(Artículo publicado el 27 de Mayo)
Una buena costumbre adquirida a lo largo del tiempo es la de visitar Ferias y Encuentros internacionales de vanguardia para observar, entender y aprender de las diferentes industrias e iniciativas relevantes en el mundo. La suerte de contar en Bilbao con uno de los certámenes de la máquina herramienta mundial, no solo facilita esta oportunidad, sino que nos permite renovar la confianza en un complejo e incierto mundo en el que la tecnología, la innovación, la formación y las estrategias y apuestas territoriales condicionan (condicionarán aún más) nuestro futuro, el de las nuevas generaciones y los espacios de riqueza, empleo y bienestar de Euskadi.
Mañana, lunes 28, se inaugurará en el BEC de Barakaldo, BIEMH30, gran feria Bienal de la Máquina Herramienta. Hannover y Bilbao alternan, históricamente, los principales encuentros mundiales en la materia.
Pero ¿por qué es tan importante y relevante una Bienal de Máquina Herramienta en Bilbao?
La Bienal en Bilbao, ni es una feria más, ni es algo “extraño” a la cultura industrial de nuestro país, ni mucho menos, algo alejado de las preocupaciones, tendencias, ocupaciones y desafíos a los que las sociedades modernas hemos de enfrentarnos. Es futuro, pero, a la vez, es presente.
Sin duda, mucha gente pensará que es un certamen o evento más, algo para “minorías especialistas”, para “empresarios” alejados de las demandas y políticas sociales, o de “viejos talleres tradicionales y locales” alejados del glamur de las industrias “tecnológicas y globales” del futuro. Todo lo contrario.
Empecemos por recordar que Euskadi produce el 90% de la máquina herramienta (y sus componentes) del Estado español, que supone, además, el sexto productor mundial, que es esencialmente exportador, líder innovador, generador de alto valor añadido, conocimiento y palanca esencial, desde sus aplicaciones, en las industrias del oil & gas, en el de las energías (eólica, solar, térmica, nuclear e hidráulica en mayor medida), automoción, aeroespacial, ferrocarril, salud y, en definitiva, el corazón de la fabricación o manufactura avanzada. Hablar de digitalización de procesos, ciberseguridad, fabricación aditiva, big data, la “nube”, el internet de las cosas, la realidad virtual, inteligencia artificial, es hablar de nuestra máquina herramienta. Es, en definitiva, hablar de la síntesis motora de la apuesta País que ha querido hacer de la industria manufacturera el elemento diferencial en el modelo de desarrollo económico de nuestra Sociedad. Una cultura de vida y trabajo que se inscribe en nuestro ADN, lo que supone, entre otras cosas, destacar el corazón de nuestra geografía, sus pueblos y comarcas, nuestra cultura industrial, su formación profesional, el origen de nuestro gran semillero de emprendedores y empresarios, de un tipo de empresa familiar claramente arraigada y vinculada al país, a la vez que un motor de la internacionalización de nuestra economía. No es decisión caprichosa o voluntaria la apuesta por esta industria, clave de la estrategia de desarrollo económico, en diferentes versiones, a lo largo de nuestra historia: escuelas de aprendices, maestría industrial, ordenación sectorial preferente, un sinnúmero de iniciativas y políticas públicas pioneras a lo largo del tiempo (CN 100, CN 1000, Gerencias Sectoriales, 3-R, Clusters, RIS3, Industria 4.0, Fábrica del Futuro…)
El mundo de nuestra máquina herramienta, ha sido y es, a la vez, prueba y práctica permanente en las políticas sociales desde la empresa, fundaciones laborales, la vinculación ahorro-negociación colectivas, disciplina socio-laboral y participativa… forjando una base irrepetible de fortalezas y capacidades difícilmente copiables.
Y es precisamente en este contexto, en el que una audaz y positiva apuesta institucional llevó, en su día, a la construcción del BEC, sucesor de la antigua Feria de Muestras de Bilbao. Precisamente, la Bienal de la Máquina Herramienta y la Bienal de Ferro forma demandaban un espacio, capacidad y exigencias de modernización que determinaron las apuestas por el BEC (y en palabras del entonces Diputado General de Bizkaia, Josu Bergara: “Aunque solamente fuera posible mantener y captar estas dos Ferias, merecería la pena este proyecto, canalizador de ayudas públicas viables”). Gracias a este tipo de decisiones, mañana, el BEC lucirá sus grandes galas, jugando un rol esencial como escaparate destacado de nuestro País.
“Make it Big” (Hazlo grande) es el reclamo de este encuentro, con más de 40.000 visitantes “profesionales”, presencia de 1.750 empresas, de 21 países, en un micro cosmos de empresas, centros tecnológicos, centros de formación profesional, Universidades, reflejo del llamado ecosistema vasco, plataforma diferencial de una economía situada en los primeros lugares del contexto global. Un certamen profesional junto con una de las mejores “ferias especializadas de empleo” en la que las empresas se visten de gala para ofrecer un mundo y empleo a mucha gente joven que, en su formación y entorno, suelen escuchar, como mensaje excluyente, las maravillas que, tras el glamur de cuatro o cinco empresas tecnológicas globales o entidades de servicios multinacionales, parecerían exigir “carreras expatriadas y globales” para “tener futuro”. La realidad es, por el contrario, la existencia de grandes oportunidades de altísimo valor en casa. Nuestra máquina herramienta necesita ese extraordinario conocimiento que nuestro país genera y ese conocimiento tiene y debe tener acogida real en nuestras apuestas de futuro. En casa sí, hacia el mundo, también.
Euskadi volverá (como, afortunadamente, viene siendo cada vez menos noticiable) a recibir miles de visitantes extranjeros que llenarán nuestros hoteles y consumirán nuestros servicios de conocida calidad. Volverá a destacarse el valor añadido del país, proyectaremos una clara imagen positiva y reforzaremos las ventajas competitivas de nuestra industria, de nuestras empresas y, por supuesto, de nuestro modelo de sociedad y apuestas de futuro.
Esto es la máquina herramienta vasca. Más allá de los talleres, de la PYME y de la tantas veces denostada “actividad local”, merece la pena recordar y resaltar el “inimaginable” mundo creativo e innovador de nuestro tejido empresarial. Por encima del impacto inmediato que generará el evento (40 millones de euros) y tras el recinto ferial, vive un clúster vasco de la máquina herramienta con 1.700 millones de euros de ventas/año (de los que casi 1.300 lo son al exterior). Mañana, con el reclamo de la BIEMH2018, reforzaremos el “IN” que proponen sus organizadores: Innovación, internacionalización, inteligencia de negocio, industria 4.0, soluciones inteligentes y Work Inn. Sin duda, motivo de satisfacción y confianza en el futuro.
Hace pocos días, la Asociación de la Máquina Herramienta celebraba su Asamblea anual e invitó como orador principal, fruto de un reconocimiento especial a las puertas de su jubilación, a Miguel Lazpiur, uno de estos grandes trabajadores-empresarios característicos de esta industria. En su intervención se preguntaba: ¿Cómo y por qué te inicias a trabajar en este mundo de la construcción de maquinaria?, ¿qué mantiene tu motivación?, ¿qué aportas a la sociedad? Y se contestaba: Vocación, compromiso, necesidad (de “ganarte la vida, enfrentarte a retos, dificultades y desafíos”). Y decía: “no he dejado ni de trabajar, ni de estudiar, nunca; he pasado la vida viendo máquinas y aprendiendo y de ellas, aprendiendo, enseñando y vuelta a aprender. Ir a Ferias, seleccionar máquinas de interés, desde la humildad, escuchando a tu equipo y aprendiendo entre todos”. Y finalizaba: “aprendimos que no podíamos ver ni el país, ni la empresa como un paraíso, sino como una huerta que debemos trabajar, día a día”. Ilusión, compromiso, trabajo en equipo, amor por el trabajo bien hecho…”.
Sin duda, una gran síntesis aleccionadora, construyendo “máquinas” y poniendo en valor gran parte del corazón industrial que soporta, en grandísima medida, nuestro bienestar.
La Bienal en cuestión, coincide con un entorno de complejidad e incertidumbre, deteriorado por el triste y desilusionador panorama político español observable, recrudecido en señales negativas en estos últimos días. Acentúa la sensación de gravedad y desaliento que nos ha dejado la crisis económica, aún no superada, con limitadas expectativas aparentes de empleabilidad y bienestar. Es un buen balón de oxígeno para valorar el exitoso recorrido de esta industria reflejo del esfuerzo transformador de nuestro País. Una industria que, también ha padecido momentos difíciles, críticos y ha sabido reinventarse y liderar espacios de vanguardia en un mundo de alta competencia y exigencias. Con su rol tractor, podemos y debemos aprender de sus valores y de la importancia de convivir en/con una plataforma socio económica que lo impulsa y transforma, generando riqueza y bienestar para todos. Una buena noticia. Un motivo de confianza.