Consejo para la Competitividad

Esta semana ha sido presentado en Madrid el «Consejo para la Competitividad«, iniciativa de 17 de las mayores empresas españolas (en facturación), «con la idea de generar un lobby capaz de poner en valor la marca de España y sus empresas y favorecer el desarrollo de la Competitividad».

Bajo presidencia (rotatoria) del primer ejecutivo de Telefónica (César Alierta) y con la condición de que sea el primer ejecutivo de la Compañí­a asociada quien le represente, nace un nuevo foro con la intención de contribuir a revitalizar una castigada, deteriorada y poco valorada economí­a (la española) tratando de construir nuevos espacios ante la demanda del llamado «Nuevo Modelo Económico para España«.

Consejos como el aquí­ presentado se han venido creando a lo largo del mundo y el tiempo con resultados desiguales y se incorporan a los llamados «entes facilitadores« tan necesarios en el logro de una competitividad tan reclamada a la vez que muy poco comprendida pese a lo mucho que se habla de ella.

Uno de los principales problemas con los que estas iniciativas han tropezado, más allá de sus buenas intenciones y propósitos fundamentales, ha sido precisamente la falta de un MODELO DE COMPETITIVIDAD en torno al cual trabajar, diseñar un diagnóstico real y concreto, fijar una estrategia completa y trabajar en su implementación. Sin un modelo originario no resulta fácil focalizar estrategia alguna. En esta lí­nea, un segundo gran obstáculo reside en la propia composición del Consejo, limitado a una excluyente tipologí­a de directivos-empresa, diseñando –normalmente- ayudas para los demás (gobiernos, sindicatos, trabajadores, academia, etc.) y poco comprometedoras con sus propias acciones de cambio y mejora.

La tercera es el concepto «espacial». Abordar un modelo único de Competitividad para una España desigual con diferencias extremas, más allá de marcas y referencias voluntaristas, condiciona de forma negativa el resultado.

Observadas estas limitaciones, por encima de todo, cabe felicitarse de la existencia de iniciativas a favor de la competitividad considerándola como uno de los grandes retos que la economí­a, la empresa y la Sociedad han de plantearse (y superar). Ojalá esta iniciativa encuentre su espacio diferenciado y supere los tradicionales errores ya observados y no termine convirtiéndose en un lobby más, eso sí­, compuesto por una relevante concentración de talento y recursos.