Como miembro del Consejo Asesor para la Competitividad ( Global Advisory Council for Competitiveness),he tenido la oportunidad de participar, a lo largo de la semana, en el Encuentro Anual de los diferentes Consejos Asesores del World Economic Forum celebrado en Abu Dhabi.
En esta ocasión, el objetivo y reclamo de la Cumbre pasaba por preguntarnos si vivimos nuevos tiempos y si nuestro compromiso con mejorar el «estado del Mundo»,se enfrentaba a verdaderos nuevos tiempos necesitados de nuevos modelos. Sin duda alguna, un diagnóstico general vuelve a poner en el centro del debate,más allá de la crisis económica y financiera por la que atravesamos ( algunos se atreven a proclamar de forma abierta que no se trata de una crisis global si no de una crisis de la economía y modelo coccidental-«la economía blanca»– que experimenta un claro punto de inflexión ante la emergente presencia y dominio de nuevos jugadores, nuevas culturas y nuevas maneras de generar crecimiento y,sobre todo, desarrollo económico) la presencia de una generalizada desafección de las aspiraciones reales de los ciudadanos respecto de las ofertas de los países, las empresa, sus gobiernos y dirigentes,en una dinámica de insatisfacción, carencia de liderazgo, incapacidad de acompasar la dualidad económca en términos de creación de empleo y riqueza,de forma igaulitaria, equilibrada y sostenible.Se trataría de afrontar nuevos tiempos, con nuevos actores, y nuevos modelos.
En este complejo reto, en el campo de la Competitividad ( en la que toda varable económica y social resulta relevante),se trataba de alcanzar un primer consenso: ¿conocemos,en realidad, el «viejo modelo» para saber que es lo que debemos modificar en lo que llamaríamos «nuevo modelo»?, ó,por el contrario, se trata más de poner el acento en hacer posible y real el modelo previamente definido.¿Qué ha cambiado?.Quienes allí discutíamos, provenientes de múltiples y variadas «escuelas de pensamiento» ,desde diversas experiencias y compromisos personales en los mundos de la empresa,los gobiernos, la Academia o las Instituciones Internacionales multilaterales, afronamos el reto desde diferentes perspectivas y modelos base de partida.Para algunos la novedad reside en incorporar objetivos sociales, para otros nuevos estilos de gobernanza, para otros el espacio natural,local o regionalizado de la economía competitiva a considera, o bien la prioridad en la innovación,el empleo o la educación,o el amyor o menor peso de los gobiernos o la inevitabilidad de repensar la empresa, sus modelos de gobierno y gestión así como las maneras de democratizar la aprticipación de todos los actores presentes y grupos de interés («stakeholders») en el proceso de toma de decisiones,conttrol y acceso al beneficio generado. Así,para quienes llevamos años concibiendo la Competitividad con adjetivos sociales ( «… en solidaridad,glokalizada, innovativa,completa,participativa….») nos parece tratarse más de la aplicación efectiva de «nuestro viejo modelo» que del invento de uno nuevo.
Con estas reflexiones de fondo,nuestra debilitada y enferma Europa ha hecho pública una nueva propuesta de «Política Industrial«.Su lectura apresurada nos lleva a dar la bienvenida a los nuevos conversos.Unas recomendaciones que parecería copiadas de viejos documentos de hace una veintena de años.La crisis parece poner el acento en la industria y los servicios relacionados con ella más que en la sustitutiva línea de servicios,aconseja clusterizar rompiendo silos mono-sectoriales; decubren la fuerza de la cooperación público-privada:alumbran la presencia de fuentes generadoras de innovación,riqueza y competitividad en «todas las industrias y actividades económicas» y no solamente en las tres o cuatro «dominantes y de supuesto futuro»; recomiendan estrategias locales ( o glokales) ;sugieren centrar las políticas de gobierno en la industria e incorporar acciones alineadas con las mismas desde Economía y Finanzas, educación, agricultura, empleo, ycontemplar la sanidad, educación, bienestar también como fuentes de actividad económica competitiva…
En fin.Parecería que ambos debates ,coincidentes en el tiempo, aconsejaran ,antes de nuevos saltos hacia nuevos modelos, entender los mal llamados «viejos modelos»,evitar dejarnos seducir por el glamour del invento permanente de la rueda,comprender que nuevas etiquetas y denominaciones no eliminan conceptos reales previos.Más economía real, menosfuegos de artificio, más compromiso real y profundaidad en los problemas y soluciones y más realismo compartido.
Así, efectivamente, abrazaremos «Nuevos modelos para nuevos Tiempos».