EXCUSAS FALSAS. EQUíVOCO CAUSA-EFECTO.

                 El pesimismo generalizado observable en cualquier reunión empresarial que se celebre en Madrid ó en cualquier conversación en que se hable de Europa-España,se ha visto agravado estos dí­as ante gritos de «intervención deseable de determinadas Comunidades autónomas, ó inevitable para una banca que se vendrá como ejemplar y que arrastra al fondo a una economí­a que no encuentra una orientación adecuada«, y a unos presupuestos generales del Estado desde la contradictoria soledad de un gobierno con mayorí­a absoluta parlamentaria.

               Una vez más, resulta necesario volver sobre ideas y conceptos gastados de tanto repetirse pero que no parecen calar ni en los destinatarios de la crisis ni en los dirigentes de su potencial reconducción hacia el crecimiento y el bienestar.

                El caso «España» vuelve a sus negras señales: recesión y desempleo (24%), anunciando otro trienio aterrador entre la desesperanza, la sensación de un «destino inevitable» ó un clamor porque otros decidan lo «que se debe hacer». ¡Amén!

               Sin embargo, pese a los rí­os de tinta que han inundado los medios publicados durante los casi cuatro años de crisis tratando de explicar las causas de una situación de enorme gravedad, los caricaturizados y simplistas diagnósticos parecí­an convencernos de una frí­vola actitud cómplice del mundo financiero, los actores del ladrillo y mundo inmobiliario y el despilfarro (público y privado) para una carrera imparable hacia una vida por encima de nuestras posibilidades. El destino, sin culpables ni responsables, y mucho menos sin causas precisas, se habrí­a ocupado de traernos a este profundo agujero de desesperanza y caos.

               Ante este panorama, las falsas excusas nos llevan en dirección equivocada. Así­ «los malditos mercados» se han obsesionado con la economí­a española y desean destruirla y se señalan tres los cómplices de tanta desventura:

1)        Las Comunidades Autónomas («artificiales, irresponsables, incompetentes, gastadoras…») que no colaboran con un gobierno central, por contra, eficiente-eficaz, competente, objetivo… Luego, «bienvenido Sr. Ministro. Intervenga las Comunidades autónomas que no cumplan con un í­ndice cualquiera que no se sabe bien a qué ciencia infusa responde».

2)        La sociedad «egoí­sta» deseosa de mantener el llamado Estado de Bienestar (al parecer un invento caduco al que deben renunciar las sociedades modernas y globales). En consecuencia, «Recorte y más recorte» hasta que cada uno «se busque la vida».

3)        Los crí­ticos que se niegan a dar cheque en blanco a cualquier decisión ó medida aislada anunciada por el consenso establecido. Luego parecerí­a obligado aplaudir cualquier decisión u omisión del gobierno español.

                 No obstante, la compleja y sistémica realidad está muy alejada de este conjunto de excusas esgrimidas que oculta que estamos inmersos en una carrera incontrolada hacia ninguna parte.

                   Mientras alguien siga pensando que «los mercados» son un grupo de señoritos con copa y puro esperando cada nueva medida anunciada por el gobierno español para ordenar la orientación de «su» dinero salvando a España y controlando su ya hoy famosa «prima de riesgo», se continuará cavando la fosa. Esta no es la causa sino el efecto.España solo podrá ganar credibilidad y confianza no ya ante los mercados sino ante sus propios ciudadanos y agentes económicos, sociales e institucionales cuando disponga de una estrategia económica y social completa, una estrategia creí­ble, completa, comprometida y posible, dotada de instrumentos concretos (incluidos presupuestos y liderazgo) que la hagan realizable. Una estrategia que ofrezca un nuevo modelo económico real que construya capacidades, tejido económico (sobre todo industrial, innovador y del conocimiento) y una decidida orientación no solamente hacia la generación de riqueza y empleo sino hacia su equidad, distribución igualitaria y bienestar. No hay atajos. No hay cadena de recortes ni mensajes de austeridad ó eliminación de polí­ticas públicas que valgan si no comprometen, a un medio y largo plazo medible, un nuevo escenario identificable.

                  Mientras dicha estrategia no aparezca y sigamos asistiendo al despropósito, viernes a viernes, a golpe de BOE y telediario, fotografí­as de «cumbres europeas de fin de semana» y entrevistas ministrables en periódicos extranjeros con la sensación de que no hay gobierno real sino traductores de textos dictados desde algún lugar desconocido (¿FMI, BCE, otros?) y no sepamos el objetivo que se persigue, el tiempo para lograrlo y el impacto total sobre ciudadanos, empresas y gobiernos, el único resultado posible será la desesperanza y la carrera a ninguna parte.

                 Necesitamos un primer paso, que alguien sea capaz de reconocer que no es un juego de excusas falsas ni de nefastos culpables conspirando sino de causas reales de una economí­a inviable en su estado actual. ¿Hay alguien allí­ capaz de ofrecer una estrategia coherente y completa?

AMERICA LATINA. La ilusión del futuro posible.

 

            Semana intensa en términos de Cumbres y Encuentros regionales  ( La Cumbre de las AMí‰RICAS  en Cartagena de Indias ,Colombia y del World Economic Forum para América Latina en Puerto Vallarta, México,además de la cumbre del G-20 bajo presidencia de México y la reunión de » Lí­deres globales») que han situado las miradas mundiales en el continente Americano , y más precisamente en América Latina.

            Encuentros dispares con menos resultados tangibles de los deseables cuando tanto talento y recursos se han puesto  en convergencia o sintoní­a al servicio de un conjunto de objetivos comunes que parecí­an proponerse en el conjunto de los foros citados:

1) Constatar  la fortaleza de América Latina en una coyuntura mundial recesiva y caótica, auto reforzándose y transmitiendo al mundo que se vive una década prodigiosa que habrí­a de avanzar con decisión hacia la superación de la acentuada y prolongada desigualdad interna que padece,

2) Convencer a sus miembros del discurso benéfico- para todos- de la inevitabilidad de enfoques  » regionales y globalizados» para todo el continente ( con serias discrepancias sobre  si deberí­a extenderse a Estados Unidos y Canadá para construir » las Américas» ) y su interdependencia con Europa y Asia ( en realidad,hoy, más interesados, en este segundo puente),

3) Insistir en el discurso inevitable de la apertura internacional, ví­a libre al comercio ( pese a la inoperancia de la ronda  de Doha de cuyas discusiones ya casi nadie recuerda en que estado se encuentran), el deseable desarme arancelario( pese a que episodios como el de YPF-REPSOL ha disparado la bandera proteccionista de Europa y el estado español pese a sus discursos en sentido contrario cuando son otros los implicados),

4) la fortaleza de partenariados público-privados que lleven a la sociedad civil a asumir mayores cuotas de responsabilidad, compromiso y liderazgo…

       En definitiva, un conjunto de mensajes que parecerí­an establecer una agenda única y compartida a lo largo y ancho del mundo .con un reflejo uniforme en América Latina.

       Sin embargo, la realidad es distinta.

           América Latina tiene una larga vocación de continente y un sentimiento de compromiso regional si bien es muy consciente te de su NO UNIFORMIDAD, de su compromiso de interdependencia pero desde sus espacios soberanos y propios.Cada una de las importantes y diferenciadas piezas que la componen aspira, de forma legí­tima, a construir su propio futuro.Es claramente consciente de la bondades y ventajas de la apertura internacional, de los acuerdos de libre comercio, de la importancia de superar barreras y suprimir aranceles, sí­, pero dentro de un orden que posibilite la adecuada correspondencia entre el llamado y esperado beneficio global con las necesidades y aspiraciones especí­ficas de cada uno de sus pueblos y ciudadanos. Sabe muy bien que su riqueza reside en activos de alto interés para otras regiones (recursos naturales ,energéticos, y materias primas), conoce las enormes oportunidades de desarrollo que ofrece, valora su «bono demográfico» ( México,Paí­s anfitrión de la mayorí­a de las cumbres mencionadas, tiene una edad media de su población en los 26 años), contabiliza el volumen de negocio y beneficios que aporta a la banca internacional, a las corporaciones multinacionales inversoras en su territorio,y sabe de su buena formación en recursos humanos y su capacidad productiva.Sabe que estos activos se verán reforzados con acuerdos de co- desarrollo tecnológico e inversor.Pero, como es evidente,exige jugar en términos de igualdad.

            Con estas premisas sobre la mesa, América Latina trabaja su futuro.Es consciente, también, de la crisis europea, de la importancia de acercarse desde el Pací­fico hacia Asia, de su relación compleja « tan cerca y tan lejos» con estados Unidos.Ha aprendido lo que algunos parecen no saber apreciar: no hay recetas mágicas, las polí­ticas impuestas del pasado desde Washington a través de diferentes organismos internacionales no han contribuido al desarme de la desigualdad ni a la erradicación de la pobreza. Sabe que tiene enormes retos( gobernanza,riqueza compartida y estable,credibilidad, sintoní­a gobiernos-ciudadanos…) a la vez que se sabe poseedora de fortalezas y recursos, sobre todo humanos, para superar los desafí­os.

            Una semana de enseñanzas e ilusión.Heos  tenido la oportunidad de respirar , a orillas de ese maravilloso mar de Jalisco,un movimiento vivo al servicio de un  futuro prometedor a la vez que incierto.Realidades, compromiso, oportunidades desde una joven mayorí­a de edad con voz propia.Sin duda,un futuro posible desde un presente de esperanza.

«TRANFORMAR LA ECONOMIA CON RECETAS DEL PASADO…. UN NUEVO ERROR DE ESPAí‘A»

 

100 dí­as después de la llegada de un nuevo gobierno, el «milagro» del cambio no parece animar a la esperanza. Un nuevo gobierno, ganador mas que por acierto ó apoyos (el Partido gobernante (PP) perdió más de 1 MM de votos desde su última elección comparable) por el fracaso del anterior (PSOE) asociado a un profundo desapego social , en especial, de sus propios simpatizantes.

Si bien nadie espera que ningún gobierno sea capaz de superar en 100 dí­as la grave crisis por la que atraviesa el Estado Español, si cabrí­a observar algunas señales claras de futuro que orienten la ya tan evidente demanda de una radical transformación de la maltrecha economí­a española.

Si en un principio, España (y, sobre todo, su gobierno) fue incapaz de detectar el inicio de una crisis económico-financiera de gran magnitud, fue incapaz de reaccionar y comprender que no se trataba de una «crisis igual para todos» y que España padecí­a sus propias enfermedades, incapaz de señalar un camino y de afrontar un plan completo y coherente, las voces simplificadoras de un diagnóstico tardí­o señalaban un peligroso consenso en torno a «Ladrillo, burbuja inmobiliaria, nuevos ricos, organización del sector público, obsolescencia de la red de Cajas de Ahorros y abandono del tejido productivo».

Ante tal diagnóstico, «respuesta única»: concentración y reconversión de Cajas de Ahorros en bancos malos y peores con cargo a los presupuestos públicos, re-centralización y «unidad de mercado», parón indiscriminado de la inversión pública, «enésima reforma laboral», amnistí­a fiscal para defraudadores y discursos pseudo-soberanos anti intervención y rescate de la temida Unión Europea al servicio de los «Mercados». Adicionalmente, el gobierno se empeña en «explicar» lo que hace ó deja de hacer a través de la prensa (en especial en el exterior), bajo un doble argumento. «Es la única opción posible «ó» de no hacerlo, España será intervenida y rescatada».

Ante tales afirmaciones lo primero que deberí­a saberse es qué significa ser/estar intervenido. ¿Una intervención ó rescate («que viene el lobo») serí­a algo diferente ó peor al escenario actual? ¿Qué medidas adicionales habrí­an de implantarse? ¿Con qué objetivos y horizonte? ¿Quién será el interventor? ¿Con qué autoridad y bajo qué mecanismos de control?

En estos dí­as se habla de la «falta de un Relato económico, polí­tico y social« que explique la realidad de la situación, que señale quien decide lo que se hace y cuál es la oferta Paí­s que se pretende lograr para ciudadanos, empresas y gobiernos en este viaje temerario. Lo que si parece evidente es que España está hundida, sus problemas estructurales impiden cualquier recuperación en el corto y medio plazo, su insoportable desempleo seguirá reflejando la punta del iceberg de una economí­a obsoleta, necesitada de una transformación radical. Cuanto más se tarde en abordar una verdadera transformación económica más difí­cil y dolorosa será su salida.

Y, sin embargo, los anuncios observados (ratificados en el «presupuesto austero» presentado esta misma semana) van en dirección contraria:

a)   Centralizan y pretenden desmontar un modelo autonómico «de corte regionalizado o pseudo federal» que hasta hace tan solo unos meses parecí­a explicar la ventaja competitiva que  ha permitido el paso de una economí­a mediocre, proteccionista y aislada a una sociedad modernizada  y del bienestar,

b)   Imponen, ví­a Boletí­n Oficial del Estado, una falsa «unidad de mercado», obsoleta, paralizante e igualitaria en la mediocridad, bajo la dirección y control de un núcleo gobernante-funcionarial,

c)    Propagan una MARCA ESPAí‘A para vender por el mundo economí­as, regiones y realidades dispares unificando el peor de los ejemplos en perjuicio de comunidades y empresas que no viven ni el mismo modelo ni la misma crisis. España son al menos 4 y no una, si nos atenemos no ya a su sentido de pertenencia y vocación de autogobierno y expectativas de futuro, sino a sus cifras de paro , tejido económico, riqueza y bienestar,

d)   Desmontan gobiernos, inversión y polí­ticas públicos de medio y largo plazo profundizando en una recesión que parece haber llegado para instalarse por mucho tiempo,

e)   Fijan «cuotas medias», «tamaños óptimos», (producción, finanzas,desarrollo …) aprendidos de una Europa, sometida a una burocracia simplificadora y paralizante, que ha demostrado su escasa imaginación, nulo compromiso con la economí­a real, ausencia de control y decisiones democráticas…Hacia una Europa que parecerí­a empeñada en mirar al pasado y renunciar a construir su futuro,

          En definitiva, vuelta a los manuales del pasado para insistir en un  fracasado recetario. Todo menos abordar una compleja y  radical transformación económica demandante de nuevas estrategias y liderazgos                    al servicio del bienestar de los ciudadanos, la  competitividad de sus agentes económicos y sociales. Y la cohesión de pueblos y regiones que la conforman.

No hay una única solución. Nadie ha explicado porqué solamente debe aceptarse la ví­a que parece imponerse como única. Mientras tanto, hoy mismo, un nuevo mazazo al desempleo: carrera imparable hacia los 6 MM. La peor marca de Europa. Otra señal que deberí­a hacer pensar a quienes creen que la mal entendida austeridad (no invertir, no gastar, no avanzar, no soñar un futuro diferente, no arriesgar y no decidir…)resolverá, en el largo plazo ,los problemas propios de un modelo económico sin futuro.