América Latina: «Hacia unas venas un poco menos abiertas…»

(Artí­culo publicado el 19 de Abril)

La semana empezaba con una imagen novedosa para la América Latina del hoy y del mañana. La reciente Cumbre de las Américas celebrada en Panamá, ofreció la tan esperada fotografí­a de los Presidentes Castro y Obama simbolizando un cambio radical -a la vez que tranquilo y silencioso- en las relaciones polí­ticas, económicas y sociales en una América que se proyecta única, bajo el esfuerzo comprometido en avanzar en la construcción de un espacio compartido, de diálogo y progreso. Cuba y Estados Unidos inician un nuevo camino ante la esperanza, compromiso y apoyo del resto de paí­ses americanos. El mundo observa, expectante, el cambio por venir.

La imagen refleja una voluntad de cambio, si bien los mandatarios y pueblos de la América del futuro no pueden olvidar el recelo histórico, las tics y comportamientos colonialistas y/o imperialistas o el desafiante menosprecio que no solo los Estados Unidos de América sino, desde otra lejaní­a, distante y diferente, Europa y Asia han ejercitado en el pasado. La aprobación generalizada a la presencia y voz de Obama en la Cumbre no es un cheque en blanco ni, por supuesto, un «borrón y cuenta nueva» sino un paso -eso sí­, muy relevante- hacia un nuevo espacio panamericano.

La extraordinaria noticia de la mencionada Cumbre ha coincidido (las interrelaciones dinámicas influyen de forma recí­proca y son pocas veces fruto del azar) con un momento especial para la América Latina: el dividendo de su crecimiento sostenido a lo largo de los últimos años como claro «balón de oxí­geno» para la Europa en crisis, espacio de garantí­a largo placista para el desarrollo externo chino y campo de transición para unos Estados Unidos redireccionando sus economí­as multinacionales del pasado hacia su «América Interna necesitada de empleo y desarrollo endógeno», coincide con un parón incierto en su crecimiento que vuelve a destacar, pese al gran avance hacia la mitigación de la pobreza, grandes distancias y desigualdad aflorando la informalidad del empleo creado, las insuficiencias fiscales para acometer el futuro deseado, la violencia y corrupción crónicas y la debilidad institucional aún presentes  en muchos de sus paí­ses. A la vez, el carácter «emergente» de sus economí­as le ha permitido aprender, con claridad, un buen número de lecciones entre las que destacan la necesidad de definir sus propias estrategias y futuro y no seguir los bí­blicos «consensos de Washington» o las recetas monocordes del pensamiento único exterior, o la condena permanente a sufrir «la maldición holandesa» traducida en nuevas versiones de monocultivos de recursos, huyendo de invertir en sus propios tejidos económicos (especialmente industriales) al servicio de sus Sociedades.

América Latina (también Estados Unidos), han aprendido que han de dirigir sus propios destinos, deben apropiarse de su futuro y han de entender el mundo internacionalizado y la creciente relación de intercambio como flujos multidireccionales en un claro juego de «ganar-ganar», profundizando en su propio desarrollo endógeno. El camino de la compra de bienes y servicios no puede ser el objetivo permanente, la «sustitución de importaciones» no puede ser una agenda económica mediática, sino que sus estrategias han de apostar por atraer bienes y servicios (compras e importaciones) comprometidos con el Paí­s de acogida en un proceso duradero de inversión real, transferencia de conocimiento, propulsión de la innovación y acceso de la población local al control y dirección de las nuevas empresas conjuntas y convergentes.

En este largo y complejo camino hacia los nuevos escenarios, son los propios Estados Unidos de América quienes han de hacer un esfuerzo especial de «simpatí­a» desde la atracción real de una nueva ciudadaní­a de origen latina con cada vez mayor presencia y voz en «América». A la vez, Latino-América ha de asumir sus aspiraciones responsables en sus espacios co-soberanos.

Y si como decí­a, la semana empezaba con esta buena noticia e imagen Cuba-USA, Obama-Castro, enseguida asistí­amos al fallecimiento de Eduardo Galeano cuyas «Venas abiertas de América Latina« y tantos otros clásicos nos han acompañado durante décadas para evitar caer en la aceptación pasiva de una dolorosa realidad. El Continente de las grandes esperanzas frustradas y de las ilusiones amenazadas que vivimos, sentimos y deseamos triunfante, en un nuevo espacio de progreso social y de igualdad queda aún lejos del logro estable y sostenible. Nuestro viejo «escuchador de voces» se ha ido. Sin duda, las venas abiertas sobre las que tantas veces advirtió no se han cerrado. La Cumbre de Panamá parecerí­a organizada en su honor recordando, a la vez, que  la esperanza y el esfuerzo solidario nos permite creer un poco más, si cabe, con nuestra querida y completa América.

Pero como decí­amos, aún son muchas las heridas abiertas y demasiados los desafí­os por superar. No en vano, como ya viene siendo habitual en toda reunión, foro o Cumbre internacional, Panamá, en el seno de su universidad, contó con un encuentro paralelo («Cumbre de los Pueblos, Sindicatos y Movimientos Sociales»), con una variopinta auto representación de 3.500 representantes que bajo el reclamo de «Una América Latina y Caribe como zona de paz y libre de colonialismo», denunciaba el espacio de intervencionismo bélico de los Estados Unidos en más de una veintena de focos rojos a lo largo del planeta y una ya conocida denuncia de los modelos económicos en curso. Esta otra Cumbre proclamaba su respaldo a los procesos internos latino americanos en favor de la solución pací­fica de los conflictos existentes, así­ como un posicionamiento en favor de la defensa y propiedad de sus recursos naturales, su compromiso con el respeto a la biodiversidad, el compromiso solidario contra la pobreza y desigualdad, la erradicación del trabajo infantil y la protección y promoción de los derechos sociales. Sin duda, anhelos universales, más allá del continente americano, a la vez que «desafiante utopí­a para su concreción en el inmediato plazo» que el propio ya mencionado Galeano llevara a la voz de los cantantes populares.

Con Galeano, «los simples escuchadores de historias», hemos de añadir una nota más. Esta misma semana, el BID (Banco Interamericano de Desarrollo) publica su Informe Macroeconómico 2015 para América Latina y Caribe. De este modo, las mismas voces oficiales presentes en Panamá, en sus otras mesas, abordan un interrogante subyacente: ¿Ante la ralentización del crecimiento global -y de América Latina- y las nuevas corrientes de consolidación fiscal en curso, cómo crecer de una manera incluyente? Para responder, acuden a un hilo conductor, «el laberinto latino americano», tratando de analizar los posibles impactos que los impactos globales pueden generar en el Continente americano. Desafí­os que constatan la alta dependencia americana de las materias primas, de los mercados de capitales globales con su influencia directa en los tipos de interés, el desigual deterioro de las «bondades» de un crudo barato (con desigual efecto en importadores y exportadores) y la aún frágil institucionalización y fortalezas fiscales y presupuestarias en buen número de paises. Un informe que anticipa tiempos complicados que «obligarí­an» a los gobiernos (y a las empresas) a renovar ajustes en sus polí­ticas y medidas con un doble objetivo irrenunciable: 1) Asegurar el avance logrado en la minoración de la pobreza y la desigualdad, y 2) Fortalecer los avances sociales (salud, educación, seguridad y protección social) en un contexto de máxima cohesión y equilibrio intrarregional. Desafí­o no exento de oportunidades pero necesitado de liderazgos firmes que recorran el ya «viejo camino de la productividad» como base esencial de un espacio de competitividad en solidaridad. No hay recetas mágicas. Sí­ compromisos y objetivos claros y por supuesto, una vez más, crecer desde dentro, desde la eficiencia, desde la apuesta compartida. En definitiva, no renunciar a un desarrollo incluyente.

En consecuencia, la foto positiva y esperanzadora Obama-Castro y lo que conlleva, encuentros paralelos con señales de descontento y reivindicación, luces rojas en el horizonte económico y nuevos espacios de oportunidad conviven en una semana protagonizada por la Cumbre Americana. Cumbre no solamente ocupada por fotografí­as, sino favorecedora de ideas, encuentros y nuevas lí­neas de trabajo como la relevancia dada a las fuerzas generadoras de desarrollo incluyente como la empleabilidad y generación de riqueza desde la base de la pirámide, desde el valor compartido empresa- sociedad, desde la planificación más allá de los simples ejercicios presupuestarios anuales, desde la reinvención de la cobertura y asistencia en salud, desde la renovación de la educación, desde el rol esperable de la desconcentración territorial y de gobernanza… Iniciativas más allá de las palabras, presentes, también, en Panamá pese a su poca presencia mediática. Compromiso en marcha. Próxima cita en Lima 2018. Todo un apasionante camino por recorrer. Trabajemos para que entonces, América Latina nos muestre «unas venas un poco menos abiertas…»

Ante las futuras elecciones… Proyectos creativos, reales, posibles.

(Artí­culo publicado el 5 de Abril)

La convocatoria oficial de las elecciones municipales, autonómicas (en 13 Comunidades Autónomas sujetas a régimen electoral ordinario) y forales (autogobierno) para el próximo 24 de mayo, abre un intenso perí­odo de ofertas de futuro en el que más allá de programas electorales y contienda polí­tica, se suceden novedosas iniciativas que pueden merecer la consideración ciudadana.

Es por tanto, un perí­odo propicio para la revisión de iniciativas que puedan servir, sobre todo, para proyectar el futuro de nuestros pueblos y ciudades, a la vez que contar con bases reales de evaluación de quienes sugieren o piden nuestro voto y respaldo. Al derecho a elegir se une el compromiso y responsabilidad en torno al modelo o proyecto del que queramos formar parte. En este panorama de proyectos, quisiera señalar uno de los muchos en curso, como ejemplo tanto de un largo proceso desde su idea original hasta su próxima ejecución final, como de alternativas realistas observables a lo largo del mundo. Un ejemplo más a tener en cuenta: Zorrotzaurre. Hoy, en pleno desarrollo, abordando las obras de apertura del canal de Deusto para facilitar su transformación de Pení­nsula a Isla al objeto de mitigar la «inundabilidad» de la Villa, recuperando un espacio deprimido al servicio de una nueva zona de oportunidad de uso mixto, residencial y económico, y nuevo icono motor de la Ciudad. Hoy, ya con una de sus revitalizadas «pastillas» en marcha, ofreciendo un moderno hospital, una gran empresa de Ingenierí­a y Servicios y alumbrando nuevas infraestructuras de comunicación urbana. En definitiva, un proyecto en el que convergen diferentes opciones -largamente anunciadas y trabajadas- en su entorno, en Punta Zorroza, en Basurto-Olabeaga desde la imparable búsqueda, por sus responsables, de otros usos e iniciativas preguntándose  sobre la viabilidad y mejor uso potencial de un viejo reto: «Zorrotzaurre Isla del Saber». Iniciativa fluctuante desde su concepción teórica hasta un mix de usos, aún por definir del todo, pasando por el compromiso de un posible «Parque Tecnológico Urbano». Este debate y análisis cobra especial relevancia en estos dí­as en que se vuelve a cuestionar el rol industrial, de servicios y/o de «especialización inteligente de las nuevas industrias creativas» y su interconexión o no con «sectores tradicionales y de apoyo» sin los que una ciudad es incapaz de operar. En medio -o como motor- según se vea, más allá de la ordenación del territorio y el uso del suelo, renacen elementos clave para la revitalización sostenible de una ciudad (en este caso Bilbao): la Universidad, la empleabilidad desde determinadas funciones y actividades, la innovación, el emprendimiento, las infraestructuras, la internacionalización y la competencia y capacidad de nuestras empresas para «hacer negocio transformando las ciudades». Compra pública, Inversión y Marcos regulatorios urbaní­sticos y fiscales, entre otros, juegan un papel diferencial. Es el momento de favorecer «proyectos marco o paraguas» que potencien acciones parciales al servicio de un futuro, renovado, de éxito. Es la apuesta por promover iniciativas de riesgo, de verdadero impacto económico y social.

Así­, tras este aparente complejo popurrí­ de vectores que parecerí­an un listado de buenas palabras más que una necesaria interacción positiva de elementos esenciales en un proyecto de éxito, se dan las piezas adecuadas para «hacer futuro».

Preguntado, hace unos dí­as, por este ya viejo proyecto propuesto allá por el año 2003, cuando desde la «Mesa de Zorrotzaurre» se daba pie a una isla que no pení­nsula, a un nuevo espacio de oportunidad que no a un abandonado y ruinoso espacio a la espera de «su momento», a la estrategia de un Puerto que optó no por renovar concesiones en el otrora canal de Deusto, sino por comprometerse en una estrategia transformadora Puerto-Ciudad, y se sentaban las bases de una macro-iniciativa que hoy va viendo nacer una nueva realidad, he vuelto la mirada hacia la Isla Roosevelt en Nueva York y hacia el  Cornell Tech de la prestigiosa Universidad norteamericana de Cornell. La universidad anuncia un revelador mensaje que sintetiza su voluntad y propósito en construir un nuevo Campus en pleno corazón de Nueva York: «Incluso en un mundo global, digital, lo local importa. Nuestro nuevo Campus reinventará la abandonada Isla de Roosevelt ante Manhattan, aportando y concentrando energí­a creativa, inspiración, talento, partenariados y alianzas, financiación, mecenazgo… y mucho más para la Ciudad. A cambio, Cornell Tech contribuye suministrando los lí­deres tecnológicos e innovadores, el conocimiento y las ideas del mañana para la Ciudad, el Paí­s y el mundo».

Allí­, la histórica Universidad con Campus al Norte del Estado (Ithaca) acordó una alianza y partenariado creativo con el Ayuntamiento de Nueva York, entonces bajo el mandato del Alcalde Bloomberg. La Ciudad cedí­a una Isla semi abandonada y decrépita (Roosevelt). Cornell ofrecí­a su experiencia y compromiso en diseñar y establecer un Campus Urbano, orientado al emprendimiento, la tecnologí­a, la innovación y el conocimiento. Iniciativa que ha ido vigorizando las ideas iniciales con innumerables acuerdos y compromisos que no hacen sino reforzar la apuesta original. Recientemente, la firma de un nuevo acuerdo ha posibilitado la creación del Jacobs Technion-Cornell Institute. El matrimonio Jacobs dona 133 MM $ -tras relevantes aportaciones a lo largo de los últimos años-, Technion (Israel) abrirá su campus internacional en la Isla, Cornell concentra su esfuerzo transformador en el Campus base con una superficie de 2 millones de pies cuadrados, nuevos espacios verdes, plazas públicas de intercambio, vivienda para 2.000 estudiantes, vivienda para 280 profesores e investigadores, 8.000 empleos permanentes, 20.000 empleos temporales durante su construcción, un «laboratorio Ciudad» único y permanente y un impacto real en el nuevo mundo del conocimiento, la investigación y el emprendimiento. Incubadoras, start ups, programas de especialidad (Conectividad y Medios, Salud, Tecnologí­a, Ingenierí­a y Ciudad) como vectores de un maridaje Universidad-Ciudad-Escuela. De esta forma, nuestro querido viejo amigo y profesor Soumitra Dutta (ex Consejero del Instituto Vasco de Competitividad) lleva su conocimiento experto (Innovación y emprendimiento), más allá de la Academia tradicional intra-universitaria, desde su Decanato en Cornell, a la ejecución práctica de un sueño en un verdadero proyecto de futuro generando impacto social. Nueva York se «recrea» y reinventa, fiel a su historia. El mecenazgo justifica su razón de ser, la Universidad convive con y al servicio de la Sociedad y la colaboración público-privada demuestra su eficiencia y aportación de Valor, además de, entre todos, a dar un verdadero sentido a la internacionalización.

Por supuesto que Zorrotzaurre no es Roosevelt. Sabemos que Bilbao y Nueva York somos «vecinos distintos y distantes» si bien compartimos, históricamente, puntos en común. Entre otros, compartimos el premio Lee Kuan Yew de las Ciudades. Ambos hemos sido ganadores del mismo gracias a nuestras reconocidas estrategias urbanas innovadoras y, en consecuencia, constituimos laboratorios vivos al servicio de la reinvención creativa de las Ciudades. Laboratorios comprometidos en la difusión y promoción de nuevas maneras de abordar el futuro. Bilbao, primera ciudad del mundo ganadora de este premio, fue destacada por su pensamiento y compromiso estratégico, integrando el vector económico y social en su transformación urbana Ciudad-Región. Hoy, las ideas convergentes en esta futura isla del saber son el eje conceptual de la apuesta de nuestro Paí­s. Qué mejor que unirlos en un Macro-proyecto. No existen, tampoco, dos ciudades iguales ni todas tienen ni las mismas necesidades, ni las mismas maneras o tiempos de acometer su futuro. Pero sin duda, en tiempo de proyectos, compromisos, retos, ideas y apuestas ante una cita electoral, merece la pena recordar que, más allá de las dificultades, vivimos un gran mundo de oportunidades. Una vez más, recordemos y valoremos nuestras fortalezas. Contamos con los mimbres necesarios y, a lo largo del mundo, encontramos las alianzas requeridas para hacerlos posible.

En estos dí­as preelectorales alumbramos una nueva esperanza hacia el camino de la superación de la crisis. Al parecer, las viejas y equivocadas recetas de la mal llamada austeridad, han dado paso al «estí­mulo del crecimiento y la demanda interna». Parece el momento adecuado para acelerar la inversión en casa.

 Merece la pena apostar. Zorrotzaurre es un buen espacio de futuro.

Lee Kuan Yew: Cuando los liderazgos marcan el camino

En Mayo de 2010, con ocasión de la presentación pública del Primer Premio Lee Kuan Yew de Ciudades concedido a Bilbao, tuve la oportunidad de conocer, personalmente, a Lee Kuan Yew en una breve visita protocolaria. Me obsequió con una edición de sus Memorias, de obligada lectura para comprender la historia de Singapur.

Desde mis primeros contactos y visita a Singapur en los años 80, interesado en el Economic Development Board y su dirección por Philip Yeo, con quien tuve la oportunidad de compartir el reducido grupo de «practitioners» que iniciamos el diseño de estrategias públicas de clusterización de la mano de Michael Porter colaborando en la elaboración del primer Curso Audiovisual sobre la «Ventaja Competitiva de las Naciones» que ofreció la Universidad de Harvard, he seguido con enorme interés el desarrollo de Singapur. Su primera Visión 2020 «Raí­ces y Alas» ha dado pie a múltiples estrategias nacionales; su enfoque en soluciones vs. problemas para hacer de la escasez de recursos (El Agua por el Acuerdo original de su independencia de Malasia, o el suelo dada su limitada superficie) su fuente de innovación y prosperidad. Precisamente, detrás de los premios Lee Kuan Yew en materia de «Innovación desde el Agua» y «Ciudades: Soluciones Urbanas Innovadoras», se enmarcan los vectores esenciales de sus estrategias de futuro, pretendiendo acceder a la vanguardia del conocimiento sobre el que construir una estrategia avanzada de internacionalización tratando de atraer y retener talento, identificar aquellos «socios» que aporten conocimiento coopetitivo y garanticen la prosperidad e independencia de esta otrora «colonia pobre y castigada en manos de Malasia», que dirí­a el llamado padre de la patria cuando lideró un milagro reinventando el mapa del Sudeste asiático, rompiendo con el estatus predefinido que asignaba a la vieja base moral británica un rol dependiente y minoritario en una diseñada Federación de Malasia. La voluntad por dotarse de su propio destino, de dotar de una fuerza aspiracional a esa minorí­a china sin horizonte diferencial, provocó el nacimiento de una nación en condiciones de riesgo y dificultad hasta llegar hoy a ser un referente en el espacio de las Ciudades-Estado, abierto al mundo, plenamente internacionalizado y escuela de múltiples iniciativas y logros.

Con la relación y alianzas con Singapur, hemos compartido iniciativas en torno a la competitividad (sobre todo de Ciudades), a la generación de espacios y territorios en cooperación inter-naciones (como sus polí­gonos y distritos industriales de gestión propia pero ubicados en Batam-Indonesia), la clusterización logí­stica y portuaria, el diseño de las ciudades del futuro, polí­ticas de innovación, generación de cadenas globales de valor añadido, esquemas de promoción y financiación de la innovación, la ciencia y la tecnologí­a, formación de excelencia para estudiantes en el extranjero y la dotación de infraestructuras esenciales. Todo un proceso dinámico y cambiante desde la voluntad de dotarse de su propio futuro.

No obstante, hoy, ante el fallecimiento de Lee Kuan Yew, surge la duda ante su controvertida figura y las sombras del «modelo democrático» del Paí­s junto con el éxito económico y de cohesión social. Singapur es, también, un Paí­s y Modelo en transición, recorriendo (e impulsando a la vez) la transformación de todo ese nuevo espacio ASEAN que pretende ofrecer a sus 600 millones de habitantes un espacio común, más allá de un Mercado, en el que la democracia participativa real, el bienestar y la cohesión social constituyan pilares esenciales de su modelo.

Lee Kuan Yew se va observando este movimiento, habiendo sentado las bases para facilitar el proceso. Ojalá, más allá de su singular historia personal, sus luces prevalezcan e iluminen un futuro de éxito al servicio de su Sociedad.

Hoy, le despedimos con el reconocimiento de un liderazgo que ayudó, de manera determinante, a forjar una nación y a movilizar millones de esfuerzos e iniciativas individuales y colectivas para llevar esa pequeña nación, Ciudad-Región, Ciudad-Estado, a concebir un modelo singular, de relevancia mundial.

Ciudades, Cultura, Futuro…

(Artí­culo publicado el 22 de Marzo)

A lo largo de esta semana, como si se tratara de un homenaje-celebración en el primer aniversario del fallecimiento de Iñaki Azkuna, el nuevo AZKUNA ZENTROA- Alhóndiga de Bilbao, acoge la reunión de la Comisión de Cultura de la Asociación Mundial de Ciudades y Gobiernos Locales, plataforma mundial de organizaciones y redes para «aprender, cooperar y promover polí­ticas y programas sobre el papel de la cultura en el desarrollo sostenible». Su Agenda 21 de la Cultura, lanzada hace ya diez años, pretende reforzar los llamados «pilares de la sostenibilidad» que dieron pie a la creación de iniciativas subvencionadas desde los organismos públicos al objeto de adecuar determinadas buenas prácticas, de la mano de un benchmarking global, a las iniciativas y presupuestos públicos en el ámbito local, con un marco inicial centrado en los conceptos asociables al desarrollo sostenible. La inmensa mayorí­a de nuestros municipios siguieron ese camino.

Más tarde, la cultura pasó a integrarse como un vector clave, irrumpiendo con el propósito de facilitar el desarrollo desde un compromiso local con los derechos humanos, la diversidad cultural, la sostenibilidad, la democracia participativa y la generación de condiciones para la paz. Sin duda, un compromiso desafiante y complejo cuyo logro supera, con creces, el cumplimiento de normas homologables o certificaciones de obligado cumplimiento normativo y formal.

Hoy, el citado encuentro no reviste una especial novedad en cuánto a que sea precisamente Bilbao su anfitrión y que cientos de representantes de toda tipologí­a de entes a lo largo del mundo nos visiten. Bilbao, en su dinámica renovadora es un referente internacional del imparable proceso de protagonismo de las Ciudades como el nuevo jugador integrado de la creciente mundialización globalizada y la cada vez más relevante identidad y pertenencia que el desarrollo natural de las personas demanda en las diferentes comunidades. Bilbao es un icono de la transición conceptual hacia una nueva percepción de la cultura (y en especial de sus infraestructuras tractoras), también, como elemento tractor del desarrollo regional, económico, social, configurador de nuevos espacios de urbanización sostenible, integración y fuente de riqueza y empleo. Sin duda, cuando hace ya veinte años el mundo asistió al llamado «efecto Guggenheim Bilbao», la cultura sorprendió a todos demostrando que más allá de sí­ misma, su propia esencia y valores no suponí­an «un fondo de gasto», sino un poderoso motor y fuente de inversión generadora de riqueza a largo plazo, fuente de innovación y creatividad, lazo de internacionalización, red de atracción y acogida de turismo e inversión y, por supuesto, espacio educativo de primer orden. A partir de ese momento, parecerí­a que en Bilbao-Euskadi no habrí­a de sorprendernos el protagonismo Cultura-Ciudad Región y pasamos a observar su desarrollo mundial como si de algo ordinario, natural y permanente se tratara. Pasaban a ser conceptos «de toda la vida».

Hoy, sin duda, una de las lí­neas fuerza del pensamiento universal pasa por las ciudades, desde que hace tan solo pocos años, por primera vez en la historia de la humanidad, la mayorí­a de la población mundial vive en los núcleos urbanos y no en el medio rural, de modo que el «nuevo urbanita» es demandante, además, de nuevas soluciones y modos de vida (vivienda, movilidad, relación empleo-ocio-vivienda, educación, servicios públicos, gobernanza…) a la vez que son las propias Ciudades-Región el novedoso concepto espacial y cultural que posibilita la consideración de todo núcleo urbano y su área de influencia real y natural, más allá de lí­mites administrativos, entidades polí­ticas, geografí­as o dimensión fí­sica, foco de atención para cualquier análisis socio-económico y/o de ordenación del territorio, además de las nuevas fuentes de polí­tica y gobernanza esperable y área de competitividad, bienestar y desarrollo. En detrimento de los Estados, son estos nuevos jugadores los espacios naturales de atención. Así­, Bilbao-Bizkaia, Bilbao Next, Bilbao-Euskadi, Euskal Hiria… son mucho más que ideas o reclamos de marketing y componen un lenguaje comprensible y de uso común entre nosotros.

A lo largo del mundo, estos conceptos e ideas dan lugar a innumerables iniciativas y plataformas que, teniendo a la Ciudad Región como referente en lo económico, en lo polí­tico y en lo social , abordan bien su compleja globalidad o los diferentes pilares o vectores que la definen. Todas las aproximaciones a su estudio aportan valor si bien son múltiples los rankings y modelos simplificados que pretenden homologaciones artificiales prescindiendo, precisamente, de la cultura, la identidad, el sentido de pertenencia, el propósito de sus comunidades, la conformación de su capital humano, sus propias instituciones, su voluntad o no de autogobernarse, su participación o no en la ví­a democrática y la transparencia y gestión de sus propias estrategias además de su deseo colectivo de apropiarse o no de su propio destino y proyecto de futuro. Atrás han quedado, afortunadamente, aquellas concepciones erróneas de loa años 80 cuando la simplista apelación al benchmarking y a la copia de las «prácticas habituales», las ciudades se clasifican por etiquetas funcionales y condenaban su desarrollo a «planificadas categorí­as diferenciadoras». De ese modo, nuestra Donostia San Sebastián era cultural, Gasteiz administrativa y Bilbao financiera. Ciudades que condenaban su futuro a una predeterminación unipropósito, impidiendo su conversión en «ciudades completas». Afortunadamente, también en esto, fuimos contra corriente, favoreciendo iniciativas de las que hoy disfrutamos, habiendo generado nuevos espacios completos, incluyentes, con una rica aportación cultural que, además, ha facilitado el desarrollo de otros vectores económicos y sociales al servicio de sus habitantes (y visitantes), motores clave del desarrollo logrado. Así­, este ejemplo Bilbao-Euskadi es hoy un lugar común en el mundo. La interrelación, la clusterización de las actividades asociables (Cultura-Economí­a-Territorio) responden a la manera de entender las ciudades. Ciudades obligadas a buscar su propio ADN sobre el que construir sus propias estrategias diferenciadas que refuercen su sentido de pertenencia e identidad, garanticen conectividad universal y sean, además de vivibles, motores en sí­ mismas de su propio desarrollo y fuente de trabajo de sus empresas.

En la inauguración de la citada Cumbre Internacional, el Alcalde de Bilbao, Ibon Areso, destacaba los nuevos tiempos y las nuevas realidades. Hablaba del «Bilbao Mestizo» e insistí­a en la necesidad de observar esta realidad como fuente de oportunidades y advertí­a del peligro en levantar barreras desde la óptica del problema. Coincidiendo con este mensaje, la revista «The Economist» en su último número de esta semana, dedica un reportaje especial a la población latina o hispana en Estados Unidos de América. Explica el rápido tránsito de una minorí­a, que siempre vivió allí­ desde sus orí­genes mexicanos, que se vio integrada por las nuevas emigraciones «blancas» que, llegadas a posteriori de Europa, crearon un Estados Unidos que les consideró extraños y que hoy, emerge como la potencial población mayoritaria en un buen número de regiones y en al menos uno de cada cuatro estadounidenses a mediados de siglo. Su lengua, el castellano, convive con el inglés, domina amplios espacios de vida y provoca cambios imposibles de aceptar hace pocos años. Movimiento que influyen en los nuevos sistemas educativos, en los modos de gobernanza, en las relaciones con los paí­ses origen, en la economí­a local y, también, en las nuevas infraestructurales culturales y, por supuesto, económicas, además de configurar nuevas Ciudades Región como el acelerado avance transformador San Diego-Tijuana con aeropuerto internacional, compartido y transfronterizo en una de las fronteras «más calientes y de mayor tráfico» del mundo. Un ejemplo más de estas nuevas realidades.

Historia, identidad, cultura, nuevas soluciones urbanas, nuevas configuraciones espaciales y, sobre todo, aspiraciones diferenciales de sus poblaciones. Ciudades Región y Cultura: dos vectores asociados e inseparables para construir el futuro.

¿Existen ví­as y fuentes de crecimiento?

(Artí­culo publicado el 8 de Marzo)

En una reciente entrevista para una revista internacional de economí­a y empresa, la periodista me pedí­a un diagnóstico y valoración de la situación económica en Euskadi, España y Europa en contraposición a un escenario rico en iniciativas, de las que vení­amos hablando, como las que encontramos en algunos paí­ses emergentes, en pleno crecimiento y en un claro ambiente de oportunidades. Tras una breve a la vez que intensa introducción en la que me señalaba una larga lista de noticias de primera página publicadas en los últimos dí­as en la prensa local, reseñando un desolador panorama repleto de casos abiertos de corrupción sangrante, confrontación polí­tico-mediática, conflicto verbal España-Grecia en torno a un hipotético rescate, una Vicepresidenta del Congreso jugando al Candy Crush en pleno «Debate de la Nación», con una España sumida en un paro galopante y desmedido con escasos planes de recuperación en el próximo decenio y  declaraciones de lí­deres empresariales asiáticos manifestando su nulo interés en lo que pasaba en Europa, calificándola como «Jurassic-Disney», parecí­a sugerirme respuestas poco esperanzadoras. Todo un bombardeo depresivo que obligaba a entrar en un ciclo pesimista entre la mediocridad, la  negación de la bondad irremplazable de la polí­tica y los gobiernos, la pérdida de valores y oportunidades y la ausencia de confianza en un potencial futuro de bienestar y prosperidad equitativo e incluyente para nuestros ciudadanos de la vieja Europa, una desigual y compleja salida para una España en plena encrucijada y un escenario incierto para Euskadi a la búsqueda de nuevos horizontes.

Sin embargo, desde el optimismo obligado al que hemos de sumarnos para superar el fatalismo inducido, huyendo de esta aproximación que me llevarí­a al pesimismo crónico y al desánimo e inacción, opté por evitar el «diálogo en corto» y echar mano de un reciente artí­culo de Trudi Lang, Directora de Prospectiva Estratégica en el World Economic Forum de Ginebra. Como coordinadora de una influyente Comunidad de Debate y Propuestas cuyo objetivo es el de «sacar a la superficie cambios y tendencias ocultas que iluminen un nuevo futuro desde las agendas globales», se ocupaba de reunir un buen número de datos e informaciones destacables que habrí­an de llevar a observar un futuro prometedor y esperanzado. Así­, echando mano de prestigiosos autores, se preguntaba «¿de dónde puede venir el crecimiento económico?», pregunta tantas veces formulada y pocas veces contestada. Para iniciar su invitación al futuro utilizaba un reclamo en el que, sin duda, reparamos muy poco: «El 95% de los cientí­ficos que han vivido, hoy, siguen activos» (Peter Schwartz), lo que le lleva a sugerir que aunque no sepamos concretar las fuentes de riqueza y empleo del mañana, podemos reducir nuestras preocupaciones y temores ya que, con esa base, nuevas «cosas, caminos, soluciones» llegarán. En especial, si somos capaces de mitigar la brecha entre el conocimiento cientí­fico, las aplicaciones tecnológicas y las demandas sociales, si logramos dotarlas  de la financiación y gestión adecuadas, si exploramos y asumimos el riesgo de llevar adelante las buenas ideas, y si acertamos con el auténtico enlace colaborativo con la empresa y la sociedad. De esta forma, desde las ciencias de la salud, la energí­a y el medio ambiente, la movilidad e infraestructura, las demandas y servicios creativos y educativos y la manufactura inteligente, el reclamo alimentario y de las ciudades, así­ como nuevos espacios urbanistas innovadores requeridos, el mundo de demandas y necesidades sociales encontrará soluciones esperables. A partir de esta provocativa invitación, el acceso a «la internet de las cosas», la formalidad de una economí­a aún excluyente, la inevitabilidad de nuevos instrumentos y esquemas financieros con una nueva gobernanza y la recuperación del valor de gobiernos, de la polí­tica y de la empresa al servicio de ese nuevo futuro, podremos ofrecer espacios para soñar.

Un sueño posible. Concluida la entrevista, un tanto preocupado por haber caí­do en un excesivo optimismo, huyendo del pesimismo inicial, y ya de vuelta en Euskadi, escuchaba a uno de los jóvenes talentos de éxito que han llamado la atención en nuestro Paí­s en estos dí­as. Ander Ramos-Murguialday, investigador destacado de Tecnalia y de la Universidad de Tubinga, explicaba con gran pasión e ilusión su trabajo en el campo de la neurotecnologí­a. Describí­a sus proyectos de los últimos 5 años desde sus pasos iniciales en la antigua Fatronik y sus aspiraciones de futuro. Enfermedades como el ELA, disfunciones graves, para más de 2.000 millones de personas a lo largo del mundo, afectadas  por trastornos e ictus paralizantes, albergan esperanzas gracias a la interdisciplinariedad de la robótica, la mecatrónica, electrónica y salud en el marco de interacciones colaborativas desde la excelencia de Euskadi, en conexión con otras vanguardias del conocimiento en el mundo. Inversión, esfuerzo, compromisos, tejido industrial y necesidades sociales (salud), como fuente de riqueza (economí­a y negocio, también), son una luz, real, para la esperanza.

Nuevas maneras de establecer el diálogo máquina-cerebro, la conversación entre medicina, psicologí­a, neurologí­a e ingenierí­a. El nuevo mundo de la economí­a, industria y tecnologí­a colaborativa. Es uno de los muchos ejemplos, de las múltiples iniciativas que nos llenan de ilusión, refuerzan la capacidad de Euskadi como Centro de Excelencia en múltiples áreas de futuro y permiten contemplar un futuro realista, ilusionante y posible. Ejemplo y reflexiones que nos llevan a repensar sobre las nuevas lí­neas de pensamiento económico: ¿Vamos a sucumbir a la crisis creyendo en un fatalismo determinista que desaparece en un ciclo concreto para continuar igual hasta la siguiente embestida o, por el contrario, vamos a apostar por nuevos contextos y  modos de abordar el futuro? Solo depende de nosotros. Allí­ fuera hay un infinito espacio de oportunidades por explorar. Desde nuestra base de excelencia, transitemos la brecha entre las necesidades y las soluciones, sabiendo que ni toda iniciativa resultará exitosa, ni todo proyecto es alcanzable. Pero sin las bases adecuadas, las personas apasionadas, formadas y comprometidas, el no éxito sí­ que está garantizado.

En esta misma lí­nea, haciéndose eco de la nueva realidad tecnologí­a-sociedad ya presente en el modelo de negocio de las principales empresas (y Paí­ses) de éxito, Mckinsey publica en estos dí­as una nueva lí­nea de apuesta  para el crecimiento: «La era de Oro del Marketing» que, gracias a la convergencia de la investigación, inteligencia comercial y Big Data con la «sustancia esencial» de cada negocio y su historia verdadera (pasión-compromiso), vuelve a poner en el incremento de ingresos y no en la reducción de costes, la ví­a del crecimiento y la rentabilidad. Es decir, focalizar el pensamiento en lo que está por venir y hacer, la innovación hacia nuevas cosas, diferentes soluciones, distintos modelos, repensando la forma de generar valor.

Definitivamente, si bien es verdad que hay demasiados nubarrones en el horizonte, y que determinada mediocridad y desafección respecto del compromiso y el valor imprescindible de la polí­tica, de los gobiernos y de la verdadera colaboración público-privada, nos rodea y aplasta, así­ como el tópico generalizado de una simplista concepción de la «población educada» y una peligrosa identificación de los derechos fundamentales con derecho a todo, que hoy, sin compromiso y contrapartidas personales parecerí­an haberse instalado entre nosotros, no es menos cierta la existencia de un gran espacio para la confianza. Más allá de la incertidumbre, existen nuevas maneras para crecer y generar el bienestar deseado. Destaquemos los buenos ejemplos y trabajemos de su mano. Nunca como hoy, aunque pudiera no parecerlo, hemos tenido tantas fortalezas para construir un futuro deseable. Sin duda, existen -a nuestro alcance- nuevas y diferentes ví­as de crecimiento, riqueza y bienestar.

La Ventaja Competitiva de las Naciones. 25 años orientando el futuro.

(Artí­culo publicado el 22 de Marzo)

Hace ya veinticinco años, veí­a la luz el libro de Michael E. Porter, «La Ventaja competitiva de las Naciones», reforzando su liderazgo intelectual, ya ampliamente acreditado en sus dos grandes éxitos previos: «Estrategia Competitiva» y «Ventaja Competitiva» que habrí­an revolucionado el pensamiento estratégico empresarial, trascendiendo de la Academia desde su solidez y rigor investigador, influyendo en las decisiones de polí­ticas públicas y empresariales.

La nueva contribución de Porter iba más allá del mundo de la empresa para construir un nuevo paradigma, explorando aquello  que hací­a que las naciones, más allá de sus empresas e industrias, prosperasen. Su trabajo rompí­a la hasta entonces bicentenaria teorí­a de la «ventaja comparativa de las naciones» para dar paso a la «ventaja competitiva«. Una nueva y clarificadora respuesta, abrí­a las puertas a nuevas ví­as para la competitividad internacional. Porter empezaba su libro con una simple pregunta: ¿Por qué determinados grupos sociales, instituciones, entidades económicas y naciones avanzan y prosperan?

Como el mismo Porter explicaba entonces, su principal atención en años precedentes habí­a sido la empresa, y sus grandes éxitos nos dotaron de marcos de análisis y estudio, hoy todaví­a no solo vigentes, sino esenciales para cualquier aproximación o entendimiento de la empresa, las industrias y mercados en los que operan, así­ como sus diferentes interacciones en las ya entonces señaladas por él como industrias y firmas globales. Su «Cadena de Valor», su «Diamante competitivo», su esquema de «Las Cinco Fuerzas», su diferenciación estratégica empresarial, parecen haber llegado para quedarse, sobre cuyas bases esenciales nuevos profesores, empresarios, lí­deres y estrategas construyen «matizaciones», alternativas, nuevos modelos, marcos y apuestas. Hasta entonces y con ese enorme y cualificado bagaje, el trabajo de Porter habí­a concedido un escaso protagonismo a los gobiernos y limitada apuesta por su rol principal e imprescindible ante una cierta visión negativista y generalizada sobre quienes hasta entonces consideraban a la «polí­tica industrial» como un juego de ganadores y perdedores a discreción de la elección polí­tica, con una determinada interferencia en el «buen hacer» de los mercados libres, arrastrando una confusa interpretación del concepto de competitividad, escasa medición de su impacto en el desarrollo económico y de los territorios y paí­ses, reforzado en un nulo compromiso real entre los silos académicos, polí­ticos, empresariales y sindicales.

A partir de este trabajo, Porter, otorga un rol esencial a los hoy llamados «eco sistemas empresariales», resaltando la enorme importancia e influencia de los gobiernos y sus polí­ticas, la imprescindible economí­a colaborativa, las organizaciones extendidas más allá de la propia empresa, la clusterización de las economí­as con la esencial preponderancia de lo local como plataforma insustituible del resultado diferenciado y próspero. En este viaje, Porter anticipa un nuevo marco de análisis, «El Diamante Competitivo» (de las Naciones) en el que los diferentes niveles de gobierno incidieran, de desigual forma pero siempre relevante, en cada uno de los 4 vértices convergentes que lo contení­an (la importancia de los factores de la demanda, la orientación decisiva a los mercados y la manera de afrontarlos, las estrategias, rivalidad y configuración-comportamiento de las empresas en un espacio determinado, y el grado de integración de la necesaria constelación de cadenas de valor en el propio territorio en cuestión), sometidos al doble impacto de las polí­ticas públicas (existentes o no) y del momento (suerte, cadena de acontecimientos externos tractores o no de la estrategia, etc.). Entonces, la relevante importancia de las polí­ticas sociales no cobraba la importancia que a lo largo del tiempo y hoy, más que nunca, resulta evidente y esencial.

Hoy, al celebrar este veinticinco aniversario y recordando en y desde Euskadi, el enorme impacto de aquellas ideas llevadas a la práctica, no cabe sino felicitarnos por partida doble: 1) por haber sido el primer lugar (nación no Estado, además) en que se aplicó de manera estratégica y completa su nueva teorí­a y paradigma, adelantándonos a su propia publicación desde las bases de sus investigaciones y recomendaciones iniciales, contando con su asesoramiento personal experto, y 2) por haber mantenido, profundizado y contribuido a lo largo de estos largos años a redibujar estrategias y polí­ticas para la competitividad en solidaridad y bienestar, con un resultado exitoso ampliamente reconocido a lo largo del mundo.

En Euskadi hemos aprendido (y seguimos aprendiendo) muchí­simo de Porter. A su vez, él también ha aprendido de nuestro trabajo conjunto. Juntos hemos reforzado el rol a jugar por los gobiernos en diferentes modelos estables de coopetencia público-privada y público-público; hemos entendido el verdadero rol y organización permanente de la clusterización de la economí­a, rompiendo el clasicismo del sector industrial determinado por conceptos de mercado-producto del pasado dando paso a concepciones diversas, pluridisciplinares, multi industria y diferenciables mercado a mercado; hemos comprendido el impacto competitivo de la identidad y el sentido de pertenencia; hemos profundizado y logrado el desarrollo conjunto -a la vez- de las polí­ticas y redes de bienestar (educación, sanidad, servicios sociales…) y económicas y la importancia en no separar su ejecución temporal, dejando el reparto de la riqueza a los resultados excedentarios del buen hacer «económico»; hemos comprendido el verdadero sentido de la dimensión y el tamaño empresarial definido, no por el de cada unidad económica empresarial, sino el del Valor de una red con la que interactúa, superando también aquí­, la transición de conceptos analógicos fijos a digitales dinámicos; y hemos sabido anticiparnos a la realidad del difí­cil balance entre una economí­a cada vez más mundializada con el efecto diferencial de su localización en el complejo diálogo local y local, asistiendo a las demandas reales y legí­timas de los gobiernos, paí­ses y regiones, por un mayor protagonismo en sus propias estrategias sin el complejo de quienes asimilan proteccionismo y reduccionismo, con diferenciación de polí­ticas adecuadas para realidades distintas al servicio de la prosperidad de las sociedades….

Veinticinco años después, celebramos -con gratitud- el éxito y contribución de tan importante legado activo. Y, sobre todo, observamos con ilusión que esto, lejos de ser historia auto contemplativa, no es sino la sólida fortaleza para afrontar el futuro. Hoy Michael Porter, abandera todo un nuevo paradigma a través de las «iniciativas de valor compartido y progreso social«. El nuevo índice de Progreso Social que lidera, su co-liderazgo con Mike Kramer en la «Shared Value Initiative» y su continua labor como «formador de formadores» para la competitividad y la prosperidad desde la red MOC (Microeconomí­a en Competitividad) con una extensa implicación de 120 Universidades en los cinco continentes (red en la que el Caso del Paí­s Vasco ocupa un lugar destacado en su material de estudio desde su prestigioso Instituto de Estrategia y Competitividad en Harvard, paraguas de su obra), y desde sus contribuciones diferenciadas en el «nuevo» «Health Value» (el Valor de la Salud para el Paciente) en su largo e intenso compromiso con los nuevos sistemas de salud para todos, suponen los ejes vectores de lo que él llama «la nueva etapa de la Competitividad». Una etapa que, en sus propias palabras, predice que «los modelos de negocio de éxito en el futuro, serán aquellos que satisfagan las necesidades sociales» del mundo.

En Euskadi, hoy, veinticinco años después, contemplamos su extraordinaria herencia y disfrutamos de su guí­a e impulso en las nuevas iniciativas y corrientes de futuro. Hace veinticinco años, en escenarios de crisis y ruina, necesitábamos un nuevo paradigma. Su «Ventaja Competitiva de las Naciones» nos ayudó a recorrer un nuevo camino hacia la prosperidad. Hoy creemos entender y saber por qué las naciones, como las empresas, las industrias, instituciones y sociedades prosperan. El camino es largo y complejo pero conocemos la trayectoria por recorrer. Tenemos las ideas, recursos y compromisos necesarios para «desbloquear» todas aquellas llaves, candados y obstáculos que bloquean nuestra competitividad. Es tiempo de abrirlos.

Hace veinticinco años, uno de los grandes maestros de la estrategia y premio nobel de Economí­a, Robert M. Solow, desde el otro lado del Rio Charles, «frontera más que fí­sica», separadora de su M.I.T. (Instituto Tecnológico de Massachusetts) y su competidora Universidad de Harvard, presentaba el libro de Porter destacando que el «nuevo paradigma que propone, se basa en la clásica manera de formularlos: sólida investigación, probado rigor académico y práctico, compañeros de viaje responsables de diseñar y aplicar sus recomendaciones». Simplemente eso.

Los actuales desafí­os no hacen sino redoblar el valor de su contribución. Hoy, sus conceptos siguen vigentes y el mundo está mejor preparado para comprender sus propuestas de entonces como un simple desarrollo natural de su teorí­as. La realidad nos ha venido a situar ante la evidencia de los resultados y, sobre todo del proceso. Si hoy Euskadi es un referente en este campo y materia de estudio mundial, no es por haber copiado un texto extraordinario, sino por haberlo interpretado de forma adecuada, integrarlo en su propia necesidad y realidad, incorporarlo a su identidad y cultura y asumirlo como base de un complejo proceso de avance y mejor permanente tras un claro para qué: «Construir un paí­s y una sociedad próspera. Un modelo completo de competitividad en solidaridad».

¡Son la confianza y la microeconomí­a, estúpido! ¿Estaremos en condiciones de confiar la prosperidad al crecimiento global prometido?

(Artí­culo publicado el 8 de Febrero)

Dos referencias mediáticas parecen estar concentrando la atención en el debate económico (y socio-polí­tico) mundial, que la profundidad y duración de la última crisis que iniciamos hace ya más de siete años ha orientado hacia el cuestionamiento, no solo de las polí­ticas concretas a aplicar para su superación, sino a la revisión y reconsideración del otrora modelo o paradigma del crecimiento como vector determinante del espacio de bienestar, sostenible y deseado.

Por un lado, el fenómeno Pickety  ha hecho de la simbiosis capitalismo-desigualdad un foco de análisis, debate y controversia dominante. En paralelo, la crisis griega y la novedosa irrupción del fenómeno Syriza, han puesto de moda al ministro greco-australiano, Yanis Varoufakis, en plena gira paneuropea predicando la necesidad de una significativa ruptura respecto de la polí­tica dominante del momento: una troika dirigente implantando órganos decisorios democráticos de libre elección, una austeridad como mantra anunciadora de un futuro único, rescates al mundo financiero y a los Estados «incumplidores» de unas recetas «objetivas» en términos de porcentajes máximos de endeudamiento, gasto público y pruebas de stress (iguales para todos más allá de sus modelos institucionales, bonanza pública, tejido económico, aspiraciones de futuro…) y sus efectos en la falta de un modelo creí­ble de futuro, mientas la desigualdad (renta, empleo, servicios, bienestar…) aumenta en términos reales y percibidos, absolutos o relativos según el caso. Más allá de la incógnita de la llamada Grexit, el interés por conocer un desenlace alternativo acapara la atención.

Ya el propio Varoufakis en su metáfora predictiva del «Minotauro Global» que publicara en 2013 nos llevaba, desde su pesimismo imposible, a volver la vista hacia los Estados Unidos como únicos lí­deres capaces de enfrentarse a sus propios errores para destruir el monstruo Wall Street, generador del reciclaje de excedentes y beneficios netos, fruto del éxito de unos pocos paí­ses de cuyo seno emergen pequeños ganadores a lo largo del tiempo, y clama, a la vez, por una apuesta favorecedora de un nuevo crecimiento incluyente y social, intentando convencer a propios y extraños de la necesidad de crecer, sí­, pero haciéndolo de manera diferente a la actual y en tiempos diferentes, acelerando su extensión a todos los ciudadanos y paí­ses bajo el control de sus gobiernos democráticos. Ya entonces confesaba que, muy a su pesar, solamente Estados Unidos tendrí­a la confianza y capacidad suficientes para romper el equivocado modelo generado, aunque lo hiciera por interés propio. Un crecimiento y liderazgo que dejarí­a los beneficios en los mismos creadores del problema y beneficiarios parciales de la desigualdad creciente. Sus teorí­as de ayer se traducen en los nuevos culpables de hoy que señala como Alemania, el Benelux y la exportadora Escandinavia en Europa, así­ como sus nuevos compañeros de viaje, Japón (pese a su recesión crónica) y los nuevos emergentes selectos. Un viaje complejo cuyo resultado final parece distar mucho de lo que proponí­a en su avance académico.

Mucho hemos escrito en esta columna sobre el propio cuestionamiento del crecimiento y el «cí­rculo virtuoso» del pasado (crecimiento-empleo-riqueza-bienestar para todos), dando paso a la necesidad de «nuevos modelos de riqueza y prosperidad incluyente». En esta lí­nea de reflexión, un último trabajo publicado por Mackenzie aborda el tema haciéndose una doble pregunta de gran interés: ¿Podemos salvar el crecimiento a largo plazo?, desarrollando un análisis histórico que nos llevarí­a a sospechar que se trata de una quimera que, en realidad, solamente nos ha acompañado unas pocas décadas y, además, de manera desigual. Adicionalmente, su segunda pregunta resultará mucho más atractiva: ¿En dónde buscar razones o fuentes para el crecimiento deseado? Y es aquí­, en donde Mackenzie nos ofrece un ejercicio de aproximación recogiendo una serie de respuestas de un nutrido grupo de pensadores. Sus respuestas, como desgraciadamente no cabí­a esperar fuera de otra manera, dan por clave única o principal sus respectivas áreas de responsabilidad y rol personal actual. La variedad de las mismas se resumirí­a en la ya explorada apertura de mercados libres y globales, o la confianza en la demanda China y su particular recorrido hacia la prosperidad, o la inestabilidad de una coherente coordinación de polí­ticas macroeconómicas a lo largo del mundo o de una serie de apuntes especí­ficos que generan una cierta oportunidad por explorar o confiar: las ciudades y la urbanización mundial de la población como motor de actividad, o la reconsideración del potencial y tratamiento creativo de la inmigración, la paridad e igualdad de la mujer generadora de un nuevo y diferente empleo o, la siempre presente propuesta innovadora a la búsqueda de «nuevas ideas y su difusión».

Lo interesante de este ejercicio es que, más allá de una u otra solución concreta, la capacidad creativa de la humanidad, demuestra una potencial generación de soluciones y compromisos, abriendo un lugar a la esperanza transformadora de un determinismo sin futuro gestionable que parece extenderse, por momentos, desde el pesimismo crónico instalado en nuestras sociedades.

Hoy, además de algunas de las ideas ya mencionadas, surgen con fuerza diferentes movimientos no conformistas que ponen el acento en las necesidades y demandas o desafí­os sociales como las verdaderas fuentes de riqueza, empleo y prosperidad, como el cada vez más extendido movimiento del «Valor compartido empresa-sociedad y el progreso social, más allá del crecimiento del producto interno bruto bajo el impulso decidido, entre otros, de Michael Porter y Mike Kramer, ya tantas veces citados en estas colaboraciones. En esta lí­nea hace ya años que invitábamos, ante la pregunta de cuáles habrí­an de ser las apuestas de Euskadi, por ejemplo, a reformular las dificultades en términos de convertir sus problemas en soluciones, sus necesidades en oportunidades. Así­, por ejemplo, el envejecimiento, la inmigración, las complejidades y restricciones demográficas, la inadecuación de la formación a la empleabilidad, las dificultades de gobernanza, los déficits en determinadas infraestructuras, la escasez de energí­a, el deterioro medio ambiental, la decisión individual de la empresa y tejido económico, las ciudades en su estado previo… lejos de convertirse en un dato estadí­stico y coyuntural negativo, son y deben ser, nuestras fuentes de riqueza, empleo y prosperidad. A medida que profundizamos en vectores macroeconómicos y globales como renta global, (y, supuestamente, uniforme para todos) nos alejamos de proyectos, iniciativas y compromisos especí­ficos, identificables, gestionables y motivantes. Los análisis y soluciones globales son imprescindibles, la coordinación de polí­ticas también. Pero, sobre todo, las necesidades palpables y las respuestas y soluciones inmediatas y próximas, marcan la diferencia. Tenemos las oportunidades de ese crecimiento incluyente delante de nosotros, en nuestra propia casa.

Y en esta lí­nea, merece la pena destacar un par de aspectos y trabajos de interés que pueden ayudarnos a continuar construyendo futuro y no padeciendo el pasado. Trabajos ambos, en el mundo de la confianza, tal y como dirí­an las voces de la disrupción necesidad-solución: ¡Es la confianza, estúpido!

En estos dí­as, llamaba la atención la publicación de algunas conclusiones del «2015 Edelman Trust Barometer» señalando el enorme gap existente en la confianza ciudadana y las acciones de los gobiernos y las empresas: el 80% de los ciudadanos consultados, en 27 mercados y paí­ses diferentes, desconfí­an en una o en las dos «Instituciones» (empresas y gobiernos). 21 paí­ses se sitúan por debajo del 50%. ¿Han de preocuparse los responsables de esta información en la formulación, decisión y aplicación de sus polí­ticas y decisiones? El propio Banco Mundial se preguntaba hace dí­as al respecto y destacaba la necesidad de un importante cambio de timón y hací­a referencia a la vieja frase mediática asimilable: «¡Es la confianza, estúpido!», poniendo en valor la influencia de factores no cuantitativos en la toma de decisiones.

Llama la atención que si bien se aprecia una creciente mejorí­a (y reconocimiento generalizado) de la percepción pública de una sustancial mejorí­a en la transparencia, en las polí­ticas de gobernanza, en el grado de participación de los diferentes stake holders, así­ como de iniciativas de compromiso y responsabilidad social corporativa, tanto en los gobiernos como en las empresas, la «confianza global» en ellos siga suspendiendo. Resulta preocupante que cuando todo llevarí­a a pensar en la necesidad de directrices y liderazgos fiables, la desafección y desesperanza se generalicen.

A la contra, pese a este estado negativista de las cosas, encontramos pensadores y pensamientos positivos que refuerzan la esperanza. Tal es el caso del último libro  de Will Hutton, cuyo avance se ha presentado estos dí­as, empeñado en aportar un soplo esperanzador de futuro, adentrándose en la necesidad de provocar un cambio en la concepción de nuevos espacios de encuentro o enlace en ese esfuerzo imprescindible por «reinventar el capitalismo», recuperar los principios de una justa, eficiente y equitativa economí­a social de mercado o abordar una nueva economí­a colaborativa e igualitaria, según la orientación ideológica de quien se lo proponga. Hutton provoca contra los malos tiempos y proclama (y defiende con argumentos) que «no llevará mucho tiempo hacer de Gran Bretaña el Estado más dinámico de Europa» basado en las fortalezas internas, en un enfoque propio y esencialmente microeconómico por y para los ciudadanos, respondiendo a sus necesidades reales, próximas y vitales mientas otros se ocupan de directrices exclusivamente globales difí­cilmente aplicables en beneficio de todos. Su libro, «How good we can be» («Qué tan buenos podemos llegar a ser») es un buen alegato para enfrentar el gran desafí­o: «La desigualdad se ha convertido en el máximo reto de todo ser ético y moral».

En definitiva, nuevos aires recorren el mundo con una preocupación y desafí­o comunes. Si ganamos la confianza y buscamos soluciones próximas a nuestras necesidades sociales, estaremos en condiciones de crecer en prosperidad y bienestar. De lo contrario, la ola de la inequidad y la desigualdad terminará arrastrándonos.

«No dejes que la realidad te estropee un buen titular»… A vueltas con la economí­a española

(Artí­culo publicado el 25 de Enero)

Quienes se hayan dejado instruir por los titulares de prensa y las noticias «pí­ldora» aparecidas en los últimos dí­as en los medios de comunicación en el Estado español, pensarán que la economí­a española con el gobierno de Rajoy al frente «ha superado la crisis y ha pasado a liderar el crecimiento y desarrollo europeo», convirtiéndose en el modelo a seguir con el aval internacional y, en especial, del Fondo Monetario Internacional. Desgraciadamente, una simple lectura de la propia comunicación del FMI del pasado 19 de Enero («Perspectivas de la Economí­a Mundial») y su cruce con unas pocas opiniones, informes y análisis vendrí­a a estropear los titulares mediáticos y a empañar la campaña iniciada por el gobierno español soportada en una clave e hilo conductor de sus mensajes: la recuperación económica es un hecho. Fase publicitaria que hace de algunos indicadores, sin duda positivos  (o mejor dicho, menos malos que los precedentes desde la posición de partida tras largos siete años de hundimiento generalizado), una cuestionable sensación de salida de la crisis y, sobre todo, del futuro esperable.

Conviene empezar por señalar que el Fondo Monetario Internacional (FMI) y sus perspectivas de la economí­a mundial, no representan el «Santo Grial» ni han demostrado, a lo largo de su historia, un elevado grado de certeza ni mucho menos de consenso y acierto. Digamos también, que acercarse a la valoración y gestión de estrategias de largo plazo desde monitoreo y sensores del cortí­simo plazo, impiden dibujar escenarios adecuados para tomar decisiones transformadoras como la gestión de la economí­a post crisis aconseja. Dicho esto, añadamos que lo publicado esta semana no es sino una actualización, burocrática y ordinaria de su Informe para 2014. Este ejercicio no ha hecho sino actualizar sus proyecciones del pasado Octubre incorporando las principales variables observables entre Septiembre y Enero. Constataciones, eso sí­, destacables que el propio Organismo resume: 1) Elevadí­sima caí­da de los precios del petróleo (en torno al 60% de descenso) que señala, provocará más efectos negativos que positivos traducidos en una preocupante debilidad inversora; 2) Una revisión a la baja del crecimiento mundial para el bienio 2015-2016 (3,5% y 3,7%); 3) Mayor vulnerabilidad financiera, sobre todo en los paí­ses emergentes; 4) Deflación o bajos í­ndices de inflación -sobre todo en la eurozona- profundizando el estancamiento. Señalados estos factores condicionantes de sus previsiones, destaca cómo, a excepción de Estados Unidos, ninguna de las grandes economí­as exportadoras mejora. China, Rusia, la Eurozona, Japón (en recesión técnica) ven reducidas sus previsiones de crecimiento, agravan su rol exportador y aflorarán un efecto negativo incapaz de contrarrestar las oportunidades de la reducción en las facturas energéticas y de deuda. El propio Estados Unidos sufrirá el efecto contrario de la apreciación del dólar, impactando de forma negativa su «competencia exportadora». Adicionalmente, más allá del petróleo, las economí­as emergentes verán empeorar el mercado exportador de las materias primas y ralentizarán su euforia inversora y atracción de capitales. Así­ con este marco, su «Cí­rculo Virtuoso» (mayor confianza, mayor consumo e inversión, mayor crecimiento) se refiere a una supuesta economí­a global, proyectada sobre un modelo con hipótesis fijas y escasamente integradas y sinérgicas. Escenarios observables globales que, a posteriori, pretenden traducir a espacios regionales o «nacionales», amigables gobierno a gobierno en más que negociadas redacciones. Así­, su traslado, paí­s a paí­s, les ha llevado a destacar el crecimiento de España y Grecia y trasmitir, en palabras de su Economista Jefe, Olivier Blanchard, que «España presenta algunas bondades como reducir los salarios» y «advertir del riesgo a populismos que no quieren formar parte del Euro» (¿Se referirá al Reino Unido, Noruega, USA… o a PODEMOS, en una observación fuera de contexto?), en un intento por adecuar su análisis a la coyuntura electoral de hoy mismo en Grecia y a la mencionada campaña Rajoy. Su pretendido cí­rculo virtuoso quiebra cuando se cuestiona la confianza en determinados gobiernos, la inversión brilla por su ausencia ante los modelos de presupuestos públicos y la falta de estrategias públicas transformadoras y la simple proyección aritmética de un escenario de desempleo escandaloso e inasumible como dato al parecer inamovible, la escasa correlación crecimiento del PIB y la generación real e igualitaria de riqueza, bienestar y desarrollo incluyente.

El FMI sí­ anticipa «ganadores» o beneficiarios potenciales de los cambios observados: las economí­as avanzadas capaces de absorber el efecto energético y el entorno financiero y monetario para favorecer sus expectativas de alto valor añadido, y los gobiernos con Ideas y Proyectos de Transformación y futuro que puedan ver reducida la carga de su deuda y, desde el liderazgo  y  la estabilidad, dirigir un nuevo espacio de estí­mulo creativo. Así­ las cosas y siguiendo este rotundo mensaje, contrastamos el Informe con la realidad de la economí­a española: 1) ¿Una economí­a avanzada como vanguardia exportadora? Esta misma semana, Rosa Garcí­a, Presidenta de Siemens Iberia decí­a  que «España no invierte en Tecnologí­a y se ha quedado obsoleta»,  y «no parece que sea capaz de acometer la 4ª Renovación Industrial 4.0 en marcha»; 2) ¿Un buen momento para la dirección firme, estable y creí­ble de su gobierno? 2015 será un año electoral (en casi todos los niveles, municipales, forales, autonómicas, generales, con plebiscitos incluidos) con la irrupción, al menos en sondeos electorales, de nuevas fuerzas polí­ticas en un previsible cambio de escenario. Año perdido para acometer las reformas necesarias que hasta hoy han brillado por su ausencia; 3) Esta misma semana, Price Waterhouse Coopers, hací­a público un informe en el que destacaba una leve mejorí­a de la confianza empresarial, si bien destacaba cómo el principal riesgo observable es «la incertidumbre geo-polí­tica» con el 86% de los encuestados; muy por encima de otros factores de riesgo (también elevados) que lastran el desarrollo y recuperación de la economí­a española (sistema regulatorio, gestión de la deuda pública, desempleo, fiscalidad, falta de acceso real al crédito…); 4) Si a esto añadimos las referencias permanentes a destacar que «España no ha hecho sus deberes, no ha abordado la reforma de su modelo económico, está inmersa en un debate generalizado de corrupción percibida y las previsiones de desempleo para el 2019 se sitúan en el 22% contra el 8,2% del año 2007, no parece que el potencial beneficiario sea, precisamente, la economí­a española y sus ciudadanos. En esta lí­nea, además, atendiendo a los «índices de Responsabilidad Individual» que publica el Euro barómetro, observamos que el porcentaje de la población española que precisa que su vida está determinada por sus propias acciones y no por las de los demás, es tan solo del 17%, contra el 72% en Estados Unidos, el 50% en el Reino Unido o el 29% en Noruega, por ejemplo. Es decir, lo que no hagan los gobiernos o el resto de economí­as o los demás, difí­cilmente se hará en esa Sociedad «lí­der y ejemplo» que el gobierno Rajoy anuncia. He aquí­ una causa más que explicarí­a el limitado esfuerzo emprendedor e innovador de la economí­a en cuestión.

En definitiva, una lectura no mediática del mencionado Informe parecerí­a llevarnos a conclusiones distintas a las pregonadas por el gobierno español. Por tanto, pese a que estropeemos el titular, hemos de resaltar la necesidad de acometer otras polí­ticas. No necesariamente el 2019 tiene que ofrecer un 22% de desempleo. España no se lo puede permitir y ningún gobierno puede aceptar ese destino. Esta misma semana, sin ir más lejos, en el seno del encuentro de Davos que acoge uno de los relevantes debates en torno a los grandes riesgos de la economí­a y la Sociedad en el mundo, el primer ministro de Irlanda, Enda Kenny, explicaba en un panel sobre «Dos Desafí­os gemelos para Europa: Crecimiento y Estabilidad desde su Competitividad», la vuelta de su Paí­s y su economí­a a la recuperación y su estrategia hacia el pleno empleo en 2018. Irlanda pasó de ser un referente internacional por su «milagro financiero, de internacionalización y desarrollo» a un espacio del fracaso. Se hundió y fue uno de los primeros rescatados por la UE y el FMI, llevándose por delante, empleo, ilusiones, prosperidad y gobiernos. Kenny entró a liderar un gobierno de coalición que tuvo que empezar por lidiar y desmontar, en sus propias palabras, «Un Inasumible Plan penalizador de las personas y de nuestro futuro». Tras unos años de penuria, reforma, polí­ticas negociadas y recuperación de la confianza internacional y la interacción público-privada, en 2013 salieron del rescate y hoy, en el seno de la eurozona, recuperada su economí­a, anuncia, alejándose de cualquier autocomplacencia, con un desempleo por debajo de la media de la Unión Europea, su nuevo reto tras una «Nueva estrategia de Desarrollo» bajo un desafí­o y pilar objetivo: el pleno empleo en 2018. ¿Una quimera?, ¿Una apuesta hueca? En todo caso, la demostración de que existen opciones e intenciones distintas al simple mantenimiento de pensamientos del pasado avocados a escenarios no deseables. Estos retos y apuestas diferenciadas, de ilusión y confianza existen y son posibles. Eso sí­, no son alcanzables en metas e informes trimestrales, ni con medidas aisladas y coyunturales. Pero son el tipo de desafí­os que justifican la existencia del liderazgo polí­tico e Institucional, empeñados en la búsqueda del bienestar de las Sociedades a las que sirven. En consecuencia, un mensaje de confianza y de ilusión pero desde la realidad observable y el compromiso activo y no desde la propaganda.

Que duda cabe que la situación va a mejor, en un tránsito aún largo y complejo. Asistimos a un momento en el que la constatación de las polí­ticas equivocadas del pasado son cuestionadas y se abren espacios de cambio. Nuevas ventanas de oportunidad y nuevas posibilidades. Pero, ante todo, realismo y optimismo activo y comprometido con nuevos escenarios. Es el momento de poner el acento en los objetivos y las polí­ticas e instrumentos para lograrlo y no del marketing falaz y sin contenidos, pese a que ni el mensaje ni el titular sea el que nuestros publicistas y directores de campaña aconsejen.