Hacia una nueva visión de la Competitividad. Desafíos y oportunidades

(Artículo publicado el 8 de Julio)

Hace unos días, se celebraba en Bilbao el 25 Aniversario de la creación de la revista Estrategia Empresarial, promovida, fundada y dirigida por José Ignacio Arrieta, quien nos dejara hace unos meses, con la idea de “comunicar hechos positivos de la economía vasca y sus actores”. Recordemos que 1.993, año de su nacimiento, representa uno de los puntos más adversos y críticos de nuestra economía (en especial nuestra industria manufacturera), coincidente con el entonces más que incierto “nuevo mercado interior europeo” que se supone superaría los llamados “costes de la NO Europa”. A la realidad empresarial de aquel momento, la mayoría de los medios de comunicación destacaban por resaltar cualquier noticia negativa, lo que, unido al escenario de terrorismo, violencia y conflictividad política y sindical, ofrecía una psicología colectiva escasamente favorable al optimismo.

El evento-homenaje mencionado, permitió destacar un interesante coloquio entre líderes de empresas relevantes de/en Euskadi (CAF, Petronor, Euskaltel, Accenture, EDP, KutxaBank) y a los Consejeros de Desarrollo Económico y Economía y Hacienda del Gobierno Vasco. Todos ellos, desde su experiencia y trabajo diario, destacaron, de una u otra forma, los principales desafíos a los que nos enfrentamos: revolución 4.0 y economía digital, escasez previsible de personas-talento-especialización para el modelo económico futuro (esperable y/o deseable), el efecto tractor de sus empresas respecto de la pyme vasca y el efecto internacionalizador que pone en el punto de mira la participación o no en las nuevas cadenas globales de valor, en el marco de lo que pudiera considerarse “una nueva competitividad”.

Ante tales desafíos, el consenso general del panel en cuestión, mostraba un optimismo inquieto, basado en el buen estado general de nuestro “modelo vasco”, de la resiliencia demostrada por nuestra economía ante sucesivas crisis, la mejora en participación internacional de clusters y empresas vascas, la buena valoración comparada de planes e instrumentos clave (industria digital, especialización inteligente, innovación, formación profesional…) y, en especial, de la actitud permanente pro-empresa y pro-industria de las Instituciones vascas desde el inicio del autogobierno (1.980) post franquista, destacando el llamado “modelo vasco de colaboración público-público y público-privado”. No en vano, cabe recordar que todas las empresas presentes en el coloquio, explican su éxito actual, en gran medida, además de su buen hacer empresarial, en la intervención colaborativa institucional en momentos críticos o esenciales de su historia (Petronor y un entronque en la política de ampliación del Puerto de Bilbao y las estrategias energéticas-fiscales vascas; EDP fruto de la estrategia gasista vasca y la privatización de Naturgas creada y desarrollada por el Gobierno, Diputaciones y municipios vascos en momentos difíciles y de máximo riesgo; KutxaBank por evolución transformadora de las Cajas de Ahorro Vascas y la Plaza Financiera de Bilbao; CAF con el apoyo especial de Gobierno Vasco y Diputación Foral de Gipuzkoa e incentivo accionarial de sus líderes “misioneros” empresariales amparando en fondos de I+D y programas especiales superadores de su crisis de los 90, desplegando nuevas estrategias de innovación, internacionalización y modelo de negocio; Euskaltel fruto de una iniciativa pública desde la red institucional de Euskalnet). Sin duda, un extraordinario ecosistema competitivo público-privado y público-público tejido desde el compromiso colaborativo mutuo, haciendo de estas empresas, de la red de pymes interrelacionadas y de Euskadi, el espacio de competitividad y bienestar del que hoy disfrutamos.

Ahora bien, en este marco positivo, la preocupación suscitada de la mano de los enormes retos futuros a los que hemos de enfrentarnos, pone el acento en tres elementos clave que merecen una especial atención: 1) la revolución 4.0 que supone, más allá de la tecnología, un cambio disruptivo que dará lugar a nuevos modelos de negocio y de empresa, nuevos mercados y relaciones/experiencias de los profesionales, directivos y consumidores y una relativa desmaterialización y disminución de la importancia de escala física y geográfica empresarial; 2) las nuevas capacidades y competencias demandables por las emergentes tecnologías y organizaciones exponenciales (inteligencia artificial, robótica, biotecnología, nanotecnología, genómica…) que exigirán nuevos modelos de formación, generación, atracción y retención de personas para su desempeño; 3) la propagación de cadenas globales de valor que pueden provocar la paradójica consecuencia de que las empresas vascas, líderes internacionales, se integren en dichas nuevas cadenas globales y potencien su desarrollo exitoso, a la vez que necesiten, cada vez menos, del área base o territorio competitivo vasco.

Este último punto, supone hoy, uno de los aspectos más relevantes en el mundo de la “Nueva Competitividad” y junto con su encaje en un marco más amplio del crecimiento y desarrollo inclusivo. El territorio juega un papel, si cabe, cada vez más relevante. En esta línea, en el seno del World Economic Forum, se ha venido intensificando el análisis específico que permite responder al gran desafío. En los últimos cuatro años, desde el Consejo Asesor para la Competitividad, impulsamos una serie de “proyectos motor o guía” que ha venido marcando un camino relevante (más proyectos e inquietudes que respuestas concretas). Un primer paso, tímido, fue intentar bajar el análisis de la competitividad estatal o nacional a los ámbitos subnacionales o de Ciudad (de amplia tipología hacia Ciudades- Región), definiendo los determinantes de la competitividad de las Ciudades. Bilbao-Euskadi fue uno de los casos base de análisis (“The Competitiveness of Cities. The global Agenda Council on Competitiveness“La Competitividad de las Ciudades”). Más adelante, incorporamos el análisis de la creación del empleo adecuado para dicho factor competitivo a las inversiones “globales” de las empresas base y a la movilidad o migración de talento y bienes, la consistencia de la competitividad subnacional o regional al amparo de la inversión exterior directa y el comercio global (“The Case for trade anual competitiveness. Global Agenda Councils on Competitiveness”). El tercer paso consistió en abordar las “Cadenas globales de Valor” y contrastar sus características y desarrollo con aquellos casos de estudio que habían sido considerados “exitosos y buenas prácticas” como “Ciudades-Región Competitivas”. Nuevamente, Bilbao-Euskadi fue incluida en el Informe (“Building Global Value Chains for the 21st Century”–Construyendo cadenas globales para el siglo XXI. Bilbao- Basque Country).

Finalmente, en un contexto ya mucho más amplio, el Foro Económico Mundial, ha venido integrando la Competitividad en el marco de múltiples estudios relativos al “Crecimiento Inclusivo”. En este sentido, otro paso más en el contraste vasco lo constituye el Informe “Beyond the Equity-Efficiency Trade-Off: Practical ideas for inclusive growth and competitiveness in Europe”, con la participación del Banco Europeo de Inversiones y el Think Tank Bruegel, además del World Economic Forum (The Europe Inclusive Growth & Competitiveness Lab).

Todas estas reflexiones se veían reflejadas en otro emotivo y alentador evento celebrado este pasado jueves en AIC (Automotive International Center) en Boroa, con ocasión del XXV aniversario de ACICAE-Cluster del automóvil de Euskadi. Primer cluster europeo en la especialidad, líder y vanguardia en la colaboración público-privada, fruto de una extraordinaria y progresiva transformación innovadora que ha sabido superar las dificultades y desafíos de la historia e industria que le vio nacer, afrontar un nuevo y complejo mundo internacionalizado, suplir con imaginación y gestión de excelencia la carencia de empresas fabricantes (OEM) en sus etapas iniciales y transitar de fabricar autopartes a sistemas y funciones, interrelacionar diferentes industrias (máquina herramienta, aceros especiales, tecnologías de la información, energía, medio ambiente, soluciones integrales de transporte, aeronáutica…) en torno a una visión clusterizada orientada a los mercados, cambiantes, momento a momento. Su fuerza, excelencia de gestión y apuesta colaborativa, permiten contemplar ese futuro retador desde un relativo sentido de confianza en nuestras capacidades y posibilidades.

En definitiva, desde el optimismo racional de una posición en vanguardia, Euskadi, su economía, sus empresas y modelo de competitividad, cabe provocar las preguntas de futuro: ¿Ante los nuevos desafíos en un mundo y economía claramente cambiante, trabajamos en las claves de la nueva competitividad incluyente del país, de sus empresas… y sus personas? La historia comentada, las fortalezas de partida, dan lugar a recorrer riesgos y desafíos desde la esperanza e ilusión necesarios.

Salud para todos, movilidad social e inclusión

(Artículo publicado el 24 de Junio)

La extendida manía de diferentes gobiernos en comunicar “buenas noticias” de manera anticipada evitando concretar el contenido y alcance de las mismas, lejos de favorecer su gestión y generar credibilidad y coherencia, se convierten en fuente de descrédito, desafecto y frustrada confusión.

Este es el caso del gobierno español, presidido por el Sr. Sánchez (PSOE), necesitado de saltos acelerados para demostrar que se trata de un gobierno normalizado con vocación de permanencia y no un improvisado puente temporal para terminar con el agotado periodo Rajoy-Partido Popular, a la espera de una nueva convocatoria electoral. Diez días para ofrecer un intenso cambio (pensiones, salud, migración, educación, políticas penitenciarias…), si bien no han ido más allá de declaraciones de su portavoz o de entrevistas de sus ministros tras su improvisada toma de posesión (varios de ellos, incluso, sin haber pisado aún su despacho). Este es el caso de la extraordinariamente bien acogida noticia de la “restauración de la sanidad pública universal para todos, incluyendo inmigrantes, indocumentados, sin papeles, etc. presentes en el Estado español”. Desgraciadamente, las prisas olvidaron no ya solo que los asuntos oficiales deben publicarse en el Boletín Oficial del Estado y que, en este caso, requerían concreciones en términos de Decretos publicados previa firma del Rey que, dicho sea de paso, estaban de gira por Nueva Orleans y San Antonio, para aparente sorpresa o desconocimiento presidencial. Pero, más allá del retraso, la falta de concreción, las prisas y la descoordinación interna, ha provocado no solo la preocupación de quienes deberían apoyar las medidas a tomar (el Congreso, por supuesto, y, sobre todo, las Comunidades Autónomas, otros Ministerios como Seguridad Social, Hacienda, Trabajo y Migración, etc., por no citar a los partidos políticos que apoyaron su investidura y no su gobierno monocolor). Saber que el acceso universal viene acompañado de copagos para pensionistas y para no cotizantes a la Seguridad Social, o de restricciones a determinados servicios y prestaciones, o de la revisión del coste de acceso a medicamentos en función de rentas fiscales, o de “peajes a la dependencia” (variables según el grado de implantación del Bienestar Social en cada organismo y territorio…), no hace sino alertar al gobierno que gobernar de forma responsable no es sinónimo de moverse a base de encuestas, gabinetes de comunicación o globos sonda. Un estado descentralizado, un determinado reparto competencial, diferentes niveles institucionales de responsabilidad y decisión política, un pluri-partidismo y un concepto amplio no limitado a espacios sectoriales, en este caso de la salud, conforman un marco y reglas del juego predeterminados que han de tenerse en cuenta. El ordeno y mando de Moncloa pasó a la historia hace ya mucho tiempo.

Lo esencial, debe residir en el contenido deseado: acceso universal (real) a la salud. Es en este intento en el que han de centrarse los esfuerzos. Se trata de ofrecer verdadero valor en salud para todas las personas y poblaciones en el Estado, de una manera real, eficiente y sostenible. Este es el verdadero desafío.

Esta misma semana, la OCDE (Organización para la cooperación y desarrollo económico que incluye treinta y siete Países Miembro) publica un informe, de aconsejable lectura, en la definición de políticas sociales y de protección y progreso social: A Broken Social Elevator? How to Promote Social Mobility. (¿Un elevador social descompuesto? Cómo promover la movilidad social). El informe parcial, forma parte de un amplio trabajo en curso sobre la Iniciativa de Crecimiento Incluyente (Inclusive Growth Initiative), bajo el paraguas de un sugerente reclamo: “4.600 Millones de personas aspiran a una vida mejor y quieren formar parte de ese nuevo mundo por crear”. Iniciativa que viene trabajando en torno a un marco de políticas públicas orientado a entender y mitigar los vectores de la desigualdad, los determinantes socioeconómicos de la salud y de la educación transformadores de nuevos modelos de desarrollo económico, capaces de generar espacios inclusivos de progreso social. Así, al margen de variaciones país a país, la constatación general recogida en el informe no difiere de las principales señales y líneas rojas que el cada vez más extendido movimiento hacia un desarrollo y progreso social incluyente viene promoviendo a lo largo del mundo desde múltiples actores e iniciativas. Entre ellas, la necesaria consideración de la salud como un vector clave en el desarrollo de las personas y de las Comunidades en que viven, su potencial capacidad generadora, también, de riqueza, empleo y bienestar, y su elocuente impacto en la mitigación de desigualdades y factor acelerador del ascensor y movilidad social en el complejo y necesario tránsito desde la pobreza y marginación hacia la igualdad, el futuro compartido y mucho más que una deseada esperanza de vida (no solo en años) de alta calidad. Un informe que alarma sobre el estancamiento de la movilidad social, destacando cómo, de manera regresiva e impactante, “manteniendo las actuales políticas salariales, de salud, educativas y persistentes iniciativas desiguales de crecimiento, un niño nacido en una familia pobre, necesitaría, por lo menos, cinco generaciones para alcanzar un nivel medio de ingresos, en promedio en los países de la OCDE, haciendo que el 60% de las personas permanezcan atrapadas en la categoría inferior del 20%, mientras el 70% se mantiene en las superiores, así como que uno de cada siete hogares de clase media y una de cada cinco personas que viven cerca de los ingresos inferiores, caen al 20% inferior”. Toda una condena para permanecer, por generaciones, en el estrato originario, consecuencia de la buena o mala suerte del destino, naciendo de uno u otro lado de la línea entre la inclusión con futuro mejorable o la exclusión aceleradora de la marginalidad.

Desgraciadamente, no se trata de nada nuevo ni inesperado. Es la constatación, una vez más, de una desigualdad creciente que cuestiona las políticas al uso. En tiempos de tecnologías e innovaciones exponenciales y disruptivas, parecería razonable no persistir en políticas y sistemas continuistas y en curso. Nuevas preguntas, nuevos desafíos, nuevas redefiniciones de objetivos resultan absolutamente imprescindibles. Oportunidades, salud y bienestar sería la trilogía de dimensiones complementarias por superar que propondrían Stiglitz y otros líderes del pensamiento transformador, incitando a una revisión rigurosa de un buen número de mensajes que han adquirido carta de naturaleza con el paso del tiempo, pese a que sus consecuencias distan mucho de la verdad que proclaman: “el empobrecimiento y encarecimiento del sistema de bienestar es culpa de la inmigración, de la globalización o de las élites”, “nos engañaron ofreciendo un mundo de beneficios y oportunidades y no nos lo han dado”, o “los beneficios globales del último siglo compensan, sobradamente, y en términos relativos, el avance social.

Sin embargo, más allá de identificar culpables (siempre ajenos a nuestra propia responsabilidad, por lo que la confortabilidad individual nos confiere inocencia plena) o de encontrar excusas justificativas, es tiempo de reenfocar soluciones y afrontar los retos observables. Ante todo, nuevos compromisos, nuevas soluciones y acciones reales. Más tarde, ojalá, será el tiempo de comunicar logros y resultados satisfactorios o exitosos.

Entre guiños y realidades. Desafíos de Gobierno.

La vertiginosa e intensa semana política vivida en el cambio de gobierno español con las aún insospechadas consecuencias políticas e institucionales que con toda seguridad habrán de producirse, ha desplazado a un segundo plano, casi ausente en el debate mediático, otros focos relevantes de interés. Desde una silenciada “transición embrionaria” en Catalunya, con un nuevo gobierno que conlleva la suspensión o supresión automática del artículo 155, con la restitución de la autonomía catalana y de su dirección legítima emanadas de su Parlamento y electorado, pasando por  la guerra arancelaria de Estados Unidos-Trump alterando el orden comercial globalizado y su ruptura unilateral del Pacto Nuclear con Irán, o  la superación temporal de la incertidumbre italiana y su impacto en “los mercados” y la mini crisis (en lo que a duración inicial se refiere, que no a la profundidad del debate que la ocasionaba en el conflictivo abuso o interpretación de los poderes del Estado y su reparto entre la Presidencia y el Parlamento), o el lento camino de la Unión Europea en el que pudiera parecer su ralentizado deseo en su propia reinvención o transformación acordada hace ya casi dos años en el entorno del Brexit (que sigue su curso y cronograma), cuya reseña noticiable parece haber desaparecido de los primeros planos, o el peligroso anuncio de la diplomacia dominante en Bruselas para modificar los porcentajes de voto con la excusa de “evitar representaciones populistas o minoritarias”. Cuestiones que, aunque no constituyan ni titulares de prensa, ni foco del debate en la calle, existen y condicionan el día a día más de lo que pudiera parecer.

El nuevo gobierno español, recibido con especial valor mediático, transmite, entre otras cosas, lo que ha venido en llamarse “un guiño a Europa” (sobre todo a la Comisión Europea y al estatus quo dominante más que a Europa propiamente dicha). Así, desde la presencia del ex presidente del Parlamento europeo como Ministro de Exteriores y de la nueva Ministra de Economía (ex directora comunitaria de presupuestos) o del Ministro de Agricultura (con especial presencia europea en los siempre controvertidos programas y presupuestos de la Política Agraria de especial implicación en Andalucía), se transmite lo que según las crónicas, es un mensaje a Europa de una firme apuesta y compromiso con sus políticas y líneas de acción. Además, la casualidad coyuntural, ha hecho que el nuevo presidente iniciara su agenda internacional con los primeros mandatarios de dos estados muy distintos y con una relación claramente diferenciada con la Unión Europea en curso: Andorra y Ucrania. Dos realidades que bordean la Europa real, relativamente al margen del núcleo estatal de la Unión Europea de los 27-28, UK(con el proceso de salida del Reino Unido). Adicionalmente, la próxima semana, Pedro Sánchez se estrenará en el Consejo Europeo en las reuniones ordinarias correspondientes. Lleva, sin duda, un colaborador, conocedor y conocido que, fruto del pacto permanente y crónico del bipartidismo (populares y socialistas), reparte puestos, cargos, funcionariado, presupuestos, por períodos de alternancia que soportan, en la práctica, una agenda escasamente diferenciada, ya que sus responsables saben que la “oposición” de hoy es el gobierno de mañana y viceversa en una “estabilidad” que se supone positiva para los Estados, pueblos, ciudadanos y empresas e Instituciones europeas y que bajo la bandera del consenso mediatizador garantiza inmovilismo, enmascarado en un modus operandi y modus vivendi que no solo no parece satisfacer a la mayoría de los europeos, sino que incrementa, día a día, la desafección ciudadana, la inconformidad con su gobernanza, los desequilibrios entre Estados Miembro, la desigualdad progresiva y la distancia respecto de un futuro deseable y máxime cuando las crisis económicas y sociales se ven acompañadas de aplazamientos reiterados de decisiones (políticas de acogida y atención a refugiados e inmigrantes, por ejemplo), demandas de europeos en naciones sin Estado, o declaraciones antidemocráticas como la de su Comisario europeo de Presupuesto, el alemán, Günther Oettinger, afirmando que “los mercados enseñarán a votar correctamente a los italianos” (frase y actitud que, de una u otra forma, parece instalada en los foros duros de decisión de la Unión Europea). Por cierto, la mano derecha de este Comisario en Bruselas es la nueva Ministra de Economía en el gobierno español. Esperemos que en Bruselas tan “solo haya ejercido de funcionaria sin responsabilidades, ni inclinación política”. Los dirigentes europeos de    dicha estabilidad recurren a adjetivos de minorías, localistas o euroescépticos, lejos de mirar hacia dentro y comprender su cuota de responsabilidad en el creciente desafecto.

 Por tanto, dada la impronta europeísta del nuevo gobierno español que parece constituirse con vocación de permanencia y deseoso de conducir la legislatura, lejos de ejercer un rol instrumental para la disolución y convocatoria de elecciones que parecía ser el destino inmediato, merece la pena observar el contexto europeo en el que habrá de moverse. Será seguramente una de las mejores formas de conocer su programa, toda vez que, en esta ocasión, la investidura constructiva no incluía programa de gobierno alguno.

La próxima semana, el Parlamento europeo (sesiones plenarias) y el Consejo, celebran sus reuniones ordinarias con una larga batería de asuntos sobre la mesa, dejando muchos de ellos pendientes (bien por falta de avances o acuerdos hasta el momento: refugiados, Brexit, acuerdos con países terceros, las alternativas a la Europa futura sugeridas por Jean-Claude Juncker, etc.), si bien recuperará medidas esenciales como su ratificación del Pacto Nuclear con Irán, lo que llevará a aplicar y actualizar el llamado “Estatus de Bloqueo” levantando embargos, permitiendo a países, empresas y entidades europeas realizar transacciones e inversiones. Incluso, se propone calificar a Irán como país elegible para la inversión europea. Una clara y rotunda respuesta a Trump, posicionándose, nuevamente, en contraposición a las decisiones unilaterales estadounidenses no compartidas con Europa (y, en especial, Francia, Alemania y Reino Unido. Recordemos que el Reino Unido participa con normalidad en los órganos y decisiones de la Unión, salvo en los que afecten al proceso negociador del Brexit, manteniendo sus plenos derechos europeos hasta que se produzca su salida). Como vemos, aviso para algún despistado, “declarar la independencia y no proponer un proceso para ejercitarla y acordar un nuevo estatus político, no significa ni su aplicación inmediata, ni su abandono de la Unión Europea al día siguiente”. Es decir, no hay necesidad de que las empresas salgan corriendo, con nocturnidad, abandonando su ecosistema competitivo y raíces, hacia Alicante o Madrid, para cobijarse al amparo de un decreto de un gobierno que, como los hechos han demostrado esta semana, era el más inestable de todos.

Así, este mes de junio, culminarán los trabajos de la actual presidencia (Bulgaria) dando paso, por rotación, a Austria para el período julio-diciembre de 2018 (a España, por curiosidad, le corresponderá en el 2023, coincidiendo con la llegada del tren de alta velocidad aprobada como primer proyecto de conexión transeuropea en el Estado español hace tan solo veinte años). El período búlgaro ha centrado su agenda en fortalecer la unidad entre los Estados Miembro y las instituciones de la Unión Europea y aportar soluciones en la construcción de una Europa más fuerte, más segura y solidaria. La Agenda marco de Austria se centrará en el futuro de Europa y los jóvenes, en los Balcanes occidentales (incluido el reconocimiento e ingreso de Kosovo), la seguridad, estabilidad y economía digital. Recordemos que desde 2016, el nuevo ordenamiento de agendas europeas, estructura procesos colaborativos de tres Estados Miembro al objeto de coordinar una Agenda Marco a 18 meses, de modo que los tres Estados a quienes habrá de corresponder la presidencia temporal en dicho periodo, trabajen “juntos”. Así, Bulgaria ha sido un paso intermedio entre Estonia (con un fuerte impulso a la economía digital) y Austria.

Por tanto, sabemos que la impronta austriaca se dará en el marco final de la “Estrategia julio 2017-diciembre 2018” que se definió “orientada a las demandas futuras de los europeos, recuperando su confianza en las instituciones de la Unión, acercándolos a una mejor y simplificada regulación y encaminar el debate sobre el futuro de la Unión Europea de los 27”. Bajo este marco general, a destacar las principales líneas estratégicas: 1) Empleo, crecimiento y competitividad, desde una óptica de avance económico y social, en un contexto de internacionalización creciente y globalización “revisable” con un fuerte impacto de la tecnología desde el esfuerzo de reactivación de la inversión pública y privada (Plan Juncker, aún poco ejecutado); 2) Profundizar en el Mercado Único, como pilar de éxito y cohesión de la Unión y, en especial, generar un “Mercado único digital”; 3) Implementar la agenda 2030 de sostenibilidad de Naciones Unidas con especial focalización en la economía circular (concebida, también, como fuente de nuevos empleos e impulso innovador); 4) “Invertir en el futuro”, apostando por recuperar y potenciar una sólida base industrial, educación, emprendimiento y talento e infraestructuras asociadas, dotándose de un nuevo “Marco Financiero multianual” en el que se integren de forma especial unos renovados fondos estructurales. Nuevo marco que pretende auditar, revisar y redefinir programas como el HORIZON 2020 (Innovación y Tecnología), Erasmus (movilidad estudiantil), “Europa Conectada, Europa Creativa” con dudosos resultados reales hasta la fecha e infraestructuras trasfronterizas; 5) Potenciar el EURATOM (el Programa marco para la Defensa); 6) “Simplificar”, “Redimensionar” y “Replantear” la política agraria común; 7) “Profundizar” en la Unión monetaria y bancaria hacia la creación del “Mercado europeo de Capitales”; 8) Construir la Unión energética desde “una clara mirada” al cambio climático; 9) Garantizar una Europa segura, libre y justa y 10) Preservar los derechos humanos, la protección y cohesión social.

Estrategia que pretende una Europa con voz, fortaleza y espacio propio como actor destacado en el contexto mundial.

Europa, por tanto, marca un camino al que el nuevo gobierno español dice hacer un guiño. Está por verse, si es más que un programa y en qué medida cada una de sus líneas estratégicas son traducibles a la situación correcta del Estado español de hoy, a las demandas sociales, económicas, financieras, territoriales y políticas de una sociedad variada y diferenciada con múltiples reclamaciones pendientes.

 Así las cosas, pasada la euforia del primer momento, “comprados” los mensajes mediáticos teledirigidos en el constante goteo de cargos y nombres, procede la valoración real del nuevo gabinete y las intenciones del presidente. No se trata solamente de conocer y apreciar biografías o CVs educativos o de responsabilidades de partido y administración de forma aislada, o del reparto territorial atendiendo a las necesidades y equilibrios de partido, sino de asociarlas tanto a la realidad de los envites y desafíos a los que habrán de enfrentarse, como a la estructura global del gobierno, sus estructuras y el grado de integración o coherencia de sus áreas de responsabilidad y coordinación y, por supuesto, respecto de la cercanía o alejamiento de lo esperable por los diferentes grupos parlamentarios que apoyaron su investidura que, recordemos, ni su gobierno, ni mucho menos, sus políticas o programa inexistente en el momento del apoyo. La necesidad de concluir con el gobierno del PP no era sinónimo de votar un gobierno socialista sin compromiso o pacto alguno, que supondrán o no su supervivencia, en la medida que sea la práctica ordinaria: acordar y pactar según visiones, compromisos y proyectos compartibles.

El presidente Sánchez ha dado sus primeros pasos nombrando su gabinete y definiendo su estructura. Un primer paso que, de entrada, supone el encarecimiento no presupuestado (no ya en los pendientes Presupuestos Generales del estado a expensas de los primeros movimientos del PP ya en la oposición), consecuencia del cambio de nombre de todos los Ministerios creados, con el consiguiente cambio de logos, nombres, papelería, ubicaciones, instalaciones y movimientos aguas abajo. Todos cambian sus nombres, las áreas de responsabilidad se mueven de un sitio a otro y se generan iniciales y aparentes confrontaciones inter pares y espacios que, más allá de nombres ministeriales, suponen un verdadero descenso en su peso relativo en la gobernanza. Demasiado movimiento para un gobierno que hace dos días parecía llegar para disolver el Congreso y acometer una legislatura de mínimos: Censurar, ordenar e iniciar la regeneración, proclamaba. Llama la atención el escaso peso de Economía y la confusa asignación de un mal entendido concepto de competitividad asociable a Empresa (economía digital y otros espacios que parecen complicar las responsabilidades de otros Ministerios como industria -mucho nombre y poco juego diferencial-, Ciencias, Innovación y Universidades, “Transición hacia la economía ecológica” con energía, agua, medio ambiente y cambio climático además de economía circular…, o la desaparición, en peso relativo, de Empleo, por no citar una Vicepresidencia en cuyo nombramiento no se recogen competencias específicas de coordinación, y con la incógnita habitual de Hacienda y presupuestos).

Recordemos que el gobierno del presidente Sánchez no nace ni con el apoyo, ni con el consenso, ni con el programa común o compartido de los parlamentarios y grupos políticos que posibilitaron su investidura. Nadie pretendió votar un gobierno del PSOE, sino dar por terminado un gobierno concreto. La gobernanza, el programa, las políticas y acciones a desarrollar exigen, no olvidarlo, compartir, negociar, pactar todos y cada uno de los pasos por venir.

Lo mismo que el guiño europeo, resulta necesario entender e interpretar otros guiños imprescindibles en una agenda propia sobre la que construir y tejer confianza, complicidades y resultados. El sorprendente poder y fortaleza del presidente ganados en pocas horas, no puede limitarse a ser la amalgama interna en su partido, sino que ha de ser la base imprescindible para afrontar las agendas pendientes.

Ha desaparecido el artículo 155, pero no la apuesta catalana por un nuevo marco de relación y ni mucho menos han salido sus presos a la calle, ni regresado sus dirigentes del exilio (ni por supuesto, en otro orden menor de cosas, el retorno de las empresas “invitadas” a salir de su entorno competitivo real). ETA ha desaparecido, pero la ausencia violenta no ha concluido con la normalización y convivencia exigible. Euskadi podrá contar con un determinado presupuesto y compromisos concretos, pero ni el Estatuto de Gernika ha terminado de cumplirse, ni mucho menos su demanda de un nuevo estatus político y modelo de relación se ha visto satisfecho. El modelo autonómico, geométrica y políticamente variable, en el Estado, sigue siendo una realidad no debidamente resuelta y la financiación y recomposición territorial no es solamente cuestión de reparto de cuotas presupuestarias desde la unilateralidad centralizada. La utilización ilegítima, perversa y propia de democracias de escasa calidad e intensidad de los aparatos del Estado (con el maléfico triunvirato Interior-Justicia-Medios de Comunicación) existe y no es cuestión de “cambiarlo de manos”, sino de erradicar sus prácticas y abandonar la justificación de hacer política desde esas otrora llamadas cloacas del Estado. Las estructuras inútiles e ineficientes en tantos campos (empleo, seguridad social, función pública, educación-formación…) esperan su renovada sustitución. La recuperada creación de empleo, concentrada en actividades de no alto valor añadido o suficientemente formalizado, no ha terminado, ni con el excesivo desempleo, ni con el gap negativo formación-ocupación-rentas.

Por supuesto, los desafíos a los que ha de enfrentarse en el escenario actual (y futuro), ni son una agenda exclusiva del gobierno, ni es posible su logro en dos días como la reciente investidura lo ha sido. Pero, los guiños seguidos de acciones concretas del gobierno sí serán la fuente de fortaleza, confianza, compromiso y vías guía de solución. Como siempre, todo un desafío. Tiempo al tiempo. Conviene no equivocar los roles asignados. Deseemos acierto y suerte en este complejo y largo recorrido. Efectivamente, todo un desafío que, una vez más y si cabe, en esta ocasión, con un mayor grado de compromiso, requiere amplios, múltiples y variados pactos con todos aquellos que facilitaron su investidura.

Euskadi, Ferias y Máquina Herramienta. ¿El futuro que viene?

(Artículo publicado el 27 de Mayo)

Una buena costumbre adquirida a lo largo del tiempo es la de visitar Ferias y Encuentros internacionales de vanguardia para observar, entender y aprender de las diferentes industrias e iniciativas relevantes en el mundo. La suerte de contar en Bilbao con uno de los certámenes de la máquina herramienta mundial, no solo facilita esta oportunidad, sino que nos permite renovar la confianza en un complejo e incierto mundo en el que la tecnología, la innovación, la formación y las estrategias y apuestas territoriales condicionan (condicionarán aún más) nuestro futuro, el de las nuevas generaciones y los espacios de riqueza, empleo y bienestar de Euskadi.

Mañana, lunes 28, se inaugurará en el BEC de Barakaldo, BIEMH30, gran feria Bienal de la Máquina Herramienta. Hannover y Bilbao alternan, históricamente, los principales encuentros mundiales en la materia.

Pero ¿por qué es tan importante y relevante una Bienal de Máquina Herramienta en Bilbao?

La Bienal en Bilbao, ni es una feria más, ni es algo “extraño” a la cultura industrial de nuestro país, ni mucho menos, algo alejado de las preocupaciones, tendencias, ocupaciones y desafíos a los que las sociedades modernas hemos de enfrentarnos. Es futuro, pero, a la vez, es presente.

Sin duda, mucha gente pensará que es un certamen o evento más, algo para “minorías especialistas”, para “empresarios” alejados de las demandas y políticas sociales, o de “viejos talleres tradicionales y locales” alejados del glamur de las industrias “tecnológicas y globales” del futuro. Todo lo contrario.

Empecemos por recordar que Euskadi produce el 90% de la máquina herramienta (y sus componentes) del Estado español, que supone, además, el sexto productor mundial, que es esencialmente exportador, líder innovador, generador de alto valor añadido, conocimiento y palanca esencial, desde sus aplicaciones, en las industrias del oil & gas, en el de las energías (eólica, solar, térmica, nuclear e hidráulica en mayor medida), automoción, aeroespacial, ferrocarril, salud y, en definitiva, el corazón de la fabricación o manufactura avanzada. Hablar de digitalización de procesos, ciberseguridad, fabricación aditiva, big data, la “nube”, el internet de las cosas, la realidad virtual, inteligencia artificial, es hablar de nuestra máquina herramienta. Es, en definitiva, hablar de la síntesis motora de la apuesta País que ha querido hacer de la industria manufacturera el elemento diferencial en el modelo de desarrollo económico de nuestra Sociedad. Una cultura de vida y trabajo que se inscribe en nuestro ADN, lo que supone, entre otras cosas, destacar el corazón de nuestra geografía, sus pueblos y comarcas, nuestra cultura industrial, su formación profesional, el origen de nuestro gran semillero de emprendedores y empresarios, de un tipo de empresa familiar claramente arraigada y vinculada al país, a la vez que un motor de la internacionalización de nuestra economía. No es decisión caprichosa o voluntaria la apuesta por esta industria, clave de la estrategia de desarrollo económico, en diferentes versiones, a lo largo de nuestra historia: escuelas de aprendices, maestría industrial, ordenación sectorial preferente, un sinnúmero de iniciativas y políticas públicas pioneras a lo largo del tiempo (CN 100, CN 1000, Gerencias Sectoriales, 3-R, Clusters, RIS3, Industria 4.0, Fábrica del Futuro…)

El mundo de nuestra máquina herramienta, ha sido y es, a la vez, prueba y práctica permanente en las políticas sociales desde la empresa, fundaciones laborales, la vinculación ahorro-negociación colectivas, disciplina socio-laboral y participativa… forjando una base irrepetible de fortalezas y capacidades difícilmente copiables.

Y es precisamente en este contexto, en el que una audaz y positiva apuesta institucional llevó, en su día, a la construcción del BEC, sucesor de la antigua Feria de Muestras de Bilbao. Precisamente, la Bienal de la Máquina Herramienta y la Bienal de Ferro forma demandaban un espacio, capacidad y exigencias de modernización que determinaron las apuestas por el BEC (y en palabras del entonces Diputado General de Bizkaia, Josu Bergara: “Aunque solamente fuera posible mantener y captar estas dos Ferias, merecería la pena este proyecto, canalizador de ayudas públicas viables”). Gracias a este tipo de decisiones, mañana, el BEC lucirá sus grandes galas, jugando un rol esencial como escaparate destacado de nuestro País.

“Make it Big” (Hazlo grande) es el reclamo de este encuentro, con más de 40.000 visitantes “profesionales”, presencia de 1.750 empresas, de 21 países, en un micro cosmos de empresas, centros tecnológicos, centros de formación profesional, Universidades, reflejo del llamado ecosistema vasco, plataforma diferencial de una economía situada en los primeros lugares del contexto global.  Un certamen profesional junto con una de las mejores “ferias especializadas de empleo” en la que las empresas se visten de gala para ofrecer un mundo y empleo a mucha gente joven que, en su formación y entorno, suelen escuchar, como mensaje excluyente, las maravillas que, tras el glamur de cuatro o cinco empresas tecnológicas globales o entidades de servicios multinacionales, parecerían exigir “carreras expatriadas y globales” para “tener futuro”. La realidad es, por el contrario, la existencia de grandes oportunidades de altísimo valor en casa. Nuestra máquina herramienta necesita ese extraordinario conocimiento que nuestro país genera y ese conocimiento tiene y debe tener acogida real en nuestras apuestas de futuro. En casa sí, hacia el mundo, también.

Euskadi volverá (como, afortunadamente, viene siendo cada vez menos noticiable) a recibir miles de visitantes extranjeros que llenarán nuestros hoteles y consumirán nuestros servicios de conocida calidad. Volverá a destacarse el valor añadido del país, proyectaremos una clara imagen positiva y reforzaremos las ventajas competitivas de nuestra industria, de nuestras empresas y, por supuesto, de nuestro modelo de sociedad y apuestas de futuro.

Esto es la máquina herramienta vasca. Más allá de los talleres, de la PYME y de la tantas veces denostada “actividad local”, merece la pena recordar y resaltar el “inimaginable” mundo creativo e innovador de nuestro tejido empresarial. Por encima del impacto inmediato que generará el evento (40 millones de euros) y tras el recinto ferial, vive un clúster vasco de la máquina herramienta con 1.700 millones de euros de ventas/año (de los que casi 1.300 lo son al exterior). Mañana, con el reclamo de la BIEMH2018, reforzaremos el “IN” que proponen sus organizadores: Innovación, internacionalización, inteligencia de negocio, industria 4.0, soluciones inteligentes y Work Inn. Sin duda, motivo de satisfacción y confianza en el futuro.

Hace pocos días, la Asociación de la Máquina Herramienta celebraba su Asamblea anual e invitó como orador principal, fruto de un reconocimiento especial a las puertas de su jubilación, a Miguel Lazpiur, uno de estos grandes trabajadores-empresarios característicos de esta industria. En su intervención se preguntaba: ¿Cómo y por qué te inicias a trabajar en este mundo de la construcción de maquinaria?, ¿qué mantiene tu motivación?, ¿qué aportas a la sociedad? Y se contestaba: Vocación, compromiso, necesidad (de “ganarte la vida, enfrentarte a retos, dificultades y desafíos”). Y decía: “no he dejado ni de trabajar, ni de estudiar, nunca; he pasado la vida viendo máquinas y aprendiendo y de ellas, aprendiendo, enseñando y vuelta a aprender. Ir a Ferias, seleccionar máquinas de interés, desde la humildad, escuchando a tu equipo y aprendiendo entre todos”. Y finalizaba: “aprendimos que no podíamos ver ni el país, ni la empresa como un paraíso, sino como una huerta que debemos trabajar, día a día”. Ilusión, compromiso, trabajo en equipo, amor por el trabajo bien hecho…”.

Sin duda, una gran síntesis aleccionadora, construyendo “máquinas” y poniendo en valor gran parte del corazón industrial que soporta, en grandísima medida, nuestro bienestar.

La Bienal en cuestión, coincide con un entorno de complejidad e incertidumbre, deteriorado por el triste y desilusionador panorama político español observable, recrudecido en señales negativas en estos últimos días. Acentúa la sensación de gravedad y desaliento que nos ha dejado la crisis económica, aún no superada, con limitadas expectativas aparentes de empleabilidad y bienestar. Es un buen balón de oxígeno para valorar el exitoso recorrido de esta industria reflejo del esfuerzo transformador de nuestro País. Una industria que, también ha padecido momentos difíciles, críticos y ha sabido reinventarse y liderar espacios de vanguardia en un mundo de alta competencia y exigencias. Con su rol tractor, podemos y debemos aprender de sus valores y de la importancia de convivir en/con una plataforma socio económica que lo impulsa y transforma, generando riqueza y bienestar para todos. Una buena noticia. Un motivo de confianza.

«Afiliados a la esperanza»

(Artí­culo publicado el 13 de Mayo)

La última edición mayo-junio de la prestigiosa revista Foreign Affairs lleva a su portada una inquietante pregunta: ¿Está muriendo la Democracia? y, en sus páginas interiores repasa, en el doble marco de una historia comparada y en contraste con de una perspectiva de futuro, múltiples aportaciones de lí­deres y académicos que analizan múltiples señales, a lo largo del mundo, en torno a una creciente corriente sinérgica de autoritarismo, centralización no controlada del poder en los diferentes ejecutivos y sus principales «lí­deres» o dirigentes representativos, la cada vez menor independencia de los medios de comunicación, la interconexión de la propaganda y falsas «verdades noveladas», la politización y manipulación de la justicia cada vez menos independiente del poder ejecutivo, el creciente uso de las responsabilidades polí­ticas al servicio de ganancias privadas, como señales inequí­vocas de una regresión democrática, generadora de múltiples incertidumbres, desconfianza y temor al futuro y una ola de «contestación masiva espontánea», que lleva a las diferentes sociedades a movilizaciones entre la denuncia y la demanda individual y/o colectiva extremas. Los optimistas señalan la capacidad histórica de resistencia y superación demostrada por el sistema a lo largo del tiempo confiando en la superación de las dificultades desde las propias fortalezas internas de la democracia como valor supremo, mientras los pesimistas apuntan, precisamente, al interior del propio sistema: ausencia de voluntad polí­tica y liderazgo para transformarse y avanzar hacia nuevos escenarios superadores del caótico e insatisfactorio estado de las cosas.

Así­, accediendo al debate, grandes dosis de optimismo nos llevarí­an a destacar algunas buenas noticias de la semana, desde la disolución de ETA, el encuentro histórico de las dos Coreas… y, sin duda, un larguí­simo número de iniciativas que, a lo largo del mundo, buscan nuevos escenarios ante las dificultades observables. Desgraciadamente, nuestra exposición mediática a las noticias diarias se ha inundado de señales negativas que parecerí­an surgir un mundo lleno de nubarrones y desgracias con una sensación de impotencia. Como me explicaba hace ya muchos años en Atlanta el director de informativos de la CNN,» tan solo son siete las noticias globales que pretendemos emitir a lo largo del mundo, dejando el resto a corresponsales espontáneos de ámbito local».

Sin embargo, si ante cada una de las dificultades y manifestaciones de acontecimientos desoladores o inciertos, aportamos una actitud exploradora de soluciones desde iniciativas innovadoras y transformadoras, desde esa voluntad y compromiso que comentábamos en el frente optimista al inicio de este artí­culo, sin duda, encontrarí­amos la apasionante ruta de un mundo mejor y apetecible, recuperando la confianza en los liderazgos sociales deseables.

Si nos preguntamos por los elementos o señales que ponen en peligro la democracia atendiendo a la reflexión inicial de los expertos de la revista aludida al inicio de este artí­culo, desgraciadamente, no tendrí­amos que ir demasiado lejos para verlos reflejados en la, por años, considerada democracia de baja intensidad en España. Hace tan solo unas horas, veí­a una entrevista televisiva a varios dirigentes del Partido Popular   y del Gobierno español en la festividad del 2 de mayo en Madrid. Preguntados por el hecho insólito de cuatro Presidentes, sucesivos, de la Comunidad de Madrid, imputados o encarcelados o destituidos a causa de los casos de corrupción y deshonestidad de los ya casi 30 años al frente del gobierno de Madrid, o por las movilizaciones permanentes de los pensionistas reclamando soluciones intergeneracionales, o por las intervenciones del Ministro de Justicia y su consecuente descalificación por la totalidad de asociaciones de jueces, o por la insólita actuación de los Tribunales ante el relato para su intervención en el Procés Catalán con seis meses, ya, de prisión «preventiva» a los lí­deres catalanes, o la alineación insólita de la fiscalí­a con un debate con el propio ministro de Hacienda sobre el uso del presupuesto público, o la creciente ola de casos, inacabables de corrupción ( 6 presidentes autonómicos del PP previamente destacados por su partido y el presidente del Gobierno como modelo a seguir y hoy cesados, imputados y en largos procesos que arrastran a casi mil procesados), sus respuestas, lejos de atender a las preguntas, como si de un irresponsable e intrascendente juego infantil se tratara, derivaban en  historietas ajenas a los asuntos en cuestión. Jugar, así­, con desprecio y soberbia, con los problemas reales y no afrontar soluciones responsables, supone ahondar en el argumento de la democracia fallida y finalizada. Si pese a estos actores del momento, se pudiera observar el liderazgo y compromiso exigible, podrí­amos orientarnos hacia el optimismo ya mencionado y no caer, desde la desesperanza, en el pesimismo generalizado que nos rodea. Ahora mismo, el GRECO (Grupo de Estados contra la corrupción), en su informe desde el Consejo de Europa vuelve a reprender a España por su incumplimiento en las polí­ticas y medidas anticorrupción q implantar. No es cuestión de superar el pasado, sino, sobre todo de construir un futuro diferente.

Afortunadamente, más allá de los telediarios, el mundo se mueve y con él, mucha gente que aspira a contribuir en su transformación, superando la incertidumbre y dificultades, tratando de aportar soluciones. En estos dí­as, un reciente informe de la red de expertos globales del World Economic Forum, se preguntaba sobre los vectores de mayor impacto en la transformación de nuestro incierto mundo, aportando una interesante aproximación, destacando algo tan esperable como «la habilidad para trabajar de forma colectiva y colaborativa hacia la identificación de una visión compartida para el logro de un futuro sostenible». Base sobre la que trabajar en la generación y recuperación de credibilidad y confianza en el rol ordinario de los ciudadanos, a la búsqueda del adecuado nuevo balance y equilibrio de poder, renta, riqueza y participación de las personas, los paí­ses y naciones en un nuevo orden mundial por rescribir. Procesos soporte, en todo caso, del uso y gestión positivos de los riesgos de las tecnologí­as disruptivas, regulando y mitigando las pérdidas (temporales o definitivas) que el descontrol de su aplicación genera, potenciando la educación para una sociedad digitalizada, a la vez que desigual, hacia la que nos movemos a marchas aceleradas. Espacios de actuación, interrelacionados, que, a su vez, conforman una intensa red de ecosistemas emergentes (como la robótica, la inteligencia artificial o los sistemas culturales, institucionales y de valores) determinantes de los nuevos y necesarios modelos de crecimiento y desarrollo económico, inclusivos, su empleabilidad y riqueza compartida y su necesaria re orientación hacia la mitigación de la pobreza y la desigualdad.

Una lí­nea esperanzada a la búsqueda de soluciones o repuestas a un complejo marco de incertidumbres o de lí­neas de futuro, según la óptica de cada uno, centrado en ver problemas o en explorar soluciones y oportunidades. Marco que, por ejemplo, permite acercarnos a tres lí­neas de trabajo de enorme interés que observamos en pleno debate a lo largo del mundo y que están detrás de varias de las reivindicaciones que recorren nuestras calles, en casa, en pleno entorno del primero de mayo. Martí­n Ravallion, titular de la cátedra de economí­a de la Universidad de Georgetown, abordaba lo que él llama «falso debate» sobre la renta básica, que prefiere llamar BIG (por sus siglas en inglés, «renta de garantí­a de ingreso»), con la idea de cuestionar los argumentos generalizados en contra de su aceptación y aplicación. En su opinión, desechar el debate debido a una sospecha no probada de considerarla excesivamente costosa e impagable, no comparándose contra el beneficio o ahorro de la supresión de costes innecesarios de subsidios, burocracia, servicios ineficientes o supresión del despilfarro en gasto y presupuesto innecesario, lleva a una renuncia, a priori, de potenciales soluciones viables. ¿Cabe sustituir esta aproximación universal por otros gastos finalistas que no han sido capaces de mitigar la desigualdad, pobreza o marginación en determinadas poblaciones?, ¿en verdad el «argumento» de la desincentivación para la búsqueda de empleo es suficientemente compensatoria? y, finalmente, recuerda: «no hablo de una renta básica exclusivamente en efectivo. Su estimación exige incluir en el sumando, la aportación de salud, educación, vivienda, servicios sociales, etc., en un cómputo real, general y personalizable». En un mundo del Big Data, de la acumulación de información personalizada y con capacidad probada para aplicar nuevos sistemas de gestión, evaluación, segmentación y control de la población, parecerí­a posible y, muy probablemente, eficiente, justa y sostenible, implantar una medida innovadora a la vez que transformadora de una realidad incómoda hacia un espacio de confortabilidad.

En este sentido, por ejemplo, lejos de un debate limitado a la indexación de las pensiones, las reformas necesarias demandan nuevos escenarios, nuevas apuestas y sistemas intergeneracionales para su sostenibilidad solidaria. Así­, apelar -en España- al Pacto de Toledo como receta mágica sin profundizar en las medidas de potencial mejora y reforma no supone solución alguna. Ya en artí­culos anteriores, en referencia a análisis en el seno de la OCDE y de la UE, diferentes informes destacan que uno de los problemas relevantes de pago y reformas de cuantí­as, capacidad de pago y reformas a futuro, no es otro que el que  sus cálculos y definiciones obedecen más a la coyuntura económica en el momento de su determinación o regulación, que a proyecciones realistas, análisis demográficos, escenarios de desarrollo y empleabilidad y arquitectura fiscal y presupuestaria ad hoc, ajustada a poblaciones objetivas concretas. Otro espacio alternativo de exploración innovadora.

Y, una vez más, el recurso al PIB relativo y las medidas estadí­sticas disponibles, lejos de estimaciones e indicadores, de mayor complejidad, pero más realistas y representativos de la realidad, provoca más que problemas que soluciones, aumentando la sensación de incertidumbre y malestar o insatisfacción con el sistema. Con ocasión de este primero de mayo y «presionados» por las «movilizaciones espontáneas no sindicalizadas en favor de un nuevo régimen de pensiones», los lí­deres sindicales de UGT y CCOO se enredaban en una tertulia telefónica sobre el peso del gasto en pensiones, respecto de su PIB correspondiente, entre diferentes paí­ses de la UE y el presupuesto en el estado español. Su aritmética mágica los llevaba a la solución simplista y paralizante del debate en torno a un porcentaje, asignable en los presupuestos públicos, con el único condicionante, decí­an, de la voluntad e ideologí­a de quien gobierna. Ante este reclamo, releí­a el trabajo publicado hace un par de meses, bajo la dirección de Olivier Sterck, economista de la Universidad de Oxford, sobre los resultados y desenlaces en salud y correspondiente asignación de recursos en 99 paí­ses. Lejos de la aproximación simplista del gasto en % del PIB, el estudio riguroso de los determinantes de la salud, más allá de la renta y riqueza de la población a partir de un mí­nimo concreto, el contexto epidemiológico, el gap de la pobreza, las condiciones educativas y socio-sanitarias previas, la nutrición, el acceso al agua, saneamiento, higiene, o la capacidad institucional y sus modelos y sistemas/organizaciones de salud, resultan tanto mejores predictores como indicadores de la salud de la población. Añadirí­amos, para facilitar la imagen adecuada, que Estados Unidos de América es el paí­s, con gran diferencia, que mayor porcentaje de su PIB dedica al gasto en salud y su resultado es un pésimo sistema de salud, claramente mejorable, en el que aún más de cuarenta millones de personas, carecen del acceso al sistema.

En definitiva, tan solo tres espacios de aproximación como ejemplo de problemas concretos que pesan en el malestar y desconfianza en una democracia que parecerí­a cuestionable. No se trata, aquí­, de asumir ninguna solución mágica, pero sí­ de volver a la premisa inicial: en un momento de desafección, de incertidumbre, de pesimismo generalizado ante un mundo observable, dí­a a dí­a, noticia tras noticia, existe un gran espacio de oportunidades y lugar para el optimismo. Desde la propia democracia, desde nuestros sistemas y fortalezas, individuales y colectivos. Pero, sobre todo, la respuesta está en nuestro compromiso, en nuestra voluntad de transformar y conformar nuestro propio futuro. Voluntad, pasión, liderazgo, compromiso.

Volvamos a la esperanza tras dos noticias positivas. Por fin, ETA se ha disuelto. Concluye su doloroso y equí­voco trayecto. Se acaban las tutelas y excusas y se abre una nueva oportunidad para la pacificación y normalización de nuestro Paí­s, se abre una nueva ventana para la convivencia y un nuevo espacio de madurez democrática para el autogobierno, para nuevos modelos de relación con y entre la totalidad de los territorios vascos a ambos lados de la muga, con España, Francia y Europa. Es la voz democrática de la sociedad vasca la que habrá de determinar, en cada momento, los pasos que quiera dar. A la vez, a miles de kilómetros de distancia, la Cumbre de Panwunjom de Moon-Kim supone un abrazo hacia el milagro de la paz en un camino de voluntades y promesas para evitar que la pení­nsula coreana vuelva a conocer la guerra. Dos hechos relevantes, distantes y distintos que permiten devolver la esperanza y creer en la superación de dificultades y en futuros prometedores por muy complejos que parezcan. Es momento de afiliarnos a la esperanza y movilizar nuestras voluntades para revitalizar la democracia y asumir nuestro limitado compromiso intergeneracional.

El Presupuesto del 155…

(Artí­culo publicado el 22 de Abril)

En pleno mes de abril se inicia el debate de un presupuesto para el ejercicio 2018 a propuesta del Gobierno español, conocedor de su insuficiencia aritmética parlamentaria para su aprobación y del semestre escaso de ejecución que tendrí­a disponible, determinando un limitado alcance en sus objetivos.

Ni el cuadro macroeconómico sobre el que se formula  parece sostenerse (el gobernador del Banco de España lo califica de optimista, escasamente aplicable por quienes tienen en sus manos la competencia y capacidad de gasto -Comunidades Autónomas y Ayuntamientos- y ausentes de la necesaria reconsideración de polí­ticas, programas y créditos presupuestarios adecuados a las prioridades y demandas de provisión de bienes y servicios públicos, así­ como de la necesaria contención del endeudamiento de las administraciones públicas), ni se observan compromisos orientadores de las reformas urgentes aplazadas en los años de crisis, ni contiene directrices para un escenario futuro diferente al continuismo crónico del pasado, ni parece responder a las demandas concretas de cuyo apoyo exige. En la calle, además, diferentes colectivos y grupos de interés, como es natural, reclaman sustanciales atenciones, ya sea para una industria o sector concreto, para un grupo de edad (jóvenes o mayores según necesidades y expectativas), demandas de empleabilidad, retomar la senda favorable a la investigación, incrementos salariales, «el turno» de la función pública o el debate intergeneracional que suponen las pensiones para quienes hoy habrí­an de disfrutarlas o quienes han de pagarlas o esperan recibirlas en los próximos años, en un marco del imperfecto sistema de reparto, agravado por el desempleo estructural español y la desigualdad existente.

Así­, salvo el primero de los comentarios (insuficiente respaldo parlamentario) y la limitada temporalidad de su virtual ejecución y cumplimiento, nada que no suponga el contexto ordinario tras cualquier proyecto de presupuesto. Ahora bien, como en toda coyuntura polí­tica, la búsqueda de apoyos supone el arte de la negociación y la polí­tica presupuestaria. Y, a la vez, superar el reclamo simplista que se propaga desde todo tipo de estamentos y jugadores externos: estabilidad (signifique lo que signifique).

Sin embargo, en esta ocasión, el legí­timo rol polí­tico de la oposición supone una barrera para la pretendida aprobación que viene, de entrada, condicionada por un cierto caramelo envenenado del pacto previo con Ciudadanos que complica «la adhesión de terceros», que dirí­a el ministro español de Hacienda, Montoro («son los presupuestos del Partido Popular. Si alguien se adhiere a ellos y los hace suyos, estupendo»). Barrera que excede, lógicamente, de una posición aislada y exclusiva de un presupuesto, considerado como el principal instrumento ejecutor de las polí­ticas del Gobierno. No olvidemos que ha sido, precisamente el Gobierno en minorí­a del PP, quien ha recurrido, de forma permanente, a la excusa manipulada de la inexistencia de créditos presupuestarios finalistas, para no aplicar todo tipo de iniciativas que la mayorí­a del Congreso ha aprobado exigiendo polí­ticas y actuaciones no deseadas por el partido en el Gobierno (educación, salud, dependencia, pensiones, infraestructuras, etc.). Adicionalmente, la encrucijada electoral lleva a la oposición (PSOE-Podemos, principalmente) al doble juego de evitar elecciones por un rechazo extremo al presupuesto, a la vez que, no asumir el coste del apoyo necesario, impidiendo determinadas actuaciones «rutinarias» y, posiblemente, forzando una convocatoria electoral anticipada, tras unos largos meses de prórroga presupuestaria, manteniendo un escenario paralizante. Un PSOE ausente de las grandes decisiones que requiere el estado de las cosas, un Podemos enfrascado en guerras intestinas, un Ciudadanos saboreando encuestas preelectorales y un PP rogando por el paso del tiempo, confiando que no hacer nada les permita mantenerse en su posición actual, sobreviviendo. De esta forma, como si de una obligación «de Estado» se tratara, llevamos casi un año observando el reclamo permanente hacia el PNV «exigiéndole» un apoyo incondicional a los presupuestos del gobierno, previamente descalificados por todo el arco parlamentario, bajo las acusaciones de «chantaje», «teatro», «desconocimiento de las bondades y regalos del gobierno para Euskadi», etc. Y, por supuesto, agotados los improperios, el llamamiento a un quí­ntuple argumento que, a base de repetirlo en todos los medios de comunicación, parecerí­a conformar una verdad absoluta: 1) «El PNV quiere aprobarlos porque comparte en su totalidad el proyecto presupuestario del PP»; 2) «El PNV necesita apoyar estos presupuestos para que el Gobierno español cumpla los compromisos adquiridos en la negociación del presupuesto 2017 y cuya aplicación no se ha realizado»; 3) «El PNV debe aprobarlos porque, de lo contrario, los derechos que le corresponden a los ciudadanos del Paí­s Vasco (Estatuto de Autonomí­a, Concierto Económico, Constitución española…) no se aplicarí­an»; 4) «El PNV debe apoyarlos porque su obligación es lograr lo mejor para los vascos y estos presupuestos son generosos en inversiones del Estado, que de otro modo se eliminarí­an», y 5) «Catalunya y el artí­culo 155 no tienen nada que ver ni con los vascos, ni con los presupuestos…, ni con los españoles».

Pues bien. Empezando por el final. Recordemos que el artí­culo 155 y su descontrolada aplicación en Catalunya no es un simple hecho administrativo de menor transcendencia que el Gobierno español, con el apoyo de Ciudadanos y PSOE y la complicidad de múltiples agentes del establishment y los aparatos del Estado, aplicara para convocar unas elecciones controladas al objeto de «normalizar la gobernanza en Catalunya». Dicha decisión ha supuesto, en el marco de una clara «Estrategia de Estado», suprimir la autonomí­a, suprimir un Gobierno y Parlamento legí­timamente elegidos y constituidos, intervenir y dominar presupuestos y cuentas públicas, eliminar polí­ticas, empresas, agencias públicas, programas, proyectos (incluso el uso ordinario de la lengua catalana en determinados departamentos y áreas de gobierno y publicaciones oficiales) y administrar, sin control parlamentario alguno, los presupuestos y finanzas de Catalunya. Quienes aprobaron y/o apoyaron el 155 son responsables de tal despropósito y saben que su gestión les compromete no solo con un decreto aplaudido por un Senado cautivo, sino con su total despliegue y gestión (también presupuestaria). Porque una gran pregunta a hacernos es la siguiente: ¿cuál es el presupuesto del artí­culo 155?, y, por supuesto, ¿cuál es su traducción plurianual?, ¿cuál es el coste para Catalunya de su aplicación/supresión? Si hablamos de los presupuestos generales del Estado, análisis especial merecerí­a el repaso detallado a un inexistente capí­tulo especí­fico: «Presupuestos 2018. Artí­culo 155″.

Así­ las cosas, no parece que el «Procés Catalí « sea algo diferente a los intereses implí­citos de unos presupuestos generales del Estado. ¿Recogen, acaso, dichos presupuestos, créditos finalistas para los diferentes programas y polí­ticas de gasto e inversión necesarios para restaurar el legí­timo escenario pre 155?, ¿contemplan, por ejemplo, los recursos de recreación de Diplocat (instrumento critico en toda estrategia de internacionalización de su economia, esencial en su presencia, prospectiva y posicionamiento en el contexto global en el que ha de desenvolverse), o de la red de atracción de inversiones tan necesarias para Catalunya, o de la normalización de su policí­a autonómica, o de la actualización de las infraestructuras paralizadas o pendientes que el Gobierno español promete en sus discursos alternativos, disuasorios del independentismo, o se contemplan incentivos para retrotraer su «invitación» a las empresas catalanas (en especial las reguladas) para trasladar sus domicilios sociales y fiscales fuera de su hábitat natural permitiendo su irregular presencia ajena a los centros relevantes de decisión, activos u operaciones exigibles por Ley?, ¿recogen los presupuestos del 2018 medidas especiales para recomponer un diálogo «autonómico» de pleno desarrollo estatutario, financiación, fiscalidad ad hoc?, ¿son unos presupuestos que permiten al «nuevo Gobierno» que presida un «candidato limpio» al gusto de la minorí­a del Parlament, encargar informes, estudios, proyectos que posibiliten alternativas a las «estructuras de estado», inoperantes, vigentes hoy en Catalunya (servicios públicos de empleo, agencia tributaria, aeropuertos, régimen económico de la seguridad social, estatuto de la función pública del Estado, etc., etc.)?, ¿son unos presupuestos facilitadores del diálogo y la recomposición de una Comunidad Autónoma,  cuyo funcionamiento ordinario se ha visto trastornado?, ¿contempla medidas extraordinarias para facilitar el tránsito hacia aquellos escenarios financieros, de gasto e inversión que el gobierno central denunciaba como no satisfecho por los gobiernos autonómicos anteriores y que sirvieron de coartada para intervenir?

En fin, parecerí­a que una situación extraordinaria como la que vivimos exige, también, un presupuesto extraordinario para el 2018, al menos desde un punto de vista estrictamente presupuestario, económico y financiero. Sin adentrarnos, aún, en la Polí­tica de Estado o en otras consideraciones apuntadas en las cuatro primeras «verdades» del argumentario antes comentado.

El PNV y con él las Instituciones vascas, son plenamente conscientes de la importancia de un presupuesto, así­ como de su capacidad, coyuntural, de poner en valor sus votos para la aprobación de un presupuesto en el Congreso. No seré yo, ni quien tenga que explicarlo, ni mucho menos fijar posición alguna. Larga trayectoria, historia y experiencia acompañan a un partido centenario que sabe muy bien para qué fue fundado y cuál es su aspiración sirviendo a la Sociedad Vasca y es plenamente conocedor de su rol y peso real en el Congreso, dí­a a dí­a. Hará lo que entienda es su deber pensando en la gente, pensando en Euskadi… pensando, también, en Catalunya. No necesita que nadie le diga lo que debe o no debe hacer. De igual forma, su posición, hoy y siempre, respecto de Catalunya es clara, como lo es su propia experiencia conocedora de otros atajos «legalistas» del pasado, como el 155, paralizantes de un auténtico autogobierno y respeto a sus derechos históricos (aunque no lo parezca, amparados y actualizados en la Constitución española y en el Estatuto de Autonomí­a de Gernika, entre otros marcos legales esenciales) y conoce sus consecuencias. Sabe mucho de leyes y compromisos incumplidos. Y sabe diferenciar entre fuero y huevo.

Hoy se trata del presupuesto 2018. ¿Es también el presupuesto del 155?, ¿es también el del régimen económico de la Seguridad Social, o el de la Y (tren de alta velocidad), de los puertos y aeropuertos de «interés general», del Concierto Económico, de las pensiones, del sector público estatal en Euskadi… de, al menos, el cumplimiento del Estatuto de Autonomí­a de Gernika, históricamente reclamados al gobierno central de turno?, ¿es el presupuesto, obligado, para el cumplimiento de lo pactado y cobrado en el presupuesto 2017?

Sin duda, mucho más que una simple charleta radiofónica de 30 segundos, o un discurso demagógico de quienes se saben ajenos a la decisión y sus responsabilidades directas o consecuencias. De momento, en esta fase previa en el proceso de tramitación presupuestaria en el Congreso, el PNV no ha impedido que el gobierno español siga manteniendo viva su propuesta y mueva ficha en los diferentes frentes en los que ha de trabajar, empezando por Catalunya y el 155, para seguir, en su caso, con el resto de elementos esenciales por debatir, negociar y acordar. Otro largo mes por delante, a la espera de acontecimientos y movimientos.

Definitivamente, hoy y aquí­, se trata, tan solo, del proyecto de presupuestos generales del Estado para el ejercicio 2018. «Simples créditos económico-financieros».  Otro dí­a entraremos en las consideraciones «polí­ticas y sociales» que conllevan. Es la perversidad de un truculento juego de un gobierno central que cumple o incumple leyes a su antojo y pretende someterlas a negociaciones coyunturales según necesidades temporales, en un juego irregular de intercambio de peras y manzanas.

En unas semanas sabremos si hay presupuestos o prórroga de los actuales, con o sin disolución del Congreso, con o sin artí­culo 155 nominal y en qué quedan ofertas, promesas y compromisos.

Lo único que sí­ sabemos, con certeza, es que lo parezca o no, el artí­culo 155 seguirá entre nosotros de una u otra forma. (en Catalunya, por supuesto, y sobrevolando Euskadi en función de los intereses unilaterales del «Estado»). Sabremos, en este presupuesto 2018, también, en qué pretende invertir o gastar el Gobierno español en el capí­tulo 155, desde luego, «sin peligro de malversación alguna bajo el control unilateral del Gobierno que lo gestiona». (Al parecer un Parlamento es malversador por querellarse ante un magistrado en defensa de las decisiones mayoritarias de la Cámara, o un Gobierno lo es, por realizar trabajos y proyectos de prospectiva al intentar diseñar un futuro alternativo, mejor, al escenario actual, mientras otro, si disfruta de las prerrogativas de su «centralidad», no lo es, inserto en un cí­rculo continuo de despilfarro y despropósito sin control democrático). Cosas de los presupuestos, diferentes interpretaciones unilaterales en el ejercicio del poder público.

En definitiva, ante los Presupuestos 2018, con Joseph Stiglitz, «quienes más sufren en una crisis económica o presupuestaria son quienes no jugaron ningún rol en crearla». Y, por encima de todo, si no sabes hacia donde van, es preferible un mal presupuesto de modo que no facilites llegar a ninguna parte.

Presupuestos, Catalunya y Aberri Eguna

(Artí­culo publicado el 1 de Abril)

El Aberri Eguna, nuestro dí­a de la Patria Vasca, coincide con una grave y anómala situación de emergencia en Catalunya, en el Estado español y en un momento, como otros muchos a lo largo de la historia vasca, de preocupación de futuro, desde la tranquilidad aparente de «un oasis vasco», refugio deseado ante las turbulencias observables en nuestro entorno.

Coincide, también, con un debate en el que al parecer pretenden implicarnos desde diferentes puntos, apelando a «responsabilidades de Estado».

En el contexto de un seminario internacional impartido a un grupo de propietarios y primeros ejecutivos de empresas venidos de fuera «aprendiendo con el Paí­s Vasco y su experiencia transformadora», destacaban con positivo asombro el orgullo, sentido de pertenencia, verdadera preocupación por las personas y las polí­ticas sociales, la apertura internacional, la capacidad de relación y estrategias compartidas entre las instituciones públicas y las empresas y la capacidad innovadora de nuestras empresas en el marco de un potente sistema tecnológico, de conocimiento e innovador, valorando, sobre manera, lo que entendí­an habí­a sido una eficiente gestión de nuestros recursos financieros y fiscales, soporte de presupuestos coherentes y alineados, a lo largo del tiempo, con los objetivos paí­s que les explicábamos. Dicho esto, se preguntaban sorprendidos por la situación de Catalunya y, más aún, por lo que entendí­an reflejaba una «España en declive». Todo ello desde su perspectiva de negocios y paí­s, alejados de Euskadi, pero con experiencias personales y profesionales en España.

Junto con esta valoración positiva mostraban una cierta sorpresa por observar múltiples manifestaciones y crí­ticas a la situación actual por parte de gente que no se identificaba con los resultados y logro globales.

Sin duda, hacer paí­s no es solamente transitar de una situación de éxito relativo, o no buscar la satisfacción permanente de las demandas sociales, económicas y polí­ticas en un verdadero desarrollo inclusivo que no deje atrás o marginado a nadie. Esto es autogobierno. Esto es hacer paí­s, gobernarlo y dotarle de los instrumentos y recursos adecuados.

Para alguno, este compromiso y aspiración es la administración del dí­a a dí­a, para la mayorí­a, deberí­a ser construir tu propio futuro.

Presupuestos Generales del Estado

El gobierno español ha aprobado sus presupuestos generales del Estado 2018 y los ha remitido al Congreso para su tramitación. Lo hace sin el apoyo necesario para confiar en su aprobación a la vez que reclama de la oposición «un ejercicio de responsabilidad para resolver los graves problemas que aquejan a la sociedad española, fortalecer la ola de recuperación económica, generar empleo y contar con los presupuestos más sociales de la historia».

Un Ministro de Hacienda reprobado por el Congreso (uno de los cinco en la misma situación), en un gobierno en minorí­a que, sin embargo, con la complicidad de Ciudadanos y la inoperancia de la oposición, viene gobernando a base de decretos-ley y de incumplimiento de aquellos acuerdos parlamentarios que no comparte bajo el amparo de triquiñuelas legales que terminan «recordando» que «no existe partida presupuestaria para su ejecución». Un gobierno invadido, en el mejor de los casos, por la sospecha de corrupción, prevaricación, malversación y uso partidario de los poderes del Estado (acusaciones indiciarias de todos estos cargos, falso testimonio y obstrucción de la justicia… a su partido) y que argumentaba la necesidad urgente de formar gobierno, en tiempos de bloque PSOE-Podemos, «ante la gravedad de no contar con un presupuesto». El de hoy es un proyecto de presupuestos que, en el mejor de los escenarios, se aprobarí­a a la vuelta del verano, en coincidencia temporal con la obligación legal de iniciar la tramitación del siguiente presupuesto para 2019. Aprobable cuando su capacidad de gasto y maniobra en la toma de decisiones habrí­a desaparecido prácticamente dado el avance del ejercicio sujeto a prórroga. Un «nuevo» presupuesto que se viene ejecutando sin control parlamentario estricto, ausente de liquidación formal, sujeto al exclusivo capricho del gabinete modificando y gestionando transferencias internas de créditos entre Ministerios y Agencias. Una propuesta de presupuestos que ha nacido con el show bufo de un Albert Rivera adelantándose un dí­a a su aprobación para apuntarse, de «forma solemne», el acuerdo Ciudadano-PP por responsabilidades de Estado. Los grandes cambios y beneficios que se suponí­a que ellos habí­an introducido, eran desmentidos al dí­a siguiente por el Ministro de Hacienda quien aclaraba: «estos son los presupuestos del gobierno del PP. El resto de partidos deberí­an sumarse al mismo en beneficio de los españoles».

La llave del PNV-EAJ

En este contexto, como ya vienen haciendo desde el inicio de la legislatura, el gobierno, el resto de la oposición en Madrid y los medios de comunicación, miran al PNV y le dicen lo que debe hacer. Serí­a, en consecuencia, el responsable único de su aprobación o no. Unos le piden que apoye, «responsablemente», la propuesta del gobierno, otros, que no debe «pactar ni con la corrupción, ni con el Artí­culo 155″. En privado, todos le piden evitar nuevas elecciones ya que ninguno -salvo Ciudadanos- se ve con fuerzas para mejorar posiciones en una nueva e inmediata contienda electoral.

El PNV, hablando por sí­ mismo, ha dejado meridianamente claro que en tanto no se abandone el Artí­culo 155, su aplicación, no recupere Catalunya su normalidad legí­tima y democrática, no termine la acción «judicial» unilateral y desproporcionada y no se permita a los representantes legí­timos de Catalunya asumir y dirigir su autogobierno, no será tiempo de presupuestos. Mientras los principales parlamentarios electos estén privados de libertad y sean censurados por la intromisión de la justicia dirigida por orientaciones polí­tico-partidarias, no hay democracia real en Catalunya, no hay un verdadero Estado de derecho y no es momento ni de priorizar un presupuesto, ni de mantener a un gobierno que interfiere en la voluntad del autogobierno catalán.

Entre tanto, las previsiones no dejan de sucederse ya sea con impugnaciones o recursos al Tribunal Constitucional para impedir el autogobierno vasco, ya con amenazas de incumplimiento de los Acuerdos sobre el Concierto Económico o sobre el desarrollo autonómico o compromisos no cumplidos. El truco habitual de los gobiernos centrales en España, consistente en acordar/pactar la aplicación de la ley (Estatuto) y compromisos presupuestarios en sus competencias (tren de alta velocidad, infraestructuras portuarias, ferroviarias, aeroportuarias, tarifas eléctricas, regulación de banca y finanzas, liquidaciones presupuestarias…) y limitarse a conseguir partidas mí­nimas dejando en créditos plurianuales a futuro la parte sustancial de su ejecución, se vuelve a repetir siendo uno de los males crónicos de la operativa estatal en España. Por no hablar del espectáculo infantil y ridí­culo del anunciante del cuponazo, Rivera, que demuestra, dí­a a dí­a, la concepción que algunos tienen de la polí­tica, como un mero rastro de permanente compraventa, al servicio de su propia causa.

Entre tanto, el PNV ha dejado muy clara su posición. Es importante para Euskadi el cumplimiento de los compromisos del Gobierno español aún sin ejecución. Pero, por encima de proyectos, competencias y acciones concretas, están los principios, la democracia, el autogobierno y libre decisión de los pueblos, en este caso catalán y vasco. Mientras no se normalice la situación en Catalunya y no se tenga la seguridad de su no extensión «loapalizada» (cuya experiencia hemos padecido) a Euskadi, no hay presupuesto que valga. Sin duda, resulta fundamental la buena administración, pero, por encima de esto, queda, sin duda, la necesaria democracia que ampare los derechos y libertades.

En Euskadi conocemos muy bien lo que cuesta avanzar en un autogobierno que pase a estar amparado en la ley, vivimos a sobre saltos, pendiente de intereses concretos del gobierno central de turno.

Una situación de emergencia

El Artí­culo 155 de la Constitución Española, la manera unilateral y prepotente con la que el gobierno español y sus poderes de Estado lo vienen aplicando en Catalunya no es una mera intervención administrativa para «garantizar la eficacia y funcionamiento de la Generalitat o la aplicación de la ley en Catalunya» como parece querer sostener el gobierno español. La complicidad añadida del PSOE y de Ciudadanos implica «manos libres» para terminar con el autogobierno (hoy en Catalunya, mañana en Euskadi), aplicar ley, demostrar el poder del Estado (centralista, por cierto) y la utilización de todos los medios (justicia y medios de comunicación, servicio exterior, sobre todo) al servicio de sus intereses e interpretación unilateral de «sus leyes». Descabezar a las fuerzas polí­ticas opositoras, encarcelar o provocar el exilio de los candidatos democráticamente elegidos para presidir el Govern, variar de contenido real el Parlament, con la justicia injusta con intencionalidad polí­tica partidaria no es un simple «ejercicio de responsabilidad de su gobierno».

Aunque para muchos no lo parezca, España vive una situación de emergencia mientras parece acostumbrase a dejar pasar las cosas confiando en que el tiempo, el azar y la acción de terceros desde el exterior vaya configurando un escenario fortuito al que la sociedad se adapte sin remedio. Parecerí­a ausente el interés y compromiso, no ya de gobiernos y responsables polí­ticos o el llamado «aparato de Estado», sino de la propia sociedad civil, en construir nuestro propio futuro.

Los coincidentes años de crisis con la corrupción galopante, el desgobierno y la parálisis legislativa general, ha impedido afrontar las reformas necesarias para reconfigurar un Estado en el que las diferentes voces compartan un espacio confortable en una Europa real, diferente a la que hoy convive con un pasado de éxito a la vez que con un incierto y temeroso futuro.

En esta situación de emergencia, España necesita un proyecto nuevo, realista, que adelante su propio futuro. Y en ese futuro, o se reconoce y cuenta con los diferentes pueblos y naciones que aspiran a construir un modelo propio y establecer y decidir el tipo de relación que quieren mantener o no será. Y esto pasa, de forma inevitable, por restaurar la normalidad democrática en Catalunya y devolver a sus representantes legí­timos al Parlamento y Gobierno y permitir a sus ciudadanos convertir sus ideas en proyectos reales. Es tiempo de grandes decisiones y no de presiones o juegos presupuestarios.

Hoy, en Euskadi, celebramos el Aberri Eguna. Es la conmemoración y recuerdo de nuestro compromiso con la nación vasca. Hacer nación no es cuestión de proclamas y palabras. Es compromiso, trabajo, esfuerzo, todos los dí­as de nuestras vidas y, sobre todo, un hacer colectivo y solidario. Hacerlo, exige dotarse de estructuras de Estado, institucionalizar el paí­s, gobernarlo y, por supuesto, administrar correctamente sus presupuestos. Pero por encima de todo, generar, fortalecer, profundizar una democracia real que permita a la sociedad, en cada momento de su historia, elegir de forma democrática su propio camino.

Hoy, con más fuerza que en otros momentos, recordemos las palabras de Aresti:

 Nire aitaren etxea defendituko dut…

Defenderé la casa de mi padre, contra los… contra la justicia…

Defenderé la casa de mi padre. Perderé los huertos, pinares, las rentas, los dividendos… pero defenderé la casa de mi padre…

Hoy, dignidad, principios y compromiso democrático. Construyendo nuestro futuro, haciendo el paí­s que queremos. Mañana habrá tiempo de presupuestos.

Un beso y una flor… ligeros de equipaje

(Artí­culo publicado el 18 de Marzo)

Al escribir mi artí­culo quincenal en mi colaboración habitual en esta columna, sé qué, en esta ocasión, cuento con un lector menos. Un lector muy especial con el que nuestra amistad y larga relación habí­a establecido una especie de ritual: él leí­a mis artí­culos y de inmediato cruzábamos mensajes a partir de sus crí­ticas, observaciones, comentarios, sugerencias. Era una manera de sabernos vivos, activos, preocupados y ocupados en los desafí­os, problemas y oportunidades que el mundo ofrecí­a o impactaba en Euskadi. Jose Ignacio Arrieta, mi interlocutor morí­a la madrugada del lunes pasado. Sus últimas crí­ticas se produjeron como consecuencia de mi artí­culo «Nuestro camino realista hacia la utopí­a» en relación con una maravillosa y controvertida iniciativa que tuvimos oportunidad de compartir hace ya más de 30 años en nuestros compromisos y responsabilidades en el Gobierno Vasco de la época. Utopí­a aún hoy inalcanzada en pleno debate general hacia una posible renta universal.

En su despedida en Algorta-Getxo, su familia nos invitaba a cantar como despedida una de sus canciones preferidas y que reflejaban un par de mensajes que resultan, en mi opinión, de gran validez, no ya en la despedida o final de un determinado trayecto, sino en el esforzado largo viaje que hemos de emprender en nuestras vidas y compromisos personales y profesionales, en sociedad y comunidad. «Al partir un beso y una flor…, y un ligero equipaje para tan largo viaje».

Y efectivamente, la complejidad y desafí­o crecientes en un mundo tan complejo en el que vivimos resulta transitable, de forma inevitable, con un equipaje ligero (en ocasiones elegido y las más de las veces consecuencia de nuestras propias capacidades y competencias, esfuerzo, compromisos y/o suerte). En todo caso, en un gran abismo entre la magnitud de los retos y el posibilismo realista de su logro.

En este marco de reflexión, desde la ventana de mi oficina en Bilbao, veí­a pasar, a lo largo de la semana, las habituales y continuas manifestaciones, termómetro de demandas, insatisfacciones, realidades existentes y observables: la huelga en la enseñanza pública no universitaria, la resistencia al cierre de la fábrica de una empresa tubera de larga historia en crisis, la movilización creciente de pensionistas… A este imparable tránsito se uní­a la concentración de seguidores marselleses de su equipo de futbol con un amplio número de «ultras» identificados por los servicios de seguridad que, a su vez, exigen nuevas condiciones salariales (de por vida, hasta su jubilación), mejor y diferente equipamiento y una gestión alternativa, y que obligan a nuestro gobierno a un excesivo despliegue de medios para evitar la confrontación provocada, daños irreparables o jardinerí­a y mobiliario urbano destrozado. A esta «visión a través de la ventana» se uní­a una conferencia de la Consejera de Desarrollo Económico y Competitividad en la que, tras repasar de forma detallada los principales «puntos crí­ticos» a los que se enfrenta nuestra economí­a (fuera de Euskadi carente modelo de polí­tica industrial en nuestro entorno próximo); un mundo estadounidense azotado por el fuego y la furia de medidas y decisiones impredecibles de su Presidente, contrarias a sus compromisos vigentes en el intercambio global de bienes y servicios; una energí­a en transición hacia modos y fuentes alternativos que, hoy por hoy, resulta inaccesible en términos confortables y/o competitivos arrastrando a familias y empresas; un reto en el amplio y acelerado mundo de la tecnologí­a y su difí­cil adaptación (temporal y de acceso) al empleo actual y futuro en una creciente brecha digital, acompañada, a su vez, de nuestra necesidad de dotarnos de inversiones y competencias no tecnológicas (modelos de negocio, modelos de gestión, organización y participación en el trabajo y en la empresa), en un ámbito y mundo internacionalizado cada vez más demandante y exigente… por citar algunos de los asuntos tratados. Exposición acompañada de un intenso coloquio, demandando del Gobierno, soluciones a todos y cada uno de los «problemas» o conflictos, individuales y colectivos, públicos y privados.

Adicionalmente, en otro ámbito personal de desempeño profesional, constatar la insatisfacción generalizada de la población mundial ante todo sistema de salud por positivo o bien valorado que se encuentre, la desigualdad entre personas, ciudades, regiones, paí­ses y la desafección ante proyectos globales (como la propia construcción europea) o la acción de diferentes gobiernos y la responsabilización culposa al empresariado asociándolo desde mensajes catastrofistas y demagógicos, a todos por igual, de la crisis… no hacen sino describir un panorama de extraordinaria complejidad, multi-patológico e interrelacionado, excesivamente exigente en las respuestas y soluciones por ofrecer. Sin duda, estamos en un largo viaje no siendo, en ocasiones, conscientes ni de la pesada mochila que llevamos a nuestras espaldas, ni del escaso y ligero equipaje (competencias, recursos, voluntad, compromiso) para transitarlo.

Ante un reto de esta magnitud, «nuestro equipaje» mayoritariamente aceptado, no es otro que la educación (en su amplio contenido de información, conocimiento, talento, valores, actitud, comportamiento, capacidades y habilidades). Y es precisamente este el punto crí­tico y final que ocupan las conclusiones y recomendaciones del prestigioso profesor Scott Galloway (Stern School of Business, New York University) en su libro «The Four « («Los Cuatro») en el que analiza el ADN de cuatro gigantes empresariales que «inundan» nuestras vidas: AMAZON («la tienda del mundo» y lí­der disruptivo en la economí­a global), APPLE (el viaje de la tecnologí­a al lujo ordinario y deseable), FACEBOOK (amigos reales, aparentes, amistad, amor como llave de compañí­a y longevidad a la vez que publicidad continua) y GOOGLE (nuestro moderno dios). Cuatro gigantes que, sin duda, aportan prosperidad global, oportunidades hasta hace poco insospechadas, nuevas mentalidades, empleo, innovación y todo un gran valor, superando todos y cada uno de ellos el de muchos paí­ses y, avanzan, dí­a a dí­a hacia nuevas áreas de «negocio y actividad o soluciones». Obviamente, con ventajas e inconvenientes (en ese mundo local que observamos, por ejemplo, nos llama la atención la necesidad del Ayuntamiento de Gasteiz de prohibir la entrega y distribución de la paqueterí­a de Amazon a sus funcionarios en su puesto de trabajo ante la desmadrada afluencia de entregas en el Ayuntamiento).  La misma Amazon que optó por drones y alta tecnologí­a para incursionar en el mundo de la distribución de medicamentos para llevar soluciones a poblaciones aisladas y que anuncia, en estos dí­as, un paso más hacia el mundo de la salud generando empresa propia de aseguramiento y provisión para sus empleados, familias y comunidades en que opera en Estados Unidos, como respuesta individual a un caótico, despilfarrador y costoso sistema de salud.

Pues bien, volviendo a Galloway, en base al análisis de lo que hay detrás de estos gigantes (su producto y valor añadido supera al de Francia, por ejemplo); extrae elementos necesarios para trabajar, vivir y «salir con éxito» en esta nueva economí­a, existente, creciente a lo largo de nuestras vidas. Pretende «llenar nuestro equipaje» y parte de preguntarnos la relación (asumida o deseada) por cada uno de nosotros ante estos modelos de «éxito», así­ como los roles culturales, regulatorios, de control, valores, formativos que han de atender y provocar los diferentes gobiernos para evitar el fomento de las consecuencias negativas que arrastran (inseguridad, informalidad, «desequilibrio impositivo», brecha digital, concentración monopolí­stica y de poder, desigualdad… Ayuda, en definitiva, a prepararse para este nuevo mundo y «hacer carrera en él». ¡Pero ojo! Advierte de las grandes consecuencias que puede generar y nos lleva a una idea básica en cualquier estrategia: Propósito. ¿Para qué? ¿Qué es lo que queremos hacer con nuestras vidas y cuál es nuestra estación de llegada? ¿Cuál es el objetivo final de este conglomerado con la mayor concentración de poder, capital, financiación, llegada al cliente-ciudadano-consumidor y generador/usuario tecnológico? ¿Cuál es su misión hacia la empresa y la sociedad? ¿Terminar con determinadas enfermedades? ¿Eliminar la pobreza? ¿Explorar el Universo?… o, simplemente, vender aquello que se pueda comprar.

La bondad o maldad de la tecnologí­a, de un modelo de negocio, de un movimiento organizado, de una polí­tica concreta reside en su propósito. Esta es la clave.

¿Tenemos el equipaje necesario para tan largo viaje?, ¿estamos preparados y dispuestos para que, al final del trayecto, veamos nuestra recompensa en un beso y una flor?