CUANDO LOS AEROPUERTOS Y LAS LíNEAS Aí‰REAS LO ESTROPEAN TODO…

La semana pasada, tras una conferencia ,una periodista me preguntaba el porqué de mi insistencia en destacar la necesidad de un enfoque «clusterizado» y no «sectorial» de la economí­a y mi calificación del mismo como un elemento clave en la competitividad.Le explicaba con una serie de consideraciones y ejemplos entre los que recurrí­ a uno de los clásicos en el estudio de clusters y microeconomí­a: el turismo.

Un par de dí­as más tarde, pude comprobar-por enésima vez- la necesidad de apostar por una clusterización completa de la economí­a.

En un viaje de fin de semana a Portugal, al margen de las bondades del Paí­s y del motivo del mismo en el  que tuve la oportunidad de disfrutar,la inevitabilidad del caótico aeropuerto de Lisboa ( un mal crónico) y la cada vez más desmotivadora atención de las lí­neas aéreas ( en este caso TAP-Portugal) incidieron en una pésima experiencia.Experiencia que ,en principio, creí­ asociar a las debilidades de infraestructura y servicios de nuestros amigos lusos, acentúada por la crisis actual,la intervención económica a la que están sometidos y al anuncio-ese mismo dí­a-del FMI y de la UE de acometer una profunda reforma-recorte- de los servcios públicos y de la organización del Estado. Recordaba mi conferencia de dí­as antes y constataba que de poco vale invertir en rehabilitar la ciudad, construir nuevas infraestructuras, promover su cultura, gastronomí­a y elementos diferenciados si, finalmente, el aeropuerto queda en mil manos inconexas,su señalética resulta contradictoria, la ausencia de puntos de información-del aeropuerto y de la lí­nea aérea-es manifiesta y el pasajero pierde todo tipo de derechos desde el momento de emitir su billete.Una secuencia negra y desesperante: caos en el tráfico de acceso, caos en la facturación, caos en el supuesto control de seguridad, caos en el acceso a las puertas de embarque,agravado por un repentino cambio de puerta y hora de salida con el único aviso e información de un cambio de pantalla en la información de salida ,»retrasado».A partir de allí­, no hubo manera de contactar con nadie ni de la compañí­a ni del aeropuerto,la tarde-noche transcurrí­a,minuo a minuto desde nuestra clara sensación d impotencia, las tiendas y cafeterí­as se fueron cerrando,sus luces apagando y , finalmente, en una situación de casi abandono en un lejano rincón oscuro de la termnal. Finalmente ,llegó la hora de salir y volver a casa. Parecí­a que la pesadilla concluí­a y,todo hay que decirlo, disfrutamos de un buen vuelo de regreso.

Sin embargo,aún nos esperaban algunas sorpresas.Llegar a Bilbao y su aeropuerto de Loiu resulta cada vez menos   recomendable y, en especial, si se trata de un dí­a festivo o nocturno.Grandes inversiones, terminal de lujo arquitectónico, una ciudad que ha merecido la distinción de la Mejor Ciudad del Mundo ( Lee Kuan Yeu Prize) y referente mundial en la rehabilitación y desarrollo,con especial cuidado de atención y promoción de eventos, con más de 1 millón de visitantes-turistas año atraidos por las grandes apuestas culturales,incremento de vuelos, lí­neas aéreas ( casi todas low cost,también hay que decirlo)…y,sin embargo, un aeropuerto en manos de una pésima y caótica organización.La llegada fue de pelí­cula y caricatura: CERO taxis y/o cualquier modo de transporte, CERO personal de información, CERO contol de seguridad ( a esa hora no debe haber problema de entradas ilegales) y,eso sí­, asistir al penoso hecho de comprobar como uno de los viajeros con la habilidad de contactar con un taxista que sí­ accedió a trasladarse al aeropuerto a recogerlo, QUEDí“ ENCERRADO EN EL AEROPUERTO por el cierre automático de las puertas.Así­,la» broma» de observarle ,desesperado por no encontrar la forma de salir,desde una gélida cola exterior a la espera de los taxistas samaritanos,,entretuvo los tiempos de espera.

¿Es posible que cuando alguien se plantea la «reforma de las administraciones públicas» piense en un aeropuerto, en AENA, en el monopolio público, en su «privatización» en beneficio del servicio y de los usuarios y no en los ingresos asociados tanto al concesionario como al presupuesto del Estado? ¿Es posible comprender que guardia civil,control aéreo, servicios básicos, información, gestión y responsabilidad de las lí­neas aéreas, sistemas de transporte.en especial taxis-deben estar mí­nimamente coordinados y que de poco sirve tener una «paloma de éxito» si no cuenta con una administración responsable y eficiente, si no esxiste una adecuada regulación no monopolista de servicios de transporte, gestión del tráfico aéreo ,hubs excluyentes al servicio de una lí­nea aérea…?¿Es compatible una regulación proteccionista de autorizaciones y licencias de taxis de servicio en/al aeropuerto con la demanda total(100%) de usuarios, vuelos y horarios en una infraestructura de absoluto servicio público?

Hace unos años, en mi época de estudiante «reglado»,la gestión de un hospital y de un aeropuerto resultaban ejemplos paradigmáticos de la compleja a la vez que atractiva capacidad de reto y desafí­o para la dirección general,la integración e ingenierí­a  de sistemas, la investigación operativa, la interdependencia de agentes e intereses…Hoy,de la mano de la clusterización, recobran.aún más si cabe, una demanda de primer orden y un buen ejemplo de lo que es perable en una economí­a completa.De nada valen todos los esfuerzos del mundo por construir un paí­s y una ciudad de éxito ,si una infraestructura clave se marcha de vacaciones cuando le da la gana olvidando su función al servicio de personas que no tienen ,al parecer, ni la libertad de elección ni el más mí­nimo dercho a la información y atención.

Esto es lo que, en verdad, explica la competitividad y nos da pistas sobre la orientación que debe guiar cualquier reforma de la administración pública y no recortes generalizados sin ton ni son.

Desgraciadamente, no era un punto negro en Lisboa como al principio pudiera temer. También en casa, de la mano de una AENA-Dirección de Aeropuertos,empeñada en dirigir todo a 500 kms de distancia,algunos se empeñan en echar a perder el esfuerzo de otros muchos.Ni los ciudadanos, ni Bilbao, ni Euskadi podemos permitirnos «intereses sectoriales, parciales» «gestionados desde tal incompetencia.