Primera Conferencia General para la Competitividad.

De la mano del Instituto de Competitividad del Paí­s Vasco en la Universidad de Deusto, celebramos la «Primera Conferencia general», como evento relevante que pretende celebrarse cada 2 años, impulsando los debates crí­ticos sobre el «estado del arte» y favoreciendo la interacción de los principales agentes que hacen posible su aplicación en beneficio de la sociedad de la que forman parte.

En esta ocasión, el IVC-UD ha presentado su primer informe de aproximación a la cuestión profundizando en los contenidos reales de la materia, el análisis del camino recorrido por la económica vasca y sus agentes a lo largo de los 25 años en el marco de estos factores exitoso competitivos así­ como las lí­neas de futuro de la mano de los apasionantes retos que se avecinan. En este marco, el profesor Michael Porter, presidente de honor del Instituto (y responsable de su evaluación académica) ha insistido en las tendencias mundiales de la competitividad para adecuar el futuro que se recoge en una apuesta diferenciada por el propio Instituto «Definir y facilitar la aplicación de un Modelo Vasco para la competitividad» Modelo Vasco como resultado de una doble evaluación, 1) encontrar el modelo que garantice el bienestar futuro de la Sociedad Vasca, 2) un modelo generalizable para otras economí­as «ricas» que han de afrontar –como la vasca- un nuevo modelo de gobernanza, una nueva manera de organizar nuestros territorios, una nueva manera de organizar y concebir nuestras empresas e Instituciones y nuevas formas de transitar (ordenar, formar, trabajar…) hacia la tan extendida etiqueta de una «nueva economí­a y sociedad del conocimiento» en el aun por descubrir nuevo espacio global y local.

Este posicionamiento y complejo reto es el trasfondo del IVC-UD. Una pieza mas (si bien de gran significado y relevancia) en el entramado vasco para su competitividad.

Europa y su productividad…

El numero 2 del «Mckinsey Quaterly» (Heino Fassbender) que hoy esta en mis manos, entre otros asuntos, destaca un trabajo sobre el «Reto de la productividad europea» y aludiendo a Schumpeter parece animarnos a avanzar hacia la «destrucción creativa e innovación emprendedora» tan necesarias para el avance y transformación eficiente de nuestra economí­a.
Pretende recordarnos que Europa («la vieja Europa») no termina de superar su combate competitivo con Estados Unidos, siguiéndole a demasiada distancia en crecimiento económico y productividad, destacando que tal distancia obedece, sobre todo, a la decisión de los europeos por trabajar menos, disfrutar del ocio y mantener su llamado «estado de bienestar». Destaca las casi 350 horas menos que por trabajador medio trabajamos en Europa respecto de nuestros amigos americanos. Adicionalmente viene a recordarnos que si bien es estado social proteccionista de que nos hemos dotado no favorece nuestro «estado de competitividad» no es excesivamente relevante (si decidimos trabajar mas) lo que no deja de ser una buena noticia ya que parecerí­a que es cuestión de trabajar un poco mas por lo que la solución estarí­a mas cerca de nuestras propias decisiones de lo que parece.

Ahora bien, sugiere una serie de medidas imprescindibles para superar el reto:

1)      Completar el desarrollo del Mercado íšnico e Interior para lo que recomienda profundizar en el cambio estructural iniciado cara a 1992 y mejorar la integración del mercado de capitales.

2)      Aumentar el valor añadido del «Continente» concentrándonos en productos y servicios con ventaja comparativa (respecto de Asia, América y ífrica, se entiende)

3)      Reinventar el Estado (el de Bienestar y la provisión de servicios públicos)

Tres lí­neas de actuación seguramente necesaria e interesante pero a todas luces insuficientes.

Desgraciadamente, persistir en visiones macroeconómicas para la competitividad continental esconde la imposibilidad de actuar, de verdad, sobre los agentes microeconómicos de la competitividad que son los que marcan la diferencia ¿Qué actividades o industrias, productos o servicios deben ocupar el esfuerzo de empresas y gobiernos no ya en Alemania, Rumania, Grecia, Malta o Portugal si no de diferentes regiones desde Baden Witenburg, Lombardí­a, Extremadura o Salzburgo, por ejemplo? ¿Debe Bruselas fijar el número máximo de horas trabajables por año en todas las empresas europeas? ¿Volveremos a las erróneas propuestas de los «˜80s por la especialización excluyente de los «sectores» de éxito industrial europeo (aeronáutica, farmacia, tics) y relegaremos el resto  a cuotas productivas «abandonando» la manufactura (y todas sus piezas de la cadena de valor) a favor de los nuevos «talleres del Mundo» (China e India)?

Sin duda, un paso más en el debate (necesario) permanente, En los próximos dí­as, volveremos sobre la microeconomí­a de la competitividad europea. Empezaremos por la rica y saludable vieja Europa (cada vez menos joven, afrontando un grave escenario demográfico de envejecimiento…pero cada vez mas «saludables y prospera»). Recorreremos sus espacios de oportunidad.