Nuevas ventanas de oportunidad. Reforzando el camino emprendido

(Artículo publicado el 18 de Junio)

Con ocasión del 36 aniversario de la Fundación de la Asociación Bilbao-Metrópoli 30, se ha inaugurado una exposición fotográfica sobre la transformación de Bilbao.

Detrás queda aquel lejano, distante y distinto momento en el que, tras un trabajo de reflexión, estudio de procesos de recuperación y revitalización de múltiples ciudades y regiones del mundo, de la identificación de entes e instrumentos que otras áreas metropolitanas de la época habían utilizado para afrontar su reconversión en Metrópolis del Futuro, el apoyo de la entonces Andersen Consulting, con la dedicación de muchas personas de diferentes empresas y organizaciones y con el impulso institucional, se fueron generando objetivos, líneas de proyecto transformador y compromisos único para un proceso que resultaba imprescindible. Se trataba de visualizar una nueva oportunidad para un futuro distinto, ilusionador y posible. Así vio la luz la Asociación para la Revitalización del Bilbao Metropolitano. Con 9 entidades socias fundadoras que promovieron los 30 primeros miembros, dando nombre al Bilbao Metrópoli-30 que, de una u otra forma llega hasta nuestros días.

No fue ni la primera, ni la última iniciativa cuya impronta provocó lo que para muchos fue o es, visto hoy, un milagro. Sí fue una iniciativa singular que posibilitó compartir ideas, conceptos, sueños, y movilizar a terceros y sus recursos en un potente compromiso colectivo interinstitucional y público-privado. Hoy, no se entienden ecosistemas con trascendencia innovadora que no faciliten partenariados público-privados.

Tras aquella iniciativa no se pretendía ni recrear un ya abolido ente predemocrático como la Corporación Administrativa del Gran Bilbao, suprimido por las Juntas Generales de Bizkaia, ni concentrar aglomeraciones municipales y territoriales en torno a un espacio físico metropolitano, ni crear un órgano de Administración, tutela o gestión de servicios públicos supramunicipales, ni generar contrapoderes a Institución alguna, ni crear un instrumento presupuestario o ejecutor de iniciativas, proyectos, infraestructuras que resultaran de interés para el espacio compartible. Se asumía un complejo rol como “lugar de encuentro público-público y público-privado” para conformar un pensamiento y vocación suficientemente compartible sobre el modelo de desarrollo y transformación deseable para el territorio, motivar a las partes implicadas en la asunción de proyectos propios debidamente alineados con objetivos de interés y bien común, aprender del exterior acercando las iniciativas de éxito en otros lugares del mundo, promover nuestra ciudad-región en el exterior, apoyar y fomentar lazos de conexión y mantener una luz, permanente, removiendo  debates, ideas, roles de futuro.

Si bien aprendiendo de terceros, Bilbao-Bizkaia-Euskadi, ha seguido un camino propio, avanzando en su conectividad y cohesión (interna y externa) hacia una comunidad vivible, deseada, de bienestar y futuro. Nos hemos venido transformando a lo largo de los años creando múltiples programas, planes, proyectos y generando comunidades de interés compartido al servicio del bienestar de los ciudadanos, la productividad y rentabilidad de nuestras empresas y el desarrollo económico y social propuesto. Somos ejemplo vivo de la interdependencia exigible entre los objetivos de desarrollo económico, bienestar social e impacto positivo medio ambiental (senda de la sostenibilidad), en lo que hoy, moviliza al mundo en torno a nuevos modelos de prosperidad y creación de valor compartido empresa-sociedad. Es, a la vez, constatación de la simbiosis entre intervención pública y generación empresarial de riqueza, empleo y compromiso social, del coliderazgo compartido público-privado, de la “regionalización y efecto local diferenciado”, garantes de soluciones ad hoc, conforme a tiempos y necesidades en contextos específicos y cambiantes.

Hoy, sin duda, vivimos y disfrutamos de un espacio mejor. Han sido innumerables las iniciativas, múltiples los actores, inimaginables muchas de las innovaciones urbanas, territoriales, administrativas, sociológicas, económicas, financieras, culturales, sociales, demográficas e institucionales participes de la transformación. Nuevos jugadores que enriquecen, día a día, la visión y esfuerzo creativo de un espacio de futuro, garante de proyectos vitales y profesionales, para los ciudadanos, empresas y organizaciones presentes en esta gran Euskal Hiria que configura nuestro espacio o área base. Todo un tupido enjambre de entes e instrumentos facilitadores que enriquecen el proceso permanente de transformación.

Más allá de instrumentos concretos que resultan esenciales para articular y canalizar esfuerzos en torno a determinados objetivos en un momento concreto, los tiempos exigen, también, transformaciones organizativas innovadoras. El mapa de entidades y organizaciones facilitadores de la promoción, del logro e implantación de estrategias y políticas es cambiante. Asistimos, de manera permanente, a la necesidad de innovar y promover instrumentos concretos adecuados a los objetivos críticos, sin temer su propia innovación organizativa transformadora. La esencia de su contenido, las capacidades, experiencias y potencial (cambiantes) de sus integrantes pueden responder a perfiles distintos a los requeribles en nuevas etapas. La aparición en el espacio compartido de otros entes y jugadores puede suponer, también, la oportunidad o necesidad de repensar alternativas. ¿Se hubiera podido llevar a cabo una transformación como la lograda sin la creación y acierto de procesos, objetivos, roles y entidades concretas? ¿Se puede transitar hacia nuevos horizontes, objetivos y escenarios con/desde el rol esencial atribuido al mapa organizativo existente? Los desafíos, nuevos escenarios, nuevas situaciones y contextos condicionan decisiones de máximo nivel y complejidad.

Este fin de semana, tras las elecciones celebradas en Euskadi, asistimos a la renovación de los gobiernos municipales y forales. Asistiremos al ceremonial (ilusionante pese a nubarrones emotivos percibibles) de renovación, entrada de nuevos equipos, tiempo de nuevos proyectos e iniciativas. Cabe esperar reforzar el camino de progreso, apostar por estrategias aceleradoras de cambios, también, y, posiblemente, reformular objetivos, ritmos, instrumentos. Hace unos meses, se reunían un buen número de expertos, políticos, empresas y académicos en torno al sugerente reclamo de “Nuevos Caminos para una nueva etapa de gobernanza y roles del Territorio”, en la que se pretendía debatir sobre aquellas tareas prioritarias que habrían de acometer nuevos responsables municipales y regionales. (Ejercicio muy similar al que podemos observar a lo largo del mundo, en todo nuevo mandato o legislatura). Al margen de proyectos concretos, se resumían una serie de conclusiones a modo de recomendación que parecerían elementales: identificar las necesidades y demandas concretas de tu población, suprimir aquellos obstáculos o barreras que impedían abordar su logro, llenarse de coraje y fuerza para asumir riesgos, abordar -con decisión- los cambios y proyectos transformadores, de inmediato, conscientes de que tienes poco tiempo para sembrar (los árboles y frutos, por lo general, los contemplarás ya desde fuera de tus responsabilidades de hoy: otros los recogerán).

Es sin duda, un momento propicio para repensar nuevas oportunidades de innovación (territorial, social, organizativa). Reformular modelos colaborativos (siempre complejos en la práctica, más allá de la teoría), articular presupuestos alineados con los correspondientes a otros muchos jugadores con los que habrá que interactuar. Resulta esencial fijar estrategias claves, ambiciosas y compartibles, dotarlas de los instrumentos adecuados y empeñarse en su implementación.

Bilbao, Bilbao-Región, Bilbao-Bizkaia, Bilbao-Bizkaia-Euskadi necesita seguir apostando por su futuro. Ha de afrontar nuevos retos, se enfrenta a múltiples demandas de primerísimo nivel y ha de acometerlos desde la fortaleza de instrumentos facilitadores, que permitan el encuentro de los actores implicables en el trabajo por realizar. Cada actor, cada pieza, resulta esencial en un proyecto de colaboración activa. Hoy, más que nunca, un mundo tejedor de redes reclama el interés de cualquier formulación estratégica.

Sin duda, observar las fotografías del Bilbao gris o sepia de hace 36 años, brilla con la satisfacción y orgullo de un trabajo colectivo bien hecho. La sociedad vasca lo ha hecho posible y ha sabido innovar y generar espacios e instrumentos ad hoc para su correcta articulación. Esta marea instrumental ha enriquecido el proceso, multi propósito, imprescindible para llegar hasta aquí.

Recordar el pasado superado, poner en valor el punto de llegada, aspirando a construir ante otros retos, es sin duda posible (además de imprescindible). Necesitamos, esfuerzo, organización, imaginación, compromiso para avanzar, día a día, hacia una sociedad cada vez más próspera, más inclusiva, más satisfecha y orgullosa de su comunidad. Necesitamos superar el individualismo, inevitable, y reclamo permanente de todo aquello que nos preocupa, pensando un poco, en sociedad y, sobre todo, en nuestras propias responsabilidades y obligaciones. Construir un espacio de bienestar inclusivo y valor, conectado con la vanguardia mundial es un reto perenne. Es un ejercicio de determinismo y posicionamiento no exento de múltiples prismas cuya interpretación condiciona el escenario de futuro deseado.

Con la exposición de Bilbao Metrópoli 30, ejercitamos no solo el recuerdo de lo hecho, sino que reconocemos la labor de tantos que han hecho posible un cambio del que hoy, orgullosos, disfrutamos.

Superar la tormenta desde el posibilismo aritmético

(Artículo publicado el 4 de Junio)

En medio de una semana de ajetreo electoral que, sin duda, provocará decisiones de emergencia condicionadas por una simple aritmética parlamentaria con potenciales opciones de gobernanza sin el tiempo necesario para profundizar en reflexiones y decisiones estratégicas de largo plazo, más allá de identificar una cierta coherencia estratégica, los partidos políticos habrán de tomar decisiones que pudieran trastocar o posponer planteamientos y voluntades últimas de sus representados.

Esta inevitable situación exige, sin duda, afrontar y superar la tormenta desde un posibilismo aritmético que desvié lo menos posible el recorrido y trayecto hacia el fin último que cada uno persigue.

La realidad y demandas corto placistas y urgentes no deberían alejarse de la coherencia estratégica de largo plazo, ni mucho menos del propósito, principios y apuestas de futuro. El ejemplo que hoy observamos (y del que somos parte activa), en el mundo de la política, es perfectamente trasladable a otros ámbitos como el de la empresa, la comunidad y todo tipo de organizaciones sociales, e igualmente observable en diferentes paises, contextos y procesos de toma de decisiones.

Por distintas razones, esta circunstancia, me ha coincidido con tres casos profesionales de distinto tipo y calado, situados a muchos kilómetros de distancia, (Singapur, Ucrania, Taiwán), permitiéndome la reflexión desde el ámbito de la estrategia: la imperiosa necesidad de imaginar, diseñar, formular e implementar una visión y apuesta de largo plazo, alineando las acciones, decisiones y recursos para hacerla posible, enfrentando con la “máxima coherencia estratégica” que las circunstancias y capacidades posibiliten. Imaginar lo inimaginable y hacerlo posible.

La sucesión de crisis diversas e intensas que hemos venido acumulando en los últimos años (crisis financiera, crash pandémico, crisis económica, invasión y guerra en Ucrania…) ha despertado con crudeza el concepto de “resiliencia” y nos ha hecho entender que no se trata de tan solo de “sobrevivir” una crisis o evento adverso imprevisto (que ya en sí mismo es bastante), para volver al punto previo de partida (entre otras cosas porque nunca existirá aquel imaginario punto inicial), sino prepararse y actuar, con esfuerzo redoblado, en resetear y repensar el “nuevo futuro” al que saldremos una vez que hayamos superado el precipicio al que habríamos caído, en un punto distinto, cambiante, con nuevos retos y desafíos, nuevas condiciones (también oportunidades) y nuevos jugadores. Quien haya afrontado la caída y duración incierta del precipicio, y se haya preparado, a la vez, para un nuevo espacio, se habrá reforzado, y, de alguna forma, reinventado, para ganar el futuro. Un proceso de resiliencia, decidido, provocado, alineado y coherente con su estrategia de largo plazo. En este sentido, tres ejemplos y situaciones distintas y distantes para reflexionar. Resiliencia y apuestas estratégicas para ganar el futuro.

Singapur. Esta semana se han cumplido 13 años desde que Bilbao fuera distinguida con el premio Lee Kuan Yew de Ciudades, como “La mejor ciudad-región del Mundo” iniciando una selecta lista de ciudades que han venido accediendo al mismo a lo largo de los años. El premio forma parte de la verdadera apuesta de futuro de Singapur, quien decidió, en su visión formulada hace décadas, por aprender de las mejores referencias internacionales, compartir con terceros sus procesos, liderar las capacidades imprescindibles y diferenciales para diseñar, construir, equipar cientos de nuevas ciudades a lo largo del mundo. Junto con este ámbito de su apuesta estratégica, añade un premio equivalente relacionado con el agua, visualizar la economía de las ciudades y la economía azul (esencialmente agua) no es un capricho sino una necesidad estratégica y vital para el logro de su propósito. Ya en las memorias del su histórico primer ministro Lee Kuan Yew (considerado padre del Singapur independiente), ”from the third world to the First”“desde el tercer mundo al primero”,  describe no solamente su larga marcha hacia la independencia de Malasia, las enormes dificultades y tiempo para su logro, el largo período de convivencia anómala con sus vecinos que creían o querían actuar como si continuasen bajo el régimen anterior, condicionado por dos factores críticos: la falta de agua y la falta de “territorio” (físico, en primer lugar, y de relaciones y conectividad real). El tratado de Independencia incluía un compromiso mutuo para compartir el acceso al agua interior (si bien Singapur contaba con un poderoso activo sobre el que ha venido construyendo una base esencial de su desarrollo, como es su puerto exterior y a partir de él un clúster portuario y marítimo de primerísimo nivel mundial). La visión (“Raíces y alas”) marcaba un camino. Agua y territorio resultaban imprescindibles para el logro final. Obligaba a aprender, a generar competencias y talento asociado, generando riqueza, empleo y valor para su sociedad, multi racial-multi cultural (“varias lenguas y un lenguaje compartible”), con una significativa aportación tecnológica, una plaza financiera distintiva, una serie de clusters tractores al servicio de la estrategia país y relaciones especiales para disponer de espacio más allá de su frontera, promoviendo, de manera activa ASEAN (entonces tan solo una promesa nebulosa con un futuro prometedor)… Entendieron que “ganar el futuro” requiere una apuesta y dirección a largo palo, construyéndola con múltiples etapas y decisiones a lo largo del tiempo, aún cuando, por momentos, pudiera parecer un tortuoso camino con retrasos o desvíos frustrantes sobre el camino perseguido. “Qué mejor acelerador que concentrar el talento especializado bajo el manto de un Premio Internacional, analizando variadas experiencias de éxito y liderazgo”, me decía su director Larry Ng.

Un segundo caso, desgraciadamente más sentido y doloroso: Ucrania. El seguimiento del intenso trabajo que la iniciativa “Before and after the Victory” promueve con la participación de múltiples actores, nos recuerda el doble esfuerzo simultáneo que se viene realizando hacia “la doble victoria: Ganar la guerra y la paz, y ganar el futuro”. La ingente tarea en todo tipo de frentes, desde la auto defensa de sus vidas y su voluntad democrática de decidir su destino y respetar su vocación europeísta, en circunstancias extremas, no evita que su proceso resiliente les lleve a trabajar, a la vez, en repensar un futuro diferente no ya en términos de recuperación (territorial, gobernanza, equipamientos, intangibles, economía, sino de identificar y avanzar en la dotación de elementos clave para un futuro distinto respondiendo a nuevos retos y mega tendencias mundiales), en la redefinición de un nuevo espacio geo político y geo estratégico por el que apuestan. Que en esta especial y difícil circunstancia trabajen y piensen en mantener y reinventar sus ventajas competitivas para un mundo mejor es toda una enseñanza.

Y, finalmente Taiwán. La pequeña isla ante el gigante, defendiendo su identidad, estatus deseado y logrado, (ya hoy el 68% de su población dice sentirse exclusivamente taiwanés. Centro de estudios electorales Universidad Nacional de Chengchi), admirado por su exitosa industria de los semiconductores y CHIPS, hoy muestra, orgullosa, su apuesta estratégica industrial y tecnolóigca desarrllada a lo largo de décadas, y se compara con la movilización de miles de billones de dólares en confrontación competidora de los desacoplados Estados Unidos y China. Conocer de primera mano, a través de mi colega de la Red MOC, Ching Huag Lynl (Taiwan Industrial Research Center and Incubator for Industrial Productos) el análisis de las sucesivas estrategias y adaptaciones a lo largo de los años desde us implicación en el grupo de los tigres asiáticos (junto con Corea del Sur, Japón y Singapur), hasta nuestros días, superando las crisis de fabricación y producción de los 80, el colapso japonés de aquel tiempo, la evolución que la globalización provocó en el offshoring competidor, la lucha abierta por la tecnología, las apuestas diferenciales por mantener sus “fábricas y capacidades productivas” cuando los demás las despreciaban, su avanzada incorporación de conceptos de servitización, la clusterización de sus industrias relacionadas, la inversión en talento  y su sentido estratégico, les sitúa hoy en una posición no fácilmente copiable o comparable.

En esta estrategia industrial basa, en gran medida, su convicción en mantener su estatus quo, su identidad-fortaleza en ganar su propio futuro.

En definitiva, ganar nuestro propio futuro supone un largo recorrido, rara vez lineal, que exige decisiones y pasos intermedios que permitan superar una tormenta y sus consecuencias. Se trata de afrontarlas en el marco de una coherencia estratégica sin olvidar el propósito del viaje emprendido y el lugar al que se quiere llegar.

¿Democracias descontentas? Recuperar y fortalecer credibilidad y confianza

(Artículo publicado el 21 de Mayo)

Michael Sandel vuelve esta semana al escaparate editorial con la actualización de su prestigioso y exitoso libro “El descontento de la democracia”, retomando su intensa y larga trayectoria como pensador y profesor desde sus clásicos “Justicia: ¿Hacemos lo que debemos?”, “La tiranía del mérito” o “La Filosofía Pública”, que nos han acompañado en el tiempo, con relevantes diagnósticos y aportaciones al debate político, económico y social. Reflexiones inspiradoras de anhelos de futuro. Siempre de actualidad. Esta vez, incide en el deterioro percibido en la calidad de nuestras democracias, en las carencias del respeto al uso institucional minando el marco general de convivencia dado, y repasa lo que entiende como las dos claves esenciales a cuidar para un nuevo espacio capaz de fortalecer las democracias: poner la economía bajo control democrático y potenciar una renovada conceptualización del patriotismo identidad y Comunidad cohesionador del sentido y propósito a dar a las políticas, soluciones y objetivos a perseguir para el logro del bien común.

Subraya, entre otras causas del descontento observable, el sucesivo abandono de la política con mayúsculas en favor de una falsa eficiencia tecnócrata que parecería unificar todo tipo de políticas e ideologías, un relativo pensamiento único (especialmente extendido en las últimas décadas en una simplista y mal entendida globalización) que ha desnaturalizado el concepto identidad-Comunidad y ha dado por bueno un fin último que supuestamente generaría valor para todos en todas partes, dirigido por un promovido “patriotismo estatal trasnochado y excluyente, envuelto en un falso lenguaje mundializado y de aparente vanguardia”. Adicionalmente, resalta la poca importancia dada a la calidad del proceso democrático, a su gobierno y control, a la apropiación de etiquetas auto otorgadas “como progresistas”, por quienes parecían poseer el don de que todo aquello que proponían era incuestionable, apropiándose de los verdaderos avances sociales para todos y de su implementación como derechos universales, justicia social, libertad sin límites, excluyendo de su logro a quienes consideran y señalan, más que adversarios, supuestos culpables de los grandes males e insatisfacciones de la gente. Apoderarse del patriotismo de Estado, instalándose en una auto concedida modernidad y exclusividad rectora de la prosperidad colectiva, prescindiendo de la conexión humanista con estrategias e instrumentos probados que pudieran aportar quienes no formen parte de su grupo, sería uno de los déficits que hoy limitan el valor de las democracias. Condicionantes, en definitiva, de un desencuentro con las dificultades y necesidades complejas por resolver, confundiendo el simplismo “de lo público”, el rol verdadero y eficaz de los diferentes gobiernos, despreciando la capacidad generadora y complementaria de iniciativas sociales y privadas. Romper o despreciar décadas de convivencia que hicieron desaparecer, hace ya mucho tiempo, barreras-silos entre conceptos de exclusivo beneplácito con el mercado como asignador óptimo de riqueza y bienestar, o de intervencionismo gubernativo confundiendo que la responsabilidad pública no excluye compartir tareas, ni proyectos, funciones, papeles, compromisos, o generación de valor. La realidad es que dichas barreras cayeron hace demasiado tiempo y el humanismo económico y los compromisos en torno a los derechos universales, al bienestar y prosperidad inclusivos, a la lucha permanente contra la desigualdad, la economía social de mercado y el desarrollo humano sostenible, han roto barreras excluyentes para dominar todo tipo de políticas y estrategias en las simbiosis colaborativa público privada, en la gobernanza inter e intrainstitucional, y la cosoberanía y nuevos espacios geoestratégicos. Conceptos y modelos a la búsqueda de nuevas denominaciones y de la concreción de múltiples esquemas y modelos que, compartiendo bases esenciales, se traducen en instrumentos, programas, tiempos y velocidades diferenciados, dependiente, sobre todo, de lo que se viene en llamar el nuevo patriotismo cohesionador que lleva a los individuos a trascender en beneficio de la comunidad íntima a la que se desea pertenecer, co participando en la construcción aspiracional de un futuro deseado en términos del doble proyecto vital y profesional que se busque.

Este contenido reflexivo irrumpe en plena campaña electoral en el Estado español. Aunque no lo parezca, a juzgar por el espacio mediático y los mensajes de los líderes que copan las audiencias, se trata de unas elecciones municipales, regionales o nacionales en algunas de las comunidades que habrán de elegir diferentes parlamentos y gobiernos, con un variado y muy distinto nivel competencial, voluntad y grado de autonomía o dependencia y desarrollo institucional. Este carácter “local” (con todo tipo de matices y conectado con el mundo otrora global), es lo que da sentido máximo a la clave del nuevo patriotismo-identidad mencionado, en contraposición a ese otro de quienes prefieren mantenerse en su patrimonio patriótico estatal, y que no se reconocen en la diferencia y pretenden dirigir sus mensajes por encima de sus propios representantes o candidatos “locales”, aumentando la distorsión, confusión y desencanto. A mayor distancia del sentimiento de pertenencia, mayor resulta el individualismo y la distante implicación real y directa por afrontar los grandes desafíos políticos, sociales y comunitarios.

Adicionalmente, la falta de calidad en los procesos de gobernanza, en la toma de decisiones, lleva a confundir los consejos de ministros y sus funciones institucionales con pregones mitineros, de parte, que profundizan en la confusión y deterioran la calidad democrática. Propuestas y políticas impulsivas, inconexas, de dudosa credibilidad, carentes de un marco o estrategia general, ocurrentes (o incluso algunas valiosas en caso de ser gestionadas en el ámbito institucional correspondiente), que suplantan el rol del gobierno, agravado por una permanente intromisión en los diferentes ámbitos competenciales de quienes han de implementarlas (en caso de que así lo decidan) generan o aumentan una perversa manera de no ir a ninguna parte.

De esta forma, la riqueza de un Estado, como éste, con formato descentralizado y con supuesta potencialidad de un auto gobierno a disposición de la voluntad de los ciudadanos y de sus capacidades y apuestas de futuro, compuesto por múltiples poblaciones y comunidades heterogéneas y singulares, con lenguas propias diferenciadas, deseosos de amplios espacios de libre decisión en algunos de ellos (tanto por su historia, como sobre todo por su vocación futura, amparados en el marco legal que propicia su actualización permanente según de sus deseos democráticos de avance y transformación), con capital humano no monolítico, retos, desafíos y capacidades distintos (al margen de su recomendable y potencial compartible y sinérgico), con tejidos económicos variados, modelos de desarrollo diferenciados, además de Instituciones sensiblemente distintas (aunque el papel pareciera etiquetarlas de forma similar), parecerían diluirse en un ejercicio centralista y centralizado desde ese error limitante que acuña Sandel del llamado patriotismo de Estado. Todo un desperdicio del valor de la cogobernanza, de la plurinacionalidad y pluralidad sociológica, de diferentes legítimas aspiraciones, de autoorganización institucional, ambiciones, aspiraciones y deseos de futuro.

Llama la atención el empeño en no contar con múltiples jugadores con enorme capacidad (y deseo) de contribuir y participar en procesos, de alta calidad democrática, cocreando valor en, para, desde su comunidad. Cabría esperar un esfuerzo impulsor y director de primer orden. No son tiempos para jugar a la ocurrencia o a regalar el oído a todo el mundo. Es tiempo de elegir atendiendo a las capacidades diferenciales necesarias para garantizar el éxito y compromiso requerido, es tiempo de política y gobiernos con mayúscula, de procesos y decisiones que obedezcan a un propósito, a una apuesta de futuro. Quizás de esta forma se genere la confianza necesaria, la credibilidad y confortabilidad con las democracias y no el descontento con ellas. Cuidar aspectos esenciales del rol esperable en quienes han de asumir papeles de liderazgo hacia una nueva sociedad deseada, entusiasmándola y comprometiéndola (derechos y obligaciones) sabiendo hacia dónde se va y por qué merece la pena esforzarse en su camino.

Reescribir un nuevo encanto de la democracia.