(Artículo publicado el 8 de Julio)
Hace unos días, se celebraba en Bilbao el 25 Aniversario de la creación de la revista Estrategia Empresarial, promovida, fundada y dirigida por José Ignacio Arrieta, quien nos dejara hace unos meses, con la idea de “comunicar hechos positivos de la economía vasca y sus actores”. Recordemos que 1.993, año de su nacimiento, representa uno de los puntos más adversos y críticos de nuestra economía (en especial nuestra industria manufacturera), coincidente con el entonces más que incierto “nuevo mercado interior europeo” que se supone superaría los llamados “costes de la NO Europa”. A la realidad empresarial de aquel momento, la mayoría de los medios de comunicación destacaban por resaltar cualquier noticia negativa, lo que, unido al escenario de terrorismo, violencia y conflictividad política y sindical, ofrecía una psicología colectiva escasamente favorable al optimismo.
El evento-homenaje mencionado, permitió destacar un interesante coloquio entre líderes de empresas relevantes de/en Euskadi (CAF, Petronor, Euskaltel, Accenture, EDP, KutxaBank) y a los Consejeros de Desarrollo Económico y Economía y Hacienda del Gobierno Vasco. Todos ellos, desde su experiencia y trabajo diario, destacaron, de una u otra forma, los principales desafíos a los que nos enfrentamos: revolución 4.0 y economía digital, escasez previsible de personas-talento-especialización para el modelo económico futuro (esperable y/o deseable), el efecto tractor de sus empresas respecto de la pyme vasca y el efecto internacionalizador que pone en el punto de mira la participación o no en las nuevas cadenas globales de valor, en el marco de lo que pudiera considerarse “una nueva competitividad”.
Ante tales desafíos, el consenso general del panel en cuestión, mostraba un optimismo inquieto, basado en el buen estado general de nuestro “modelo vasco”, de la resiliencia demostrada por nuestra economía ante sucesivas crisis, la mejora en participación internacional de clusters y empresas vascas, la buena valoración comparada de planes e instrumentos clave (industria digital, especialización inteligente, innovación, formación profesional…) y, en especial, de la actitud permanente pro-empresa y pro-industria de las Instituciones vascas desde el inicio del autogobierno (1.980) post franquista, destacando el llamado “modelo vasco de colaboración público-público y público-privado”. No en vano, cabe recordar que todas las empresas presentes en el coloquio, explican su éxito actual, en gran medida, además de su buen hacer empresarial, en la intervención colaborativa institucional en momentos críticos o esenciales de su historia (Petronor y un entronque en la política de ampliación del Puerto de Bilbao y las estrategias energéticas-fiscales vascas; EDP fruto de la estrategia gasista vasca y la privatización de Naturgas creada y desarrollada por el Gobierno, Diputaciones y municipios vascos en momentos difíciles y de máximo riesgo; KutxaBank por evolución transformadora de las Cajas de Ahorro Vascas y la Plaza Financiera de Bilbao; CAF con el apoyo especial de Gobierno Vasco y Diputación Foral de Gipuzkoa e incentivo accionarial de sus líderes “misioneros” empresariales amparando en fondos de I+D y programas especiales superadores de su crisis de los 90, desplegando nuevas estrategias de innovación, internacionalización y modelo de negocio; Euskaltel fruto de una iniciativa pública desde la red institucional de Euskalnet). Sin duda, un extraordinario ecosistema competitivo público-privado y público-público tejido desde el compromiso colaborativo mutuo, haciendo de estas empresas, de la red de pymes interrelacionadas y de Euskadi, el espacio de competitividad y bienestar del que hoy disfrutamos.
Ahora bien, en este marco positivo, la preocupación suscitada de la mano de los enormes retos futuros a los que hemos de enfrentarnos, pone el acento en tres elementos clave que merecen una especial atención: 1) la revolución 4.0 que supone, más allá de la tecnología, un cambio disruptivo que dará lugar a nuevos modelos de negocio y de empresa, nuevos mercados y relaciones/experiencias de los profesionales, directivos y consumidores y una relativa desmaterialización y disminución de la importancia de escala física y geográfica empresarial; 2) las nuevas capacidades y competencias demandables por las emergentes tecnologías y organizaciones exponenciales (inteligencia artificial, robótica, biotecnología, nanotecnología, genómica…) que exigirán nuevos modelos de formación, generación, atracción y retención de personas para su desempeño; 3) la propagación de cadenas globales de valor que pueden provocar la paradójica consecuencia de que las empresas vascas, líderes internacionales, se integren en dichas nuevas cadenas globales y potencien su desarrollo exitoso, a la vez que necesiten, cada vez menos, del área base o territorio competitivo vasco.
Este último punto, supone hoy, uno de los aspectos más relevantes en el mundo de la “Nueva Competitividad” y junto con su encaje en un marco más amplio del crecimiento y desarrollo inclusivo. El territorio juega un papel, si cabe, cada vez más relevante. En esta línea, en el seno del World Economic Forum, se ha venido intensificando el análisis específico que permite responder al gran desafío. En los últimos cuatro años, desde el Consejo Asesor para la Competitividad, impulsamos una serie de “proyectos motor o guía” que ha venido marcando un camino relevante (más proyectos e inquietudes que respuestas concretas). Un primer paso, tímido, fue intentar bajar el análisis de la competitividad estatal o nacional a los ámbitos subnacionales o de Ciudad (de amplia tipología hacia Ciudades- Región), definiendo los determinantes de la competitividad de las Ciudades. Bilbao-Euskadi fue uno de los casos base de análisis (“The Competitiveness of Cities. The global Agenda Council on Competitiveness–“La Competitividad de las Ciudades”). Más adelante, incorporamos el análisis de la creación del empleo adecuado para dicho factor competitivo a las inversiones “globales” de las empresas base y a la movilidad o migración de talento y bienes, la consistencia de la competitividad subnacional o regional al amparo de la inversión exterior directa y el comercio global (“The Case for trade anual competitiveness. Global Agenda Councils on Competitiveness”). El tercer paso consistió en abordar las “Cadenas globales de Valor” y contrastar sus características y desarrollo con aquellos casos de estudio que habían sido considerados “exitosos y buenas prácticas” como “Ciudades-Región Competitivas”. Nuevamente, Bilbao-Euskadi fue incluida en el Informe (“Building Global Value Chains for the 21st Century”–Construyendo cadenas globales para el siglo XXI. Bilbao- Basque Country).
Finalmente, en un contexto ya mucho más amplio, el Foro Económico Mundial, ha venido integrando la Competitividad en el marco de múltiples estudios relativos al “Crecimiento Inclusivo”. En este sentido, otro paso más en el contraste vasco lo constituye el Informe “Beyond the Equity-Efficiency Trade-Off: Practical ideas for inclusive growth and competitiveness in Europe”, con la participación del Banco Europeo de Inversiones y el Think Tank Bruegel, además del World Economic Forum (The Europe Inclusive Growth & Competitiveness Lab).
Todas estas reflexiones se veían reflejadas en otro emotivo y alentador evento celebrado este pasado jueves en AIC (Automotive International Center) en Boroa, con ocasión del XXV aniversario de ACICAE-Cluster del automóvil de Euskadi. Primer cluster europeo en la especialidad, líder y vanguardia en la colaboración público-privada, fruto de una extraordinaria y progresiva transformación innovadora que ha sabido superar las dificultades y desafíos de la historia e industria que le vio nacer, afrontar un nuevo y complejo mundo internacionalizado, suplir con imaginación y gestión de excelencia la carencia de empresas fabricantes (OEM) en sus etapas iniciales y transitar de fabricar autopartes a sistemas y funciones, interrelacionar diferentes industrias (máquina herramienta, aceros especiales, tecnologías de la información, energía, medio ambiente, soluciones integrales de transporte, aeronáutica…) en torno a una visión clusterizada orientada a los mercados, cambiantes, momento a momento. Su fuerza, excelencia de gestión y apuesta colaborativa, permiten contemplar ese futuro retador desde un relativo sentido de confianza en nuestras capacidades y posibilidades.
En definitiva, desde el optimismo racional de una posición en vanguardia, Euskadi, su economía, sus empresas y modelo de competitividad, cabe provocar las preguntas de futuro: ¿Ante los nuevos desafíos en un mundo y economía claramente cambiante, trabajamos en las claves de la nueva competitividad incluyente del país, de sus empresas… y sus personas? La historia comentada, las fortalezas de partida, dan lugar a recorrer riesgos y desafíos desde la esperanza e ilusión necesarios.