La oportunidad de visitar Lombardía, Italia de la mano de un potente grupo industrial internacional con sede en Milán para colaborar en su intenso proceso de reflexión estratégica desde el éxito (núcleo de negocio en la esfera del petróleo y la siderurgia) con el acompañamiento del buen momento de la industria en los últimos años, me ha permitido estos días pulsar el «clima competitivo» de la región.
Baste comentar tres apuestas observables y compartidas con mis amigos y colegas italianos:
a) El permanente recorrido a lo largo de la A-4, autopista «única» para el intenso movimiento de personas y mercancías poscarretera en el eje transeuropeo (Portugal, España, Francia, Lombardía, Suiza, Eslovenia…) muestra un limitador impacto sobre nada menos que el 40% de la industria italiana localizado en la zona, que si bien se esfuerza en dotar a la via de un cuarto carril, sus costes, tiempo, etc explican la difícil tarea que, en busca de alternativas competitivas padece la economía y actores de la región.
La A-4, y los pésimos accesos a las ciudades, parques y zonas industriales limítrofes, no es sino un buen símbolo de la escasa dotación de infraestructuras del País, a lo que no es ajena ni una politica monopolista de las principales industrias motoras del pasado (FIAT, Pirelli…) potenciadotes del transporte y la escasa incidencia real del poder regional y local de un país que si bien ha presumido de funcional «pese a la marcha caótica de su política», sufre hoy las consecuencias de una paralizadora iniciativa pública y escaso riesgo imaginativo de sus gobernantes.
b) La riqueza heredada (como ejemplo del arte) ha provocado un escaso movimiento de vanguardia (el arte contemporáneo por ejemplo, con una sola Galería-Museo de arte contemporáneo- Bérgamo en una región de 7 MM de habitantes) haciendo difícil promover ideas de cambio en la población lo que, unido a la «globalización» provoca una tendencia deslocalizadota hacia terceros países.
c) La poderosa Milán imbuida del gran símbolo de la Moda y el Diseño lejos de convertirse en el gran Centro o Foro de Innovación, generador de ideas y sueños, se convierte día a día en un importante centro mercantil que comercia con ideas y servicios. No es ya un ligar donde las ideas surgen si no, como mucho, un lugar –como otros muchos- por el que transitan.
Estos tres símbolos que se refuerzan a una velocidad reduccionista parecen transportarnos a una rica y todopoderosa Lombardía, perdiendo de forma progresiva su capacidad innovadora y de vanguardia. La «competitividad heredada» parece entorpecer el diseño y apuesta estratégica por su competitividad futura. Confiemos que tras estos símbolos se oculte una rica ola emprendedora, tanto en la iniciativa privada como en la publica, y sean capaces de liderad, desde sus enormes fortalezas, un nuevo espacio de futuro bienestar.