Tiempos de derribar muros y construir puentes

(Artículo publicado el 17 de Noviembre)

La semana pasada se cumplieron 35 años de la caída del muro de Berlín que separó durante más de 30 años las “dos Alemanias”, y a los mundos occidental y soviético, escenificó la Guerra Fría y, sobre todo, separó y destrozó a familias, a una nación, a ideologías y jugadores de una geopolítica de post guerra, dando lugar a mucho más que un mismo pueblo dividido, generando muy distintas maneras de vivir y entender el mundo, modelos de bienestar, sistemas cultural-educativos y roles dentro del contexto internacional, de manera opuesta y más que enfrentada.

Esta profunda barrera facilitó, también, un sinnúmero de movimientos no deseados a la búsqueda de supervivencia o de nuevas formas de vida que unos y otros, separados, entendían como mejor opción aquello que les tocó con la aritmética, dibujo lineal y forzado de la frontera separadora y divisoria con que fueron alineados.

Cuando hace 35 años, sin una aparente causa concreta lo suficientemente diferencial y/o esperada, cayó el muro (más, propiamente dicho, fue derrotado por movimiento democráticos y liderazgos arraigados que socavaron sus débiles cimientos). La desbordante alegría y aires de libertad hicieron de la Puerta de Brandeburgo una fiesta permanente con la mirada ilusionada de la gente, de uno u otro lado, golpeando y demoliendo las piedras limitantes. De inmediato se comercializaron los souvenirs con pequeños fragmentos de piedra, en modestas bases, para recordar tan relevante episodio. Entonces, tuve la suerte de coincidir en Berlín y hacerme con un pequeño recuerdo que conservo con cariño y entusiasmo, fiel recordatorio e nuevos tiempos superadores de tanto dolor y desencuentro.

La semana pasada, coincidiendo con este aniversario, impartí una “conferencia magistral” para un evento que una empresa líder en tecnología y servicios financieros en México organizaba para celebrar sus primeros 30 años de vida. El evento proponía explorar e incentivar el rol de una empresa en el impulso de su competitividad, internacionalización y desarrollo social y económico del país. Como recuerdo de nuestras presentaciones, los diferentes ponentes recibimos un significativo regalo: una de aquellas piedras conmemorativas del muro y su caída que habían sido recogidas, transportadas a México y conservadas, hasta este momento, por el fundador de la compañía. La caja que lo contenía llevaba un mensaje muy significativo: “Derribar muros – construir puentes”.

Si bien el mensaje pretendía, por encima de todo, representar la innovación transformadora, en curso, de una empresa que, partiendo de una oferta de servicios y bases de datos únicas en su tiempo, transitaba hacia lo que ya hoy es, una empresa esencialmente tecnológica, innovando en sus servicios, mentalidad abierta y traspasando fronteras, siempre con el compromiso de una máxima calidad, rigor en la prestación, adelantándose a sus tiempos y mercados, con un amplio, intenso y verdadero compromiso con el bienestar social de sus colaboradores, familias, la generación de valor para sus restantes stakeholders y sociedad (en este caso, la mexicana) a la que se propone aportar un máximo impulso en su desarrollo. Así, la referencia a muros y puentes acompañó todo el espíritu e intervenciones (propósito de la formula), invitando al variado ámbito de negocios e industrias del auditorio a comprometer escenarios y proyectos, distintos, colaborativos y facilitadores de un propósito convergente.

Ese encuentro coincidió, también, con la victoria electoral de Donald Trump en Estados Unidos de América. Al margen de posicionamientos y gustos de unos y otros, un temor destacado (como no podía ser menos en un selecto auditorio de empresarios y académicos) fue el análisis del potencial impacto de esta “nueva presidencia” en México.

Si la fotografía inicial no puede evitar hablar de MUROS (la famosa valla fronteriza que Trump construyera, además de los muchos kilómetros añadidos por Obama y Biden en sus respectivos mandatos, y que aseguró “sería pagado por México, lo sepa o no, de forma directa o indirecta”), la apuesta generalizada se inclinaba a los PUENTES, imprescindibles para transitar hacia la solución de problemas (de todo tipo), respuestas a los desafíos exponenciales que tenemos por delante, a la inevitabilidad de unir esfuerzos, jugadores, planes, políticas, recursos, conocimiento y propuestas, cocreando valor para todos. En esta línea, quien fuera durante muchos años y gobiernos, una de las piezas clave en la Secretaría de Economía de México y miembro del equipo negociador del T-MEC en vigor, que sustituyó al anterior NAFTA (México, Canadá y Estados Unidos) creando uno de los mejores espacios, mercados del mundo, Juan Carlos Baker, destacó la importancia prioritaria que MEX supone para USA y USA para MEX (México comercia con USA el 85% de su comercio internacional), así como el hecho de que el propio T-MEC recoge una cláusula en su articulado exigiendo su “revisión en el año 2025”, lo que pasa a convertirse en el punto crítico que pudiera condicionar, de manera esencial, el futuro de sus miembros y, por supuesto, especialmente de México.

Recordó y llamó la atención sobre el hecho de que esta vez serán tres presidentes distintos quienes tendrán esa responsabilidad (un “nuevo” Trump en su segundo mandato, la Presidenta de México, Claudia Sheinbaum, recientemente nombrada, y quien resulte ganador de las próximas elecciones canadienses a celebrarse el año 2025, sustituyendo al primer ministro Justin Trudeau). ¿Qué significa o cómo interpretará cada uno el término revisión? ¿Estará en su ánimo una breve y rápida actualización técnica en base a la evolución económica, su comportamiento macro, la batalla arancelaria y determinados ajustes a conceptos que quedaron, deliberadamente abiertos? o, por el contrario, ¿se considerará necesario redefinir las relaciones políticas básicas entre sus miembros? En el horizonte destacan, por un lado, la inmigración (en especial la mexicana a Estados Unidos y la contención, en segundo lugar, de las olas migratorias centro y sudamericanas que, pasando por México, colapsan las fronteras en el río Bravo generando todo tipo de desencuentros. ¿Cerrará Trump su frontera y deportará a los millones de personas inmigrantes sin regulación? ¿Se dejará un espacio “libre”, al estilo Schengen europeo, con plena libertad de movimientos entre los tres países excluyendo, con mano dura, al resto? ¿Es posible? Y, adicionalmente, ¿exigirá Estados Unidos restricciones a México (como ya pretendió en su día) para NO negociar con “un aliado chino”, verdadero problema y preocupación de Trump?

Y, con este escenario de fondo, el siempre delicadísimo y grave asunto del narcotráfico, la delincuencia y su profunda destrucción de la convivencia, la paz, la salud y la seguridad, en una economía ilícita paralizante del desarrollo deseado. ¿Será el gobierno Trump un jugador clave en este escenario de oferta-demanda causante/amplificador del conflicto? ¿Tiene capacidad, voluntad y, posibilismo alguna intervención en sustitución de la proclama “Abrazos y no balazos” del anterior presidente López Obrador?

Con este referente básico, México ha de afrontar sus propios desafíos desde la esperanzada ventaja del “nearshoring”, reconductor de su economía asociable a las oportunidades del mercado norteamericano, explotar sus capacidades y fortalezas que posibilitan un importante impulso a su economía desde la plataforma que, con sus más y sus menos, los años anteriores, diferentes gobiernos han favorecido la prioridad a los beneficios sociales (en especial para los menos favorecidos), si bien su economía y empleabilidad informal acrecienta un déficit estructural muy difícil de cuadrar y resolver, obligando, a la vez, a nuevas estrategias sociales, económicas y territoriales.

En un contexto como este, la apelación a construir puentes resulta esencial. No solamente entre Estados Unidos, México y Canadá (que parecería un tercer acompañante olvidado y que es mucho más importante de lo que parece), sino en el interior de cada uno de los países, necesitados de todo tipo de interacciones coopetitivas a la vez que cocreadores de valor: puentes con los estados, regiones, provincias y zonas marginales y/o aisladas, puentes entre los gobiernos (sus diferentes niveles institucionales) y las iniciativas privada y social, puentes entre polos de desarrollo y, sobre todo, nodos de innovación y transformación, puentes entre los mundos académicos-empresas-gobiernos, puentes entre políticas económicas y sociales.

En un mundo y tiempos como los actuales, todos necesitamos de los demás y los demás de nosotros. Vivir de espaldas a esta realidad, solamente ahonda problemas, aleja soluciones y genera amplias brechas de desafección. Pero los puentes ni surgen de la nada, ni de la mera voluntad. Se requiere generar confianza, compartir (primero hay que tenerlo) un propósito compartible y el compromiso/actitud para su construcción. A partir de allí, los instrumentos, métodos, asignación de roles diferenciales, a la vez que convergentes y, por supuesto, tiempo.

Definitivamente, celebrar la historia nos ayuda a visualizar las consecuencias de determinadas decisiones que, en un momento parecerían perennes e inmutables y que, de repente (aparentemente) se disuelven desde sus puntos débiles y fragmentables, ofreciendo la oportunidad para alumbrar nuevos horizontes.

Efectivamente, vivimos (no solo en las franjas fronterizas México-Estados Unidos, sino a lo largo del mundo) tiempos de puentes y no de muros para afrontar un futuro ilusionante lleno de oportunidades.

Clusterización y Ecosistemas para el binomio Economía-Territorio

(Artículo publicado el 3 de Noviembre)

La polémica en torno al mantenimiento de lo que se suponía sería un “gravamen temporal” a determinadas empresas e industrias impuesto por el gobierno español al objeto de financiar los desequilibrios presupuestarios como consecuencia de la COVID y a la exigencia europea de una transposición impositiva y presupuestaria para mitigar sus desequilibrios fiscales, al margen de su condición o no de impuesto, su utilidad o no, la pertenencia o no, la discriminación o no de la competencia y el condicionamiento paralizante o no de inversiones previstas, o la deslocalización o no de inversiones en proyectos cualificados como prioritarios, alineados con la estrategia europea, su autonomía y de su viabilidad o necesidad de emprenderlos en otros países o, finalmente, del cuestionamiento de la seguridad jurídica, ha puesto de manifiesto otro debate conceptual de máximo alcance desde el punto de vista de la llamada “Nueva Política Industrial” y de las estrategias para el desarrollo económico y social de regiones y, la modalidad de partenariados público-privados.

Ha sido, a la vez,  la evidente debilidad de un gobierno en minoría que necesita, para cada paso que da, para cualquier norma que requiera aprobar, de una multitud de apoyos, con evidentes diferencias en sus modelos de desarrollo económico y regional, del rol de la fiscalidad, del apoyo o criminalización de la iniciativa privada y, por supuesto del concepto y práctica de lo que es, en definitiva, una economía productiva y, en consecuencia, una política industrial y la diferente conceptualización de los tejidos económicos y sociales claramente diferenciables a lo largo del Estado.

Así, hoy, cuando la Política Industrial renace a lo largo del mundo y se le confiere un papel determinante para el futuro y prosperidad de las diferentes naciones, asistimos a nuevas ideas, contenidos y conceptos que, en los últimos años, parecerían haberse instalado entre nosotros: Ecosistemas, y que acogen la innumerable pista de aterrizaje de la nueva financiación pública para afrontar los desafíos del mañana.

Sin duda, la complejidad y velocidad de los cambios exponenciales que provocan las “revoluciones y/o transiciones” (también exponenciales) más allá de las tecnologías que conllevan, así como la dimensión extendida de una extraordinaria interacción de empresas, industrias, organismos facilitadores, públicos y privados, en un espacio regional concreto, ha dado por “inevitable” la configuración de corredores (verde, del hidrógeno…), de agrupaciones “completas” integradoras de todo tipo de agentes implicables y se convierten, a la vez, en sujeto receptor de grandes fondos y ayudas públicas (a compartir/repartir) entre todos sus jugadores. A tal fin, nuevas formas de relación colaborativa, consorcial, unión temporal, coincidencia, compañeros fragmentados de cadenas de valor, etc., dan lugar a ecosistemas omnicomprehensivos, más o menos formalizados, más o menos estructurados, más o menos financiados y más o menos dirigidos bajo diversas arquitecturas de gobernanzas. En esta línea, las figuras de PERTES beneficiarios de los fondos de NEXT GENERATION en Europa o de la CHIPs Act estadounidense, por ejemplo, “provocan” agrupaciones que dan lugar, deseada o no, a nuevas entidades coopetitivas entre múltiples y diversos agentes en un espacio regional determinado.

De esta forma, parecería que asistimos a una panacea organizativa que, podría interpretarse como un nuevo escalón actualizado de la clusterización de la actividad económica. Si bien, históricamente las agrupaciones empresa y actores socioeconómicos y de gobierno en un territorio concreto, próximo, han demostrado resultados positivamente diferenciados de aquellos que funcionaban de forma aislada, tanto desde un punto de vista geográfico, como en “agrupación compartida” de diferentes tareas especializadas en sus particulares cadenas de valor y las investigaciones y propuestas de Michael E. Porter en sus libros “ON COMPETITION” y “La Ventaja competitiva de las Naciones”, potenciaron lo que podríamos simplificar como la “Teoría básica para clusterización de la Actividad Económica”. Su irrupción a finales de los 80 ha sido, a lo largo del tiempo, transcendental para la estrategia de desarrollo económico, haciendo del binomio economía-territorio la esencia de las áreas base, de la localización, de la importancia del arraigo empresarial, de talento, del desarrollo endógeno y, sobre todo, de nuevas maneras de entender las industrias, romper las fronteras sectoriales, desafiar la macro estadística agregada, cuestionar los conceptos y modelos de competitividad y facilitar nuevos marcos de análisis de una región y los DAFOS (análisis de fortalezas y debilidades, oportunidades y amenazas) históricos y estáticos a través de los “Diamantes de Competitividad”, a los que, siempre, han de incorporarse las actuaciones o inhibiciones ad hoc de los gobiernos en sus diferentes niveles institucionales.

Bajo estas ideas, el mundo es un gran mapa de iniciativas clúster, de “políticas clúster”, de estrategias para la clusterización de la economía (las menos) y referente esencial de los múltiples modelos organizativos y de financiación para verdaderas estrategias de desarrollo local, de ciudades, de regiones… y, también, de erróneas consideraciones de un clúster activo, con la simple ubicación próxima o compartida de diferentes tipos de infraestructuras que facilitan, se supone, la interconexión de profesionales, empresas, en áreas compartibles. (Un centro comercial, un polígono industrial, algunos o muchos parques tecnológicos, edificios o centros de consultorios médicos…)

Euskadi, pionera en la aplicación de un modelo completo de estrategias de clusterización, cuenta hoy con 22 agrupaciones clúster “reconocidas, oficializadas, ordenadas…” por el Gobierno Vasco bajo un modelo singular que no solamente contempla “clústers naturales”, sino aquellos organizados en torno a un enfoque estratégico convergente (cada actor miembro tiene su propia estrategia diferenciada, a la vez, comparte una estrategia asociada-clusterizada y, finalmente, alineada con la estrategia país-territorio). Convergencia esencial para una viabilidad sostenible, para su internacionalización innovadora y superadora, además, de las limitaciones de su decisión y la incorporación compartida de múltiples conocimientos, capacidades, recursos interdisciplinarios, e interactuando, al servicio de un modelo de desarrollo, debidamente entendido, para la competitividad, prosperidad y bienestar inclusivo. Modelo integrador de políticas económicas, sociales y medio ambientales (a la vez) que contribuyen al desarrollo humano de las personas partícipe y aquellas a las que van dirigidas sus servicios.

Estos modelos colaborativos (en realidad, sobre todo, coopetitivos-compitiendo y colaborando a la vez), resultan esenciales en sus procesos de cocreación de valor empresa-sociedad. Válidos en su aplicación no solo para la industria, sino para toda economía productiva en un territorio concreto y fortaleza garante de su necesidad de anclaje (parcial o referente al menos) en sus recorridos crecientes a lo largo de las cadenas globales de valor, en cuyo proceso, grandes líderes mundiales parecerían necesitar, cada vez menos, de su territorio origen o área base.

Hoy, la propia y creciente inter-industrialización “obliga” a interactuar más allá de las fronteras de las industrias base y originarias y en su tránsito (natural o provocado) hacia la inevitable relación “con otras muchas”, da paso a los cuasi omnicomprehensivos ecosistemas. Sin embargo, recurrir a atajos conceptuales para dejarse llevar por el glamur de los términos o por el caramelo de la financiación o apoyo “grupal”, puede generar errores de base sobre los que resulta imprescindible intervenir. Se trata de construir alianzas con objetivos compartidos sí, pero con asignación óptima de papeles diferenciados entre los miembros, de dotarse de estructuras formales (ágiles sí, pero contundentes), una arquitectura de gobernanza sólida, eficaz y flexible (aunque sea efímera en función de roles y tiempos), financiable (con o sin el apoyo externo que pudiera parecer único o primera razón de la asociación), y un claro esquema de beneficios compartibles (empresa-sociedad) entre todos los partícipes, y, por supuesto, alineable a una estrategia única y diferenciable.

Así, todo parece anunciar que el mundo de la clusterización de la economía, el de los ecosistemas sólidos y reales, todos ellos bajo el hilo conductor de un PROPÓSISTO, conforman (cada día más) un innovador espacio de actividad-territorio dominante para un futuro del que ya, todos, de forma activa o pasiva, formamos parte. Hacia comunidades convergentes con objetivos compartibles, cocreando valor, desde responsabilidades distintas, pesos y papeles muy diferentes.

Siendo esto así, esperemos que las apuestas emprendidas, supuestamente apoyadas por las “políticas de Estado” que las alentaron, no se conviertan en el mayor obstáculo para su desarrollo, con un mal entendimiento del tiempo y alcance de medidas incentivadoras, reales, para la obtención de los beneficios al servicio de la sociedad.

Volviendo al principio de este artículo, finalmente, lo que para el gobierno español resultaba innegociable tras su “obligado” impuesto para el equilibrio fiscal, se desdibuja (no todo en sentido positivo) eliminando nuevos impuestos amenazantes y paralizantes, mantiene otros minorando su efecto, añade nuevos penalizadores del ahorro de los trabajadores e inversores, potencia (sin querer) la verdadera singularidad fiscal de algunos territorios y responde al mandato originario, más o menos ordenado, de una Comisión Europea  obsesionada con indicadores numéricos “igualitarios”, sin preguntarse por la verdadera arquitectura fiscal y presupuestaria, con escaso acento en verdaderas estrategias de país.

En todo caso, adelante con las apuestas inversoras en favor de una hoy deseada política industrial y apuestas estratégicas coopetitivas, clusterizando las economías productivas con sentido y propósito.

Una triada para un Nobel de Economía, generando impacto en nuestras sociedades

(Artículo publicado el 20 de Octubre)

La concesión del Premio Nobel de Economía a Daron Acemoglu, Simon Johnson, y James A. Robinson ha puesto de relieve la enorme fuerza diferencial que se otorga al capital social, institucional y humano, en el desarrollo económico, situándolo en el núcleo explicativo de la prosperidad, estancamiento o decadencia de naciones y regiones a lo largo del mundo.

Sus múltiples trabajos e investigaciones nos han venido acompañando a lo largo de los años en variedad de campos implicados, desde la óptica de la pobreza y riqueza, de las asignaciones democráticas o no, de la transparencia y ética gobernante, de la integración regional o dispersión por imposibles convergencias de renta, crecimiento o desarrollo y, por supuesto, del poder crítico de la tecnología, el capital, las infraestructuras o educación al servicio o no de sociedades inclusivas o de su concentración con reducidos grupos de poder.

Como suele ser habitual en estos casos, la explicación de los méritos de los premiados se destaca en función tanto de la aproximación que se haya tenido a sus aportaciones o a la anécdota específica de los ejemplos o área de estudios elegida, de modo que permitan a quienes con su testimonio diario dan la espalda a las ideas premiadas por el Nobel o bien se consideran ajenos a su personal influencia en  el deterioro institucional o social que se pretende poner en valor, además de quienes contribuyendo al deterioro y no aportación a la prosperidad alineada con lo destacado, continúan su negativo rol favorecedor del declive a largo plazo.

En la Europa rica y próspera, se pone el acento en la diferencia occidental respecto de las brechas observables en otros continentes, países calificados como antidemocráticos o escasamente institucionalizados, o los orígenes se atribuyen a los ejemplos de la colonización de América, o a la simplificación diferencial de la unificación alemana (hoy aún en contestación), o de la separación de las dos Coreas (por razones externas y evoluciones propias diferenciadas). Ejemplos sobre los que han trabajado los autores premiados, explorando referencias contrastables en sus conocidos estudios.

En lo personal, recojo con entusiasmo el premio y argumentación que lo soporta. Como muchos, he tenido la gran oportunidad de seguir sus trabajos, compartirlos en gran medida e incorporarlos a modelos, estrategias y políticas que he intentado aplicar (y lo sigo haciendo) a lo largo de mi vida profesional. En especial la obra de Daron Acemoglu, quien ha trabajo en múltiples y variados campos.

En Euskadi, son ya miles las personas que han venido estudiando, profundizado, transformando y mejorando los modelos “básicos” de referencia del profesor Michael E. Porter, en el marco de la Competitividad, las Ventajas Competitivas de las Naciones, la simbiosis y simultaneidad de las políticas económicas y sociales, la relevancia diferencial del capital humano y de las “Instituciones y Entidades para la colaboración”, además del rol institucional de los gobiernos (en todos los niveles), de la calidad de la llamada “industria de la política y la gobernanza”, como elementos determinantes de la Competitividad. Así, quienes hacen posible construir y reforzar las estrategias y políticas públicas, empresariales y sociales en nuestro país, no parecerán demasiado sorprendidos por lo que esto representa, sino reafirmarse en la bondad de estas ideas y elementos que marcan, claramente, la diferencia.

Por esta razón, merece la pena una amplia reflexión de lo que está pasando en nuestro alrededor. En un momento en el que Europa, por una parte, se enfrenta a uno de sus grandes desafíos de todo tipo en lo tecnológico, económico, social y político, careciendo de un pendiente y renovado sistema de gobernanza, realmente participativo (entre todos sus actores) e inclusivo, además de eficiente, eficaz, creíble y generador de entusiasmo creativo y comprometido. Una importantísima asignatura pendiente que resulta urgente, antídoto de la desafección existente, acometiendo una compleja e inevitable “revolución de su arquitectura institucional”. Aplazarla es tirar balones fuera y suponer que no pasa nada.

Los nuevos Nobel nos recuerdan que economía, política y sociedad no son variables independientes, sino miembros irremplazables e interrelacionados en cualquier solución a la búsqueda de democracia, seguridad jurídica, credibilidad, prosperidad, riqueza y bienestar. La política debe intervenir en la buena economía para el bien común al servicio de la sociedad. Desprestigiar la política, su ejercicio y a quienes se dedican a ella (de forma temporal o permanente), cerrar “el club” para una “industria aislada” del resto, o “maniatar a sus actores” para que no puedan abandonarla, mentir con el eufemismo “de un simple cambio de opinión” y usar los recursos y aparatos del Estado en beneficio propio, no es el mejor camino, ni el mejor ejemplo empático que la sociedad pueda recibir. En este marco, llama la atención, en el estado español, el escaso eco-denuncia que el modelo de gobierno instalado conlleva. Desde una debilidad parlamentaria real, instalados en un sistema de desgobierno vía “Decretos Ley Ómnibus” en los que cabe de todo en un mercadeo, punto a punto, incorporando las promesas y compromisos previos reiteradamente incumplidos, respondiendo a necesidades coyunturales y sin un proyecto o modelo de futuro conocido (compartido y creíble). Se percibe una falta de información, transparencia y controles democráticos suficientes enredados en un deterioro institucional, acrecentado por una perniciosa proliferación de descalificaciones mediáticas y persistentes signos de presunta corrupción o desgobierno en un clima de confrontación entre diferentes administraciones y niveles institucionales.

Deberíamos preguntarnos, si el Capital Institucional y social que premiamos en Estocolmo, se da aquí o, por lo contrario, va generando un deterioro creciente de difícil retorno.

Cuando explicamos en Euskadi, la posición actual, el estudio del país (con sus debilidades y necesidades no resueltas, también), destacamos el elemento diferencial que explica por qué muchos de los casos realizados aquí no se han podido realizar en otros lugares del mundo. Son en ocasiones, iniciativas y/o proyectos aparentemente parecidos, muchas veces con el acompañamiento de profesionales y/o líderes expertos que los han traído aquí, con participación de empresas multinacionales presentes aquí y en otras áreas base, con profesionales con los que hemos estudiado y aprendido juntos, en los mismo libros y proyectos que los demás, y compartimos teorías, metodologías, etc. similares o idénticas, y el resultado es diferentes. ¿Por qué unas naciones prosperan y otras no? Capital humano, Capital social, Capital institucional, Organizaciones democráticas con control y separación de poderes, con cultura colaborativa y desde la acción compartida pública-pública, pública-privada, privada-privada, comprometidos con la comunidad, cocreando valor empresa-sociedad. Un proceso sensible (pese a su complejidad objetiva) que no se improvisa.

Tal y como recordaba estos días el Mckinsey Institute con una entrevista realizada en 2021 al profesor Acemoglu (Forward Thinking) en la que afirmaba: “Entiendo que la política económica del crecimiento, cómo lo hacemos que suceda, qué tipo de Instituciones hemos de construir y fortalecer al objeto de facilitarlo, quienes se habrán de beneficiar, en verdad, del mismo, cómo lo regulamos (así como el poder, propiedad, uso y control de las tecnologías exponenciales y en especial la inteligencia artificial y la automatización-robotización) y sus procesos de transformación en marcha, están íntimamente ligados”.

Días antes de hacerse público el nuevo Nobel, la escritora Anne Applebaum publicaba su último libro “Autocracia, S.A.”, añadiendo a su larga referencia editorial a “la decadencia y caída de las democracias”, llama la atención sobre el deterioro observable en las Instituciones, la disminución de afecto y credibilidad por las sociedades a las que sirven, y el cuestionamiento de los marcos reguladores de los elementos críticos en las transiciones de futuro ante los crecientes desafíos, la calidad de las democracias, la proliferación de autarquías (formales o informales) y el traslado-concentración de poder en unos pocos (empresas, organismos, etc.).

El contraste de estas referencias supone una señal alarmante, “luces rojas” que apela a las sociedades para cuidar sus Instituciones, exigir la máxima calidad en su gobernanza, potenciar su capital político, capital social, capital institucional imprescindibles para el bien común, prosperidad, riqueza y bienestar esperables y deseados.

Zorionak! ¡Felicidades! A los premiados con este nuevo Nobel, agradeciendo su trabajo a lo largo de los años.

Liderar: inspiración colaborativa tras una historia creíble y compartida

(Artículo publicado el 6 de Octubre)

Todo grupo humano, organizado o no, de manera formal o no, asume, acepta, genera, tolera o, sobre todo, impulsa y promueve algún tipo de liderazgo que le transmita confianza, sentido y dirección hacia un espacio determinado. Además, grupos y personas, por lo general, esperan ser partícipes del viaje a recorrer juntos (ya sea con un protagonismo determinante o con, al menos, un acompañamiento y/o coordinación de su existencia, presencia y potencial contribución).

En tiempos convulsos y complejos, rumbo a espacios desconocidos, inciertos y con apreciables consecuencias (en especial aquellas que estimamos, a priori, negativas), nos volvemos más exigentes, si cabe, respecto de los liderazgos emergentes, a la vez que, en múltiples ocasiones, se convierten en una excusa cómoda para justificar nuestra menor implicación en las decisiones y rumbo tomados, a nuestro alrededor, minimizando al máximo nuestra corresponsabilidad en la marcha de las cosas. Con una tendencia a echarlos en falta, considerarlos insuficientes, poniendo el acento más en sus debilidades o ausencias de respuestas satisfactorias a nuestras inquietudes o deseos, que, de una plena consideración en la convergencia de compromisos, haciéndonos parte del colectivo, equipo, grupo, que permitiría llegar a un destino deseado (si bien las más de las veces, nosotros mismos no somos capaces de explicitar completamente ese “mundo final” deseado y esperado).

En este contexto básico, nos vemos rodeados de toda una larga serie de impactos (de los que somos coautores o afectados pasivos) y nos preguntamos sobre los diferentes niveles y tipología de liderazgo que necesitamos (en el mundo, en el país, en las organizaciones de las que formamos parte, en nuestra comunidad, en casa…), exigimos a quienes ejercen o se supone habrían de ejercer ese rol y, por supuesto, respecto de quienes creemos han de desempeñar ese delicado, esencial, imprescindible papel.

Son muchas, sin duda, las publicaciones, conferencias, modelos, debates, talleres de formación, etc. que se ocupan del tema y múltiples las opiniones en torno al tema y no siendo de extrañar la variedad de estilos, características e historias en relación con líderes sociales, políticos, empresariales… con todo tipo de resultados. Proliferan las “escuelas de liderazgo” y los manuales para generar procesos que lleven a la selección de nuevos líderes (mayoritariamente en el seno de las empresas u organizaciones sociales con o sin ánimo de lucro, o los gobiernos, empresas y entidades del sector público). Entre todos ellos, preparando una conferencia al respecto (“Haciendo y liderando la estrategia”), he tenido la oportunidad de repasar unos viejos apuntes que propuse en un Seminario In Company para sus Consejeros, respondiendo a una pregunta a debate: “¿Elementos para apropiarnos de nuestra propia estrategia?” y pretendiendo responder desde la acción convergente, empresa-país, a los desafíos esperables, más allá de las transformaciones esperables o en curso, en el contexto europeo, si bien, entiendo que en mayor o menor grado e importancia y prioridad, así como en la diferenciación básica de capacidades colectivas de partida, de validez en su aplicación en otros contextos geopolíticos y geoeconómicos en espacios inevitablemente interrelacionados. Desde la coopetencia público-privada-social y los nuevos roles que cada uno de los múltiples jugadores han de jugar en tiempos de pleno movimiento cambiante del modelo económico y social. En tiempos con predominio intenso de un complejo cambio generalizado de paradigmas que cuestionan a la práctica totalidad de sociedades, industrias, economías y organizaciones, condicionadas por el avance de un generalizado proceso de pensamiento estratégico generando inputs y cocreación de valor entre el mundo de la empresa, de los diferentes gobiernos y niveles en los que interactúa y de las diferentes comunidades en el que empresas (sobre todo) participan, a lo largo del mundo, con diferentes sistemas de gobernanza, cada vez más exigentes, más regulados, más obligados al logro de multi objetivos, a la vez y en todas partes, operando en un mundo más internacionalizado (del que se participa ya sea de manera activa o pasiva). Nuevos roles demandantes de liderazgos humanistas, inclusivos y sostenibles. Liderazgos necesitados de inversiones (personales e institucionales) en conocimiento, en nuevas capacidades, en procesos innovadores y valores-cultura explícitos a la vez que diferenciados (únicos) y soportados en modelos organizativos internos, de máxima calidad a la vez que agilidad y flexibilidad. Liderazgos comprometidos con la inteligencia mitigadora de riesgos, pero preparados para afrontarlos, con claridad y fortaleza, así como coraje para tomar decisiones desde la siempre compleja destreza motivadora en la ejecución.

Notas “viejas”, siempre en permanente actualización y revisión, contrastadas con terceros y experiencias, vividas, en una larga trayectoria profesional, que hoy he tenido la oportunidad de repasar a la luz de un reciente libro de enorme interés: “The Journey of Leadership” (“El viaje del liderazgo”) de un grupo de profesionales: Dana Maor, Hans-Werner Kaas, Kurt Strovink y Ramesh Srinivasan. Libro que recopila una veintena de narrativas personales de diferentes líderes reconocidos en diversidad de empresas y organizaciones, a través del recurso al “Story Telling” (“Contar historias” inspiradoras que lideren desde “su interior”, compromiso de vida y ejemplo). Poniendo el acento en inputs y lenguaje personal y diferenciado, con el que el líder transmite un vocabulario singular, una “ideología” y manera de afrontar la vida, su compromiso y futuro con el proyecto que propicia y, sobre todo, la empatía capaza de transmitir a todos aquellos que han de participar en el recorrido y resultados esperables.

A partir de este trabajo, los autores destacan lo que llaman el “liderazgo humano”, caracterizado por un comportamiento personal, con las personas en el centro del pensamiento y soluciones propuestas, humano, comprometido con un propósito social y para la gente (empezando por los propios compañeros directos del viaje emprendido). Líderes que aprenden permanentemente de ellos mismos, también. Se preguntan uno a uno, entrevistado a entrevistado, las cualidades, capacidades y compromisos que entienden han resultado críticos en su liderazgo; y establecen una recomendación general en la confianza de que emerjan nuevos líderes que empiecen a perfeccionar su viaje personal para el liderazgo humano deseable, o para todos aquellos que en pleno ejercicio de su liderazgo aprendido, han de incorporar nuevos elementos o condiciones,  fruto de nuevos contextos, direcciones o turbulencias imprevistas. Sus autores recomiendan aprendizaje permanente, reforzar la redacción de sus propias narrativas visionarias e inspiradoras e incorporar nuevo lenguaje empático motivador de la audiencia destino.

Así, hoy que vivimos rodeados de mucha charlatanería mediática que fabrican supuestos líderes, y a la vez una mayoría de acreditados, y comprometidos líderes, resulta imprescindible distinguir, ante la sensación de ausencia de voluntades solidarias comprometidas con un bien común, con respuestas colectivas a grandes y complejos desafíos, la existencia de múltiples liderazgos auténticos, probados, acreditados (aunque más de las veces poco reconocidos). Identificar verdaderos liderazgos, potenciarlos, acompañarlos, trabajarlos, nos ayudaría a todos, no solamente a aumentar nuestra confianza en el futuro, sino a transitar el largo camino necesario en multitud de proyectos y viajes estratégicos, imprescindibles por recorrer.

Grandes retos, enormes desafíos, incertidumbre galopante y todo un mundo en transición, demandante sí, de acciones y decisiones inmediatas, pero, sobre todo, de estrategias, propósitos y visiones de largo plazo que marquen el rumbo a seguir y aporten coherencia a cada paso, ágil, flexible y, por supuesto, firme a dar. Credibilidad, coherencia, testimonio y comunicación (real a la vez que inspiradora y motivante).

Sin duda, estamos necesitados de narrativas inspiradoras, creíbles, comprometidas con una orientación humanista inclusiva. Solamente así acertaremos en la elección de los “nuevos líderes” necesarios para una sociedad en plena y constante innovación transformadora. Liderazgo humano para estrategias de valor.

¿Y ahora? ¿Adaptaciones a una nueva Europa?

(Artículo publicado el 22 de Septiembre)

Con el reciente Informe Draghi proponiendo una nueva estrategia de competitividad, política industrial y desarrollo inclusivo para la Unión Europea, aún sin “enfriar, debatir o reposar”, pendiente de la nueva Comisión Europea tras su lenta y controvertida configuración, merece la pena anticipar algunas observaciones que pudieran contribuir no solamente a su análisis, sino, sobre todo, al impulso o rediseño de esa “Nueva Política Industrial” y las consecuencias para la gobernanza, instrumentos facilitadores a recrear o constituir de nuevo cuño, y a los elementos y espacios esenciales que habrán de facilitar o propiciar la tan ansiada “Autonomía estratégica” que la Unión Europea entiende como vector clave en el rumbo a seguir.

Coincidiendo con su presentación, he tenido la oportunidad de compartir ideas y reflexiones al respecto, de la mano de una conferencia y debate (“Economic, industrial and social transformation” – “Transformación social, económica e industrial”) que impartí  hace unos días ante un prestigioso e interesante grupo de empresarios y dirigentes alemanes, del Land de Baden-Wurtemberg, con ocasión de su “viaje profesional y de aprendizaje permanente”, realizado a Euskadi, deseosos de conocer el proceso y principales elementos de la estrategia de transformación seguida, con el peso relevante y conductor de la “política industrial vasca”, desde el acceso al autogobierno en los años ochenta hasta nuestros días, y, por supuesto, nuestro posicionamiento ante el futuro en el marco del desafío europeo: ¿Y ahora qué? ¿Adaptase a una nueva Europa urgida de una transformación más que radical?

B-BUG es una interesante organización creada en 1.955, constituida como foro y faro permanente de diálogo, contraste, aprendizaje y generación de impacto en su comunidad, rica en cursos, seminarios, publicaciones y partenariados generadores de redes de confianza y credibilidad colaborativa imprescindibles en beneficio de sus empresas y comunidades. Con un relevante respaldo de primerísimas empresas líderes en diferentes industrias, una amplia red de Alumni (tanto en activo, como en retiro parcial o total), influyendo en el liderazgo, gestión y compromiso social relacionado con sus empresas y países (en primer lugar, Baden-Wurtemberg, Alemania y, como no podría ser de otra forma, en todas aquellas regiones y países en los que sus empresas están presentes, desarrollando alguna parte de su cadena global de valor, a lo largo del mundo). Foro de ideas y buenas prácticas y, sobre todo, FARO estratégico para generar y orientar el liderazgo estratégico transformador. Un espacio cualificado de contraste y proyección de nuestra estrategia vivida y en curso.

Cómodos en el Marco Estratégico seguido en Euskadi, con la credibilidad del éxito transformador logrado, el dialogo con actores protagonistas de su propia estrategia -eminentemente industrial- en una sociedad manufacturera, tecnológica, innovadora, y con un evidente “paraguas social”, transitamos desde la profunda crisis (social, política, económica) en que nos encontrábamos hace 40 años, hasta una nueva realidad, exigente, demandante de renovados impulsos ante los grandes desafíos por delante. Convencidos, sin duda, de que la savia esencial de la estrategia seguida, no solamente se anticipó a lo que ahora parecería un clamor colectivo validador y solicitante de la apuesta inequívoca por una bien entendida política industrial, resulta satisfactorio participar del debate, hoy generalizado a lo largo del mundo. Concebida, en el marco de una estrategia país completa, más allá de la “manufactura estricta”, innovadora, directora de la tecnología requerida, integral con los servicios especializados relacionados, dotada de infraestructuras soporte, provocando-incorporando innovación educativa, financiación, capital humano esenciales para su logro.  La industria como garante de empleo (esencialmente local), proveedora de arraigo, desarrollo endógeno, pensamiento largo placista, favorecedor de inversiones y decisiones de largo recorrido, formalidad en el empleo, escenario motor de la interacción empresa-sindical-institucional, y fuente inacabable de nuevas iniciativas, tecnología y futuro.   En nuestro caso, además, un planteamiento pionero y que hoy se asume como natural e imprescindible, “paraguas social” con una estrategia económica, industrial, tecnológica, medio ambiental, integrada e inclusiva. Sólida base, asentada en la “cultura industrial” de nuestro país, generada y labrada a lo largo de los tiempos, siempre conectada al mundo (aprendiendo, interactuando, jugando un protagonismo diferencial) con un compromiso natural público-privado-social. Esencia creativa de nuevos instrumentos facilitadores y un objetivo compartido hacia el bien común.

Hoy, la Unión Europea presenta su nueva propuesta de Comisarios ante el Parlamento para su ratificación o veto. Su presidenta, dirige una carta misión a cada uno de los futuros Comisarios, indicando los principios y compromisos de su gobierno, el papel que han de jugar cada uno de ellos y la referencia a los principales documentos a considerar para el desarrollo de contenidos y prioridades en su labor “colegiada”, dando especial relevancia al Informe Draghi, su apuesta por la Competitividad y una nueva Política Industrial europea. Mario Draghi llama a la inevitabilidad de asumir que Europa vive en un nuevo escenario en el que, a priori, no parecería el “líder o ganador”, comparando con los que considera sus principales competidores o contrincantes. Estados Unidos y China, tras décadas de declive en su capacidad “competidora” en términos de PRODUCTIVIDAD. Señala con rotundidad la importancia de esta señal, recurre, con fuerza, a las causas “externas” pero no incide en la esencia interna principal que lo determina: la diferencia contributiva de nuestro capital humano. Nos invita a comprender un mundo en el que el intercambio comercial ya no es aquel de prometida hiper globalización “que beneficiaría a todos”, o la importancia de la energía (acceso a la misma y, en especial, a lo relevante de su excesivo costo comparado), y a un tercer elemento absolutamente crítico que, a relativa distancia, no hemos hecho demasiado caso en el tiempo: Defensa. Nos hemos sentido (al menos en casa) un tanto alejados de sus peligros directos y hemos confiado en el “protector americano” o los compañeros de viaje en países próximos al gigante temido. Hoy, sea interno o no el repliegue aliado, la Unión Europea ha de contemplar su defensa como variable imprescindible en la ecuación de bienestar y desarrollo e interiorizarla, también, en términos de factor diferencial de investigación, industria, innovación y avance tecnológico.

Señaladas estas consideraciones básicas, llama la atención sobre las “Transiciones” (a las que hasta el momento se les ha dado escaso interés o previsión). El buenismo (“salvar al planeta”, “resolver ya el cambio climático y sus denostadoras consecuencias”, “los nuevos paradigmas tecnológicos, sociales y del empleo”) nos lleva a poner el acento en el consenso mediatizador y objetivo final y pretendemos, sin asumir su impacto, también negativo, que el salto entre el presente y el futuro deseado no genere diferencias negativas. Tan solo acompañar las decisiones y planes con la frase “no dejar a nadie atrás” parecería escasamente suficiente. Draghi llama, sobre todo, a una verdadera transición hacia la “economía verde” que, bien hecha, en tiempo y resultados buscados, siempre que se enmarque en la COMPETITIVIDAD Y PROSPERIDAD que una nueva Estrategia Industrial promueva, generando el impulso innovador necesario, la recualificación profesional imprescindible, los partenariados múltiples que se requieren, la adecuación de proyectos transformadores y su apuesta energético-medio ambiental verde, hacia el éxito previsto. Este nuevo paraguas asume no liderar un espacio tecnológico, asociado, apreciando un gap escasamente mitigable, si bien la plena interacción experta y diferenciable, desde la manufactura, aspirando a un coprotagonismo esencial.

Señalada la profunda intensidad del desafío, identifica capacidades y base de partida potentes (Europa no es un parque temático o un vestigio del pasado como pudiera parecer). Un espacio y mercado interior de 440 millones de personas, con 23 millones de empresas que suponen el 17% del Producto Interior Bruto mundial, asentada en derechos humanos, democracia y bienestar (pese al desánimo colectivo, sin parangón en el “otro mundo comparable”). Mimbres sobre los que abordar un verdadero desafío hacia la PRODUCTIVIDAD (hoy en descenso generalizado en la Unión Europea), el CRECIMIENTO (parón europeo y parón mundial, aunque con importantes diferencias regionales), rediseñar el  BIENESTAR  que nos caracteriza (necesidad de algo más que una reinvención si queremos garantizarlo: salud, educación, bienestar social y el propio futuro del trabajo y sus consecuencias sociales atendibles), con financiación a largo plazo (inversiones ingentes y sostenibles que anticipa habrán de venir básicamente del sector privado con incentivos, garantías y emisiones públicas de riesgo común y compartido) y el “nuevo pensamiento estratégico en términos de seguridad”. Inversiones masivas, grandes cambios en las finanzas, el propio ejercicio democrático en todos los niveles y la gobernanza (gobiernos, empresas, organizaciones sociales) reconstruyendo el sistema, resultan imprescindibles.

Repensar una nueva Estrategia y Políticas Industriales completas será el reclamo base. Requiere, señalar un “nuevo marco de competitividad” para el que ha de impulsarse un mercado de capitales facilitador de inversiones para “el bien común”. Y, obviamente, llama la atención sobre el imprescindible cambio que ha de experimentar el modelo, cultura, funcionamiento de la Unión Europea. Se trataría de abandonar el excesivo y agobiante rol burocrático-regulador-administrador, con vuelta acelerada al principio de subsidiaridad, focalizar organismos al servicio de la estrategia y no a la satisfacción e intereses corporativos, y un largo canto-mantra hacia “LA SIMPLIFICACIÓN” y desburocratización agobiante del eje Bruselas-Estados Miembro.

Desgraciadamente, se deja en el tintero, elementos esenciales de su diagnóstico. Si la PRODUCTIVIDAD es el punto crítico del declive, ¿en qué medida hemos de afrontar sus causas poniendo especial acento en las personas y capital humano que lo determinan? Si la globalización ha demostrado su fallido intento en el beneficio repartido, ¿por qué no apostar por una GLOKALIZACIÓN real en la que las llamadas “ÁREAS BASE” son esenciales? Si la ampliación sin recursos, gestión, gobernanza concentra un centralismo asfixiante alejando países y regiones del centro diferenciado de decisiones, ¿por qué no intentamos avanzar en mucho más que una descentralización o desconcentración democrática del poder europeo?

En definitiva, tenemos una reflexión y propuesta más que significativa para “repensar la Unión Europea del mañana”. Son muchas las señales de potencial avance y oportunidades, así como de innumerables líneas rojas que dificultan o cuestionan su posible éxito. Pero, por encima de todo, es un extraordinario camino para la reconsideración del camino a seguir y de la relevancia de una verdadera y bien entendida y coordinada Estrategia Industrial, para la competitividad, el bienestar y el desarrollo inclusivo.

A pequeña escala, con grandes diferencias (sin duda, también en términos de complejidad), en Euskadi podemos comprender las claves básicas transmitidas para confiar en estrategias imprescindibles como las señaladas.

Basque Sweet Land. Un saludo y recuerdo especial a la Diáspora Vasca

(Artículo publicado el 8 de Septiembre)

Hoy, 8 de septiembre, celebramos en Oñati, Gipuzkoa, el día de la Diáspora Vasca.

En esta ocasión, ocupa especial reconocimiento el 50 Aniversario de aquellos primeros “cursos de verano” que estudiantes de la Universidad de Boise-Idaho realizaron, abriendo un fructífero camino por el que miles de estudiantes, profesionales y amigos de Euskadi han entrelazado su encuentro físico (complemento del emocional y cultural preexistente) con su nación origen reforzando, si cabe, su sentido de pertenencia a la Diáspora Vasca, con relevante presencia en su capítulo de los Estados Unidos de América. La iniciativa de Oñati ha venido fortaleciendo, de manera especial, un cualificado reencuentro con el euskera y con la realidad viva y cambiante de su querido, añorado y siempre presente país (compartido sin fisuras, con su otro país tanto de acogida, como de enriquecedor proyecto de vida).

El recuerdo y homenaje a gente que, como Carmelo Urza, promotor clave de estos primeros encuentros de Oñati, han impulsado movimientos, iniciativas y acuerdos imprescindibles para un logro que hoy, pasado el tiempo, pudiera parecer natural, y minimizado, resulta más que apropiado. El resaltar esta efeméride no es solamente un gesto de recuerdo, reconocimiento y agradecimiento a una histórica labor, impagable, de una Diáspora Vasca, a lo largo del mundo, a lo largo del tiempo, sino una invitación a su puesta en valor y estímulo para su integración plena en el devenir de nuestro país. Diáspora cuyos orígenes se remontan siglos atrás nutrida, paso a paso, por múltiples y variados procesos migratorios, obligados o voluntarios, con firmes raíces y alas, en/desde/para Euskadi. Urza, Jon Bilbao y el Departamento de Estudios Vascos en Reno (Universidad de Nevada), William Douglas (Amerikanuak), el Museo Vasco en Boise, la NABO (Worth American Basque Organization), confederando los Centros Vascos en América, Ray Eiguren …, tantos “militantes anónimos” que han hecho historia, labrado un presente de éxito y fortalecen, hoy,  las bases de un futuro de interrelación imprescindible, renovándose, día a día, con la propia Euskadi “del interior”, creando una relación innovadora construyendo su propio futuro.

Así, hoy, entre tanto repaso al mundo investigador, académico, cultural, económico y social que tanto aporta, dejamos espacio destacado para el recuerdo de tantos que han ganado, con su esfuerzo y testimonio, la credibilidad y confianza que nuestro país recobra. Nuestros verdaderos embajadores, generalmente anónimos, que nos abren las puertas a lo largo del mundo. Oñati, recordará hoy, también, y con más de una lágrima de alegría, el impacto de Robert Laxalt, en sus primeros lectores, en la añorada distancia, del “Basque Sweet Land” (“Dulce tierra vasca”) con la que el querido autor despertaba el recuerdo, nostalgia e ilusión, de aquellos pueblos pirenaicos de su lejana Euskadi Norte, que nutrían, en aquellos años, gran parte de nuestras comunidades en los Estados Unidos. Hoy, día de alegría y predominio de recuerdos e intenciones positivas, en la que algunos obviarán, por el bien de la convivencia colectiva, las dificultades, rechazo, intentos de boicot o atentados de ETA que intentaron, entonces, impedir la celebración de aquellos cursos que hoy festejamos. Días en que ETA hizo suyas las descalificaciones y adscripciones falsas que algunos referentes de la época (Monzón- Txillardegi …) les atribuían supuesta dependencia infiltrada de la CIA o del propio Franco y sus servicios de Inteligencia, en lo que se suponía pretendían conformar una célula revolucionaria. ¿Otros tiempos?

Pero, más allá de esta celebración particular y más allá de la dulce y romántica evocación a la novelada narrativa de Robert Laxalt, del rol especial de hoy con referencia a esa parte que supone nuestra presencia activa en Estados Unidos, nuestra Diáspora Vasca (yo mismo soy fruto de ella) se extiende a lo largo del mundo y se conforma como auténtico “Octavo Herrialde o Territorio Vasco”, en esta aún Nación sin Estado, por construir, trabajando con la mirada larga desde la concepción integral más allá de organizaciones político-administrativas que a lo largo de la historia han venido configurando espacios fragmentados, y que día a día, habrán de configurar nuevos espacios, democráticamente elegidos por la sociedad vasca de cada momento. Este Herrialde “exterior”, es parte de la base madre, “en el interior”, une y vive con su fortaleza, con su sentido de pertenencia y compromiso, no ya de los recuerdos, nostalgia y seguimiento pasivo de lo que pasa aquí, sino que ejerce una contribución activa, enriquecedora y permanente al presente y futuro de nuestro país, con la fortaleza que ya lo ha hecho en el pasado y, en especial, en momentos dolorosos y difíciles en los que la libertad, democracia, bienestar, desarrollo económico, oportunidades y progreso de los que hoy disfrutamos, brillaban por su ausencia. Esa Diáspora que tanto colaboró en los años obscuros en los que nuestro país carecía de autogobierno, de Instituciones democráticas, sin presupuestos públicos, con Lehendakari y Gobierno en el exilio, sin aparatos político-sindicales, sin recursos, sin altavoces creíbles en el exterior, con escasísima presencia en la economía y comercio internacional. Una Diáspora que también ha padecido penurias, que ha vivido la mayor parte de su existencia con la lejanía física, incapaz de acercarse a casa, a sus familiares y amigos, a sus pueblos.  Hoy, nuestra Diáspora continúa viva y es partícipe directa de nuestro desarrollo y progreso económico y social, aspirando a generar impacto directo en nuestras vidas (y en las suyas).

La Diáspora Vasca es protagonista, de manera especial y relevante, en el amplio y complejo proceso migratorio a lo largo del mundo. Hoy, más que nunca, si cabe, hemos de poner la atención en esto que parecería, para muchos, nuevo, distante o incluso ajeno. Vivimos (y viviremos de manera permanente a lo largo del tiempo) crecientes movimientos migratorios, de origen, causa, efectos distintos. Estamos inmersos en un debate crispado y permanente en torno “al problema migratorio” y parecemos centrados en las consecuencias y reflejo negativo que se propaga, como es el caso español, dominado por discursos cambiantes, hirientes, demagógicos y sin propuestas reales de solución, cada vez más alejadas del foco a seguir. Inmigración ilegal, seguridad, empleabilidad o no como mano de obra, menores no/sí acompañados, cupos en una incompleta ley de extranjería, inmigración circular, “lucha de cerebros” o visados dorados son utilizados, día a día, en un debate alejado de espíritu constructivo y de gestión. Así, la Oficina Internacional de Migración, actualiza día a día todo tipo de estadísticas, incorporando etiquetas a una Diáspora en la que pretende incorporar todo tipo de personas que viven fuera de su hogar de origen, mantienen un determinado vínculo con su tierra, cultura y valores base y participan de interacciones colectivas con otras personas de su misma comunidad de origen. A partir de aquí, “masas, olas, movimientos migratorios”, sea cual sea la causa, voluntaria o no, que lo motive, engrosarán este tipo de clasificación y, obviamente, demandan soluciones variadas, claramente diferenciadas.

Como todo hecho generalizable, requiere un ejercicio de distinción y búsqueda de un propósito que posibilite clarificar su propia realidad de modo que se pueda considerar y gestionar de manera correcta y diferenciada. Así, la migración masiva requiere una conectividad ordenada (en sí misma y con las comunidades de origen y acogida), una memoria colectiva, grupos convivenciales en torno a elementos compartibles, sentido de pertenencia e interacción (real, física, emocional o en su memoria y recuerdo, idealizado o no, esperanzado en el retorno o en la nueva vida de acogida), conforman trayectorias o proyectos de vida concretos con aspiraciones distintas. Y, de esta forma, conforma un auténtico movimiento asociable con una determinada Diáspora, que, por definición, tiende a asociarse y agruparse, a generar diferentes tipologías de entidades y/o instituciones, interlocutoras con sus gobiernos (los de origen y los del destino deseado o no).

Nuestro “espacio de futuro” contempla crecientes olas migratorias y con Diásporas cambiantes con las que los “territorios base” han de interactuar, en positivo, en una simbiosis colaborativa y enriquecedora. El papel de las diferentes Diásporas cobra especial relevancia. Su contribución en el país de origen y el país de acogida, sus actitudes y comportamientos en sus “nuevos espacios de inclusividad” forjarán nuevas conexiones, nuevas oportunidades, nuevos modos de vida, retando políticas de actuación positiva, gobernanza ad hoc, coprotagonismo origen-destino y, por supuesto, redoblados esfuerzos institucionales con los miembros de las respectivas Diásporas, físicamente en destino, emocional, social y culturalmente, comprometidas con el origen inicial (propio o de sus antepasados). Raíces y alas conjugan nuevas actitudes y comportamientos, en impactos duales, por lo general, con sentido real de doble pertenencia.

Nuestra Diáspora Vasca cuya fiesta hoy celebramos, más allá de situaciones coyunturales, geopolíticas, administrativas, de “legalidad” que confiere el estatus y condición política, en cualquier momento de la historia, apelando a su pertenencia y base natural, ha sido, es y debe ser, contemplado como parte indisociable e integrante de la nación vasca. Además de su percepción voluntaria de identidad, imagen y compromiso permanente y de sentido pleno de pertenencia, ha jugado, juega y jugará un papel relevante para el país, ha de ser reconocida y fortalecida en una “ola bidireccional” de relación y enriquecimiento mutuo. Las proyecciones demográficas (EUSTAT 2050) no prevén grandes olas migratorias que modifiquen de forma sustancial nuestro tamaño en términos de población (si con variaciones etarias relevantes e historias de vida diferenciadas), que pueden ser atendidas de forma más que gestionable. Pero, más allá de su valor “intrínseco” como pieza natural e indistinguible del propio pueblo vasco y de su pertenencia activa, el papel estratégico de la Diáspora e insustituible y su capacidad de generación de valor social, económico y cultural, imprescindible.

La Diáspora Vasca, como otras muchas, destaca por sus enormes intervenciones positivas, lobby natural-estructural, trasferencia de capital humano, decisiones compartidas en y desde todo tipo de entes colaborativos y refuerzo de sistemas académicos, educativos, investigadores, diplomacia internacional, representatividad, respeto… Nuestra red primaria a partir de las Euskal Etxeak-Centros Vascos amparados institucionalmente, se extiende a lo largo del mundo fortaleciendo un enjambre con estrategias compartidas, bajo obligada gobernanza democrática integrada, también, en órganos de asesoramiento institucional prevalente ante otro tipo de organizaciones o asociaciones de la presencia vasca en el exterior (adecuada a movimientos profesionales, estancias temporales, actividad económica, etc.) y facilita la canalización de recursos al servicio de las políticas sociales, culturales, de cooperación, lingüísticas, enriqueciendo una presencia compartida a lo largo del tiempo y del mundo. Hoy, en Oñati, desde el recuerdo, renueva su compromiso permanente como parte activa e insustituible del país. Sin duda, una imagen y mensaje en positivo.

El corto y largo camino hacia la esperanza

(Artículo publicado el 25 de Agosto)

La Convención Nacional Demócrata de los Estados Unidos de América, celebrada esta semana en Chicago, ha oficializado la candidatura de Kamala Harris a la presidencia, acompañada de quien sería su vicepresidente, Tim Walz, en caso de lograr la ansiada victoria electoral el próximo 4 de noviembre.

En un cuidado ambiente de ilusión, unidad y coherencia de mensajes bajo el paraguas mediático de “la vuelta a la esperanza… respondiendo a una perversa y amenazante destrucción de la  democracia y perdida de la libertad”, se proyectaron cuatro grandes reclamos electorales: “For the People” (por y para el pueblo), “A fight for our freedom” (una lucha por nuestra libertad), “for our future” (por nuestro futuro) y la imprescindible contribución activa de todos quienes deseen el apoyo a la candidatura propuesta: “When we fight we win” (cuando luchamos-trabajamos, ganamos). Y, por supuesto, con la guinda oratoria del inigualable apoyo del expresidente Barack Obama: “Yes she can” (si, ella puede) y la del expresidente Bill Clinton: Time for joy (tiempo de felicidad-alegría).

Con este más que positivo inicio de campaña, despertando un optimismo imprescindible para comprometer al país en la búsqueda de un futuro deseable, cabe preguntarse si la ola de entusiasmo y generación de expectativas ganadoras llegará al ánimo del verdadero votante estadounidense, al margen de las expectativas de quienes lo contemplamos desde el exterior, y si se activará a favor de la más que compleja agenda que ha de afrontar la vicepresidenta Harris para satisfacer las demandas de los estadounidenses, el rol que corresponde a Estados Unidos en el complejísimo tablero geo político y geo económico internacional, además de su más que imprescindible e inmediata participación en la normalización y pacificación  democrática. En un mundo necesitado de liderazgos con evidentes muestras de ausencia y desarticulación en una siempre reclamada “Comunidad Internacional”, demandante de nuevas recetas e instrumentos para afrontar un futuro más que incierto. Se quiera o no, un rol relevante a jugar por Estados Unidos, evitando un repliegue exclusivo en su propio territorio.

Kamala Harris tiene un corto a la vez que largo camino por recorrer salpicado de múltiples desafíos tanto internos como externos controlables o no exclusivamente por ella por su estrategia por sus políticas y por sus capacidades de apoyo dentro de los propios Estados. Grandes desafíos con el añadido de su doble papel, en estos escasos meses de trabajo, siendo a la vez, vicepresidenta del Gobierno de los Estados Unidos. Posición y responsabilidad de cuyas políticas, acertadas o no, ha sido co responsable, así como de las decisiones que aún cabe esperar vendrán en los próximos meses. Posición y legado que le lleva a decidir poner en valor, sin complejos, el trabajo realizado como compañera inseparable del viaje realizado, compartiendo éxitos y fracasos del actual gobierno o distanciarse de todo aquello que se supone debió compartir o que pudiera entender que por distintas circunstancias en este requieran un camino diferente (nuevos tiempos, nuevos escenarios).

Kamala Harris ha de afrontar convergentes desafíos internos que ella sin duda, dada su trayectoria e historial político y capacidades, ha de ser capaz de solucionar, respondiendo a las exigencias de la sociedad americana, así como una serie de riesgos-oportunidades externos. Soluciones propias para exigencias del ciudadano medio y “clase trabajadora”, como ella sugiere, que pasarían por la redefinición de una nueva estrategia económica que profundice en las políticas que vienen desarrollándose en torno al acta CHIPS, pilar de su apuesta inversora con los mayores fondos públicos conocidos en post guerra al servicio del renacimiento industrial y la política manufacturera y de creación de empleo endógeno para “alcanzar el futuro”, potenciando los elementos asociables con el cambiante mundo del trabajo, de la formación, del desarrollo rural y  regional y de las ciudades (en especial sus barrio y zonas marginadas). Nuevos impulsos para favorecer una economía inclusiva al servicio del bienestar, despejando las dudas que el reciente resfrío bursátil del pasado agosto parecía poner en entredicho, así como la preocupante publicación de los últimos datos de pérdida de empleo alumbrando un posible parón en la eficiencia del mercado laboral.

¿Podrá entusiasmar la articulación de una verdadera estrategia de riqueza, bienestar, empleo y desarrollo inclusivo que responda al “sueño americano” de todos y cada uno de los ciudadanos cuyo compromiso (en el voto mañana, en el trabajo permanente después), requiere? ¿Convencerá en su propuesta su voluntad y capacidad transformadora de un aparato de la industria política de Washington, generador de un profundo desencanto y distancia respecto del ciudadano medio objetivo?

Sin duda, se trata de una complejísima tarea a llevar a cabo, con muy poco tiempo para convencer a sus votantes. No ya de su logro durante su futuro mandato, sino de llevar a su ánimo la confianza en su potencial ejecución.

Pero si la agenda interna resulta enormemente compleja, hemos de añadir el incalculable desafío que afronta en todos aquellos otros elementos externos de cuya solución inmediata se le responsabilizará, exigiendo respuestas convincentes para hoy, cuando la solución de los mismos ni está solamente en sus manos, ni depende exclusivamente de su propia agenda: ¿Será suficiente este período electoral para constatar una solución (seguramente temporal más que definitiva de alto el fuego) en este, complejo, intenso, doloroso y multi causa conflicto palestino- israelí?¿será capaz el mundo en general, y Estados Unidos en particular, de favorecer una solución también parcial y  temporal a la guerra provocada por la intervención de Rusia en Ucrania?¿jugará un papel satisfactorio en el nuevo contexto Atlántico con los imprescindibles cambios a incorporar en el seno de la OTAN, de la Unión Europea y por supuesto de todas y cada una de las partes implicadas, con una profundización, al parecer, en políticas, presupuestos y estrategias de defensa y seguridad, que se anticipa más que complicado en los meses inmediatos una vez relanzada la nueva Comisión Europea y las respectivas elecciones o cambio de gobiernos previstos?, ¿habrá una solución, también temporal, a la migración irregular en la frontera sur con México (de implicación en toda América Latina), coincidente con el relevo presidencial Lopez Obrador- Sheinbaum?

Sin duda un corto y largo camino, a la vez, ante un ilusionante y motivador encuentro con la esperanza en la recuperación democrática y la búsqueda de nuevas soluciones al servicio de agendas políticas, sociales, económicas, al servicio de esa sociedad media que refleje el sentir y demanda mayoritaria del pueblo americano con el compromiso de preservar la libertad, el bienestar de todos evitando dejar las bolsas de marginalidad existentes a lo largo del país, aportando un papel clave en el sistema mundial.

La esperanza en el “Yes she can” (Si, ella puede), proclamado por Obama, no es solo una esperanza para los estadounidenses, sino que, sin lugar a dudas, es, y puede serlo, para los muchos desafíos, inquietudes y necesidades colaborativas, demandadas a lo largo del mundo.

¿Y si esta vez fuera verdad?

(Artículo publicado el 11 de Agosto)

Tiempos convulsos, inciertos y complejos que exigen, si cabe, más que nunca, de gobiernos líderes comprometidos con el servicio demandado por las sociedades que representan y dirigen, que manifiestan un alejamiento y desconfianza en las bondades de unos sistemas democráticos que no parecerían convencerles ni entusiasmarles, con sus propuestas para un futuro mejor y para todos, cuya credibilidad parecería cuestionada.

Un panorama gris y preocupante, demandante de una verdadera actuación comprometida, solidaria y de todos para todos a la vez, basada en información veraz sin eufemismos camuflados, auténticos, claramente explícitos, que garanticen la calidad de las propuestas, el coste beneficio esperable en sus resultados y los verdaderos objetivos que se proponen.

Desgraciadamente asistimos a una larga cadena de actitudes y comportamientos confusos y muchas veces contrarios a lo comprometido, faltando al apoyo democrático recibido como aval prestado. Así las cosas, no debería sorprendernos ni el desánimo ni el descontento de la población, ni el agravamiento de un peligroso déficit democrático y de gobernanza, generadores de una profunda insatisfacción. Preguntarnos de manera retórica el porqué de la caída de las democracias no sirve de mucho apelando tan solo al resurgir interesado de extremismos, o recurrir al tan presente cambio sociológico post pandemia, y obviar la secuencia de políticas aplicadas y su conexión con las sociedades a las que se lidera, gobierna o sirve, prescindiendo, a la vez, del análisis profundo de los propios roles desempeñados por cada uno en el ejercicio de sus responsabilidades.

Son demasiados los ejemplos observables a lo largo del mundo que llevan a un desánimo colectivo cuyo precio pagamos todos y que desgraciadamente provocan una creciente brecha entre gobernantes y gobernados. Brecha que resulta cada vez más difícil reducir o eliminar.

Esta semana asistimos a un relevante ejemplo con ocasión de la investidura del futuro presidente de la Generalitat de Cataluña que, al margen del resultado que aporte, surge de un más que  polémico acuerdo que para una parte dice suponer la ruptura del procés independentista o soberanista catalán, para otros la reconducción de aquello  que provocó la intervención desde los poderes centralizados del Estado español anulando la autonomía y gobierno catalán, legítimo, la inhabilitación de su Parlamento y sus decisiones,  el exilio de su presidente y dirigentes políticos, el encarcelamiento y supresión (inhabilitación o persecución) de los líderes del momento, el calvario judicial de muchos ciudadanos con la confiscación de sus bienes, una acentuada paralización de la Administración Autonómica, un claro perjuicio económico y financiero para Cataluña y los catalanes con una salida de empresas para resituar sus domicilios fiscales fuera de Cataluña, teledirigidos por órdenes, decretos  y presiones del Gobierno español para llevarlos a sedes artificiales fuera de su entorno natural y real, así como un largo etcétera de dolor y dificultades sobrevenidas, Para otros, no firmantes, la sensación de la unidad y años perdidos, minando aspiraciones colectivas de una capacidad propia para tomar las decisiones de su propio futuro y supeditación a un gobierno a distancia desde los intereses prioritarios de otros ámbitos de decisión e impedir el ciclo de regreso de un presidente legítimo forzado al exilio.

El preacuerdo que posibilita y justifica esta investidura es un futurible desconocido.  Lo insólito no es solamente que los partidos firmantes no se hayan atrevido a hacer público documento alguno, ni explicar su contenido o defender con firmeza y valentía lo que creen bueno y positivo para Cataluña, para el Estado español, para su autogobierno y para la población que han de servir, sino que callen de  forma truculenta hasta lograr una presidencia claramente inestable, que habrá de condicionar, también, el más que precario apoyo que el presidente Sánchez tiene desde su clara minoría en el Congreso español, la inevitable participación de las Cámaras Legislativas, las diferentes Comunidades Autónomas y todo un sistema social, político y legal para facilitar las modificaciones imprescindibles para hacerlo posible.

Esta vez no solo no dan explicaciones a la sociedad sobre el posible acuerdo, ni siquiera a sus propios militantes, afiliados y órganos de dirección de partido y gobiernos de los que forman parte. Lo único conocido es un texto de parte, en catalán (siempre habrá coartada de parte para decir que no es oficial su redacción), sin firmas, ni logos, filtrado a través de sus “ fuentes próximas habituales”, con una versión del  Partido catalán ERC, mientras el PSOE ( y mucho menos el PSC como convidado de piedra y beneficiario indirecto) el Gobierno español y su partido PSOE, cierran filas de silencio con algunos comentarios en privado (“no es lo que ellos dicen, siempre exageran  lo que dicen lograr y queda demasiado tiempo para su posible cumplimiento”) fieles al estilo al que nos tienen acostumbrados.

En su larguísima historia de incumplimientos, esta vez la fuerza del acuerdo se centra en un engañoso título (“Concierto económico solidario”) que se supone determinará en los próximos años una financiación singular para Cataluña. que le permitiría gestionar los impuestos que se generen y paguen en su territorio, contribuyendo con el pago de los servicios que el Estado preste en Cataluña conforme a las competencias realmente transferidas y asumidas por Cataluña, conforme a su Estatuto de Autonomía, y aportaría una “cuota de solidaridad” con el resto de Comunidades Autónomas. La elección de su denominación no es casual. Pretende  confundir con el término “concierto económico” para hacerlo parecer a los conciertos y convenios forales del País Vasco y Navarra, a la vez que añadir un equívoco adjetivo “solidario” como si las comunidades forales mencionadas no lo fueran, tratando de contentar a una falsa progresía de izquierda y opinión pública ,con un falso espíritu  redistributivo colaborativo y una aproximación igualitaria común que colme reivindicaciones de otras regiones en un sistema de régimen común, que requiere una absoluta reforma. Una inevitable reforma que no puede resolverse con un acuerdo declarativo de parte, para salvar una investidura concreta. Un documento sin cifras, sin plazos de cumplimiento y ejecución, sin compromisos reales explícitos, sin mecanismos e instrumentos que permitan conocer el alcance de lo que supone, y siempre supeditada a lo que decida el Congreso de los Diputados el día de mañana. Máxime, con un congreso y un Senado que no están bajo el control o decisión única del partido firmante y con la mayoría de las Comunidades Autónomas (de régimen común) que habrán de decidir el futuro modelo de financiación.

Hasta que podamos conocer lo pactado y, sobre todo su ejecución real, no antes de 2026 en sus primeros pasos, hemos recibido 3 mensajes: uno del presidente Pedro Sánchez, otro el de ERC como firmante convocando a su militancia para apoyar su investidura, y el del presidente en funciones de la Generalitat Pere Aragonés, ya en su última rueda de prensa tras su último Consejo de Gobierno.

Esta vez el presidente español ha ido más lejos y nos ha dicho que se trata de colocar una pieza esencial de la construcción, en curso, de un Estado federal, abordar un siempre futurible nuevo sistema de financiación para todas las comunidades autónomas y municipios en el Estado, (“avanzando hacia un espacio más federal”). Por su parte, ERC, ha preguntado a su militancia si apoya investir al presidente socialista a cambio de la soberanía fiscal para Cataluña. ¿Soberanía fiscal? nos preguntamos cuando ni lo filtrado ni lo comentado por su contra parte se deduce. Y el ya expresidente Aragonés declaraba exultante marcharse satisfecho de su gobierno “habiendo logrado el mejor objetivo posible y el mayor avance para Cataluña a lo largo de los 40 años de autonomía

¿Y si esta vez fuera verdad? Si le creemos al presidente del gobierno español,  podríamos soñar con que su partido está volcado en esta apuesta, que sus socios de gobierno comparten la convicción de su mensaje, que contará necesariamente con nacionalistas y soberanistas para llevarlo a cabo, que se dará carpetazo a la penalización del proceso catalán, se abordarán de inmediato los nuevos Estatutos, se renovaría un nuevo estado de relación Cataluña- España además de todos aquellos otros Nuevos Estatus pendientes (en especial en Euskadi) y las reconfiguraciones imprescindibles de las nuevas estructuras de Estado en aquellos que aspiren a ese nuevo espacio confederal.

¿Estaríamos en condiciones de comprometer una verdadera estrategia de reconfiguración de un nuevo Estado? ¿Y si esta vez fuera verdad? Imaginemos que se trata de un proyecto real, de un compromiso firme y de una verdadera invitación a construir un futuro distinto, de avanzar hacia una estructura moderna para un Estado y naciones con aspiraciones propias de autogobierno y soberanía en diferentes grados.

Unos y otros avanzando hacia una estructura moderna para un Estado diferente con un verdadero futuro de progreso y desarrollo deseado. ¿De verdad existe un propósito, una estrategia, voluntad, compromiso, visión y liderazgo para aportar las soluciones soñadas cuando iniciamos una transición superadora de una dictadura, de un sofocante y paralizante aislamiento internacional?