Geopolítica y Estrategia Empresarial

(Artículo publicado el 2 de noviembre 2025)

¿En verdad la incertidumbre, tensiones, cambios y conflictos observables suponen una implosión geopolítica? ¿Nuevas medidas imprescindibles? ¿En qué ha cambiado el impacto en empresas y sus modelos de negocio respecto del “Business as usual”?

Una de las principales características asociadas a un buen liderazgo empresarial ha sido y es, a lo largo de la historia, la capacidad de asumir y mitigar riesgos y un verdadero conocimiento – entendimiento aplicado de los diferentes entornos en los que se opera. Esta capacidad y marco base obliga a concebir la interacción con todos los agentes (económicos, sociales, políticos, institucionales) de las diferentes áreas o regiones en los que se desarrollan las variadas actividades propias de la “constelación de cadenas de valor, globales y locales” en que está presente una empresa. El empresario no es un ser amante del riesgo sino quien es consciente de sus dificultades y amenazas a la vez que de su capacidad para mitigar sus impactos negativos y convertir las oportunidades en resultados, siendo sus valores y propósito las guías reales (y distintas) que le llevan a la consecución de los resultados económico-financieros exigibles para garantizar su sostenibilidad en el tiempo, como efecto de su apuesta y compromiso y no como objetivo único y/o esencial.

Así, cada “mercado” o área de actuación son únicos, diferentes y requieren acciones distintas. No hay un solo modelo de negocio sino adaptables modelos de negocio en cada espacio de actuación y, en consecuencia, una enorme variedad de modelos y estilos de dirección enmarcados en diversas estructuras organizativas y corporativas. Es por esto por lo que la “internacionalización de las empresas” (y, en gran medida, la “extensión nacional en un mismo país”) demandan una complejidad organizativa y dedicación directiva amplia, diferenciada y cuidadosamente articulada, coordinada e integrada. Esta medida supone, también, perfiles profesionales y personales diferenciados, una relevante interrelación público-privada, una composición mixta global y local en los órganos directivos y una variedad de estrategias de valor compartido empresa – Sociedad, adaptando la visión, valores, propósito y estrategia de la empresa implicada, a las necesidades y demandas reales, cambiantes en el tiempo a todas y cada una de las Comunidades en las que trabaja.

Esta realidad no es nueva. Forma parte de la esencia de la responsabilidad y compromiso de las empresas. Lo ha sido siempre, lo es hoy, y lo será mañana.

Realidades cambiantes con el tiempo, la mayor parte de las veces de manera convulsa, siempre demandante, siempre condicionada tanto por “el mercado”, “el consumidor” y los “n” gobiernos de todo nivel institucional e internacionalizado, y, por supuesto, del 100% de las stake holders y grupos de interés, diferentes en cada lugar, en cada momento y con reclamos e intereses variados y distintos, por los mismos agentes, según el papel que desempeñen en cada momento, ya como trabajadores, actores políticos, sindicales, institucionales, ciudadanos contribuyentes, directivos.

Mismas personas, diferentes roles, diferentes exigencias y pensamientos.

De esta forma, la apasionante a la vez que compleja tarea del líder, empresario, lejos de ser estable o permanente, vive las turbulencias propias y, sobre todo, externas, que acompañan su trabajo.

Siendo esto así, vivimos momentos de enorme incertidumbre e inquietud, fuente de una amplia convergencia de cambios significativos en esta “era” que, algunos, resumen en la “simbiosis entre todo lo nuevo que está por llegar y todo lo que habrá de desaparecer”, sin que ninguno de los dos escenarios completos termine de darse. Ya sean las revoluciones tecnológicas y demográficas, la recuperación de un mundo en crisis, las ideologías que no parecen acertar en su implementación práctica al servicio de las demandas reales de las sociedades, las desigualdades fragmentadas y crecientes en un mundo cada vez más lleno de oportunidades y de “riqueza general” pero no del todo incluyente, en una sucesiva emergencia, déficit de anteriores referentes, un traslado geográfico de conflictos y guerras, violencia que sorprende a todos en cualquier parte del mundo y una queja (real o Parente) de falta de dirección, liderazgo, orientación, compromiso que nos anime a transitar hacia un mundo mejor en el que nos sintamos parte relevante de sus logros y ,sobre todo, resultados.

¿Son circunstancias, problemas, complicaciones únicas y no vividas en otros tiempos? NO.

Hoy, una intensa sensación de urgencia: “todo ahora, a la vez y en todas partes” parecería inundar las agendas con el agravante de una carente asignación compartida de transiciones. Llegar a los puntos ideales finales en todos los campos, sin tensiones viables que hagan posible si desde las situaciones actuales de partida hacia los escenarios deseados no es una solución mágica que, “por generación espontánea”, habrían de darse con simples palabras, mejores propósitos o buenismo mediático.

Dicho todo esto, en un contexto más o menos descrito, volvemos al cuestionamiento inicial, afrontando desde la empresa la posibilidad de repensar y reinventar, una vez más (y diría que como siempre) su propósito, estrategia y gestión, con la inclusión de un “impacto geopolítico” como el dominante, en estos momento y que pasa a ocupar la centralidad de las preocupaciones y ocupaciones en el mundo de la estrategia, la dirección y responsabilidad empresarial y por supuesto, de los diferent3s gobiernos. Un mundo en el que afloran las enormes complejidades que exigen atención y soluciones colaborativas, al margen de deseos, voluntades o referencias individuales, ya que asumimos que ninguna gran solución, ningún verdadero proyecto transformador, ninguna estrategia ya sea pública o privada, sea de la industria o país -región que sea, encontrará respuestas individualizadas. Procesos y proyectos coopetitivos, en marcos geopolíticos condicionantes y cambiantes, resultan inevitables (afortunadamente) enriqueciendo, a la vez, el conocimiento, capacidad y potencial de aprendizaje, el avance acelerado al encuentro de soluciones, extensibles en beneficios de un bien común compartible, que beneficie a una cada vez mayor población.

Estos días, no hay consejo de Administración, mesa de redacción mediática o referencia alguna al rol empresarial que no destaque el “Impacto geopolítico” a ser revisado en las orientaciones empresariales. Por simplificar y no reinventar la rueda, resumimos una serie de “guías o recomendaciones” que parecerían resumir las advertencias o consejos ampliamente difundidos: “Ponga la geopolítica-geoeconomía en la primera línea de su reflexión y/o reorientación estratégica empresarial, incorpore perfiles deseados en sus órganos de decisión y, en especial, combine presencia local y global (con conocimiento y referencia real en los espacios en los que actúe) con entendimiento de las Sociedades en las que opere, comprometiendo sus valores y propósito a la búsqueda de un Valor compartido en todas y cada una de las Comunidades en/con las que trabaje y reinventando sus distintos modelos de negocio y servicio en cada lugar y refuerce, más allá de la coyuntura, la operativa diaria en el horizonte de, el pensamiento de largo plazo, adecuado a una verdadera motivación aspiracional que guíe su responsabilidad social, sostenible, corporativa”. “Reposicione su papel, en cada momento y espacio geográfico, en la parte clave de las cadenas de valor en las que interactúe, desplegando su máximo valor en la estrategia global que habrá de compartir con terceros y formalice su participación y gobernanza en las mismas”.

La “geopolítica” no es una etiqueta ni coyuntural ni única. Supone entender, conocer, adaptarse, a realidades cambiantes, de potenciales impactos, diferenciales, en nuestra actividad y comportamiento presente. Ha sido, es y será, un elemento inseparable, de por vida, en nuestras estrategias.

Aprender a convivir con ella y, sobre todo, interiorizar su impacto en el diseño estratégico y, en consecuencia, en la estructura organizativa empresarial resulta esencial para transitar en ella hacia un futuro deseado. De igual forma, no es cuestión de que la empresa se adapte. Los diferentes gobiernos y las diferentes sociedades y comunidades implicadas han de hacerlo también. Vivimos tiempos de transformación, tiempos desafiantes, tiempos de enormes oportunidades, pero por supuesto, exigentes, no solo demandantes sino objetivo del verdadero nuevo espacio por reinventar.

Geopolítica, mucho más que una etiqueta en la que cobijar parte de la incertidumbre, complejidad y consecuencias observables.

Destrucción creativa progreso tecnológico e innovación al Servicio de la Sociedad

(Artículo publicado el 19 de octubre 2025)

Entre las destacadas novedades de esta última semana sobresale la concesión del premio “Nobel de Economía” al historiador económico Joel Mokyr y a los economistas Philippe Aghion y Peter Howitt, por sus contribuciones a la explicación del impulso al crecimiento económico (desde el análisis de las técnicas y las oportunidades de sucesivas fases temporales en el progreso tecnológico e innovador, el primero, o la importancia de su llamada “destrucción creativa” en el avance de la economía, desde la óptica y trabajo de los dos otros galardonados). Tres destacados profesores e investigadores de las ciencias económicas.

 

Como suele ser habitual, hoy, a casi nadie relacionado con el crecimiento económico, la inversión, el progreso tecnológico y la presencia de ganadores y perdedores en la irrupción consecutiva de tecnologías disruptivas, sorprenden sus teorías, conocimiento y aportaciones en su fecunda tarea. Parecerán conocimientos y aportaciones “evidentes”, presentes en todo proceso innovador y análisis o proyecto de crecimiento económico, así de como resulta imprescindible su asociación con el progreso y desarrollo además el rol determinante de la “tecnología positiva”, cuando, bajo control democrático, se pone al servicio del bien común y un desarrollo humano y sostenible. Nadie, en consecuencia, hoy, se atrevería a proponer las bondades de la innovación, de la tecnología, del crecimiento de progreso, sin referirse a la importancia de los conceptos transmitidos por estos tres profesores e investigadores galardonados. Conceptos y conocimientos reconocibles en prácticamente toda estrategia de éxito en los tiempos que corren.

 

Guardando las distancias, merece la pena seguir los trabajos y conclusiones en una serie de eventos internacionales que se han llevado a cabo a lo largo de esta semana, que han contado con la participación de múltiples jugadores, de todo tipo de regiones a lo largo del mundo, en diferentes fases analizando el papel de los instrumentos que explican el crecimiento y desarrollo económico, inclusivo, competitivo y de progreso social, dominantes en la infinidad de políticas públicas que diferentes gobiernos (de todo nivel) y empresas vienen desplegando a lo largo del mundo, con el acento puesto en la “innovación organizativa” en torno a la clusterización de la actividad económica en territorios concretos, en la generación de la “nueva ola” de “Ecosistemas” (etiqueta confusa que se hace común en la literatura y medios económicos y empresariales para referirse a todo tipo de interacciones entre diferentes actores, en un espacio concreto y, supuestamente, con multiobjetivo compatibles). Así, la UNIDO (United Nations Industrial Development Organization) ha reunido, bajo el impulso y coordinación del Banco Mundial, a expertos internacionales para debatir en torno a los CLUSTERS y profundizar sobre “reformas innovadoras” para su actualización y despliegue al servicio de la, una vez más, “nueva economía” y un nuevo “léxico económico” a la búsqueda de una actualización de los conceptos base y propios de los modelos de clusterización, competitividad y bienestar, ampliamente extendidos por el planeta. A la vez, TCI (28 TCI Global Conference 2025) celebraba, en Dublín, en su reunión anual, con todo tipo de “practitioners”, agentes activos de la clusterización en sus diferentes modalidades y grados de desarrollo, analiza, también, “el efecto de los Clusters”. Por otor lado, la CEPAL (Comisión Económica de Paises de America Latina y el Caribe, de la ONU), publicaba su último Informe en relación con el crecimiento económico, la productividad y solución a las “brechas del crecimiento” y el potencial de los clusters para su desarrollo, en los países de la región (Panorama de las políticas públicas de desarrollo productivo).

 

Mientras todo esto pasa, innumerables gobiernos, empresas, entidades, cluster a lo largo del mundo, realizan un intenso trabajo, día a día, aunando esfuerzos, compartiendo objetivos al servicio de sus estrategias para la coopetitividad, el crecimiento y desarrollo humano sostenible, en un profundo y desafiante  espacio de incertidumbre, cambio y/o innovación y avance, impulsando el progreso social, inmersos en complejos procesos de transformación, preocupados, de manera especial, por la tecnología disruptiva y los miedos y esperanzas que conlleva.

 

Más allá de terminologías y de modas al uso, la clusterización de la economía, ha supuesto, en esencia, innovación, ruptura sectorial clásica y crecimiento destructivo al servicio del desarrollo y progreso social, incorporando la integridad e integralidad de todas las actividades económicas que interactúan en un territorio concreto, facilitando la coparticipación colaborativa de todos los actores (públicos, privados, de iniciativa social) en la co-creación de valor y progreso social de su Comunidad y todos sus habitantes. Instrumentos ad hoc generadores e implementadores de “Estrategias País/Nación/Región/Ciudad” completas.

 

La clusterización supone la ruptura de las fronteras entre los sectores clásicos, la redefinición y desagregación de la estadística tradicional aportando data real de carácter microeconómico facilitador de valor para la toma de decisiones y generación de impacto real, cuestionando  la concepción global ilimitada de una economía supuestamente benéfica para todos, cambiando  reglas fijas para un crecimiento estrictamente asociable a un PIB cada vez menos preciso y relevante para entender el bienestar en su conjunto, y la apertura a todo aquello que termine explicando la capacidad creativa de valor en un espacio determinado, abierto, en cooperación con todo un mundo cada vez más interrelacionado y coparticipado. Clusterizar la economía no es cuestión de crear entes facilitadores, asociativos, formalmente, sino un rediseño innovador, con propósito, al servicio de una Estrategia de desarrollo Economía – Territorio concreta.

 

Así se ha entendido en los países en los que los clusters han sido elementos al servicio de una determinada estrategia y no como un fin en sí mismos. Lejos de la necesidad “de poner un cluster en tu vida”, ha primado la necesidad de estrategias a cuyo servicio, las organizaciones cluster han facilitado la integración de jugadores diversos, con sus propias estrategias (únicas y diferenciales) que coopiten (compiten a la vez que colaboran entre sí) para el mejor logro de otras estrategias compartibles (estrategia del propio cluster, también únicas y diferenciales) y de la particular (otra vez, única y diferencial) de “n” territorios en los que desempeña su labor a lo largo de las “n” cadenas de valor de las que forma parte, a lo largo del mundo, construyendo fortalezas duraderas en todos los ámbitos, evitando perder su relación con las Areas Base, que las vieron nacer y posibilitaron su desarrollo internacional.

 

Es precisamente este desafío el que provoca el prerrequisito de un crecimiento destructivo, que genera valor a la vez que impulsa procesos innovadores, inacabables, al servicio del progreso social. Es la savia que se nutre de los diferentes capítulos (tecnológico, social, institucional) que llevaron a la Academia Sueca a otorgar el premio nobel del año anterior 2024, a Daron Acemoglu, Simon Johnson y James Robinson por su contribución en estos apartados y fases de la historia que tan bien explica el profesor Joel Mokyr y el porqué de recibir hoy, el galardón de 2025. Fases a lo largo de la historia, encadenando etapas de diferentes progresos tecnológicos que, al alumbrar modos, estilos, conocimiento y comportamientos diferentes, dan lugar a una innovación creativa generadora de “nuevos ganadores” y, desgraciadamente, “obsolescencias obligadas al cambio y a la eliminación de las alternativas superadas”. Es la señal roja que obliga a todos, a una permanente innovación creativa que supere la destrucción “inevitable”.

 

Es así como, si detrás de los florecientes Ecosistemas viniera un nuevo espacio multi-cluster que avance en la destrucción creativa de las fronteras sectoriales y de espacios limitados específicos del pasado, si alumbra nuevas y progresivas combinaciones o interacciones abiertas hacia nuevos estadios del conocimiento y del progreso social, trascendiendo de conceptos e ideas base, daríamos la bienvenida a una renovada evolución positiva aceleradora de es nueva fase, de destrucción creativa, progreso tecnológico e impulso de un crecimiento económico y bienestar para un deseado desarrollo humano ,inclusivo y sostenible.

El nuevo futuro, la nueva economía del mañana, exigen “nuevos modelos de crecimiento”, “nuevos impulsos” hacia una productividad más allá del PIB y de la hora laboral (tiempo/persona), de una cada vez más cambiante tecnología al alcance real de las personas a las que ha de servir, y no sustituir, asumiendo la destrucción creativa que conlleve.

Una sincera felicitación a los tres ganadores del Nobel de economía.

Crecimiento de progreso, destrucción creativa, tecnología bajo control democrático, al servicio de la Sociedad, esperanza y desarrollo humano sostenible. Objetivos a cuyo servicio hemos de ofrecer los mejores y adecuados instrumentos.

Envejecer o vivir la longevidad

(Artículo publicado el 5 de octubre 2025)

El 1 de octubre se celebró “el día internacional de la salud del envejecimiento” con un marcado acento en “el edadismo” y “el balance socioeconómico” generable con una mejor atención a la “población mayor”, invirtiendo en sus cuidados, salud (más allá de la enfermedad) y, en gran medida, la capacidad de financiación de “su retiro”.

La importancia y el enfoque elegible para abordar una realidad objetiva, llena de aristas y características diversas, empieza por un debate previo sobre la definición conceptual más allá de una referencia exclusiva y excluyente a la edad biológica y física de la población.

La simple apelación a términos de “envejecimiento de la población”, lleva a una visión negativista y de “punto final” a proyectos vitales provocando decisiones que, pretenderían ser únicas o generalizables basadas en fechas biológicas, referencias celulares o a la capacidad pública para la financiación de una cantidad cada vez mayor de su población, supuestamente fuera de actividades normalizadas de “producción” y generación de valor. Si hoy vivimos en Sociedades (en especial en países desarrollados como el nuestro caso), con esperanzas medias de vida en torno a los 81 años para los hombres y 87 años para las mujeres (caso de Euskadi), parecería inevitable una reflexión que lleve a la reformulación de una gran cantidad de paradigmas que continúan definiendo los principales ejes de nuestras vidas. Vivimos de la herencia de sistemas que han apostado por periodos vitales y activos hasta los 60/65 años. En ese periodo, la educación lineal llevaba a una “formación” hasta los 22-25 años, la incorporación inmediata al mercado laboral y la jubilación a los 60-65 años. Obviamente, en medio, todo tipo de variables tanto en quienes accederían o no a una educación reglada, encontrando un empleo (hace unos años se trataba más de “colocarse” en una buena empresa o en la Administración Pública” que optar a un “empleo” con prospección futura respondiendo propósitos o vocación y planes vitales, y, en muchos casos, “jubilaciones anticipadas” – forzosas o voluntarias – fruto, por lo general, de reestructuraciones de las anteriores economías existentes). Este mundo ha concluido.

Hoy (y, sobre todo, mañana), vivimos en un mundo en completa transformación. La esperanza de vida, la calidad de una vida saludable esperable, avanzan a gran velocidad y permiten horizontes diferentes. Vida saludable, envejecimiento activo, longevidad y bienestar conforman espacios “naturales” que posibilitan también, planes y proyectos de vida diferentes.
En este marco, la demografía trasciende de estadísticas y prospectivas para explorar nuevas realidades, recomendando, con su observación, todo un complejo marco de decisiones, no solo en políticas públicas sino en planes personales y colectivos. Trascendiendo de espacios y horizontes biológicos, las múltiples trasformaciones que hemos de afrontar (conceptos educativos, sus sistemas y etapas o ciclos prioritarios “a lo largo de toda la vida”, el uso adecuado de las tecnologías exponenciales y disruptivas con potencial capacidad innovadora), originan actividades nuevas, capacidades y posibilidades de solución a los problemas a superar (con un inmenso margen de mejora hacia áreas aún hoy por descubrir). La inevitable redefinición de los sistemas de pensiones, la búsqueda de soluciones de renta universal que trasciendan del concepto único empleo-trabajo-ingresos, la generación de nuevos “espacios de bienestar” (integral, holístico, pleno) para todos (sanos y enfermos), la reinvención de los sistemas y modelos de salud, la explosión de modelos y sistemas de movilidad alternativa, la redefinición de las ciudades del futuro (y, ya, las de hoy que habitamos con permanente reforma), la “reconfiguración de estructuras familiares y de convivencia” (con sus demandas particulares), “nuevas viviendas que hemos de demandar”, las industrias y actividades económicas por redescubrir y recomponer… escapan de “límites temporales del pasado”.

Así, hoy, proliferan todo tipo de debates para afrontar el futuro con el reclamo de una expectativa alejada de los pilares de conceptuales “clichés” del pasado, de modo que los términos al uso requieren nuevas atribuciones y miradas para convertirlos en conceptos tan naturales como llenos de oportunidades expectantes. Envejecimiento, longevidad, edadismo, cobran especial relevancia, en este caso positiva, a la búsqueda del equilibrio inter e intra generacional, país a país a lo largo del mundo. El mundo de la política cuestiona quién tiene el “derecho” a decidir el futuro de las próximas generaciones (y se pretende explicar que, por ejemplo, el Brexit en Reino Unido respondió a una decisión equivocada (salir de la UE) y fue tomada por quienes no tenían futuro (los mayores) dejando una herencia perversa a las nuevas generaciones). O, la frase maldita heredada del COVID: “nos habéis engañado. Prometisteis un futuro de bienestar que no responde a la incertidumbre y complejidad del mundo actual”, y/o, de manera simple, en el mundo laboral, asimilar edad con competencias y cualidades para impulsar las estrategias transformadoras. O la conflictiva alusión simplista al supuesto intercambio entre generaciones para retirar a quienes han llegado a una determinada edad física ya que impiden la empleabilidad de nuevas generaciones, independientemente de los contenidos, condiciones, posibilidades y voluntades de unos y otros como si de un intercambio o truque mercantilista, de similar valor se tratara.

Así, sin adentrarnos en lo que para muchos pudiera ser “ciencia-ficción”, imaginando vidas eternas, fruto de los avances más que previsibles en el mundo investigador, las ciencias de la salud y la ingeniería bio-médica, apoyados en nuevos activos sociales y comunitarios que prolonguen nuestras vidas, sí resulta del todo relevante repensar la trascendencia de estos términos y de las decisiones que tomemos al respecto. Simplemente, recordemos que todo joven que termina su ciclo educativo ordinario, hoy, tiene por delante una vida profesional de 60 años, (como comentaba recientemente a unos jóvenes universitarios que están emprendiendo sus estudios doctorales y me preguntaban sobre la “lejanía de mi estrategia Bilbao – Bizkaia – Basque Country para el 2050”, recordándoles que entonces ellos seguirán plenamente en activo construyendo país, de una u otra forma). Hace unos años, por ejemplo, las Ciudades, a lo largo del mundo, competían entre sí, tratando de diferenciarse según categorías y presentarse como “la mejor ciudad productiva, la mejor ciudad tecnológica, la mejor ciudad innovadora, la mejor ciudad verde, la mejor ciudad del conocimiento…, y hoy, observamos informes (Longevity and Development) con el Ranking internacional de ciudades región, clasificadas en términos según las “las mejores ciudades de oportunidad para la longevidad”. No contemplan solamente indicadores de inversión en salud, inversiones sociales en conciliación familiar, en calidad de vida y movilidad, en alfabetización digital, en socialización, en salud mental y bienestar holístico, además de educación y aprendizaje permanente, sino en la proyección de la capacidad creciente y largo placista de generación de oportunidades para construir un futuro alcanzable a la vez que inacabable.

Basta señalar una serie de títulos de artículos que publica McKinsey en relación con esta celebración ya mencionada del 1 de octubre, para entender muchos de los aspectos relevantes a tener en cuenta: “El caso económico de la inversión en el envejecimiento saludable”, “el desarrollo de las naciones envejeciendo y el gap de atención y cuidados para las enfermedades crónicas”, “Apostando e invirtiendo en la ambición de OHIO para ser el mejor lugar de la nación para vivir en la longevidad” o “La edad es solamente un número: ¿cómo debe ver su vida la población adulta? , así como, “una larga vida con propósito: ¿implicaciones y compromisos para la sociedad?

Sin duda, hoy más que nunca, con una cantidad de señales negativas e inciertas que parecerían llevar a la confortabilidad de limitarnos a “vivir” el presente individual, resulta necesario insistir en la innumerable grandeza de oportunidades, ilusionantes, apasionantes, de las que todos podemos ser coprotagonistas. ¿Una era distinta en reconfiguración? Dependerá de nuestra actitud, nuestro esfuerzo y compromiso colaborativo y de los riesgos asumibles para una Sociedad longeva en bienestar.

Invertir en un futuro deseable

(Artículo publicado el 21 de septiembre 2025)

Inmensos en un clima de turbulencias y elevada desorientación, son muchos los que abandonan la mentalidad largo-placista, el intento de pensar en un futuro mejor y distinto al presente, y, menos aún, quienes se comprometen a imaginar, soñar y, sobre todo, afrontar el esfuerzo y recorrido requerido para hacer posible una intención aspiracional verdaderamente transformadora.

No obstante, desde mi querencia y compromiso profesional, enmendada y sostenida a lo largo de los años, no puedo sino reafirmarme en la importancia diferencial de la estrategia. Convencido de su importancia e inevitabilidad (afortunadamente), imprescindible para construir mundos diferenciales, creadores de valor para personas, empresas y comunidades a la vez, me resisto a renunciar al complejo compromiso transformador que, por definición, orienta el esfuerzo en espacios aspiracionales, de pensamiento sistémico y largoplacista (personal, unilateral y colectivo), proporciona una necesaria alineación en torno a un propósito (no “marquetiniano” sino de principios y valores), genera una dinámica positiva para la búsqueda de trascendencia, se convierte en un extraordinario facilitador de la ordenada y coherente manera de instrumentar y organizar recursos (siempre escasos si el proceso transformador es lo suficientemente original y específico), regula de forma adecuad los tiempos para su logro, y recoge una verdadera unicidad que confiera una “ventaja competitiva”, generando motivación e ilusión (sentido) a lo que hacemos. Así, vivir en perenne “actitud estratégica” te mantiene en forma, te lleva a aprender de manera constante, te aporta curiosidad (y te invita a participar – compartir creatividad) en una búsqueda continua de razones para visualizar futuros deseables. Razones para compartir la persecución de espacios ilusionantes y participar de un recorrido deseable con personas, líderes, y compañeros de viaje que aportan valor. Espacios ilusionantes, aspiracionales, que no “sueños optimistas imposibles” alejados de la realidad. Estrategias posibles, ejecutables, compartibles.

Así, en tiempos como los que vivimos, lejos de instalarnos en la parálisis del pesimismo y desánimo (en especial respeto de todo aquello en lo que tenemos escasa capacidad o poder de cambio), hemos de activar la búsqueda de las ideas y propuestas de verdadero avance y soluciones de futuro, de líderes responsables, comprometidos en el complejo proceso de toma de decisiones clave para las transformaciones exigibles que resulten imprescindibles para un futuro mejor.

Esta semana me han llamado positivamente la atención una serie de “señales” en esta dirección de futuro. Así, en una entrevista a Nicolai Tangen, consejero delegado de NORGES (Fondo Soberano de Noruega con activos equivalentes al 1,5% de todos los valores cotizados del mundo), preguntado por “la ventaja diferencial de su estrategia de éxito”, respondía: “Si desvelas tu ambición y la gente no se ríe, es que no es lo suficientemente grande, diferencial, única”, destacando la unicidad de una verdadera apuesta distinta. Añadía (segunda señal a tener en cuenta) que su “estrategia de inversión es simple: invertir a 50/100 años, diversificando desde la esencia troncal de lo que conocer, saber hacer” y, finalmente, la “facilidad de dirigir y gestionar una empresa como ésta, en plena turbulencia geopolítica, geoeconómica, desafiada por una disrupción tecnológica de impacto y alcance aún desconocidos, y de valores , ya que es el Parlamento noruego, titular del Fondo, el que define aquellos países en los que NO se puede invertir o en las empresas que atentan contra la ética, los derechos humanos, medio ambiente o problemas sociales, “limitando su responsabilidad” a seguir un propósito pre-existente y un Código Ético, de buenas prácticas y comportamiento” establecidos en el ámbito que corresponde. Principios, valores, propósitos, ética, buena gobernanza, compromiso país, largo plazo, responsabilidades diferenciadas y diversidad coherente de jugadores implicados en el objetivo y logro final.

Reglas y conceptos claros y esenciales que facilitan la búsqueda de buenos resultados cuando las cosas van bien, los tiempos acompañan y las reglas del juego se respetan. Y, sobre todo, esenciales cuando las cosas se tuercen y las transformaciones exigibles no son fáciles para todos.

Desgraciadamente, hoy, la inversión en futuro se ve proclamada por todas partes, pero escasamente realizada. Condicionada por múltiples movimientos contrarios a las “normas, actitudes, cultura y comportamiento esperables” desaniman el compromiso, huyen del esfuerzo necesario y asumen el presente sin esperanza en un espacio mejor, lo que se traduce en un desencanto y desapego generalizado, cuestionando la confianza requerida.
Como contrapartida, proliferan a la vez, promesas sin rigor, “nuevas recetas” simplistas e improvisadas que ofrecen soluciones únicas, rápidas, inmediatas y atajos hacia nuevos horizontes sin coste aparente, en una larga e intensa desesperanza y creciente polarización que se extiende en todos los ámbitos y jugadores implicables en potenciales espacios compartibles.

Lejos de estas ofertas milagrosas, las verdaderas transformaciones que necesitamos (y se supone queremos) exigen tiempo y, por lo general, múltiples sucesiones colaborativas, casi siempre, alcanzables por fases, transiciones e hitos intermedios, “hacia el éxito final”. Procesos que requieren el concurso de muchos jugadores distintos, con papeles diferenciados, intereses no alineados inicialmente, con proyectos e iniciativas propios, capacidades varias, y con proyectos de vida y profesional, claramente diferentes y/o distantes. Todos ellos indispensables para construir un espacio común. Como recordaba hace unos días, Sanjay Jain, director de la Fundación Gates: “La confianza lo es todo”, en referencia a los resultados que han conseguido en la África en desarrollo en una serie de de apuestas de largo plazo para comunidades vulnerables a la búsqueda de su propio camino. Explicaba su experiencia “Cuando un usuario o destinatario comprueba que los sistemas y ofertas están diseñados para su servicio y protección, cuando se comunica abiertamente, desde la credibilidad y comprobación del logro, la confianza le sigue, impulsa el crecimiento transformador, afianza nuevos pasos de mejora, y posibilita alcanzar el éxito perseguido. En este caso, el objetivo a compartir pretende provocar cadenas de esfuerzos creativos y asociativos hacia apuestas de nuevas infraestructuras, tecnologías digitales y disruptivas y medios para reinventar nuevos modelos de salud, educativos, económicos a en un gran “Sur Global” que será una realidad positiva, más allá de sus dificultades actuales, de su profusa y no alineada composición, en contextos distantes y con una desconfianza secular en sus sistemas de gobernanza , resultados compartibles y “liderazgos” no reconocibles o aceptados. Comunidades exigentes y necesitadas de “invertir en futuro”, sabiendo que es la manera de abrazar las imprescindibles transformaciones intergeneracionales explotando las muchas oportunidades que visualizan.

Legados y futuro en un movimiento sincronizado. Raíces y alas que llevan a un futuro mejor, distinto y deseable. Sin duda, no resulta fácil apelar al optimismo creativo y responsable, cuando el discurso de la confortabilidad prima en un mundo al que se ofrecen muchos más miedos que esperanza, gobernanzas de la inmediatez y desconocidos planes de futuro, bajo un discurso mantra de “haberle robado el futuro prometido y la sensación intranquila y caótica, de un presente desolador, repleto de dificultades, animando a un ocio ilimitado viviendo solamente un presente a la vez que se pretende vender la falsa convicción de una cobertura de terceros para todo , con una garantía, no fundada, plena de resultados que no tendrán contrapartida personal y esfuerzo colectivo, potenciando la mentalidad de “bloqueo” a todo (y, en especial, a toda autoridad sin distinción). Hay futuro, pero hemos de pensar e invertir en él.

No se trata de ignorar lo que observamos y padecemos , que recogen de forma sintética dos medios de prestigio, de diferente orientación ideológica, en sus números de este mes, cuyas portadas ,”La economía de la Superinteligencia” (The ECONOMIST) y “la economía global del Armamento” (Foreign Affairs): “nos movemos entre dos espacios peligrosos, escasamente ilusionantes para salir del atrincheramiento de hoy y comprometer un largo y complejo recorrido para un futuro incierto en el que casi todo cambiará pudiera en favor de una “superinteligencia artificial” cuya realidad se aleja de nuestra comprensión, y un mundo de conflicto para una economía de la guerra”.

Mensaje determinista, que no olvidemos, dependerá de nosotros, verdaderos actores protagonistas de nuestro futuro.

Invertir en futuro, en liderazgos probados, constructivos y generadores de oportunidades y mundos mejores para todos. Invertir en una visión deseada. Invertir con propósito, sentido, con verdadero contenido estratégico del largo plazo.

La encrucijada francesa y su efecto espejo para la reflexión.

(Artículo publicado el 7 de septiembre 2025)

Mañana lunes asistiremos a una cuestión de confianza a la que se somete el primer ministro francés François Bayrou, con una más que probable derrota, fruto de la levada fragmentación política de la Asamblea, su debilidad inicial desde un nombramiento de emergencia, en una cadena sucesiva de entrada y salida de primeros ministros, sin apoyo suficiente, tras el paraguas del presidente Macron, con un creciente cuestionamiento, a la vez. Sin duda, si esto pasa, y no se producen pactos “del miedo” que lleven a sus señorías a votar “el mal menor”, ante un caos incierto, se generará una mayor incertidumbre e inestabilidad no solamente para la segunda ( o primera según a juicio de quien),potencia motor europea , para la Unión Europea en su conjunto y, muy posiblemente, para una sucesiva cadena de planes, políticas, presupuestos a lo largo del continente, y del mundo en un momento de graves crisis de liderazgos, confrontación de espacios y jugadores emergentes con una serie de conflictos de máxima intensidad, entre los que destacan Ukrania ( paz y reconstrucción), Palestina-Israel, y el más que deteriorado hasta hoy, liderazgo de referencia(Estados Unidos) , que parece dar por concluido el rol asumido en la recuperación tras la segunda guerra mundial.

Una vez más, el presidente Macron habrá de gestionar dimisiones y ceses, convocatoria de elecciones, reorganización de complejas políticas de gobierno, y por supuesto una incierta suspensión, al menos temporal, de iniciativas pluri estatales de máxima relevancia, necesitados de coprotagonismo y liderazgos capaces de aglutinar a otros muchos países, otorgando a Francia, un papel destacado, en función de su realidad, potencial e historia. La alineación con el “gran sur global” y una inmediata reorientación del giro estratégico presupuestario de la Unión Europea y el resto de miembros sobre la seguridad, el rearme y la propia autonomía estratégica europea que pretende dirigir la cohesión de una Europa camino de su inevitable reinvención, en el contexto de una OTAN demandante de un rearme europeo, una recomposición de su gobernanza, refinanciación y capacidad de redefinición del concepto seguridad para un mundo distinto y distante al que la originó.

Así, Francia mañana, y en adelante, la compleja y limitada coherencia coaligada en el Gobierno alemán, pasado mañana, irán encendiendo luces rojas a lo largo de Europa, anunciando la revisión inaplazable del plan- programa- presupuesto de la Comisión Europea y su contestado modelo de gobernanza.

¿Por qué el primer ministro francés Bayrou, con escasos meses en su puesto, ha llevado con apariencia extrema a la Asamblea Nacional francesa, sin una mayoría claramente suficiente, el cuestionamiento de unos presupuestos alegando “la inevitable urgencia para controlar el excesivo endeudamiento del país, su creciente e imparable perjuicio a futuro, hipotecando un futuro deseable evitando una oportunidad para las futuras generaciones?

La crisis de endeudamiento global afecta a lo largo del mundo a la inmensa mayoría de países. No hay gobierno que no afronte un complejo equilibrio entre recursos disponibles, necesidades de hoy y mañana, aspiraciones estratégicas ex novo, endeudamiento y políticas fiscales que faciliten su financiación inmediata, su pago a plazos y nuevas oportunidades a futuro. Además, en el caso de tener libertad para hacerlo, sueños efímeros de emisión de moneda (en una falsa interpretación conceptual de la competitividad y el bienestar), las más de las veces la confortabilidad temporal que lleva a posponer o mitigar la deuda, la jugosa opción de renegociación sine die y trasladar a otros su cumplimiento futuro.

Sin duda las presiones en todo momento resultan (en especial en estos tiempos agravados por el Crash pandémico) convertirse en el eslogan reclamo del “todo hoy en todas partes a la vez y para todos” ejerciendo una mayor tensión, presión y tentación para recurrir al gasto ilimitado.

En este mismo contexto , en España el gobierno Sánchez (PSOE-Sumar),acostumbrado desde su debilidad y minoría parlamentaria a abusar de la apelación al miedo para gestionar un “geometría más que variable” pretendiendo satisfacer todo tipo de demandas (las más de las veces escasamente alineadas en lo que debería ser una estrategia clara), acaba de aprobar un anteproyecto de ley de “quita de deuda” de las Comunidades Autónomas lo que , supuestamente, beneficiaría a todos (de distinta forma), y , al parecer no implicaría problema alguno para el “gobierno central” que asumiría su titularidad y no explica en qué medida, cuando y como, lo trasladaría a los ciudadanos.

Aprobación de forma unilateral, sin contar con los supuestos beneficiarios (las Comunidades Autónomas) cuyos gobiernos son los responsables de las principales políticas y gasto público. No ha recurrido a ningún foro o instrumento formal y legal señalado para acordar la financiación pública. Se decide una quita de deuda de cerca de 90000 millones de euros repartidos de manera diferenciada entre los distintos implicados, en 3 fases, con la insatisfacción de todos los destinatarios. Un gobierno que sin presupuesto aprobado (tercera prórroga consecutiva), sin previsión y planificación a futuro, sin liquidación de cuentas por lo que goza de libertad “para mover partidas y recursos entre todo su aparato administrativo y Centros de Gasto ,sin conocimiento del Tribunal de Cuentas públicas y por supuesto del Congreso” .Un gobierno que sobrevive en una ilusión presupuestaria gracias a los recursos extraordinarios que le otorga la Unión Europea con fondos previstos para la autonomía estratégica europea ,de largo plazo, con fondos “next Generation”, que se supone habrían de beneficiar el desarrollo intergeneracional.

Sin duda el panorama económico mundial es sumamente complejo con crecimientos diversos y con una tendencia generalizada a un avance moderado, lucha permanente para contener la inflación, incipiente impacto negativo en la estabilidad de los gobiernos , e un contexto de obligada a revisión de políticas fiscales en un ambiente de limitado crecimiento y e ilimitadas demandas económicas , sociales y políticas .A la vez, con una creciente preocupación y desconfianza en la autoridad, desapego institucional y cuestionamiento excesivo de sus representantes y responsables de la enormemente imprescindible toma de decisiones que ,de manera inevitable, difícilmente satisfará a todos

La cuestión, volviendo al principio, está en preguntarnos por las principales consecuencias de no atender o menospreciar elevados endeudamientos de hoy y su creciente impacto negativo en el desarrollo del largo plazo y ,en consecuencia, de futuras generaciones: cargas financieras crecientes imposibles de ser atendidas, limitación de inversiones y servicios esenciales e innovación estratégica, inversiones sociales diferenciadoras, desinversión en servicios públicos (esenciales y reales y no en la administración ineficiente o no justificada de los mismos), aumento de impuestos (¿a quienes? Cuidando el desaliento del ahorro y la inversión creativa) huyendo del impuesto silencioso del empobrecimiento relativo por la inestabilidad social y política, la pérdida de confianza de los inversores y el desánimo al trabajador ahorrador, cogestionando la potencial desigualdad intergeneracional.

En definitiva, ignorar las consecuencias del endeudamiento afecta a la salud económica y social además de política de un país hoy, y sobre todo, mañana, perdiendo la capacidad de garantizar avanzar hacia el estado de bienestar tantas veces abanderado.

Hoy hablamos de un par de un de casos y ejemplos.

No obstante, el problema y su solución son globales y urgentes. Múltiples iniciativas y relevantes instituciones dedican esfuerzos ingentes para estudiar y actuar sobre instrumentos-solución: para la suspensión del servicio de la deuda, quitas con el compromiso de dotar determinantes sociales y económicos para la salud y la educación, la seguridad y el empleo , reestructuraciones de deuda, bancos y bonos multilaterales de desarrollo, impuestos extraordinarios a la búsqueda de acuerdos compartibles a futuro , lograr un adecuado equilibrio entre prestador- prestatario- deudores mundiales. Ahora bien, con una recomendación general muy clara y de aplicación universal: responsabilidad, calidad democrática y buena gobernanza.

Ocultar los problemas y sus consecuencias actuales y futuras, sobre todo, hacerlo desde una pobre calidad democrática y una escasa eficiencia en la gobernanza, es la peor de las recetas para tomar decisiones, dejándose llevar por un buenismo malentendido, sabiendo que sus nefastas consecuencias las pagarán otros.

El endeudamiento de un gobierno no es negativo en sí mismo, por definición. Si lo es si no tiene un objetivo y propósito claro, si no responde a una apuesta estratégica de futuro que esté alineada con las posibilidades reales y las fortalezas en las que descansa, si no tiene la aspiración superior de oportunidades innovadoras del país y para su sociedad.

Las primeras señales de reflexión ya se han emitido. Observemos y aprendamos lecciones para tomar las decisiones adecuadas .

CATÁSTROFES y EMERGENCIAS. AUTOGOBIERNO, BUENA GOBERNANZA Y ESTRATEGIAS Colaborativas para el BIEN COMÚN.

(Artículo publicado el 24 de agosto)

NEURE KABUZEn

Por JON AZUA

 

CATÁSTROFES y EMERGENCIAS.

AUTOGOBIERNO, BUENA GOBERNANZA Y ESTRATEGIAS Colaborativas para el BIEN COMÚN.

 

NEURE KABUZ

Por JON AZUA

 

CATÁSTROFES y EMERGENCIAS.

AUTOGOBIERNO, BUENA GOBERNANZA Y ESTRATEGIAS Colaborativas para el BIEN COMÚN.

 

En esta ocasión, el hasta ahora inusual (por su nefasta intensidad) maleficio de los tres 30´s de la emergencia climática (temperaturas superiores a 30 ºC, vientos retroalimentables superiores a 30 kms/hora, con humedades inferiores al 30%) ha dejado una Península Ibérica asolada con una decena de fallecidos, miles de personas y familias evacuadas, centenares de poblaciones semidestruidas, empresas arruinadas, y en torno a 500.000 hectáreas de masa forestal calcinadas.

Cuando aún arden fuegos fuera de control que han destrozado vidas, recuerdos e ilusiones, mucho más allá de desoladoras, complejas y penosas intervenciones para mitigar sus efectos devastadores y propiciar la mejor de las atenciones posibles a los miles de damnificados víctimas de la catástrofe, a la espera de las inmediatas (siempre lentas para quienes habrán de recibirlas) e imprescindibles medidas de reparación, recuperación y reconstrucción ya en proceso, surgen todo tipo de mensajes, voces, reclamaciones, potenciales soluciones, criticas o denuncias a “quienes se señalan como  responsables cuyas decisiones o ausencia de las mismas, se dice no  diseñaron e implementaron planes salvadores que previnieran los acontecimientos, facilitaran la coordinación de los diferentes actores intervinientes,(incluidos los propios ciudadanos afectados) , o no acudieron al lugar preciso de la tragedia ( cientos o miles puntos de la vastísima geografía),o “no supieron detener, en su día,  la migración masiva, centenaria, del medio rural a las grandes urbes”, lo que se supone, “les califica de distantes y ajenos a las necesidades y realidades  de las poblaciones hoy afectadas”.

Así, la carrera descalificadora “de los otros” (como parece generalizarse siempre que se produce algún problema que rompe con nuestras esperanzas y comportamiento cotidiano), arrastra “todos los errores del pasado”.

Se añade ahora, el nuevo reclamo por el que “la ciencia lleva años demostrando la emergencia climática y señalando el camino único e inequívoco que habría fijado la manera, ritmos, tiempos y decisiones políticas y sociales que habrían de transformar la ruta para salvar el planeta, (todo a la vez, en todas partes)”. Así parecería que esta y otras muchas catástrofes, era, son y serán evitables o bien, su impacto negativo, se verá claramente mitigado.

Ahora bien, lejos de pretender unirme a quienes analizarán y  aportarán medidas y políticas de posible solución a una catástrofe  de estas características y magnitud y a las propias consecuencias del impacto de la emergencia climática en sí misma, que desgraciadamente, nos acompañará a lo largo del tiempo, mucho más allá de incendios , y que llevará sustanciales cambios en nuestras vidas , me concentraré , aquí, en destacar algunas proclamas o mensajes que han surgido en estos días, y que en mi opinión, merecen una reflexión, tanto para una catástrofe como esta, como, sobre todo,  para abordar un futuro diferente, en el que la convivencia, el compromiso con /desde la Sociedad para el bien común, la calidad democrática en la toma de decisiones y los ámbitos de aplicación habrían de ser tenidos en cuenta.

Resulta evidente que lo sucedido este verano  provocará (o acelerará) múltiples actuaciones transformadoras, el inevitable rediseño de nuestros sistemas de producción y generación de riqueza, de nuestros modelos de bienestar, que incidirá  en nuestras políticas urbanas, y de movilidad , llevará el medio ambiente y la sostenibilidad a espacios de mayor interacción a la vez que confiemos le doten de racionalidad en su compatibilidad con las estrategias y políticas globales desde el propósito común y compartible deseable, conferirá un concepto renovado al desarrollo rural, a la seguridad alimentaria y provocará tantas otras soluciones y escenarios cuyo nuevo logro exigirá de transiciones, fases, reasignación de recursos, a lo largo del tiempo, posibilitando pasar del mundo de hoy a otro nuevo por reinventar, para el mañana, y que exigirán, por encima de todo, el principio ya acuñado y generalizado de “no dejar a nadie atrás”.

Toda catástrofe moviliza todo tipo de reacciones con ánimo transformador, la más de las veces, con demasiado ruido y proclamas y escasos cambios y compromiso reales. La tarea es compleja y el trabajo a realizar inmenso y en múltiples direcciones, desde muy diferentes actores y excede de cualquier acción “sectorial o fragmentada y exige tiempo (además de voluntad compartida).

Revisemos una serie de cuestiones ampliamente escuchadas (desde tertulias, opinadores expertos o circunstanciales, actores clave de la intervención en los puntos de dolor, expertos reales con recorrido y experiencia en la materia…), que han llenado horas de informativos, declaraciones y reclamaciones. Llamo  la atención sobre unos pocos, todos interrelacionados, que ayuden a ampliar el foco de la cuestión: insuficiencia de medios para afrontar una catástrofe ( siempre lo son , siempre con impacto desigual); descoordinación entre diferentes poderes públicos y niveles institucionales (desde la autodefensa de cada uno responsabilizando al tercero procurando centrar la crítica en la autoridad en exclusiva); el buenismo mediático (convirtiendo  cualquier micrófono en canal experto del problema, ,de la solución, de la geografía en que se desarrolla , y por supuesto de lo que habría de hacerse a futuro ); la gestión simplificada del dato , la estadística e indicadores que parecerían ser verdades absolutas(comparan peras con manzanas y se afanan en explicar por qué unos no han invertido en prevención o en extinción , o en condiciones laborales de los profesionales implicados, o el carácter público o privado del servicio prestado) ; o la experiencia y capacitación de quienes actúan; y, por supuesto, la responsabilidad y gestión competencial de los distintos gobiernos implicados (optando por trasladar la no decisión a aquellos más alejados de sus preferencias ideológicas o editoriales). Y, en un Estado autonómico, como no podría ser de otra manera, el reclamo de una centralización mágica (que se supone sería la receta única para prevenir, mitigar, solucionar, cualquier demanda exigible); con inmediata explosión de nuevas  normas legales y administrativas (que habrían de ser modificadas “porque han sido diseña en despachos alejados y distantes desde el desconocimiento del terreno o campo de juegos y nunca contando con la participación diferenciada de las comunidades  y pueblos dolientes); o llamando a la lealtad institucional (como mensaje de ataque a otros y  y auto justificación de un “nuevo rol que se pretende impulsar” para modificar los espacios competenciales existentes). Amplio abanico de señales que parecerán llevarnos a una serie de elementos que componen un mínimo común denominador necesario para compartir las soluciones y necesidades requeridas y que va más allá de la imprescindible inmediatez de acción superadora de los mega fuegos, de sus trágicas consecuencias de hoy, a la vez que contribuyan a las soluciones comunitarias sociales y de comportamiento público que afrontamos.

Los principales desafíos que enfrentamos no tienen una solución o respuesta única ni pueden resolverse con genialidades individuales. Son, por definición, la necesidad de una combinación de actuaciones que lleven a la convergencia de valores estratégicos compartibles, respondiendo al para qué de las diferentes políticas públicas en plena interacción participativa de la Sociedad, el qué y el cómo, siempre al servicio de un propósito aspiracional, comprometido, firme, conocido y motivador de un futurible deseable y alcanzable. De aquí la grandeza y valor de las estrategias colaborativas que distribuyen responsabilidades, roles, medios, resultados compartibles en torno a fines de valor general al servicio del bien común. Estrategias construidas desde la coherencia entre los objetivos finales y los pasos e instrumentos para alcanzarlo. (Llama la atención observar determinadas poblaciones que claman por una recentralización dando por bueno que lo solucionase un gobierno único, cuándo, precisamente, denuncian el “aislamiento y desconocimiento de lo local por los burócratas ya sea en Madrid, Bruselas o Lisboa, que ni cuentan con la experiencia e identidad propia y presencia real en los pueblos”). ¿Como es posible que se piense en una solución desde fuera? El autogobierno es, sobre todo, capacidad de decidir, de asumir riesgos, de comprometerte con tus soluciones, de establecer las necesidades y prioridades, la complicidad con tus vecinos y con la comunidad. Exige la confianza en las fortalezas que den sentido al bien común compartido, generando una mayor eficiencia con la participación de todos los implicados y que, en consecuencia, aporte mayor valor y niveles de riqueza y de bienestar. Es apostar por tu propia organización y garantizar la convivencia normal y practicar, el principio de subsidiariedad y solidaridad, eligiendo tu deseable interacción bilateral con aquellos otros que conviertas en un auténtico compañero de viaje para abordar soluciones y estrategias deseadas.

Articular el autogobierno con espacios de gobernanza global es un proceso complejo a la vez que imprescindible. No se pueden promover descentralizaciones administrativas, ni generar espacios autonómicos federalizados, ni conglomeraciones de especial nivel de autogobierno, o confederaciones tras máximos niveles de cosoberanía, ni espacios de integración colaborativa con sistemas incompletos, perpetuando cascarones conceptuales y contenido vacíos o en cuestionamiento e indefinición permanente. Ni los medios programables para el largo plazo, ni las estructuras vivas de gobernanza, ni la total calidad democrática, ni la afección institucional, serán lo suficientemente eficientes para la definición y logro de las estrategias determinadas (en el mejor de los casos en el que estas existan) .

Buena gobernanza, estrategias colaborativas completas, objetivos y complicidades solidarias compartibles a largo plazo, coherente reasignación de medios, coherencia del propósito y estrategia y sí, lealtad institucional (de todos para con todos) nos prepararía mejor ante previsibles catástrofes, emergencias climáticas y otros muchos desafíos globales a los que nos enfrentamos. Observemos y aprendamos de aquello que parece inevitable. Transformemos la actitud y manera en que abordemos el logro de un verdadero propósito, más allá de la desgracia, el sufrimiento y la imposibilidad de dar respuestas aisladas

No actuemos hoy por miedo sino por una esperanza de futuro. Construyamos un nuevo mundo. Reinventemos nuevos caminos desde las fortalezas de los elementos esenciales señalados, que habrán de servirnos para construir una nueva sociedad de bienestar a la  que aspiramos .

La oportunidad de transformar nuestro pequeño mundo

(Artículo publicado el 10 de agosto 2025)

Tu futuro empieza ahora (“Future starts now”, Strategic Thinking Council) es el documento de cabecera que invitaba a participantes de un seminario de reflexión estratégica al objeto de reformular una visión de futuro para diferentes regiones en diferentes geografías y economías del mundo.

“El futuro empieza hoy” no debería ser ninguna novedad. Sí lo es en la medida en la que asumimos el rol o actitud personal quienes pretendemos abordarlo, tanto en nuestros proyectos personales de vida, como en nuestros espacios, responsabilidades y compromisos profesionales, o ante la observación (simple o compleja), aislada o sistémica, del mundo (local o global) que contemplamos.

Si bien no hay duda que el futuro no se crea de la nada y será siempre consecuencia tanto de lo que hemos heredado o hecho hasta ahora, y, sobre todo, de lo que seamos capaces de incorporar, potenciar o desarrollar desde lo realizado (esencialmente por otros y muy probablemente con una cierta participación y coprotagonismo, ya activo o pasivo de nosotros mismos) en una sucesiva y progresiva actitud, aportación de ideas, trabajo, esfuerzo y compromiso, especialmente colaborativo, y cuyos resultados trascendentes o transformadores se materializan y aprecian en el largo plazo, resulta imprescindible una mirada larga, con propósito, hacia un escenario del mañana, por lo general, diferente al que hoy contemplamos, lo que obliga (o al menos recomienda) a considerar la cadena sucesiva de actuaciones, decisiones, de muchos, en este largo recorrido hacia este “nuevo futuro” ya iniciado.

Siendo esto así, llama poderosamente la atención la continua referencia a lo nuevo acompañando prácticamente toda actitud, iniciativa, metodología, programa o plan que parecería empezar ex novo, dando a entender que lo realizado hasta el momento es una hipoteca para nuestro punto de partida, ha sido un error o hipoteca lo que ahora se pretende construir.

Releyendo a Henry Chesbrough (considerado el padre del término OPEN INNOVATION-INNOVACIÓN ABIERTA) y su cuestionamiento sobre los resultados específicos de este relevante proceso extendido a lo largo del mundo, calificado como esencial en las iniciativas transformadoras de alto impacto, prioritario en el marco de las mejor valoradas estrategias de cambio positivo. Invita a profundizar en la importancia de las “oportunidades de transformación y mejora”, analizar y comprender con rigor “el contexto y tiempo” en el que habrán de llevarse a cabo, las fortalezas, capacidades y adhesión de los actores y potenciales protagonistas de los procesos que resultarían imprescindibles, de la asunción realista de la base de partida actuando de forma especial en sus fortalezas y mitigando las debilidades existentes, accionando la motivación de quienes lo harían posible, la manera de pensar de los implicados y de la mezcla de capacidades, voluntad, propósito, liderazgo compartible que los impulse.

Así en esta línea en estos días de inquietud e incertidumbre ante un mundo en reconfiguración que nos genera un enorme desasosiego, destacando una cantidad de puntos negros reiteradamente recordados y representados por disrupciones tecnológicas, inseguridad, conflictos y guerras, inequidad, desapego institucional y respecto de cualquier autoridad, debilidad democrática, movimientos demográficos de aparente singularidad y en muchos casos calificada con acento negativo, recobran especial atención tres espacios de supuesta contradicción inicial sobre los que merece la pena, en mi opinión, reflexionar para incorporarlos a ese futuro que ya ha empezado y que pretendemos coprotagonizar:  escasez-abundancia, transición-adición, “Moonshots-Loonshots”. (En literatura estratégica un Moonshot es un ambicioso y complejo objetivo ampliamente esperado, que se supone generará un gran impacto positivo; Loonshots sería un proyecto inicialmente descartable o controvertido por algunos grupos de interés, considerado como descuidado, y sus promotores tenidos, por algunos, como equivocados o desquiciados).

Con Peter Diamandis (Singularity University), el futuro será mucho mejor de lo que parece y las tecnologías llamadas exponenciales generarán todo un mundo de oportunidades en un escenario de abundancia casi ilimitada al servicio de la sociedad. Ahora bien, para que las oportunidades sean una realidad al servicio de las necesidades y demandas de la sociedad, tenemos por delante todo un mundo de tareas por recorrer. No basta ni detectar las oportunidades, ni convivir con ellas, sino que hemos de crear el contexto adecuado para acometerlas, dirigirlas y ponerlas al servicio del propósito y bien esperable y deseable tras un verdadero motivo, tanto personal como colectivo, de aquel valor trascendente, en el largo plazo hacia el que queremos comprometernos en su logro. “Llegar a la luna”, en su día, fue el sueño quimérico que movilizó los ingentes recursos necesarios para alcanzar un objetivo en apariencia inalcanzable y distante, además de complejo e inciertos resultados o beneficios colaterales para la totalidad de la población. Los Moonshots exigen organización, complicidad, complicarse un poco la vida y el momento, procesos integrales e integrados, contenidos reales y percibibles, ambición, colaboración entre múltiples actores, medición y evaluación de resultados parciales, liderazgo, recursos focalizados (sobre todo tiempo), y compartir propósitos. Este espacio visionario ha de partir de una constatación de la realidad preexistente, que posibilite ser conscientes de los activos con que se cuenta, en las transformaciones a acometer y de las consecuencias que conlleva la visión extraordinaria, especial y diferente, que requiere acompasar el recorrido de modo que no deje a nadie atrás. Las transiciones (Iván Martín y el Boston Consulting Group mencionaba en estos días la necesidad de hablar menos de transición energética y más de adición energética como vía racional de llegar al objetivo último de la energía verde desde la realidad existente), como en este caso, obligan a entender el estado real de diferentes tecnologías, tipos de energías, de su geolocalización, de las transformaciones económicas y sociales requeridas, de los tejidos económicos y sociales de las regiones en cada uno de los paises implicados,  de las regiones en las que se encuentran los recursos potenciales para el final previsto. Transiciones que nos devuelven al Loonshots ya mencionado, no como contraposición paralizante, sino como referentes de complementariedad imprescindible de ese llamado “MOONSHOTS THINKING”, que destaca como movimiento pensador y provocador de las verdaderas transformaciones del largo plazo. Si el liderazgo y compromiso-propósito son firmes en la transformación perseguida.

Marcado el rumbo, la incorporación de otros muchos jugadores (colaboradores no destructores), permiten incorporar medios y ritmos de avance que enriquezcan el proceso transformador deseado, convergiendo en proyectos e iniciativas únicas, reforzando la comprensión y adecuación del contexto, de los activos reales con los que se cuenta y favorecer la complicidad general con el fin deseado.

De una u otra manera volvemos a la esencia de recrear, reinventar, redefinir esos futuros que deseamos y que ya han empezado. Liderazgo, propósito, bien común compartido, procesos múltiples y colaborativos generando una pasión colectiva convencidos de un mundo mejor para los demás y también para nosotros mismos.

Hoy que observamos un panorama con sensación caótica, de soluciones imprevistas y de las que, a priori, pensamos que no cuentan con nuestra implicación real, o desde un relativo abatimiento que nos impide formalizar las oportunidades y abundancia que parecerían esperarnos, carentes de señales orientadoras de una oferta e invitación creíbles y compartibles que lleven a un futuro en el que nos sintamos confortables, que nos motiven a ser parte relevante de los avances y de la propia creación y exploración de esas oportunidades para convertirlas en elementos de bien común y personal en cualquier tipo de organización de la que formemos parte  y nos posibilita contemplar ese futuro que ya ha empezado, como un espacio no impuesto y que no debe ser consecuencia inevitable de unas decisiones no tomadas, o decisiones equivocadas de otros, (al menos en apariencia),  sino comprometernos con los resultados que día a día somos capaces de aportar y conseguir. Nos espera un largo camino, nada fácil y extremadamente complejo e incierto, por supuesto, (como lo ha sido siempre).

Sin duda, un futuro enriquecedor, distinto, mejor, deseable, ya ha empezado. Nos interpela y espera de nosotros que no lo asumamos como un mal fatal heredado, sino como un bien y espacio de oportunidad, de mejora y pasión por aquello que habremos de crear.

Descanso activo… disfrutando de ciudades y espacios creativos

(Artículo publicado el 27 de julio)

En plena deriva veraniega y vacacional, las palabras mágicas con mayor presencia en toda conversación pasan por “la necesidad de desconectar”, lo que viene acompañado de viajes, hacer turismo (en lugares diferentes a tu residencia habitual), llenar aeropuertos, estaciones (autobuses o trenes), hoteles, restaurantes (por lo general distantes y no habituales) normalmente “ocupando” los espacios naturales de la población local. Eso sí, lamentando el exceso de turistas (los demás) que nos provocan cierto malestar o rechazo. A la vez, es un tiempo coincidente con todo tipo de reportajes, declaraciones públicas en torno a regular el turismo, diseñar impuestos, tasas o tarifas que penalicen al visitante o al “veraneante que invade nuestros pueblos”, buscando un efecto disuasorio ya que “no es el turismo de calidad y de alto nivel de gasto que deseamos” y vivimos la esquizofrenia de rechazar a los demás, mientras ultimamos nuestras propias “experiencias” que, sin duda alguna, aportarán enorme beneficio a las poblaciones que visitemos, a la prosperidad global y, por supuesto, a la cultura abierta y global que como ciudadanos del mundo, enriquecemos y habrán de enriquecernos (un poco al menos) también a nosotros.

Como parte de estas contradicciones, se añaden otras consideraciones: ¿Cómo y dónde desconecto del todo o persigo una especie de “Descanso Activo” que no me aísle del todo, me resulte productivo (al menos para mí) y minimice esa gran patología del síndrome y depresión post vacacional que se supone me esperará a mi regreso?  (Resulta un tanto molesto escuchar la radio o las conversaciones de pasillo y ascensor en los que todo el mundo va contando “los días que le falta para descansar”, las molestias que habrá de padecer y, por supuesto, el día del regreso previsto). Pero, en fin, asumimos nuestro propio anhelo veraniego y, a tenor de los tiempos,  consultamos con nuestro asistente de inteligencia artificial y nos propone “un descanso activo en vacaciones: un equilibrio perfecto entre relax y cultura, combinando la tranquilidad con la exploración y el disfrute de experiencias enriquecedoras” de modo que logremos una auténtica renovación física y mental, una exploración cultural única y diferenciada (probando gastronomía local, sumergirnos en la cultura distante en el destino por descubrir) y, por supuesto, mejorar nuestro bienestar”.

Si cambiamos de registro y nos preguntamos por el impacto del turismo en casa, nos veremos inmersos en todo tipo de cargas negativas alertando de la invasión e imperialismo cultural que destruye nuestra identidad, del peligro de “dinámicas narrativas del pasado que no saben interpretar la complejidad con recetas unilaterales al servicio de intereses particulares, financieros, económicos, que no escuchan la opinión local y no saben lo que los ciudadanos y herramientas sociales desean”.

Pues bien, hace unos días, al hilo de una serie de premios convocados en torno a “ciudades de mejores prácticas de las que aprender”, releía el libro de Charles Landry: “The art of City making” (El arte de la creación/diseño de las ciudades). Tuve la oportunidad de recibirle en Bilbao en 2.009, invitado como máxima autoridad mundial en el mundo de las ciudades y me dedicó su, entonces, último libro y tuvimos la oportunidad de comentar, en especial, sus capítulos y tratamiento de la “geografía de la miseria”, “la geografía de la desigualdad”, “la geografía de la prosperidad” y, sobre todo, “el renacimiento y brillo de las ciudades”, respondiendo a la complejidad, a la vez que al carácter “completo” de una ciudad-región, evitando “especializaciones parciales”, las más de las veces inconexas y el cuestionamiento de qué medidas eran “creativas” (como, por cierto, él lo creía, del Bilbao emergente). Esta “ruta” llevaría a la geografía del deseo.

En aquella riquísima y larga conversación, pusimos especial interés en el apartado de lo que él llamaba la “geografía de la miseria” como una de los tristes y retadores casos del declive, marginalidad, carencia de esperanza y oportunidades de un futuro mejor, que ahonda la desigualdad, conflictos y muerte de aquellas ciudades y regiones que escapan del futuro. En su intenso trabajo y larga experiencia, repasaba todos los componentes negativos que recibían en el “coste del cambio”, imprescindible para transitar hacia la prosperidad y, por supuesto, ya se analizaba el “turismo y su descontento” y la cantidad de componentes esenciales que harían del capital humano, del capital social, del capital institucional los motores esenciales de una reinvención o reconfiguración de las ciudades para un mundo mejor. Aportaba uno de sus temas preferidos: La Ciudad Creativa como vértice de innovación urbana.

Estas importantes consideraciones que para quienes hemos dedicado una parte importante de nuestra vida profesional a la estrategia de las ciudades y regiones a lo largo del mundo, su conversión en espacios de riqueza, competitividad, prosperidad y bienestar, cobran especial relevancia, cuando hoy debatimos en torno a tres elementos críticos que se convierten en las principales preocupaciones: desigualdad, combatir la pobreza y marginación y el rol de los liderazgos institucionales exigibles. Tres enormes y complejos problemas que no conocen de recetas mágicas y demandan un cuidado muy especial, día a día, en un largo y, posiblemente inacabable, recorrido.

¿A qué viene ocupar las vacaciones con estos tres temas que seguirán allí a nuestra vuelta del verano? ¿Favorecen un descanso (imprescindible) activo (recomendable)?

El urbanismo preexistente pretende nuevas soluciones que, de forma inevitable, se ve condicionado por todo tipo de barreras, empezando por sus propias narrativas, marcos reguladores y creciente cúmulo de “voces”, “demandas”, “restricciones” e “historia física” que lleva a marcos garantistas en plazos imposibles para soluciones deseables y apuestas transformadoras. “El nuevo pensamiento” (siempre la alternativa se acerca al concepto “nuevo”) promueve empezar por el propósito y la visión de futuro y, a partir de allí, transitar por todo aquello que, a priori, haría imposible o, al menos, difícil, el logro perseguible y deseable (la desafiante “geografía del deseo”): abuso de intereses sectoriales, falta de esfuerzo y alianzas innovadoras, reactivar o reconectar los activos ociosos o cuyo valor y contribución al entorno/sociedad han desaparecido, nuevos activos por generar (aún no realizados o no del todo definidos), superar (en positivo) la memoria colectiva, profundizar en la lógica de aquellas ideas presentes (muchas veces dominantes) claramente no creativas, la compleja demostración de la viabilidad de un futurible, la siempre presente burocracia procedimental, el cortoplacismo dominante y carencias colaborativas, los diferentes grados de motivación para avanzar hacia un futuro percibido como distante, y, por supuesto las dinámicas pasivas de quien se sabe no será protagonista ni de la toma de decisiones, ni de sus consecuencias, ni del disfrute individual de aquel futuro colectivo propuesto.

Con un panorama de partida, siempre presente, en mayor o menor grado, en toda estrategia (por definición siempre única, diferenciada, innovadora, transformadora, exigente, colaborativa-colectiva y largoplacista), resulta esencial un claro liderazgo institucional, un verdadero compromiso y riesgo democráticos, una apuesta clara y decidida por un futuro diferente.

Y, enmarcado en este desánimo, la invitación a colaborar en un trabajo en torno a la búsqueda de soluciones para una región deprimida y zonas marginales dominadas por una desigualdad galopante, coincidiendo con otras regiones ricas y prósperas, resuenan los ecos de la “infelicidad colectiva” más allá de la desigualdad y las “herramientas” para nuevas políticas y enfoques microeconómicos para combatir la pobreza (como destaca  la nobel de economía, Esther Duflo, inspiradora de cambios de modelos, objetivos e indicadores).

Sin duda, vivimos un periodo pesimista y estamos necesitados de poner en valor las bondades, fortalezas y oportunidades que superan (aunque parezca mentira) las realidades y percepciones negativas y deprimentes que nos acompañan.

Necesitamos desconectar, sí. Necesitamos descansar y disfrutar de nuestro presente a la vez que empeñarnos en buscar la felicidad y prosperidad colectiva. Aprovechemos unas vacaciones en términos de “descanso activo”, tal como nos han recomendado, reponiendo energías, espíritu y voluntad para no dejarnos convencer por quienes creen que es cuestión de vender narrativas catastróficas y paralizantes, imposibilitando anhelar superar los verdaderos desafíos que tenemos.

Y, en aquellos lugares que visitemos, en los que disfrutemos de la innovación creativa y transformadora que nos haya atraído y motivado, pensemos en aquellos otros que padecen el pesimismo inmovilista, e imaginemos y soñemos en aquellas “ciudades y espacios creativos” que recomendaba Landry.