Cambiar las reglas del juego para ganar el futuro

(Artículo publicado el 9 de Marzo)

El cuestionamiento, preocupado y generalmente fatalista, consecuencia de un elevado número de desafíos y transformaciones que afrontamos a lo largo del mundo, agravados por una desgobernanza de escasísima calidad, provocadora de una profunda debilidad y descalificación de las democracias reales (no solamente orgánicas), la densidad e intensidad trágica de infinidad de conflictos bélicos, la desigualdad percibida (más allá de la objetiva) y el desencanto, pesimismo generalizado, nos lleva a participar de un escenario de “cambio de las reglas del juego”, considerado de forma mayoritaria como pesimista y paralizante ante cualquier proyecto de futuro.

Esta semana, tres fuentes distintas abordan, de una u otra forma, este asunto desde una visión optimista y de oportunidad. Así, desde Singularity University (faro abanderado de la “economía de la abundancia”) se acerca al mundo de la Biotecnología para preguntarse si los inversores hubieran apostado por esta industria sin la incidencia de la Inteligencia Artificial, hace 15 o 20 años. Hoy, estiman en trillones de dólares su potencial desarrollo impregnando todo un mundo de soluciones al servicio de la salud y a las opciones, más que reales, de la diversa “localización” de las empresas que apuestan por su desarrollo ampliándose las oportunidades y beneficios colaborativos en red.

En la revista Strategy&, bajo el sugerente título “Companies that change the game can change the world” (“Las empresas que cambian el juego pueden cambiar el mundo”), destaca el rol de la empresa como instrumento esencial para transformar el mundo, aplicando “modelos de negocio exponenciales” al servicio de “soluciones a problemas exponenciales demandados por las sociedades de hoy y de mañana”. Y presenta un amplio y potente desarrollo de la manera de generar alianzas y partenariados con terceros para su logro.

En un espacio distinto, el aún presidente electo alemán, Friedrich Merz, lanza un mensaje cambiante de las reglas actuales: “Whatever it takes” (“Lo que se requiera”) ante la reunión de la Unión Europea sobre “La era del rearme” proclamado por la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen. Europa y el mundo, pasarían así, desde un férreo discurso, reglas del juego de hace cinco años de austeridad y límites de endeudamiento y gasto público “imposible de verse flexibilizado al poner en peligro el futuro de una sociedad competitiva en un Estado de Bienestar”, a un “haremos lo que haga falta” para afrontar la pandemia del COVID y sus consecuencias (también económicas y sociales) y al “aumento del imprescindible gasto extraordinario en la industria militar y el rearme, para salvar Europa de sus amenazas exteriores”. Cambiar las reglas del juego al servicio de nuevas y cambiantes necesidades y soluciones. El presidente alemán ha defendido la “nueva era” unido su apoyo a la nueva tendencia inversora y de gasto medio a un macro plan de infraestructuras para la recuperación de la economía alemana y completar un aún necesario proceso integrado de las otrora “dos Alemanias”.

Los tres mensajes suponen contenidos más que relevantes.

Hace ya más de quince años, en el marco de los movimientos económicos y  sociales, a la búsqueda de nuevos pensamientos económicos sobre los que repensar las estrategias y roles a desempeñar por las empresas, de la mano del “Shared Value Initiative” (Iniciativa de Valor Compartido), los profesores Michael E. Porter y Mark Kramer, proclamaban un doble paradigma: “Las empresas líderes del futuro serán aquellas que hagan de los problemas sociales sus modelos de negocio” y, sobre todo, presentaban una serie de datos, por más evidentes, demostrando la mayor capacidad de las empresas para responder a los retos de las sociedades, comparando con la capacidad real de gobiernos y de ONG’s o entidades sin ánimo de lucro. Con esta base, incorporado como acicate y nuevas bases para un cambio en las reglas del juego presente en el modelo de Competitividad de Porter y el tránsito de la filantropía, de la responsabilidad social corporativa hacia el Valor Compartido y la cocreación de valor empresa-sociedad, establecían los elementos esenciales que darían pie a este “cambio en las reglas del juego”:

1. Repensar las estrategias empresariales y sus modelos de negocio en función de su verdadero propósito de resolver los problemas sociales.

2. Repensar sus correspondientes Cadenas Globales de Valor y el espacio y rol a desempeñar en cada una de ellas en los diferentes países en los que operan.

3. Clusterizar las “industrias y economías” de las que forman parte y generando partenariados y alianzas exigibles para su logro.

Esta “transformación y cambio de las reglas del juego” en las empresas, habría de incorporarse al Marco de Competitividad y Prosperidad, con la insustituible coopetencia (competir y colaborar a la vez) público-privada y los principios esenciales que marquen su diferencia en términos de estrategia, innovación, competitividad-bienestar, en un equilibrio singular de “glokalización” de sus diferentes actividades (“global y local”).

En esta línea, hace un par de meses, tuve la oportunidad de impartir la “Cátedra Prebisch” de la CEPAL-ONU (Comisión Económica de Países de América Latina y Caribe). CEPAL viene trabajando e impulsando de manera intensa la apuesta por la Economía Productiva y la redefinición de políticas y reglas del juego de los diferentes gobiernos y países asociados. Tuve la oportunidad de proponer la Clusterización de sus Economías y Países, a la búsqueda de la Competitividad, Prosperidad y Desarrollo Inclusivo. Como no podía ser de otra forma, la apuesta esencial radica en resolver problemas sociales y poner la economía a su servicio y tejer redes (para muchos, hoy, ecosistemas). Cada empresa (y cada país) ha de identificar el mapa completo de “nuevos jugadores” con los que abordar “un nuevo juego” y debe diseñar su estrategia en función del papel que quiera jugar atendiendo a su “modelo diferenciado” de negocio y sus capacidades para llevarlo a cabo.

En el artículo publicado esta semana por Strategy&, ya comentado, pone el acento en los ecosistemas, destacando a las figuras “tractoras” señalando la importancia en “elegir” el papel que han de jugar: “Orquestadores”, “Integradores” o “Plataformas”. Cada rol es muy diferente, demanda una visión y propósito estratégico, un modelo de negocio muy distinto, unas capacidades, talentos, voluntades diferentes. Todos los jugadores son necesarios, complementarios y, por supuesto, todos deben compartir un “objetivo exponencial”, si bien cada uno fiel a su propia estrategia y potencial transformador, debe optar. El orquestador propicia un “nuevo mundo, bajo nuevas reglas del juego, con una solución exponencial de gran escala”; el integrador buscaría una ampliación de las piezas que en la cadena global de valor elegida ha de requerir y sumar “complicidades” para reforzar su “modelo y estrategia”. Quien aspira a aportar las plataformas (tecnología, red, servicios, soluciones compartibles) resultando fundamental, si bien no es el transformador (por voluntad propia) del “problema u oportunidad” social buscado ha de pensar en su capacidad innovadora favorecedora de la conectividad impulsora del propósito de los restantes jugadores.

Hoy, ante los grandes problemas que tenemos por delante, vivimos un extraordinario mundo de oportunidades. La mejor de las noticias es que contamos con las herramientas, tecnologías, conocimientos esenciales para transitar ese nuevo mundo.

Como siempre ha sido, de una manera u otra, tiempos en que cambian las reglas del juego, cambian las oportunidades para ganar un nuevo juego, con nuevas reglas por determinar.

Anticiparse al momento, desde el realismo de tus capacidades, fortalezas y necesidades, escalar soluciones exponenciales, cocreando valor con terceros, tras una estrategia clara y coherente, te sitúa ante la enorme oportunidad (y responsabilidad) de jugar el nuevo juego solucionando las necesidades y demandas sociales.

Las empresas tienen un papel clave a desempeñar. Los gobiernos, sin duda alguna, resultan imprescindibles y, por supuesto, todo un mundo por delante para los “espacios territoriales y locales” con vocación de coprotagonismo y futuro de bienestar y prosperidad para sus ciudadanos/empresas.

En definitiva, la oportunidad de ganar tu propio futuro.