese temporal» de la intervención directa de la troika financiera en la gestión de las finanzas públicas y los presupuestos del Estado, la OCDE se ha encargado de resaltar las luces rojas y el lienzo negro que describe el panorama de la sociedad española del 2014, destacando las consecuencias de la crisis. Adicionalmente, en estos últimos dí­as, las declaraciones del ministro de Hacienda español, Cristóbal Montoro, pretendiendo descalificar determinados informes molestos para su discurso de recuperación, no han hecho sino avivar la preocupación y el debate en torno a la desigualdad, la pobreza y los modelos de crecimiento y desarrollo económico y social.

El mencionado informe de la OCDE pone el acento en la desigualdad, la necesidad de una «nueva estrategia de protección social» y la reorientación de prioridades hacia la población más desfavorecida y el amplio colectivo de los NEET (ni empleados, ni educándose, ni formándose), que representan ya 1 de cada 5 adultos entre 15 y 24 años. Lo hace sin dejar de señalar un desempleo juvenil que ha superado el 50% o el hecho de que el desempleo adulto de alta duración alcanza ya al 45% de los 5,8 millones de parados. El desempleo de la crisis (2007 a 2013) ha ido creciendo a un ritmo de 13.000 desempleados por semana. Así­, desempleo, empobrecimiento generalizado de la población (en torno a un 30%) acentuado entre los de menores ingresos, sitúan a España en los peores lugares del ranking europeo y de paí­ses de la OCDE, con el triste y preocupante tercer puesto por la cola en empleabilidad y el segundo peor en pobreza infantil.

Con este panorama, todo intento o señal de recuperación económica, esperanza en las reformas y polí­ticas de productividad, negociación colectiva e incluso fiscal y tributaria, no evitará, en un horizonte de al menos el medio plazo, que la desprotección social, desigualdad y marginación vaya en aumento o en insuficiente contención de crecimiento relativo, bajo marcos y modelos convencionales. Una vez más, debemos asumir que no podemos esperar la pasiva creación espontánea de riqueza y empleo desde el cí­rculo natural dado por válido en los escenarios del pasado. Ni el proceso es tan evidente ni el caprichoso mercado asigna correctamente los resultados esperados ni los tiempos permiten esperar unos resultados teóricos.

En estas condiciones, el desafí­o (universal) al que nos enfrentamos reviste extrema complejidad, no ofrece soluciones cortoplacistas y exige cambios radicales de cultura, actitudes y riesgos. No parece que la inevitable cobertura de prestaciones sociales, cada vez más costosas y con más demandantes, pueda recaer, sin más, en un incremento continuo de la ví­a impositiva sobre aquellos que disfrutan de mayores rentas o mejor formación y una adecuada cualificación a las actividades mejor apreciadas y compensadas por el mercado, asistiendo a una cada vez menor relación entre trabajador-contribuyente y desempleado o pensionista. La demanda de prestaciones sociales no contributivas crece y la sociedad y sus gobiernos no pueden (ni deben) no atender la demanda real y natural que, desgraciadamente, conllevan. Tampoco se puede descansar en la creación de empleo público artificial con independencia del valor que genere ni, por supuesto, en una optimización administrativa fijando requisitos excesivos para limitar los derechohabientes que mayor atención demandan, a la vez que tampoco cabe esperar que toda iniciativa de reforma parta de la premisa de considerar inamovible el estatus quo funcionarial manteniéndolo como miembro fijo de la ecuación.

En nuestro caso, la sociedad vasca  disfruta del beneficio relativo de decisiones estratégicas valientes tomadas en el inicio de su acceso al autogobierno y que se han venido perfeccionando a lo largo del tiempo. En estos dí­as, la celebración del «año de lucha contra la pobreza y la desigualdad», diversos análisis y diagnósticos sobre la aplicación y gestión de las rentas de inserción, así­ como el propio debate Hacienda-Cáritas y sus informes, además del debate permanente sobre la prioridad en el gasto público, han permitido la organización de un seminario-aniversario sobre el rol jugado por las administraciones vascas en este ámbito social. Y con la oportunidad del debate en torno al siempre difí­cil concepto de pobreza, recordamos aquel pionero «Informe sobre la Pobreza en Euskadi» del Departamento de Trabajo, Sanidad y Seguridad Social del año 1986, que fue recibido con una alta dosis de crí­tica e incredulidad. ¿Era posible hablar de pobreza en Euskadi cuando nuestra sociedad viví­a en una situación claramente superior a las de nuestro entorno? ¿Qué significaba «vivir en la pobreza»? ¿Se trataba de un mensaje alarmista condicionante de los esfuerzos de solución a la grave crisis económica y de empleo que padecí­amos? ¿Habí­a capacidad (competencial, legal, financiera, de gestión) para abordar un plan riguroso para erradicarla? ¿Estaba nuestra sociedad preparada para aceptar el concepto y asignar recursos (salario social, emergencia social) a aquellos a quienes no cabí­a exigir un trabajo (entre otras cosas porque no habí­a empleo disponible) o una contraprestación especí­fica? ¿Disponí­amos de una adecuada red de bienestar y servicios sociales para responder al reto?

 

Hoy, el tiempo ha dado la razón a la importancia de la apuesta de entonces. Euskadi, también en este capí­tulo, diseñó e implementó estrategias contracorriente. El mencionado informe fue una pieza clave en un intenso proceso que complementaba diferentes estrategias y polí­ticas para enfrentar un graví­simo desempleo por encima de un 23%, inmerso en un pasivo y pésimo servicio de empleo público (INEM), unas polí­ticas activas de empleo secuestradas y momificadas por la nefasta trí­ada gestora de la administración central, los agentes sociales (sindicatos UGT y CC.OO.) y patronal (CEOE), administradores de un sistema inoperante con resultados caóticos. Más allá de ámbitos competenciales no transferidos, Euskadi optó por afrontar los problemas y plantear soluciones de futuro. Desde nuevos indicadores de desempleo (PRA), nuevas iniciativas de censo y mercado de trabajo, polí­ticas activas de empleo no financiadas por la administración central, un sistema de formación profesional y ocupacional propio, nuevos espacios de interacción bienestar-empleo y socio-sanitario (recordemos que entonces no existí­a la cobertura sanitaria universal) hasta la creación de un salario social, pionero en el Estado que, con el tiempo, se ha generalizado de una u otra forma. Ese binomio empleabilidad-salario social, en su progresiva aplicación a lo largo de cerca de 30 años, en el marco de una estrategia de competitividad y bienestar, permite que hoy, pese a la profundidad de la crisis descrita, Euskadi ofrezca los niveles más bajos de pobreza y desigualdad de Europa, tras Suecia.

Este proceso, sostenido a lo largo del tiempo, ha sido objeto de análisis (recuerdo y reconocimiento) en estos dí­as. Los grandes esfuerzos realizados por un grupo de técnicos del Gobierno vasco en los albores de los años 80 vieron su primera luz con la elaboración del «Informe sobre la Pobreza en la CAPV» e inspiraron la actuación del Parlamento Vasco en una proposición no de ley de EAJ/PNV y se fueron perfeccionando a partir del compromiso parlamentario del lehendakari Ardanza para acometer, en el marco del entonces en diseño «Plan Euskadi-Europa 93», una apuesta para dotar a Euskadi de las infraestructuras y polí­ticas de cohesión social y territorial que nos permitieran no perder el «tren de Europa o del futuro», recomponiendo la condena a la marginación a la que nos llevaba el Informe Cecchini (El coste de la NO Europa). Entonces, Euskadi tampoco disponí­a de grandes excedentes presupuestarios, ni nadaba en la abundancia, ni contaba con el apoyo de Madrid para acometer estas polí­ticas regionalistas anti-pensamiento centralizador dominante. (El propio socio de gobierno de coalición, el PSE, se oponí­a a un salario social en Euskadi que «contaminarí­a» las polí­ticas «en el resto del Estado»). Hoy, Europa vuelve a retomar el discurso de la desigualdad y la pobreza como expresión rebelde de una dura realidad que por desgracia nos aqueja. Afortunadamente, en este tipo de compromisos y estrategias, Euskadi también ha sido pionera. Por supuesto, de manera insuficiente e inacabada. El desafí­o es enorme y no solo es cuestión de voluntad y recursos sino de acertar en las estrategias integradas, interdepartamentales e interinstitucionales que vieran su luz en los compromisos de los primeros 90 y que hoy siguen surgiendo con renovados impulsos.

Euskadi revisa las lecciones aprendidas para acometer la intensidad del momento. Es el momento de desempolvar una extraordinaria publicación del Gobierno vasco «1984-2008: 25 años de estudio de la pobreza en Euskadi» y, de la mano de sus autores, Luis Sanzo y Joseba Zalakain, analizar el proceso… además de agradecerles públicamente su esfuerzo, dedicación, insistencia y enorme contribución a lo largo de estos 30 años. Como a tantos que han trabajado en este complejo, las más de las veces oscuro e indefinido mundo de la pobreza y la desigualdad.

Gracias a esta base forjada, una vez más, desde un claro liderazgo polí­tico con el imprescindible compromiso de la iniciativa social (mención especial al enorme protagonismo y aportación de Cáritas ya entonces) y privada (de especial relevancia el SIIS de Donostia cuyo empeño, investigación y aportaciones conceptuales aportaron inapreciable profesionalidad y referencia) y que fue capaz de incorporar en torno a una arriesgada y compleja estrategia de polí­ticas sociales en una estrategia-paí­s de éxito al Gobierno vasco, a las diputaciones forales y a los ayuntamientos. Una apuesta valiente, de alto riesgo, superadora del conflicto competencial inter-intra administraciones públicas, de la discusión permanente en torno al espacio de atención de las personas atendiendo a si «son enfermos que envejecen o mayores que enferman»; si la «seguridad social única y contributiva para quien tiene empleo debe o no extenderse a un salario social, digno y suficiente para quien no dispone de ingresos, cae en la emergencia social o no puede salir del pozo de la pobreza, sin contra prestación alguna».

Hoy,con orgullo, debemos recordar y poner en valor cómo las instituciones vascas y sus gobernantes lideraron el proceso, asumieron los riesgos y apostaron por un camino pionero y, sobre todo, solidario. Camino que nos ha permitido afrontar las dificultades y posibilita construir futuro. Trayectoria con resultados observables positivos. Lecciones para ganar la confianza necesaria para afrontar los enormes desafí­os, renovados, existentes.

Sin duda, es un buen momento para, además de preocuparnos por la situación, ocuparnos. Desigualdad y pobreza están aquí­. Pero, por encima de todo, hemos de tener la certeza de que el trabajo emprendido ha sido positivo, que disponemos de una sólida red de bienestar y servicios sociales, que hemos construido un marco colaborativo interinstitucional e interdepartamental además de público-privado al servicio de las personas. Esta es la estrategia de competitividad, bienestar y desarrollo por la que hemos apostado. Un gran desafí­o… posible.

Euskadi: Un nuevo paso en su compromiso con el Progreso Social

La Fundación «FSG» (Social Progress Imperative – www.fsg.org), plataforma público-privada presidida por el profesor Michael E. Porter, en colaboración con prestigiosas Instituciones académicas y empresas lí­deres mundiales, ha presentado el «índice de Progreso Social 2014″ (www.socialprogressimperative.org/es/data/spi)

Una vez más, una potente iniciativa que contempla la necesidad de entender y medir aquellos pilares que impactan de manera positiva (o negativa en su ausencia) el nivel de bienestar y progreso social. El citado índice recoge la medida de 52 indicadores y establece el marco comparado en 140 Estados de los 5 continentes. A su vez, trata de comparar este nuevo marco con factores exclusivamente sociales con el comportamiento del PIB en dichos Estados, ofreciendo conclusiones y bases de análisis para el «rediseño de polí­ticas y estrategias públicas». Dirigido a los «policy-makers», contribuye como una herramienta única desde la decisión social de la polí­tica, la economí­a y la gobernanza.

Contemplado además como un proceso más allá de un marco de indicadores estáticos, avanza la necesidad de desagregar la información disponible hacia marcos y niveles especiales (subnaciones, regiones, ciudades, etc.) que dentro de un mismo Estado ofrecen realidades muy diferentes que afectan a la población de forma claramente diferenciada por lo que exigirí­an estrategias, ad hoc, también diferenciadas. Fiel a esta lí­nea de pensamiento y práctica, una vez más, el Paí­s Vasco – Euskadi está presente en este tipo de iniciativas pioneras a nivel mundial. Euskadi, en su trayectoria referente en el campo de la Competitividad, el Bienestar y Desarrollo Humano sostenible, ha participado en este nuevo índice como caso único, piloto, de una nación no Estado, en el ámbito de espacio infra-estatal, aportando su granito de arena en están nueva ví­a de conocimiento. Su aplicación a Euskadi viene a enriquecer el ya largo y estable compromiso del Gobierno Vasco hacia una nueva manera de entender la economí­a, el bienestar y el desarrollo, con el objetivo primero y último: Las Personas.

El Instituto Vasco de Competitividad-ORKESTRA (www.orkestra.deusto.es) ha sido el socio-académico que ha acompañado al Social Imperative en este proyecto pionero.

Renacimiento Industrial…

(Artí­culo publicado en Deia el 23 de Marzo).

En un controvertido y sorprendente despliegue publicitario en la prensa de los 28 Estados Miembro de la Unión Europea, la Comisión Europea, a página completa con fotografí­a incluida de su Vicepresidente y Comisario responsable de Industria y emprendimiento, Antonio Tajani, ha insertado un publi-reportaje bajo el tí­tulo «Un Renacimiento Industrial para el Crecimiento y el Empleo».

Sin duda, el perí­odo pre-electoral europeo y la próxima «Cumbre» en el marco del Consejo Europeo de marzo sobre industria, energí­a y clima habrán influido en que el despliegue publicitario intente difundir una «Comunicación de la Comisión al Consejo». Ahora bien, dicho esto, y más allá de «objetivos colaterales», merece la pena destacar algo relevante, que no es otra cosa que la puesta en valor de las polí­ticas industriales tan denostadas en otros tiempos. La citada comunicación incluye un párrafo introductorio significativo y muy alentador si, en verdad, compromete polí­ticas, instrumentos y presupuestos coherentes para su aplicación: «La recesión más larga de la historia de la Unión Europea ha puesto en relieve la importancia de contar con un potente sector industrial que contribuya a fortalecer la economí­a. Si hemos aprendido alguna lección de esta crisis es que los paí­ses con una sólida industria han sufrido menos…»

Al hilo de esta afirmación, desde la experiencia vasca, instalados en una estrategia focalizada en el fortalecimiento innovador de nuestra industria a lo largo de las últimas décadas, constatando el resultado positivo diferencial respecto de otras economí­as de nuestro entorno, podemos insistir en algunas lagunas, carencias y potenciales errores que la propuesta al Consejo Europeo en los próximos dí­as conlleva. Si bien la propuesta recoge una «prosa agradable», sus contenidos reales e implementación paí­s a paí­s, programa a programa, pueden llevar a su fracasada aplicación.

La apuesta por el mencionado reconocimiento industrial sigue atrapado en la llamada «dependencia austera de la recesión» que sigue priorizando ajustes financieros, fiscales y presupuestarios impidiendo un esfuerzo extraordinario y comprometido con la economí­a real. Más allá de los muy necesarios programas de apoyo público, subvencionadores e incentivadores, el flujo de crédito sigue estancado, segmentado y administrado en un paralizante goteo que impulsa a los gobiernos a una «gestión funcionarial» rodeada de una asfixiante parálisis en la contratación y gestión pública, dañina a todas luces para cualquier estrategia relevante. Prima la «transparencia y competencia formal, alejada de un control real que además de validar procedimientos, fortalezca la propia competitividad de los proveedores de servicios y la eficiencia-resultados de la experiencia real deseable. Adicionalmente, la insistencia en un tejido PYME mal entendido lleva a una panoplia de instrumentos burocratizados,  sin duda con  buena voluntad, pero dotados con escasos recursos y mí­nimo impacto real en los objetivos diseñados (innovación, internacionalización, creación de empresas, transformación y restructuración, nuevas tecnologí­as y aplicaciones…). Si además, se insiste en un supuesto cí­rculo mágico crecer-crear empleo-salida de la crisis-bienestar, parecerí­a estar obviando el drama de la desigualdad creciente que el mundo globalizado, sin matices, está generando -también- a lo largo del espacio europeo. Elementos que no parecen reflejarse en las recomendaciones de la Comisión, que parecerí­a simplificar su aproximación con el sugerente impulso a la «Especialización Inteligente» que pretende -como siempre en la programación centralizadora de Bruselas al servicio de su «simplicidad administrativa de fondos» y no en los objetivos de sus programas- incorporar un único modelo y su extensión a centenares de regiones y ciudades, lo que lejos de propiciar «Proposiciones íšnicas de Valor», habrá de conformar expedientes subvencionadores iguales para todo tipo de regiones con independencia de su punto de partida, de su marco institucional, sus fortalezas y ventajas competitivas y sus aspiraciones y compromisos de futuro.

Desgraciadamente, el Renacimiento Industrial desde una «nueva industria innovadora, sofisticada y avanzada, ecológica, competitiva y al servicio de la PYME como motor de crecimiento» puede quedarse en un reclamo teórico y las polí­ticas que se proponen en torno a un doble vector, el Horizonte 2020 y los KET (Tecnologí­as clave facilitadoras…) puedan contener buenas lí­neas de especialización a futuro, pero seguirán siendo medidas horizontales no discriminatorias que difí­cilmente supondrán la necesaria diferenciación que cada territorio demanda. Veremos proliferar infraestructuras caras adecuadas a un estadio de la innovación de primerí­simo nivel desplegada a lo largo de Europa en páramos industriales que aún conviven en un estadio de «factores» en el que la restructuración, la lucha por la calidad y la ausencia de tejido industrial suficiente, campe a sus anchas. Redundaremos gasto e inversión con escasa dimensión y eficiencia.

Y, finalmente, volvemos a asistir a una cadena de planes sectoriales paralelos con escasa articulación en una convergente estrategia europea, que integre múltiples acciones integradas en un proyecto de futuro. De poco servirán polí­ticas renacentistas para la industria de no venir acompañadas de polí­ticas sociales, de empleo, de infraestructura y de gobernanza al servicio de los ciudadan@s europeos.

En definitiva, bienvenido el reconocimiento de la importancia de la industria y un voto de apoyo a la necesidad de proclamar la buena nueva señalando un camino a recorrer. Pero, desgraciadamente, no basta con reconocer que la lección aprendida es apostar por la polí­tica industrial. Las lecciones aprendidas pasan por entender la esencia y contenidos de una verdadera estrategia industrial completa, vector de una estrategia de competitividad, bienestar y desarrollo económico. Por definición, estrategia única (sí­, por supuesto, inteligente, pero propia y diferenciada), soportada en instrumentos ad hoc para su implantación, con presupuestos y financiación especí­fica que les de sentido y las haga posibles, sostenible en el medio y largo plazo, en una complicidad constructiva público-privada. Una verdadera estrategia y polí­ticas discriminatorias. Una estrategia no pensada en una Europa abstracta y unitaria, competidora contra bloques determinados, sino múltiple en que diferentes paí­ses, economí­as y regiones puedan lograr su propio futuro. Basta de comunicaciones y declaraciones complacientes en las que, sobre el papel, quepan todos y que cada gobierno pueda vender en casa las bondades de una supuesta polí­tica común alineada con «la Biblia europea». No queda más remedio que asumir el riesgo de elegir… y, posiblemente, equivocarse.

Ahora que desde Bruselas, también, nos animan a abrazar el «Renacimiento Industrial», no caigamos en la trampa de adecuar nuestra estrategia, en exclusiva, a sus programas y fuentes de subvención, entrando en un pelotón general renunciando a un necesario, legí­timo y creciente liderazgo. Hagamos lo que creamos que debemos hacer y no lo que parecerí­a subvencionable con independencia de nuestros objetivos reales. En el caso de Euskadi, no se trata de renacer sino de «re-innovar» nuestra propia estrategia desde el largo, intenso y exitoso camino recorrido.

¿Cí“MO CRECER?: La verdadera conversación hacia la prosperidad compartida

(Artí­culo publicado en Deia el 9 de Marzo).

La resaca «intelectual», que no la de la insoportable violencia y guerrilla callejera anti sistema que nos ha dejado la semana tras el evento-presentación del gobierno español del supuesto paso de «la estabilización hacia el Crecimiento» de la economí­a española, bajo un pomposo reclamo («Global Spain Forum»), nos permite recuperar algunas piezas de interés que han de servirnos para enfrentarnos a la aún grave crisis en la que nos encontramos para construir un nuevo proceso hacia un futuro de crecimiento y prosperidad compartidos.

Más allá de los discursos explicativos y justificativos de determinadas polí­ticas y diagnósticos de la mayorí­a de los participantes (Comisarios europeos, FMI, Gobierno español…), quisiera destacar dos intervenciones discordantes con el guion general y sobre las que, en mi opinión, merece la pena insistir y profundizar: «Crecimiento Inclusivo y/o para el desarrollo humano sostenible» de la mano de sendas propuestas del Lehendakari Iñigo Urkullu y del Secretario General de la OCDE, íngel Gurrí­a.

íngel Gurrí­a «desentonó» (afortunadamente) del relativo optimismo y recomendaciones dominantes en el evento, llamando la atención sobre la aún lejana salida de la crisis y aportando una seria reflexión sobre el Crecimiento. Hace tan solo unos dí­as, en Nueva York, se celebró un Seminario de la llamada «Iniciativa para el Crecimiento Inclusivo», impulsado por la OCDE y la Ford Foundation bajo el sugerente tí­tulo «Cambiando la conversación sobre Crecimiento» (Going Inclusive: Changing the Conversation on Growth). Basta destacar la breve presentación de sus organizadores para comprender no ya el contenido del mismo sino, sobre todo, la necesidad de afrontarlo como prioridad a lo largo del mundo:

«El crecimiento económico es uno de los pilares clave de la economí­a, ha de entregar mejores estándares de vida para todos e incrementar la prosperidad, acompañado de mejoras sociales y bienestar. Por tanto, los beneficios de un mayor y mejor crecimiento han de ser compartidos por la sociedad en su conjunto. Junto con las correctas polí­ticas y herramientas, está a nuestro alcance y podemos hacerlo posible» (íngel Gurrí­a, Secretario General de la OCDE).

«Los lí­deres a lo largo del mundo buscan nuevas ví­as para lograr un avance sostenible de un crecimiento económico que reduzca la pobreza y la desigualdad. Necesitaremos soluciones reales y esperanzadas. Hemos de construir una aproximación inteligente que base el crecimiento en el potencial de todos contribuyendo a una sociedad igualitaria que comparta las ganancias de forma equitativa, al servicio de todos» (Darren Walker. Presidente Ford Foundation).

Presentación para un debate que poní­a sobre la mesa una pregunta base: ¿Por qué ha de importar la inclusión en materia de crecimiento? La respuesta no vení­a de la mano de aproximaciones éticas, escalas de valores, vocación filantrópica o entretenimiento académico, sino de la identificación de una serie de «Costes de la Desigualdad» que resultan excesivamente graves y demoledores:

–  200 MM de personas sin empleo.

–  La pobreza continúa aumentando y afectando a millones de familias.

–  El desempleo juvenil crece de forma imparable.

–  Restricciones al acceso a los servicios esenciales.

–  Frustrante pérdida de expectativas y satisfacción de necesidades.

–  Un gran número de personas están perdiendo oportunidades y proyectos de vida y pierden su confianza en quienes han de definir y aplicar nuevas polí­ticas económicas y sociales.

–  La desigualdad en rentas aumenta de manera alarmante concentrando en el 10% de las rentas, hasta 10 veces la del 10% del decil inferior, cuando era menor de 7 veces hace 25 años. Y esta desigualdad  aumenta en todos los paí­ses y regiones del mundo, llegando hasta más de 100 veces en Africa.

Con un cuadro como éste, no cabe sino cuestionar aproximaciones y posiciones clásicas para iniciar una nueva manera de afrontar la insostenible situación. Así­, si hace muchos años se defendí­a un pensamiento mayoritario planteando la elección de polí­ticas y resultados económicos vs. sociales (trade offs) y se supeditaba «el reparto del beneficio» al resultado previamente obtenido y, afortunadamente, las mejores evidencias -contra corriente- han demostrado que aquellos paí­ses (y empresas) que entendieron la competitividad como un completo proceso en el que las polí­ticas económicas y sociales habrí­an de conformar una estrategia única y que, precisamente, una red de bienestar es el mayor y mejor de los factores de competitividad (como el Caso Vasco), hoy, resulta imprescindible no solamente poner el acento en CUíNTO CRECER sino, sobre todo, en Cí“MO CRECER. Es el momento inevitable de comprometer gobiernos y a la totalidad de los grupos de interés (stake holders), en todos los niveles (global, nacional, regional y de las Ciudades-Municipios) en la búsqueda y aplicación de polí­ticas, planes y acciones tangibles para favorecer ese Cí“MO CRECER, Cí“MO INCLUIR a quienes hoy no participan de los beneficios del crecimiento cuantitativo observable y cómo hacerlo de manera sostenible.

En la segunda intervención destacada, el Lehendakari confrontó a la complaciente y no autocriticada «intervención austera» de los diferentes organismos intervinientes, cuyos resultados se han demostrado coadyuvantes del deterioro social y agravantes de la profundidad recesiva de las economí­as bajo su máxima de aplicar igual diagnóstico, tratamiento y medicina a todos, desoyendo sus propias contradicciones internas (basta revisar informes sucesivos del propio FMI), confundiendo el comportamiento de gobiernos, Paí­ses, industrias y empresas como si de actores similares se tratara una estrategia de crecimiento basada en un propósito: el desarrollo humano y el elemento esencial a quien ha de dirigirse: LAS PERSONAS. En su intervención no solamente destacó los valores y pilares del llamado MODELO VASCO (del que, al parecer hoy los mencionados organismos internacionales intervinientes en el evento mencionan como referente de éxito y constatan sus resultados diferenciados respecto del entorno en esta profunda crisis) construido a lo largo del tiempo, sino que reclamó llegado el momento de exigir de los rescatados (en especial el mundo financiero y, sobre todo, de quienes lo han hecho muy mal y hoy son ayudados por quienes sí­ se ocuparon de sus deberes) el esfuerzo de «rescatar e impulsar» la economí­a. Una economí­a, decí­a, al servicio de las PERSONAS, con cara y ojos, solidaria, comprometida con un desarrollo humano que haga del empleo fuente de riqueza, dignidad y proyecto de vida, esenciales para el progreso social y económico. Una economí­a basada en la empresa, de iniciativa privada y social que no es un espacio de confrontación empresario-directivo-trabajador, sino un conjunto convergente comprometido con la creación de valor, riqueza, empleo y prosperidad.

Bienvenidas voces discordantes, rigurosas con la gravedad de la situación, conscientes de la necesidad de abordar polí­ticas de ajuste y saneamiento, pero con un POR QUí‰, un PARA QUí‰ y un hacia donde. Medidas y polí­ticas con un proyecto de futuro, deseable y alcanzable. Que no nos pase lo que el Comisario europeo, Joaquí­n Almunia decí­a en torno a su presencia en la citada cumbre: «España no tiene PROYECTO, ha salido de la recesión pero aún le quedan demasiados deberes pendientes»…

Es sin duda, un momento crí­tico y complejo. Necesitamos, SI, reactivar nuestra economí­a y crecimiento, pero hemos de hacerlo de forma inequí­voca hacia la Prosperidad Compartida.

Ojalá que esta «Cumbre» mediática nos deje, al menos, como «herencia colateral» la oportunidad de repensar «nuestras conversaciones» hacia un futuro deseado y próspero. Que en este año de Europa -del que hablaremos mucho hasta las próximas elecciones de Mayo- veamos una Europa que recupere sus esencias sociales dando sentido a la economí­a y que devuelva la esperanza a todos aquellos que hemos querido ver en ella mucho más que un mercado.

Global Forum Spain en Bilbao: FAKE Marketing!

La publicidad y elevada presencia de medios  y periodistas no habituales en Euskadi nos recuerdan la celebración, en Bilbao, de una «Cumbre Económico-Polí­tica, al servicio de la certificación de la recuperación de la economí­a española» y, en palabras del Presidente Rajoy «explicar al mundo lo que hemos hecho para estar mejor que Alemania», bajo el subtí­tulo de un camino supuestamente ya recorrido en su primera y más compleja fase, «desde la estabilidad hacia el crecimiento». Hoy, Bilbao acoge la llamada Global Forum Spain.

Sin duda, es de gente educada dar la bienvenida a nuestros ilustres visitantes y acogerles con la hospitalidad que merecen. Pero también, resulta imprescindible recordarles la realidad del Paí­s que visitan para que no confundan ni los mensajes, ni el entorno. Y convendrí­a, también, que los alevines de la violencia sepan que no pueden destrozar la Gran Ví­a -como lo han hecho- recuperando los pasamontañas de antaño con la coartada de un mundo desigual trasladando la responsabilidad a los demás, bajo el paraguas de una protesta sindical.

Como todos sabemos, el plagio y la falsificación (FAKE INDUSTRY, en este caso) están penados, constituyen delito y son perseguidos por las autoridades económicas. Organismos internacionales, los gobiernos de la UE y sus Estados Miembro persiguen esta práctica, acusan a China de practicarla y usarla como una práctica desleal, de dumping social y anti competencia en contra de la «economí­a libre» y de las recomendaciones para un «buen comercio global» explicando en la mayorí­a de los casos, según dicen, la ventaja competitiva del gran jugador asiático. Todo tipo de autoridad busca la manera de terminar con el «top manta», favorecedor de la sustitución ilegal y de la economí­a informal tras la que, se dice, estarí­an mafias y organizaciones ilegales. Siendo esto así­, conviene sugerir a los lí­deres invitados a Bilbao que vayan más allá del slogan y la puesta en escena de esta Cumbre y que confronten el producto «fake« que se les ofrece con el original.

El gobierno español y su jefe de Estado, el Rey, han elegido Bilbao para esta Cumbre de objetivos desconocidos, sin agenda concreta, ni compromisos, ni trabajo previo preparatorio. Una cadena de discursos da paso a un supuesto Foro de debate constructivo. Y han querido usar Bilbao, Euskadi y el propio Museo Guggenheim como iconos del éxito de sus polí­ticas y, por supuesto, de su alineación de las mismas con las recomendaciones de los invitados (UE, FMI, BEI, OCDE…) y acoger una serie de empresas relevantes en el concierto internacional como ejemplo del buen hacer de España, incluso pidiendo a algunos de ellos que «proclamen su españolidad» pese a sus recientes manifestaciones crí­ticas contra la acción del gobierno, mientras hasta hace un par de dí­as nos explicaran que la globalización les ha llevado a ser cada vez menos españoles y menos dependientes de las polí­ticas del estado (incluso de las europeas)  y cada vez más interconectados con las de los paí­ses emergentes en donde generan la mayor parte de su negocio, captan a sus nuevos accionistas, contratan a la mayorí­a de sus trabajadores e invierten conforme a los intereses y necesidades de sus nuevos hogares de acogida. Este conjunto de asistentes e invitados darí­an cobertura a los mensajes de un gobierno pretendiendo vender al mundo un buen hacer, un éxito propio y una estabilización económica y saneamiento de un tejido destrozado para acometer un crecimiento para el que se desconoce proyecto real alguno.

Pues bien. Conviene decir a nuestros invitados que el Paí­s y economí­a que van a ver en estos dí­as (Euskadi-Paí­s Vasco-Bilbao) no es fruto ni de las polí­ticas del PP (que nunca ha tenido responsabilidad de gobierno en Euskadi salvo episodios recientes en Araba), ni del gobiernos español actual (rescatado por Europa y sometido a una troika externa que han impuesto una serie de polí­ticas y acciones que han profundizado el deterioro social, pobreza generalizada y retraso en la salida de la crisis), ni es fruto de su colaboración con el PSOE en sus funciones de gobierno en España , ni es tampoco consecuencia de una aplicación-imposición acertada de sus recomendaciones internacionales (FMI,OCDE, UE,BEI…). El hecho de que hoy, el llamado CASO VASCO sea objeto de atención (también del gobierno español) de la OCDE, del Fondo Monetario Internacional, de  la Unión Europea, del BID, por citar a algunos de los presentes, que reconocen y recomiendan observar la diferenciación exitosa del Paí­s Vasco en sus recientes trabajos sobre estrategia industrial, regional, clusterización de la economí­a, formación-empleo… es precisamente debido a haber optado por caminos distintos a los sugeridos o aplicados por el mundo del «pensamiento único» que ha sido eje conductor contra la crisis agravada -también- por su errática polí­tica de austeridad, prioridades iguales para todos y simplificación de las necesidades y demandas sociales. El gobierno que hoy pretende presumir de Bilbao y proyectar una imagen de éxito ha estado ausente de las estrategias y polí­ticas diseñadas y aplicadas en Euskadi a lo largo de estos últimos 30 años. Polí­ticas que hoy preconizan nuestros visitantes, no con su apoyo en los momentos crí­ticos. Y, por supuesto, ninguno de estos actores (medios de comunicación incluidos)  apoyaron el proyecto Guggenheim en cuyo seno celebran sus debates.

Es importante, si de lo que se trata es de aprender lecciones del pasado para construir el futuro, recordar que si hoy observamos en el «Modelo Vasco» una serie de factores de éxito: la apuesta por la industria como corazón de la economí­a real y del conocimiento y desarrollo (fuente de innovación, desarrollo tecnológico y empleo); en un marco completo de competitividad (asociado como factor crí­tico la cohesión y bienestar social -personas y territorios-); con una visión y estrategia de futuro, especializada, diferenciada y única («Inteligente» la rebautiza hoy Europa); desde un liderazgo e implicación de los gobiernos e instituciones vascas propiciando un modelo de cooperación público-privada y público-público; potenciando una estructura democrática confederada que ha facilitado el control e impulso de estrategias y polí­ticas diversas pero convergentes; con una polí­tica fiscal y tributaria al servicio de la empresa y la actividad económica y no un instrumento recaudatorio en exclusiva; y si se ha apostado por un sector público de calidad pese a las enormes limitaciones de marcos estatales centralizadores y organizaciones acordes con una sociedad y economí­a del siglo XIX y no de la nueva era del conocimiento… ha sido, precisamente, por ir contra-corriente. Euskadi decidió seguir un camino propio, «apropiándose» de su futuro desde un compromiso real, desde nuestra pequeñez pero deseo de co-protagonismo en aquello que podamos ser el dí­a de mañana. Y así­, pese a la existencia de una violencia terrorista, además distorsionadora de cualquier proyecto de futuro, así­ como a un incumplido desarrollo estatutario condicionante de profundas ineficiencias y gaps de gobierno propio, y pese al deterioro reciente en los últimos cinco años de crisis generalizada, presentamos una mejor cara que otros que no siguieron estas lí­neas observadas.

Por tanto, la fotografí­a del HOY en Bilbao, (renta per cápita, í­ndice de desempleo, de desarrollo humano, de pobreza y cohesión social, de internacionalización de nuestra Sociedad y economí­a, de innovación y capacidad tecnológica, nivel educativo, tejido industrial avanzado, finanzas públicas, «isla en la corrupción española» y voluntad de construir -de verdad- la paz y dar por terminada la violencia padecida y sus causante condicionantes…) es la de Euskadi, SI, pero no la de ESPAí‘A. Es una fotografí­a deteriorada con el paso de los últimos cinco años, aquejados, también por esa crisis que nos ha afectado a todos. Una fotografí­a en blanco y negro que se vuelve de color si nos comparamos con la de la España real que hoy no se muestra en este Foro de Bilbao, pero que no nos satisface. Queremos una foto en color pero en referencia a los paí­ses lí­deres en el mundo, en competitividad, crecimiento desarrollo humano sostenible y, sobre todo, igualdad, empleo, cohesión social y bienestar. Para esa foto queremos vuestra colaboración.

Como decí­a hace unos dí­as el Comisario Europeo, Joaquí­n Almunia (presente hoy en la Cumbre de Bilbao): «España carece de PROYECTO, tiene mucho por hacer y aún no ha salido de la crisis», o la propia Comisión: «Tenemos que reinventar la industria. Un nuevo Renacimiento resulta imprescindible«, y «España no ha hecho los deberes«, su ausencia de tejido industrial es evidente, su desequilibrio territorial insostenible, su modelo de gobernanza ineficiente y el camino a recorrer enorme. Se ha superado la recesión, el entorno parece que se mueve, la mal entendida «austeridad» e inacción en el cambio real de los Organismos internacionales ayudará a avanzar y el posicionamiento exterior de algunas empresas lí­deres, impulsará nuevas esperanzas pero queda un larguí­simo camino por recorrer desde una posición desfavorable tras una grave vuelta a indicadores del pasado. La propia OCDE, en una interesante e imprescindible iniciativa  de la mano de una colaboración Pública-Privada, llama a «una nueva conversación en torno al crecimiento hacia un nuevo modelo de crecimiento inclusivo contrario a la desigualdad«. No es cuestión solamente de crecer sino de como hacerlo.

Todos hemos aprendido de esta larga y profunda crisis. Esperemos que esta «falsa propaganda de hoy, este FAKE MARKETING» no sea sino una «necesaria venta de imagen e ilusión», pero que, superado el objetivo electoral, los protagonistas invitados ni se crean la foto ni crean haber comprobado los grandes avances de la economí­a española. Que mañana, cada uno en su puesto de responsabilidad, vuelva a trabajar desde las lecciones aprendidas, tejiendo un nuevo espacio de colaboración real. En ese espacio, nos encontrarán, trabajando.

Bienvenidos a Bilbao. ONGI ETORRI.

Recordando a Ricard Fornesa

Un breve recuerdo y sincero abrazo de despedida a Ricard Fornesa. Reconocido empresario catalán que hizo de las demandas de la Sociedad el modelo de negocio de las empresas que dirigió. Su apuesta por «sustituir a la Administración desde la gestión privada» en negocios regulados como Agbar, Caixa, etc. permiten que hoy, hablemos de estas empresas de éxito.

Ricard Fornesa tuvo la amabilidad y generosidad de presentar junto con nuestro común y querido amigo Pedro Nueno -mi libro «Alianzas Coopetitivas para la Nueva Economí­a: Empresas, Gobiernos y Regiones Innovadoras», en la Barcelona del 2000. Desde entonces, enorme es el camino recorrido enriqueciendo aquellas ideas hoy más vigentes que nunca.

Descanse en Paz.

NAFTA: en su XX Aniversario

(Artí­culo publicado en Deia el 23 de Febrero).

A lo largo de estos últimos dí­as de la semana, la ciudad de Toluca (capital del Estado de México), se ha convertido en inusual sede de la cumbre tripartita Estados Unidos, Canadá y México, bajo el liderazgo de sus máximos mandatarios Peña Nieto, Stephen  Harper y Obama. La reunión ordinaria cobra notoriedad no tanto por el contenido y propósito de la Agenda sino por el simbolismo de la celebración de su XX aniversario, que además lleva a la ciudad de Toluca, de la mano de quien fuera gobernador del Estado, PEí‘A NIETO, a situarse en el mapa de las relaciones externas del paí­s posibilitando abrir el escaparate de tan importante Estado industrial, económico y de enorme potencial de desarrollo en el amplio espectro territorial diferenciado de México, dando paso a la  presencia de ciudades y Estados, considerados, hasta hoy menores en un Paí­s de corte federal, impecable en su estructura teórica, centralizado en la práctica y con elevada y desproporcionada concentración de poder polí­tico, económico, fiscal y financiero en su Distrito Federal y/o Ciudad de México. Toluca, vista con distancia y cierto desprecio provincial desde la capital del Paí­s, para sorpresa de casi todos, emerge en esa constelación de ciudades «congreso» aspirando a dejar oí­r su voz y protagonismo.

Simbologí­a de acogida aparte, la Cumbre ha sido presentada como «el encuentro de los lí­deres de América«, lo que es muy propio de los Estados Unidos que se auto proclaman «América» como si el resto no existieran, a la vez que con un cierto espí­ritu de iniciativa y diferenciación desde el anfitrión, México, quien fiel a su tradicional y ya extenso posicionamiento multilateral, pretende ser el referente y lí­der de diversas alianzas convergentes a lo largo del continente procurando convertirse en su elemento clave y articulador. Por su parte, el primer ministro Harper, desde una aparente segunda fila, destaca el rol relevante de una Canadá siempre más importante e interesante de lo que, en general, parece contemplarse desde fuera, situando su huella firme en un diálogo global del que históricamente ha participado con especial relevancia.

De esta forma, si hace ya 20 años, la entrada en vigor del tratado norteamericano de libre comercio (NAFTA), invitaba a soñar no solamente en un gran nuevo mercado de máximo interés global (el 28% del PIB Mundial), sin duda, un auténtico lí­der continental con aspiraciones de bloque competidor con los entonces dominantes (UE en construcción, ASEAN en proceso hoy reforzado por efecto creciente de sus emergentes economí­as, Japón pese a su década -y algo más- perdida tras enredos financieros, CHINA -sola o en compañí­a asiático-africana-, USA -además en solitario- y la siempre presente Rusia con o sin repúblicas acompañantes). Nuevo bloque naciente hace dos décadas en un mundo en el que la filosofí­a de la globalización, su configuración por bloques en una concepción de competencia suma cero, dominado por la macroeconomí­a, las grandes cifras y el volumen, parecí­an situar al consumidor y al mercado en el centro y objetivo único de las polí­ticas y caminos a seguir. En ese contexto, muchos querí­amos ver mucho más de lo que se firmaba, esperando del Acuerdo la base para generar un amplio y nuevo espacio compartible entre tres potencias de América y el Mundo, que si bien se presumí­a un tanto forzado dadas las enormes desigualdades, culturas, valores y objetivos estratégicos de sus Miembros, ofrecí­a la posibilidad de un nuevo horizonte y una plataforma para reinventar modelos de relación, de gobernanza y de desarrollo económico y social desde fortalezas ya emprendidas, historias de amor y odio ya vividas y esa obligada necesidad de establecer una manera ordenada de acometer soluciones comunes. Muchos ingredientes restrictivos que se confrontaban sin una verdadera ilusión colectiva ni en los Estados Unidos, preocupados entonces por el tipo de inmigración que recibí­an de México y temerosos del impacto desequilibrado que pudiera tener el intercambio, a la vez que reacios a las restricciones que en materia de energí­a terminaba imponiendo Canadá para la firma, dificultaba su venta interna. Ni qué decir que en Canadá el espí­ritu pro PACTO no era mejor, temerosos de esa permanente comparación o equiparación a los Estados Unidos -siendo clara y profundamente distintos- y demasiado alejados de un México del que la intermediación fí­sica estadounidense «protegí­a», más allá del beneficioso impacto que una mayor capacidad de intercambio comercial ofrecí­a (la práctica ha demostrado un incremento en torno al 25%), además de mayor relación de intercambio y un flujo empresarial entre sus provincias pro americanas en el entorno de Ontario y en el conjunto «CASCADIA» en el espacio fronterizo de Washington -Oregón y la Columbia Británica- Alberta. En definitiva, grandes expectativas, una gran apuesta, muchas incógnitas sin despejar y un largo proceso escasamente institucionalizado con demasiadas ví­as de escape a su compromiso y complicidad. Parecí­a  entonces que en el ánimo de los firmantes y de los observadores externos, las mayores expectativas (y sus beneficios) se abrí­an para México, normalizando un ventajoso mercado en USA y una nueva oportunidad focalizada en Canadá. No obstante, esa confluencia de fuerzas desconocidas que parecen obedecer al complejo, interesado e inteligente juego oculto de poderes oscuros, nos despertó de la resaca de noche vieja recibiendo un nuevo año que lejos de abrir la puerta al tan esperado NAFTA -cuya entrada en vigor era precisamente el 1 de Enero- y una agenda económica dominante a partir de ese momento, nos mostraba una revolución y movimiento armado, Zapatista, en la pobre y marginada región de Chiapas alumbrando el nacimiento de un enigmático lí­der -el comandante Marcos- cuya novelada vida continúa atrayendo interés, convirtiendo las prioridades y esperanzas inversoras en el nuevo espacio recién inaugurado en un futurible. México pasó a convertirse en «Chiapas-Marcos» y sus compañeros de viaje dejaron el NAFTA en sus aplicaciones iniciales, ralentizando su desarrollo a la espera de tiempos mejores. No obstante, la profundidad transformadora del Acuerdo (entendida así­, sobre todo, por México) sirvió para provocar un gran cambio de actitud y mentalidad y ha llevado a la existencia de una realidad que si bien no es la que se esperaba, si ha contribuido a la mejora de los tres Paí­ses firmantes, aunque se haya dejado en el camino sueños e ilusiones además de personas cuya contribución al mismo merecen ser recordadas (por mi parte no puedo sino mencionar con enorme respeto y admiración  al entonces Secretario de desarrollo económico Jaime Serra Puche, responsable de la parte mexicana, cuya estrella se apagó de forma fulminante con la devaluación del peso en sus nuevas responsabilidades al frente de la Hacienda mexicana, una vez iniciado el perí­odo post Tratado). Así­, movimiento guerrillero, devaluación, cambio de agenda y de prioridades provocaron una nueva frustración en el continuamente esperado despegue y milagro mexicano. (Menciono, además a Serra Puche ya que no puedo olvidar, en el momento del citado Acuerdo, una entrevista que mantuvimos en su despacho oficial en la que pidió un mapa de la división polí­tica mundial, en especial europea, para analizar el debate que le proponí­a sobre el desarrollo glokal de la mano de los nuevos jugadores que irrumpí­an demandando sí­ la pertenencia y articulación en torno a bloques globalizados como la UE o ASEAN, a la vez que reclamaban su protagonismo activo en su propio destino y futuro, transformando las viejas fronteras y mercados propias del siglo XIX.)

Hoy, veinte años después, el mencionado tratado, con sus luces y sus sombras, ha ido avanzando y ha acercado a estos tres vecinos distantes. Hoy México es para Canadá su tercer socio comercial y su segundo destino turí­stico y segundo destino de sus exportaciones. El triunvirato se esfuerza en abordar el siempre complejo mundo de la migración, su regulación en un espacio único, la adecuada gestión de sus aduanas y fronteras cuyo desarrollo logí­stico, de transporte y comercial se ve limitado por importantes problemas de seguridad que restringen la libre circulación de personas, capitales y servicios, y busca la manera de establecer condiciones similares para el acceso de sus respectivas PYMES a la financiación global a lo largo de todo el espacio NAFTA. Como siempre, año tras año, las declaraciones polí­ticas se exceden enviando mensajes de un futurible y muy próximo espacio trasnacional con gobernanza común que vaya más allá de un mercado tal y como lo sugerí­a estos dí­as en Toluca el Senador Menéndez, titular de la Comisión de exteriores en Washington (eso sí­, afirmaba que los demócratas están dispuestos a aprobar, mañana mismo, la legislación más abierta, universal y generosa del mundo para facilitar la entrada de mexicanos a los Estados Unidos, regularizar la situación de quienes entraron allí­ y siguen como ilegales, y propiciar la libre circulación de personas… pero, los republicanos bloquean el Congreso e impiden su aprobación…).

Así­, al margen de logros concretos de esta cumbre de celebración, la realidad permite constatar un efecto positivo en los tres paí­ses. Y no solamente por el aumento sostenido de sus relaciones comerciales y sus capacidades de tejer nuevas redes y plataformas complementarias (esta misma semana se ampliaba la alianza del pací­fico con la adición de Costa Rica), sino por la impronta y actitud incorporada a las potentes industria y economí­a de sus respectivos paí­ses, a cada uno de ellos y al conjunto del nuevo espacio. En esta lí­nea, esta misma semana he tenido la oportunidad de comprobar en una pujante Monterrey -en un ambiente y clima psicológico positivo y claramente superador de los tristes episodios violentos de hace tan sólo unos pocos años- su positiva valoración de un nuevo espacio que les acerca a los principales mercados del mundo, a dos horas de la frontera con Texas y «a tiro de piedra» del principal eje de transporte y movimiento internacional de productos y servicios («la 35″), impulsando su internacionalización. Una  internacionalización natural del Paí­s, sus empresas, sus lí­deres emprendedores y sus ciudadanos, más allá de la empresa, el mercado, y la economí­a, contemplando un prometedor futuro.

En definitiva, es un buen motivo de celebración, si bien sus resultados inmediatos sean un tanto frí­os. Queda mucho por recorrer desde una gran base sobre la que construir. Nuevas lí­neas de esperanza que vienen a reforzar la decidida apuesta por las nuevas reformas polí­ticas, fiscales, energéticas, institucionales y de bienestar en las que está empeñado el actual presidente y su Gobierno de la mano de un pacto paí­s sin precedentes, en un contexto mundial diferente aquél en el que nació. En un mundo menos global en su concepción universal y de bloques, más complejo en su articulación territorial y de gobierno, más interdependiente desde un protagonismo mayor de los diferentes paí­ses y sus regiones y, sobre todo, menos focalizado en la economí­a-mercado como un espacio diferenciado del desarrollo social y de bienestar. Sí­ un recorrido suficientemente válido, sin llegar al extraño y sorprendente titular de portada que la revista TIME daba en su último número, calificando a Peña Nieto como el Salvador del Paí­s (con lo que más que un favor parece haberle metido en un intenso debate descalificador) atribuyéndole todas las virtudes y bondades del mundo, el paí­s avanza. Son muchos sus desafí­os y asignaturas pendientes, muchas las incertidumbres y dudas, pero la confianza parece haberse instalado para quedarse, en medio de una feroz lucha contra la violencia, el narcotráfico, su compleja red naciente de autodefensa y múltiples nubarrones. Como en otros casos, NAFTA no solamente apuesta por su futuro y cada uno de sus miembros sino que se convierte en un amplio paraguas de garantí­as (derechos humanos, observatorio internacional, monitor hacia y desde la democracia, interconexión internacional…), influye en la convergencia con/entre sus propios compañeros de viaje y perfila nuevos acuerdos estratégicos. Sin duda, cada uno juega su propia agenda y, en la medida que este Acuerdo la potencie, seguirá dándole su apoyo.

Mientras tanto, del otro lado del Atlántico inmersos en nuestro propio camino europeo, la Unión Europea contempla su propia evolución más como un complejo y  tedioso problema de estructura orgánica que como un espacio de futuro. Cada espacio exige su propio camino. Hoy nos unimos a la celebración norteamericana, recordando, tanto para el NAFTA como para la UE que quisimos mucho más que un mercado, anhelamos un espacio de libertad y bienestar y querí­amos compartir (desde un protagonismo propio) un nuevo espacio para todos. Ojalá, nuevos vientos remuevan obstáculos y retomemos la vitalidad y orientación deseables, más allá de bloques confrontables o en competencia.

Empresa Familiar: Complejidad y fortalezas para un recorrido de valores…

CARDIEn un momento en el que voces diversas se acercan al mundo de la empresa para repensar su esencia, fortaleza organizativa, trascendencia y centralidad protagonista en la generación de riqueza, cobra especial relevancia la llamada «Empresa Familiar» que como bien explica en su gran best seller, Imanol Belausteguigoitia, Director del Centro de Desarrollo de la Empresa Familiar en el ITAM (Instituto Tecnológico Autónomo de México), «no es lo mismo que empresa familista, en la que concurren personas de una misma familia sin las competencias y capacidades adecuadas a las tareas que han de desempeñar por la única razón de ser miembros de la familia que controla la empresa». Imanol, extraordinario académico, gran especialista tanto en el mundo de la empresa familiar como del emprendizaje y la competitividad y, sobre todo, excelente persona, reivindica esta tipologí­a de empresa en una época de pérdida de valores «dando una nueva dimensión al valor del ser humano como el recurso más importante». Y no solo lo pone de manifiesto en su ya imprescindible libro («Empresas Familiares: su dinámica, equilibrio y consolidación». Ed. McGraw-Hill) sino que lo lleva a sus últimas consecuencias en diferentes espacios de su vida.

En este sentido, resulta destacable su compromiso con una iniciativa social (www.imanolcorreporcardi.org) dirigida al núcleo más desfavorecido de la familia, formalizando intervenciones de acompañamiento, provisión de recursos esenciales y de emergencia, servicios psicológicos, sociales y de acogida a las personas más vulnerables, buscando su recuperación y desarrollo integral. Su aproximación a esta «Base de la Pirámide» le lleva a animarnos a cooperar con nuestros «servicios en especie» dando algo de nuestro propio caudal profesional y personal, más allá del cheque (necesario e imprescindible) frí­o o lejano del objetivo final. Así­, en estos dí­as, Imanol «corre por CARDI» en la «Coastal Challenge 2014« , una de las pruebas más exigentes en los preciosos parajes de Costa Rica (225 km en condiciones extremas).

Como en su focalización profesional, el reto y desafí­os de la naturaleza, se traduce en la búsqueda de ese complejo equilibrio entre empresa y familia, su necesaria profesionalización y especial gobernanza y sus tiempos -no solamente en la sucesión- tras un cambiante hilo conductor desde valores intergeneracionales dispares cuando no en conflicto.