«El enemigo invisible» y la «conspiración anti economí­a española»…

        A lo largo de las intensas semanas de tensiones, incertidumbre y preocupación en relación con la economí­a española y ,en especial, con las posibles intervenciones, acciones extraordinarias, etc. que pudieran afectarle de forma negativa  y,el posible arrastre a terceros, se generaliza un mensaje equí­voco de auto justificación desde las portavocí­as del gobierno español. Se tratarí­a de presentar una economí­a española relativamente sana, fortalecida por polí­ticas positivas en marcha y por una clara y determinada calidad de sus principales agentes económicos presentando al mundo la excelencia de su banca internacionalizada así­ como de empresas lí­deres en el nuevo cuño de las «multinacionales españolas».Bajo estas premisas, se transmite la idea de que la economia española se ve afectada por una especie de «conspiración artificial debidamente orquestada desde ese mercado invisible que ha de controlar todo en función de intereses bastardos».Por tanto, parecerí­a que el acento ha de ponerse en la búsqueda del «enemigo invisible».

         Sin embargo, cuando se tiene la oportunidad de sobrepasar la lectura de la prensa estatal y se vive la economí­a real en el exterior,conversando con empresarios, gobernantes,politólogos, inversores y ciudadanos de a pie ,y se comprueban sus posiciones respecto de la economí­a española, surgen muchas luces rojas que parecerí­an indicar el camino hacia un enemigo no tan invisible sino hacia un enemigo real,autóctono, que nace y se desarrolla en el seno de la propia economí­a española.Dicho enemigo propio parecerí­a transmitir una serie de señales claramente observables, como por ejemplo:

1) la excesiva y descontrolada deuda externa española ( 167% del PIB) que no solamente cuestiona inevitables reformas del sector público español y sus diferentes polí­ticas sino la preocupante debilidad estructural de la deuda privada, especialmente conecentrada en pocos bancos con delicadas posiciones en paí­ses objeto de intervención,

2)la pérdida de crédito internacional  del gobierno español cuya actitud-lejos de las declaraciones formales de apoyo-ante la crisis es vista como inadecuada y lejana a la capacidad de afrontar una estrategia no ya de salida sino de reinvención de un nuevo modelo económico, tantas veces anunciado y con tan escaso desarrollo hasta el momento,

3)la suma de percepciones negativas de un paí­s fuera de control ( estado de alarma provocado por la caótica gestión del control aéreo, poniendo de manifiesto el ineficaz sistema de relaciones laborales, derecho de huelga, rol de los funcionarios, generalizada crisis en la construcción y sector inmobiliario,dudoso proceso de intervención en el sistema de Cajas de Ahorros con mensajes contradictorios entre la jubilación temprana y «millonaria» de sus empleados versus las reformas de pensiones anunciadas,la imagen de un presidente de la patronal envuelto en todo tipo de sospechas en torno a la mala gestión y lobby favorecedor de intereses individuales…)

4) la inseguridad jurí­dica y de negocio en las diferentes industrias reguladas ( claro ejemplo la energí­a) con cambios constantes en el marco de actuación y reglas de juego,

5) la confusa interacción entre agentes sociales  y gobierno en la estrategia económica

6) la acción absolutamente opuesta entre los partidos polí­ticos mayoritarios que marcan sus espacio deiferenciado hasta la conclusión de las elecciones, en un calendario de doble cita en los próximos dos años ,impidiendo contemplar acuerdos  y espacios compartidos.

       En definitiva, en el exterior, la «MARCA ESPAí‘A» hoy no vende.Más bien ,penaliza las expectativas de futuro( en especial cuando las estimaciones de crecimiento económico y ,sobre todo, creación de empleo, cohesión y estabilidad se contemplan remotas).Es por tanto comprensible no ya que el inversor dude de la bondad de la economí­a española y opte por otro tipo de alternativas.No es un enemigo invisible ni es una conspiración para eliminar un competidor.Es ,por el contario, una razonable reserva ante la incertidumbre, la desconfianza y la observación de una escas propuesta clara de futuro.El «enemigo invisible está dentro de casa.Es  la no toma de decisiones completas y coherentes en torno a un proyecto real, es la sucesión de goteos de iniciativas hacia atras y hacia adelante,es la propaganda triunfal frente a la realidad,es la sensación de una falta de rumbo.

       Si se entiende que el enemigo es superable con acciones positivas, con la firmeza de una estrategia de transformación radical de aquellos pilares del supuesto nuevo modelo económico a partir de las fortalezas reales del Estado español y se hace desde la concepción del mundo real que nos rodea y no se está a la espera de «mejores momentos» o de la finalización de las próximas contiendas electorales,no habrá más enemigos invisibles ni conspiraciones internacionales.Una vez más, se trata de construir un futuro propio, desde dentro, sobre diagnóstico certeros y compromisos reales.