San Francisco se convirtió -como todos los años- por una semana en la capital de las tecnologías de la información aplicadas a la transformación de la economía en una Sociedad de la Información, de la mano del Oracle Open World. En torno a 60.000 profesionales de este mundo se dieron cita en tan relevante evento en el que además de las novedades tecnológicas presentadas, el networking y los más de 3.000 casos expuestos aportaron un gran trasfondo al conocimiento.
Adicionalmente, en esta ocasión, su coincidencia temporal y espacial con la celebración de las finales de la Copa América y el triunfo de la embarcación de ORACLE-USA, dio un halo de espectacularidad y notoriedad singular.
En este marco único, como no podía ser menos, ha cobrado especial relevancia un tema cuya complejidad e implicaciones de toda índole (política, social, tecnológica…) ha de acompañarnos de manera significativa: el «Big Data».
El hecho positivo de disponer de una capacidad de almacenamiento y gestión de la información como el alcanzado en estos momentos es único en nuestra historia. Empresas y gobiernos podemos acceder a una información casi ilimitada pudiendo aplicarla en la práctica totalidad de campos tanto del management, el consumo personal, la salud (y esencia de la misma) tanto desde su conocimiento histórico y estadístico como, sobre todo predictivo, facilitando cualquier proceso de toma de decisiones. Complejidad informativa, simplificación tecnológica, generalización en su uso y acceso, abaratamiento de costes finales y todo un mundo de oportunidades al servicio de una Sociedad más y mejor informada.
Ahora bien, ¿Estamos preparados para gestionar y aplicarla de forma adecuada? ¿Quién y cómo controla y establece los límites en el difícil espacio fronterizo entre información, libertad y seguridad?
Cómo toda tecnología, su bondad o maldad no están en sí misma sino en su uso. El Big Data es una realidad. Su uso controversial, también. Si, además, los novedosos sistemas convergentes Ingeniería + Infraestructura + Software se hacen asumibles en la «nube pública», su potencial incremental se prevé ilimitado.
La tecnología está aquí. Sus posibilidades, abiertas, y dependerá de nosotros y del campo de juego que la propia Sociedad establezca, su buen uso en beneficio del progreso económico y social.