(Artículo publicado el 12 de Enero)
La no decisión, en el momento y procesos oportunos, del Partido Demócrata de los Estados Unidos y de la Casa Blanca, acrecentaron una imagen y percepción crítica en torno a la candidatura electoral del presidente Joe Biden, desatando una inevitable (desgraciadamente más que esperable) renuncia a un nuevo posible mandato. El poco tiempo que mediaba para concurrir a las urnas desencadenó un movimiento ágil e inmediato para consensuar la candidatura única de su vicepresidenta Kamala Harris. Muchos (yo, entre ellos) vimos una señal de esperanza ante el predominio, ya entonces, de la opción de Donald Trump para volver a la Casa Blanca.
La esperanza anunciada (mi columna en este mismo periódico el 25 de agosto de 2024: “El corto y largo camino hacia la esperanza”), advertía de los múltiples condicionantes (externos e internos, propios y ajenos) que habría de superar Kamala Harris para ganar unas elecciones, con peculiares modos de elección (de hecho, todo sistema electoral tiene los suyos). Y ganaría Trump.
Ya en estas semanas previas a su toma de posesión, hemos tenido, nuevamente, la oportunidad de observar lo que parece ser su intencionada forma de ejercer el cargo, quiénes y cómo le acompañarán en su tarea y algunas de sus más que polémicas y atípicas declaraciones-propuestas, que de no ser algo tan serio como lo son, parecerían bromas groseras para entretener al personal. Si bien son muchas las opciones y análisis que circulan por todo el mundo, una buena manera de ordenar posibles escenarios esperables puede ser el enfoque (no su contenido y desarrollo) que se recoge en The Economist en su último número, preguntándose si ha llegado la tecnología a Washington al servicio del M.A.G.A. (Make America Great Again. “Hacer nuevamente América grande”). Para responderla recurre a un listado de características y apuestas de la llamada “Trumponomics” basada en el “anti” y no en el “pro”. A la contra de aquello que parecería esperable, desde su propia “anti-coherencia” y una ausencia real de propósito o estrategia coherente de futuro para una sociedad y nación inclusiva, en un marco mundial demandante de una relación colaborativa para la que, se quiera o no, Estados Unidos de América es y será un coprotagonista y colíder de primera magnitud. Así, acompañado de reconocidos líderes en el mundo de la tecnología, de su poder y capacidad transformadora y determinante presencia dominante de sus empresas, soluciones y conglomerados económicos, parecería abordar una cantidad de medidas concretas que afectan a la vida de todos (estadounidenses o no) y que concitan preocupación (y, en muchos casos, malestar y una cierta “comprensión” ante cualquier mensaje de cambio en cada uno de ellos). De esta forma, se teme por sus intenciones en materia de:
- Anti Trade: ¿Llevará su agenda hacia un proteccionismo límite que impida o mitigue negativamente el comercio internacional (flujo de capital, inversiones, mercados, talento…) en “beneficio exclusivo de América”, pero, sobre todo, de algunos grupos de interés “americanos” excluyendo a la mayoría (países, industrias, empresas, personas)?
- Anti-Inmigración (selectiva): ¿Hasta qué punto llevará su anunciado combate a los inmigrantes (en especial con su política de deportación hacia México, Canadá e indirectamente Asia)?, ¿asistiremos a una nueva guerra trasladada a la frontera con México y su reflejo catastrófico y no gestionable, desde el Río Bravo al Suchiate, en la frontera Sur Mexicana?, ¿en qué medida aplicará su selección de talento facilitando “inmigración cualificada” al servicio del M.A.G.A.?
- Anti-Regulación: ¿En verdad convertirá su espacio de actuación en un mundo no regulado bajo una falsa libertad (económica, social) dejando en manos de las empresas (no solo tecnológicas o financieras) su autocontrol o libre “asignación del mercado y sus jugadores dominantes”? O, ¿asistiremos a una “nueva y excluyente regulación” de un gobierno de excesivo rol intervencionista con nuevos marcos, no controlables democráticamente, al servicio de su agenda (prescindiendo de la voz y acuerdo con terceros en los Estados que conforman esa América pretendida, otras naciones con las que interactuar, otros jugadores no prioritarios en sus objetivos…)?
- Anti-Taxing: ¿En verdad será el nuevo feudo de la no imposición, de la relajación impositiva necesaria y la generación de un paraíso fiscal generalizado? O, ¿asistiremos a una desarticulada arquitectura de-fiscalizadora, una vez más, selectiva, cortoplacista y coyuntural, hacia una insuficiencia de financiación pública imprescindible para la prosperidad (empezando por la de los propios estadounidenses y sus empresas)?
- Anti-Burocracia y Anti-Administración Pública: ¿En verdad su nuevo organismo DOGA en manos de Elon Musk terminará con la burocracia, reducirá el Gobierno y Administración (en todos los niveles, en todo el país) y nos ofrecerá un modelo ideal de Sector Público y coopetencia público-privada, eficiente, eficaz, económica (también en lo social y político)?
- Anti-Washington: ¿Terminará con el poder político-económico que supone Washington, en el corazón -tal como anuncia- de los males de esa llamada industria de la administración, la política, las iniciativas sin ánimo de lucro, los organismos internacionales y todo el andamiaje institucional del que forma parte?
- Anti-China: ¿Modificará su agenda hacia un sentimiento y actuación total anti-China como principal competidor-adversario para la supremacía del M.A.G.A.?, ¿condicionará las relaciones con terceros a que no se relacionen con China en ningún ámbito?, ¿habrá espacios de colaboración inteligente?
- Anti lo políticamente correcto, ¿favorecerá y propondrá, de manera permanente, todo tipo de discursos, declaraciones, iniciativas anti-estabilidad, acompañadas de exabruptos provocadores o serán señales de auténtica voluntad disruptiva para un mundo diferente?
Sin duda, tras esta supuesta guía “anti”, subyacen un buen número de preocupaciones, percepciones de problemas reales no exclusivos de Estados Unidos, que, de una u otra forma, son trasladables -con su adaptación pertinente- a todo el mundo, por lo que son muchos quienes pueden simpatizar con la idea de provocar y abordar alguna o todas estas cuestiones, demandantes de soluciones disruptivas. El problema, sobre todo, está en la aparente incoherencia en la ejecución (y, sobre todo diseño) de todos ellos. El todo, a la vez, en todas partes, da para una buena película o para un sueño pasajero, pero oculta la complejidad de la transformación creativa, estratégica y la ausencia de un propósito que determine el rumbo a seguir, los objetivos reales (e incluyentes) a lograr, los tiempos y resultados en su recorrido, la incentivación y acompañamiento colectivo (además de individual) y, por supuesto, del concurso y control escrupulosamente democráticos exigibles y demandados.
El tablero geoeconómico y geopolítico se mueve a lo largo del planeta. Lo que haga o deje de hacer Estados Unidos es y será muy relevante a futuro, pero nunca determinante en exclusiva. Con o sin Trump. Más allá de señalarlo y/o descalificarlo (y lamentar que muchos le sigan), lo inteligente sería la auto reflexión (todos) y revisar lo que hacemos y no hacemos en nuestros respectivos ámbitos, en nuestras democracias, en nuestros gobiernos y sociedades, país a país. Los pros, los para qué, los por qué y los verdaderos objetivos compartibles deseables, inclusivos, son y serán el motor real de nuestras sociedades. Son en sí, el antídoto de quienes abanderan agendas “anti”, y, por el contrario, las banderas ilusionantes (complejas y sin recetas mágicas confortables) de las agendas del “pro”.
Nuevo escenario en el gobierno de los Estados Unidos de América y sus relaciones e impactos en terceros. Por supuesto. Pero, no perdamos de vista, los nuevos escenarios y movimientos que todos, a lo largo del mundo, estamos, también, propiciando.
Como proponía el reclamo electoral de aquella esperanza no lograda por la alternativa demócrata que comentaba en mi articulo de agosto: “La vuelta a la esperanza… respondiendo a una perversa y amenazante destrucción de la democracia y pérdida de libertad”: “Por y para el pueblo, por nuestro futuro, cuando trabajamos y contribuimos todos, ganamos”, reclamos, entonces, de la propuesta deseada, derrotada en las urnas. Confiemos que solamente hayan fallado los tiempos y la coyuntura y no la esencia de lo que se pretendía.