La celebración de la Cumbre anual de los diferentes Consejos Asesores Globales del World Economic Forum en Abu Dhabi, nos convoca a reflexionar sobre las mega tendencias observables y las respuestas de transformación recomendables para gobiernos, empresas e individuos en este inevitable proceso colaborativo al servicio del bienestar y prosperidad de las personas y los pueblos.
Tras un escenario de crisis que, de una u otra forma, nos ha impactado en este quinquenio, si bien las grandes megas tendencias y sus respectivas etiquetas simplificadoras parecerían no haber cambiado, modelos, Instituciones y políticas para responder a ellas de forma adecuada han demostrado un estrepitoso fracaso. Pese al incremento global del nivel de renta y del acceso al intercambio comercial, apertura internacional, etc., que podrían presumir un avance significativo atendiendo a cifras generales, la realidad «localizable y asignable a las personas de forma directa» no se corresponde ni con dicho resultado general ni con la respuesta a las expectativas generadas. Todavía ayer, íngel Gurría, Secretario General de la OCDE volvía a bajar las expectativas de crecimiento y reactivación estimadas para 2014 con un escaso crecimiento inferior al 2.3% y señalaba «la brutal» herencia de la crisis afectando de manera severa a lo que el llamaba los 4 cilindros del motor de la economía (intercambio comercial, inversión, crédito y precio del dinero), alertando sobre un duro y aún distante proceso de superación de la misma.
Adicionalmente, debemos recordar que la crisis provocó grandes apuestas y propuestas desde las primeras instancias internacionales y globales, que los gobiernos -con mínimas excepciones- se apresuraron a seguir como si de un mandato y pensamiento universal y único se tratara, priorizando una agenda financiera básica, convirtiendo a las ya entonces débiles y deficientes instituciones globales responsables gestores de las políticas de ajuste, cambio y reformas estructurales y, hoy, observamos 74 millones de jóvenes desempleados, inmersos en una enorme desafección, sumidos en una trágica demanda bajo el síndrome del «nos han engañado» mezcla de la impotencia, desesperanza y, de alguna forma, cesión de responsabilidades a terceros. Las reformas no han llegado, las mismas Instituciones caducas siguen al frente, amparadas en un reclamo simplista apelando a la globalización como excusa para dotarnos de superpoderes al margen de su configuración, legitimidad, eficiencia y control democráticos. Así, los viejos modelos prevalecen y, en el fondo, parecería imponerse un pacto silencioso de no cambiar las cosas, a la espera de un milagro espontáneo e imprevisto que se traduzca en el mágico crecimiento económico, el resurgir de un mercado idealizado y teórico que arrastren empleo, desarrollo y bienestar.
En este panorama, el encuentro de Abu Dhabi se plantea un reto de gran trascendencia y una cierta utopía creativa. Se pretende establecer los «mapas de interacción» que dinamicen procesos colaborativos transformadores del estado de las cosas. Se trata de replantear modelos, prioridades, instituciones, actitudes y mensajes a la totalidad de stakeholders a lo largo del mundo. No se trata de esperar que las mega tendencias se conviertan en datos estadísticos sino convertir los inputs negativos previsibles en las verdaderas fuentes de solución de las demandas sociales y económicas, convertirlos en los modelos de negocio de las empresas, en las nuevas prioridades de los gobiernos, en las fuentes y orientación de las reformas estructurales necesarias, de la redefinición de la gobernanza, de las alternativas al crecimiento permanente «eficiente» desde el compromiso de empleo y de la reconsideración de una globalización de libro, desprovista de alma, pertenencia, realismo y soportes instrumentales para su logro, reforzando la inevitable realidad de la pertenencia, las diferencias y valores locales y, por supuesto, su libre interacción en diferentes espacios, regionales, globales desde su propia decisión y voluntad.
Como tantos caminos hacia la utopía, un irresistible intento por cambiar el status quo. Un compromiso por nuevas hojas de ruta.