(Artículo publicado el 13 de Diciembre)
El enorme privilegio de visitar con frecuencia los Estados Unidos por motivos académicos y profesionales, en diversas ciudades y con la perspectiva de diferentes organizaciones, instituciones ,industrias y empresas, supone una enriquecedora fuente de conocimiento a la vez que disponer de un observatorio permanente sobre la realidad de este relevante País, cuyos debates, políticas, tendencias, comportamiento y actitudes generan un considerable impacto, bien de manera pasiva bien activa, en nuestras vidas a lo largo del mundo y del tiempo.
Así, a lo largo de esta semana he tenido la oportunidad de «convivir» con diversos acontecimientos, en aparente desconexión y sin embargo plenamente entrelazados. Empezaba la semana con unas altisonantes declaraciones de Donald Trump, candidato republicano a la Presidencia de los Estados Unidos, que, como viene siendo habitual, se convierten en el centro de la noticia, provocando una profunda polémica y generando todo un debate que ha ocupado -y ocupará por meses- el Prime Time de los medios de comunicación. Trump aprovechaba una conferencia electoral ordinaria para proponer la inmediata prohibición de entrada en Los Estados Unidos a todo ciudadano musulmán. Trump argumentaba su propuesta debido a que «estamos en guerra (apelando a las declaraciones de Obama, Hollande, Cameron…) y mientras nuestros representantes y dirigentes políticos no se enteren de lo que pasa en el mundo islámico, no sepan con que intenciones nos visitan, quienes y por qué nos odian y por qué quieren suprimir nuestros valores, destrozando nuestras casas, familias y ciudades. Mientras no sepamos si vienen a ponernos bombas, a realizar actos terroristas… debemos negarles la entrada«. «La administración Obama no tiene ni idea de lo que pasa y se limita a pronunciar discursos políticamente correctos sin afrontar los verdaderos problemas. Se oculta tras un burocratizado sistema de inteligencia que tan solo sabe explicar, a posteriori, las razones por las que se supone eran sospechosos bajo descontrol evidente». «Necesitamos entrar en sus mezquitas, controlar a sus miembros, conocer lo que predican y comparten, la guerra emprendida es desigual y hemos fracasado, no sabemos que es el ISIS y, poco a poco, como pasa en Francia, las policías se niegan a entrar en determinados barrios por temor al poder real ya en manos de esta gente».
Ante tal propuesta y argumentos, afortunadamente, las reacciones políticas e institucionales, empezando por declaraciones de los principales dirigentes de su Partido, han sido coincidentes en la descalificación tanto del propio Trump como de sus ideas. Se han apresurado a recordar que el éxito o eficacia en los negocios está demasiado alejado de los conocimientos y capacidades necesarios para dirigir un País y, todos, han echado mano de la Constitución para resaltar los valores esenciales de libertad y no discriminación ni por credo o raza. El propio portavoz republicano en el Congreso, Paul Ryan, azote del Presidente Obama, le descalificaba e insistía en que su partido ni defiende esas ideas ni se siente reflejado en la provocación de Trump añadiendo que los musulmanes, lejos de ser nuestros enemigos, son la verdadera solución, son amigos colaboradores en la defensa de la paz y la libertad, compañeros imprescindibles en este desafío.
No obstante, si bien esta ola de opiniones contrarias al mensaje de Trump (quien por cierto promueve una gran actividad de negocio en los países del universo islámico), han sido rechazadas, la candidata demócrata a la Presidencia, Hillary Clinton, advertía que más allá del ruido y la torpeza del personaje y de lo afortunado o no de las palabras, el verdadero problema es que la mayoría republicana (electores y dirigentes) comparten esas ideas y líneas de acción. Una muestra es el último sondeo electoral que otorga a Trump el 35% del voto republicano, alejado del 16% de Cruz, 13% de Rubio o el distante 3% de JEB Bush. Es verdad que se trata de un sondeo y que el proceso de primarias es aún largo hasta marzo del año que viene, pero la tendencia agranda distancias semana a semana y son muchos los que ya temen su potencial presidencia. Sea o no aceptado, el hecho cierto es que ha pasado a dominar el espacio mediático y todas las televisiones no solamente emiten sus entrevistas, las opiniones y contra opiniones de unos y otros, sino que las acompañan de recientes reportajes en torno al Yihadismo, la financiación de ISIS, los procesos de radicalización de ciudadanos norteamericanos convertidos al Islam, etc. Estado de opinión que se ve, además, influido por la noticias en torno al último atentado terrorista en San Bernardino, California (14 muertos en atentado y los dos terroristas abatidos posteriormente en enfrentamiento con la policía), agravando la polémica por el hecho de que el matrimonio terrorista era, al parecer, un matrimonio de conveniencia de posible inspiración desde ISIS y que ha puesto patas arriba el proceso de concesión de visados en los Estados Unidos además de serias dudas sobre el seguimiento y control que el FBI y los sistemas de inteligencia estadounidenses. Caldo de cultivo para una población que no olvida el 11-S. El propio Obama, en el Capitolio, pronunciaba uno más de sus solemnes discursos apelando al 150 aniversario de la abolición de la esclavitud mientras un Informe del Congreso pide su imputación por el canje de prisioneros obviando la obligación constitucional de consulta previa al propio Congreso. Tiempos revueltos que se ven reforzados por nuevos brotes de manifestaciones ante nuevas evidencias de torturas y actuaciones intolerables en policías democráticas. En definitiva, toda una ola de inputs favorecedores de posiciones extremistas como las alentadas por Trump.
Pero contra este preocupante y pesimista panorama, debemos recordar que la sociedad estadounidense no es solo Trump y sus ideas. En paralelo, la semana también nos ha llevado a un escenario completamente distinto en el ámbito académico. En este caso, en la Universidad de Harvard, profesores e investigadores de más de cincuenta nacionalidades distintas en representación de más de 100 Universidades y centros de Investigación a lo largo de los cinco continentes, debatíamos en torno a la «Revolución 4.0″, de la que ya formamos parte, con o sin conciencia de ello y cuyas consecuencias anuncia sustanciales cambios en nuestras vidas, en nuestras empresas y gobernanza, que más allá de los cambios tecnológicos que conlleva, ofrece modos diferentes de trabajo y empleo, una nueva educación, nuevos sistemas colaborativos y de relación, con la demanda de nuevas capacidades y, por supuesto, esperanza y oportunidad de un intenso y positivo proceso generador de riqueza, empleo y prosperidad. Nuevos espacios de competitividad que, por encima de su complejidad, riesgos y desafíos, alumbran un nuevo mundo de desarrollo inclusivo al servicio de las necesidades y demandas cambiantes de la Sociedad. Nuevos espacios colaborativo que reclaman el compromiso de sociedades diversas. Esto también es la sociedad estadounidense. Como lo era otro foro diferente, también en esta convulsa semana, en el que en clara sintonía, en el contexto cultural, diferentes Instituciones museísticas y culturales se planteaban la manera de orquestar una constelación de conocimiento al servicio del arte, la educación y la cultura en mundos tan diversos como los Estados Unidos, Europa, Asia y su extensión a espacios geográfico-culturales distintos. Credos, razas, religiones, culturas y ambiciones de futuro diferentes, compartiendo la construcción de nuevos proyectos.
Qué duda cabe que las luces navideñas (o de Yannuca, o de las celebraciones paganas o multi culturales, religiosas o laicas de fin de año), con el pretexto de la fiesta, la alegría y el optimismo positivo para un mejor año, que inundan las ciudades norteamericanas repletas de familias y amigos disfrutando de ilusiones en el decorado de la época, ofrecen una vista diferente del momento. Sus restaurantes repletos, sus iglesias y templos ofreciendo recitales y conciertos además de sus ceremonias propias, sus calles multirraciales y multiculturales… nos proyectan la imagen de la mezcla de culturas originarias y foráneas que han construido este País, en apariencia homogéneo y sin embargo diverso, que definiera mi querido y viejo profesor, Lionnel Johnson, en sus ya lejanas clases en la siempre recordada Filadelfia, cuna de la Independencia, igualdad y libertades como un auténtico «melting pot«, que se resiste a elegir la utópica garantía de seguridad sobre la libertad en detrimento, además, de la desigualdad y el temor. Una sociedad viva que se ve mejor representada por el optimismo esperanzador del encuentro académico señalado, empeñado en construir un mundo deseable y próspero afrontando los desafíos que implica, y no el pesimismo paralizante de las graves dificultades que atravesamos.
Sin duda, una semana de contrastes. Que la razón y los valores esenciales que han aflorado ante el oportunismo del miedo y la desesperanza, dominen el camino a seguir.