(Artículo publicado el 14 de Agosto)
La RICE University en Houston y la NASA conmemorarán en los próximos días el 66 aniversario del discurso del presidente John Fitzgerald Kennedy a los estadounidenses (“We choose to go to the Moon” – “Elegimos ir a la luna”). Sin duda el mensaje y sueño aspiracional del presidente Kennedy representa uno de los mejores ejemplos (llevados a la práctica) de un sueño retador capaz de redireccionar recursos, talento, procesos colaborativos, ilusión y sentido compartible hacia un objetivo convergente con el propósito, no ya de superar una crisis profunda como la que vivían en aquellos momentos, sino de provocar un cambio radical movilizando recursos, actitudes y mentalidades hacia un escenario inesperado, ambicioso y para muchos inalcanzable. Esta apuesta política refleja el llamado “Moon shot Thinking” que convoca al talento y a las sociedades en su conjunto, teje procesos de transformación desde la innovación disruptiva entendiendo la complejidad del momento y sugiere la inevitable anticipación a potenciales soluciones, animando a una mentalidad emprendedora posibilista y de esperanza motivadora para emprender un apasionante compromiso pensando en un futuro mejor.
Hoy, cuando vivimos un mundo sumido en la incertidumbre que lleva a una elevada melancolía y desánimo colectivos, plagada de elevadas cotas de ansiedad en un angustioso encuentro con la duda y visiones pesimistas, conviene destacar las apuestas de jugadores lideres y actores clave qué, a lo largo del mundo, desde sus diferentes posiciones de responsabilidad de todo orden han soñado un mundo mejor y se han esforzado e implicado en lograrlo. Auténticos generadores de la riqueza al servicio del interés general. Gota a gota, paso a paso al servicio y beneficio de las personas y países.
No hace 66 años, pero sí 25, tuve la oportunidad de reunirme con el profesor William F Miller en su despacho de la Universidad de Stanford en el corazón de Silicón Valley. El profesor Miller, Hubert Emeritus professor, considerado por la literatura como uno de los padres de este singular Valle, “Ministro de Relaciones Exteriores” del mismo, otrora ya entonces presidente del programa de la industria de las computadoras en Stanford y presidente del afamado SRI-Stanford Research Institute, utilizó como eje conductor de nuestra conversación el pensamiento del “Moon Shot”. Simplificaba las claves para convertir sueños esenciales en resultados de éxito. Nada extraño que no se conozca o entienda cuando se ha logrado conseguirlo, y, sin embargo, tan incomprensibles cuando se inician aquellos viajes que demandarán esfuerzo solidario y cambios. Me insistía en la necesidad de líderes soñadores que vean más allá de lo que los demás creemos tener por delante, que entiendan qué hemos de inventar aquel futuro que nos gustaría que fuera vivible por próximas generaciones, dispuestos a prescindir del aplauso inmediato y cortoplacista y generen el espacio adecuado para incitar la concurrencia de actores capaces de trabajar juntos aportando, cada uno, su valor diferencial. De mis notas de aquella reunión recojo sus comentarios clave para crear un hábitat para el desarrollo de una comunidad innovadora de conocimiento, y alta tecnología orientada a resolver las demandas sociales. La importancia de crear y cultivar un clima favorable a la empresa entendida como unidad generadora de riqueza y activo esencial de creatividad, riqueza y empleo. Cultura y hábitos que propicien una dinámica de colaboración público-privada con acento en gobiernos locales, regionales y próximos plenamente favorecedores del desarrollo propio y singular. Hábitat que exige talento, mano de obra de alto nivel, proyectos e instituciones de investigación e interacción real y permanente con la industria y la sociedad más próxima, con un compromiso sociedad-comunidad con alto nivel de vida y bienestar (salud, cultura, ocio y servicios sociales). Finalmente, una verdadera plaza financiera comprometida con el proyecto compartido de la sociedad a la que sirve en conexión con los principales jugadores a lo largo del mundo con elevada sintonía con el emprendimiento, la innovación y la alta tecnología. Concluía con la necesidad de conectar dicho hábitat generador de riqueza con un espacio de infraestructuras y conectividad mundial y un elevado desarrollo de la industria política y de gobierno, con liderazgos capaces de provocar no un plan específico sino una sucesión e integración de proyectos de transformadores, integradores de universidades generadoras de impacto social, procesos y comunidades multinivel y multiobjetivo, desde la colaboración interdependiente a partir de una verdadera visión de país. Conceptos clave, recetas conocidas que compartimos hoy. Aceptados en la teoría general parecerían no resultar ni tan evidentes ni tan mayoritariamente discutibles. No obstante, su aplicación práctica demuestra sensación de ausencia o que no nos resistimos a seguir bien por una continuidad pasiva o por una exigencia elevada que de una u otra forma nos lleve a desistir ante las primeras dificultades, la aversión al cambio, o una cultura de la desafección ampliamente instalada.
Ayer, horas antes de escribir este artículo, tuve la oportunidad de asistir a una interesante sesión de mi amigo y colega Christian Ketels (uno de los más prestigiosos expertos en el mundo de la Competitividad), en el marco de la más que alabable y admirable iniciativa de la MIM Kyiv Kiev Business School en torno a la recuperación de Ucrania. Activa escuela miembro de nuestra red MOC-ISC de Harvard, insertos en plena invasión, concentrados fundamentalmente en salvar vidas, en defender y mantener su soberanía, bajo el reclamo: “Before and after the Victory”– “Antes y después de la victoria”, trabajan en recuperar su derecho a vivir en libertad y definir, democráticamente, su futuro. No esperan solamente ganar la guerra sino la paz y un futuro mejor para sus ciudadanos en conexión libre con Europa y el resto del mundo. En plena situación de emergencia, REINFORCE UA es un programa que desde diferentes lugares del mundo conecta a profesores, investigadores y empresarios, gobernantes financieros y docentes, donantes, para reflexionar desde el compromiso activo sobre un futuro para su país. Por supuesto, lo primero es terminar con la guerra, pero no se puede ni quiere esperar a ganar la paz y su futuro para empezar a construir un espacio propio. Ya en julio pasado, el “Encuentro de Lugano” revivió una nueva y especial conferencia para la reorientación y desarrollo estratégico de Ucrania que se venía celebrando con el esfuerzo colaborativo suizo-ucranio y participación de decenas de países y gobiernos varios años atrás. Cientos de experiencias, cientos de trabajos diagnóstico y líneas de actuación, interrumpidos por la invasión rusa, se retoman ahora no para volver a aquella agenda o diagnóstico previo, que también, sino para redefinir su proposición única de valor en un mundo que cambia día a día, en unos marcos y esquemas de relación intra y extra europeos necesariamente diferentes a los pre definidos hace tan solo meses, en un nuevo rol que habrá de jugar Ucrania en un sueño legítimo que ha de construir, identificando y/o recreando nuevas fortalezas diferenciales, con renovadas aspiraciones que su pueblo se proponga. El profesor Ketels repasó y destacó la importancia de la estrategia y el valor de una competitividad bien entendida, al servicio del bienestar de las personas, y el rol singular que corresponde a cada región, nación o espacio en que han de implantarse. Recordó las posiciones y fortalezas preguerra que ya habían sido planteadas con anterioridad, abordó el cambiante panorama esperable, la más que previsible y necesaria actuación y apoyo internacional (sobre todo de la Unión Europea y en especial de los países del este), pero sobre todo insistía en que si bien son muchos los nuevos marcos conceptuales, las herramientas y modelos de los que aprender, no hay recetas mágicas y copiar es un mal camino. La Unión Europea y otros ayudaremos, pero acceder a sus programas, recomendaciones, líneas y herramientas de apoyo, no marca la diferencia Pueden y deben contribuir a acelerar soluciones, se podrá acceder a sus programas y a sus iniciativas y fondos especiales, facilitará superar debilidades y urgencias inmediatas, pero eso no marcará la diferencia. En el mejor de los casos te pondrán en el mismo nivel que los demás, pero la verdadera estrategia en este caso de país exige una proposición única y diferenciada de valor, acorde con las fortalezas propias y la voluntad y propósito perseguible. Si bien es verdad que las crisis son también potenciales fuentes de oportunidad, su común denominador es un gran riesgo de declive y dificultades. Solamente el esfuerzo y voluntad explican el desarrollo exitoso de las naciones superadoras de la tentación a la confortabilidad, a seguir los diseños de los demás para limitarse a hacer lo mismo que el resto. Son tiempos para recurrir a ese movimiento del “Moon shot”, asumiendo el riesgo de elegir. Es la manera de evitar el declive. Así Ucrania como otras historias de éxito habrá de apostar por un escenario y resultados ambiciosos, desde una voluntad y apuesta por su sueño único y diferencial, soportado en planes, programas e instrumentos que lo hagan posible, con la imprescindible solidaridad y apoyo mundial de terceros, y dotarse de renovadas e innovadoras estructuras que lo hagan posible. Una reinvención de su arquitectura institucional resulta imprescindible. Sin duda alguna, se trata de elegir.
Hoy, todos, de una u otra forma somos parte de una crisis multiforme y multivariable, de diferente intensidad. Como personas, Comunidades, empresas, entidades e instituciones, gobiernos y paises, necesitamos elegir. ¿Asumimos la situación de crisis como un mal irremediable o soñamos un futuro distinto y mejor? Los mimbres existen, somos nosotros quienes hemos de decidir (y acertar) que botones activar. Ni podemos ni debemos evitar la responsabilidad de elegir. Hace 66 años, ni para el presidente Kennedy, ni para los Estados Unidos, lo verdaderamente importante era llegar a la luna de una manera concreta. Lo relevante era el sentido del viaje colectivo a emprender. Todo aquello que supuso apostar tras un sueño que llevaba a un mundo único y nuevo. Kennedy eligió. Eligió llegar a la luna: “We have to choose” – “Nosotros, también, necesitamos elegir”.