América Latina: ¿Evitar una década perdida?

(Artículo publicado el 16 de Junio)

En plena celebración del 75 Aniversario de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), cobra relevancia el nombramiento de su Secretario Ejecutivo, José Manuel Salazar-Xirinachs, como titular de la Cátedra Ricardo Torres Gaitán 2024, en la Facultad de Economía de la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México), en un momento en el que México elige a su presidenta (primera mujer en su historia) y son muchos los ojos que se vuelven hacia América Latina, interesados en explorar potenciales escenarios de futuro, a partir de su incierta y compleja (como siempre) situación actual de partida. Siempre pletórica de oportunidades, disfrutando de un bono cualitativo y cuantitativo demográfico, cautivadora, llena de contrastes y riquezas diversas, vibrante, multicultural, en constante atracción-reparo de la inversión internacional. Hoy con importantes signos alentadores para un potencial crecimiento, capacidades empresariales y talento de alto valor y polo atractor de proyectos, nuevos impulsos a su imprescindible diversificación económica, demandante de una transformación estratégica, alineable con los nuevos movimientos mundiales en torno al pensamiento económico, nuevas formas de desarrollo, descentralización-federalización optimizadora de igualdad y oportunidades de futuro y en opciones varias ante la nueva regionalización mundial e inversión extranjera.

Salazar-Xirinachs, ha elegido para su mensaje de aceptación de la Cátedra, uno de los asuntos cruciales, siempre de actualidad, del que ya nos ha acostumbrado en sus publicaciones rigurosas e interesantes trabajos a lo largo de su prolífica labor en favor del desarrollo económico (especialmente productivo) y social, preguntándose por el cómo (además del qué) conseguir un ambicioso objetivo: “No más décadas perdidas para América Latina y el Caribe”.

El título de ambos documentos (Cátedra-Revista conmemorativa del 75 aniversario) es por sí mismo elocuente y viene seguido de una respuesta bajo “las grandes transformaciones en los modelos de desarrollo de América Latina”, que habrán de impactar su desarrollo socioeconómico y calidad de vida de sus poblaciones.  Un largo e intenso proceso para el que no basta con señalar deseos, sino que resulta indispensable predefinir el cómo habrán de lograrse y los tiempos en los que son realizables, siempre condicionados, además, a la solución previa de asignaturas pendientes, de gran calado, desde el diálogo y coparticipación de los múltiples actores implicables en el proceso.

En su detallado documento investigador, aporta un extraordinario repaso al papel, década a década, encomendado y jugado por la CEPAL (y con ella por todos sus países miembro), desde que, en 1.948, la Organización de Naciones Unidas lo creara con la doble misión de investigar el estado de su economía y desarrollo social, así como ofrecer cooperación y asistencia técnica a los distintos gobiernos, con independencia del signo y orientación económica o ideológica que tuvieran.

Así el recorrido minucioso nos hace revivir una cambiante historia que resalta los principales problemas y prioridades socio-económicos, tramo a tramo, en este largo periodo, ha evolución de los mismos, las idas y venidas de su respuesta en los diferentes contextos geoeconómicos y geopolíticos mundiales y, por supuesto, una triste percepción excesivamente generalizada, de sobresaltos constantes entre acelerones de optimismo en términos de crecimiento equilibrado, camino a la estabilidad, minoración de pobrezas (extremas) y desigualdad, generando optimismo en torno a las extraordinarias oportunidades que ofrecen (sobre todo a sus habitantes), contra una siempre desesperante y frustrante marcha atrás hacia las noveladas llamadas “décadas perdidas” que parecieran condenar, de forma cíclica, su alternancia entre esperanza y conformismo inevitables.

América Latina no es un espacio “aislado”, al margen de los sucesivos movimientos observables a lo largo del mundo. Sufre, como todos, la complejidad e incertidumbre que un buen número de indicadores objetivos determinan, obstaculizan en su desarrollo y que muchos de ellos se agravan o superan por factores externos, como sucede en todo escenario económico y social a lo largo del mundo. Sin embargo, siendo esto así, ahonda su realidad en una grave encrucijada que muy bien retroalimenta un movimiento sinérgico, de tintes destructivos o desmotivadores, interdependientes, causa-efecto de los factores que el referido autor (y amigo) nos propone como hilo conductor de lo que enmarca en un decálogo de brechas o desafíos estructurales en los modelos de desarrollo, tratando de unirlos a las líneas generales que conservan lo que llama “el pensamiento cepalino” que instruyó a los gobiernos miembro y sus economías y década a década, en estos 75 años de historia del instrumento que hoy dirige.

Observamos, así, unas “directrices internas para realidades distintas”, (peligroso mal que, desgraciadamente, infecta a la casi totalidad e Organismos internacionales con recetas de pensamiento único escasamente contextualizadas), con un capital humano e institucional no homogéneo, sin una adecuada articulación de gobernanza (ni país a país, ni a niveles regionales o globales), desde tejidos económicos diferentes y con capacidades financieras y espacios fiscales sumamente distintos y distantes. Si en los 50 se promovieron prácticas industriales (que no políticas industriales, ni mucho menos estrategias país centradas en la industria), siempre bajo decisión unilateral de los gobiernos centrales con escaso papel a jugar por otros actores (en especial privados), o las prioridades reformistas institucionales que fueron muy limitadas y, una vez más, alejadas de su propia periferia descentralizadable, o las progresivas incursiones a “temas clave” que se sucedían con el tiempo: ingreso y su distribución, deuda pública, costes sociales del ajuste cíclico, o el “consenso de Washington” con externalidades de impacto desigual, o la propia “bienvenida globalización” con escasos matices correctores, para volver el foco a la macroeconomía del 2.000, corregida parcialmente, años más tarde, por la llegada de la Agenda 2020, la sostenibilidad e intentos de un nuevo desarrollo y pactos sociales. Así, hasta “el rosario” de crisis sucesivas y convergentes post COVID, con la llegada de nuevas prioridades aún por redefinir en torno al diálogo multi lateral, desacoples geopolíticos y geoeconómicos, cambio climático, resiliencia, procesos migratorios masivos, revolución tecnológica y del trabajo-empleo, las sociedades de los cuidados, igualdad de género, “nearshoring” o regionalización resiliente, y las nuevas culturas y comportamientos de la Sociedad y nuevas generaciones respecto del futuro (del suyo de manera individual y colectivo en función de su rol y o compromiso comunitario), conviviendo con excesivos conflictos políticos, sociales, económicos, a lo largo del mundo.

En definitiva nos acompaña en todo un viaje alumbrando “brechas” o desafíos estructurales para un crecimiento siempre débil, bajo, volátil, excluyente, no sostenible con baja creación de empleo formal; una elevada desigualdad acentuada por baja movilidad y cohesión social; escasa y desigual protección social; debilidad en sistemas educativos (en especial en formación profesional); alta aún desigualdad de género; débil respuesta al desarrollo ambiental hipotecado por las inevitables transiciones de mayor recorrido; la brecha digital; el coste (humano, social, económico) de la migración y su compleja ordenación, insuficiente integración regional; espacios fiscales limitados; débil e insuficiente capital institucional… Todo ello, concluye, con una compleja y bajas capacidades de gobernanza y articulación institucional. Una enorme loza a cuestas, con la que hemos de transitar hacia un escenario de esperanza ilusionada.

Problemas o limitantes esenciales que el autor señala como potenciales determinantes de una nueva “década perdida”. Se rebela ante ella y se atreve a denunciarla y sugerir una hoja de ruta con 11 ejes sobre los que actuar para impedirlo y propiciar reconducir el mundo hacia un futuro de progreso, riqueza y bienestar. De esta forma, a cada una de las 10 brechas antepone actuar en su solución y añade un último eje: “Macroeconomía para el desarrollo y fiscalidad sana y fuerte”, haciendo hincapié en la necesidad de su respuesta integrada e integral, a la vez. Llama la atención sobre el que considera elemento transversal y esencial: Capacidades del Estado fortalecidas, instituciones, gobernanza y diálogo social y participación de todos los actores, públicos, privados, de iniciativa social, con el concurso externo mundializado. Como él muy bien señala, no basta con hacer listas enumerando problemas, buenas voluntades o reivindicaciones excluyentes, sino que el CÓMO, el CUÁNDO y con QUIÉN resulta imprescindible. Las prioridades requieren no solamente del talento líder esperable, sino de la humilde comprensión de la realidad de partida, de las fortalezas existentes, de las debilidades superables (con sus costos y financiación posible) y la correcta aplicación de los tiempos.

¿Es esta Agenda posible?

Lo primero que hemos de preguntarnos es si supone un acierto (o, por lo contrario, un impedimento de base) hablar de una América Latina (parafraseando un dicho popular muy extendido: “se trata de muchos países separados por un mismo idioma”) o muchas América Latinas. No obstante, diferencias, matices y tiempos distintos, conservan, desgraciadamente, un buen número de “males” (en este caso) comunes o compartidos, que con mayor o menor intensidad están presentes a lo largo de todo el territorio. ¿Solamente en América Latina?

De una u otra forma, todas y cada una de estas brechas, con mayor o menor incidencia relativa, están presentes a lo largo del mundo. Observar y relatar los problemas en y de terceros nos ofrece la oportunidad de una mayor distancia objetiva, en la medida que comprometamos particulares viajes de solución y tan solo repasemos de forma momentánea las brechas que obstaculizan el logro de un verdadero proceso innovador, transformador y de desarrollo humano sostenible. Enseguida, hemos de volver hacia otros mundos para empeñarnos y comprometernos en evitar vivir, también, décadas perdidas. No hay maldiciones definitivas. Está en nuestras manos evitarlas y abrazar un futuro deseable.

Rocking Europe – Renacimiento Europeo. ¿Usa tu voto?

(Artículo publicado el 2 de junio)

El video oficial del Parlamento Europeo invitando a los ciudadanos europeos a “usar nuestro voto” correctamente en las próximas elecciones puede resumirse como un “micro documental” de supervivientes de la “segunda gran guerra” o de la “revolución de primavera” tras la caída del muro de Berlín dando paso a nuevas libertades e independencia en las Repúblicas Bálticas ex URSS. Mensaje dirigido a poner el acento en la defensa de la libertad y de la democracia, insistiendo en que ni han existido en Europa “toda la vida”, ni tenemos garantía de su permanencia en el tiempo si no nos comprometemos en cuidarla, protegerla y potenciarla. Su petición es la de ejercer un voto responsable, elegir representantes garantes de este objetivo-desafío y contribuir de forma activa a su logro.

La fortaleza de este mensaje indica que más allá de compartir estos principios y valores esenciales, “usar tu voto” exige llegar al europeo medio, con estrategias claras sobre un futuro deseable, facilitar el conocimiento de lo que en verdad se vota, a quién y para qué papel a desempeñar se ofrecen alternativas. Más allá de la generalizada preocupación por la guerra real en Ucrania (y en consecuencia, en toda Europa sea o no parte de la Unión Europea), del contexto y movimiento geopolítico con el desencuentro Rusia-China y la siempre en cuestión posición relevante y clave de Estados Unidos, del reparto de “peso y poder” del eje franco-alemán y la capacidad de influencia y decisión en el espacio UE-USA-China y los emergentes miembros del Gran Sur + llamados a jugar un papel esencial en la demografía, movimientos migratorios, desarrollo económico y dirección financiera mundial, generando los nuevos y futuribles órganos internacionales de decisión global, se trata de rediseñar y ejecutar esas políticas transformadoras que revitalicen la nueva Europa deseable. La importancia en conocer lo que significarán para Europa y los europeos las transiciones globales hacía un mundo por llegar, verde, digital, tecno-director, así como la imperiosa necesidad de entender lo que esa Europa ofrecerá en términos de espacio y sociedad del bienestar sostenible a lo largo de nuestras vidas, resultan imprescindibles en el llamamiento a la adhesión de la ciudadanía.

Debo reconocer mi enorme decepción al observar la información, entrevistas y encuentros proyectados este fin de semana en la televisión pública vasca. No ya por la estimación de la participación esperada, según sus fuentes demoscópicas, con menos del 50% (desgraciadamente habitual en toda elección europea salvo cuando se hace coincidir con otras convocatorios), o por el absoluto desconocimiento de la población joven supuestamente representativa, no solo desinteresada y desinformada, sino con ninguna muestra de preocupación por su absoluto desconocimiento de lo que esto significa, incluidos aquellos que decían haber disfrutado de un programa ERASMUS, inmersos en plena guerra europea, viviendo día a día la difícilmente resoluble migración masiva observada, y siendo actores (activos o pasivos) de las infinitas decisiones que “nos vienen de Europa”. ¿Es solamente responsabilidad de quienes no se han informado o de los propios actores del sistema?

Estas cuestiones esenciales parecen ocultas en campaña, consecuencia de la siempre irrealizada Reforma Institucional y Reforma Electoral que no terminan de llegar. Apelar a la complejidad (real), al temor a perder el poder confortable de quienes desde los Estados y sus Gobiernos centralizados ejercen el control de las decisiones, descansando en una maquinaria burocrática facilitadora del estatus quo, no exime de la responsabilidad en la falta de respuesta a estos condicionantes (también reales).

En unos días hemos de “usar nuestro voto”. Sí, pero en nuestro caso (los vascos, por ejemplo) hemos de hacerlo, en un marco electoral de circunscripción única que impide reconocer el peso de nuestra realidad minoritaria constreñidos por un reparto previo, fundamentalmente “a dos”, que lejos de hablar y pensar en Europa, confrontan su lucha española por el “poder de Gobierno” en Madrid, lejos de europeizar el proceso, abandonar su lucha inmediata por sus confrontaciones domésticas. De esta forma nadie sabe muy bien a quien vota, desconoce a qué familia o grupo ideológico europeo previamente acordado irá su representante electo, ni si se ocuparán de asuntos “nacionales” y no europeos. Esta anomalía básica se agrava por el peso y foco mediático en un concepto absolutamente centralista pese a vivir en un Estado que aspira a su más que descentralización permanente. Un sistema electoral perverso, cuida la “preasignación” de unos pocos llamados a mantener las cosas más o menos como están. Una confusión institucional que favorecerá el incremento del distanciamiento ciudadano, su voto y el resultante logro al que termine destinado. Un voto que no sabremos si responde a algo de lo que “la autonomía estratégica” que inspira la acción conjunta europea significará, o si la intensa “Conferencia para el futuro de Europa” se ha traducido o traducirá en algún proyecto del mañana. Acudiremos a las urnas, desde nuestra firme convicción europeísta sobre los principios y valores que inspiraron su creación en tiempos de entre guerras, reafirmando nuestra confianza, esperanza y compromiso con la democracia y la libertad. Pero desconocemos el verdadero proyecto de vida que un nuevo Parlamento, una nueva Comisión Europea y los diferentes Gobiernos de los Estados (que siguen copando y centralizando, con escaso control democrático directo de sus decisiones) persiguen o hacen.

El futuro de Europa se juega, sin duda, tras este voto, que requiere que voces europeístas sean oídas, generen audiencia real y motivación no solo de los ciudadanos europeos, sino de los diferentes Estados Miembro y sus Gobiernos e Instituciones. Necesitamos conocer a nuestros potenciales representantes y saber lo que quieren y pueden hacer en el ejercicio de sus responsabilidades, entender quiénes son sus verdaderos aliados y, sobre todo, qué es lo que podemos hacer para participar, de verdad, de esa necesaria transformación europea.

El próximo 9 de junio es un día muy especial. Apostamos por Europa como espacio de libertad, derechos humanos, democracia, bienestar y prosperidad. Vimos en su momento y seguimos viendo con más fuerza y necesidad que antes, dentro de ella el espacio en el que encontraríamos la protección, cuidado y progreso salvadores de totalitarismos, populismos (en ambos extremos derecha-izquierda), deseando una sociedad cada vez más igualitaria e inclusiva y la oportunidad de auto determinarnos colectivamente como pueblo. Hemos creído en la colaboración desde la subsidiariedad y en la aportación compartida en el diseño y construcción de un futuro mejor. Hemos entendido Europa como un oasis (no solamente para Occidente) de paz y queremos no solo ser parte del decorado, sino coprotagonistas de su presente y futuro.

El día 9, nuestro voto ha de “usarse”, por supuesto, para defender y ensanchar la democracia, pero también, y de manera rotunda, su uso orientado a un determinado modelo de vida, un modelo socioeconómico determinado y no impuesto, dotarnos de un sistema institucional, gobernanza y resultados garantes de un verdadero Estado social del bienestar y competitividad, eficiente, generador de riqueza y progreso inclusivos, de modo que podamos sentir el orgullo de identidad y pertenencia con esta Europa que estamos creando.

De esta forma, SÍ, daremos un “buen uso a nuestro voto” y recordaremos, en la urna, el sacrificio y coraje, además de sus enseñanzas de vida, de quienes nos precedieron y conocieron los tiempos de entre guerras y sus consecuencias y apostaron por dar a las futuras generaciones esperanza y proyectos de vida, que iniciaron un movimiento único que ha generado el mayor período de paz y prosperidad de la historia (pese al horror, incertidumbre y desencanto que hoy padecemos). Recordemos, en su nombre, sus difíciles vidas, sus modelos de orgullosa superación, su solidaridad con terceros, la dureza y crueldad de sus exilios, su capacidad de resiliencia y apuesta por rehacer sus vidas y las de los demás, y el enorme aprendizaje que nos han transmitido.

Sí, procuraremos cuidar, proteger y ensanchar, desde Europa, la libertad, la democracia y el desarrollo humano inclusivo y sostenible.

Europa no puede ser un reservorio de histórica defensa de los derechos humanos o testigo de una movilización humanista. Ha de hacer de esta fortaleza inigualable su base diferencial para construir un espacio de oportunidad para proyectos vitales y desarrollo. Como reclama el Manifiesto por Europa del Grupo a quien yo respaldo, “Rocking Europe”, “Renew Europe-Renacimiento para Europa”. Demos un meneo (imprescindible) a los obstáculos conformistas que entorpecen la verdadera adhesión europea y ciudadana para ensanchar nuestros principios universales en favor de un verdadero espacio de progreso, bienestar e inclusividad. Votar de una u otra manera supone apostar por una u otra forma de afrontar la guerra de Ucrania y su futuro, para garantizar o no la paz y seguridad en todo el espacio europeo y de forma esencial en las Repúblicas Bálticas, países nórdicos y la conocida “Europa del Este”. Supone elegir construir y revitalizar un modelo social de mercado o anclarse en opciones extremas con tintes o resultados totalitarios. Supone un modelo de intervención pública al servicio del bien común de todos los ciudadanos o en exclusiva de aparatos burocráticos. Es la llave de políticas económicas innovadoras o continuismo estático. Es generar riqueza y prosperidad o contemplar las ganancias del pasado, mientras van desapareciendo. Es dejarnos llevar por un ineficiente modelo de gobernanza o asumir el riesgo de transformarlo y redefinir una gobernanza acorde con la heterogeneidad europea incorporando a la ciudadanía diversa europea, a los muchos y variados pueblos que la forman a un proceso nuevo y diferente de toma de decisiones. Usar bien nuestro voto exige tener la oportunidad de saber qué es lo que votamos, en quién delegamos nuestra responsabilidad, en qué “familia ideológica europea” se va a enmarcar. Usarlo bien requiere conocer a los que aparecen en nuestras papeletas y saber ante quién responden. Solamente así, avanzaremos en una Europa del futuro de la que tan necesitados estamos. Usarlo es, por supuesto, comprometernos con el modo de tratar las políticas migratorias y codecidir lo que esperamos se haga en las fronteras europeas, la manera de acoger a inmigrantes, la apuesta o no por destinar presupuestos (nuestros impuestos y recursos) en ciencia, tecnología, industria, lenguas, cultura, infraestructuras, medio ambiente. Es, en definitiva, corresponsabilidad. Si no queremos que otros manden a distancia desde Bruselas, Luxemburgo, Estrasburgo o de forma indirecta desde las capitales de los Estados Miembro, al margen de lo que tú piensas o desearías que se hiciera, USA TU VOTO.

Defiende, protege y cuida tu democracia y derechos humanos y ponlos al servicio de un modelo humanista de progreso social inclusivo y sostenible. Sí, con el mensaje-invitación del Parlamento Europeo, usa tu voto.

Política Industria 10.0

(Artículo publicado el 19 de Mayo)

La constitución en las próximas semanas de un nuevo Gobierno Vasco (pionero y reconocido por sus apuestas exitosas en estrategias de política industrial cuando eran denostadas o consideradas proteccionistas de un pasado que habría que sepultar, abrazando modas que impregnaban un pensamiento único “universal”), junto con las pendientes elecciones europeas inmersas en un debate central sobre la llamada “autonomía estratégica” que se supone habrá de hacer de Europa un jugador esencial en el desarrollo económico y nuevo orden geoeconómico y geopolítico en construcción, además de los ya imparables debates en torno a las políticas industriales del futuro, que se vienen extendiendo a lo largo del mundo y que ya hoy ocupan el foco de las instituciones globales, gobiernos de todo tipo y el mundo académico, aconsejan un salto innovador hacia una política industrial que se reivindica y propone para afrontar las complejas transiciones que hemos de recorrer a la búsqueda de un crecimiento y desarrollo humano inclusivo, sostenible y cocreador de bienestar, prosperidad y felicidad.

Si la Industria 4.0 pretendió potenciar la fortaleza de la manufactura y la “industria”, de la mano de una gran oportunidad-necesidad en torno a la digitalización, y si la Industria 5.0, suponía extender las fronteras de la apuesta anterior hacia el conjunto de actuaciones de impacto en la sociedad ante un creciente movimiento innovador y de inyección tecnológica acelerada, y serían sucesivas versiones las que habrán de llevarnos a una imaginativa, creativa e innovadora política industrial, esencial en el recorrido demandado por las sociedades a lo largo del mundo, hemos de abrazar una renovada apuesta inteligente, innovadora y disruptiva hacia un horizonte de largo alcance.

En estos días, asistimos a un amplio reclamo y atención sobre la política industrial, “sobre sus milagrosos efectos” que han generado resultados extraordinarios superando con creces el desarrollo y bienestar de aquellas regiones que los han aplicado “correctamente y de forma prolongada” respecto de aquellas otras (las más) que carecen de ella o se han quedado en discursos no ejecutados, en copias incompletas, soportadas en rachas de dinero distribuido de forma horizontal sin bases de discriminación positiva, sin estrategia real, diferencial y verdaderamente competitiva, carente de la imprescindible dotación y adecuación de instrumentos y compromisos de largo plazo, obviando los factores clave de una estrategia de competitividad en la que las políticas industriales constituyan un vector clave para su logro.

Incluso, quienes o no las practicaron en el pasado, o han fracasado en sus apuestas parciales, o quienes las torpedearon por diversos medios, y que hoy saben no tener argumentos para descalificarlas, hablan de la necesidad “de hacer política industrial con mayúsculas” como si tal discurso supusiera una descalificación tanto a lo realizado hasta ahora, como a nuevas iniciativas a emprender que contradigan sus voces críticas con la “pureza mental” que algunos parecen autoproclamarse sin  entender la complejidad del camino a recorrer, ni percibir el tiempo necesario para avanzar en un proceso inacabable, sujeto a los cambios y demandas, múltiples, que la gran cantidad de actores implicados han de propiciar en innovadoras alianzas y partenariados colaborativos públicos y privados.

La Política Industrial 10.0 no será una improvisación desde la nada, sino un proceso de innovación permanente revisitando una Estrategia Marco para la competitividad solidaria, inclusiva y sostenible. Se construirá desde el valor esencial que la industria y sus políticas impregnen en todas y cada una de las transiciones y transformaciones disruptivas que, ya en curso, nos acompañarán en las próximas décadas. Las políticas industriales sucesivas serán base de una “nueva economía verde” posibilitando la interacción industria-energía-medio ambiente-desarrollo del territorio, esencial para la descarbonización y lucha contra el cambio climático y, en consecuencia, la “salvación, a la vez, del planeta”. Es y será el espacio motor y receptor clave en y para la digitalización de la economía y la sociedad, para avanzar en la progresiva integración-interacción espacio real de la industria manufacturera (para algunos “servitización”) en la economía plena. Será (como ya es) núcleo de la ciencia. Investigación-tecnologías disruptivas y foco de transformaciones educativas en torno a la formación STEAM (ciencia, tecnología, ingeniería, arte-humanidades, manufactura) en todos sus niveles de empleabilidad, de interacción con la sociedad, de generación de riqueza y bienestar y, esencialmente, de conocimiento. Tractor de la empleabilidad y de la proyección de carreras profesionales de un elevado número de trabajadores en el futuro mundo del trabajo, que está en plena redefinición.

Más allá de la “manufactura”, la “industria” ha de referirse a la totalidad de actividades “productivas, constructivas, creativas” abarcando todos los hasta hoy denominados “sectores” y será el determinante de su agrupación, interdependencia, clusterización o “nuevos ecosistemas” interrelacionados, actuando en una localización y territorio concreto, generando-utilizando un capital humano e institucional diferenciado, conectando con otros territorio y espacios innovadores de futuro.

Esta Política Industrial 10.0 ha de evitar errores del pasado, claramente observables en quienes no han logrado su implantación y éxito. Los “atajos” confortables, propaganda   sin base real, y medidas aisladas sin generar las fortalezas previas exigibles, sin dotarse de marcos completos para su ejecución, pone de manifiesto el porqué del éxito de unos y fracaso de otros. Así, quienes no han contemplado los movimientos que, en términos de recomposición cambiante de las posiciones geoeconómicas y geopolíticas determinantes de oportunidades y amenazas, ni han interiorizado su papel a jugar; quienes han minimizado el efecto local-global y sus diferencias esenciales en las que se puede y debe localizar (el factor local no solamente importa, sino que es diferencial), a la vez que su interacción, también, con cadenas globales de valor, atentos a generar “líderes mundiales” pero que puedan (deben) mantener su arraigo e impacto local como fortaleza y ventaja competitiva (para la empresa y para el país, a la vez); quienes no pareciera hubieran sido conscientes de que no se trata de dar dinero para todos, para cualquier cosa, sin una “discriminación positiva” alineada con la estrategia industrial-país;  abordan acciones contra natura o copian en lugar de innovar y adaptar potenciales iniciativas y programas a su propia realidad existente, y que, por encima de todo, no han hecho el esfuerzo en entender que la política industrial es un vector para el desarrollo y el bienestar y no un fin en sí misma, buscan, hoy, de forma desesperada, acomodos rápidos a algo mucho más complejo y serio que una carrera subvencionadora, una corriente proteccionista, una decisión localizadora de inversiones “desde gabinetes” de intercambio de apoyos políticos (estos sí con minúscula) o leyes sancionadoras como si los proyectos industriales transformadores carecieran de riesgo. Y, por supuesto, resulta imprescindible. A su ánimo, la importancia (esencial) de la inseparable aplicación de políticas sociales para el bienestar y las políticas económicas-industriales determinante de su éxito. Sin un paraguas de bienestar social, no hay verdadera política industrial posible.

Construyendo desde las fortalezas incorporadas, añadiendo los espacios faltantes a la búsqueda de un propósito concreto y diferenciado, se determinarán las fases y tiempos necesarios para llegar a la Política Industrial 10.0 de mañana. Hoy, son tiempos de seguir navegando “nuevos factores” que componen un verdadero marco de competitividad del que la política industrial de la que hablamos es vector relevante y diferencial. Marco, por definición, completo. Una política industrial mitigadora de la desigualdad, enfocada desde la visión y perspectiva del largo plazo, con liderazgos compartidos y colectivos sólidos, dotada de instrumentos ad hoc y verdaderos marcos facilitadores de la toma de decisiones (que asuma los riesgos implícitos de los grandes proyectos transformadores y no se límite al continuismo ordenado y administrativo), movida por objetivos multi variable a la vez (ESG, cocreación de valor empresa-sociedad), favorecedora de un talento 360?, atenta al uso democrático de la inteligencia artificial y de las tecnologías disruptivas. Un modelo adicto a la innovación social, a nuevos modelos de cooperación y partenariados público-privados, a nueva gobernanza. Facilitadora del encuentro empresa-industria-ciencia-comunidad, conectada con otros polos de vanguardia a lo largo del mundo. Un largo recorrido a cuyo servicio exigirá nuevos modelos e instrumentos de financiación que entiendan los ciclos, los movimientos, los riesgos y las necesidades, oportunidades y mentalidades los diferentes actores que explican una   política industrial exitosa. Una Industria 10.0 con la complicidad de todos los actores implicados.

La Política Industrial 10.0 se proyecta desde el reconocimiento universal, hoy, de su relevancia e impacto en la sociedad, generando riqueza, empleo, crecimiento formal y sostenible. Ha demostrado sus virtudes diferenciales en términos de balance de desarrollo social, contribuyendo con creces a la fijación del empleo local, formal y de calidad, a la vez que genera conectividad local y global, facilita la capacidad de resiliencia, constituye un elemento motor de la innovación, la tecnología y la gestión, vincula a la propiedad con el largo plazo, interactúa cocreando valor en la formación y educación local y de la fuerza laboral, favorece la inversión sostenida y sostenible, cocrea valor con diferentes comunidades en las que actúa y, además, contribuye a las diferentes modalidades de responsabilidad social corporativa, ESG, Shared Value… identidad y pertenencia.

En definitiva, si se aspira a protagonizar algún grado distintivo de Autonomía Estratégica, superando enfoques limitados de una guerra comercial Europa-China-Estados Unidos, que no sea simple excusa para acceder a dinero barato o fondos subvencionados, y se piensa en el largo plazo en términos de verdadera propuesta de valor para las sociedades del futuro, transitaremos hacia la Política Industrial 10.0 imprescindible para garantizar bienestar y prosperidad inclusivas.

¿Proteger la democracia al servicio del Desarrollo Humano?

(Artículo publicado el 5 de Mayo)

Sinceras o no, tácticas o personales, interesadas o partidistas, intencionadas al servicio de una mayor y mejor democracia y gobernanza o justificativas y preventivas de potenciales perjuicios personales por llegar, las reflexiones e inédita escenificación de un retiro espiritual y reposo mental del presidente del gobierno español (Pedro Sánchez), anunciando un supuesto llamado al punto final al deterioro democrático, social, institucional y político vigente en el Estado español, y, por añadidura, extendido a lo largo del mundo, aconsejan un análisis oportuno, alejado del personalismo excesivo y protagonismo personal que acompañan este peculiar y nada espontáneo episodio. En el caso directo del Estado español, el mismo residente viene a señalarlo directa o indirectamente, como un sistema y modelo de transición desde el post franquismo (dictadura hasta 1977) hacia una democracia plena, que aún no ha superado la para muchos (incluidos presidente, gobierno español, PSOE y lo que el presidente ha bautizado como “mayoría social progresista”), aún “democracia de baja intensidad”, sometida a “una justicia prevaricadora, ideologizada y practicante del lawfare” y “estimulada por determinados medios de comunicación, webs y redes sociales generadores de bulos, noticias falsas y chantaje descalificador”, atribuible todo ello a “una derecha y ultra derecha que no acepta el triunfo electoral cuando quien gana es la izquierda” (¿Excluye a la ultra izquierda siguiendo su propio vocabulario adjetivador y a todo aquel que no acepte todo planteamiento o deseo unilateral del propio presidente?). De sus palabras y textos (curiosamente transmitidos por el descalificable método del tuit) ¿Es el eficiente sistema de trabajo y comunicación de una presidencia de gobierno sometida al control de un Congreso, por ejemplo, lo que propone como gobernanza democrática regeneradora? Situación y observación, inédita en las formas, pero en ningún caso novedosa en contenidos que, coincide con una semana de interesantes reclamos internacionales que nos ayudarían, mucho más allá de nuestros intereses o preocupaciones particulares y coyunturales, a ampliar perspectivas y afrontar los cambios que parecen exigirse en el panorama global (y, por supuesto y sobre todo, local) en su impacto inmediato. Tres elementos internacionales nos ayudan en la reflexión de futuro.

En primer lugar, la publicación del último “Informe para el Desarrollo Humano 2023-2024” de Naciones Unidas que, más allá de sus ya tradicionales rankings entre países sobre la evaluación de políticas públicas y recursos presupuestarios y fiscales al servicio de factores determinantes, “clásicos”, en términos de salud, educación y bienestar, incorpora la capacidad de respuesta de las diferentes poblaciones y sociedades para satisfacer el control de sus vidas, las oportunidades reales para apropiarse de su futuro, eliminar o mitigar riesgos existentes y sobrevenibles y sus fortalezas para afrontar retos globales. Sus cualificados autores (cientos de cabezas y manos diversas implicadas) contrastan el observado avance positivo que ofrecía el  Informe en el periodo 2020-2021 con el deterioro que ofrece el actual, constatando una percepción de mayor desigualdad (entre países, entre regiones dentro de un mismo país, sobre todo, entre barrios en las ciudades y no solamente entre las “capas de renta más alta y las más bajas”, sino entre una clase media, en lenta pero acentuada desaparición, cayendo en el fondo de los segmentos de renta y, sobre todo, de calidad de vida). Apunta el Informe una triple preocupación general: la enorme distancia entre los datos objetivos y la percepción que la sociedad tiene respecto de los mismos, claramente acentuada por el discurso y asunto mediático (redes sociales, medios “tradicionales” y discursos polarizados de grupos políticos, sindicales, entes o colectivos  ideológicos determinados, incluidas numerosísimas ONGs de clara orientación partidaria y militante); la fragilidad de la cooperación entre distintos y; la acelerada pérdida de confianza (en especial en torno a liderazgos, autoridad del tipo que sea, en cualquier ambiente). Si esto es así, y si no somos capaces de construir credibilidad y confianza, si no concebimos renovados liderazgos (no individuales, sino cooperativos o compartidos) y no podemos reimaginar espacios de futuro en los que nos encontremos confortables y de los que nos sintamos auténticamente partícipes, no parece posible mitigar dificultades, facilitar un verdadero desarrollo humano sostenible y nos alejaremos de cualquier percepción de felicidad y bienestar.

Así las cosas, se trataría de generar la confianza individual y colectiva capaz de navegar la creciente complejidad e incertidumbre, la tendenciosa desinformación generalizada, las percepciones equivocadas que se alejan de los hechos y resultados objetivables y contrastados, interpretar de manera adecuada la geopolítica, geoeconomía y los diferentes “segmentos, poblaciones y países e Instituciones” diferenciados entre mundos diversos en un mismo planeta con actitudes, mentalidades, aspiraciones y realidades también distintas, y el diseño ad hoc de los instrumentos necesarios e idóneos para resolver los retos globales, a la vez que las demandas particulares y locales de todos los implicados, con posicionamientos y preocupaciones etarios, de renta, aspiracionales, sociales y de identidad mucho más dispares de lo que pudiera parecer a quienes no quieren ver más allá de su “burbuja o núcleo inmediato” o al alcance de su aparente poder de decisión y gobernanza exclusivos.

En este contexto, otra fuente de información, en el marco del “anuncio” del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, en sus “Asambleas de Primavera” en Washington, sobre un nuevo Plan para abordar tanto el grave problema de financiación y endeudamiento mundial, como el rol de las Instituciones Globales, diversos medios de comunicación de tirada y prestigio internacional, recogen la carta a los líderes del G20 (“Dear G20 leaders”) firmada por 125 líderes (incluyendo primeros ministros, organizaciones de derechos humanos, ONGs y academias: globalgoals.org/dearg20). En ella se destaca la importancia que hace 80 años supuso la creación en Bretton Woods (Washington) de ambas Instituciones Globales, liderando la recuperación y relanzamiento de un mundo de postguerra en crisis, a la búsqueda de la paz y prosperidad base del bienestar al servicio del bien común. En su imperfecta tarea a lo largo del tiempo, facilitó determinadas reglas del juego para la canalización de la financiación de los diferentes países y aquellos proyectos estratégicos necesarios para su desarrollo, la implantación de políticas económicas, sociales imprescindibles y, por encima de todo, aportó optimismo y esperanza para construir un futuro mejor. Dicho esto, entienden que ambas instituciones han perdido su músculo financiero global, no han logrado cumplir con los objetivos de desarrollo sostenible que han promovido y apoyado, y pese a su trabajo, las agendas pendientes (“financiar la democracia, el bienestar y desarrollo, mitigando la desigualdad…”) no son posibles sin camios drásticos y nuevos compromisos e iniciativas. Reclaman que: “Ustedes como líderes han de llevar estas Instituciones al siglo XXI. Pueden desbloquear los abundantes recursos e inversión pública y privada existente y disponible, y pueden canalizarla hacia la potencialidad de la economía y energía verde, hacia la seguridad alimentaria, hacia una agricultura sostenible, hacia una tecnología y manufacturas avanzadas a las necesidades de los cambios observables. Pueden crear y generar “Fondos Planetarios” al servicio de personas, países y planeta. Es tiempo de oportunidad, de nuevos instrumentos para transformarnos, tiempo de generar confianza, de comprometer un esfuerzo compartido, de ilusionar a la sociedad y dotarle de ánimo y esperanza”. Y terminan con una receta “simple”: “Queridos líderes, tripliquen la inversión, liberen la deuda y faciliten la recuperación de la esperanza”.

¿Es posible afrontar el endeudamiento global que nos penaliza la potencial salida y camino del desarrollo humano sostenible cancelando deuda sobre el cumplimiento escrupuloso de inversiones en bienestar, desarrollo y gobernanza democrática? Cooperación, construcción de confianza, compartir liderazgos, responsabilidades, ni unipersonales, ni unilaterales, fortaleciendo instituciones democráticas, desde reflexión e investigación transformadora, activa. Sin duda, se trata de todo un proceso (con potencial enriquecimiento colectivo a partir de un camino común y múltiples partícipes) cuyo recorrido fortalecía y protegía las democracias, el desarrollo humano y los imprescindibles espacios de libertad, bienestar, confortabilidad y felicidad a que aspiramos, todos, de una u otra forma.

Necesitamos la reflexión de los gobernantes. Pero, sobre todo, su traducción a la acción demostrando la sinceridad y validez de los diagnósticos y su capacidad de hacer posible las apuestas y compromisos que pretende trasladar a la sociedad que, en definitiva, es y será la verdadera responsable de construir su futuro deseado. Un coprotagonismo positivo, activo, responsable.

“Gobernantes y Gobernados”. Encuentro en las urnas

(Artículo publicado el 18 de Abril)

En “Historia Universal de las Soluciones. En busca del talento político”, el prestigioso filósofo y pensador contemporáneo, José Antonio Marina, se pregunta: ¿Dónde aprenden los políticos a cumplir con su cometido, es decir, a solucionar los problemas de la sociedad? Investigador de la teoría de la inteligencia, con el objetivo de proporcionar felicidad y dignidad, aborda el aprendizaje de la política, la necesidad de auténticas escuelas del talento político fuera de la lucha y guerra partidaria, al servicio del valor de la vida humana, desde la ética, lo que le lleva a echar en falta una academia compuesta por dos escuelas: una “la de los gobernantes” para aquellos que quieren dedicarse a las funciones de la gobernanza y la cosa pública, y otra, de los “gobernados” o cuidadores de la sociedad civil no en una pugna permanente para hacerse con el poder, sino para concebir y decidir desde el compromiso y tensión permanente para elegir tanto el mejor talento posible, como el mejor potencial y credibilidad para lograr la felicidad, prosperidad y soluciones buscadas. Es decir, el encuentro imprescindible entre el talento político del gobernante y el talento político de los gobernados.

Así, en Euskadi, en constante búsqueda de nuestra solución particular de la felicidad y talento requerido, afrontamos una importante cita electoral el próximo domingo, 21 de abril, eligiendo nuestro Parlamento, en lo que no solamente supone un acto festivo y muestra de disfrute democrático, sino la oportunidad de optar por la joya del determinismo democrático que designa a sus representantes en la máxima institución del país. Nuestro voto habrá de propiciar las mejores opciones entre los aspirantes a presidir nuestro gobierno para los próximos cuatro años. En esta ocasión, atendiendo a las siempre cuestionadas prospecciones demoscópicas, parecería cuestión de optar entre dos candidatos y sus respectivas fuerzas políticas que los apoyan: Imanol Pradales (EAJ-PNV) o Peio Otxandiano (Coalición Bildu).

Siguiendo a Marina, el talento del gobernante para la “cosa pública” marcaría ya significativas diferencias entre ambos (ellos como líderes y sus equipos y compañeros de viaje). No solamente sus carreras personales y profesionales son significativamente distintas y distantes en su preparación, toma de decisiones, trayectorias político-institucionales individuales y participación en lo construido (o no) en este país y a la organización y equipos que representan a la trayectoria y comportamiento “político” de sus respectivos partidos. El primero (Imanol Pradales), en el marco de equipos comprometidos con el riesgo de decidir, la dificultad en abordar iniciativas complejas con un propósito y vocación de servicio con resultados positivos observables que nos han traído como sociedad y país hasta aquí, a lo largo de los años resumiendo la satisfacción de 8 de cada 10 encuestados en los estudios demoscópicos mencionados en curso, mostrando su confortabilidad y valoración positiva con el estado del país. El otro (Peio Otxandiano), aparentemente oculto en las barricadas de la coalición que hoy le propone, obstaculizando toda iniciativa o proyectos encaminados a construir el futuro que la Sociedad apoyaba y demandaba, de forma democrática. Objetivos y propósitos diferenciados y, medios para su logro, también. El primero de ellos, desde el estricto respeto a la democracia y en el marco ético y humanista esencial para la convivencia. El otro, con el desprecio a las reglas del juego y mayorías sociales democráticamente expresadas, arrogándose un supuesto mandato que le “legitimaba” al uso de la violencia, el terrorismo como línea dirigente de su historial destructivo. Hoy, este segundo aspirante, reclama vivir “un nuevo ciclo”, que pase página, sin haberla leído previamente, dando por sentado que no solamente no pasó nada en aquellos años, sino que todo empieza de cero, desde un nuevo mensaje y punto de partida desde el  que ellos han decidido iniciar su recorrido (eso sí, bajo la dirección oculta de quienes les dirigían antes, lo hacen hoy en la sombra, y lo harán mañana con sus estructuras vigilantes), en un viaje obligado a volver a empezar bajo sus nuevos descubrimientos y reglas del juego. Hoy, desde este nuevo mundo recién descubierto   ofrecen a la sociedad vasca “una mano tendida para la cooperación imprescindible con la que afrontar un desafiante y exigente futuro”. ¿Pedirán y lograrán su ansiada colaboración a quienes extorsionaron, persiguieron, desacreditaron socialmente, aislaron de sus pueblos, secuestraron, colocaron en la diana y, en último caso, eliminaron desde la violencia terrorista que ellos abanderaron y activaron como “estrategia del sufrimiento” en su supuesta defensa de los deseos de la mayoría del país? ¿Con su apuesta colaborativa reconducirán a todas las fuerzas sindicales, populares, sociales, funcionariales, que han venido alentando durante años para tomar las calles de nuestros pueblos y ciudades culpabilizando a toda autoridad y responsable público o privado de cualquier entidad, institución, empresa? ¿Pedirán a este “talento de los gobernados” un cambio de timón para compartir con el “talento gobernante” el retador espacio de futuro? Bienvenidos al futuro desde un descubrimiento del mundo real, de las reglas de la democracia y del respeto a los derechos humanos. Les deseamos, por el bien de este país, un rápido reconocimiento del mal y destrucción causados y un acelerado aprendizaje de lo que supone vivir en democracia y gobernar al servicio del país y su gente.

Es aquí, precisamente, el momento de apelar a la segunda parte de la ecuación de Marina: “El talento de los gobernados”. Es en esta parte donde reside no solamente la democracia, sino las decisiones del modelo de país y sociedad al que se aspira. Somos los “gobernados” quienes tenemos la responsabilidad y el derecho a elegir a nuestros representantes y gobernantes. ¿Qué modelos queremos? ¿Qué futuro aspiramos construir para nosotros y próximas generaciones? ¿Cómo y con qué medios deseamos alcanzarlo? ¿De cualquier forma justificando cualquier trayectoria para llegar al resultado final o poniendo en valor los medios que entendemos han de ser aplicados asumiendo el rol participativo que habremos de jugar en cada momento del proceso? El camino recorrido hasta hoy y sus resultados no solamente han sido cuestión de objetivos distintos, sino de medios, muy diferentes, que no llevan tampoco a objetivos finales iguales, aunque pudieran parecer similares “los banderines que anuncian la meta final” de llegada. El proceso, los modos, los principios sí importan y conducen a objetivos claramente diferenciados, aunque el punto final pudiera parecer un engañoso sinónimo.

Talento político en gobernantes y talento político en gobernados. Ambos conjugan la felicidad, bienestar, prosperidad que supone el cometido esperable de una sociedad viva, democrática, humana, ética y comprometida con los demás. Hoy, Euskadi, es un país democrático, miembro destacado de una Europa a la búsqueda de reinventar su espacio estratégico en el mundo, desde su núcleo humanista diferencial, y esencial, privilegiado en los niveles comparados de riqueza, bienestar y prosperidad, que ha sabido generar y conjugar fortalezas en sus capitales humano e institucional, liderando los niveles de igualdad, de empleabilidad, de educación-formación, y en una posición destacada para coliderar las desafiantes transiciones verde, digital, tecnológica de bienestar, salud y seguridad social demandadas. Esta es la Euskadi real que hemos sabido cocrear en una cooperación entre gobernantes y gobernados, construyendo pese a los obstáculos del NO. Hemos de seguir impulsando su camino para dar con las soluciones a las siempre, inacabables, demandas que la sociedad exige y exigirá.

Hoy, que, ante las dificultades, ante la sensación individual de pérdida de referentes y/o de perspectiva de futuro, o al menos de aquellas  repuestas, soluciones y resultados-beneficios que creímos merecer o poder alcanzar en un momento determinado, cuando responsabilizamos de todos los males a quienes asumen el cometido de ejercer la dirección de gobierno o de la política, o de cualquier aspecto o espacio con el que nos relacionamos, desde la cobertura individual para apelar a los fallos, ineficiencia o errores de terceros, no podemos incurrir en el error que resalta y recuerda Marina: “Aceptamos el erróneo sinónimo de gobierno, con gran irresponsabilidad. Política no es el ejercicio del poder, sino la totalidad de la cosa pública, y políticos son todos los habitantes de la ciudad (Polis), no solo los gobernantes. La sociedad entera es política y, en consecuencia, hacemos política entre todos: gobernantes y gobernados”. Volver a la ecuación al completo: confrontar el talento para el servicio creativo/constructivo. Talento compartido gobernantes-gobernados. Es esta la única receta viable para colaborar en las soluciones a las muchas variables, cambiantes problemas y retos que hemos de afrontar.

Es un momento significativamente importante. Un momento para recurrir a la obra de Oswald Spengler (“La decadencia de Occidente”), reclamando el método comparativo para estudiar la historia… y proyectar el futuro: “las comparaciones nos permiten testar la experiencia de la humanidad, su banco de pruebas y aprender, seleccionando las mejores soluciones”.

Más allá de discursos y prometedoras ensoñaciones, el día 22 habrá que afrontar la realidad, desde la responsabilidad individual y colectiva que hayamos ejercitado el día 21 en las urnas, gobernantes y gobernados. Construyendo soluciones.

Elecciones vascas: El reto de elegir ganar el futuro (El Economista)

(Artículo publicado el 11 de Abril)

¿Qué mejor oportunidad para afrontar los enormes desafíos por venir, confrontar y superar las barreras que cuestionan o mitigan nuestras capacidades y potencial para soñar con un escenario de prosperidad, bienestar, empleo y desarrollo, en una sociedad inclusiva en la que nos encontramos confortables, y que responda lo más posible a nuestros sueños, que el poder elegir el futuro deseable y a quienes representen la mejor manera de liderar su logro?

Ganar nuestro futuro no es algo que nos llueva del cielo, ni mucho menos que nos venga dado sin exigir de nuestro esfuerzo, compromiso, solidaridad, liderazgo. Elementos esenciales en un binomio convergente: raíces (identidad, cultura y pertenencia) y alas (voluntad, aspiración y actitud mental para navegar la incertidumbre hacia nuevos horizontes).

Euskadi, como toda nación, región o ciudad-región  del mundo, ha de recorrer múltiples transiciones en las que nos encontramos inmersos (nuevas políticas industriales rediseñables según diferentes ecosistemas multi actividad y disciplinas integrables, adopción y uso de tecnologías disruptivas impactando todas nuestras vidas, reconfigurar  nuestra gobernanza -empresarial y de gobierno- y su administración pública superando el dualismo existente entre quienes tienen un empleo de por vida y quienes han de generar el suyo día a día en nuevos espacios de eficiencia, equidad, y contrapartidas de conciliación familiar, ocio y flexibilidad para el tiempo libre, hacia nuevas sociedades y comunidades inclusivas, garantizando educación para todos con el foco en sus contenidos, valores y calidad y no solamente atendiendo a sus estructuras existentes, en un marco de aprendizaje permanente para su empleabilidad, repensando y promoviendo nuevos movimientos hacia una economía al servicio del bien común, en una imparable carrera hacia la configuración de territorios más allá de fronteras administrativas y geo-colindantes, asumiendo la naturalidad inseparable de la simbiosis energética-medio ambiental y de progreso económico, y reinventando los aparatos, organizaciones y actuaciones político-sindicales. Transiciones que viabilicen las imprescindibles transformaciones que hemos de acometer, asumiendo compromisos realistas que posibiliten las adecuaciones (distintas) de todos, entre el hoy y el mañana, haciéndolos viables y sostenibles). A la vez, el “gran reto” ha de asumir, de manera activa, el desafío individual y colectivo para “apagar las luces rojas” que obstaculizan o dificulten el logro del sueño deseable al que aspire una sociedad libre y democrática, en cada momento. Tarea compleja, ni improvisable, ni dejada al azar, capaz de fortalecer sus apuestas para aprovechar la abundancia de oportunidades que ofrece el nuevo mundo que recorremos.  Euskadi ya ha hecho un largo recorrido que nos ha traído hasta aquí, alcanzando un extraordinario nivel de bienestar y desarrollo, unos índices de progreso e integración en la vanguardia europea y mundial, más que evidenciables por terceros, destacando en términos de igualdad, bienestar, riqueza y empleo, que nos posiciona, con todas las insatisfacciones y problemas que hemos de superar, en un más que privilegiado espacio de prosperidad en términos relativos con terceros y respecto de nuestro entorno inmediato. Las fortalezas acumuladas, la posición lograda, el capital humano, social e institucional del que disfrutamos han necesitado del esfuerzo y sacrificio de muchos. También hemos tenido que superar los enormes obstáculos de quienes se autoproclamaron representantes de nuestro pueblo y destruyeron todo lo que pudieron sin el mínimo respeto a la vida y dignidad de quienes no compartían “sus ideas o prácticas violentas” o se creyeron legitimados por la imposición y la fuerza antidemocrática, para dictar los tiempos, “ciclos” o momentos para participar, a su modo, del proyecto de país.

Hoy, el voto en las próximas elecciones tiene un valor especial (siempre lo tiene en una auténtica democracia), ante una complejidad desafiante que parecería, a priori, y según demoscopia mediática, sugerir la elección entre dos alternativas mucho más distantes y opuestas de lo aparente. Se trata de elegir una filosofía y moral determinante de un comportamiento social y ético, con muestras probadas históricamente de un ejercicio comprometido con la sociedad a la que ha servido y representado, absolutamente democrático, que ha construido país, ha asumido riesgos y ha diseñado y preparado las plataformas y olas navegables a futuro, o bien optar por quien aparece, supuestamente de nuevo cuño, pretendiendo hacernos olvidar su historia contraria a los retos que otros hemos venido sorteando para construir una nación, en la que los ciudadanos se encuentren confortables y puedan desarrollar su experiencia vital y profesional. La confrontación de modelos y opciones a elegir debería provocar una seria reflexión en quienes hemos de elegir el camino a seguir, recordando que el país que tenemos no ha salido de la nada, ni se fortalece con “buenísimo propagandístico prometiendo un paraíso ilimitado sin contrapartidas, ni compromiso exigente de toda una sociedad, empezando por todos y cada uno de quienes aspiramos a disfrutar de dicho sueño”.

No es ni tiempo de reinventar la rueda, ni de partir de cero, ni de “iniciar un nuevo ciclo hacia un espacio absolutamente incierto, desde la inexperiencia o pretendida solución mágica que llegaría de algún lugar y medios desconocidos”.

El futuro es exigente y ha de lograrse de forma colectiva, inclusiva y solidaria. Para tan largo recorrido resulta esencial contar con liderazgos políticos, económicos y sociales capacitados, comprometidos, con un bagaje experto y un compromiso real, debidamente validado.

El próximo 21 de abril, elegiremos ganar el futuro. Está en nuestras manos decidir el tipo de futuro que queremos, si estamos dispuestos a apropiarnos y ser parte activa de su diseño y construcción, o si preferimos vivir un futuro que nos venga dado, o, peor aún, que con nuestra complicidad (activa o pasiva) “nos traigan” escenarios que no compartimos y en los que no nos sentimos reflejados. Sin duda, es un largo viaje, con muchas incertidumbres, múltiples cambios y demandante de enorme coraje innovador. Confianza, credibilidad, realidades e historial demostrados, al servicio del modelo de sociedad, pensamiento económico, compromiso social, responsabilidad y estrategia- país que deseamos. No es momento de obviar compromisos personales e individuales ni dejar a otros que decidan por nosotros.

Solamente invirtiendo en las claves y retos esperables, compartiendo valores y compromisos, desde liderazgos reconocidos, ganaremos el futuro.

Lehendakari Ohia José Antonio Ardanza: testimonio de compromiso y servicio

(Artículo publicado 10 de Abril)

El privilegio de haber colaborado en tres gabinetes de gobierno del Lehendakari Ardanza, entre 1.985 y 1.995, me ha dado la extraordinaria oportunidad de conocerle, de admirar su entrega y templanza, su dedicación y compromiso para con Euskadi y poner en valor su profunda y distinguida contribución al estado actual de nuestro país. Trayectoria que, por encima de todo, merece mi máximo agradecimiento a su confianza y apoyo, más allá de su permanente entrega al país, a lo largo de toda su vida.

Sin duda, su largo y fructífero ejercicio durante estos años, precedidos por puestos de responsabilidad institucional como la Alcaldía de Arrasaste y el de Diputado General de Gipuzkoa, en su momento de transformación desde un Gobierno Provincial a un Gobierno Foral, bastaría para destacar su trabajo y servicio al país y recibir el reconocimiento de la sociedad vasca. Sin embargo, vivimos tiempos en los que, al parecer, hay demasiada gente que desconoce el origen, desarrollo y logros que han hecho posible el que hoy disfrutemos de un país como el que tenemos. Muchos que no parecen reparar en la complejidad del camino recorrido, en la dureza de una virulencia violenta que asoló el país destruyendo o entorpeciendo nuestras ilusiones y proyectos colectivos de futuro, los múltiples obstáculos que hubieron de superarse para conseguir y mantener la democracia y garantizar los derechos que hoy disfrutamos, han de recibir la información necesaria para comprender el valor de lo realizado bajo su mandato.

Recordar hoy a nuestro Lehendakari Ohia, José Antonio Ardanza, es sinónimo de señalar y explicar su protagonismo clave en todo esto, en cuyo desarrollo nos ha dejado su huella personal.

José Antonio Ardanza, fiel a su compromiso vital con Euskadi y con el Partido Nacionalista Vasco, supo hacer de la Institución no solamente un símbolo de máxima representación, sino el instrumento esencial para la convocatoria de pensamientos e ideologías diversas, orientables hacia la solución de los complejos problemas, situaciones críticas y pilares esenciales sobre los que construir un futuro mejor, una nación mejor, una sociedad más próspera.

Vivió desde el rigor y la fortaleza, la confrontación y superación de crisis de gran magnitud: la parálisis con que se había condenado al Parlamento Vasco tras la LOAPA consecuencia de los sucesivos golpes de Estado y el no desarrollo del anhelado Estatuto, estrangulando  el  primer Gobierno Vasco del año 80; la compleja y dedicada crisis en el seno del EAJ-PNV y sustitución del Lehendakari Garaikoetxea, la violencia (política, económica y social) padecida, la intensidad de una crisis económica intermitente. El Lehendakari Ardanza construyó puentes con quienes entendió resultaban imprescindibles desde la diferencia, tejió un Acuerdo de Legislatura con el PSOE y Gobierno Español, y más tarde, promovió y presidió el primer Gobierno de Coalición en el Estado (PNV-PSOE), propició el Acuerdo para la pacificación y nacionalización del país (Acuerdo de Ajuria Enea), lideró el tripartito nacionalista (PNV, EA, Euskadiko Ezkerra)… y una larga sucesión de elementos clave que han fortalecido nuestro desarrollo. En dichos marcos, no resulta fácil encontrar proyectos, considerados hoy, de éxito, que no se hayan producido, asentado o reforzado en ese largo período, 1.985-1.995.

Hombre serio, riguroso, disciplinado, trabajador, con un elevadísimo sentido del deber y el compromiso, transcendiendo a terceros, siempre al servicio de una Euskadi, cada día mejor. Un Lehendakari que ha seguido, hasta el final, pendiente del acontecer diario, transmitiendo su ponderado consejo y opinión, cultivando el encuentro y comunidad de todos aquellos que hemos tenido la suerte de trabajar conjuntamente, a lo largo de tantos años. Convivimos con él y le recordaremos, agradecidos, permanentemente.

Un hombre entregado a sus dos grandes amores: Euskadi y su familia. Mari Glori, Nagore, Aitor, besarkada berezi bat.

Eskerrik asko, Lehendakari.

Goian Bego.

Celebrando a Porter

(Artículo publicado el 7 de Abril)

El pasado 27 de marzo, nos reunimos en Boston, un centenar largo de amigos, alumnos, colegas, profesores, compañeros, aprendices y admiradores a la vez, del profesor Michael E. Porter, en su querido “laboratorio de ideas, exploración de áreas de oportunidad y retos de futuro”, además-sobre todo- de escuela de formadores y generadores de impacto, en la Universidad de Harvard. Su larga vida profesional se recogía en un Caso de Estudio de la Harvard Business School (como no podría ser de otra manera, como los cientos que él ha escrito y/o dirigido): “Intellectual Ambition at Harvard Business School: Professor Michael E. Porter” (Ambición intelectual…). Base de nuestro trabajo reflexivo para celebrar y agradecer su enorme contribución, rendir tributo a su legado, además de dar testimonio sincero, por su intensa vida de trabajo, liderazgo generoso y activo, y generación de impacto en diferentes generaciones, organizaciones, países. Una larga vida profesional recogida en un Caso, redactado a varias manos por profesores universitarios, líderes empresariales y sociales. Jefes de gobierno, líderes de las diferentes áreas de actividad y conocimiento que han constituido los principales nodos de actuación de la aportación de Michael E. Porter: Estrategia, competitividad, clusterización, progreso social, valor en salud y redefinición de los sistemas de salud, cocreación de valor, escuela de liderazgo, ciudades (en especial sus espacios y barrios marginales o abandonados). Todo un mosaico de iniciativas, modelos, conceptos y marcos de trabajo y solución a problemas y demandas complejas, anticipando espacios de futuro y poniendo a su disposición, los elementos clave para hacer posible las estrategias únicas y diferenciadas para su logro. Porter aportó valor, fue pionero en facilitar diseño de conceptos, modelos, aproximaciones y herramientas originales que siempre puso a disposición de todos, desde su compromiso esencial: “Formar formadores generadores de impacto en sus propias Comunidades”.

Mike nos ha aportado no solamente modelos y herramientas extremadamente útiles que, durante décadas, hemos incorporado en nuestro trabajo decenas de miles de profesionales, sobre las que hemos actualizado, revisado, añadido múltiples “adaptaciones” de todo tipo, generando una corriente de pensamiento innovador, de amplísima extensión mundial. Sin sus libros, notas técnicas, casos, clases, publicaciones de todo tipo, hablar y, sobre todo, hacer estrategia en cualquier tipo de organización no sería igual.  Así, la estrategia empresarial, corporativa o de las naciones se han venido abordando desde sus marcos conceptuales y un sin número de elementos de trabajo y apoyo. Estrategia, clusterización, competitividad, análisis de las diferentes industrias, la proposición única de valor, la diferenciación más allá del precio de la redefinición de modelos de negocio, la cadena de valor y sus múltiples acepciones, locales y glokales, la relevancia de las Inner Cities, el progreso social más allá del PIB, la incorporación del Diamante de Competitividad para entender los territorios, la clusterización, localización de las actividades económicas, la cocreación de valor y los nuevos roles de las empresas en su compromiso con la sociedad, mucho más allá de la filantropía, el valor de los gobiernos y las entidades facilitadoras de las interacciones entre los diferentes actores de la economía, la agenda estratégica para la redefinición de los sistemas de salud desde la concepción de la salud basada en valor, los verdaderos determinantes del bienestar y prosperidad de un país, la correcta interpretación de la productividad, y las claves para una transformación socio-económica interpretando las bondades de generación de riqueza y empleo locales desde la innovación, la tecnología y la internacionalización, aplicando políticas económicas y sociales, a la vez, desde una perspectiva esencialmente microeconómica para la auténtica diferenciación. Siempre demostrando una privilegiada capacidad visionaria (trabajada con rigor) anticipando los diferentes espacios de futuro, claramente reflejada en una de sus últimas aportaciones mediante el análisis, desde sus marcos conceptuales, reglas de industrias-diamante de competitividad a la “industria de la política” en los Estados Unidos, anticipando su deterioro y descomposición democrática, provocando sociedades duales, entre quienes forman parte y viven de esa burbuja con sus propias reglas del juego y el reto de las poblaciones afectadas, o bien, la significativa convicción de cómo las empresas que hagan de las demandas y necesidades sociales sus modelos de negocio, liderarán el mundo de mañana.

No es de extrañar que sea el profesor y académico más citado (más de 550.000 en papeles y libros de referencia), ha publicado 39 libros en más de 20 lenguas distintas, reconocido con más de 20 doctorados honoris causa y lo que él ha considerado su principal recompensa, una extensa y única red de afiliados y colaboradores generando impacto local a lo largo del mundo, enriqueciendo el conocimiento compartido.

Tal y como se expresó en alguna de las intervenciones destacadas durante la “discusión” del mencionado caso, “la experiencia vital de la inmensa mayoría de los presentes   suponía una especie de biografía compartida, ya que su influencia en los muy distintos trabajos y responsabilidades expuestos enriquecían mutuamente, de manera extraordinaria, lo realizado”. Personalmente, he tenido el privilegio de conocerle, aprender de él y con él, compartir todas sus líneas de actuación y guía de sus diferentes proyectos y contribución a la academia, la sociedad y el ámbito profesional. Más allá de ser su alumno (siempre), de estudiar sus informes y enseñanzas iniciales de los años 80, me adentré en el mundo de la clusterización de la economía y su, entonces incipiente teoría de la ventaja competitiva de las naciones, publicada tiempo después (La ventaja competitiva de Euskadi fue la primera aplicación completa de una estrategia de competitividad, siguiendo lo que más tarde recogía su prestigiosa y conocida obra: The Competitive Advantage of Nations). Así, en el primer gobierno vasco del Lehendakari Ardanza, nos propusimos redefinir una estrategia país, comprehensiva orientadora de “una nueva economía y sociedad” y buscamos, por el mundo, compañeros de viaje, de primer nivel, verdaderamente innovadores y transformadores, lejos de las “políticas de planificación al uso” que no satisfacían nuestras ambiciones. Desde la osadía de proponerle trabajar en la formulación de su trabajo para una estrategia de competitividad para el País Vasco, sumido entonces en una profunda crisis (industrial, económica, política, social, psicológica, de autoestima, azotado, además, por el terrorismo y la consecuente carga de imagen negativa en el exterior, además de la destrucción de vidas y economías). Desde entonces, Euskadi ha estado acompañado, de una u otra forma, por Mike, por sus consejos, opiniones, con una valoración positiva, una fuente de comunicación referente al exterior, poniéndonos en valor como referente de éxito, destacando nuestra capacidad y buen hacer como país, destacando nuestro compromiso permanente para apropiarnos de nuestro futuro construyendo una sociedad inclusiva, próspera y competitiva, pionera e innovadora, alineada con las ideas de vanguardia, estableciendo nodos colaborativos con los principales espacios clave del desarrollo a lo largo del mundo. Porter ha valorado siempre el trabajo realizado aquí, nuestro capital humano e institucional y ha reconocido, también, el aprendizaje compartido logrado.

En este largo proceso, hemos hecho un largo recorrido encontrándonos en piezas e iniciativas clave: fuimos una de las escuelas universitarias pioneras en el germen de lo que más tarde (hasta hoy) sería la Red de Microeconomía de la Competitividad (la entonces ESTE-Universidad de Deusto, hoy Deusto Business School, fue una de sus primeras escuelas pioneras en ofrecer el curso que hoy imparten 132 universidades del mundo), base, más tarde, del Instituto Vasco de Competitividad-ORKESTRA, hoy uno de los referentes internacionales en la materia (y que Porter preside como Presidente de Honor), comprometidos en la formación, investigación y generación de impacto. Desde aquí, interconectando diferentes nodos, nuestro país ha venido transitando desde las diferentes especialidades que han influido en las siempre relevantes transformaciones promovidas a lo largo del mundo del conocimiento aplicado, internando en el visionario esfuerzo por redefinir los sistemas y modelos de salud y el concepto y estrategias acuñados en su aportación académica y práctica en torno al Valor Basado en Salud, a la estandarización de los tratamientos y condiciones clínicas y médicas, los centros de salud especializados e integrales y las necesarias unidades de práctica integradas, la competitividad de regiones y ciudades, la cocreación de valor y shared value, los índices de progreso social, los nuevos roles de las empresas en sociedad, el factor local como elemento esencial y diferenciador de la competitividad, fuente de bienestar de las sociedades inclusivas o la recuperación focalizada de los distritos y ciudades en declive. Todo un proceso que ha contribuido a reforzar la apuesta de un modelo propio de desarrollo humano solidario e inclusivo, que hoy supone el claro distintivo de este país.

Por eso, celebrar a Michael E. Porter no es solamente reconocer su legado. Es nuestro compromiso individual el que ha de ponerlo en valor, en beneficio de futuras generaciones, más allá de la formalidad o institucionalización de las redes y escuelas que le sucedan. Las enseñanzas de Porter, su espíritu, superan sus muchas aportaciones concretas realizadas. Con ese legado, seguiremos cada uno “nuestro inacabable viaje hacia la competitividad y el desarrollo inclusivo”, afrontando los desafíos que alumbran desigualdad, sostenibilidad, crecimiento, desarrollo, riqueza y bienestar. Sabemos y sabremos que no habrá otro Michael E. Porter. Se configurarán nuevos Institutos, se generarán nuevos marcos y modelos conceptuales, surgirán extraordinarios profesores e investigadores, florecerán nuevos comunicadores y nuevas teorías y relevantes líderes a lo largo del mundo, generando impacto positivo en los diferentes paises. Serán, en todo caso, distintos. Aportarán nuevos caminos a recorrer y nuevos beneficios y resultados al servicio de los demás. Pero, desgraciadamente… no será igual.

Gracias Mike por habernos dado la oportunidad, generosa, de disfrutar de tu amistad y de tu grandeza. Procuraremos, con suma modestia, continuar tu propósito, formando formadores y creando impacto para nuestras Comunidades, intentando construir, día a día, un mundo mejor.

Las naciones no se construyen por individualidades exitosas, ni copian modelos de terceros, ni son fruto de iniciativas varias e inconexas en el corto plazo. Son fruto de largos recorridos, décadas al menos, y del esfuerzo compartido de sociedades comprometidas, que aspiran a un mundo mejor, día a día, al servicio de un bien común. Las personas y sus aportaciones individuales son relevantes y aportan valor diferencial, pero requieren campos de cultivo, capital humano e institucional ad hoc y, desde luego, trabajo, solidario, constante. Ayer, como hoy y mañana, hemos vivido y viviremos grandes transformaciones, enormes retos, singulares dificultades y disfrutaremos de innumerables oportunidades que habremos de afrontar y, sin duda, seremos capaces de superar. Pero eso sí, los hombres y mujeres que trabajan todos los días de su vida para construir ese mundo mejor, esta nación, son imprescindibles.