(Artículo publicado el 22 de Julio)
Hace ahora ocho años, Bilbao obtuvo el premio Lee Kuan Yew de Ciudades, teniendo el gran honor de ser el primer ganador de este prestigioso premio, conocido generalmente como “el premio nobel de las ciudades”.
Esta semana, en el Congreso Mundial de Ciudades que da respaldo a este premio en Singapur, la ciudad de Seúl (Corea del Sur), ha merecido el premio pasando a unirse a la red de ciudades referentes en el mundo para el desarrollo estratégico y transformador de las ciudades-región más allá del urbanismo. Así, tras Bilbao en 2010, vinieron Nueva York en 2012, Suzhóu en 2014, Medellín en 2016 y, desde esta semana los amigos coreanos.
Conviene resaltar cómo Singapur, tras acceder a su independencia, limitada en asuntos tan relevantes como la propiedad del agua en sus momentos iniciales y bajo control de Malasia, su anterior “Estado”, o el tamaño tanto de su población como del territorio, que para muchos en aquella época era considerado un obstáculo para la eficiencia y el bienestar, hizo de sus debilidades y amenazas la fuente de sus oportunidades y líneas de trabajo para lograr alcanzar un futuro de vanguardia. De esta forma, la creación del premio mundial de las ciudades y, más tarde, de las soluciones en el acceso y uso del agua, bajo el paraguas impulsor del padre de su independencia, Lee Kuan Yew, ha ganado el reconocimiento generalizado de su acierto transformador.
Ya en otras ocasiones he traído a estas páginas observaciones y comentarios favorables al rol referente de Singapur y su influencia -para muchos desconocida- en Euskadi.
Singapur fue una de las primeras Región-Estado (ciudad, nación, región, Estado) en diseñar una estrategia completa de futuro y proponer un mensaje de compromiso, de aspiración largo placista y de liderazgo mundial con condicionantes de lo que hoy puede entenderse como el paradigma del enfoque dual, global y local en sus múltiples acepciones y de la relevancia de la identidad, cultura y pertenencia, en una sociedad y economía mundializada que, afortunadamente, se va convenciendo de la fatalidad del pensamiento único en torno a la llamada globalización, vendida como panacea del desarrollo y la vanguardia. La inequidad generada, la diferenciada y desigual participación o marginación en el reparto de sus beneficios, ha terminado renovando las ideas y proclamando modelos de crecimiento y desarrollo inclusivo pensando en las personas, en las Comunidades y en los objetivos y beneficios de interés común. “Singapur 2020, Raíces y Alas” fue la apuesta estratégica emprendida en los años 80. Raíces para recordar y diferenciar su compromiso adecuado a una historia, cultura y valores, y alas para volar en la búsqueda de sueños y aspiraciones, en un aprendizaje colectivo y transformador de una realidad hacia un escenario deseable.
En mi caso, el contacto con Singapur y sus dirigentes en el espacio económico y los primeros pasos hacia lo que más tarde sería el complejo y enriquecedor mundo de la competitividad, supuso un extraordinario aprendizaje. En gran parte fue un elemento inspirador del otrora Departamento Foral de Promoción y Desarrollo Económico de Bizkaia (1983), primera unidad de estas características en el Estado y uno de los primeros en una Europa que se movía con otro tipo de registros. Aquel Economic Development Board constituido como instrumento rector del diseño, control, alineación e impulso de la estrategia económica de su gobierno, pronto apostó por las incipientes teorías sobre la clusterización de la economía y las recomendaciones de la ventaja competitiva de las naciones que propusiera Michael E. Porter. Porter nos unió y tuvimos la oportunidad de llevar a cabo un largo recorrido, hasta hoy, comprometidos con la fortaleza de sus conceptos y la visibilidad de sus resultados a lo largo de los años en nuestros diferentes países. Así, en los años 80, Singapur lideró la apuesta por el camino de desarrollo económico, innovador y urbanizador de la ciudad-estado. Años más tarde, en una renovada estrategia para otro ciclo relevante, “Singapur 2030 soluciones urbanas innovadoras”, focalizaba en las ciudades una gran ventana de oportunidades para el desarrollo de su industria y empresas líderes de conocimiento, ingeniería, infraestructuras, transporte… Su puerto, clusterizando logística, servicios y transporte, de la mano de la innovación y la tecnología, su apuesta por las reformas educativas con su conocido “modelo Singapur” de enseñanza (en especial de las matemáticas y, por derivación, de las ciencias aplicadas), la revitalización de industrias asociadas a la manufactura (naval, aeronáutica) ,su renovado esfuerzo por atraer universidades y escuelas de negocio internacionales de prestigio, la dotación de Hubs y consorcios tecnológicos y financieros en respuesta a su vocación líder del entonces incipiente proyecto ASEAN, hoy integrador del Mercado Único de 600 millones de habitantes en el espacio asiático conformado por 10 países de rápido y exponencial crecimiento, abiertos al exterior (por localización geográfica, por tamaño, por necesidad, por vocación) entendieron que su exitoso proceso urbanizador les daba la fortaleza necesaria para diseñar, construir, organizar y proveer de usos y servicios a las cientos de nuevas ciudades que habrían de construirse en el futuro, identificando Asia y África como espacios objetivo. Estrategia que exigía, a la vez, aprender de terceros, co-crear nuevos modelos, “instalarse en la innovación” y favorecer el intercambio colaborativo de ideas, proyectos e iniciativas. Así, el Premio Lee Kuan Yew de las Ciudades era y es la extraordinaria oportunidad para saber lo que otros hacen alrededor del mundo, para animar a la innovación, para tejer alianzas. Bilbao-Euskadi fue la ciudad-región elegida y, desde entonces, socio preferente, compartiendo espacios de conocimiento y de aprendizaje. Nuestros dirigentes en variadas áreas, en especial de industria, tecnología, urbanismo, desarrollo territorial, asuntos portuarios y marítimos e innovación, han tejido múltiples iniciativas y proyectos a lo largo del tiempo.
Bilbao-Euskadi y Singapur han venido compartiendo espacios de conocimiento y de aprendizaje.
Por supuesto, cada ciudad premiada lo ha sido por razones diferentes. Toda ciudad tiene su propio ADN y genera ofertas distintas, únicas, marcando un rol especial. Por ejemplo, el jurado que eligió Bilbao (entre 152 propuestas) justificó el premio por una serie de elementos concretos: una estrategia completa (social, económica, urbanística) sostenida en el largo plazo; un liderazgo institucional compartido; un modelo propio de colaboración público-público y público-privado; una generación de instrumentos y presupuestos financiadores ad hoc; una convivencia de la identidad, cultura y vocación abierta al mundo; solidaridad competitiva y competitividad social; autogobierno; bienestar de la población como objetivo último combinando, a la vez, políticas económicas y sociales. Todo un recetario guía de la transformación inacabable en la que seguimos avanzando.
Obviamente, como las personas, las empresas y los gobiernos, las ciudades son únicas. Así, lo apreciado en el caso de Bilbao difiere de aquello que hizo elegible a Nueva York (inventando espacios de crecimiento e innovación social de forma constante), o Suzhóu (cultura y calidad de vida), Medellín (movilización social), o Seúl (reutilización transformadora de las grandes infraestructuras al servicio de la sociedad). Todo un conjunto de maneras diferentes de construir un proyecto ciudad.
Bilbao en 2010 accedió a la élite mundial del desarrollo urbano al servicio de vectores socio-económicos y culturales deseados. La apuesta del país ha dado sus frutos y, sobre todo, constituye las fortalezas sobre las que continuar provocando los enormes cambios superadores de los grandes desafíos a los que nos enfrentamos. Desafíos que, sin duda, con la relación colaborativa con y de Singapur y el resto de ciudades-región, ganadoras del premio especial, resultarán más llevaderos. En un mundo necesitado de alianzas para cocrear nuevas soluciones, la pertenencia, capacidad de generación y optimización de redes, resulta imprescindible. Hoy, siendo una realidad el universo de las ciudades, rodeados de miles de iniciativas y experiencias, pertenecer a una red de vanguardia como la mencionada, es todo un valor diferencial. Bilbao puede y debe optimizar tan singular relación.
Bilbao, en consecuencia, puede sentirse orgulloso de su liderazgo y reputación. En definitiva, una ciudad, un país, al servicio (y orgullo de pertenencia) del bienestar de sus ciudadanos.
Hoy, como ayer lo fue Bilbao, un nuevo ganador, Seúl, inspira nuevas formas de tender el desarrollo y concepto de las ciudades. Sin duda, una pieza valiosa para transformar nuestros espacios vitales. Ciudad, economía, sociedad y territorio como elementos inseparables de nuestro futuro. Como Bilbao, desde estos días, Seúl también participa de esta prestigiosa red.