(Artículo publicado el 6 de Octubre)
Todo grupo humano, organizado o no, de manera formal o no, asume, acepta, genera, tolera o, sobre todo, impulsa y promueve algún tipo de liderazgo que le transmita confianza, sentido y dirección hacia un espacio determinado. Además, grupos y personas, por lo general, esperan ser partícipes del viaje a recorrer juntos (ya sea con un protagonismo determinante o con, al menos, un acompañamiento y/o coordinación de su existencia, presencia y potencial contribución).
En tiempos convulsos y complejos, rumbo a espacios desconocidos, inciertos y con apreciables consecuencias (en especial aquellas que estimamos, a priori, negativas), nos volvemos más exigentes, si cabe, respecto de los liderazgos emergentes, a la vez que, en múltiples ocasiones, se convierten en una excusa cómoda para justificar nuestra menor implicación en las decisiones y rumbo tomados, a nuestro alrededor, minimizando al máximo nuestra corresponsabilidad en la marcha de las cosas. Con una tendencia a echarlos en falta, considerarlos insuficientes, poniendo el acento más en sus debilidades o ausencias de respuestas satisfactorias a nuestras inquietudes o deseos, que, de una plena consideración en la convergencia de compromisos, haciéndonos parte del colectivo, equipo, grupo, que permitiría llegar a un destino deseado (si bien las más de las veces, nosotros mismos no somos capaces de explicitar completamente ese “mundo final” deseado y esperado).
En este contexto básico, nos vemos rodeados de toda una larga serie de impactos (de los que somos coautores o afectados pasivos) y nos preguntamos sobre los diferentes niveles y tipología de liderazgo que necesitamos (en el mundo, en el país, en las organizaciones de las que formamos parte, en nuestra comunidad, en casa…), exigimos a quienes ejercen o se supone habrían de ejercer ese rol y, por supuesto, respecto de quienes creemos han de desempeñar ese delicado, esencial, imprescindible papel.
Son muchas, sin duda, las publicaciones, conferencias, modelos, debates, talleres de formación, etc. que se ocupan del tema y múltiples las opiniones en torno al tema y no siendo de extrañar la variedad de estilos, características e historias en relación con líderes sociales, políticos, empresariales… con todo tipo de resultados. Proliferan las “escuelas de liderazgo” y los manuales para generar procesos que lleven a la selección de nuevos líderes (mayoritariamente en el seno de las empresas u organizaciones sociales con o sin ánimo de lucro, o los gobiernos, empresas y entidades del sector público). Entre todos ellos, preparando una conferencia al respecto (“Haciendo y liderando la estrategia”), he tenido la oportunidad de repasar unos viejos apuntes que propuse en un Seminario In Company para sus Consejeros, respondiendo a una pregunta a debate: “¿Elementos para apropiarnos de nuestra propia estrategia?” y pretendiendo responder desde la acción convergente, empresa-país, a los desafíos esperables, más allá de las transformaciones esperables o en curso, en el contexto europeo, si bien, entiendo que en mayor o menor grado e importancia y prioridad, así como en la diferenciación básica de capacidades colectivas de partida, de validez en su aplicación en otros contextos geopolíticos y geoeconómicos en espacios inevitablemente interrelacionados. Desde la coopetencia público-privada-social y los nuevos roles que cada uno de los múltiples jugadores han de jugar en tiempos de pleno movimiento cambiante del modelo económico y social. En tiempos con predominio intenso de un complejo cambio generalizado de paradigmas que cuestionan a la práctica totalidad de sociedades, industrias, economías y organizaciones, condicionadas por el avance de un generalizado proceso de pensamiento estratégico generando inputs y cocreación de valor entre el mundo de la empresa, de los diferentes gobiernos y niveles en los que interactúa y de las diferentes comunidades en el que empresas (sobre todo) participan, a lo largo del mundo, con diferentes sistemas de gobernanza, cada vez más exigentes, más regulados, más obligados al logro de multi objetivos, a la vez y en todas partes, operando en un mundo más internacionalizado (del que se participa ya sea de manera activa o pasiva). Nuevos roles demandantes de liderazgos humanistas, inclusivos y sostenibles. Liderazgos necesitados de inversiones (personales e institucionales) en conocimiento, en nuevas capacidades, en procesos innovadores y valores-cultura explícitos a la vez que diferenciados (únicos) y soportados en modelos organizativos internos, de máxima calidad a la vez que agilidad y flexibilidad. Liderazgos comprometidos con la inteligencia mitigadora de riesgos, pero preparados para afrontarlos, con claridad y fortaleza, así como coraje para tomar decisiones desde la siempre compleja destreza motivadora en la ejecución.
Notas “viejas”, siempre en permanente actualización y revisión, contrastadas con terceros y experiencias, vividas, en una larga trayectoria profesional, que hoy he tenido la oportunidad de repasar a la luz de un reciente libro de enorme interés: “The Journey of Leadership” (“El viaje del liderazgo”) de un grupo de profesionales: Dana Maor, Hans-Werner Kaas, Kurt Strovink y Ramesh Srinivasan. Libro que recopila una veintena de narrativas personales de diferentes líderes reconocidos en diversidad de empresas y organizaciones, a través del recurso al “Story Telling” (“Contar historias” inspiradoras que lideren desde “su interior”, compromiso de vida y ejemplo). Poniendo el acento en inputs y lenguaje personal y diferenciado, con el que el líder transmite un vocabulario singular, una “ideología” y manera de afrontar la vida, su compromiso y futuro con el proyecto que propicia y, sobre todo, la empatía capaza de transmitir a todos aquellos que han de participar en el recorrido y resultados esperables.
A partir de este trabajo, los autores destacan lo que llaman el “liderazgo humano”, caracterizado por un comportamiento personal, con las personas en el centro del pensamiento y soluciones propuestas, humano, comprometido con un propósito social y para la gente (empezando por los propios compañeros directos del viaje emprendido). Líderes que aprenden permanentemente de ellos mismos, también. Se preguntan uno a uno, entrevistado a entrevistado, las cualidades, capacidades y compromisos que entienden han resultado críticos en su liderazgo; y establecen una recomendación general en la confianza de que emerjan nuevos líderes que empiecen a perfeccionar su viaje personal para el liderazgo humano deseable, o para todos aquellos que en pleno ejercicio de su liderazgo aprendido, han de incorporar nuevos elementos o condiciones, fruto de nuevos contextos, direcciones o turbulencias imprevistas. Sus autores recomiendan aprendizaje permanente, reforzar la redacción de sus propias narrativas visionarias e inspiradoras e incorporar nuevo lenguaje empático motivador de la audiencia destino.
Así, hoy que vivimos rodeados de mucha charlatanería mediática que fabrican supuestos líderes, y a la vez una mayoría de acreditados, y comprometidos líderes, resulta imprescindible distinguir, ante la sensación de ausencia de voluntades solidarias comprometidas con un bien común, con respuestas colectivas a grandes y complejos desafíos, la existencia de múltiples liderazgos auténticos, probados, acreditados (aunque más de las veces poco reconocidos). Identificar verdaderos liderazgos, potenciarlos, acompañarlos, trabajarlos, nos ayudaría a todos, no solamente a aumentar nuestra confianza en el futuro, sino a transitar el largo camino necesario en multitud de proyectos y viajes estratégicos, imprescindibles por recorrer.
Grandes retos, enormes desafíos, incertidumbre galopante y todo un mundo en transición, demandante sí, de acciones y decisiones inmediatas, pero, sobre todo, de estrategias, propósitos y visiones de largo plazo que marquen el rumbo a seguir y aporten coherencia a cada paso, ágil, flexible y, por supuesto, firme a dar. Credibilidad, coherencia, testimonio y comunicación (real a la vez que inspiradora y motivante).
Sin duda, estamos necesitados de narrativas inspiradoras, creíbles, comprometidas con una orientación humanista inclusiva. Solamente así acertaremos en la elección de los “nuevos líderes” necesarios para una sociedad en plena y constante innovación transformadora. Liderazgo humano para estrategias de valor.