Tras la estrepitosa caída de las bolsas de valores, el nuevo anuncio de la OCDE y otros organismos internacinales del retraso en la recuperación económica y la previsible ralentización del crecimiento en los pasises motores,comprobada la precaria capacidad tractora de la economía norteamericana y la ola generalizada de convulsiones sociales con su última lamentable expresión en diferentes ciudades del Reino Unido,parecería que el pesimismo se instala de forma alarmante y permanente entre la Sociedad.
En este clima no resulta fácil esgrimir argumentos algo más que voluntaristas en favor de una previsible salida de la crisis. Mucho menos en un tiempo milagrosamente rápido.No obstante,hot más que nunca, necesitamos de mensajes alternativos:
A) no podemos aceptar la uniformidad y el conformismo de quienes nos recuerdadn que » no se puede hacer nada diferente a lo que los gobiernos actuales estí n haciendo» y se limitan a validar la triple lí®nea de contención del déficit,reducción del gasto social e incremento impositivo como panacea inamovible y única para una amarga supervivencia para un escenario futuro,a largo palzo, de sufrimiento para volver a estadios del pasado abandonando los retos y compromisos del dificilmente construido «estado de bienestar»‘
B) no podemos relegar toda responsabilidad en los demás,excusando nuestro compromiso en el ataque a terceros señalándolos como culpables de todo ni podemos abanderar la cómoda disculpa de cualquier movimiento anti sistema justificando su comportamiento en la falta de futuro que «nos ofrecen»
C) no podemos caer en el pesimismo generalizado y confiar en el azar a la espera de soluciones espontáneas que nos resuelvan todo tipo de problemas,
hoy más que nunca, debemos asumir la conviccií¶n de que cualquier solución pasa por nosotros mismos, que son muchos y variados los caminos paar afrontar el futuro, que no hay recetas mágicas ni mucho menos únicas y que , una vez diagnosticadas las cauasa de la situación actual- amplia y suficientemente identificas- debemos poner el acento en la acción.Soluciones realistas y posibles, no exigiendo ni a países,ni a personas ni a gobiernos lo que no pueden hacer pero sí a todos, políticas y decisiones diferenciadas comprometidas con soluciones reales.Como tenía la oportunidad de releer hace unos días las palabras de E.Galeano,» Dejemos el pesimismo para tiempos mejores».Es difícil dar paso a la esperanza pero es la única ví®a para levantarnos todos los días.
Ayer, en el marco de las habituales tertulias veraniegas, un grupo de amigos norteamericanos en quienes concurre la triple condicií¶n de profesinales de la salud,las finanzas y la empresa, se hundían en el argumentario catastrofista de estos días para reclamar la «sensatez de los gobiernos» renunciando a determinados beneficios sociales y renunciar al estado de bienestar utilizando el ejemplo de la política sanitaria en su Paí®s,cosa que yo rebatía.Me preguntaban hasta que % de mis ingresos estaría dispuesto a pagar ví®a impuestos para financiar una sanidad universal en Euskadi,mantener el sistema construido a lo largo de estos últimos treinta años antes de aceptar la inviabilidad del modelo y pedir a cada ciudadano construir su propia solución y salida a una crisis incapaz dez superarse a sí misma.NO caigamos en el fatalismo eel camino único.Pongamos en valor los objetivos perseguibles en esta nueva Sociedad del Bienestar, justa,equitativa, comprometida y solidaria.Abracemos la esperanza y pensemos en soluciones.Por el bien de todos.