Hace unos días tuve la oportunidad de participar en un encuentro de empresarios vascos presentes en México, de la mano de ProMéxico y el Consulado de México en Bilbao. Se trataba de recordar la decidida apuesta del País por la absorción y canalización de inversión extranjera, así como de explorar las oportunidades que tanto la estrategia económica, como su Plan especial de Infraestructuras suponen para los próximos años.
Para quienes creemos conocer muy bien este maravilloso País y seguimos con interés (y compromiso personal y profesional) su desarrollo, México conjuga un doble aspecto complejo: si por un lado parece el claro referente económico, político y social de Latino América y el conjunto de países emergentes de éxito percibible, por otro lado su historia le acompaña de serias dificultades coyunturales que terminan desanimando al inversor u observador externo. Parecería ser la historia repetible e insuperable…
Han sido, así, muchos los momentos en que han atraído la prioridad inversora foránea para terminar decepcionando ante avatares inflacionistas y desfases relevantes entre planes y realidades.
Hoy, sin embargo, México vuelve a importar -no ya desde unos años de crecimiento económico sostenido o por el hecho estadístico que sitúa a Europa como su primer cliente por encima de Estados Unidos de América- sino por los análisis de perspectiva y apuesta estratégica vuelven a resituarlo entre los espacios reales de oportunidad. Eso sí, la apuesta estratégica requiere la reconsideración de variables riesgo- oportunidad de primerísimo nivel:
- Se perfila como quinta economía del mundo en el 2050
- Sus bonos país a 2040 se colocan en el mercado internacional al 6%
- Su posición relevante en la franja transfronteriza con USA cambiará de forma radical en los próximos 15 años: de ser un proveedor de mano de obra emergente pasaría, en todo caso, a ser un cualificado empleador exportador de talento.
- Un largo y complejo proceso transformador del Estado hacia una federalización real (política, fiscal y financiera) en beneficio de la competitividad y el desarrollo regional.
- Un compañero privilegiado en múltiples diálogos bilaterales con la UE, USA, ASIA y los diferentes países y nuevos espacios regionales por construir en Latino América.
Todos estos elementos constituyen una clara luz de esperanza y oportunidad a la espera de estrategias inversoras largo placistas.
Más allá de coyunturas favorables (no exentas de riesgos y dificultades), es -sin duda- un gran espacio de oportunidad.
¿Será esta vez?