Colapso financiero y crisis global; 10 años despúes…

(Artículo publicado el 16 de Septiembre)

El semanario “The Economist” lleva esta semana a su portada el caso Lehman Brothers, y su espectacular y grave caída hace ahora diez años, bajo un claro titular: ¿Hemos arreglado las finanzas? En su editorial, destaca como cualquier historiador verá en el siglo XXI, dos “shocks sísmicos”: el ataque terrorista del 11 de septiembre y el colapso financiero de Lehman Brothers el 15 de septiembre.

Diez años atrás, en 2008, una interesante iniciativa editorial de Quintero Editores me dio la oportunidad de compartir con prestigiosos autores, el análisis de la entonces “incipiente” crisis (que se negaba a reconocer, por ejemplo, el presidente del gobierno español) de la que, al parecer, hoy no terminamos de salir. La “Crisis económica Mundial” (septiembre 2008) reunió a trece autores y sus opiniones bajo diferentes puntos de vista con la idea de preguntarnos por qué habríamos llegado hasta allí y, sobre todo, propuestas para superar la crisis, bajo una introducción marco, comparándola con   el crack bursátil de 1929 en Wall Street, destacando las lecciones NO aprendidas y las reflexiones para un futuro esperable.

Entre los autores destacaban advertencias de Paul Krugman (“todos los indicios señalan una crisis económica peligrosa, brutal y larga, que será recordada como la peor crisis económica y financiera desde la gran depresión”), razonados temores de Joseph Stiglitz que anticipaba reacciones equivocadas de los Gobiernos en torno a una equivocada austeridad (“la mayoría de las instituciones orientadas al mercado están acudiendo a los Gobiernos en busca de ayuda. Todos dirán que es el fin del fundamentalismo del mercado. La caída de Wall Street es para el fundamentalismo de mercado lo que la caída del muro de Berlín fue para el comunismo”); las premoniciones de Mijaíl Gorbachov, expresidente soviético, dando por muerto un sistema capitalista incapaz de rentabilizar el enorme capital acumulado en pocas manos, para alumbrar un nuevo modelo (“Esta pirámide permisiva e inmoral ha colapsado. Es necesario pensar en un modelo que pueda reemplazar el actual. No tengo soluciones prefabricadas. El cambio será evolutivo y un nuevo modelo, no basado en el consumismo y el lucro, ha de surgir”).

En mi modesta colaboración “Un nuevo camino”, condicionaba la salida de la crisis a la “decisión e intensidad con que abordamos los resortes sobre los que queremos cambios relevantes en la actitud y mentalidad de la gente, en nuestros comportamientos personales y colectivos. No para volver al punto previo a la crisis, sino hacia un nuevo modelo de bienestar generalizado”.

“La convergencia perversa” con que calificaba el círculo de un modelo de crecimiento otrora considerado positivo y estimulante del desarrollo, apuntaba aquellos elementos interrelacionados que aceleraban el colapso y sobre los que hoy, diez años más tarde, no parece que hayamos transformado en lo esencial, pese a algunos avances limitados que permiten allegar esperanzas de cambio a futuro. Así, las propias características de la crisis financiera en sí misma, fruto de una débil estructura de las instituciones implicadas, en un marco de escasas alternativas reales de ahorro-inversión para el ciudadano medio, estimuladas en sus decisiones por políticas, modas, productos y ofertas confusas, no sostenibles y contrarias a las necesidades reales de los actores desde la inexperiencia generalizada en su uso y gestión y la relevante ausencia reguladora y supervisora de los organismos y autoridades, obnubilados por la fuerza del mercado y el caramelo de una economía financiera alejada de la economía real, en un premio constante al cortoplacismo, terminó en una imposible respuesta a los compromisos temporales de sus actores implicados.

Crisis financiera que encontró sus mejores aliados en una importante ausencia de liderazgo y autoridad, desde el cultivo mediático deslegitimador del rol de los gobiernos y la compra simplista de una globalización y “mercadofilia” convertidos en panacea para todo mal social, favorecedora de la autorregulación y “la mano invisible de los mercados”, la cobertura a malas prácticas y modelos de escasa trasparencia, peor información e incapacidad de respuesta en los momentos críticos. Carente autoridad agravada por liderazgos acomodados a un “pensamiento único” que se generalizó en la confortabilidad de los ámbitos de decisión, a lo largo del mundo, impregnando, de forma negativa, la totalidad del sistema. Las lecciones de esta crisis han invitado a recuperar protagonismo, ideas e instrumentos que parecían desechadas: la importancia de los gobiernos, su liderazgo y autoridad, desde procedimientos democráticos y reales bajo política con mayúsculas; los procedimientos y órganos participativos y de control (reales y no aparentes); la necesidad de observar al mercado como un elemento relevante pero ni único, ni determinante en exclusiva, de la economía; la importancia de la economía real y sus fortalezas y, por supuesto, las enormes diferencias existentes entre países, regiones, personas, comunidades a lo largo del mundo, determinantes de estrategias necesariamente diferenciadas. No valen ni el café para todos, ni las mismas políticas y modelos, ni la misma intensidad y alcance de programas y medidas a aplicar en y para cada uno de ellos.

En este marco general, la aproximación simplista a la globalización resultó una bomba de relojería, confundiendo las ideas centralizadas de unos pocos en la evidencia observable en cualquier lugar del mundo, y dando por buena toda decisión global sin entender las realidades y desarrollo y, mucho menos, la voluntad de aquellos sobre los que habrían de implantarse modelos y recomendaciones de organismos “globales”, escasamente articulados para la ingente tarea que se “auto adjudicaban” y, sobre todo, mínima legitimidad democrática en la toma de sus decisiones, alejados de los espacios reales (economía y sociedad).

Finalmente, esta perversión desde una modélica aproximación teórica de un “buen sistema perfecto”, se vio agravada en su repercusión negativa tanto por la velocidad e impacto de las tecnologías de la información, como de los medios de comunicación (tradicionales y nuevas redes sociales y alternativas) que aceleran cualquier decisión, evidencia, efecto o percepción negativa, desencadenando, sin filtro alguno, todo tipo de reacciones instantáneas. La debilidad original del propio sistema financiero fue objetivo inmediato de todo un mundo afectado.

De esta forma, el “nuevo camino desde las lecciones aprendidas” aconsejaba avanzar hacia un nuevo modelo para el sigo XXI, empezando por un “regreso a la economía real resituando la creación de valor en el corazón del modelo empresarial”, repensando la concreción de una nueva dinámica local-global en la que lo local marca la diferencia y en la que los responsables y autoridades locales estén investidos de la legitimidad democrática que ampare y apoye sus decisiones. Una economía real que supone entender el espacio compartible entre lo público y lo privado tejiendo alianzas generadoras de valor y nuevas líneas objetivas de valor compartido empresa-sociedad, al servicio de las necesidades y demandas sociales, fuente de los modelos de negocio, empleo y riqueza requeridos. Un nuevo camino que exige reordenar el sistema financiero, repensarlo y ponerlo al servicio de la economía real, bajo esquemas e instituciones regulatorias, competentes, transparentes, eficaces, independientes de los vaivenes temporales e intereses particulares, repensando, también, los organismos internacionales multilaterales y las oficinas presupuestarias de Gobiernos y Parlamentos. Pero, por encima de todo, reformular la estrategia bajo un marco general de crecimiento y desarrollo inclusivo que recoja una suma de atributos críticos: combinación indisociable de políticas económicas y sociales, coopetencia público-privada, glokalización, convertir oportunidades y retos en soluciones de avance y bienestar, integración de políticas rompiendo silos sectoriales, soportados en esquemas de recursos ad hoc que posibiliten, de verdad, su implementación. Círculo deseable que demanda nuevos modelos de gobernanza.

En septiembre de 2008 decíamos que “no solamente se trata de comprender como hemos llegado hasta aquí (lo que pasó), sino, sobre todo, hacia donde dirigir nuestro futuro, poniendo en valor lecciones aprendidas. Hacerlo obliga a trascender del espejismo de la crisis financiera. Se trata de construir un nuevo modelo”.

Hoy, diez años después, sin duda hemos recorrido parte del camino. Pero, volviendo al inicio con The Economist, ¿es suficiente?

40 años en torno al acceso universal para todos

(Artículo publicado el 2 de Septiembre)

Hace unos días, el Consejero de Salud del Gobierno Vasco, Jon Darpón, compartía en las redes sociales una reciente publicación en torno al acceso universal a la salud y su relación, más allá del propio Valor en Salud como principio ético y de justicia social, con la productividad y estabilidad (desarrollo equilibrado y cohesionado) de las naciones.

Los autores del informe (Bloom, Khoury y Subbaraman) sostienen la movilidad y capacidad real de logro en base al grado de progreso social, competencias existentes para la innovación colaborativa tanto en los Sistemas de Salud (en términos de gestión), esquemas de financiación, alfabetización y buen uso de la tecnología y la extensión de los conceptos en torno al Valor en Salud y al Valor Compartido empresa-sociedad, que hacen de la salud un vector clave en la dirección del desarrollo económico y social (conjunto y convergente) en las diferentes naciones del mundo. Bajo este principio positivista, el informe aborda, no obstante, las enormes diferencias existentes, a lo largo del mundo, en la comprensión de los conceptos citados, así como la “libre” interpretación que cada Comunidad y Gobierno hace de la propia salud, del acceso real a la misma y del mejor o peor uso de competencias, recursos, tecnología y, por supuesto, diseño de políticas de salud, normativa, eficiencia y procesos más o menos aislados o integrados de un verdadero Modelo de Salud, desde la prestación, afiliación o aseguramiento, cuidado y grado de integración socio-sanitaria más allá de la ausencia o no de enfermedad y de los actos o prácticas médicas asociables. Un nuevo informe que parecería recordar la ya “vieja declaración” Alma-Ata de la Organización Mundial de la Salud de 1978, que ha hecho del eslogan “Health 4All” (Health for all – Salud para todos) un compromiso con la mitigación de la pobreza y el sufrimiento, en términos de derecho humano universal, un derecho irrenunciable a la salud. Desde entonces hasta hoy ha sido, sin duda, enorme el logro y avance recorrido, si bien seguimos muy lejos de alcanzar los objetivos deseados.

Como no podría ser de otra manera, el citado informe nos recuerda las enormes diferencias entre los diferentes países y regiones, si bien Naciones Unidas, la OMS y el Banco Mundial comparten un indicador básico de cobertura que “interprete o defina” un nivel esencial de acceso universal a la salud generando un índice comparable (UH index) para el seguimiento y ranking de 129 países. La experiencia y su evaluación muestra una correlación positiva con el índice de renta de cada población, un mínimo nivel de presupuestos (generalmente públicos) asignados a programas de salud, si bien son explicativos del Valor en Salud tan solo hasta un determinado nivel de gasto/renta. Más allá del mismo, las diferencias dejan de depender del “excelente presupuestario” dando paso a otros muchos factores más allá de la biomedicina o de las actuaciones exclusivas de los tradicionales gobiernos, sistemas y modelos de salud médico-enfermedad- orientados.

Si bien hoy no parece ponerse en duda el impacto de los “determinantes sociales, económicos, políticos” que condicionan la salud (y el acceso universal a la misma) y no puede concebirse sistema de salud alguno que no trascienda hacia estrategias completas e integradas propias del desarrollo inclusivo en Comunidad (riqueza/pobreza, prevención y seguridad social, “elevadores sociales”, educación, infraestructuras, conectividad, trasporte, entorno y clima, organización social, agentes de cuidado, activos en y para la salud no estrictamente sanitarios, nutrición, etc.) en una inevitable concepción clusterizada de la salud, las decisiones necesarias para su implementación distan mucho de llevarse a la práctica. Los Sistemas de Salud luchan contra sí mismos. La fortaleza y la fuerza ideológica en torno a su concepto esencial de derecho y servicio público limitan sus propias capacidades transformadoras.

Así, el regreso hacia la esencia de la salud pública, la atención primaria integrada, la óptica del cuidado socio-sanitario, la diferenciada organización entre planeación, provisión, prestación, aseguramiento y financiación, exigen, día a día, nuevos modelos de salud que han de ser reconcebidos en esfuerzos y estrategias reales de co-creación de salud, evaluables con indicadores nuevos que huyan de la estadística general o del número de actos e intervenciones y se centren en verdaderos “desenlaces y resultados” en salud.

Coincidiendo con el mencionado informe, esta misma semana, el prestigioso Think Thak europeo, Bruegel, publica un trabajo desde otra óptica macro: “Las implicaciones macroeconómicas de la asistencia sanitaria” (Zsolt Darvas, Nicolas Möes, Yana Myachenkova, David Pichler) con una misma e interesante (muy relevante) frase introductoria: “Los sistemas de atención sanitaria juegan un rol crucial en el apoyo a la salud de la humanidad. Pero, además, conllevan grandes implicaciones macroeconómicas, pese a que este último aspecto no parece bien entendido”.

Su análisis que para muchos pudiera suponer una obviedad, no resulta tan evidente para muchos y cobra especial relevancia en un momento en el que los debates presupuestarios, las sendas y techos de gasto y las prioridades en la asignación de recursos, ocupan gran parte del contraste político y económico. Hay quienes insisten en los ratios medios del gasto per cápita en salud como panacea. (Estados Unidos es siempre el mejor ejemplo para desarmar el argumento: con enorme diferencia, el país que mayor gasto en salud -en términos absolutos y relativos- realiza, desatendiendo a más de 40 millones de estadounidenses, con un mal sistema de salud, caracterizado por su fragmentación, desequilibrio, y despilfarro. Junto con Canadá -cuyo sistema es claramente mejor- gastan el doble, per cápita, que la Unión Europea. Unión Europea con niveles de gasto y políticas en salud menos homogéneas y parecidas de lo que algunos pudieran pensar, claramente distintos).

Este informe macro, constata la profesionalidad de una negativa diferenciación del gasto en salud en los años de crisis, en los que el “parón” en el mantenimiento de “convergencia de gasto en salud y servicios sociales” no solamente ha dañado la salud y el bienestar, sino que arrastra consecuencias macroeconómicas en términos de fiscalidad, crecimiento, empleo, riqueza y cohesión. Tras su análisis, hacen un urgente llamamiento a los diferentes gobiernos para ir más allá de las cifras, profundizar en las respuestas esenciales de los sistemas de salud, analizar su eficiencia, el costo de oportunidad y el valor económico agregado que supone, más allá de la propia capacidad generadora de valor en salud. Su capacidad generadora de bienestar, su base creadora de empleo (hoy, fundamentalmente, femenina en el desarrollo de la “She Economy” o economía de la mujer en Europa), su palanca tractora e innovadora en la promoción de nuevas actividades y desarrollo empresarial, su fortaleza en el mundo de la I+D y la movilización de los multiplicadores fiscales asociables, “obligan” a concebir la salud por encima de un sistema de atención o un modelo, concreto, sanitario.

La UHC como acceso universal a la salud, cobra fuerza, casi cuarenta años después de su proclamación, en un amplísimo movimiento de reconsideración de su definición y aplicación real, reformulando nuevos modelos y sistemas de salud, impactando en un deseado marco de desarrollo inclusivo desde el progreso social.

De momento, veraneando. Atentos a las señales para septiembre…

Consumida la larga mitad del verano agosto vacacional en el estado, caracterizado por el tradicional cierre ordinario de la actividad acompañado de un relevo masivo en los medios de comunicación sustituyendo sus cabeceras, líderes de programa y comunicadores principales, así como los programas habituales por productos enlatados o repeticiones atemporales, con la única intención de ocupar el espacio sin pensar ni en el interés de sus audiencias con la mínima preocupación en el lector, televidente o radio oyente, escasamente empeñados en mantener un determinado nivel de calidad y convencidos de que aquello sobre lo que no informen o no suceda en el estado español o no es relevante o simplemente no existe, salvo catástrofes que merezcan una breve reseña de agencia, el intenso calendario festivo comienza a dar paso, gota a gota, a señales noticiables que permitan retomar, poco a poco, el retorno a la “normalidad” esperable hacia septiembre.

Los últimos días hemos empezado a recordar una realidad que, no por deliberadamente relegada al olvido para disfrutar de un merecido descanso y efecto “desconexión”, haya sido superada ya sea por el tiempo o por su falta de cobertura mediática.

El triste aniversario de los atentados terroristas de Barcelona y Cambrils ha puesto de relieve, más allá del necesario y sentido recuerdo y acompañamiento a las víctimas y la siempre inevitable proclamación de la apuesta por la paz y los principios de convivencia democrática superadores del miedo, las profundas heridas persistentes en Catalunya que ni pueden ni deben obviarse. La fría y distante presencia de las principales autoridades del Estado, limitada al rey y los presidentes de Congreso, Senado y Gobierno español así como del Tribunal Supremo, mayoritariamente contestados por la Sociedad catalana, visualizados como núcleo aislado en la ceremonia de plaza de Catalunya, pese al intento de TVE de mostrar una imagen relevante y destacada así como la del minoritario PP y un par de banderas españolas de su militancia, puso de manifiesto el largo camino a recorrer para entender y afrontar la búsqueda de soluciones democráticas en torno a la esencia real del mal llamado conflicto catalán cuando de lo que se trata es de redefinir un nuevo espacio y modelo de relación, inabordable mientras persistan las negativas consecuencias del erróneo enfoque del Estatut, de la consulta del Octubre pasado, del truculento proceso judicial seguido de la mano de los aparatos de estado bajo el ineficaz y lamentable mando de Rajoy y la otrora todopoderosa vicepresidenta de gobierno, con un arbitrario y desigual encarcelamiento y “descabezamiento” del Procés. La necesidad de un inevitable nuevo espacio Catalunya-España exige nuevas hojas de ruta en un camino sin retorno. Esperando a septiembre…

Otra importante señal es el recordatorio de algunas asignaturas pendientes aplazadas para la vuelta del verano en el vacacional palacio de las Cortes. El debate fiscal, presupuestario y económico aguarda. PODEMOS ha lanzado su esperado globo sonda veraniego anticipando su posición y recordando al presidente Sánchez que no le apoyó en la investidura ni para formar un gobierno estable ni para reposicionarse con su aparato electoral de partido ni para seguir la política del PP-Ciudadanos. Tan solo quiso evitar la continuidad del presidente Rajoy y su partido y no está dispuesto a dar cheques en blanco. Anuncia que no aprobará ni sendas de déficit, ni techos de gasto ni mucho menos presupuestos sin alterar políticas fiscales (bajo la simplista fórmula de aumentar impuestos a “ricos”, sociedades, banca y empresas tecnológicas), con estimaciones macroeconómicas que considera artificiales y dependientes del “intrusismo” de Bruselas pactado por PP y PSOE en su reforma exprés constitucional del fin de semana Rubalcaba-Rajoy, o presupuestos que no incorporen sustanciales cambios de lo que han venido en proclamar “políticas sociales”. De momento, un aviso estrictamente declarativo que da paso a un rápido posicionamiento de los partidos políticos a la espera del momento oportuno. En todo caso, llama la atención el escaso deseo de unos y otros en abordar los cambios de calado, aplazados, sine die, en torno a nuevas estructuras fiscales y, sobre todo, de gasto, transformadores de la estructura de estado, estructura territorial, modelo de desarrollo económico e inclusivo y, por supuesto, de la función pública. Aspectos, al parecer, inabordables, limitando el debate a un continuismo aritmético de escaso valor de cambio.

Debate algo más que presupuestario que ha de atender las promesas-reivindicaciones pre veraniegas en torno al mundo de las pensiones, a la financiación de las Comunidades Autónomas (en precampaña electoral, además), atendiendo a las nuevas señales que, con timidez, el verano ha filtrado de la mano de diferentes estudios de coyuntura económica, alertando la evidente ralentización en el crecimiento económico, obligando a nuevas hipótesis de trabajo. Estimaciones económicas que habrán de incorporar algunas evidencias adicionales como la acogida y gestión de los movimientos migratorios que no pueden limitarse al lamento y declaraciones voluntaristas o descalificadoras, según el caso, y que van más allá de visitas turísticas a Doñana u oportunistas a Ceuta y Melilla, o futbolísticas a Tánger. Así, adicionalmente, y con impacto presupuestario, no resulta menos evidente el nuevo capítulo a debate que la tragedia de Génova (y, en menor medida, la de la pasarela de Vigo) habrá de provocar en el escenario político-presupuestario: el estado de las infraestructuras. Si el debate permanente se enfrenta a las prioridades en la inversión y la localización de las diferentes infraestructuras, la imagen  del puente destruido y el análisis de sus causas ha recordado a todos que las infraestructuras exigen mantenimiento, gestión, renovación y adecuación permanente y han generado, desde la tranquilidad expectante de las solariegas tumbonas de playa, la preocupación por el grado de mantenimiento y el impacto colateral de las desinversiones y limitaciones presupuestarias acompañantes de la crisis. Toda administración pública se ve obligada a una revisión e inventario de sus infraestructuras, de sus modelos de mantenimiento, sus niveles de gasto e inversión, sus modelos y sistemas de gestión y seguridad y sus planes de renovación y reinvención. Sin duda, septiembre supondrá un incremento de los créditos presupuestarios, reales o aparentes, para tranquilidad de todos. Debate y confrontación económica y, sobre todo, interinstitucional atendiendo a las diferentes competencias.

Y, de esta forma, en medio de catástrofes (Indonesia, Filipinas…), situaciones de emergencia y conflictos mundiales, la ausencia de otros titulares mediáticos se ha visto reemplazada por el relevante hecho de la publicación coordinada de editoriales comunes en 350 periódicos en los Estados Unidos denunciando al presidente Trump por su irrupción en el derecho de prensa y opinión, su ataque a la prensa libre y a los directivos y accionistas de los principales medios de comunicación, a través de sus ya famosas “Fake news” (noticias falsas). El Boston Globe y el New York Times han encabezado y coordinado un movimiento que pretende alejarse del corporativismo periodístico a la vez que unir a los medios y profesionales de los mismos, más allá de sus intereses particulares y sus espacios competidores, en torno a la declaración de principios defensores del contrapoder atribuible a la prensa para advertir del peligro de esta actitud generalizada y creciente que cuestione toda opinión, noticia, hecho real o crítica razonada y razonable. Fiel a su estilo y comportamiento habitual, el presidente Trump ha contraatacado apelando al pueblo “americano” animándole a transmitir su opinión sobre la prensa: su calidad y veracidad informativa, su objetividad, sus respectivas líneas editoriales, su connivencia o limitación ideológica o comercial, su control y poder económico y político, o su “patriotismo”. Con su ya conocida política de “siete tuits al día”, Trump, pretende generar su propia información confiando en generar credibilidad y confianza esperando ganar su partida al resto mediático. Siete tuits equivalentes, de alguna manera, al estilo de la CNN en los años 80 (desconozco si la sigue practicando), que presumía distribuir “7 noticias-titulares diarios”homogeneizando opinión, conocimiento e intereses globales a lo largo del mundo para uniformizar la manera de entender un mundo común conforme a su política editorial, desde la base de su red de observadores y generadores de opinión, a través de sus agencias afines, al servicio de un mensaje homologado”. De esta forma, lo que no existe en CNN no existe. Para Trump, lo que no digan sus tuits, o no ha existido, o no tiene interés, o es falso. Señal veraniega de enorme trascendencia en un mundo informativo cada vez más complejo, abierto a todo tipo de jugadores incluidos los lectores o audiencia como protagonistas-informadores-creadores de noticias, que hacemos un mundo incontrolable de la comunicación en y con todo tipo de redes sociales, en una prensa diversa y multicanal además de multimedia, con grandes grupos concentradores del poder y control de su producción, económico, financiero e interrelacionado con múltiples empresas, servicios de inteligencia y nuevas tecnologías de máxima relevancia disruptiva como el uso del Big Data, la ciberseguridad… y, por supuesto, la publicidad (directa, deseada o no, subliminal o no autorizada). Otra asignatura para septiembre.

Y, finalmente, como no podía ser de otra manera, los culebrones habituales del deporte (mejor dicho, del especial mundo del futbol). Tras la intensidad del último campeonato mundial de futbol celebrado en Rusia y de las finales europeas y trofeos veraniegos, el mercado o espacio de fichajes llena los espacios disponibles. Espacio de sorprendente lógica propia que no parece cuestionarse por la población que asiste a transacciones con disparatadas cantidades de dinero de por medio y comportamientos ampliamente criticados en cualquier otra actividad, que se asumen con aparente naturalidad: cualquier jugador o entrenador rescinde su contrato en cualquier momento, sin pre aviso siquiera, deja de trabajar (entrenar o similar), acuerda su salida con quien va a intermediar el pago de “su libertad” en operaciones escasamente transparentes(quien paga, quien y cuanto tributa), sus directivas no reciben presión alguna para informar, explicar y auditar sus operaciones, se desconoce la intermediación externa(o propia) y los costes/beneficios asociables, cláusulas anti equipo X (sin que los tribunales de la competencia, por ejemplo, parezcan mostrar el menor interés por su control), en sociedades anónimas o deportivas sujetas a escasa reglas de gobernanza, inicios de competiciones sin calendario conocido faltando el respeto a socios o abonados que han de pagar anualidades para asistir a toda una larga temporada sin conocer días y horarios de partidos e incluso sin saber si, en esta ocasión, deberán viajar a Estados Unidos, Canadá o México para presenciar alguno de los encuentros de su club o a una final de copa, en su caso, en África o Asia según el interés promocional de terceros…Esta minucia, también es una señal relevante de los espacios “desconocidos y sorprendentes” en los que nos movemos y que, sin duda, son una pequeña señal que algún día constituirán un hecho relevante que demandará nuestra preocupación y ocupación. Tarea pendiente para la vuelta del verano.

En definitiva, de momento, a disfrutar de Marijaia y del resto de nuestro calendario festivo hasta el próximo alarde en Hondarribia, para volver a la actividad normalizada, poco a poco. Entonces, reemprenderemos un esperanzador nuevo curso.

No olvidemos que, cuando algo se convierte en una evidencia o mega tendencia de impacto generalizado y global, recordamos como es fruto de alguna pequeña señal apreciada en un lugar y tiempo concreto, de inicial apariencia menor, local y poco trascendente. Atentos a nuestros sencillos veranos. A lo largo del tiempo, de una u otra forma, volvemos a ellos.

Taxis: más allá del conflicto y la economía colaborativa

(Artículo publicado el 5 de Agosto)

La negativa coyuntura vivida durante los últimos días, desde Barcelona hasta la práctica totalidad de las principales ciudades del Estado español, en un vertiginoso colapso del servicio público, la ausencia de alternativas reales de atención a la ciudadanía, el descontrolado imperio de miles de vehículos, conductores y simpatizantes tomando el espacio público, en una mal llamada huelga ajena a los requisitos legales que garantizan servicios esenciales compatibles con reivindicaciones y derechos laborales y la tolerada inacción de las autoridades (laborales, seguridad vial, interior, transporte…) ha puesto de manifiesto una serie de debates de gran calado más allá del aparente conflicto único en torno a las licencias de actividad para el mundo del taxi, de los vehículos con o sin conductor y la ya más que evidente realidad de nuevas empresas y modelos de negocio reflejadas en las marcas más que generalizadas en el mundo de UBER y CABIFY en referencia evidente a la conocida como nueva economía colaborativa, que, aplicada a esta industria, provoca la disyuntiva entre las condiciones de acceso, competencia, carácter de servicio público o no del servicio, derechos de un trabajo formal, derechos de trabajadores y usuarios (consumidores o no de dichas ofertas) y, por supuesto, del papel que han de jugar las diferentes administraciones públicas en la materia.

Una primera aproximación un tanto simplificada nos llevaría a centrar el debate en la coexistencia de un servicio público regulado (el taxi en sus diferentes modalidades) y los nuevos servicios y negocios en torno a la llamada economía colaborativa y concentrar las posibles soluciones en una inmediata regulación buscando una posición intermedia que aporte una cierta paz social, con carácter temporal, a la espera de nuevos momentos y acontecimientos, confiando en una cierta convivencia relativamente ordenada en el tiempo. Sin embargo, más allá del conflicto en curso (sujeto a tregua estival) resulta imprescindible adentrarnos en la esencia que hoy afecta a este modo de transporte, y a todo tipo de industria y actividad, de una u otra forma e intensidad, como consecuencia de la irrupción de nuevas economías exponenciales y emergentes que no solamente incorporan las oportunidades que la tecnología ofrece sino que abren todo un mundo de disyuntivas tanto en la desmaterialización de activos, la digitalización de las industrias, los nuevos modelos de desintermediación, el papel esperable por el ciudadano-consumidor, la inevitable reinvención de los gobiernos ante un nuevo fenómeno demandante de nuevos perfiles profesionales, nuevas habilidades, competencias y capacidades, nuevas actitudes ante el mundo del empleo y las condiciones del mismo y, en definitiva, una nueva manera de entender y comprender los roles sociales, en los que las personas y actores del sistema, jugamos y asumimos papeles muy diferentes en función del rol protagonista que nos corresponda en cada momento, ya sea como consumidor, como observador no usuario de un nuevo servicio, propietario, profesional del servicio, administrador, contribuyente o gobernante. Las nuevas ofertas de valor esperables están por venir, desbordando un espacio “tradicional” que nos obliga, a todos, a repensar nuestros modelos de negocio, nuestra formación y nuestra empleabilidad, así como a rediseñar nuestras administraciones, la forma de normar y regular este nuevo mundo en el que ya estamos inmersos y a adentrarnos en una nueva manera de entender la forma de satisfacer necesidades sociales desde el valor compartido empresa-Sociedad, en nuevas formas de interacción entre personas, entre personas y gobiernos, entre gobiernos, entre empresas y entre gobiernos y empresas. La buena noticia es la esperanza en que la confianza que seamos capaz de generar y la búsqueda de nuevos caminos se traduzca en un mejor y mayor beneficio inclusivo. La mala, la complejidad y el esfuerzo del camino por recorrer. Un escenario exigente para todos y, sin duda, para los gobiernos que han de acometer cambios profundos que permita responder a la demanda de nuevas políticas, normativas y gestión acordes con el mundo emergente que ha llegado para quedarse.

Ya en 2016, el profesor Arun Sundararajan publicaba uno de los más completos e interesantes (en mi opinión) libros sobre la “economía colaborativa”, bajo el título “Sharing Economy: The end of employment and the rise of crowd-based capitalism” (“Economía colaborativa: el final del empleo y crecimiento del capitalismo basado en la multitud”). Desde su experiencia y trabajo asesor en las principales empresas que lideran este complejo mundo, destacaba la enorme contribución esperable con esta nueva modalidad económica, desde la generación de nuevas oportunidades, mercados, facilitadores de mejores bienes y servicios emergentes, incrementando el nivel de desarrollo y actividad económica, revalorizando todo tipo de activos e industrias que han de reinventarse y renacer de la mano de nuevos talentos a incorporar o desarrollar, reduciendo la inoperancia o sobre coste de muchas intermediaciones innecesarias, en un intenso movimiento generador de todo tipo de redes, con una importante supresión entre las categorías persona/trabajador/empleado y la ruptura de barreras y diferencias entre tipos de trabajadores y la ruptura de jerarquías acercando los espacios de comercialización mercantil al de la donación, trueque o intercambio libre de cualidades, conocimiento y valor. Relevantes aportaciones que, no obstante, exigen abordar, como nos advertía, las grandes contradicciones que generaría y que, inevitablemente, hemos de resolver, como Sociedad, en el complejo proceso permanente de toma de decisiones al que nos enfrentamos. Proceso que conlleva decisiones ideológicas y posicionamientos sociopolíticos activos, más allá de una simple aceptación de las en apariencia consecuencias inevitables del avance tecnológico. La innovación “social y política” ha de asumir un rol esencial: ¿mano invisible del libre mercado o dirección e intervención pública?, ¿hacia una reinvención del capitalismo u otros sistemas por reformar o transformar?,¿decisiones y ámbitos locales o globales de actuación?, ¿descentralizar, desconcentrar o centralizar?,¿Arbitraje regulatorio o auto regulación?, ¿empleo fijo y de por vida para todos, para unos pocos o nuevos conceptos de empleabilidad?, ¿sociedades aisladas o interconectadas? Oportunidades y desafíos en este nuevo mundo de la economía en el que la fuerza colaborativa o cooperativa de l individuo en red, en multitud, alberga una fortaleza inmensurable. Como el propio profesor Sundararajan prefiere llamarla, tras las realidades observables, la “crowd based partnership” (partenariados basados en la multitud), supone el verdadero espacio de transformación que se está configurando.

Adicionalmente, como indicaba al inicio de este artículo, el conflicto de esta semana ha puesto de manifiesto relevantes reflexiones, asociables a las contradicciones antes mencionadas. ¿Cómo es posible que el gobierno español y su todo poderosa administración central se haya empeñado a lo largo de 40 años (por referirnos en exclusiva a su convivencia con el llamado Estado de las Autonomías tras la dictadura franquista) en la no transferencias de las competencias de regulación y administración del taxi a las diferentes Comunidades Autónomas, entes metropolitanos y municipios, incumpliendo normas, leyes orgánicas y sentido común, desde su prerrogativa de unilateralidad y que, en unos días de conflicto, haga gala de conceptos como “principio de subsidiaridad, administración natural, eficiencia y eficacia local, simplificación y proximidad, asimilación a la práctica europea…” para “ofrecer” a todas las Comunidades Autónomas, con o sin competencias reales, la capacidad de decidir la forma de regular y autorizar la competencia? Bienvenido el cambio de criterio, así como las razones esgrimidas que confiemos sean de aplicación generalizada no al taxi sino a todo tipo de actividades y competencias administrativas y políticas en juego. Con o sin problemas, se trata de profundizar, de forma responsable, en el auto gobierno. Confiemos sea el nuevo camino a seguir, por ejemplo, cumpliendo el inacabado desarrollo del Estatuto de Gernika para Euskadi, o el “cepillado” Estatut catalán, que sufren la parálisis unilateral, de modo que cuestiones tan sencillas de gestionar desde la proximidad, el ámbito local, la subsidiaridad y la eficiencia como son los ferrocarriles, autopistas, puertos y aeropuertos, la dependencia, los mercados de valores, el ahorro, la previsión y las pensiones, la función pública o la gestión del régimen económico de la seguridad social, o la administración de prisiones, en el territorio “autonómico”, pasen a mejores manos a la mayor brevedad posible, sin esperar a que surjan conflictos que animen al gobierno de turno a recurrir a la lógica esgrimida en este caso.

También, hemos visto el doble rasero en la interpretación de la seguridad vial, la seguridad ciudadana, la ocupación del espacio público, el derecho a la huelga y los servicios esenciales. Todo un escaparate para comprobar como parece opinable el momento y forma de intervenir desde el ejercicio de la Autoridad, lo que pone en claro que los relatos inamovibles que sirven para observar “una Barcelona violenta , sediciosa y rebelde en una consulta no vinculante como la del pasado 1 de Octubre”, no genera problema alguno cuando miles de taxis ocupan las calles, piquetes informativos se convierten en bandas organizadas de “intimidación y agresión a terceros”, retransmitidos no ya por una televisión politizada como TV3, atendiendo a la valoración de los autores del relato, si no por todo medio de comunicación a lo largo y ancho del Estado, más allá de Barcelona o Catalunya.

Seúl y Bilbao: transformando el mundo de las ciudades

(Artículo publicado el 22 de Julio)

Hace ahora ocho años, Bilbao obtuvo el premio Lee Kuan Yew de Ciudades, teniendo el gran honor de ser el primer ganador de este prestigioso premio, conocido generalmente como “el premio nobel de las ciudades”.

Esta semana, en el Congreso Mundial de Ciudades que da respaldo a este premio en Singapur, la ciudad de Seúl (Corea del Sur), ha merecido el premio pasando a unirse a la red de ciudades referentes en el mundo para el desarrollo estratégico y transformador de las ciudades-región más allá del urbanismo. Así, tras Bilbao en 2010, vinieron Nueva York en 2012, Suzhóu en 2014, Medellín en 2016 y, desde esta semana los amigos coreanos.

Conviene resaltar cómo Singapur, tras acceder a su independencia, limitada en asuntos tan relevantes como la propiedad del agua en sus momentos iniciales y bajo control de Malasia, su anterior “Estado”, o el tamaño tanto de su población como del territorio, que para muchos en aquella época era considerado un obstáculo para la eficiencia y el bienestar, hizo de sus debilidades y amenazas la fuente de sus oportunidades y líneas de trabajo para lograr alcanzar un futuro de vanguardia. De esta forma, la creación del premio mundial de las ciudades y, más tarde, de las soluciones en el acceso y uso del agua, bajo el paraguas impulsor del padre de su independencia, Lee Kuan Yew, ha ganado el reconocimiento generalizado de su acierto transformador.

Ya en otras ocasiones he traído a estas páginas observaciones y comentarios favorables al rol referente de Singapur y su influencia -para muchos desconocida- en Euskadi.

Singapur fue una de las primeras Región-Estado (ciudad, nación, región, Estado) en diseñar una estrategia completa de futuro y proponer un mensaje de compromiso, de aspiración largo placista y de liderazgo mundial con condicionantes de lo que hoy puede entenderse como el paradigma del enfoque dual, global y local en sus múltiples acepciones y de la relevancia de la identidad, cultura y pertenencia, en una sociedad y economía mundializada que, afortunadamente, se va convenciendo de la fatalidad del pensamiento único en torno a la llamada globalización, vendida como panacea del desarrollo y la vanguardia. La inequidad generada, la diferenciada y desigual participación o marginación en el reparto de sus beneficios, ha terminado renovando las ideas y proclamando modelos de crecimiento y desarrollo inclusivo pensando en las personas, en las Comunidades y en los objetivos y beneficios de interés común. “Singapur 2020, Raíces y Alas” fue la apuesta estratégica emprendida en los años 80. Raíces para recordar y diferenciar su compromiso adecuado a una historia, cultura y valores, y alas para volar en la búsqueda de sueños y aspiraciones, en un aprendizaje colectivo y transformador de una realidad hacia un escenario deseable.

En mi caso, el contacto con Singapur y sus dirigentes en el espacio económico y los primeros pasos hacia lo que más tarde sería el complejo y enriquecedor mundo de la competitividad, supuso un extraordinario aprendizaje. En gran parte fue un elemento inspirador del otrora Departamento Foral de Promoción y Desarrollo Económico de Bizkaia (1983), primera unidad de estas características en el Estado y uno de los primeros en una Europa que se movía con otro tipo de registros. Aquel Economic Development Board constituido como instrumento rector del diseño, control, alineación e impulso de la estrategia económica de su gobierno, pronto apostó por las incipientes teorías sobre la clusterización de la economía y las recomendaciones de la ventaja competitiva de las naciones que propusiera Michael E. Porter. Porter nos unió y tuvimos la oportunidad de llevar a cabo un largo recorrido, hasta hoy, comprometidos con la fortaleza de sus conceptos y la visibilidad de sus resultados a lo largo de los años en nuestros diferentes países. Así, en los años 80, Singapur lideró la apuesta por el camino de desarrollo económico, innovador y urbanizador de la ciudad-estado. Años más tarde, en una renovada estrategia para otro ciclo relevante, “Singapur 2030 soluciones urbanas innovadoras”, focalizaba en las ciudades una gran ventana de oportunidades para el desarrollo de su industria y empresas líderes de conocimiento, ingeniería, infraestructuras, transporte… Su puerto, clusterizando logística, servicios y transporte, de la mano de la innovación y la tecnología, su apuesta por las reformas educativas con su conocido “modelo Singapur” de enseñanza (en especial de las matemáticas y, por derivación, de las ciencias aplicadas), la revitalización de industrias asociadas a la manufactura (naval, aeronáutica) ,su renovado esfuerzo por atraer universidades y escuelas de negocio internacionales de prestigio, la dotación de Hubs y consorcios tecnológicos y financieros en respuesta a su vocación líder del entonces incipiente proyecto ASEAN, hoy integrador del Mercado Único de 600 millones de habitantes en el espacio asiático conformado por 10 países de rápido y exponencial crecimiento, abiertos al exterior (por localización geográfica, por tamaño, por necesidad, por vocación) entendieron que su exitoso proceso urbanizador les daba la fortaleza necesaria para diseñar, construir, organizar y proveer de usos y servicios a las cientos de nuevas ciudades que habrían de construirse en el futuro, identificando Asia y África como espacios objetivo. Estrategia que exigía, a la vez, aprender de terceros, co-crear nuevos modelos, “instalarse en la innovación” y favorecer el intercambio colaborativo de ideas, proyectos e iniciativas. Así, el Premio Lee Kuan Yew de las Ciudades era y es la extraordinaria oportunidad para saber lo que otros hacen alrededor del mundo, para animar a la innovación, para tejer alianzas. Bilbao-Euskadi fue la ciudad-región elegida y, desde entonces, socio preferente, compartiendo espacios de conocimiento y de aprendizaje. Nuestros dirigentes en variadas áreas, en especial de industria, tecnología, urbanismo, desarrollo territorial, asuntos portuarios y marítimos e innovación, han tejido múltiples iniciativas y proyectos a lo largo del tiempo.

Bilbao-Euskadi y Singapur han venido compartiendo espacios de conocimiento y de aprendizaje.

Por supuesto, cada ciudad premiada lo ha sido por razones diferentes. Toda ciudad tiene su propio ADN y genera ofertas distintas, únicas, marcando un rol especial. Por ejemplo, el jurado que eligió Bilbao (entre 152 propuestas) justificó el premio por una serie de elementos concretos: una estrategia completa (social, económica, urbanística) sostenida en el largo plazo; un liderazgo institucional compartido; un modelo propio de colaboración público-público y público-privado; una generación de instrumentos y presupuestos financiadores ad hoc; una convivencia de la identidad, cultura y vocación abierta al mundo; solidaridad competitiva y competitividad social; autogobierno; bienestar de la población como objetivo último combinando, a la vez, políticas económicas y sociales. Todo un recetario guía de la transformación inacabable en la que seguimos avanzando.

Obviamente, como las personas, las empresas y los gobiernos, las ciudades son únicas. Así, lo apreciado en el caso de Bilbao difiere de aquello que hizo elegible a Nueva York (inventando espacios de crecimiento e innovación social de forma constante), o Suzhóu (cultura y calidad de vida), Medellín (movilización social), o Seúl (reutilización transformadora de las grandes infraestructuras al servicio de la sociedad). Todo un conjunto de maneras diferentes de construir un proyecto ciudad.

Bilbao en 2010 accedió a la élite mundial del desarrollo urbano al servicio de vectores socio-económicos y culturales deseados. La apuesta del país ha dado sus frutos y, sobre todo, constituye las fortalezas sobre las que continuar provocando los enormes cambios superadores de los grandes desafíos a los que nos enfrentamos. Desafíos que, sin duda, con la relación colaborativa con y de Singapur y el resto de ciudades-región, ganadoras del premio especial, resultarán más llevaderos. En un mundo necesitado de alianzas para cocrear nuevas soluciones, la pertenencia, capacidad de generación y optimización de redes, resulta imprescindible. Hoy, siendo una realidad el universo de las ciudades, rodeados de miles de iniciativas y experiencias, pertenecer a una red de vanguardia como la mencionada, es todo un valor diferencial. Bilbao puede y debe optimizar tan singular relación.

Bilbao, en consecuencia, puede sentirse orgulloso de su liderazgo y reputación. En definitiva, una ciudad, un país, al servicio (y orgullo de pertenencia) del bienestar de sus ciudadanos.

Hoy, como ayer lo fue Bilbao, un nuevo ganador, Seúl, inspira nuevas formas de tender el desarrollo y concepto de las ciudades. Sin duda, una pieza valiosa para transformar nuestros espacios vitales. Ciudad, economía, sociedad y territorio como elementos inseparables de nuestro futuro. Como Bilbao, desde estos días, Seúl también participa de esta prestigiosa red.

Hacia una nueva visión de la Competitividad. Desafíos y oportunidades

(Artículo publicado el 8 de Julio)

Hace unos días, se celebraba en Bilbao el 25 Aniversario de la creación de la revista Estrategia Empresarial, promovida, fundada y dirigida por José Ignacio Arrieta, quien nos dejara hace unos meses, con la idea de “comunicar hechos positivos de la economía vasca y sus actores”. Recordemos que 1.993, año de su nacimiento, representa uno de los puntos más adversos y críticos de nuestra economía (en especial nuestra industria manufacturera), coincidente con el entonces más que incierto “nuevo mercado interior europeo” que se supone superaría los llamados “costes de la NO Europa”. A la realidad empresarial de aquel momento, la mayoría de los medios de comunicación destacaban por resaltar cualquier noticia negativa, lo que, unido al escenario de terrorismo, violencia y conflictividad política y sindical, ofrecía una psicología colectiva escasamente favorable al optimismo.

El evento-homenaje mencionado, permitió destacar un interesante coloquio entre líderes de empresas relevantes de/en Euskadi (CAF, Petronor, Euskaltel, Accenture, EDP, KutxaBank) y a los Consejeros de Desarrollo Económico y Economía y Hacienda del Gobierno Vasco. Todos ellos, desde su experiencia y trabajo diario, destacaron, de una u otra forma, los principales desafíos a los que nos enfrentamos: revolución 4.0 y economía digital, escasez previsible de personas-talento-especialización para el modelo económico futuro (esperable y/o deseable), el efecto tractor de sus empresas respecto de la pyme vasca y el efecto internacionalizador que pone en el punto de mira la participación o no en las nuevas cadenas globales de valor, en el marco de lo que pudiera considerarse “una nueva competitividad”.

Ante tales desafíos, el consenso general del panel en cuestión, mostraba un optimismo inquieto, basado en el buen estado general de nuestro “modelo vasco”, de la resiliencia demostrada por nuestra economía ante sucesivas crisis, la mejora en participación internacional de clusters y empresas vascas, la buena valoración comparada de planes e instrumentos clave (industria digital, especialización inteligente, innovación, formación profesional…) y, en especial, de la actitud permanente pro-empresa y pro-industria de las Instituciones vascas desde el inicio del autogobierno (1.980) post franquista, destacando el llamado “modelo vasco de colaboración público-público y público-privado”. No en vano, cabe recordar que todas las empresas presentes en el coloquio, explican su éxito actual, en gran medida, además de su buen hacer empresarial, en la intervención colaborativa institucional en momentos críticos o esenciales de su historia (Petronor y un entronque en la política de ampliación del Puerto de Bilbao y las estrategias energéticas-fiscales vascas; EDP fruto de la estrategia gasista vasca y la privatización de Naturgas creada y desarrollada por el Gobierno, Diputaciones y municipios vascos en momentos difíciles y de máximo riesgo; KutxaBank por evolución transformadora de las Cajas de Ahorro Vascas y la Plaza Financiera de Bilbao; CAF con el apoyo especial de Gobierno Vasco y Diputación Foral de Gipuzkoa e incentivo accionarial de sus líderes “misioneros” empresariales amparando en fondos de I+D y programas especiales superadores de su crisis de los 90, desplegando nuevas estrategias de innovación, internacionalización y modelo de negocio; Euskaltel fruto de una iniciativa pública desde la red institucional de Euskalnet). Sin duda, un extraordinario ecosistema competitivo público-privado y público-público tejido desde el compromiso colaborativo mutuo, haciendo de estas empresas, de la red de pymes interrelacionadas y de Euskadi, el espacio de competitividad y bienestar del que hoy disfrutamos.

Ahora bien, en este marco positivo, la preocupación suscitada de la mano de los enormes retos futuros a los que hemos de enfrentarnos, pone el acento en tres elementos clave que merecen una especial atención: 1) la revolución 4.0 que supone, más allá de la tecnología, un cambio disruptivo que dará lugar a nuevos modelos de negocio y de empresa, nuevos mercados y relaciones/experiencias de los profesionales, directivos y consumidores y una relativa desmaterialización y disminución de la importancia de escala física y geográfica empresarial; 2) las nuevas capacidades y competencias demandables por las emergentes tecnologías y organizaciones exponenciales (inteligencia artificial, robótica, biotecnología, nanotecnología, genómica…) que exigirán nuevos modelos de formación, generación, atracción y retención de personas para su desempeño; 3) la propagación de cadenas globales de valor que pueden provocar la paradójica consecuencia de que las empresas vascas, líderes internacionales, se integren en dichas nuevas cadenas globales y potencien su desarrollo exitoso, a la vez que necesiten, cada vez menos, del área base o territorio competitivo vasco.

Este último punto, supone hoy, uno de los aspectos más relevantes en el mundo de la “Nueva Competitividad” y junto con su encaje en un marco más amplio del crecimiento y desarrollo inclusivo. El territorio juega un papel, si cabe, cada vez más relevante. En esta línea, en el seno del World Economic Forum, se ha venido intensificando el análisis específico que permite responder al gran desafío. En los últimos cuatro años, desde el Consejo Asesor para la Competitividad, impulsamos una serie de “proyectos motor o guía” que ha venido marcando un camino relevante (más proyectos e inquietudes que respuestas concretas). Un primer paso, tímido, fue intentar bajar el análisis de la competitividad estatal o nacional a los ámbitos subnacionales o de Ciudad (de amplia tipología hacia Ciudades- Región), definiendo los determinantes de la competitividad de las Ciudades. Bilbao-Euskadi fue uno de los casos base de análisis (“The Competitiveness of Cities. The global Agenda Council on Competitiveness“La Competitividad de las Ciudades”). Más adelante, incorporamos el análisis de la creación del empleo adecuado para dicho factor competitivo a las inversiones “globales” de las empresas base y a la movilidad o migración de talento y bienes, la consistencia de la competitividad subnacional o regional al amparo de la inversión exterior directa y el comercio global (“The Case for trade anual competitiveness. Global Agenda Councils on Competitiveness”). El tercer paso consistió en abordar las “Cadenas globales de Valor” y contrastar sus características y desarrollo con aquellos casos de estudio que habían sido considerados “exitosos y buenas prácticas” como “Ciudades-Región Competitivas”. Nuevamente, Bilbao-Euskadi fue incluida en el Informe (“Building Global Value Chains for the 21st Century”–Construyendo cadenas globales para el siglo XXI. Bilbao- Basque Country).

Finalmente, en un contexto ya mucho más amplio, el Foro Económico Mundial, ha venido integrando la Competitividad en el marco de múltiples estudios relativos al “Crecimiento Inclusivo”. En este sentido, otro paso más en el contraste vasco lo constituye el Informe “Beyond the Equity-Efficiency Trade-Off: Practical ideas for inclusive growth and competitiveness in Europe”, con la participación del Banco Europeo de Inversiones y el Think Tank Bruegel, además del World Economic Forum (The Europe Inclusive Growth & Competitiveness Lab).

Todas estas reflexiones se veían reflejadas en otro emotivo y alentador evento celebrado este pasado jueves en AIC (Automotive International Center) en Boroa, con ocasión del XXV aniversario de ACICAE-Cluster del automóvil de Euskadi. Primer cluster europeo en la especialidad, líder y vanguardia en la colaboración público-privada, fruto de una extraordinaria y progresiva transformación innovadora que ha sabido superar las dificultades y desafíos de la historia e industria que le vio nacer, afrontar un nuevo y complejo mundo internacionalizado, suplir con imaginación y gestión de excelencia la carencia de empresas fabricantes (OEM) en sus etapas iniciales y transitar de fabricar autopartes a sistemas y funciones, interrelacionar diferentes industrias (máquina herramienta, aceros especiales, tecnologías de la información, energía, medio ambiente, soluciones integrales de transporte, aeronáutica…) en torno a una visión clusterizada orientada a los mercados, cambiantes, momento a momento. Su fuerza, excelencia de gestión y apuesta colaborativa, permiten contemplar ese futuro retador desde un relativo sentido de confianza en nuestras capacidades y posibilidades.

En definitiva, desde el optimismo racional de una posición en vanguardia, Euskadi, su economía, sus empresas y modelo de competitividad, cabe provocar las preguntas de futuro: ¿Ante los nuevos desafíos en un mundo y economía claramente cambiante, trabajamos en las claves de la nueva competitividad incluyente del país, de sus empresas… y sus personas? La historia comentada, las fortalezas de partida, dan lugar a recorrer riesgos y desafíos desde la esperanza e ilusión necesarios.

Salud para todos, movilidad social e inclusión

(Artículo publicado el 24 de Junio)

La extendida manía de diferentes gobiernos en comunicar “buenas noticias” de manera anticipada evitando concretar el contenido y alcance de las mismas, lejos de favorecer su gestión y generar credibilidad y coherencia, se convierten en fuente de descrédito, desafecto y frustrada confusión.

Este es el caso del gobierno español, presidido por el Sr. Sánchez (PSOE), necesitado de saltos acelerados para demostrar que se trata de un gobierno normalizado con vocación de permanencia y no un improvisado puente temporal para terminar con el agotado periodo Rajoy-Partido Popular, a la espera de una nueva convocatoria electoral. Diez días para ofrecer un intenso cambio (pensiones, salud, migración, educación, políticas penitenciarias…), si bien no han ido más allá de declaraciones de su portavoz o de entrevistas de sus ministros tras su improvisada toma de posesión (varios de ellos, incluso, sin haber pisado aún su despacho). Este es el caso de la extraordinariamente bien acogida noticia de la “restauración de la sanidad pública universal para todos, incluyendo inmigrantes, indocumentados, sin papeles, etc. presentes en el Estado español”. Desgraciadamente, las prisas olvidaron no ya solo que los asuntos oficiales deben publicarse en el Boletín Oficial del Estado y que, en este caso, requerían concreciones en términos de Decretos publicados previa firma del Rey que, dicho sea de paso, estaban de gira por Nueva Orleans y San Antonio, para aparente sorpresa o desconocimiento presidencial. Pero, más allá del retraso, la falta de concreción, las prisas y la descoordinación interna, ha provocado no solo la preocupación de quienes deberían apoyar las medidas a tomar (el Congreso, por supuesto, y, sobre todo, las Comunidades Autónomas, otros Ministerios como Seguridad Social, Hacienda, Trabajo y Migración, etc., por no citar a los partidos políticos que apoyaron su investidura y no su gobierno monocolor). Saber que el acceso universal viene acompañado de copagos para pensionistas y para no cotizantes a la Seguridad Social, o de restricciones a determinados servicios y prestaciones, o de la revisión del coste de acceso a medicamentos en función de rentas fiscales, o de “peajes a la dependencia” (variables según el grado de implantación del Bienestar Social en cada organismo y territorio…), no hace sino alertar al gobierno que gobernar de forma responsable no es sinónimo de moverse a base de encuestas, gabinetes de comunicación o globos sonda. Un estado descentralizado, un determinado reparto competencial, diferentes niveles institucionales de responsabilidad y decisión política, un pluri-partidismo y un concepto amplio no limitado a espacios sectoriales, en este caso de la salud, conforman un marco y reglas del juego predeterminados que han de tenerse en cuenta. El ordeno y mando de Moncloa pasó a la historia hace ya mucho tiempo.

Lo esencial, debe residir en el contenido deseado: acceso universal (real) a la salud. Es en este intento en el que han de centrarse los esfuerzos. Se trata de ofrecer verdadero valor en salud para todas las personas y poblaciones en el Estado, de una manera real, eficiente y sostenible. Este es el verdadero desafío.

Esta misma semana, la OCDE (Organización para la cooperación y desarrollo económico que incluye treinta y siete Países Miembro) publica un informe, de aconsejable lectura, en la definición de políticas sociales y de protección y progreso social: A Broken Social Elevator? How to Promote Social Mobility. (¿Un elevador social descompuesto? Cómo promover la movilidad social). El informe parcial, forma parte de un amplio trabajo en curso sobre la Iniciativa de Crecimiento Incluyente (Inclusive Growth Initiative), bajo el paraguas de un sugerente reclamo: “4.600 Millones de personas aspiran a una vida mejor y quieren formar parte de ese nuevo mundo por crear”. Iniciativa que viene trabajando en torno a un marco de políticas públicas orientado a entender y mitigar los vectores de la desigualdad, los determinantes socioeconómicos de la salud y de la educación transformadores de nuevos modelos de desarrollo económico, capaces de generar espacios inclusivos de progreso social. Así, al margen de variaciones país a país, la constatación general recogida en el informe no difiere de las principales señales y líneas rojas que el cada vez más extendido movimiento hacia un desarrollo y progreso social incluyente viene promoviendo a lo largo del mundo desde múltiples actores e iniciativas. Entre ellas, la necesaria consideración de la salud como un vector clave en el desarrollo de las personas y de las Comunidades en que viven, su potencial capacidad generadora, también, de riqueza, empleo y bienestar, y su elocuente impacto en la mitigación de desigualdades y factor acelerador del ascensor y movilidad social en el complejo y necesario tránsito desde la pobreza y marginación hacia la igualdad, el futuro compartido y mucho más que una deseada esperanza de vida (no solo en años) de alta calidad. Un informe que alarma sobre el estancamiento de la movilidad social, destacando cómo, de manera regresiva e impactante, “manteniendo las actuales políticas salariales, de salud, educativas y persistentes iniciativas desiguales de crecimiento, un niño nacido en una familia pobre, necesitaría, por lo menos, cinco generaciones para alcanzar un nivel medio de ingresos, en promedio en los países de la OCDE, haciendo que el 60% de las personas permanezcan atrapadas en la categoría inferior del 20%, mientras el 70% se mantiene en las superiores, así como que uno de cada siete hogares de clase media y una de cada cinco personas que viven cerca de los ingresos inferiores, caen al 20% inferior”. Toda una condena para permanecer, por generaciones, en el estrato originario, consecuencia de la buena o mala suerte del destino, naciendo de uno u otro lado de la línea entre la inclusión con futuro mejorable o la exclusión aceleradora de la marginalidad.

Desgraciadamente, no se trata de nada nuevo ni inesperado. Es la constatación, una vez más, de una desigualdad creciente que cuestiona las políticas al uso. En tiempos de tecnologías e innovaciones exponenciales y disruptivas, parecería razonable no persistir en políticas y sistemas continuistas y en curso. Nuevas preguntas, nuevos desafíos, nuevas redefiniciones de objetivos resultan absolutamente imprescindibles. Oportunidades, salud y bienestar sería la trilogía de dimensiones complementarias por superar que propondrían Stiglitz y otros líderes del pensamiento transformador, incitando a una revisión rigurosa de un buen número de mensajes que han adquirido carta de naturaleza con el paso del tiempo, pese a que sus consecuencias distan mucho de la verdad que proclaman: “el empobrecimiento y encarecimiento del sistema de bienestar es culpa de la inmigración, de la globalización o de las élites”, “nos engañaron ofreciendo un mundo de beneficios y oportunidades y no nos lo han dado”, o “los beneficios globales del último siglo compensan, sobradamente, y en términos relativos, el avance social.

Sin embargo, más allá de identificar culpables (siempre ajenos a nuestra propia responsabilidad, por lo que la confortabilidad individual nos confiere inocencia plena) o de encontrar excusas justificativas, es tiempo de reenfocar soluciones y afrontar los retos observables. Ante todo, nuevos compromisos, nuevas soluciones y acciones reales. Más tarde, ojalá, será el tiempo de comunicar logros y resultados satisfactorios o exitosos.

Entre guiños y realidades. Desafíos de Gobierno.

La vertiginosa e intensa semana política vivida en el cambio de gobierno español con las aún insospechadas consecuencias políticas e institucionales que con toda seguridad habrán de producirse, ha desplazado a un segundo plano, casi ausente en el debate mediático, otros focos relevantes de interés. Desde una silenciada “transición embrionaria” en Catalunya, con un nuevo gobierno que conlleva la suspensión o supresión automática del artículo 155, con la restitución de la autonomía catalana y de su dirección legítima emanadas de su Parlamento y electorado, pasando por  la guerra arancelaria de Estados Unidos-Trump alterando el orden comercial globalizado y su ruptura unilateral del Pacto Nuclear con Irán, o  la superación temporal de la incertidumbre italiana y su impacto en “los mercados” y la mini crisis (en lo que a duración inicial se refiere, que no a la profundidad del debate que la ocasionaba en el conflictivo abuso o interpretación de los poderes del Estado y su reparto entre la Presidencia y el Parlamento), o el lento camino de la Unión Europea en el que pudiera parecer su ralentizado deseo en su propia reinvención o transformación acordada hace ya casi dos años en el entorno del Brexit (que sigue su curso y cronograma), cuya reseña noticiable parece haber desaparecido de los primeros planos, o el peligroso anuncio de la diplomacia dominante en Bruselas para modificar los porcentajes de voto con la excusa de “evitar representaciones populistas o minoritarias”. Cuestiones que, aunque no constituyan ni titulares de prensa, ni foco del debate en la calle, existen y condicionan el día a día más de lo que pudiera parecer.

El nuevo gobierno español, recibido con especial valor mediático, transmite, entre otras cosas, lo que ha venido en llamarse “un guiño a Europa” (sobre todo a la Comisión Europea y al estatus quo dominante más que a Europa propiamente dicha). Así, desde la presencia del ex presidente del Parlamento europeo como Ministro de Exteriores y de la nueva Ministra de Economía (ex directora comunitaria de presupuestos) o del Ministro de Agricultura (con especial presencia europea en los siempre controvertidos programas y presupuestos de la Política Agraria de especial implicación en Andalucía), se transmite lo que según las crónicas, es un mensaje a Europa de una firme apuesta y compromiso con sus políticas y líneas de acción. Además, la casualidad coyuntural, ha hecho que el nuevo presidente iniciara su agenda internacional con los primeros mandatarios de dos estados muy distintos y con una relación claramente diferenciada con la Unión Europea en curso: Andorra y Ucrania. Dos realidades que bordean la Europa real, relativamente al margen del núcleo estatal de la Unión Europea de los 27-28, UK(con el proceso de salida del Reino Unido). Adicionalmente, la próxima semana, Pedro Sánchez se estrenará en el Consejo Europeo en las reuniones ordinarias correspondientes. Lleva, sin duda, un colaborador, conocedor y conocido que, fruto del pacto permanente y crónico del bipartidismo (populares y socialistas), reparte puestos, cargos, funcionariado, presupuestos, por períodos de alternancia que soportan, en la práctica, una agenda escasamente diferenciada, ya que sus responsables saben que la “oposición” de hoy es el gobierno de mañana y viceversa en una “estabilidad” que se supone positiva para los Estados, pueblos, ciudadanos y empresas e Instituciones europeas y que bajo la bandera del consenso mediatizador garantiza inmovilismo, enmascarado en un modus operandi y modus vivendi que no solo no parece satisfacer a la mayoría de los europeos, sino que incrementa, día a día, la desafección ciudadana, la inconformidad con su gobernanza, los desequilibrios entre Estados Miembro, la desigualdad progresiva y la distancia respecto de un futuro deseable y máxime cuando las crisis económicas y sociales se ven acompañadas de aplazamientos reiterados de decisiones (políticas de acogida y atención a refugiados e inmigrantes, por ejemplo), demandas de europeos en naciones sin Estado, o declaraciones antidemocráticas como la de su Comisario europeo de Presupuesto, el alemán, Günther Oettinger, afirmando que “los mercados enseñarán a votar correctamente a los italianos” (frase y actitud que, de una u otra forma, parece instalada en los foros duros de decisión de la Unión Europea). Por cierto, la mano derecha de este Comisario en Bruselas es la nueva Ministra de Economía en el gobierno español. Esperemos que en Bruselas tan “solo haya ejercido de funcionaria sin responsabilidades, ni inclinación política”. Los dirigentes europeos de    dicha estabilidad recurren a adjetivos de minorías, localistas o euroescépticos, lejos de mirar hacia dentro y comprender su cuota de responsabilidad en el creciente desafecto.

 Por tanto, dada la impronta europeísta del nuevo gobierno español que parece constituirse con vocación de permanencia y deseoso de conducir la legislatura, lejos de ejercer un rol instrumental para la disolución y convocatoria de elecciones que parecía ser el destino inmediato, merece la pena observar el contexto europeo en el que habrá de moverse. Será seguramente una de las mejores formas de conocer su programa, toda vez que, en esta ocasión, la investidura constructiva no incluía programa de gobierno alguno.

La próxima semana, el Parlamento europeo (sesiones plenarias) y el Consejo, celebran sus reuniones ordinarias con una larga batería de asuntos sobre la mesa, dejando muchos de ellos pendientes (bien por falta de avances o acuerdos hasta el momento: refugiados, Brexit, acuerdos con países terceros, las alternativas a la Europa futura sugeridas por Jean-Claude Juncker, etc.), si bien recuperará medidas esenciales como su ratificación del Pacto Nuclear con Irán, lo que llevará a aplicar y actualizar el llamado “Estatus de Bloqueo” levantando embargos, permitiendo a países, empresas y entidades europeas realizar transacciones e inversiones. Incluso, se propone calificar a Irán como país elegible para la inversión europea. Una clara y rotunda respuesta a Trump, posicionándose, nuevamente, en contraposición a las decisiones unilaterales estadounidenses no compartidas con Europa (y, en especial, Francia, Alemania y Reino Unido. Recordemos que el Reino Unido participa con normalidad en los órganos y decisiones de la Unión, salvo en los que afecten al proceso negociador del Brexit, manteniendo sus plenos derechos europeos hasta que se produzca su salida). Como vemos, aviso para algún despistado, “declarar la independencia y no proponer un proceso para ejercitarla y acordar un nuevo estatus político, no significa ni su aplicación inmediata, ni su abandono de la Unión Europea al día siguiente”. Es decir, no hay necesidad de que las empresas salgan corriendo, con nocturnidad, abandonando su ecosistema competitivo y raíces, hacia Alicante o Madrid, para cobijarse al amparo de un decreto de un gobierno que, como los hechos han demostrado esta semana, era el más inestable de todos.

Así, este mes de junio, culminarán los trabajos de la actual presidencia (Bulgaria) dando paso, por rotación, a Austria para el período julio-diciembre de 2018 (a España, por curiosidad, le corresponderá en el 2023, coincidiendo con la llegada del tren de alta velocidad aprobada como primer proyecto de conexión transeuropea en el Estado español hace tan solo veinte años). El período búlgaro ha centrado su agenda en fortalecer la unidad entre los Estados Miembro y las instituciones de la Unión Europea y aportar soluciones en la construcción de una Europa más fuerte, más segura y solidaria. La Agenda marco de Austria se centrará en el futuro de Europa y los jóvenes, en los Balcanes occidentales (incluido el reconocimiento e ingreso de Kosovo), la seguridad, estabilidad y economía digital. Recordemos que desde 2016, el nuevo ordenamiento de agendas europeas, estructura procesos colaborativos de tres Estados Miembro al objeto de coordinar una Agenda Marco a 18 meses, de modo que los tres Estados a quienes habrá de corresponder la presidencia temporal en dicho periodo, trabajen “juntos”. Así, Bulgaria ha sido un paso intermedio entre Estonia (con un fuerte impulso a la economía digital) y Austria.

Por tanto, sabemos que la impronta austriaca se dará en el marco final de la “Estrategia julio 2017-diciembre 2018” que se definió “orientada a las demandas futuras de los europeos, recuperando su confianza en las instituciones de la Unión, acercándolos a una mejor y simplificada regulación y encaminar el debate sobre el futuro de la Unión Europea de los 27”. Bajo este marco general, a destacar las principales líneas estratégicas: 1) Empleo, crecimiento y competitividad, desde una óptica de avance económico y social, en un contexto de internacionalización creciente y globalización “revisable” con un fuerte impacto de la tecnología desde el esfuerzo de reactivación de la inversión pública y privada (Plan Juncker, aún poco ejecutado); 2) Profundizar en el Mercado Único, como pilar de éxito y cohesión de la Unión y, en especial, generar un “Mercado único digital”; 3) Implementar la agenda 2030 de sostenibilidad de Naciones Unidas con especial focalización en la economía circular (concebida, también, como fuente de nuevos empleos e impulso innovador); 4) “Invertir en el futuro”, apostando por recuperar y potenciar una sólida base industrial, educación, emprendimiento y talento e infraestructuras asociadas, dotándose de un nuevo “Marco Financiero multianual” en el que se integren de forma especial unos renovados fondos estructurales. Nuevo marco que pretende auditar, revisar y redefinir programas como el HORIZON 2020 (Innovación y Tecnología), Erasmus (movilidad estudiantil), “Europa Conectada, Europa Creativa” con dudosos resultados reales hasta la fecha e infraestructuras trasfronterizas; 5) Potenciar el EURATOM (el Programa marco para la Defensa); 6) “Simplificar”, “Redimensionar” y “Replantear” la política agraria común; 7) “Profundizar” en la Unión monetaria y bancaria hacia la creación del “Mercado europeo de Capitales”; 8) Construir la Unión energética desde “una clara mirada” al cambio climático; 9) Garantizar una Europa segura, libre y justa y 10) Preservar los derechos humanos, la protección y cohesión social.

Estrategia que pretende una Europa con voz, fortaleza y espacio propio como actor destacado en el contexto mundial.

Europa, por tanto, marca un camino al que el nuevo gobierno español dice hacer un guiño. Está por verse, si es más que un programa y en qué medida cada una de sus líneas estratégicas son traducibles a la situación correcta del Estado español de hoy, a las demandas sociales, económicas, financieras, territoriales y políticas de una sociedad variada y diferenciada con múltiples reclamaciones pendientes.

 Así las cosas, pasada la euforia del primer momento, “comprados” los mensajes mediáticos teledirigidos en el constante goteo de cargos y nombres, procede la valoración real del nuevo gabinete y las intenciones del presidente. No se trata solamente de conocer y apreciar biografías o CVs educativos o de responsabilidades de partido y administración de forma aislada, o del reparto territorial atendiendo a las necesidades y equilibrios de partido, sino de asociarlas tanto a la realidad de los envites y desafíos a los que habrán de enfrentarse, como a la estructura global del gobierno, sus estructuras y el grado de integración o coherencia de sus áreas de responsabilidad y coordinación y, por supuesto, respecto de la cercanía o alejamiento de lo esperable por los diferentes grupos parlamentarios que apoyaron su investidura que, recordemos, ni su gobierno, ni mucho menos, sus políticas o programa inexistente en el momento del apoyo. La necesidad de concluir con el gobierno del PP no era sinónimo de votar un gobierno socialista sin compromiso o pacto alguno, que supondrán o no su supervivencia, en la medida que sea la práctica ordinaria: acordar y pactar según visiones, compromisos y proyectos compartibles.

El presidente Sánchez ha dado sus primeros pasos nombrando su gabinete y definiendo su estructura. Un primer paso que, de entrada, supone el encarecimiento no presupuestado (no ya en los pendientes Presupuestos Generales del estado a expensas de los primeros movimientos del PP ya en la oposición), consecuencia del cambio de nombre de todos los Ministerios creados, con el consiguiente cambio de logos, nombres, papelería, ubicaciones, instalaciones y movimientos aguas abajo. Todos cambian sus nombres, las áreas de responsabilidad se mueven de un sitio a otro y se generan iniciales y aparentes confrontaciones inter pares y espacios que, más allá de nombres ministeriales, suponen un verdadero descenso en su peso relativo en la gobernanza. Demasiado movimiento para un gobierno que hace dos días parecía llegar para disolver el Congreso y acometer una legislatura de mínimos: Censurar, ordenar e iniciar la regeneración, proclamaba. Llama la atención el escaso peso de Economía y la confusa asignación de un mal entendido concepto de competitividad asociable a Empresa (economía digital y otros espacios que parecen complicar las responsabilidades de otros Ministerios como industria -mucho nombre y poco juego diferencial-, Ciencias, Innovación y Universidades, “Transición hacia la economía ecológica” con energía, agua, medio ambiente y cambio climático además de economía circular…, o la desaparición, en peso relativo, de Empleo, por no citar una Vicepresidencia en cuyo nombramiento no se recogen competencias específicas de coordinación, y con la incógnita habitual de Hacienda y presupuestos).

Recordemos que el gobierno del presidente Sánchez no nace ni con el apoyo, ni con el consenso, ni con el programa común o compartido de los parlamentarios y grupos políticos que posibilitaron su investidura. Nadie pretendió votar un gobierno del PSOE, sino dar por terminado un gobierno concreto. La gobernanza, el programa, las políticas y acciones a desarrollar exigen, no olvidarlo, compartir, negociar, pactar todos y cada uno de los pasos por venir.

Lo mismo que el guiño europeo, resulta necesario entender e interpretar otros guiños imprescindibles en una agenda propia sobre la que construir y tejer confianza, complicidades y resultados. El sorprendente poder y fortaleza del presidente ganados en pocas horas, no puede limitarse a ser la amalgama interna en su partido, sino que ha de ser la base imprescindible para afrontar las agendas pendientes.

Ha desaparecido el artículo 155, pero no la apuesta catalana por un nuevo marco de relación y ni mucho menos han salido sus presos a la calle, ni regresado sus dirigentes del exilio (ni por supuesto, en otro orden menor de cosas, el retorno de las empresas “invitadas” a salir de su entorno competitivo real). ETA ha desaparecido, pero la ausencia violenta no ha concluido con la normalización y convivencia exigible. Euskadi podrá contar con un determinado presupuesto y compromisos concretos, pero ni el Estatuto de Gernika ha terminado de cumplirse, ni mucho menos su demanda de un nuevo estatus político y modelo de relación se ha visto satisfecho. El modelo autonómico, geométrica y políticamente variable, en el Estado, sigue siendo una realidad no debidamente resuelta y la financiación y recomposición territorial no es solamente cuestión de reparto de cuotas presupuestarias desde la unilateralidad centralizada. La utilización ilegítima, perversa y propia de democracias de escasa calidad e intensidad de los aparatos del Estado (con el maléfico triunvirato Interior-Justicia-Medios de Comunicación) existe y no es cuestión de “cambiarlo de manos”, sino de erradicar sus prácticas y abandonar la justificación de hacer política desde esas otrora llamadas cloacas del Estado. Las estructuras inútiles e ineficientes en tantos campos (empleo, seguridad social, función pública, educación-formación…) esperan su renovada sustitución. La recuperada creación de empleo, concentrada en actividades de no alto valor añadido o suficientemente formalizado, no ha terminado, ni con el excesivo desempleo, ni con el gap negativo formación-ocupación-rentas.

Por supuesto, los desafíos a los que ha de enfrentarse en el escenario actual (y futuro), ni son una agenda exclusiva del gobierno, ni es posible su logro en dos días como la reciente investidura lo ha sido. Pero, los guiños seguidos de acciones concretas del gobierno sí serán la fuente de fortaleza, confianza, compromiso y vías guía de solución. Como siempre, todo un desafío. Tiempo al tiempo. Conviene no equivocar los roles asignados. Deseemos acierto y suerte en este complejo y largo recorrido. Efectivamente, todo un desafío que, una vez más y si cabe, en esta ocasión, con un mayor grado de compromiso, requiere amplios, múltiples y variados pactos con todos aquellos que facilitaron su investidura.