Un Nobel en Bilbao. El desafí­o del desarrollo incluyente.

(Artí­culo publicado el 31 de Mayo)

Con ocasión del XXX Aniversario de la firma vasca de inversión y banca privada, FINECO, promotora del renacimiento de Bolsa de Bilbao y de su Plaza Financiera tras el inicio globalizador y centralizador de la ya vieja Ley del Mercado de Valores del 88 que provocó el entonces llamado «Big Bang español», disfrutamos el pasado lunes del privilegio de escuchar en Bilbao al Premio Nobel de Economí­a, Michael Spence.

La entrevista-coloquio-disertación con el profesor Spence empezaba con una pregunta que nos permite entrar en comentarios, no solamente de clara actualidad, sino sobre un tema-debate que nos acompañará, sin duda, en las próximas décadas: el crecimiento incluyente. Se preguntaba al profesor si creí­a que sus investigaciones reconocidas con el Nobel habrí­an contribuido al desarrollo de la sociedad y en qué medida la información asimétrica e imperfecta en los mercados -base tanto de su tesis doctoral como del motivo directo del premio- determina no solo su estructura y comportamiento, sino la calidad, fiabilidad y acierto o fracaso de las decisiones para la inversión. Pero más allá de esta pregunta introducción al trabajo valorado y premiado con el máximo reconocimiento, al oí­r esta y otra de sus respuestas orientadas al mercado, al comportamiento de los diferentes bloques (América, Asia, Europa) y a la incertidumbre del inversor de la mano de las decisiones macroeconómicas al uso (tipos de interés, paridad de las monedas, austeridad o inversión…) de significado  interés y relevancia, sin duda, por mi parte, pretendí­a abstraerme del momento y profundizar en otros aspectos esenciales de su legado: el desarrollo económico más allá del crecimiento… y de la economí­a.

A lo largo de su conferencia tuvimos la oportunidad de reencontrarnos con muchas de sus aportaciones de gran interés y valor, tanto para entender el verdadero desafí­o económico y social del momento, como el adentrarnos en las corrientes de pensamiento y debate que nos acompañan y acompañarán en las próximas décadas más allá de coyunturas y crisis como la actual.

Michael Spence es «uno de los tres premios Nobel que han venido en los últimos años a Bilbao» tal y como era presentado en el mencionado acto. Tanto él como Joseph Stiglitz no solamente compartieron el Nobel (junto con George Akerlof), sino que hoy comparten un punto de partida en la reflexión hacia el Crecimiento Incluyente, a sus dudas razonables y razonadas sobre el PIB como indicador clave del desarrollo y sobre todo, el amplio mundo de factores que determinan el desarrollo más allá de los elementos y fundamentos clásicos. En su libro, «La próxima Convergencia: el futuro del desarrollo económico», contribuye no solo con un gran análisis de los comportamientos de la economí­a (en especial en los paí­ses en desarrollo) y la convergencia entre modelos de desarrollo en economí­as diversas cerrando el gap entre los emergentes y los avanzados, sino que nos permite comprender otros muchos elementos clave que terminan explicando  la prosperidad de las personas y las diferentes sociedades y Territorios en que viven. Como explicara también en su intervención en Bilbao, el Desarrollo Económico no es cuestión solo de economí­a, sino que la polí­tica, la gobernanza, las Instituciones, el capital humano y social, los intangibles, la cultura y las aspiraciones de las diferentes sociedades resultan determinantes.

En esta lí­nea, comentaba al principio de este artí­culo, la presencia de tres nobeles en Bilbao. Stiglitz, abandera todo un movimiento en favor de este «Crecimiento, desarrollo y progreso social» desde el conocimiento y aprendizaje como fuentes de creación de una nueva sociedad y el tercero, Al Gore, más allá de su lucha en facilitar la economí­a verde, real, como motor no solo de la respuesta al cambio climático, sino de las nuevas fuentes de empleo, negocio y bienestar, proclama la necesidad de la «nueva polí­tica», con mayúsculas, para diseñar nuevos modelos de desarrollo recordando que los marcos fijos (polí­ticos, normativos, legales, estructuras de gobernanza y geo-polí­ticas) han dejado de ser el «software del futuro» en favor del conocimiento, la tecnologí­a y la innovación. Ese nuevo software, con la ventaja de ser «renovable» permite que sucesivos y diversos representantes de las demandas sociales, transformen las pautas del pensamiento socio-económico y su desarrollo.

Hoy, en consecuencia, desigualdad, pobreza, nuevas demandas sociales, desempleo, aspiraciones de identidad y polí­ticas, se integran con fuerza en los determinantes irrenunciables de una nueva corriente de pensamiento. Una economí­a y sociedad, compartiendo valor desde el momento mismo de su diseño que, a la vez, se asienta no en el temor a un imposible o a un mundo negativista, sino a escenarios positivos, repletos de oportunidades, favorecedores de un mejor futuro para las nuevas generaciones pese a las apariencias y estadí­stica en curso.

Más allá del momento de la valoración y reconocimiento con nada menos que con un premio Nobel, los ejemplos comentados son auténticos activos que contribuyen e impactan en nuestra sociedad. Spence, desde su protagonismo como presidente de la Comisión de Desarrollo (Crecimiento y bienestar) en el Banco Mundial o desde el Consejo Asesor para Nuevos Modelos de Crecimiento en el Foro Económico Mundial, es un buen ejemplo y referente. El desafí­o de un nuevo mundo inclusivo, de la búsqueda de la convergencia estratégica empresa-sociedad (Porter-Kramer), y de la apuesta por invertir en prosperidad y desarrollo inclusivo, se generalizan a lo largo del mundo.

Todo un movimiento en proceso que exige coopetencia. Y Spence nos dejaba una gran enseñanza: recordaba cómo, precisamente al concluir la segunda guerra mundial, los paí­ses enfrentados en una de las mayores destrucciones humanas, «coopitieron», colaborando más allá de sus posiciones y estrategias concretas en uno de los mayores movimientos de recuperación económica. Y, más tarde, en sus aportaciones habituales desde su influyente foro del WEF, insistí­a sobre los peligros de este «mundo de desinversión» en el que nos hemos metido. Recuerda como «los lí­deres mundiales adoptaron una perspectiva de largo plazo. Reconocieron que las perspectivas de reducción de deuda de sus paí­ses dependí­an del crecimiento económico nominal, y que sus perspectivas de crecimiento económico -para no mencionar una paz continuada- dependí­an de una recuperación a nivel mundial. De modo que utilizaron -y hasta tensaron- sus balances para inversión, abriéndose al mismo tiempo al comercio internacional, ayudando así­ a restablecer la demanda« y añade una clara crí­tica tanto a los niveles como a la calidad de la inversión, desde la ausencia de cooperación interdependiente a lo largo del mundo, calificándolos de inadecuados, haciendo un llamamiento a impulsar el crecimiento económico, generar una demanda adicional y fomentar la inversión pública.

¿Generará el impacto deseable la voz de un Premio Nobel? Esta misma semana, Europa ha aprobado, por fin, el Plan Juncker. Se supone que se trata de un ambicioso plan de inversiones que ha de impulsar el crecimiento y favorecer la necesaria recuperación tantas veces reclamada en contraposición a la mal llamada austeridad imperante.

 Hoy, muy lejos de aquel escenario de post guerra, las necesidades y demandas sociales reclaman, exigen, nuevos modelos de desarrollo. Hacia un crecimiento económico por, desde y para las personas. Un crecimiento incluyente. Modelos que no son responsabilidad única de agentes económicos autónomos, sino de la voluntad y compromiso de todos los actores.

En fin. Mensajes emitidos. En pocos dí­as, en pequeñas y próximas parcelas de decisión polí­tica, nuevos dirigentes, nuevos programas y nuevos planes. Confiemos que también aquí­ se hayan escuchado estas voces.

ECONOMíA: ¿Desde la bicicleta electoral o desde el gabinete de estudios?

(Artí­culo publicado el dí­a 17 de Mayo)

Hace unos dí­as, veí­amos a un feliz  Presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, ofreciendo una «mini rueda de prensa»,  desde una bicicleta eléctrica, cubriendo el espacio electoral de su partido, encabezando el pelotón de sus candidatas madrileñas. Sonriente, mostraba los logros en su oferta de servicios públicos a los ciudadanos   (las bicicletas municipales) a la vez que «recordaba el éxito de su acción de gobierno salvando a la España pre crisis para convertirla en todo un modelo valorado por propios y extraños». Al calor del proceso electoral en curso, además, se preguntaba: «¿quién hubiera pensado que en tan pocos años í­bamos a ser capaces de darle la vuelta a este Paí­s que nos habí­an destrozado las polí­ticas socialistas, superar la crisis, volver a crear empleo y convertirnos en el número uno del crecimiento europeo y ser la envidia de nuestros colegas?»

Sin embargo, su euforia electoral (por cierto  en una campaña, discursos y programas más apropiada para candidatos gestores de municipios, Comunidades Autónomas y polí­ticas microeconómicas que no para las de un candidato a Presidente del gobierno central) no llegaba en buen momento, coincidiendo con la aprobación, esta misma semana, del «Acuerdo de recomendaciones especí­ficas por Paí­s 2015 de la Comisión Europea», de cuya lectura, más allá de la redacción generalmente amable del estilo comunitario, se desprenden preocupantes valoraciones, relevantes crí­ticas al estado de la economí­a española y una seria incertidumbre sobre su futuro. Sus amigos y colegas no parecen formar parte de ese grupo de envidiosos de sus logros, que dijera Rajoy.

El mencionado informe (y aprobación formal de la Comisión) fija las diferentes recomendaciones (en realidad, imposiciones oficiales de obligado cumplimiento e intervención presupuestaria tras el pacto de fin de semana con el que nos sorprendieran PP-PSOE en su «acuerdo del Aperitivo» para modificar la «inamovible» Constitución Española), en su afán por garantizar la estabilidad presupuestaria europea, supeditando toda polí­tica propia a las directrices macro y cifras objetivo de laboratorio bruselense cuyos resultados, dicho sea de paso, han retrasado cualquier abismo de recuperación a la vez que han dejado a un buen número de ciudadanos y empresas en el camino. En todo caso, directrices de polí­tica económica de los Estados Miembro para el period 2015-2016. Recomendaciones que inciden (en este caso para todos) en el «nuevo rumbo» de la Comisión Juncker en su tardí­o impulso a los estí­mulos para la creación de empleo, crecimiento e inversión, desde la responsabilidad fiscal y presupuestaria, «aprovechando los sí­ntomas de recuperación que el nuevo escenario y coyuntura mundial ofrece». Recomendaciones que, según nos recuerdan en su propio texto normativo, «tratan de alentar esfuerzos de los gobiernos nacionales, en especial de los más rezagados y necesitados de polí­ticas de empleo y protección social, proponiendo mecanismos de control y seguimiento así­ como orientaciones de reformas necesarias».

Y es precisamente aquí­ en donde observamos la falta de sintoní­a entre el discurso Rajoy y las posiciones reales de la Comisión Europea. No es precisamente una manera de celebrar y compartir la euforia del Presidente y su gobierno  el comprobar que la Comisión sitúa a España en el grupo de los paí­ses cuyos desequilibrios «requieren medidas urgentes, especial seguimiento y control», que recuerde que España continúa en la categorí­a de Paí­s en Desequilibrio Macroeconómico, que sigue inmerso en el paquete de «procedimientos de Déficit Excesivo» y que, en consecuencia, al margen de determinados avances, se destaca, entre otras cosas, su elevadí­sima deuda (pública y privada) que lastra su potencial crecimiento y desarrollo, que su desempleo no solamente alcanza cifras insostenibles sino que su calidad y segmentación «imposibilitan un escenario de futuro acorde con las propuestas de la Europa del 2020″ y que, como veremos más adelante, muestra enormes dudas sobre un futuro de crecimiento, bienestar y sostenibilidad….

Así­, esa tan «extraordinaria y positiva valoración de mis colegas» que publicitara Rajoy, parecerí­a haberle impedido leer con detenimiento el Informe completo emitido y su aplicación práctica en las recetas presupuestarias por cumplir tras el Acuerdo de la Comisión. Si su gobierno ha querido poner el acento en la macroeconomí­a y sus desequilibrios, son demasiadas las luces rojas y borrones que le recomiendan desde Bruselas, no solamente cuestionando los logros y resultados obtenidos sino, sobre todo, las expectativas de futuro. El «Informe amigo» señala el deterioro en su balanza exterior con una significativa pérdida en su posición exportadora agravada por el incremento excesivo de las importaciones asociadas, excesiva dependencia energética no corregida pese a la modificación favorable de los precios del petróleo en la coyuntura mundial actual, la concentración geográfica de los paí­ses destino otrora fuente refugio de la crisis y que se vuelve contra un desarrollo sostenible ante la propia ralentización en su crecimiento actual, la tipologí­a de productos y servicios exportados de una escasa tecnologí­a y valor añadido diferenciado, las crecientes y lógicas demandas y exigencias de los paí­ses emergentes cuyo desarrollo y partenariado explican parte del éxito pasado español y que, obviamente, se vuelven más exigentes hacia la obligación de implantaciones reales y no operaciones puntuales de venta desde el Paí­s origen, el tamaño y número de las empresas internacionalizadas, la continua competencia de nuevos jugadores. Adicionalmente, se anticipa el impacto de la pérdida de confianza y credibilidad de determinados mercados exteriores  (corrupción, imagen y marca Paí­s, fallidos contratos de Estado, compra pública internacional dirigida…). Y los redactores continúan: un desempleo elevado con excesivo paro de larga duración, empleabilidad dual, escasa adecuación oferta esperable y demanda, escasa cualificación entre la población demandante de empleo, con un elevado riesgo de exclusión y ruptura de la cohesión social. Situación aún más preocupante, si cabe, por altas tasas de abandono y fracaso escolar, escasa cualificación profesional y elevado grado de desocupación entre la población que solamente ha trabajado en la construcción en actividades de limitado valor ante cambios necesarios en el modelo de desarrollo…

Y, tras este panorama, además, a Europa le preocupa su propio diagnóstico por el impacto adicional que pudiera tener sobre otros Estados Miembro. Sus retos y desafí­os exigen renovadas polí­ticas que impulsen y aceleren inversiones, públicas y privadas, y destinan un larguí­simo listado de propuestas, recomendaciones y reformas inevitables que, en su opinión, España, su Gobierno, sus empresas y sociedad civil habrí­an de acometer en los próximos años. Un largo recetario hacia una verdadera competitividad-paí­s que requiere estrategias regionalizadas, eficientes, adecuadas a los muy diferentes niveles de desarrollo y tejido económico de cada Comunidad Autónoma. La energí­a y una polí­tica estable, coherente y competitiva es demandada. Se reclama una verdadera apuesta en Investigación y desarrollo y se resalta una escasa valoración de su gobernanza, financiación y orientación. No se permiten hacer valoraciones del impacto presupuestario real de las diferentes modificaciones fiscales reclamando una verdadera arquitectura global, una auténtica reforma radical de la Administración Pública, y una genérica solicitud de reformas estructurales en el funcionamiento y regulación de los servicios profesionales y «un contexto de negocios pro empresa hacia una competitividad real y sostenible». Cuestionan la información estadí­stica facilitada. Finalmente, entre el diagnóstico y las recomendaciones, incluyen la consabida crí­tica a la administración de justicia, a la educación en sus diferentes niveles y a la inadecuación formación-empleo.

En fin. Si bajar de la bicicleta electoral y abstraerse del triunfalismo en competencia partidaria posibilitara leer los informes completos, trascender de los comentarios coloquiales de los amigos y adentrase en sus documentos, diagnósticos y recomendaciones, darí­a pie a análisis más sensatos. El hecho de constatar que la salida de una larga recesión, enfilar la resolución de un rescate como al que se sometió a la economí­a española, acometer las polí­ticas dictadas desde la troika, participar de una nueva coyuntura mundial y acceder a un nuevo rumbo de intervención y estí­mulo al crecimiento, desde la Unión Europea, no debe impedir  entender que el proceso de recuperación es lento, complejo y aún distante. Parecerí­a que nos estamos acercando al punto inicial del precipicio al que empezamos a caer de manera lenta e intensa a la vez, que el recorrido ha sido enorme y que, desgraciadamente, volvemos a un punto con menores niveles de bienestar y prosperidad. Se necesita empezar por reconocer (o entender) que la nueva ruta está llena de dificultades. Vistas así­ las cosas, la actitud dominante apostarí­a por la necesidad de cambios radicales, de estrategias (nuevas y distintas) para lograr un futuro diferente. Europa y su Comisión pueden equivocarse (también en esta ocasión) pero son demasiadas las luces rojas encendidas.

Seguramente, los electores prefieren un gobernante al mando de una compleja y desafiante estrategia de futuro, arriesgada pero ilusionante, antes que a un improvisado deportista en el sillí­n de una bicicleta eléctrica con un discurso difí­cilmente contrastable. De esta forma, además, los propios colegas europeos pudieran cambiar su discurso (no su diagnóstico), animando a una transformación radical de este Estado y su economí­a (y, seguramente, de Europa).

¿Construyendo espacios propios en un mundo global?

(Artí­culo publicado el dí­a 3 de Mayo)

Si bien hoy en dí­a resulta casi imposible aludir a la globalización de empresas, mercados y culturas a la hora de abordar cualquier tipo de análisis económico, polí­tico e incluso social, así­ como recurrir a este difuso concepto como si de un dogma claro se tratara para explicar cualquier necesidad de cambio (comportamiento y actitud de las empresas y trabajadores, polí­ticas públicas, modelos de crecimiento y desarrollo económico, escenarios de futuro), sigue sin resultar evidente ni su verdadero contenido, ni la «magia creativa y benéfica» que ofrece al ciudadano, pueblos, sociedad en general o empresas en particular. Hacemos, eso sí­, de la internacionalización, de las interacciones comerciales y sociales a lo largo del mundo, un eje esencial e irrenunciable de cualquier estrategia de éxito, sea en el ámbito que sea.

No obstante, el debate real sobre globalización está abierto y, sin embargo, son pocos -considerando su impacto y utilización conceptual masiva- quienes se adentran en su profundo análisis y menos aún en la determinación del impacto concreto que produce en nuestras vidas.

En este contexto, uno de los académicos estudiosos de estos conceptos, desde su óptica favorable a la globalización como opción, es el profesor de estrategia Pankaj Ghemawat (World 3.0). En estos dí­as, bajo su co-dirección con su colega de MIT Steven Altman, la compañí­a «global» DHL  ha publicado el «índice 2014 de la conectividad global», en aplicación básica de su conocida teorí­a y marco de las distancias CAGE (culturales, administrativas, geográficas y económicas) que, entiende, determinan la interacción o no entre empresas y paí­ses en su largo proceso de internacionalización.

De esta forma, el mencionado índice, que pretende preguntarse ¿qué tan globalizado está el mundo?, nos ofrece una serie de aproximaciones a posibles respuestas clave, profundizando en variables e indicadores desde cuatro grandes apartados presentes en la toma de decisiones de quienes se convierten en los verdaderos agentes y lí­deres de esa «Connectedness« (o capacidad para la conectividad): 1) Su distribución y presencia geográfica, 2) La profundidad o relevancia con la que desarrolla su internacionalización, 3) La fortaleza con que inciden en sus polí­ticas y actuaciones y 4) El grado de discrecionalidad con el que deciden estar o no en un determinado paí­s y lo que hacen o quieren hacer en él. La resultante explicarí­a, en este caso, y entre otras cosas, qué paí­ses «dominan» el medallero de la globalización. Resultado: Nueve de los diez primeros son europeos; el otro, cabecera del Sudeste asiático (Singapur). Así­, el liderazgo clave corresponde a Holanda, seguido de Irlanda, Paí­ses Bajos (Bélgica y Luxemburgo), Reino Unido, Suecia, Suiza, Dinamarca y Alemania. Una vez más, í­ndice tras í­ndice (Competitividad, Progreso Social, Bienestar, Desarrollo incluyente, Desarrollo Humano…) los paí­ses pequeños o pequeños jugadores, hacen de su dimensión, de su identidad y sentido de pertenencia, de su deseo/voluntad/necesidad de una interdependencia abierta desde sus propias aspiraciones y de su capacidad de cohesión social e interna, desconcentración y control de la gestión y de las polí­ticas, de sus fortalezas institucionales internas, de la escasez de recursos naturales heredados, de su propia cualificación del capital humano y de la apropiación de su propio futuro, las ventajas competitivas garantes del éxito general al servicio del bienestar de sus ciudadanos.

El trabajo analizado (140 paí­ses que suponen el 95% de la población y el 99% del PIB mundial), focalizado en 12 categorí­as diferentes de flujos comerciales, de capital, de información y de personas, y con estadí­stica comparada desde 2005, ofrece -atendiendo a sus autores Ghemawat y Altman– una serie de conclusiones o consideraciones relevantes a tener en cuenta, más allá de «opiniones generalizadas» que, en su opinión, se asientan en una sensación colectiva no suficientemente contrastada con la realidad:

1) Pese a la sensación de haber entrado en una recuperación de la globalización, similar a los niveles pre-crisis, los flujos pre-existentes distan mucho de las ganancias potenciales estimadas en su momento.

2) Pese a la apuesta por participar de los cambios hacia los paí­ses emergentes, las compañí­as clave de las economí­as avanzadas no han realizado los necesarios cambios y adaptaciones estratégicos que los paí­ses ofrecen.

3)  Si bien estas economí­as emergentes son las que más han crecido y mejores posiciones relativas han asumido, su integración real en los flujos y cadenas globales de valor continúan siendo  limitadas  en su concreción e integración y siguen muy por detrás de las economí­as avanzadas, lí­deres.

4)  Los movimientos en CONECTIVIDAD globalizada, se concentran, fundamentalmente, en espacios intrarregionales próximos y salvo en el caso del turismo, sus flujos tienden más a contraerse que a una distante extensión.

5)  Europa es, con gran diferencia, la región más globalmente conectada (flujos comerciales y de personas) y Norte América en términos de movimientos de capital e información.

6)  El Sudeste asiático (en especial en el conjunto ASEAN aún en ví­as de convergencia y generación, a su vez, de un mercado integrado y único) es el verdadero espacio de crecimiento y resultados de eficiencia y productividad en su «globalización», por encima de los gigantes asiáticos (China y su expansión, hoy en revisión) y sus polí­ticas observables.

En definitiva, que un mundo abierto e internacionalizado ofrece enormes oportunidades y que supone una apuesta creciente no tiene duda alguna. Que la globalización es una mantra que requiere mucho más que matizaciones y que el mundo local  próximo no solo no desaparece, sino que resulta esencial y diferencial es evidente. Que los grandes «en tamaño fí­sico» no son los lí­deres o jugadores ganadores (en términos de resultados para sus ciudadanos y empresas), parece más que probado. En consecuencia, las estrategias (de Paí­s y de Empresas, así­ como de las personas en sus propias decisiones individuales) de quienes hemos de tomar decisiones, como siempre, más allá de modos o mensajes mediáticos o etiquetas comunes escasamente contrastadas, exigen de un análisis y prospectiva mucho más sofisticados que la simple escucha de mensajes generalistas o de recomendaciones parciales generadas en observaciones o experiencias coyunturales o limitadas. Definitivamente, acertar en la mundialización parece más probable desde una concepción glokalizada, donde el efecto local marca la diferencia.

Mientras más «abierto y glokal» parece convertirse el planeta, surge un mayor espacio de oportunidades de éxito para los «pequeños jugadores» interdependientes con estrategias y aspiraciones propias y diferenciadas. Una buena reflexión a aplicarnos en y desde Euskadi.

América Latina: «Hacia unas venas un poco menos abiertas…»

(Artí­culo publicado el 19 de Abril)

La semana empezaba con una imagen novedosa para la América Latina del hoy y del mañana. La reciente Cumbre de las Américas celebrada en Panamá, ofreció la tan esperada fotografí­a de los Presidentes Castro y Obama simbolizando un cambio radical -a la vez que tranquilo y silencioso- en las relaciones polí­ticas, económicas y sociales en una América que se proyecta única, bajo el esfuerzo comprometido en avanzar en la construcción de un espacio compartido, de diálogo y progreso. Cuba y Estados Unidos inician un nuevo camino ante la esperanza, compromiso y apoyo del resto de paí­ses americanos. El mundo observa, expectante, el cambio por venir.

La imagen refleja una voluntad de cambio, si bien los mandatarios y pueblos de la América del futuro no pueden olvidar el recelo histórico, las tics y comportamientos colonialistas y/o imperialistas o el desafiante menosprecio que no solo los Estados Unidos de América sino, desde otra lejaní­a, distante y diferente, Europa y Asia han ejercitado en el pasado. La aprobación generalizada a la presencia y voz de Obama en la Cumbre no es un cheque en blanco ni, por supuesto, un «borrón y cuenta nueva» sino un paso -eso sí­, muy relevante- hacia un nuevo espacio panamericano.

La extraordinaria noticia de la mencionada Cumbre ha coincidido (las interrelaciones dinámicas influyen de forma recí­proca y son pocas veces fruto del azar) con un momento especial para la América Latina: el dividendo de su crecimiento sostenido a lo largo de los últimos años como claro «balón de oxí­geno» para la Europa en crisis, espacio de garantí­a largo placista para el desarrollo externo chino y campo de transición para unos Estados Unidos redireccionando sus economí­as multinacionales del pasado hacia su «América Interna necesitada de empleo y desarrollo endógeno», coincide con un parón incierto en su crecimiento que vuelve a destacar, pese al gran avance hacia la mitigación de la pobreza, grandes distancias y desigualdad aflorando la informalidad del empleo creado, las insuficiencias fiscales para acometer el futuro deseado, la violencia y corrupción crónicas y la debilidad institucional aún presentes  en muchos de sus paí­ses. A la vez, el carácter «emergente» de sus economí­as le ha permitido aprender, con claridad, un buen número de lecciones entre las que destacan la necesidad de definir sus propias estrategias y futuro y no seguir los bí­blicos «consensos de Washington» o las recetas monocordes del pensamiento único exterior, o la condena permanente a sufrir «la maldición holandesa» traducida en nuevas versiones de monocultivos de recursos, huyendo de invertir en sus propios tejidos económicos (especialmente industriales) al servicio de sus Sociedades.

América Latina (también Estados Unidos), han aprendido que han de dirigir sus propios destinos, deben apropiarse de su futuro y han de entender el mundo internacionalizado y la creciente relación de intercambio como flujos multidireccionales en un claro juego de «ganar-ganar», profundizando en su propio desarrollo endógeno. El camino de la compra de bienes y servicios no puede ser el objetivo permanente, la «sustitución de importaciones» no puede ser una agenda económica mediática, sino que sus estrategias han de apostar por atraer bienes y servicios (compras e importaciones) comprometidos con el Paí­s de acogida en un proceso duradero de inversión real, transferencia de conocimiento, propulsión de la innovación y acceso de la población local al control y dirección de las nuevas empresas conjuntas y convergentes.

En este largo y complejo camino hacia los nuevos escenarios, son los propios Estados Unidos de América quienes han de hacer un esfuerzo especial de «simpatí­a» desde la atracción real de una nueva ciudadaní­a de origen latina con cada vez mayor presencia y voz en «América». A la vez, Latino-América ha de asumir sus aspiraciones responsables en sus espacios co-soberanos.

Y si como decí­a, la semana empezaba con esta buena noticia e imagen Cuba-USA, Obama-Castro, enseguida asistí­amos al fallecimiento de Eduardo Galeano cuyas «Venas abiertas de América Latina« y tantos otros clásicos nos han acompañado durante décadas para evitar caer en la aceptación pasiva de una dolorosa realidad. El Continente de las grandes esperanzas frustradas y de las ilusiones amenazadas que vivimos, sentimos y deseamos triunfante, en un nuevo espacio de progreso social y de igualdad queda aún lejos del logro estable y sostenible. Nuestro viejo «escuchador de voces» se ha ido. Sin duda, las venas abiertas sobre las que tantas veces advirtió no se han cerrado. La Cumbre de Panamá parecerí­a organizada en su honor recordando, a la vez, que  la esperanza y el esfuerzo solidario nos permite creer un poco más, si cabe, con nuestra querida y completa América.

Pero como decí­amos, aún son muchas las heridas abiertas y demasiados los desafí­os por superar. No en vano, como ya viene siendo habitual en toda reunión, foro o Cumbre internacional, Panamá, en el seno de su universidad, contó con un encuentro paralelo («Cumbre de los Pueblos, Sindicatos y Movimientos Sociales»), con una variopinta auto representación de 3.500 representantes que bajo el reclamo de «Una América Latina y Caribe como zona de paz y libre de colonialismo», denunciaba el espacio de intervencionismo bélico de los Estados Unidos en más de una veintena de focos rojos a lo largo del planeta y una ya conocida denuncia de los modelos económicos en curso. Esta otra Cumbre proclamaba su respaldo a los procesos internos latino americanos en favor de la solución pací­fica de los conflictos existentes, así­ como un posicionamiento en favor de la defensa y propiedad de sus recursos naturales, su compromiso con el respeto a la biodiversidad, el compromiso solidario contra la pobreza y desigualdad, la erradicación del trabajo infantil y la protección y promoción de los derechos sociales. Sin duda, anhelos universales, más allá del continente americano, a la vez que «desafiante utopí­a para su concreción en el inmediato plazo» que el propio ya mencionado Galeano llevara a la voz de los cantantes populares.

Con Galeano, «los simples escuchadores de historias», hemos de añadir una nota más. Esta misma semana, el BID (Banco Interamericano de Desarrollo) publica su Informe Macroeconómico 2015 para América Latina y Caribe. De este modo, las mismas voces oficiales presentes en Panamá, en sus otras mesas, abordan un interrogante subyacente: ¿Ante la ralentización del crecimiento global -y de América Latina- y las nuevas corrientes de consolidación fiscal en curso, cómo crecer de una manera incluyente? Para responder, acuden a un hilo conductor, «el laberinto latino americano», tratando de analizar los posibles impactos que los impactos globales pueden generar en el Continente americano. Desafí­os que constatan la alta dependencia americana de las materias primas, de los mercados de capitales globales con su influencia directa en los tipos de interés, el desigual deterioro de las «bondades» de un crudo barato (con desigual efecto en importadores y exportadores) y la aún frágil institucionalización y fortalezas fiscales y presupuestarias en buen número de paises. Un informe que anticipa tiempos complicados que «obligarí­an» a los gobiernos (y a las empresas) a renovar ajustes en sus polí­ticas y medidas con un doble objetivo irrenunciable: 1) Asegurar el avance logrado en la minoración de la pobreza y la desigualdad, y 2) Fortalecer los avances sociales (salud, educación, seguridad y protección social) en un contexto de máxima cohesión y equilibrio intrarregional. Desafí­o no exento de oportunidades pero necesitado de liderazgos firmes que recorran el ya «viejo camino de la productividad» como base esencial de un espacio de competitividad en solidaridad. No hay recetas mágicas. Sí­ compromisos y objetivos claros y por supuesto, una vez más, crecer desde dentro, desde la eficiencia, desde la apuesta compartida. En definitiva, no renunciar a un desarrollo incluyente.

En consecuencia, la foto positiva y esperanzadora Obama-Castro y lo que conlleva, encuentros paralelos con señales de descontento y reivindicación, luces rojas en el horizonte económico y nuevos espacios de oportunidad conviven en una semana protagonizada por la Cumbre Americana. Cumbre no solamente ocupada por fotografí­as, sino favorecedora de ideas, encuentros y nuevas lí­neas de trabajo como la relevancia dada a las fuerzas generadoras de desarrollo incluyente como la empleabilidad y generación de riqueza desde la base de la pirámide, desde el valor compartido empresa- sociedad, desde la planificación más allá de los simples ejercicios presupuestarios anuales, desde la reinvención de la cobertura y asistencia en salud, desde la renovación de la educación, desde el rol esperable de la desconcentración territorial y de gobernanza… Iniciativas más allá de las palabras, presentes, también, en Panamá pese a su poca presencia mediática. Compromiso en marcha. Próxima cita en Lima 2018. Todo un apasionante camino por recorrer. Trabajemos para que entonces, América Latina nos muestre «unas venas un poco menos abiertas…»

Ante las futuras elecciones… Proyectos creativos, reales, posibles.

(Artí­culo publicado el 5 de Abril)

La convocatoria oficial de las elecciones municipales, autonómicas (en 13 Comunidades Autónomas sujetas a régimen electoral ordinario) y forales (autogobierno) para el próximo 24 de mayo, abre un intenso perí­odo de ofertas de futuro en el que más allá de programas electorales y contienda polí­tica, se suceden novedosas iniciativas que pueden merecer la consideración ciudadana.

Es por tanto, un perí­odo propicio para la revisión de iniciativas que puedan servir, sobre todo, para proyectar el futuro de nuestros pueblos y ciudades, a la vez que contar con bases reales de evaluación de quienes sugieren o piden nuestro voto y respaldo. Al derecho a elegir se une el compromiso y responsabilidad en torno al modelo o proyecto del que queramos formar parte. En este panorama de proyectos, quisiera señalar uno de los muchos en curso, como ejemplo tanto de un largo proceso desde su idea original hasta su próxima ejecución final, como de alternativas realistas observables a lo largo del mundo. Un ejemplo más a tener en cuenta: Zorrotzaurre. Hoy, en pleno desarrollo, abordando las obras de apertura del canal de Deusto para facilitar su transformación de Pení­nsula a Isla al objeto de mitigar la «inundabilidad» de la Villa, recuperando un espacio deprimido al servicio de una nueva zona de oportunidad de uso mixto, residencial y económico, y nuevo icono motor de la Ciudad. Hoy, ya con una de sus revitalizadas «pastillas» en marcha, ofreciendo un moderno hospital, una gran empresa de Ingenierí­a y Servicios y alumbrando nuevas infraestructuras de comunicación urbana. En definitiva, un proyecto en el que convergen diferentes opciones -largamente anunciadas y trabajadas- en su entorno, en Punta Zorroza, en Basurto-Olabeaga desde la imparable búsqueda, por sus responsables, de otros usos e iniciativas preguntándose  sobre la viabilidad y mejor uso potencial de un viejo reto: «Zorrotzaurre Isla del Saber». Iniciativa fluctuante desde su concepción teórica hasta un mix de usos, aún por definir del todo, pasando por el compromiso de un posible «Parque Tecnológico Urbano». Este debate y análisis cobra especial relevancia en estos dí­as en que se vuelve a cuestionar el rol industrial, de servicios y/o de «especialización inteligente de las nuevas industrias creativas» y su interconexión o no con «sectores tradicionales y de apoyo» sin los que una ciudad es incapaz de operar. En medio -o como motor- según se vea, más allá de la ordenación del territorio y el uso del suelo, renacen elementos clave para la revitalización sostenible de una ciudad (en este caso Bilbao): la Universidad, la empleabilidad desde determinadas funciones y actividades, la innovación, el emprendimiento, las infraestructuras, la internacionalización y la competencia y capacidad de nuestras empresas para «hacer negocio transformando las ciudades». Compra pública, Inversión y Marcos regulatorios urbaní­sticos y fiscales, entre otros, juegan un papel diferencial. Es el momento de favorecer «proyectos marco o paraguas» que potencien acciones parciales al servicio de un futuro, renovado, de éxito. Es la apuesta por promover iniciativas de riesgo, de verdadero impacto económico y social.

Así­, tras este aparente complejo popurrí­ de vectores que parecerí­an un listado de buenas palabras más que una necesaria interacción positiva de elementos esenciales en un proyecto de éxito, se dan las piezas adecuadas para «hacer futuro».

Preguntado, hace unos dí­as, por este ya viejo proyecto propuesto allá por el año 2003, cuando desde la «Mesa de Zorrotzaurre» se daba pie a una isla que no pení­nsula, a un nuevo espacio de oportunidad que no a un abandonado y ruinoso espacio a la espera de «su momento», a la estrategia de un Puerto que optó no por renovar concesiones en el otrora canal de Deusto, sino por comprometerse en una estrategia transformadora Puerto-Ciudad, y se sentaban las bases de una macro-iniciativa que hoy va viendo nacer una nueva realidad, he vuelto la mirada hacia la Isla Roosevelt en Nueva York y hacia el  Cornell Tech de la prestigiosa Universidad norteamericana de Cornell. La universidad anuncia un revelador mensaje que sintetiza su voluntad y propósito en construir un nuevo Campus en pleno corazón de Nueva York: «Incluso en un mundo global, digital, lo local importa. Nuestro nuevo Campus reinventará la abandonada Isla de Roosevelt ante Manhattan, aportando y concentrando energí­a creativa, inspiración, talento, partenariados y alianzas, financiación, mecenazgo… y mucho más para la Ciudad. A cambio, Cornell Tech contribuye suministrando los lí­deres tecnológicos e innovadores, el conocimiento y las ideas del mañana para la Ciudad, el Paí­s y el mundo».

Allí­, la histórica Universidad con Campus al Norte del Estado (Ithaca) acordó una alianza y partenariado creativo con el Ayuntamiento de Nueva York, entonces bajo el mandato del Alcalde Bloomberg. La Ciudad cedí­a una Isla semi abandonada y decrépita (Roosevelt). Cornell ofrecí­a su experiencia y compromiso en diseñar y establecer un Campus Urbano, orientado al emprendimiento, la tecnologí­a, la innovación y el conocimiento. Iniciativa que ha ido vigorizando las ideas iniciales con innumerables acuerdos y compromisos que no hacen sino reforzar la apuesta original. Recientemente, la firma de un nuevo acuerdo ha posibilitado la creación del Jacobs Technion-Cornell Institute. El matrimonio Jacobs dona 133 MM $ -tras relevantes aportaciones a lo largo de los últimos años-, Technion (Israel) abrirá su campus internacional en la Isla, Cornell concentra su esfuerzo transformador en el Campus base con una superficie de 2 millones de pies cuadrados, nuevos espacios verdes, plazas públicas de intercambio, vivienda para 2.000 estudiantes, vivienda para 280 profesores e investigadores, 8.000 empleos permanentes, 20.000 empleos temporales durante su construcción, un «laboratorio Ciudad» único y permanente y un impacto real en el nuevo mundo del conocimiento, la investigación y el emprendimiento. Incubadoras, start ups, programas de especialidad (Conectividad y Medios, Salud, Tecnologí­a, Ingenierí­a y Ciudad) como vectores de un maridaje Universidad-Ciudad-Escuela. De esta forma, nuestro querido viejo amigo y profesor Soumitra Dutta (ex Consejero del Instituto Vasco de Competitividad) lleva su conocimiento experto (Innovación y emprendimiento), más allá de la Academia tradicional intra-universitaria, desde su Decanato en Cornell, a la ejecución práctica de un sueño en un verdadero proyecto de futuro generando impacto social. Nueva York se «recrea» y reinventa, fiel a su historia. El mecenazgo justifica su razón de ser, la Universidad convive con y al servicio de la Sociedad y la colaboración público-privada demuestra su eficiencia y aportación de Valor, además de, entre todos, a dar un verdadero sentido a la internacionalización.

Por supuesto que Zorrotzaurre no es Roosevelt. Sabemos que Bilbao y Nueva York somos «vecinos distintos y distantes» si bien compartimos, históricamente, puntos en común. Entre otros, compartimos el premio Lee Kuan Yew de las Ciudades. Ambos hemos sido ganadores del mismo gracias a nuestras reconocidas estrategias urbanas innovadoras y, en consecuencia, constituimos laboratorios vivos al servicio de la reinvención creativa de las Ciudades. Laboratorios comprometidos en la difusión y promoción de nuevas maneras de abordar el futuro. Bilbao, primera ciudad del mundo ganadora de este premio, fue destacada por su pensamiento y compromiso estratégico, integrando el vector económico y social en su transformación urbana Ciudad-Región. Hoy, las ideas convergentes en esta futura isla del saber son el eje conceptual de la apuesta de nuestro Paí­s. Qué mejor que unirlos en un Macro-proyecto. No existen, tampoco, dos ciudades iguales ni todas tienen ni las mismas necesidades, ni las mismas maneras o tiempos de acometer su futuro. Pero sin duda, en tiempo de proyectos, compromisos, retos, ideas y apuestas ante una cita electoral, merece la pena recordar que, más allá de las dificultades, vivimos un gran mundo de oportunidades. Una vez más, recordemos y valoremos nuestras fortalezas. Contamos con los mimbres necesarios y, a lo largo del mundo, encontramos las alianzas requeridas para hacerlos posible.

En estos dí­as preelectorales alumbramos una nueva esperanza hacia el camino de la superación de la crisis. Al parecer, las viejas y equivocadas recetas de la mal llamada austeridad, han dado paso al «estí­mulo del crecimiento y la demanda interna». Parece el momento adecuado para acelerar la inversión en casa.

 Merece la pena apostar. Zorrotzaurre es un buen espacio de futuro.

Lee Kuan Yew: Cuando los liderazgos marcan el camino

En Mayo de 2010, con ocasión de la presentación pública del Primer Premio Lee Kuan Yew de Ciudades concedido a Bilbao, tuve la oportunidad de conocer, personalmente, a Lee Kuan Yew en una breve visita protocolaria. Me obsequió con una edición de sus Memorias, de obligada lectura para comprender la historia de Singapur.

Desde mis primeros contactos y visita a Singapur en los años 80, interesado en el Economic Development Board y su dirección por Philip Yeo, con quien tuve la oportunidad de compartir el reducido grupo de «practitioners» que iniciamos el diseño de estrategias públicas de clusterización de la mano de Michael Porter colaborando en la elaboración del primer Curso Audiovisual sobre la «Ventaja Competitiva de las Naciones» que ofreció la Universidad de Harvard, he seguido con enorme interés el desarrollo de Singapur. Su primera Visión 2020 «Raí­ces y Alas» ha dado pie a múltiples estrategias nacionales; su enfoque en soluciones vs. problemas para hacer de la escasez de recursos (El Agua por el Acuerdo original de su independencia de Malasia, o el suelo dada su limitada superficie) su fuente de innovación y prosperidad. Precisamente, detrás de los premios Lee Kuan Yew en materia de «Innovación desde el Agua» y «Ciudades: Soluciones Urbanas Innovadoras», se enmarcan los vectores esenciales de sus estrategias de futuro, pretendiendo acceder a la vanguardia del conocimiento sobre el que construir una estrategia avanzada de internacionalización tratando de atraer y retener talento, identificar aquellos «socios» que aporten conocimiento coopetitivo y garanticen la prosperidad e independencia de esta otrora «colonia pobre y castigada en manos de Malasia», que dirí­a el llamado padre de la patria cuando lideró un milagro reinventando el mapa del Sudeste asiático, rompiendo con el estatus predefinido que asignaba a la vieja base moral británica un rol dependiente y minoritario en una diseñada Federación de Malasia. La voluntad por dotarse de su propio destino, de dotar de una fuerza aspiracional a esa minorí­a china sin horizonte diferencial, provocó el nacimiento de una nación en condiciones de riesgo y dificultad hasta llegar hoy a ser un referente en el espacio de las Ciudades-Estado, abierto al mundo, plenamente internacionalizado y escuela de múltiples iniciativas y logros.

Con la relación y alianzas con Singapur, hemos compartido iniciativas en torno a la competitividad (sobre todo de Ciudades), a la generación de espacios y territorios en cooperación inter-naciones (como sus polí­gonos y distritos industriales de gestión propia pero ubicados en Batam-Indonesia), la clusterización logí­stica y portuaria, el diseño de las ciudades del futuro, polí­ticas de innovación, generación de cadenas globales de valor añadido, esquemas de promoción y financiación de la innovación, la ciencia y la tecnologí­a, formación de excelencia para estudiantes en el extranjero y la dotación de infraestructuras esenciales. Todo un proceso dinámico y cambiante desde la voluntad de dotarse de su propio futuro.

No obstante, hoy, ante el fallecimiento de Lee Kuan Yew, surge la duda ante su controvertida figura y las sombras del «modelo democrático» del Paí­s junto con el éxito económico y de cohesión social. Singapur es, también, un Paí­s y Modelo en transición, recorriendo (e impulsando a la vez) la transformación de todo ese nuevo espacio ASEAN que pretende ofrecer a sus 600 millones de habitantes un espacio común, más allá de un Mercado, en el que la democracia participativa real, el bienestar y la cohesión social constituyan pilares esenciales de su modelo.

Lee Kuan Yew se va observando este movimiento, habiendo sentado las bases para facilitar el proceso. Ojalá, más allá de su singular historia personal, sus luces prevalezcan e iluminen un futuro de éxito al servicio de su Sociedad.

Hoy, le despedimos con el reconocimiento de un liderazgo que ayudó, de manera determinante, a forjar una nación y a movilizar millones de esfuerzos e iniciativas individuales y colectivas para llevar esa pequeña nación, Ciudad-Región, Ciudad-Estado, a concebir un modelo singular, de relevancia mundial.

Ciudades, Cultura, Futuro…

(Artí­culo publicado el 22 de Marzo)

A lo largo de esta semana, como si se tratara de un homenaje-celebración en el primer aniversario del fallecimiento de Iñaki Azkuna, el nuevo AZKUNA ZENTROA- Alhóndiga de Bilbao, acoge la reunión de la Comisión de Cultura de la Asociación Mundial de Ciudades y Gobiernos Locales, plataforma mundial de organizaciones y redes para «aprender, cooperar y promover polí­ticas y programas sobre el papel de la cultura en el desarrollo sostenible». Su Agenda 21 de la Cultura, lanzada hace ya diez años, pretende reforzar los llamados «pilares de la sostenibilidad» que dieron pie a la creación de iniciativas subvencionadas desde los organismos públicos al objeto de adecuar determinadas buenas prácticas, de la mano de un benchmarking global, a las iniciativas y presupuestos públicos en el ámbito local, con un marco inicial centrado en los conceptos asociables al desarrollo sostenible. La inmensa mayorí­a de nuestros municipios siguieron ese camino.

Más tarde, la cultura pasó a integrarse como un vector clave, irrumpiendo con el propósito de facilitar el desarrollo desde un compromiso local con los derechos humanos, la diversidad cultural, la sostenibilidad, la democracia participativa y la generación de condiciones para la paz. Sin duda, un compromiso desafiante y complejo cuyo logro supera, con creces, el cumplimiento de normas homologables o certificaciones de obligado cumplimiento normativo y formal.

Hoy, el citado encuentro no reviste una especial novedad en cuánto a que sea precisamente Bilbao su anfitrión y que cientos de representantes de toda tipologí­a de entes a lo largo del mundo nos visiten. Bilbao, en su dinámica renovadora es un referente internacional del imparable proceso de protagonismo de las Ciudades como el nuevo jugador integrado de la creciente mundialización globalizada y la cada vez más relevante identidad y pertenencia que el desarrollo natural de las personas demanda en las diferentes comunidades. Bilbao es un icono de la transición conceptual hacia una nueva percepción de la cultura (y en especial de sus infraestructuras tractoras), también, como elemento tractor del desarrollo regional, económico, social, configurador de nuevos espacios de urbanización sostenible, integración y fuente de riqueza y empleo. Sin duda, cuando hace ya veinte años el mundo asistió al llamado «efecto Guggenheim Bilbao», la cultura sorprendió a todos demostrando que más allá de sí­ misma, su propia esencia y valores no suponí­an «un fondo de gasto», sino un poderoso motor y fuente de inversión generadora de riqueza a largo plazo, fuente de innovación y creatividad, lazo de internacionalización, red de atracción y acogida de turismo e inversión y, por supuesto, espacio educativo de primer orden. A partir de ese momento, parecerí­a que en Bilbao-Euskadi no habrí­a de sorprendernos el protagonismo Cultura-Ciudad Región y pasamos a observar su desarrollo mundial como si de algo ordinario, natural y permanente se tratara. Pasaban a ser conceptos «de toda la vida».

Hoy, sin duda, una de las lí­neas fuerza del pensamiento universal pasa por las ciudades, desde que hace tan solo pocos años, por primera vez en la historia de la humanidad, la mayorí­a de la población mundial vive en los núcleos urbanos y no en el medio rural, de modo que el «nuevo urbanita» es demandante, además, de nuevas soluciones y modos de vida (vivienda, movilidad, relación empleo-ocio-vivienda, educación, servicios públicos, gobernanza…) a la vez que son las propias Ciudades-Región el novedoso concepto espacial y cultural que posibilita la consideración de todo núcleo urbano y su área de influencia real y natural, más allá de lí­mites administrativos, entidades polí­ticas, geografí­as o dimensión fí­sica, foco de atención para cualquier análisis socio-económico y/o de ordenación del territorio, además de las nuevas fuentes de polí­tica y gobernanza esperable y área de competitividad, bienestar y desarrollo. En detrimento de los Estados, son estos nuevos jugadores los espacios naturales de atención. Así­, Bilbao-Bizkaia, Bilbao Next, Bilbao-Euskadi, Euskal Hiria… son mucho más que ideas o reclamos de marketing y componen un lenguaje comprensible y de uso común entre nosotros.

A lo largo del mundo, estos conceptos e ideas dan lugar a innumerables iniciativas y plataformas que, teniendo a la Ciudad Región como referente en lo económico, en lo polí­tico y en lo social , abordan bien su compleja globalidad o los diferentes pilares o vectores que la definen. Todas las aproximaciones a su estudio aportan valor si bien son múltiples los rankings y modelos simplificados que pretenden homologaciones artificiales prescindiendo, precisamente, de la cultura, la identidad, el sentido de pertenencia, el propósito de sus comunidades, la conformación de su capital humano, sus propias instituciones, su voluntad o no de autogobernarse, su participación o no en la ví­a democrática y la transparencia y gestión de sus propias estrategias además de su deseo colectivo de apropiarse o no de su propio destino y proyecto de futuro. Atrás han quedado, afortunadamente, aquellas concepciones erróneas de loa años 80 cuando la simplista apelación al benchmarking y a la copia de las «prácticas habituales», las ciudades se clasifican por etiquetas funcionales y condenaban su desarrollo a «planificadas categorí­as diferenciadoras». De ese modo, nuestra Donostia San Sebastián era cultural, Gasteiz administrativa y Bilbao financiera. Ciudades que condenaban su futuro a una predeterminación unipropósito, impidiendo su conversión en «ciudades completas». Afortunadamente, también en esto, fuimos contra corriente, favoreciendo iniciativas de las que hoy disfrutamos, habiendo generado nuevos espacios completos, incluyentes, con una rica aportación cultural que, además, ha facilitado el desarrollo de otros vectores económicos y sociales al servicio de sus habitantes (y visitantes), motores clave del desarrollo logrado. Así­, este ejemplo Bilbao-Euskadi es hoy un lugar común en el mundo. La interrelación, la clusterización de las actividades asociables (Cultura-Economí­a-Territorio) responden a la manera de entender las ciudades. Ciudades obligadas a buscar su propio ADN sobre el que construir sus propias estrategias diferenciadas que refuercen su sentido de pertenencia e identidad, garanticen conectividad universal y sean, además de vivibles, motores en sí­ mismas de su propio desarrollo y fuente de trabajo de sus empresas.

En la inauguración de la citada Cumbre Internacional, el Alcalde de Bilbao, Ibon Areso, destacaba los nuevos tiempos y las nuevas realidades. Hablaba del «Bilbao Mestizo» e insistí­a en la necesidad de observar esta realidad como fuente de oportunidades y advertí­a del peligro en levantar barreras desde la óptica del problema. Coincidiendo con este mensaje, la revista «The Economist» en su último número de esta semana, dedica un reportaje especial a la población latina o hispana en Estados Unidos de América. Explica el rápido tránsito de una minorí­a, que siempre vivió allí­ desde sus orí­genes mexicanos, que se vio integrada por las nuevas emigraciones «blancas» que, llegadas a posteriori de Europa, crearon un Estados Unidos que les consideró extraños y que hoy, emerge como la potencial población mayoritaria en un buen número de regiones y en al menos uno de cada cuatro estadounidenses a mediados de siglo. Su lengua, el castellano, convive con el inglés, domina amplios espacios de vida y provoca cambios imposibles de aceptar hace pocos años. Movimiento que influyen en los nuevos sistemas educativos, en los modos de gobernanza, en las relaciones con los paí­ses origen, en la economí­a local y, también, en las nuevas infraestructurales culturales y, por supuesto, económicas, además de configurar nuevas Ciudades Región como el acelerado avance transformador San Diego-Tijuana con aeropuerto internacional, compartido y transfronterizo en una de las fronteras «más calientes y de mayor tráfico» del mundo. Un ejemplo más de estas nuevas realidades.

Historia, identidad, cultura, nuevas soluciones urbanas, nuevas configuraciones espaciales y, sobre todo, aspiraciones diferenciales de sus poblaciones. Ciudades Región y Cultura: dos vectores asociados e inseparables para construir el futuro.

¿Existen ví­as y fuentes de crecimiento?

(Artí­culo publicado el 8 de Marzo)

En una reciente entrevista para una revista internacional de economí­a y empresa, la periodista me pedí­a un diagnóstico y valoración de la situación económica en Euskadi, España y Europa en contraposición a un escenario rico en iniciativas, de las que vení­amos hablando, como las que encontramos en algunos paí­ses emergentes, en pleno crecimiento y en un claro ambiente de oportunidades. Tras una breve a la vez que intensa introducción en la que me señalaba una larga lista de noticias de primera página publicadas en los últimos dí­as en la prensa local, reseñando un desolador panorama repleto de casos abiertos de corrupción sangrante, confrontación polí­tico-mediática, conflicto verbal España-Grecia en torno a un hipotético rescate, una Vicepresidenta del Congreso jugando al Candy Crush en pleno «Debate de la Nación», con una España sumida en un paro galopante y desmedido con escasos planes de recuperación en el próximo decenio y  declaraciones de lí­deres empresariales asiáticos manifestando su nulo interés en lo que pasaba en Europa, calificándola como «Jurassic-Disney», parecí­a sugerirme respuestas poco esperanzadoras. Todo un bombardeo depresivo que obligaba a entrar en un ciclo pesimista entre la mediocridad, la  negación de la bondad irremplazable de la polí­tica y los gobiernos, la pérdida de valores y oportunidades y la ausencia de confianza en un potencial futuro de bienestar y prosperidad equitativo e incluyente para nuestros ciudadanos de la vieja Europa, una desigual y compleja salida para una España en plena encrucijada y un escenario incierto para Euskadi a la búsqueda de nuevos horizontes.

Sin embargo, desde el optimismo obligado al que hemos de sumarnos para superar el fatalismo inducido, huyendo de esta aproximación que me llevarí­a al pesimismo crónico y al desánimo e inacción, opté por evitar el «diálogo en corto» y echar mano de un reciente artí­culo de Trudi Lang, Directora de Prospectiva Estratégica en el World Economic Forum de Ginebra. Como coordinadora de una influyente Comunidad de Debate y Propuestas cuyo objetivo es el de «sacar a la superficie cambios y tendencias ocultas que iluminen un nuevo futuro desde las agendas globales», se ocupaba de reunir un buen número de datos e informaciones destacables que habrí­an de llevar a observar un futuro prometedor y esperanzado. Así­, echando mano de prestigiosos autores, se preguntaba «¿de dónde puede venir el crecimiento económico?», pregunta tantas veces formulada y pocas veces contestada. Para iniciar su invitación al futuro utilizaba un reclamo en el que, sin duda, reparamos muy poco: «El 95% de los cientí­ficos que han vivido, hoy, siguen activos» (Peter Schwartz), lo que le lleva a sugerir que aunque no sepamos concretar las fuentes de riqueza y empleo del mañana, podemos reducir nuestras preocupaciones y temores ya que, con esa base, nuevas «cosas, caminos, soluciones» llegarán. En especial, si somos capaces de mitigar la brecha entre el conocimiento cientí­fico, las aplicaciones tecnológicas y las demandas sociales, si logramos dotarlas  de la financiación y gestión adecuadas, si exploramos y asumimos el riesgo de llevar adelante las buenas ideas, y si acertamos con el auténtico enlace colaborativo con la empresa y la sociedad. De esta forma, desde las ciencias de la salud, la energí­a y el medio ambiente, la movilidad e infraestructura, las demandas y servicios creativos y educativos y la manufactura inteligente, el reclamo alimentario y de las ciudades, así­ como nuevos espacios urbanistas innovadores requeridos, el mundo de demandas y necesidades sociales encontrará soluciones esperables. A partir de esta provocativa invitación, el acceso a «la internet de las cosas», la formalidad de una economí­a aún excluyente, la inevitabilidad de nuevos instrumentos y esquemas financieros con una nueva gobernanza y la recuperación del valor de gobiernos, de la polí­tica y de la empresa al servicio de ese nuevo futuro, podremos ofrecer espacios para soñar.

Un sueño posible. Concluida la entrevista, un tanto preocupado por haber caí­do en un excesivo optimismo, huyendo del pesimismo inicial, y ya de vuelta en Euskadi, escuchaba a uno de los jóvenes talentos de éxito que han llamado la atención en nuestro Paí­s en estos dí­as. Ander Ramos-Murguialday, investigador destacado de Tecnalia y de la Universidad de Tubinga, explicaba con gran pasión e ilusión su trabajo en el campo de la neurotecnologí­a. Describí­a sus proyectos de los últimos 5 años desde sus pasos iniciales en la antigua Fatronik y sus aspiraciones de futuro. Enfermedades como el ELA, disfunciones graves, para más de 2.000 millones de personas a lo largo del mundo, afectadas  por trastornos e ictus paralizantes, albergan esperanzas gracias a la interdisciplinariedad de la robótica, la mecatrónica, electrónica y salud en el marco de interacciones colaborativas desde la excelencia de Euskadi, en conexión con otras vanguardias del conocimiento en el mundo. Inversión, esfuerzo, compromisos, tejido industrial y necesidades sociales (salud), como fuente de riqueza (economí­a y negocio, también), son una luz, real, para la esperanza.

Nuevas maneras de establecer el diálogo máquina-cerebro, la conversación entre medicina, psicologí­a, neurologí­a e ingenierí­a. El nuevo mundo de la economí­a, industria y tecnologí­a colaborativa. Es uno de los muchos ejemplos, de las múltiples iniciativas que nos llenan de ilusión, refuerzan la capacidad de Euskadi como Centro de Excelencia en múltiples áreas de futuro y permiten contemplar un futuro realista, ilusionante y posible. Ejemplo y reflexiones que nos llevan a repensar sobre las nuevas lí­neas de pensamiento económico: ¿Vamos a sucumbir a la crisis creyendo en un fatalismo determinista que desaparece en un ciclo concreto para continuar igual hasta la siguiente embestida o, por el contrario, vamos a apostar por nuevos contextos y  modos de abordar el futuro? Solo depende de nosotros. Allí­ fuera hay un infinito espacio de oportunidades por explorar. Desde nuestra base de excelencia, transitemos la brecha entre las necesidades y las soluciones, sabiendo que ni toda iniciativa resultará exitosa, ni todo proyecto es alcanzable. Pero sin las bases adecuadas, las personas apasionadas, formadas y comprometidas, el no éxito sí­ que está garantizado.

En esta misma lí­nea, haciéndose eco de la nueva realidad tecnologí­a-sociedad ya presente en el modelo de negocio de las principales empresas (y Paí­ses) de éxito, Mckinsey publica en estos dí­as una nueva lí­nea de apuesta  para el crecimiento: «La era de Oro del Marketing» que, gracias a la convergencia de la investigación, inteligencia comercial y Big Data con la «sustancia esencial» de cada negocio y su historia verdadera (pasión-compromiso), vuelve a poner en el incremento de ingresos y no en la reducción de costes, la ví­a del crecimiento y la rentabilidad. Es decir, focalizar el pensamiento en lo que está por venir y hacer, la innovación hacia nuevas cosas, diferentes soluciones, distintos modelos, repensando la forma de generar valor.

Definitivamente, si bien es verdad que hay demasiados nubarrones en el horizonte, y que determinada mediocridad y desafección respecto del compromiso y el valor imprescindible de la polí­tica, de los gobiernos y de la verdadera colaboración público-privada, nos rodea y aplasta, así­ como el tópico generalizado de una simplista concepción de la «población educada» y una peligrosa identificación de los derechos fundamentales con derecho a todo, que hoy, sin compromiso y contrapartidas personales parecerí­an haberse instalado entre nosotros, no es menos cierta la existencia de un gran espacio para la confianza. Más allá de la incertidumbre, existen nuevas maneras para crecer y generar el bienestar deseado. Destaquemos los buenos ejemplos y trabajemos de su mano. Nunca como hoy, aunque pudiera no parecerlo, hemos tenido tantas fortalezas para construir un futuro deseable. Sin duda, existen -a nuestro alcance- nuevas y diferentes ví­as de crecimiento, riqueza y bienestar.