Nuevas Herramientas, Nuevos Modelos de Estado y Nuevas Soluciones

(Artí­culo publicado el 16 de Noviembre)

El pasado 9 de Noviembre, mientas 2,3 MM de catalanes realizaban un ejercicio democrático y de plena modernidad, reclamando tanto el derecho a decidir libremente su futuro como personas, pueblo y colectivo, y exigí­an, mayoritariamente, dotarse de nuevas estructuras de Estado, actualizando los conceptos de independencia y, en consecuencia, pidiendo un nuevo estatus de relación con España y con Europa, a 6.000 kilómetros de distancia, en Dubai, cerca de 1.000 miembros de diferentes Consejos Asesores Globales del Foro Económico Mundial (WEF) poní­amos en común nuestras Agendas para el Futuro, bajo la premisa generalizada de que no solamente la salida de la crisis actual, sino sobre todo las soluciones de futuro en el medio y largo plazo, exigen nuevas herramientas, nuevas maneras de observar el mundo y nuevas formas de Estado y gobernanza alejados de los modos y prácticas del siglo pasado.

Mientras estas nuevas realidades apuntando el futuro se comparten, entre otros, por un WEF tradicionalmente volcado hacia «soluciones globales» con el encuentro tripartito -empresas, gobiernos, academia- de todo el mundo, en España, de la mano de su gobierno -funcionarial, de opositores memoristas que disfrutarán de un empleo de por vida en cualquier escenario futuro, escasamente internacionalizados y de mí­nima experiencia profesional fuera de la polí­tica de partido- mira a un pasado causante de una determinada visión de unidades impuestas e inoperantes para afrontar los verdaderos problemas a los que nos enfrentamos. Y lo hace acusando a los demás de inmovilistas, trasnochados, localistas y contrarios a la modernidad y al curso de los tiempos.

Hoy, en un potencial escenario post-crisis y más allá de ésta, constatamos un mundo desigual y excluyente que reclama INCLUSIVIDAD (con o sin crecimiento  económico, atendiendo a las diferentes hipótesis de trabajo en diferentes regiones y paí­ses del mundo, pero para todos), exige erradicar la Economí­a Ilí­cita, necesita crear Empleo de calidad y sostenible, está obligado a romper las barreras del «Software legal» (regulatorio o administrativista) que ha guiado la parálisis gubernativa y hemos de recuperar un «Software tecnológico y emprendedor« capaz de asumir riesgos y liderar el futuro. Retos todos ellos, que sitúan a España, como desgraciadamente a otros paí­ses, en el corazón de la insatisfacción y ejemplo del déficit de soluciones: desigualdad y pobreza galopante, desequilibrios territoriales, corrupción desde el poder, desempleo insultante, justicia de baja calidad y democracia y gobernanza de poca intensidad. Retos complejos que demandan nuevas soluciones, urgentes. Soluciones en un mundo que diga NO a la planificación y ordenación centralizada de pensamiento único y que facilite la desconcentración-descentralización en espacios y unidades menores, controlables y gestionables que respondan a Comunidades Naturales deseosas de potenciar su compromiso para construir su propio futuro desde un positivo y dinámico sentido de pertenencia. Sociedades necesitadas de polí­ticas facilitadoras del desarrollo colaborativo en el que una nueva «economí­a circular« (sistémica y no de silos) esté al servicio de la prosperidad inclusiva y no de la desigualdad del PIB. Necesitados de estrategias «ad hoc» alineadas con el ADN de cada región-Paí­s-Sociedad y no de un «café para todos», de manual, desde el mando distante y remoto de Madrid, Bruselas o Washington, pletóricos de sobrevivientes del presupuesto público inmovilista, llenado por un sistema históricamente heredado por las élites y un régimen de «cuotas de Estado» generadores de la burocracia globalizadora desde instituciones internacionales que han fracasado en el diseño de soluciones pre y post crisis. Instituciones «barcaza» acostumbradas a flotar y sobrevivir sin excesiva preocupación en saber hacia donde navegar a la espera de que los vientos y mareas les conserven, hasta que otros les remplacen para trasladarse a otra barcaza similar a la vez que más confortable.

Dubai-WEF y Catalunya han hecho sus deberes este 9 de Noviembre. Madrid, sin embargo, ha llamado a su fiscalí­a como antes lo hiciera con sus tribunales. Dos maneras muy diferentes de presenciar los acontecimientos. Uno los ve sin mirar ni aprender confiando en su frágil aparente unidad y fortaleza temporal. Otros sabemos que un nuevo mundo está por llegar simplemente porque nos comprometemos en traerlo. Miles de kilómetros de distancia, diferentes velocidades, diferentes voluntades y diferentes riesgos y compromisos. Afortunadamente, es cuestión de decisión polí­tica. Y las malas decisiones polí­ticas pueden y deben cambiarse. Como suele decir Al Gore, «la voluntad polí­tica también es un Recurso Renovable», y es tiempo, también, de escenarios, economí­as, instituciones y gobiernos renovables y renovadores.

   Sin duda, cuando se tiene la oportunidad de disfrutar del privilegio del debate creativo de las ideas y su diversidad y se asume la evidencia de un mundo en plena transformación que no se resiste a vivir excluido de su propio desarrollo, en el que generaciones enteras no pueden esperar a que otros hagan los deberes por ellos o, peor aún, dejen que las cosas sucedan sin provocarlas, mientras observan que el mundo se mueve, que la geo-estrategia se desplaza a nuevos centros de actividad, decisión y poder y que la democracia pide a gritos nuevas maneras de ejercerse y compartirse, no se puede sino exigir nuevos liderazgos. El 9 de Noviembre, también hemos asistido a dos modelos contrastados: quien apuesta por liderar un futuro diferente con el respaldo de la Sociedad que representa y quien no se atreve a comprobar lo que quiere la Sociedad que quiere representar, más allá de elecciones puntuales. Quienes hemos pasado por Dubai mirando a Catalunya, hemos disfrutado la confortabilidad de comprobar nuevos tiempos, nuevos espacios, nuevas herramientas y nuevos jugadores. Sin duda, un amplio oasis de esperanza y optimismo. Otros, desgraciadamente, solamente ofrecen pasado.

De vuelta a casa, cuando observamos la vuelta a la rutina con un gobierno español que apela a su propio y particular estatus quo, ocupado en deslegitimar un movimiento real y creciente que demanda un protagonismo propio, parecerí­a que nos encontramos ante una discusión de polí­ticas partidarias propias de un debate de café, irrelevante para afrontar las grandes soluciones a los problemas reales que nos quejan. Nada tan alejado de la realidad. Un desarrollo inclusivo, una capacidad real de generar riqueza y empleo, una estrategia singular para el desarrollo territorial diferenciado, una adecuada educación, un sistema de salud universal, una adecuada respuesta a los retos demográficos medio ambientales, territoriales, de movilidad, forman parte de la esencia de la gobernanza, de la participación real de sus protagonistas, de sus sentidos de pertenencia y compromiso, de sus deseos identitarios y, sobre todo, de su propio futuro. No es irrelevante que Catalunya, por ejemplo, se dote o no de sus propias estructuras de Estado o que opte por una independencia real.

Aunque algunos no parezcan enterarse, el mundo se mueve a gran velocidad. No hay ni tiempo ni paciencia suficiente para esperar. Los retos que tenemos por delante exigen nuevos modelos, nuevas herramientas, nuevos compromisos y nuevos liderazgos.

CRISIS: Hacia las oportunidades de Mañana

(Artí­culo publicado el 2 de Noviembre)

Jakiunde, Academia vasca de la Ciencia, las Artes y las Letras, ha organizado una jornada de reflexión en torno a la «Crisis e Industria» (Krisia eta Industria) bajo el sugerente debate y propósito de «aprender de las lecciones del pasado para construir el futuro». Para hacerlo, su coordinador José Luis Larrea, estableció un adecuado hilo conductor bajo el paraguas de una doble visión de las estrategias de polí­tica económica e industrial, implantadas en los últimos 35 años de la mano de algunos de sus protagonistas institucionales y del contraste Académico desde el análisis experto de ORKESTRA, como marco global para el aprendizaje desde una serie de proyectos emprendedores singulares que han marcado, en parte, la apuesta (y éxito) de los últimos años: Bilbao y la reinvención de la Ciudad-Región, GAMESA y la reinvención empresarial tractora de la clusterización, CAF y la extensión manufacturera inteligente-servitización-desarrollo local en el contexto internacional y GUGGENHEIM BILBAO, proyecto singular dinamizador del desarrollo económico más allá de su impacto-objetivo cultural. Hilo conductor que explica las claves de la Competitividad y el Bienestar en solidaridad que ha caracterizado el modelo vasco de desarrollo humano sostenible.

La jornada nos ha permitido poner en contexto las apuestas realizadas y, sobre todo, extraer algunas lí­neas clave que habrí­an de posibilitar afrontar los nuevos (o viejos) retos que el futuro depara. Si bien resulta evidente que cada crisis tiene su gravedad, origen, consecuencias y soluciones de salida, especí­ficas y únicas y que cada tiempo exige opciones propias, no cabe duda que la experiencia real es un grado y que las lecciones bien aprendidas ayudan a disfrutar de una buena base de partida.

Los análisis presentados así­ como los proyectos mencionados ofrecen una serie de elementos crí­ticos que responderí­an a una doble pregunta general: ¿En qué medida las diferentes polí­ticas y estrategias seguidas explican el éxito de estos proyectos? ¿Existen elementos comunes presentes en todos ellos que nos sirvan no para felicitarnos por lo hecho en el pasado sino para provocar un nuevo futuro?

Sin duda, la complejidad multi-variable que ha condicionado (y explicado) la transformación de nuestro Paí­s, de crisis en crisis, en el horizonte de los últimos 35 años, no puede simplificarse en un recetario replicable y extensible a todo tiempo, momento y circunstancias, pero puede aportar ciertos elementos a considerar. En esta lí­nea, quisiera resaltar algunos de los comentarios expuestos en la mencionada jornada, rogando a sus ponentes, me concedan «el beneficio» de mi interpretación personal. Así­, algunas ideas, a mi juicio, serí­an:

1) Provocar el Futuro y apropiarnos de él .

¡Al futuro no se llega sino que se va! El futuro nos pertenece en la medida que asumamos el compromiso de provocarlo, orientarlo y trabajarlo. Cada Paí­s, cada empresa, son únicos y exigen una estrategia global, completa e integrada y si bien se requieren diferentes fases, proyectos, planes e iniciativas, de lo que se trata es de tener una ESTRATEGIA PAIS, compartida y colaborativa, a lo largo del tiempo y no una sucesión de planes aislados y, en gran medida, inconexos pese a responder a potenciales objetivos especí­ficos (generalmente antagónicos o no alineados).

 

2) Lejos de acometer avances continuistas, la virulencia de los cambios económicos, sociales, polí­ticos, demanda transformaciones radicales que obligan a proponer «cambios de paradigmas», «salir del espacio de comodidad» y asumir el binomio Innovación-Riesgo. Contemplamos el discurso de la innovación, el emprendimiento, la internacionalización, la tecnologí­a como si se tratara de «etiquetas simples, polí­ticamente correctas, alcanzables por todos y de impacto 100% positivas», sin incidir en lo que suponen y sus condicionantes, a la vez que disociadas de su otra cara de la moneda: El Riesgo.

Todas las iniciativas antes mencionadas, de éxito, fueron operaciones de riesgo. Todas surgieron contra-corriente; todas obligaron a reinventar y rediseñar polí­ticas e instrumentos públicos ad hoc; todas exigieron nuevos modelos de gestión; todas provocaron una clara coopetencia público-privada y público-público; todas necesitaron asociacionismo, trabajo en red y proyectos «extra empresa», prolongando su impacto y viabilidad a la cadena de valor en que actuaban. Todas exigieron de las Administraciones Públicas decisiones extraordinarias con una determinada carga de «discriminación positiva» y todas exigieron una financiación-fiscalidad especí­fica para acometerlas. Todas, como resulta inevitable en todo proyecto innovador -real- de cambio radical, han sido operaciones de alto riesgo y todas han combinado el espacio y proyección internacional con su compromiso de pertenencia y anclaje relevante en el Paí­s, provocando efectos tractores sobre el tejido económico y social vasco.

Estas iniciativas han salido muy bien. Pudieron fracasar. Asumir estas decisiones solamente es posible desde la firmeza del liderazgo, la apuesta por trascender de lo habitual y comprometerse más allá de los intereses concretos (legí­timos, por otra parte) y particulares.

3) Liderazgo compartido SI pero NO al uní­sono. Empresa, iniciativa privada y gobiernos han de compartir un liderazgo pero ni a la vez ni en la totalidad del proceso. Cada uno ha de fijar su rol -diferenciado- cooperando con lo esencial de la iniciativa acometida pero en su propio campo de juego. En especial, estos proyectos exigen un fuerte liderazgo que se traduce en personas comprometidas con ese futuro, deseable y provocable, ya mencionado.

4) La magia del proceso. Una estrategia para ganar el futuro, un liderazgo y compromiso firmes exigen no solamente una propuesta, sino recorrer un largo camino a lo largo de los años, haciendo «cadena» coherente al andar de modo que fijado el horizonte y escenario alcanzable, la ruta y el proceso marcan la diferencia.

Con estos y otros mimbres hemos llegado hasta aquí­. Ahora, el reto exige más y distinta innovación y, sobre todo, un liderazgo real para conducir el cambio radical que el Paí­s demanda. Necesitamos, como siempre, salir de nuestro espacio de confortabilidad, reinventar nuestras estrategias e instrumentos, interpretar el mundo en el que hemos de movernos y redefinir el Paí­s que queremos. En definitiva, liderar el nuevo espacio, provocar y dirigir el proceso, apropiarnos de nuestro propio destino, asumir y mitigar los riesgos asociados. Sin duda, hoy partimos de una mejor base que la de hace 35 años, estamos mejor preparados, contamos con la gente adecuada y los recursos (e imaginación y voluntad) necesarios. A la vez, el mundo también se mueve. A las bondades y virtudes de la internacionalización, de la innovación y la tecnologí­a, de las oportunidades de interdependencia, al progresivo desarrollo de la democracia económica (aunque en ocasiones pareciera la contrario), a la creciente colaboración… acompañan sus propias paradojas y contradicciones en un reto creciente por la interacción entre esos dos grandes espacios de futuro: lo global y lo local. Entender su fuerza, comprender y acertar en los tiempos diferenciados entre tendencias, oportunidades y disponibilidad real, es parte del juego.

Provoquemos el futuro. Repensemos las lecciones del pasado pero, sobre todo, para afrontar el mañana. Una vez más, recordemos que el éxito del pasado no garantiza el éxito del futuro.