«BREXIT» y Elecciones del 26-J. ¿Paralelismo ilustrado…?

(Artí­culo publicado el 26 de Junio)

La tan esperada fecha del 26 de junio por fin está aquí­. Ciudadanos y ciudadanas con derecho a voto en el Estado español no lo recibimos con la ilusión, esperanza y compromiso que tan preciado bien democrático habrí­a de suponer, sino, más bien, como el final de una larga e innecesaria etapa de un proceso inconcluso cuyo final deberí­a haberse producido en el perí­odo post electoral del ya un tanto lejano 20 de diciembre del 2015. Ya seis meses después del momento en que las urnas evitaron provocar el automatismo de un gobierno predeterminado por la aritmética de escaños. Hoy, los mismos candidatos, los mismos proyectos, los mismos «negociadores» de un fallido intento de gobernar, así­ como un creciente cansancio adicional, desgraciadamente, incide en una progresiva y preocupante desafección por la polí­tica, agravada en las últimas horas por la evidencia de un permanente «Señor X» que «desde las cloacas del Estado controla y dirige la democracia», reviviendo los fantasmas del pasado si bien en esta ocasión personalizados en un Ministro concreto, con la permanente desidia de su presidente, alentando un malestar generalizado al comprobar la corrupta degradación institucional y el cuestionamiento de la democracia real en un Estado de derecho de baja intensidad, además de una aparente confrontación y exclusión múltiple entre candidatos y partidos, lo que de la mano de las encuestas sugerirí­a la reedición de un escenario de desgobierno con probada ausencia de polí­ticas acordes con las demandas sociales.

La cita de hoy viene influida más por factores externos que por los «proyectos» de cuatro candidatos que se autoproclaman «presidentes» en un escenario ficticio, a la espera de las necesarias combinaciones parlamentarias. 350 señorí­as que, en su inmensa mayorí­a, parecieran tener la misma información y la misma capacidad de decisión sobre el resultado final que quienes ni concurrimos a las urnas, ni formaremos parte de las Cámaras. Desgraciadamente, algo muy parecido a lo que ha llevado a nuestros conciudadanos del Reino Unido a posicionarse, hace tan solo tres dí­as, a favor de su salida de la Unión Europea, cansados de sus Instituciones, anhelos y proyectos compartidos. La sensación de no participar en las decisiones que te afectan, de ser controlado y auto dirigido por un corporativismo tecnócrata centralizado en el eufemismo «Bruselas-Estrasburgo-Luxemburgo», con una molesta sensación de quedar sometido a decisiones propias de un «comité no elegido Bruselas-Berlí­n», en un complejo sistema alejado de las demandas sociales, tan diversas, necesitadas de tan variadas polí­ticas, distintas Paí­s a Paí­s, región a región, han pesado en la actitud e inconformismo observado. En la campaña electoral del Estado español, salvo las inevitables reacciones mediáticas ante el proceso BREXIT, tan solo tí­midas apelaciones a un potencial desmarque de las «polí­ticas de Berlí­n» parecerí­an fijar diferencias de enfoque entre los candidatos españoles que han huido del debate para evitar mayores contradicciones.

Así­, a lo largo de estos últimos dí­as hemos podido observar que mientras el debate del BREXIT (BREMAIN OR LEAVE, QUEDARSE o SALIR), ni era un asunto blanco o negro a resolverse el dí­a 23 de junio con el Sí o el NO de las urnas, ni desencadenaba una decisión automática concreta, ni mucho menos un determinismo predefinido. Lo único conocido era el absoluto desconocimiento de lo que estaba por venir al dí­a siguiente. Iniciar un proceso de «desconexión», pactado o enfrentado y/o renegociar el estatus quo británico en la Unión Europea y, por supuesto, mucho más que un aviso a navegantes: con o sin el Reino Unido dentro de la Unión Europea, Europa no puede ser la misma. El proyecto europeo que vio la luz hace ya 74 años, que dio paso -en gran medida- a las apuestas de Bretton Woods y la creación del Fondo Monetario Internacional y a la redefinición de roles económicos, industriales, administrativos y polí­ticos para la superación de la segunda Guerra Mundial, ha puesto de manifiesto su insuficiencia, su desviación respecto del eje aspiracional de su proyecto original, enredado en una gobernanza inútil y distante. O de una vez por todas sabemos, de verdad, si «hay alguien allí­»… con el liderazgo, la competencia, el compromiso y el apoyo y legitimidad democrática suficientes para reinventar la apuesta, reconducir el proyecto y rediseñar nuevos modelos de participación, colaboración y esperanza de un futuro deseable, o los sucesivos BREXITs se generalizarán a lo largo de toda Europa. En ese marco, el debate electoral español decidió omitir su impacto en la llamada «polí­tica local».

Lejos de entrar en el fondo de la cuestión, el intenso proceso vivido en el Reino Unido centraba el interés mediático español en ocultar las ineficiencias del proyecto europeo en curso, del modelo y de sus gestores, descalificando a quienes pudieran cuestionar su futuro en esta Unión Europea, acusándoles de xenófobos, localistas, insolidarios, «parroquianos» o incultos («no saben el costo de salir, ni conocen la realidad de la Unión, ni el peligro de las opciones, ni tienen un proyecto alternativo…») y en  proyectar, desde el miedo y cálculos demagógicos y escasamente rigurosos, «el coste de la NO pertenencia a Europa». Así­ la «apuesta segura» no era otra que no moverse, aceptar cualquier decisión que tome un selecto club de gobernantes, sin control democrático real (basta como ejemplo próximo el periodo incontrolado del gobierno español en funciones y su qué hacer europeo). No cuestionar alternativas en Europa suponí­a no hacerlo, tampoco, dentro del Estado español.

Pero todos sabemos que la realidad es mucho más compleja que tanto eslogan, manifiesto o presión de grupos de interés. Las diferencias (económicas, sociales, de voluntad y aspiración tanto por su soberaní­a, como por el grado de apropiación  de su propio futuro, la modalidad de sus Instituciones, el tipo de gobernanza…) entre Estados, regiones y ciudadanos miembros, son enormes y no valen recetas únicas o unitarias. O se aceptan las diferencias reales (de voluntad, de compromiso, de tejido económico existente, de madurez y viabilidad institucional…) o no será posible definir un mapa Europeo no ya de presente, sino, sobre todo, de futuro. Tampoco un mapa de la España que algunos (los candidatos actuales a la Presidencia) promueven desde principios simples de UNIDAD similares al TOGETHER británico.

Hoy conocemos el resultado en el Reino Unido. Con la mayor participación en las urnas desde 1.992 (71,8%), el 52% de los ciudadanos (17,5 millones de votos) han decidido iniciar la salida de la Unión Europea. El impacto inicial se traduce en un gran shock, en un batacazo bursátil generalizado, en una muy relevante depreciación de la libra, en un cierto riesgo en el mercado de divisas, en caí­das importantes en las expectativas de valor en las principales empresas españolas con intereses comerciales en el Reino Unido, la caí­da adicional del precio del petróleo y paralización de algunas operaciones asociadas previstas para los próximos dí­as y la subida espectacular del oro refugio o del yen. Ganadores y perdedores en un mundo macro, limitado al espacio de los «mercados», y, por supuesto, la dimisión -en diferido- del Primer Ministro David Cameron quien plantea su salida en Octubre al «no ser el capitán adecuado para llevar al Reino Unido a un destino en el que él no cree». Sin embrago, en sus primeras palabras, en contraposición a sus argumentos de campaña, se ha apresurado a destacar que el Reino Unido es una economí­a sólida, que su moneda goza de extraordinaria salud, que ningún ciudadano (que seguirá siendo británico a la vez que europeo) ve modificada ni su condición, ni sus derechos, ni sus vidas como consecuencia del resultado. Anuncia lo ya conocido pero deliberadamente disfrazado en campaña: la manifestación de salir pone en marcha un largo proceso de «desconexión» que exige la mejor de las disposiciones en beneficio de un espacio confortable para todos. Múltiples barajas en juego que han de ser consideradas. Nada baladí­, por ejemplo, la distribución territorial e «interna» del voto: Escocia (62% a favor de seguir en Europa), Irlanda del Norte (56% a favor de seguir) e Inglaterra y Gales partidarios de salir. ¿Cabrí­a incorporar al proceso de desconexión referendos previos en Escocia e Irlanda y su permanencia como Estados Miembro con el apoyo inglés, que a su vez, junto con Gales en el aún complejo recorrido negociador y legislativo (es Westminster quien habrá de ratificar cualquier Acuerdo de salida) encontrara un modo alternativo de permanencia-relación? No es ciencia ficción, sino piezas de un complejo rompecabezas  por diseñar.

Así­, desde aquí­, lo más relevante del intenso debate vivido en el Reino Unido y el resultado conocido con sus implicaciones aún abiertas, son las lecciones que habrí­an de aplicarse en el Estado español. Más allá de la simplificación argumental esgrimida por unos u otros en las etapas previas, el resultado  final muestra la realidad de fondo que no es otra que un divorcio progresivo desde una concepción centralista, burocratizada y excesivamente economicista (artificial) que desoye la realidad ante diferentes modelos socio-económicos y socio-polí­ticos de pertenencia y dirección de futuro, la necesidad de ejercitar un gobierno y control democrático real y próximo, la adecuación de polí­ticas a necesidades palpables y prioridades diferenciales y a la imperiosa voluntad de aceptar co-protagonismos y no una dirección de pensamiento único a lo largo de Europa. La continua y asfixiante sensación de vivir pendientes de decisiones unilaterales de quienes dominan el conjunto, provoca desafección y deseos de búsqueda de caminos alternativos. Cooperar en proyectos europeos y globales no solo es un atractivo generalmente aceptado, sino deseado pero en la medida en que dicha cooperación sea voluntaria, bajo los principios de ganar-ganar y bajo criterios de coparticipación. De lo contrario, como la crisis se ha encargado de acentuar, corren malos tiempos para las llamadas «estabilidades integradas» cuyos objetivos y proceso se desconocen y esta realidad no solo es aplicable a la pertenencia a un modelo de Unión Europea, sino en su aplicación Estado a Estado. Simplificar en un «Together» o «Juntos y Unidos» no basta sin la explicación del ¿para qué? No es casualidad que ante un hecho tan relevante como el mencionado BREXIT, la campaña electoral española haya «pasado literalmente del asunto». Salvo el escaso e interesado ruido por el frustrado mitin de Cameron en Gibraltar, los «presidenciables españoles» y sus partidos, o no consideraron el debate, desafí­o de interés, o creyeron que no afectarí­a ni a España, ni a sus gobiernos o, posiblemente, al igual que lo que pasaba con la mayorí­a de los ciudadanos sometidos a encuestas electorales, ante alguna pregunta sobre el BREXIT confesaban no saber qué era eso, no haberlo oí­do nunca o pensar que era «cosa de los ingleses». Mientras tanto, el proceso catalán no parecí­a despertar atención más allá de declaraciones altisonantes para el enfrentamiento de campaña entre los «4 lí­deres», Euskadi solo aparece en boca de Unidos-Podemos para ponernos como ejemplo de lo que ellos «quieren hacer en protección y bienestar social» mientras sus representantes en Euskadi, desde su desconocimiento, se limitan a criticar al partido promotor, EAJ-PNV,  por sus «polí­ticas de partido de derechas»… y tan frescos. En verdad, como en la Unión Europea, España carece de gobernanza, liderazgo y proyecto de futuro creí­ble y adecuado a los problemas y, sobre todo, soluciones. Es triste pensar que a partir de mañana pudiera reeditarse un gobierno que ni anima, ni convence siquiera a sus votantes, que no se vea castigado -en verdad- por su corrupción y años de banquillo judicial permanente, que un lí­der-partido perdedor y con los peores resultados en la historia democrática se considere «la única garantí­a seria y razonable para presidir el gobierno», o que el peor valorado de todos los candidatos termine, de rebote, presidiendo el futuro gobierno. Ni qué decir de quien se sitúa a la cola que se auto propone para mediar y ofrecerse como candidato-solución ante el bloqueo de los demás. Un despropósito generalizado al margen de los desafí­os reales. Lecciones que, sobre todo, invitarí­an a confrontarlas con debates «españoles» como el aún vivo y sin afrontar «proceso catalán». Hemos podido comprobar, por fin, que «salir de Europa» no es una cuestión automática, ni cuestión de publicarla en el Boletí­n del Estado. Que manifestar la voluntad de salir supone abrir un intenso proceso de «Desconexión negociada» que supone continuar en el estatus quo previo y acordar, en periodos largos, un nuevo modelo de relación y convivencia, acordar el pago de deudas, pensiones, financiación de competencias, moneda, relaciones institucionales, comerciales y de gobernanza, ciudadaní­a, dobles nacionalidades, migración, defensa… etc. ¡Ojo! A la simplificación y «al frí­o amenazante» de quienes, a falta de una propuesta alternativa, advierten de la «soledad elegible». Hemos aprendido, también, de la manipulación estadí­stica, del catastrofismo de las cifras y de la enorme brecha entre los «mercados», «indicadores bursátiles» y la economí­a real generalizada para el ciudadano medio. Más allá de discursos, el mundo es más real de lo que pudiera parecer y la psicologí­a, emoción y voluntades humanas pesan más de lo que parece en toda decisión.

En definitiva, un 26 de junio en el que quienes creemos en la democracia y en la enorme trascendencia de un voto, acudiremos a ejercer nuestro derecho… y obligación, confiando en que aparezca algo o alguien que vuelva a situar lo imprescindible al frente de las preocupaciones y ocupaciones de quienes hayan de dirigir una nueva visión de futuro, comentada y alineada con el espí­ritu legí­timo de una sociedad necesitada de un proyecto propio de futuro. En el Reino Unido, en la Unión Europea, en el Estado español, en…

Los ciudadanos del Reino Unido han hablado y han manifestado su voluntad, de momento. Las sociedades democráticas han de ser fieles a un principio esencial que, por ejemplo, los vascos hemos recogido en nuestro Estatuto de Gernika en su disposición adicional: «la aceptación del régimen de autonomí­a no implica renuncia del pueblo vasco a los derechos que como tal le hubiera podido corresponder en virtud de su historia, que podrán ser actualizados de acuerdo con lo que establezca el ordenamiento jurí­dico». Las sociedades tienen necesidades, deseos, aspiraciones y soluciones diferentes a lo largo de su historia y han de dotarse de los medios y modelos de gobernanza, pací­ficos y democráticos, adecuados a cada momento. Es un derecho…y su obligación. Hoy lo ha aplicado la sociedad británica como lo hiciera cuando decidió incorporarse, en determinadas condiciones, a la Unión Europea. En cada momento, la voz democrática decide su camino.

Por encima de todo, el refrendo BREXIT y su resultado suponen un choque-revulsivo de elevada magnitud para una Europa que no puede permanecer impasible observando su deterioro respecto de los principios, objetivos y resultados previstos. Un nuevo camino, también, para quienes hoy resulten elegidos al Congreso de Madrid. Por supuesto que los reclamos generales (en especial los sociales y económicos) requieren nuevas actitudes y polí­ticas pero, además, el propio modelo de Estado, su reconfiguración institucional, su modelo de gobernanza, necesitan una radical transformación que haga confortable la participación en el proyecto. No acometer esta reforma solamente aumentará la desafección, la desconfianza y la incertidumbre permanente.

Esperemos que un próximo referendo o contienda electoral no encuentre al gobernante de turno «desaparecido», sin propuestas para un plan alternativo, sin soluciones e inserto en un clima de desconfianza. Repensemos Europa, repensemos el Estado español. Ni uno ni otro responden a las necesidades y exigencias de hoy, de sus ciudadanos.

El Reino Unido se ha pronunciado por dejar la Unión Europea. Ambos gobiernos (UK + UE) han de iniciar un largo «proceso de desconexión» que ha de buscar tanto la mejor y amigable transición y convivencia, como la pronta y eficiente manera de responder al deseo de los ciudadanos europeos (aún hoy) británicos y, por supuesto, del conjunto de sus conciudadanos europeos.

Se abre así­ un proceso «multi-nación», multi-variable, multi-modelo» que obligará a repensar y reinventar Europa. ¿Continuará un inmovilismo europeo con parches mí­nimos sin la UK?, ¿afrontará una verdadera revolución en su composición (a una, dos, o más velocidades)?, ¿favorecerá la geometrí­a variable en su representación y decisiones?, ¿se buscará un Estatus especial y único para el Reino Unido o se situará en los espacios ya existentes como el noruego o suizo?, ¿qué harán Escocia o las Irlandas?, ¿veremos potenciar una nueva Commonwealth?, ¿se habrá agotado el modelo Bretton Woods y, quizás, el euro en su estado actual?. Y finalmente, ¿nuevos espacios de relación con Europa y los actuales Estados Miembro, con una revisión del posicionamiento estratégico vasco, catalán, flamenco, por ejemplo; en este nuevo escenario?

Un tiempo nuevo. ¿Son los candidatos y partidos que hoy piden nuestro voto, en el Estado español, los más adecuados para impulsar estos procesos complejos? Esto es, también, lo que hoy votamos. Más allá de las apariencias  y discursos de campaña.

Enseñanzas de la Bienal de la Máquina Herramienta

(Artí­culo publicado el 12 de Junio)

La reciente celebración de la Bienal de Máquina Herramienta en el BEC (Bilbao Exhibition Center) ha permitido poner en valor varias cuestiones a tener en cuenta en esa limí­trofe indeterminación entre la crisis y su superación, entre el pesimismo crónico y la esperanza de un futuro mejor, bajo una sensación y ola de relativo optimismo.

Un encuentro con más de 1.500 expositores, 45.000 visitantes (la mayorí­a de ellos «profesionales»), con 54 Paí­ses representados es un buen indicador de una recuperación (con todos los matices que se quiera) con la confianza de compradores y vendedores en la pronta salida de una atoní­a económica ya excesivamente larga y la necesidad de apostar por nuevos caminos y modelos de negocio. Máxime si como es el caso, la Máquina Herramienta no es solamente un sector industrial, sino parte relevante de la clusterización de múltiples actividades demandantes (automoción, aeronáutica, energí­a, trasporte, acero de valor añadido, movilidad, salud…) así­ como de un amplio espectro de KETs (Tecnologí­as esenciales y emergentes) y de KIS (Servicios especializados relacionados), del uso y aplicaciones de las tecnologí­as de la información y de la financiación bruta de capital. Es también, un espaldarazo a una industria vasca que lidera la producción mundial y en la que Euskadi destaca en el selecto grupo de los primeros siete fabricantes del mundo (y el 90% de la producción del Estado español). Una industria modernizada que pone en valor la apuesta del Paí­s Vasco en su especialización inteligente (junto con Energí­a y Bio-Ciencias como espacios prioritarios), fiel reflejo de la polí­tica de internacionalización, manufactura 4.0, innovación y tecnologí­a, formación profesional y clusterización. Una buena noticia sin duda.

Adicionalmente, ha puesto en valor las decisiones de quienes apostaron por dotar a Euskadi de una nueva infraestructura (BEC) al servicio de la industria vasca, en el ámbito de las ferias y exposiciones. Recordemos que la antigua Feria de Muestras de San Mamés quedó obsoleta, resultaba insuficiente para al menos dos de sus certámenes más significativos (Máquina-Herramienta y Ferroforma) que constituí­an el escaparate del conocimiento mundial en los dos corazones «sectoriales» del entonces «monocultivo» vasco. La necesidad de apostar por un verdadero y nuevo recinto coincidió con otra crisis, económica en general, de modelos de Feria Fí­sica ante el asalto de internet y la economí­a digital y comercialización virtual, del cambio de modelo de ayudas públicas en las polí­ticas industriales en el seno de la Unión Europea y, en menor medida pero también significativa, de la Administración territorial en la que habrí­a de convencer a Instituciones y ciudadanos que una «Feria de Bilbao» podí­a ubicarse fuera de sus lí­mites municipales, apostando por situarla en Barakaldo optimizando la recuperación fiscal de la Hacienda Foral de Bizkaia de los ya, en aquel momento, inutilizables terrenos de ANSIO tras el cierre transformador de Altos Hornos de Bizkaia dando paso a la creación de la hoy, en el candelero, Acerí­a Compacta en Sestao. Una decisión, que como todas aquellas, de relevancia económica y polí­tica, de amplias miras de futuro, de opción creativa y no seguimiento meramente administrativista generó controversia, debates amplios y, desgraciadamente, noticias y comentarios demagógicos, poco informados y mal intencionados más allá de la legí­tima confrontación de ideas y valoraciones a favor y en contra.

El entonces Diputado General de Bizkaia, -Josu Bergara-, co- presidente tripartito de la entonces Feria de Muestras, respondí­a a la pregunta crí­tica y clave de los asesores para el citado proyecto: ¿Si la nueva Feria pudiera justificar la viabilidad individualizada, hoy, solamente, en albergar la Bienal de la Máquina Herramienta y Ferroforma, a la espera de una intensa actividad promotora e imaginativa para reinventar otros certámenes y Ferias, merecerí­a la pena? Su respuesta fue SI: sí­ como la mejor manera de dotar a nuestra industria de una infraestructura Paí­s, sí­ como medida para valorizar unos  terrenos de una extinta empresa centenaria, sí­ a revitalizar una Margen Izquierda degradada, sí­ a contar con un escaparate internacional de primer nivel, sí­ a la mejor de las ayudas de fomento a unas industrias y clusters tractores de la economí­a vasca, sí­ a un modelo de financiación pública de largo plazo financiando, por separado, sus costes operativos de los de capital. Sin duda, una apuesta  sensata, valiente y comprometida al servicio del Paí­s y de su tejido económico.

Hoy, como es evidente, esta magní­fica Bienal del 2.016 no hubiera sido posible sin el BEC. Bendita decisión y apuesta pública, soporte de una sólida cooperación público-privada que forma parte del ADN industrial (diferenciador) de Euskadi.

Pero además, más allá del continente y escaparate, la Bienal ha demostrado la fortaleza de un tejido industrial base de la Revolución 4.0, ya en curso, que hará que quienes dispongan del conocimiento y potencial aplicativo de este enorme contenido de competencias, capacidades y fortalezas industriales y de Paí­s, como las que forman parte esencial de la Máquina Herramienta (como es el caso de Euskadi, nuestro tejido económico y nuestra clusterizada industria asociable a la máquina herramienta), puedan acometer la intensa transformación digital que afectará a la totalidad de actividades económicas y permita reinventar nuevos modelos de negocio. Una industria clave para transitar los desafí­os para hacer de Euskadi y nuestras empresas, jugadores de primera, en nichos especializados en las complejas y exclusivas cadenas globales de valor que habrán de reinventar el futuro industrial manufacturero, logí­stico y de valor en esa economí­a clusterizada e internacionalizada del futuro. Proceso para el que la pasada Bienal ha aportado luz de esperanza confiando que seamos capaces de profundizar en las claves que el futuro depara. Nuevas tecnologí­as y aplicaciones, el valor diferencial de la economí­a aditiva, la conectividad como base de desarrollo para una economí­a colaborativa y el nuevo espacio en el que lo fí­sico, siendo importante, dará la entrada a la desmaterialización, base de los nuevos modelos de negocio empresarial por venir, del producto y la nueva apuesta/oferta de soluciones a las demandas sociales.

Euskadi, a lo largo de los años y de una manera relevante en los últimos tiempos, ha tenido la oportunidad de proyectarse al mundo como un jugador industrial de primera. Ha demostrado sus fortalezas coopetitivas público-privadas, su capacidad tecnológico-manufacturera, sus resultados innovativos y su presencia internacionalizada. Sin duda, el BEC ha facilitado dicha «Venta e Imagen». Por supuesto, ha permitido proyectar la imagen relevante de un cluster como el de la Máquina Herramienta (hoy, AFM-Advanced Manufacturing Technologies) que agrupa a empresas de diferentes dimensiones y especialidad en el entorno de la máquina herramienta, que factura del orden de 1.475 MM de euros/año (81% en el exterior). Toda una pieza clave en un tejido empresarial competitivo y generador de riqueza y bienestar. Un tipo de industria que en complicidad y maridaje con nuestra red de ciencia, tecnologí­a e innovación hace futuro. Toda una esperanza y realidad referente sobre la que construir los pilares de nuevos retos por llegar.

Hoy, cuando por encima de la propaganda mediática en torno a la popularidad o no de una imagen personal en el marco de la desafección por la polí­tica y la gobernanza, resulta imprescindible valorar las apuestas de quienes desde su compromiso de servicios al Paí­s y asumiendo la responsabilidad de dirigir y tomar decisiones (para lo que fueron elegidos), las tomaron pensando en el futuro. Futuro del que, como en este caso, disfrutamos, traducido en términos de empleo, riquezas y bienestar. El próximo 26 de Junio también va de esto.

BEC-Bienal de Máquina Herramienta ha demostrado la fortaleza de una infraestructura sólida coherente con las necesidad del entorno inmediato Euskadi-Industria, una vez más, ha proyectado su modelo especial: coopetitivo, colaborativo público-público, público-privado, enraizado en su economí­a real, de la mano de su cultura empresarial y extraordinario compromiso con la formación permanente y las visiones y apuestas de largo plazo. Una apuesta que ofrece resultados. Una base y fortaleza firme sobre la que afrontar un escenario futuro lleno de retos e incertidumbre. Un magní­fico signo de confianza.