Hacia un pasaporte universal de Salud

(Artí­culo publicado el 14 de Diciembre)

La importancia generalizada de la ya vieja costumbre en identificar una fecha concreta para celebrar «el dí­a de…», aporta alguna ventaja como la posibilidad de recordar compromisos aún insatisfechos, reforzar las agendas para su logro, reivindicaciones y celebraciones de los pasos dados, hacer balance de la situación y revisar los propósitos fijados. Es el caso, esta semana, del «primer dí­a mundial por la cobertura sanitaria universal» que ha promovido la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el 12 de Diciembre.

La fecha elegida no es casual. Coincide con el aniversario de aquella resolución de Naciones Unidas, suscrita por más de 100 paí­ses en aquel aparentemente lejano compromiso y Retos del Milenio, en favor de la llamada «salud para todos-HEALTH4ALL», que pretendí­a minorar el estado de pobreza y desigualdad de la población mundial, y en cuyo marco estratégico, la salud jugaba un rol esencial. Hoy, constatadas las limitaciones de las apuestas emprendidas, la OMS enarbola un nuevo reto, dando un paso más allá del compromiso internacional en favor de concepto de cobertura y acceso para todos, dotándole de un intento reformador provocando la redefinición de lo que en verdad signifique el acceso universal, pretendiendo reformular la manera de generar y mantener salud más allá de la enfermedad a lo largo de toda la vida.

Hoy, el mundo de la salud sigue necesitando del paso previo propuesto: garantizar el acceso formal a la salud. Ahora bien la mayorí­a de la población mundial no solamente no puede pagar el coste de un aseguramiento y atención sanitaria, sino que, además, es precisamente esta población desfavorecida la que encuentra mayores dificultades para acceder -no solo por razones financieras o de renta disponible, sino por disponibilidad de oferta asistencial-. Las carencias de educación y formación -también especí­ficamente para la salud-, de infraestructuras, cultura médico-sanitaria, condiciones de higiene, alimentación, aislamiento y marginación, vivienda, infecciones y contagios, salubridad, y, por supuesto, agravadas por catástrofes y emergencias, movimientos migratorios, economí­a informal, «desplazados» por conflictos, generan un impacto negativo en su estado de salud. Población que no solamente requiere de una cobertura propia de un sistema de salud, sino de una serie de soluciones sistémicas que exceden, con creces, el ámbito de los gobiernos en sus áreas de salud, demandando nuevas formas clusterizadas de intervención en múltiples lí­neas de actividad interrelacionadas. Agua, vivienda, transporte, por citar algunas, marcan la frontera del acceso real a la salud.

Hoy, la nueva propuesta de la OMS viene a coincidir con una generalizada transición de los principales actores del sistema (públicos, privados y de iniciativa social) y sus propuestas transformadoras de sus modelos de salud ofertados, hacia la llamada revolución de la APS  (Asistencia Primaria en Salud), las 4 P’s (Predictiva, Preventiva, Participativa, Personalizada) y el acento en la integración resolutiva de procesos y no de acto médico una vez producida la enfermedad. Tendencia y reto generalizado que se verá, además, impactado por un complejo y variado mundo tecnológico, en cambio radical y acelerado, cuyos tiempos, costes y resultados están aún por precisar.

Este es el marco del debate real que la celebración provoca. Contrasta, desgraciadamente, con determinadas mareas reivindicativas desde el interior de los actuales marcos de salud, monopolizadores de una oferta resistente al cambio y que ponen el acento en sus propias reglamentaciones, jornadas y beneficios, lejos de situar el elemento esencial en el «usuario» y la población a atender. Parecerí­a deseable trascender de la resistencia natural para acceder a aportaciones innovadoras que posibiliten entender una mejor manera de generar, evaluar y mantener la salud, para todos, a lo largo de toda la vida, de forma coste eficiente, concentrando los recursos en las causas determinantes de la salud. En contraposición a esta ola cercana, observamos, por ejemplo, el debate que estos dí­as confronta -una vez más-, al Congreso de los Estados Unidos en torno a la evaluación y potencial continuidad de la Reforma Obama que incorporó a 40 millones de estadounidenses al sistema de cobertura, un «acceso pro-universal», de obligada afiliación en seguros privados elegibles, o el caso del Seguro Popular, en México, que ha permitido cumplir con las estadí­sticas de una cobertura casi universal, distante en la práctica de un acceso real, dada  la informalidad de la economí­a activa, las dificultades de accesibilidad real o el colapso del sistema, en especial en el nivel primario, fragmentado en su interacción con la totalidad de un sistema con insuficientes recursos que lo hagan eficiente. Ejemplos que ponen de manifiesto la escasa alineación entre la «cobertura universal teórica» y la cobertura real deseada y necesaria.

En esta lí­nea, aprovechando el reclamo de la OMS en este 12 de Diciembre, muchos de los paí­ses más pobres del planeta, (con su elevadí­sima concentración en ífrica) han aprovechado para crear la «Red Internacional por la Cobertura Sanitaria Universal» que posibilite la adhesión a lo largo de todo el planeta. Finalmente, movimientos humanitarios, diplomáticos, empresariales privados y de iniciativa social actuantes en el mundo de la salud, abogan, un poco más allá, por lo que podrí­amos llamar «un pasaporte Universal de Salud«, como garantí­a de acceso real para toda la población mundial, más allá de las fronteras. Múltiples iniciativas en curso, terminarán, sin duda, reformulando nuevos sistemas de salud. Un sueño en marcha. Más allá de una fecha.

Kutxabank: todo un desafí­o

(Artí­culo publicado el 30 de Noviembre)

Kutxabank es noticia esta semana como consecuencia, sobre todo, del relevo en su Presidencia.

Mario Fernandez, ya expresidente, ha liderado y superado con éxito cuatro fases crí­ticas en el complejo y aún inacabado proceso de transformación de las Cajas de Ahorros: 1) La fusión de las entidades territoriales, aspiración y demanda generalizada que data de más de 25 años tras las primeras integraciones territorio por territorio acompañadas de la dotación de algunos espacios colaborativos que han venido funcionando en diferentes actividades; 2) La creación del propio Kutxabank tras la imposición de los organismos regulatorios exigiendo la transformación de las cajas socias y pre existentes bajo esta figura del «Banco de Cajas»; 3) La progresiva reconversión de las antiguas Cajas en Fundaciones Bancarias, propietarias -a la vez- del Banco (Kutxabank) y 4) La superación, con nota de excelencia, de las últimas pruebas de Stress impuestas por el ya nuevo regulador centralizado, europeo, situando a Kutxabank a la cabeza de la solvencia de la banca del Estado español.

Así­, superada esta intensa, compleja y satisfactoria trayectoria, deja su puesto además de un legado conceptual que, sin duda, habrá de marcar las decisiones futuras de la nueva presidencia y su desafí­o: El «nuevo Sistema de Cajas/Banco Vasco» ha de cumplir con cuatro objetivos convergentes: 1) Mantenimiento y potenciación de la «nueva» obra social; 2) Facilitar el desarrollo endógeno; 3) Garantizar su «arraigo» (pertenencia, centros de decisión, valores, compromiso, propiedad…) y 4) Viabilidad sostenible. Objetivos, al parecer, compartidos por la inmensa mayorí­a de los agentes implicados en la estratégica operación pendiente. Sin duda, una atractiva (a la vez que compleja) hoja de ruta para los nuevos rectores de Kutxabank y las Fundaciones Bancarias que lo han constituido. Para liderar el proceso, el sistema se ha dotado de un profesional competente y conocedor del escenario al que se enfrenta.

Ahora bien, ¿es posible cuadrar los cuatro objetivos convergentes?, ¿es posible compatibilizar los necesarios beneficios bancarios, las exigencias regulatorias y las limitaciones obligadas que implican con la necesaria y deseada prosperidad social, económica y de Paí­s que se requiere?

   La enorme relevancia del «espacio Kutxa« no puede contemplarse al margen del «espacio financiero vasco», si bien ha de ser un protagonista de excepción. Sin duda, el sistema financiero vasco, no solamente se ve tensionado y condicionado por un ambiente crí­tico y negativo desde una sociedad que padece una larga y profunda crisis y que identifica y señala, entre otros, al sistema financiero y bancario, entre los «causantes y culpables». Adicionalmente, el mundo de las Cajas de Ahorro cuenta con un mal añadido ya que ha sido estigmatizado no ya por lo múltiples casos y evidencias de mala gestión, abusos de poder y «connivencia amiga« en una deslegitimada interacción entre estos y el poder polí­tico e institucional, sino por el propio gobierno español ,empeñado en acelerar una reforma bajo mandato europeo sin molestarse en poner en valor la necesaria participación en el desigual desarrollo regional, apoyado en gran medida por este vital instrumento financiero y de soporte de la obra social. Sin embargo, el desamparo y la pésima gestión además de actuaciones alegales e inmorales en muchas de estas Cajas ya hoy desaparecidas o transformadas en bancos beneficiados por el rescate al que se vio sometida la economí­a española y que no pueden aplicarse al «espacio Kutxabank» han obligado a seguir, como casi siempre, «el café para todos», homogeneizador de la España financiera. A contra corriente, como en otras muchas áreas, los resultados observables y la ausencia de los conflictos antes comentados, han demostrado la validez de la interacción público-privada con un protagonismo responsable de las Instituciones Fundadoras, los profesionales que las han dirigido, los objetivos propuestos y el control de los mismos. Pero el daño general está hecho y el acelerado posicionamiento del gobierno español «llevándose por delante el 50% del pasivo y mercado bancario» ha terminado obligando, también a Kutxa, a transformarse y buscar la mejor opción posible. Este proceso, inacabado, obligará a nuevas transformaciones, hoy aún inciertas. Ahora bien, Euskadi necesita fortalecer un sistema financiero, además, más allá de este importante «espacio Kutxa». Nuestra economí­a real (familias, empresas, gobiernos) necesita financiación accesible y adecuada a las caracterí­sticas de su demanda especí­fica. Es momento, de trascender de las estructuras e instrumentos existentes para volcarse en su ¿para qué? y reorientarlos hacia la estrategia Paí­s requerida. Afortunadamente, Euskadi dispone de las capacidades más que necesarias en este mundo financiero para afrontar un compromiso de tal envergadura. Un compromiso que posibilite la colaboración de todos los agentes implicables (instituciones y empresas), movilizando los recursos hacia los objetivos concretos, desde una reflexión activa en torno a nuevas palancas de financiación, instrumentos de financiación alternativa, nuevos vehí­culos al servicio de los modelos de negocio concretos, revitalizar una arquitectura fiscal propia incentivadora del ahorro, el emprendimiento, la inversión y de la sucesión en la empresa familiar, así­ como la «nueva» financiación estratégica pública que acelere la recuperación, la creación de empleo y la competitividad del Paí­s.

Todo este proceso, necesario y urgente se afronta en un momento delicado en el que la propia Obra Social, ha de redefinir su adecuada actualización temporal y alineación con las polí­ticas de protección y seguridad asistencial y social que las propias Instituciones dirijan, con la imprescindible estrategia de «inclusividad» que el desarrollo económico no desigual exige, hacia el empleo como máximo reclamo y el desarrollo endógeno que exige acciones y ofertas concretas y diferenciadas.

Ante este reto, un «soplo de aire fresco» que bien podrí­a alumbrar el nuevo camino a recorrer, lo podemos encontrar en un renovado movimiento de la «Shared Value Initiative» que irrumpe en la sociedad en forma del pensamiento creativo para la co-creación de Valor Empresa-Sociedad y que resumen, en el mundo de la banca, una serie de propuestas recogidas en un reciente documento: «How Banks can obtain profit rethinking their purpose» (¿Cómo pueden tener beneficios los bancos, repesando su propósito o razón de ser?).

En dicho documento, se pretende explorar la manera da afrontar un negocio bancario lí­cito y rentable, satisfaciendo las necesidades y demandas sociales. Refuerza la importancia, esencial, de la economí­a financiera en el desarrollo económico y social, pretendiendo recordar que no basta con culpabilizar a la banca o a los gobiernos de la crisis, sino que se ha de identificar, reconocer y reorientar su papel al servicio de la sociedad de bienestar y el desarrollo inclusivo. Vivienda, ahorro, garantí­a de nuestros ingresos, bienestar, sanidad, infraestructuras, rentabilidad y sostenibilidad de nuestras pensiones… necesitan de la solvencia, viabilidad y alineación estratégica del mundo financiero con nuestra demandada economí­a real.

Así­ Kutxabank y su perí­metro de Fundaciones Bancarias tiene una oportunidad (y necesidad) de repensar su propósito y posicionamiento ante el gran desafí­o marcado en la hoja de ruta emprendida. Es una gran oportunidad para repensar su modelo de negocio, su reposicionamiento con/en los diferentes agentes y piezas del ecosistema (cluster) financiero del Paí­s y de impulsar y liderar el proceso de potenciación del sistema. Un desafí­o alineado a los cuatro objetivos convergentes marcados.

Todo un desafí­o. Un camino posible.