¿Existen ví­as y fuentes de crecimiento?

(Artí­culo publicado el 8 de Marzo)

En una reciente entrevista para una revista internacional de economí­a y empresa, la periodista me pedí­a un diagnóstico y valoración de la situación económica en Euskadi, España y Europa en contraposición a un escenario rico en iniciativas, de las que vení­amos hablando, como las que encontramos en algunos paí­ses emergentes, en pleno crecimiento y en un claro ambiente de oportunidades. Tras una breve a la vez que intensa introducción en la que me señalaba una larga lista de noticias de primera página publicadas en los últimos dí­as en la prensa local, reseñando un desolador panorama repleto de casos abiertos de corrupción sangrante, confrontación polí­tico-mediática, conflicto verbal España-Grecia en torno a un hipotético rescate, una Vicepresidenta del Congreso jugando al Candy Crush en pleno «Debate de la Nación», con una España sumida en un paro galopante y desmedido con escasos planes de recuperación en el próximo decenio y  declaraciones de lí­deres empresariales asiáticos manifestando su nulo interés en lo que pasaba en Europa, calificándola como «Jurassic-Disney», parecí­a sugerirme respuestas poco esperanzadoras. Todo un bombardeo depresivo que obligaba a entrar en un ciclo pesimista entre la mediocridad, la  negación de la bondad irremplazable de la polí­tica y los gobiernos, la pérdida de valores y oportunidades y la ausencia de confianza en un potencial futuro de bienestar y prosperidad equitativo e incluyente para nuestros ciudadanos de la vieja Europa, una desigual y compleja salida para una España en plena encrucijada y un escenario incierto para Euskadi a la búsqueda de nuevos horizontes.

Sin embargo, desde el optimismo obligado al que hemos de sumarnos para superar el fatalismo inducido, huyendo de esta aproximación que me llevarí­a al pesimismo crónico y al desánimo e inacción, opté por evitar el «diálogo en corto» y echar mano de un reciente artí­culo de Trudi Lang, Directora de Prospectiva Estratégica en el World Economic Forum de Ginebra. Como coordinadora de una influyente Comunidad de Debate y Propuestas cuyo objetivo es el de «sacar a la superficie cambios y tendencias ocultas que iluminen un nuevo futuro desde las agendas globales», se ocupaba de reunir un buen número de datos e informaciones destacables que habrí­an de llevar a observar un futuro prometedor y esperanzado. Así­, echando mano de prestigiosos autores, se preguntaba «¿de dónde puede venir el crecimiento económico?», pregunta tantas veces formulada y pocas veces contestada. Para iniciar su invitación al futuro utilizaba un reclamo en el que, sin duda, reparamos muy poco: «El 95% de los cientí­ficos que han vivido, hoy, siguen activos» (Peter Schwartz), lo que le lleva a sugerir que aunque no sepamos concretar las fuentes de riqueza y empleo del mañana, podemos reducir nuestras preocupaciones y temores ya que, con esa base, nuevas «cosas, caminos, soluciones» llegarán. En especial, si somos capaces de mitigar la brecha entre el conocimiento cientí­fico, las aplicaciones tecnológicas y las demandas sociales, si logramos dotarlas  de la financiación y gestión adecuadas, si exploramos y asumimos el riesgo de llevar adelante las buenas ideas, y si acertamos con el auténtico enlace colaborativo con la empresa y la sociedad. De esta forma, desde las ciencias de la salud, la energí­a y el medio ambiente, la movilidad e infraestructura, las demandas y servicios creativos y educativos y la manufactura inteligente, el reclamo alimentario y de las ciudades, así­ como nuevos espacios urbanistas innovadores requeridos, el mundo de demandas y necesidades sociales encontrará soluciones esperables. A partir de esta provocativa invitación, el acceso a «la internet de las cosas», la formalidad de una economí­a aún excluyente, la inevitabilidad de nuevos instrumentos y esquemas financieros con una nueva gobernanza y la recuperación del valor de gobiernos, de la polí­tica y de la empresa al servicio de ese nuevo futuro, podremos ofrecer espacios para soñar.

Un sueño posible. Concluida la entrevista, un tanto preocupado por haber caí­do en un excesivo optimismo, huyendo del pesimismo inicial, y ya de vuelta en Euskadi, escuchaba a uno de los jóvenes talentos de éxito que han llamado la atención en nuestro Paí­s en estos dí­as. Ander Ramos-Murguialday, investigador destacado de Tecnalia y de la Universidad de Tubinga, explicaba con gran pasión e ilusión su trabajo en el campo de la neurotecnologí­a. Describí­a sus proyectos de los últimos 5 años desde sus pasos iniciales en la antigua Fatronik y sus aspiraciones de futuro. Enfermedades como el ELA, disfunciones graves, para más de 2.000 millones de personas a lo largo del mundo, afectadas  por trastornos e ictus paralizantes, albergan esperanzas gracias a la interdisciplinariedad de la robótica, la mecatrónica, electrónica y salud en el marco de interacciones colaborativas desde la excelencia de Euskadi, en conexión con otras vanguardias del conocimiento en el mundo. Inversión, esfuerzo, compromisos, tejido industrial y necesidades sociales (salud), como fuente de riqueza (economí­a y negocio, también), son una luz, real, para la esperanza.

Nuevas maneras de establecer el diálogo máquina-cerebro, la conversación entre medicina, psicologí­a, neurologí­a e ingenierí­a. El nuevo mundo de la economí­a, industria y tecnologí­a colaborativa. Es uno de los muchos ejemplos, de las múltiples iniciativas que nos llenan de ilusión, refuerzan la capacidad de Euskadi como Centro de Excelencia en múltiples áreas de futuro y permiten contemplar un futuro realista, ilusionante y posible. Ejemplo y reflexiones que nos llevan a repensar sobre las nuevas lí­neas de pensamiento económico: ¿Vamos a sucumbir a la crisis creyendo en un fatalismo determinista que desaparece en un ciclo concreto para continuar igual hasta la siguiente embestida o, por el contrario, vamos a apostar por nuevos contextos y  modos de abordar el futuro? Solo depende de nosotros. Allí­ fuera hay un infinito espacio de oportunidades por explorar. Desde nuestra base de excelencia, transitemos la brecha entre las necesidades y las soluciones, sabiendo que ni toda iniciativa resultará exitosa, ni todo proyecto es alcanzable. Pero sin las bases adecuadas, las personas apasionadas, formadas y comprometidas, el no éxito sí­ que está garantizado.

En esta misma lí­nea, haciéndose eco de la nueva realidad tecnologí­a-sociedad ya presente en el modelo de negocio de las principales empresas (y Paí­ses) de éxito, Mckinsey publica en estos dí­as una nueva lí­nea de apuesta  para el crecimiento: «La era de Oro del Marketing» que, gracias a la convergencia de la investigación, inteligencia comercial y Big Data con la «sustancia esencial» de cada negocio y su historia verdadera (pasión-compromiso), vuelve a poner en el incremento de ingresos y no en la reducción de costes, la ví­a del crecimiento y la rentabilidad. Es decir, focalizar el pensamiento en lo que está por venir y hacer, la innovación hacia nuevas cosas, diferentes soluciones, distintos modelos, repensando la forma de generar valor.

Definitivamente, si bien es verdad que hay demasiados nubarrones en el horizonte, y que determinada mediocridad y desafección respecto del compromiso y el valor imprescindible de la polí­tica, de los gobiernos y de la verdadera colaboración público-privada, nos rodea y aplasta, así­ como el tópico generalizado de una simplista concepción de la «población educada» y una peligrosa identificación de los derechos fundamentales con derecho a todo, que hoy, sin compromiso y contrapartidas personales parecerí­an haberse instalado entre nosotros, no es menos cierta la existencia de un gran espacio para la confianza. Más allá de la incertidumbre, existen nuevas maneras para crecer y generar el bienestar deseado. Destaquemos los buenos ejemplos y trabajemos de su mano. Nunca como hoy, aunque pudiera no parecerlo, hemos tenido tantas fortalezas para construir un futuro deseable. Sin duda, existen -a nuestro alcance- nuevas y diferentes ví­as de crecimiento, riqueza y bienestar.