En estas últimas semanas, diferentes hechos noticiables hacen referencia a potenciales entradas de capital en el tejido empresarial vasco.Relevantes grupos industriales mexicanos y norteamericanos manifiestan su interés en tomar participaciones en la pyme vasca, fondos de inversión -que ya dominan el IBEX35- contemplan participaciones minoritarias en empresas familiares vascas, el coloso chino se observa como «socio salvador» de una empresa irónica vasca, la presencia india parecería desear mayor implicación en la cadena de valor, en el territorio vasco, de su empresa base de reciente adquisición y la representación diplomática de la Liga de Países írabes visita al Lehendakari.
En frente, un tejido empresarial exitoso, potente, repleto de fortalezas y oportunidades de futuro para un nuevo mundo internacionalizado, sufriendo una coyuntura recesiva, con grandes limitaciones crediticias y de capital para abordar modelos de crecimiento, sucesión familiar, tamaño, presencia generalizada en mercados emergentes líderes. Las oportunidades confrontan serias amenazas (control de las decisiones estratégicas, compromiso País, deslocalización directiva y de empleo…).
Una vez más, surge la necesidad de comprender los verdaderos determinantes de la competitividad y superar definiciones estancas sobre la dicotomía entre empresa nacional y centros de decisión «propios» versus la verdadera operativa y contenidos de todas las empresas mas allá de su «nacionalidad» y su efecto positivo o negativo. En un área base, de lo que se trata es de saber lo que las empresas realizan en ella y no del origen o nacionalidad de su accionista. A partir de allí, se trata de conocer (comprometer) su estrategia así como su alineación con una estrategia País de modo que la competitividad del territorio específico se logre.
Si el compromiso con una estrategia convergente y alineada es real, las Instituciones han de implicarse en su apoyo (y garantía). Es la oportunidad positiva al servicio de la competitividad empresarial en el territorio y el bienestar y desarrollo de la Comunidad, su gente. Se trata de redefinir la competitividad tal y como lo plantea la introducción al US National Competitiveness Project en fase de desarrollo para los Estados Unidos de América: «Los Estados Unidos de América serán un espacio competitivo en la medida en que las empresas que operen en América (USA) sean capaces de competir, de manera satisfactoria, en la economía global, manteniendo y aumentando salarios elevados y cada vez mejores niveles de bienestar, calidad de vida para el americano medio». Así su generalización a otras áreas base, determinará la bondad o error en favorecer la participación empresarial «extranjera». De igual forma que las Instituciones potencian la salida, implantación y toma de control de las «multinacionales» propias en el exterior, adecuando políticas para ello, han de diseñar políticas y estrategias propias para que «multinacionales extranjeras» se comprometan en el co-desarrollo local. Nuevos paradigmas para la internacionalización.