(Artículo publicado el 26 de Noviembre)
El pasado 20 de noviembre, el Consejo de la Unión Europea (General Affairs Council) decidió la relocalización de dos importantes Agencias europeas, hoy residenciadas en Londres, en nuevas sedes una vez concretado el Brexit a partir de marzo de 2019. La Agencia Bancaria Europea (EBA) dejará su entorno en la potente City londinense para alojarse en París. Relevantes plazas financieras como Frankfurt o Dublín vieron no elegidas sus candidaturas. En paralelo, otra Agencia Europea, la de Medicamentos (EMA), fue asignada a ímsterdam, elegida entre 16 ciudades con potentes y cualificadas alternativas (Copenhague, Milán, Dublín… y, por supuesto, Barcelona).
La European Medicines & Science Medicines Health Agency (EMA), a través de su Presidente, celebraba la decisión y se preparaban para afrontar los 16 meses de traslado de operaciones, destacando cómo «ímsterdam cumple con la gran mayoría de nuestras inquietudes y deseos y, ofrece excelente conectividad, con extraordinario espacio adecuado para nuestra instalación acorde a nuestras necesidades, responde a nuestra demanda concreta para el buen desarrollo de nuestras actividades, ha dado preferencia a nuestro modelo de negocio al servicio de la salud pública y animal y, sobre todo, responde al deseo de nuestros funcionarios y empleados cuya gran mayoría mostraba su preferencia en trasladarse a ímsterdam»
Con esta decisión, la importante Agencia Europea, responsable de la evaluación científica, supervisión y monitorización de la seguridad, calidad y eficiencia de los fármacos tanto en los hoy 28 Estados Miembro de la Unión Europea, como de los países del espacio económico europeo (E.E.A.), garantiza la continuidad ordinaria de su trabajo y responsabilidad en Londres con su nuevo anclaje en ímsterdam en pleno corazón de la permanente «banana azul», espacio de máximo desarrollo y bienestar de nuestra Europa. Y la Agencia seguirá hablando inglés.
La decisión de la Unión Europea ha provocado una enorme y desabrida batalla mediática, «política» y de «pseudo especialistas» en el Estado español y ninguna controversia, ni en los otros 18 aspirantes, ni en los 27 Estados Miembro (la salvedad obvia es España) y compañeros de viaje, ni en el mundo de la industria farmacéutica, ni en las personas directamente implicadas en el traslado, personal y familiar, desde Londres.
La «España no nacionalista», sin embargo, nos contaba el éxito de Barcelona antes de concurso alguno. Como es habitual en sus discursos propagandísticos mediáticos, «Barcelona es la mejor opción técnica», despreciando cualquier otra alternativa. Como siempre, siguiendo la cansina costumbre futbolera y deportiva, que constituye una especie de enfermedad de superioridad a la española, proclamando siempre que se trata de la mejor liga de futbol del mundo, de la mejor o única selección del tal o cual deporte, las competiciones son ganadas antes de iniciar los encuentros y se pierden, casi siempre, por «cuestiones extrañas ajenas a la esencia de la decisión». De la misma forma que Madrid ha perdido siempre que ha invertido en sus ofertas para organizar los Juegos Olímpicos, «pese a tener la mejor propuesta, el despliegue incomparable de la Corona y su influencia mundial, así como el gran aparato diplomático español» (al parecer no basta con ofrecer un café con leche en la Plaza Mayor), supuestamente por oscuras razones, en esta ocasión, Barcelona no ha resultado elegida. (Recordemos que, de las 33 Agencias europeas existentes, 5 tienen su sede en el Estado -Vigo, Madrid, Alicante, Barcelona y Bilbao- y cuando fueron elegidas nadie argumentó razones extrañas).
Sin duda alguna, Barcelona era una muy buena candidata. La única opción válida en el Estado español, con fortalezas relevantes como ciudad amable y visible, como hub biotecnológico del Mediterráneo y la Europa del Sur, con una relevante oferta de talento y servicios complementarios para el desarrollo ordinario de una Agencia como la EMA. Personalmente, no oculto mi simpatía, sin ningún tipo de duda, por Barcelona-Catalunya tanto por mi vinculación y empatía, valoración de la Ciudad-Nación, como por razones personales y profesionales. Pero… ¿y ímsterdam?, ¿y las diferencias entre las ofertas presentadas?
Si alguien se toma la molestia de repasar y comparar las ofertas presentadas por las diferentes ciudades candidatas, quizás puede entender cómo, más allá, de las, sin duda, connotaciones político-económicas-sociales que concurren en la relación Catalunya-España, existen cuestiones objetivas, nada extrañas, favorecedoras de la decisión tomada.
«The Dutch Bid» (la propuesta holandesa), recogida en un extraordinario y sencillo documento de 84 páginas, da coherencia a una oferta ganadora que responde, con exactitud a lo que se pedía: «Responder a las necesidades concretas de la EMA», es decir, acoger a la Agencia, a su staff y familias, garantizar la continuidad ordinaria de sus trabajos (tanto ahora, en los próximos 16 meses mientras continúe trabajando en Londres, como a partir del momento cero de la nueva sede) y fortalecer un futuro avance y desarrollo en sus tareas a partir de 2019, con carácter, en principio, definitivo. Esta oferta holandesa, entiende la Agencia, más allá de su núcleo básico, como una potente red clusterizada en el mundo de la salud a cuyos actores relevantes y relacionados (profesionales y empresas de servicios, industria farmacéutica, profesionales de la salud, financiación experta y especializada, propiedad intelectual, espacio de investigación e innovación…) ha de acoger de igual forma. De esta manera, el Gobierno holandés centró y concretó una propuesta «empaquetando» todos los elementos necesarios para responder a la necesaria continuidad operativa de la Agencia, sin sobresaltos, facilitando, también, la coordinación con todas las Agencias Reguladoras en los diferentes Estados Miembro y del EEA, desde la relevante y probada experiencia de la reconocida Agencia holandesa del Medicamento que extiende su brazo a lo largo de los cinco continentes.
A partir de aquí, una sencilla, a la vez que clara y potente explicitación del «paquete ofertado», se articula en cuatro elementos clave perfectamente interrelacionados y coordinados: Continuidad (Real Estate, operaciones, servicios, gestión del período de transición y solución, ad hoc, llave en mano, con un esquema financiero y subvenciones públicas específicas), Conectividad (insuperable conectividad: hard y soft, aeropuertos, conexiones ferroviarias, automóvil y sistemas de transporte eficientes y de altísima frecuencia con conexión directa con todas las capitales Europeas, desde un hinterland privilegiado, a 92 minutos en coche de Bruselas y una pieza clave soportada en el conocimiento y uso ordinario del inglés por el 90% de la población, además del ecosistema para la industria de salud y medicamentos), Compromiso (para el traslado y acogida, para el desarrollo y potenciación de la Agencia y su entorno profesional clusterizable, así como un potente plan para expatriados y sus familias) y Comunidad (la oferta real de una Comunidad escolar internacional y empleo para parejas y familiares, prestaciones de vida desde el momento de su llegada, acceso a financiación, condiciones fiscales, etc.). 4C’s, más allá de un simple marketing nemotécnico.
Esta propuesta, además de firme, no solamente viene descrita como una pieza literaria en un relato prometedor, sino reforzada con todo tipo de datos contundentes. No se describe todo lo que es o tiene Holanda o ímsterdam, sino aquello específico y diferencial para las necesidades y demandas concretas de la Agencia (no es relevante que el Estado tenga 52 aeropuertos de diferentes niveles -como anuncia la candidatura española, por ejemplo-, sino tres concretos a menos de 30 kilómetros, uno de ellos a 6 minutos en tren al Centro de Acogida de la nueva ubicación; o «ayuda en la búsqueda de empleo», sino «gestión personal directa en una economía con el 5,5% de desempleo»). No resulta ocioso que todos los indicadores que destaca la oferta de Barcelona se ven superados uno a uno por ímsterdam: Número de ciudades conectadas, distancia y tiempo a puntos de interés, número de empresas farmacéuticas relacionadas, centros de formación médico-sanitario, número de empresas de servicios profesionales especializadas en salud, presupuestos en I+D+i en salud, presupuestos y aportaciones de la Agencia Reguladora «Nacional» en cada caso, tasa de creación y supervivencia de start ups Bio, número y variedad de centros o escuelas internacionales… Y, sin duda, ubicación. Así, la sede propuesta (Zuidas en ímsterdam o la Torre «Agbar» de Barcelona) presenta especificidades muy concretas para su uso inmediato y futuro.
Es decir que, merece la pena repasar «la mejor oferta técnica», compararla con la ganadora, de manera que no solamente seamos medianamente objetivos sino, ser conscientes de los espacios de aprendizaje y mejora existentes. Solamente de esta forma se puede mejorar y fortalecer una oferta de atracción y sede y, sobre todo, el desarrollo de hubs económicos de desarrollo.
Así las cosas, resulta evidente contemplar el contexto político-económico-social en el que se produce la decisión.
Sin embargo, al margen de contenidos concretos de la oferta, la mayoría de las voces se aproximan desde el paraguas mediático dominante: «el independentismo penaliza Barcelona», como reclamo unilateral del «constitucionalismo español» instalado que, en histérica expresión de la Ministra de Sanidad, «es el peor virus. No aman ni a España, ni a Catalunya, ni a Europa», su particular nacionalismo español parecería irrelevante en su concepción y supuesto trabajo europeo. Si queremos enunciar elementos influyentes en este aspecto, merecería preguntarse en qué medida, más allá de voluntades, culpas o protagonistas, en torno al concepto y contexto actual, han influido algunos elementos clave: más allá de la objetividad y racionalidad de una propuesta singular, ¿ha pesado la situación política y contexto actuales en Barcelona-Catalunya-España?, ¿qué ha tenido más impacto?: un «procés» a lo largo de los años mostrando a Europa una permanente movilización ciudadana pacífica, creciente día a día, reclamando su autogobierno, en Europa, a través de un nuevo modelo democrático de relación con el Gobierno Central y diferentes pueblos en el Estado español, o la incomprensible no gestión de una posible consulta popular, o la intervención del Gobierno Central con el apoyo de un poder judicial en cuestión, con la cobertura de un Senado oscuro e inoperante, suspendiendo una Autonomía, encarcelando a un Gobierno legítimo y suprimiendo un Parlamento democráticamente elegido con la excusa de «devolver la voz y voto al pueblo» hasta que vote lo que quienes no ganaron las elecciones esperan. ¿Habrán impactado las imágenes de una policía encerrada en los muelles de la ciudad para intervenir y volver a casa? ¿Llamaría la atención de un Jurado ocupado en residenciar una serie internacional en una ciudad distintiva, la incomprensible intervención exprés de un Gobierno «invitando» a las empresas a salir de Catalunya violentando sus propias leyes de Sociedades de Capital, derechos de los accionistas y ruptura de reglas ordinarias del «mercado» y tejido socio-económico existente? ¿Pesaría en esta decisión el peso real de una España cuestionada en Europa tanto por la corrupción y cuestiones judiciales asociadas, abiertas y en curso, que implican al Presidente del Gobierno ya su partido? Más allá de palabras de cortesía del Presidente Jean-Claude Juncker, ¿preocupará el hecho de que el Gobierno español «de acogida», tenga a sus ministros clave reprobados por el Congreso?, o finalmente, ¿la eficiencia de la diplomacia española, su inteligencia comercial o estrategia de interacción europea es tan relevante como se proclama?
Efectivamente, las autoridades españolas han presentado una propuesta para Barcelona, demostrando en la práctica su incómoda relación con la ciudad y con el Gobierno de Catalunya y su escasa aceptación Institucional en el «territorio de acogida». En su propio alegato han reclamado de los jueces decisores del concurso, valorar la conveniencia de «repartir Agencias» a lo largo de diferentes Estados Miembro y han puesto el acento en la «Europa del Sur». Holanda ha hablado de ímsterdam y Europa. Cada uno ha jugado sus legítimas bazas y, en esta ocasión, ha resultado elegida ímsterdam. (En unos días, Europa-España, jugarán otro reparto de roles en el ámbito económico-financiero. Si se elige un español ¿será por ser «el mejor preparado del mundo»?)
En lo personal, como ya he mencionado, mi simpatía estaba con Barcelona. Bienvenida ímsterdam. Aprendamos de la experiencia. Quizás merezca la pena repasar las 16 ofertas y candidaturas. Sin duda nos llevaríamos muchas sorpresas y aprenderíamos potenciales soluciones para futuros proyectos y algo más de las fortalezas y bondades reales de las capitales candidatas, de su entorno y ecosistemas de salud y, sobre todo, de su realidad y potencia económica, social y política. Toda una rica y variada Europa que nos interesa a quienes de verdad amamos Europa aunque queramos construirla de otra manera.