«TRANFORMAR LA ECONOMIA CON RECETAS DEL PASADO…. UN NUEVO ERROR DE ESPAí‘A»

 

100 dí­as después de la llegada de un nuevo gobierno, el «milagro» del cambio no parece animar a la esperanza. Un nuevo gobierno, ganador mas que por acierto ó apoyos (el Partido gobernante (PP) perdió más de 1 MM de votos desde su última elección comparable) por el fracaso del anterior (PSOE) asociado a un profundo desapego social , en especial, de sus propios simpatizantes.

Si bien nadie espera que ningún gobierno sea capaz de superar en 100 dí­as la grave crisis por la que atraviesa el Estado Español, si cabrí­a observar algunas señales claras de futuro que orienten la ya tan evidente demanda de una radical transformación de la maltrecha economí­a española.

Si en un principio, España (y, sobre todo, su gobierno) fue incapaz de detectar el inicio de una crisis económico-financiera de gran magnitud, fue incapaz de reaccionar y comprender que no se trataba de una «crisis igual para todos» y que España padecí­a sus propias enfermedades, incapaz de señalar un camino y de afrontar un plan completo y coherente, las voces simplificadoras de un diagnóstico tardí­o señalaban un peligroso consenso en torno a «Ladrillo, burbuja inmobiliaria, nuevos ricos, organización del sector público, obsolescencia de la red de Cajas de Ahorros y abandono del tejido productivo».

Ante tal diagnóstico, «respuesta única»: concentración y reconversión de Cajas de Ahorros en bancos malos y peores con cargo a los presupuestos públicos, re-centralización y «unidad de mercado», parón indiscriminado de la inversión pública, «enésima reforma laboral», amnistí­a fiscal para defraudadores y discursos pseudo-soberanos anti intervención y rescate de la temida Unión Europea al servicio de los «Mercados». Adicionalmente, el gobierno se empeña en «explicar» lo que hace ó deja de hacer a través de la prensa (en especial en el exterior), bajo un doble argumento. «Es la única opción posible «ó» de no hacerlo, España será intervenida y rescatada».

Ante tales afirmaciones lo primero que deberí­a saberse es qué significa ser/estar intervenido. ¿Una intervención ó rescate («que viene el lobo») serí­a algo diferente ó peor al escenario actual? ¿Qué medidas adicionales habrí­an de implantarse? ¿Con qué objetivos y horizonte? ¿Quién será el interventor? ¿Con qué autoridad y bajo qué mecanismos de control?

En estos dí­as se habla de la «falta de un Relato económico, polí­tico y social« que explique la realidad de la situación, que señale quien decide lo que se hace y cuál es la oferta Paí­s que se pretende lograr para ciudadanos, empresas y gobiernos en este viaje temerario. Lo que si parece evidente es que España está hundida, sus problemas estructurales impiden cualquier recuperación en el corto y medio plazo, su insoportable desempleo seguirá reflejando la punta del iceberg de una economí­a obsoleta, necesitada de una transformación radical. Cuanto más se tarde en abordar una verdadera transformación económica más difí­cil y dolorosa será su salida.

Y, sin embargo, los anuncios observados (ratificados en el «presupuesto austero» presentado esta misma semana) van en dirección contraria:

a)   Centralizan y pretenden desmontar un modelo autonómico «de corte regionalizado o pseudo federal» que hasta hace tan solo unos meses parecí­a explicar la ventaja competitiva que  ha permitido el paso de una economí­a mediocre, proteccionista y aislada a una sociedad modernizada  y del bienestar,

b)   Imponen, ví­a Boletí­n Oficial del Estado, una falsa «unidad de mercado», obsoleta, paralizante e igualitaria en la mediocridad, bajo la dirección y control de un núcleo gobernante-funcionarial,

c)    Propagan una MARCA ESPAí‘A para vender por el mundo economí­as, regiones y realidades dispares unificando el peor de los ejemplos en perjuicio de comunidades y empresas que no viven ni el mismo modelo ni la misma crisis. España son al menos 4 y no una, si nos atenemos no ya a su sentido de pertenencia y vocación de autogobierno y expectativas de futuro, sino a sus cifras de paro , tejido económico, riqueza y bienestar,

d)   Desmontan gobiernos, inversión y polí­ticas públicos de medio y largo plazo profundizando en una recesión que parece haber llegado para instalarse por mucho tiempo,

e)   Fijan «cuotas medias», «tamaños óptimos», (producción, finanzas,desarrollo …) aprendidos de una Europa, sometida a una burocracia simplificadora y paralizante, que ha demostrado su escasa imaginación, nulo compromiso con la economí­a real, ausencia de control y decisiones democráticas…Hacia una Europa que parecerí­a empeñada en mirar al pasado y renunciar a construir su futuro,

          En definitiva, vuelta a los manuales del pasado para insistir en un  fracasado recetario. Todo menos abordar una compleja y  radical transformación económica demandante de nuevas estrategias y liderazgos                    al servicio del bienestar de los ciudadanos, la  competitividad de sus agentes económicos y sociales. Y la cohesión de pueblos y regiones que la conforman.

No hay una única solución. Nadie ha explicado porqué solamente debe aceptarse la ví­a que parece imponerse como única. Mientras tanto, hoy mismo, un nuevo mazazo al desempleo: carrera imparable hacia los 6 MM. La peor marca de Europa. Otra señal que deberí­a hacer pensar a quienes creen que la mal entendida austeridad (no invertir, no gastar, no avanzar, no soñar un futuro diferente, no arriesgar y no decidir…)resolverá, en el largo plazo ,los problemas propios de un modelo económico sin futuro.