(Artículo publicado el 9 de Mayo)
La reciente publicación de dos informes, “El Mapa del Talento” (COTEC-IVIE) y “Digitalización” (Orkestra-Instituto Vasco de Competitividad), permiten cruzar diferente información cara a posicionar distintas líneas de actuación a futuro para nuestro país y sus agentes institucionales, económicos y sociales.
Ambos espacios analizados nos llevan a contemplarlos en un marco más amplio, que pudiéramos concretar en torno a la “tecnología humanitaria para el bien común”, poniendo en valor no ya la importancia de la tecnología en sí misma sino, sobre todo, el uso que se haga de ellas, las posibilidades de acceso real y equitativo a las mismas, bajo principios y objetivos de inclusión. Su necesario control y gobernanza democráticos, su papel eficaz y motivador de una innovación permanente, opciones cualificadas para ofrecer la educación y formación imprescindibles para acceder a ella, para entenderla, dominarla y gestionar su impacto en la sociedad, han de ser objeto de nuestra especial atención. Un dominio propio de su efecto tractor y transformador de nuestros tejidos económicos, de nuestras industrias de futuro, de renovadas Administraciones Públicas, la reimaginación de nuestras ciudades y, por supuesto, las transformaciones y transiciones que unos y otros, a lo largo del mundo, proclamamos en esta cuarta “revolución industrial-económica” en curso y/o la sociedad 5.0 etiquetada inicialmente por Japón, hace ya unos años, volcando las miradas de la digitalización hacia las necesidades y demandas sociales. Transición hacia la economía verde, hacia la economía azul del agua y los océanos, hacia la industria 4.0 y, en base a su carácter transversal, inevitable hacia el uso generalizado de las tecnologías exponenciales (Data, Inteligencia Artificial y Robotización principalmente) con su consideración indisociable en términos del futuro del trabajo, los conceptos de empleabilidad, riqueza y empleo, esenciales para toda sociedad de bienestar deseable.
En este marco y como punto de partida, Euskadi y Navarra, contempladas como Comunidades Autónomas en el Mapa del Talento antes señalado, se sitúan a la cabeza de las Comunidades del Estado (alternando su posición entre la primera y la cuarta según el espacio o bloque de comparación utilizado en los diferentes capítulos del ranking general del Estado español: facilitar, atraer, retener, crecer, capacidades y vocaciones, técnicas y conocimiento). No obstante, al margen de que lo verdaderamente importante no es que tan bien nos situemos respecto de otras comunidades dentro del Estado (situaciones tremendamente desiguales) o de lo mal ubicada España en el contexto internacional, y al margen del valor absoluto de este y todo tipo de rankings, sino la distancia cualitativa que nos separa de los verdaderos líderes mundiales para generar, atraer, retener, gestionar y organizar el talento necesario para el objetivo propuesto.
En términos de la digitalización de nuestra economía, el Informe comparado de Orkestra en el contexto europeo aporta sensaciones positivas, en una posición destacada en el contexto europeo con mensajes alentadores para la transformación industrial, básicamente, perseguible. Euskadi alcanza el séptimo puesto dentro de los Estados Miembro de la Unión europea (UE-28/2020. DESI).
Ahora bien, el salto a las tecnologías exponenciales críticas que habrían de condicionar nuestro futuro exige un sobre esfuerzo no ya de adaptación de estas a nuestras infraestructuras y modelos actuales, sino la necesidad de dotarnos de nuevas competencias y capacidades, de nuevos marcos, infraestructuras y modelos, además de educación y actitudes adecuadas para el nuevo escenario por venir (ya entre nosotros).
Siguiendo las enriquecedoras aportaciones de la Singularity University en sus comunidades de conocimiento en la materia y la Red Experta de Transformación Global del World Economic Forum, así como otras fuentes relevantes (como siempre en apariencia sorprendentes para tratarse de una publicación del Fondo Monetario Internacional), Finanzas y Desarrollo, podemos (o debemos) profundizar en una serie de elementos clave a los que habremos de dar respuesta para el buen uso en la dirección correcta de las oportunidades y beneficios que estas tecnologías de futuro nos ofrecen. Por supuesto, las claves determinantes globales no están en nuestras “pequeñas manos” pero sí la respuesta al impacto que han de tener entre nosotros y nuestro posicionamiento estratégico, diferenciando “consecuencias buenas, malas e indefinidas”, que diría Gita Bhatt, directora editorial de Finanzas & Desarrollo. ¿Cuál es nuestro papel para erradicar o mitigar sus efectos negativo o perversos y cual nuestra mejor respuesta para coger las buenas olas de futuro a nuestro alcance?
Sin duda, no podemos aspirar a liderar espacios que se nos han pasado y para los que no hemos desarrollado nuestro “talento país” y que parecen concentrarse en los grandes jugadores mundiales (Estados Unidos y China) o una Unión Europea que aspira a incorporarse en un cierto tercer papel, pero sí podemos interpretar las plataformas colaborativas, los jugadores asociables y los diferentes roles aplicados a jugar en nuestra limitada dimensión, interconectada. En todo caso, hemos de ser conscientes que asistimos a un cambio radical (peligrosamente excluyente en potencia) para quienes no cuenten con la necesaria capacitación para afrontarlo. Es, a la vez y, por el contrario, toda una oportunidad para aquellos que tomen las decisiones adecuadas, eduquen y formen a su gente, transcienden del diseño académico y lo lleven a la búsqueda de soluciones sociales reales, implementen las aplicaciones transformadoras en sus tejidos económicos, empresariales, sociales, servicios y gobernanza públicos y generan una actitud individual y colectiva acorde con el desarrollo inclusivo por venir.
Es todo un cambio en curso pero que no llegará, tampoco, ni en su totalidad, ni de inmediato, ni supone que fuera de los gigantes “propietarios” del cambio actual, no haya espacio suficiente para construir “nichos” de éxito y prosperidad. La tecnología estará a disposición de todos. Lo relevante es su uso. ¿Qué haremos con ella? ¿Cómo la utilizaremos y controlaremos y gestionaremos? En gran medida está en nuestras manos acometer alternativas (seguramente disruptivas y radicales).
Estamos de lleno en la tecnología exponencial por excelencia que, por supuesto, generará beneficios generalizables si bien en tiempos y asignaciones diversas. Un sí rotundo a esta tecnología, pero acompañada de la inevitabilidad del humanismo, así como de la ética de los datos que conlleva. No podemos, no debemos hacerlo, si no somos conscientes de la necesidad de un desarrollo integrado tecnología-humanidad, siendo este último factor su verdadero vector. Principio y binomio esencial.
Por supuesto, es el momento de las grandes apuestas. Es tiempo de las grandes iniciativas y proyectos tractores e ilusionantes. Nuevos movimientos, nuevos investigadores, nuevos espacios y saltos de la ciencia y la tecnología al servicio de nuevos productos en nuevos conceptos y nuevas oportunidades. Pero, sobre todo, es el momento de las personas. Necesitamos gobiernos y liderazgos sólidos, fuertes, creíbles y de confianza. No puede ser un desarrollo basado única y exclusivamente en el interés particular de una empresa, o de una genialidad, de la visión y perspectiva exclusiva de la ciencia y de quien sea capaz de obtener un resultado exitoso en solitario. Es el momento de las grandes decisiones, de las grandes políticas, de los grandes liderazgos públicos que por definición han de estar al servicio de las sociedades de las que emanan. Es tiempo, más que nunca de la colaboración público-privada, de los valores compartidos empresa-sociedad, de la solidaridad.
Todo un reto político y un verdadero reto social, intergeneracional. Un verdadero reto de las civilizaciones y su evolución. La evolución, las transiciones radicales, las olas de transformación que han acompañado el desarrollo humano se enfrentan hoy a un verdadero desafío. Es tiempo de oportunidades al servicio de la sociedad.
Hoy, pendientes de pasos transformadores de la mano del maná del EU Next, pensemos en auténticos retos y desafíos. La oportunidad para dar un paso hacia adelante.