Consumida la larga mitad del verano agosto vacacional en el estado, caracterizado por el tradicional cierre ordinario de la actividad acompañado de un relevo masivo en los medios de comunicación sustituyendo sus cabeceras, líderes de programa y comunicadores principales, así como los programas habituales por productos enlatados o repeticiones atemporales, con la única intención de ocupar el espacio sin pensar ni en el interés de sus audiencias con la mínima preocupación en el lector, televidente o radio oyente, escasamente empeñados en mantener un determinado nivel de calidad y convencidos de que aquello sobre lo que no informen o no suceda en el estado español o no es relevante o simplemente no existe, salvo catástrofes que merezcan una breve reseña de agencia, el intenso calendario festivo comienza a dar paso, gota a gota, a señales noticiables que permitan retomar, poco a poco, el retorno a la “normalidad” esperable hacia septiembre.
Los últimos días hemos empezado a recordar una realidad que, no por deliberadamente relegada al olvido para disfrutar de un merecido descanso y efecto “desconexión”, haya sido superada ya sea por el tiempo o por su falta de cobertura mediática.
El triste aniversario de los atentados terroristas de Barcelona y Cambrils ha puesto de relieve, más allá del necesario y sentido recuerdo y acompañamiento a las víctimas y la siempre inevitable proclamación de la apuesta por la paz y los principios de convivencia democrática superadores del miedo, las profundas heridas persistentes en Catalunya que ni pueden ni deben obviarse. La fría y distante presencia de las principales autoridades del Estado, limitada al rey y los presidentes de Congreso, Senado y Gobierno español así como del Tribunal Supremo, mayoritariamente contestados por la Sociedad catalana, visualizados como núcleo aislado en la ceremonia de plaza de Catalunya, pese al intento de TVE de mostrar una imagen relevante y destacada así como la del minoritario PP y un par de banderas españolas de su militancia, puso de manifiesto el largo camino a recorrer para entender y afrontar la búsqueda de soluciones democráticas en torno a la esencia real del mal llamado conflicto catalán cuando de lo que se trata es de redefinir un nuevo espacio y modelo de relación, inabordable mientras persistan las negativas consecuencias del erróneo enfoque del Estatut, de la consulta del Octubre pasado, del truculento proceso judicial seguido de la mano de los aparatos de estado bajo el ineficaz y lamentable mando de Rajoy y la otrora todopoderosa vicepresidenta de gobierno, con un arbitrario y desigual encarcelamiento y “descabezamiento” del Procés. La necesidad de un inevitable nuevo espacio Catalunya-España exige nuevas hojas de ruta en un camino sin retorno. Esperando a septiembre…
Otra importante señal es el recordatorio de algunas asignaturas pendientes aplazadas para la vuelta del verano en el vacacional palacio de las Cortes. El debate fiscal, presupuestario y económico aguarda. PODEMOS ha lanzado su esperado globo sonda veraniego anticipando su posición y recordando al presidente Sánchez que no le apoyó en la investidura ni para formar un gobierno estable ni para reposicionarse con su aparato electoral de partido ni para seguir la política del PP-Ciudadanos. Tan solo quiso evitar la continuidad del presidente Rajoy y su partido y no está dispuesto a dar cheques en blanco. Anuncia que no aprobará ni sendas de déficit, ni techos de gasto ni mucho menos presupuestos sin alterar políticas fiscales (bajo la simplista fórmula de aumentar impuestos a “ricos”, sociedades, banca y empresas tecnológicas), con estimaciones macroeconómicas que considera artificiales y dependientes del “intrusismo” de Bruselas pactado por PP y PSOE en su reforma exprés constitucional del fin de semana Rubalcaba-Rajoy, o presupuestos que no incorporen sustanciales cambios de lo que han venido en proclamar “políticas sociales”. De momento, un aviso estrictamente declarativo que da paso a un rápido posicionamiento de los partidos políticos a la espera del momento oportuno. En todo caso, llama la atención el escaso deseo de unos y otros en abordar los cambios de calado, aplazados, sine die, en torno a nuevas estructuras fiscales y, sobre todo, de gasto, transformadores de la estructura de estado, estructura territorial, modelo de desarrollo económico e inclusivo y, por supuesto, de la función pública. Aspectos, al parecer, inabordables, limitando el debate a un continuismo aritmético de escaso valor de cambio.
Debate algo más que presupuestario que ha de atender las promesas-reivindicaciones pre veraniegas en torno al mundo de las pensiones, a la financiación de las Comunidades Autónomas (en precampaña electoral, además), atendiendo a las nuevas señales que, con timidez, el verano ha filtrado de la mano de diferentes estudios de coyuntura económica, alertando la evidente ralentización en el crecimiento económico, obligando a nuevas hipótesis de trabajo. Estimaciones económicas que habrán de incorporar algunas evidencias adicionales como la acogida y gestión de los movimientos migratorios que no pueden limitarse al lamento y declaraciones voluntaristas o descalificadoras, según el caso, y que van más allá de visitas turísticas a Doñana u oportunistas a Ceuta y Melilla, o futbolísticas a Tánger. Así, adicionalmente, y con impacto presupuestario, no resulta menos evidente el nuevo capítulo a debate que la tragedia de Génova (y, en menor medida, la de la pasarela de Vigo) habrá de provocar en el escenario político-presupuestario: el estado de las infraestructuras. Si el debate permanente se enfrenta a las prioridades en la inversión y la localización de las diferentes infraestructuras, la imagen del puente destruido y el análisis de sus causas ha recordado a todos que las infraestructuras exigen mantenimiento, gestión, renovación y adecuación permanente y han generado, desde la tranquilidad expectante de las solariegas tumbonas de playa, la preocupación por el grado de mantenimiento y el impacto colateral de las desinversiones y limitaciones presupuestarias acompañantes de la crisis. Toda administración pública se ve obligada a una revisión e inventario de sus infraestructuras, de sus modelos de mantenimiento, sus niveles de gasto e inversión, sus modelos y sistemas de gestión y seguridad y sus planes de renovación y reinvención. Sin duda, septiembre supondrá un incremento de los créditos presupuestarios, reales o aparentes, para tranquilidad de todos. Debate y confrontación económica y, sobre todo, interinstitucional atendiendo a las diferentes competencias.
Y, de esta forma, en medio de catástrofes (Indonesia, Filipinas…), situaciones de emergencia y conflictos mundiales, la ausencia de otros titulares mediáticos se ha visto reemplazada por el relevante hecho de la publicación coordinada de editoriales comunes en 350 periódicos en los Estados Unidos denunciando al presidente Trump por su irrupción en el derecho de prensa y opinión, su ataque a la prensa libre y a los directivos y accionistas de los principales medios de comunicación, a través de sus ya famosas “Fake news” (noticias falsas). El Boston Globe y el New York Times han encabezado y coordinado un movimiento que pretende alejarse del corporativismo periodístico a la vez que unir a los medios y profesionales de los mismos, más allá de sus intereses particulares y sus espacios competidores, en torno a la declaración de principios defensores del contrapoder atribuible a la prensa para advertir del peligro de esta actitud generalizada y creciente que cuestione toda opinión, noticia, hecho real o crítica razonada y razonable. Fiel a su estilo y comportamiento habitual, el presidente Trump ha contraatacado apelando al pueblo “americano” animándole a transmitir su opinión sobre la prensa: su calidad y veracidad informativa, su objetividad, sus respectivas líneas editoriales, su connivencia o limitación ideológica o comercial, su control y poder económico y político, o su “patriotismo”. Con su ya conocida política de “siete tuits al día”, Trump, pretende generar su propia información confiando en generar credibilidad y confianza esperando ganar su partida al resto mediático. Siete tuits equivalentes, de alguna manera, al estilo de la CNN en los años 80 (desconozco si la sigue practicando), que presumía distribuir “7 noticias-titulares diarios” “homogeneizando opinión, conocimiento e intereses globales a lo largo del mundo para uniformizar la manera de entender un mundo común conforme a su política editorial, desde la base de su red de observadores y generadores de opinión, a través de sus agencias afines, al servicio de un mensaje homologado”. De esta forma, lo que no existe en CNN no existe. Para Trump, lo que no digan sus tuits, o no ha existido, o no tiene interés, o es falso. Señal veraniega de enorme trascendencia en un mundo informativo cada vez más complejo, abierto a todo tipo de jugadores incluidos los lectores o audiencia como protagonistas-informadores-creadores de noticias, que hacemos un mundo incontrolable de la comunicación en y con todo tipo de redes sociales, en una prensa diversa y multicanal además de multimedia, con grandes grupos concentradores del poder y control de su producción, económico, financiero e interrelacionado con múltiples empresas, servicios de inteligencia y nuevas tecnologías de máxima relevancia disruptiva como el uso del Big Data, la ciberseguridad… y, por supuesto, la publicidad (directa, deseada o no, subliminal o no autorizada). Otra asignatura para septiembre.
Y, finalmente, como no podía ser de otra manera, los culebrones habituales del deporte (mejor dicho, del especial mundo del futbol). Tras la intensidad del último campeonato mundial de futbol celebrado en Rusia y de las finales europeas y trofeos veraniegos, el mercado o espacio de fichajes llena los espacios disponibles. Espacio de sorprendente lógica propia que no parece cuestionarse por la población que asiste a transacciones con disparatadas cantidades de dinero de por medio y comportamientos ampliamente criticados en cualquier otra actividad, que se asumen con aparente naturalidad: cualquier jugador o entrenador rescinde su contrato en cualquier momento, sin pre aviso siquiera, deja de trabajar (entrenar o similar), acuerda su salida con quien va a intermediar el pago de “su libertad” en operaciones escasamente transparentes(quien paga, quien y cuanto tributa), sus directivas no reciben presión alguna para informar, explicar y auditar sus operaciones, se desconoce la intermediación externa(o propia) y los costes/beneficios asociables, cláusulas anti equipo X (sin que los tribunales de la competencia, por ejemplo, parezcan mostrar el menor interés por su control), en sociedades anónimas o deportivas sujetas a escasa reglas de gobernanza, inicios de competiciones sin calendario conocido faltando el respeto a socios o abonados que han de pagar anualidades para asistir a toda una larga temporada sin conocer días y horarios de partidos e incluso sin saber si, en esta ocasión, deberán viajar a Estados Unidos, Canadá o México para presenciar alguno de los encuentros de su club o a una final de copa, en su caso, en África o Asia según el interés promocional de terceros…Esta minucia, también es una señal relevante de los espacios “desconocidos y sorprendentes” en los que nos movemos y que, sin duda, son una pequeña señal que algún día constituirán un hecho relevante que demandará nuestra preocupación y ocupación. Tarea pendiente para la vuelta del verano.
En definitiva, de momento, a disfrutar de Marijaia y del resto de nuestro calendario festivo hasta el próximo alarde en Hondarribia, para volver a la actividad normalizada, poco a poco. Entonces, reemprenderemos un esperanzador nuevo curso.
No olvidemos que, cuando algo se convierte en una evidencia o mega tendencia de impacto generalizado y global, recordamos como es fruto de alguna pequeña señal apreciada en un lugar y tiempo concreto, de inicial apariencia menor, local y poco trascendente. Atentos a nuestros sencillos veranos. A lo largo del tiempo, de una u otra forma, volvemos a ellos.