Ayer nos dejaba Juan José Goiriena Gandarias.
Juanjo, es uno de esos personajes destacados que han estado entre nosotros para dejar huella. Por encima de todo, maestro en el noble sentido del término. Su cualificado papel desde sus cátedras en la facultad de medicina ha impregnado la formación de las generaciones de médicos en los últimos 40 años, siguiendo la marca de su tradicional saga familiar. Su compromiso político y, sobre todo, con la sociedad vasca, le llevo a colaborar de manera activa en la organización de la nueva sanidad y sistemas de salud de los años ochenta (Ley de Sanidad, Osakidetza, Estrategias y Políticas de Salud) y tuve el privilegio de contar con él como Viceconsejero de Salud en mi siempre personalmente recordado paso por el Gobierno Vasco. Su conocimiento, capacidad, compromiso y lealtad me dieron la fortaleza necesaria para la múltiple gestión y complejidad de aquellos extraordinarios, a la vez que difíciles, años ochenta.
Juanjo fue mucho más que un destacadísimo hombre de la salud. Su cariño y apego a la Academia le llevaron a la rectoría de la Universidad Pública del País Vasco en un delicado y siempre difícil intento por transformar su administración, calidad y convivencia con la sociedad a la que sirve. Presidió Eusko Ikaskuntza-Sociedad de Estudios Vascos con la idea de facilitar el arduo encuentro colaborativo de tantas individualidades hacia una excelencia colectiva al servicio de la sociedad vasca.
Disfrutábamos de múltiples tertulias con su conocimiento y visión amplia (desde las interioridades de las personalidades con las que compartía relación) del contexto económico y financiero (era el médico que más sabía de finanzas), el imparable tránsito geográfico y dimensional de la «banca vasca» hacia Madrid, el mundo aparte de los opositores de élite y sus redes familiares desde el «corazón del Estado», la influencia (real o aparente) de la «burbuja veraniega» de Sotogrande, o las conspiraciones palaciegas de Zarzuela y el «mundo opaco» de Moncloa.
Querido Juanjo, te echaremos en falta. Desde mi reconocimiento, amistad, respeto y, por supuesto, agradecimiento por tu especial apoyo, dedicación y esfuerzo en nuestra ya lejana labor en nuestro proyecto de salud desde el Gobierno Vasco.
Descansa en paz. Goian Bego.
Agur. Hasta siempre Juanjo.