¿Pioneros del cambio?

(Artículo publicado el 22 de Noviembre)

La concurrencia de una serie de aniversarios de proyectos o decisiones de impacto público que han supuesto un renovado cambio en nuestras ciudades y país junto con la pandemia del COVID-19 que, entre otras cosas, sugiere cuestionarse sobre las opciones de futuro para construir un mundo mejor, provoca un permanente debate respecto a la necesidad/existencia de nuevos proyectos e iniciativas que hagan de nuestra Ciudad-Región-Nación, Euskadi, un hogar atractivo para nuestros ciudadanos, empresas y talento, deseosos de encontrar su particular espacio confortable del mañana.

Esta semana, hemos recordado, con satisfacción, 25 años desde la inauguración del Metro de Bilbao, 20 de “La Paloma” o el aeropuerto de Loiu como dos “apuestas de infraestructura” que incorporaron cambios sustanciales en su concepción, diseños al uso en su momento y una transformación sustantiva en los modos y comportamientos del país. Sus controvertidos orígenes, los debates sociales al respecto, el contexto deprimido y psicológicamente negativo en el que se produjeron, partía de la escasa credibilidad en su impacto y viabilidad. Hoy resulta imposible imaginar una Euskadi que no los hubiera acometido. Desgraciadamente, historia demasiadas veces vista en múltiples proyectos que algunos descalificaban como “ciudad de maquetas”.

Dos ejemplos, referentes de esta misma semana, que nos pueden llevar a repasar una larga lista de iniciativas que hoy, 20, 30, 40 años más tarde, apuntalan el presente y abren sólidas puertas de futuro. Precisamente en esta línea, durante la semana, se ha venido celebrando la “Reunión Global 2020 de los pioneros del cambio”. El World Economic Forum, desde su inigualable capacidad articuladora de todo tipo de conocimiento, activistas empresariales y sociales, gobiernos y académicos en los cinco continentes, facilita un riquísimo proceso de multi interacciones abiertas para explorar y acometer, con rigor, los procesos de transformaciones, aspiraciones diversas y aprovechamiento compartido de un sinfín de ideas y proyectos al servicio de una “inteligencia estratégica” a disposición de quienes han de tomar decisiones y están comprometidos con el riesgo de decidir y generar bien común. Esta especial reunión 2020, ha sido de carácter virtual y se ha visto condicionada por la pandemia que nos aqueja y, por supuesto, también, con una cierta ventaja que la acompaña: entender o creer que hemos de pensar en un mundo diferente ante la precepción de enormes debilidades observadoras.

Pues bien, en esta plataforma de reflexión y acción, me ha llamado satisfactoriamente la atención encontrar que una de las principales áreas de debate propuestas en relación con “los espacios Ciudad-Región” del futuro viene acompañada de una espectacular fotografía (como no podía ser menos) del Guggenheim Bilbao Museoa, sirviendo de reclamo principal para proponer un atractivo ejercicio: ¿Cómo testar el potencial futuro de una Ciudad-Región?, de la mano de la presidenta de Estrategia y Organización de la Universidad Tecnológica de Munich, Isabell Welpe.

Partiendo de la evidencia de que las ciudades y regiones ya estaban inmersas en una profunda transformación pre-COVID, la actual “inmersión contagiosa” ha acelerado la búsqueda de un imparable proceso innovador y transformador. Al igual que a lo largo del mundo, aquí en casa, también, nos preguntamos: ¿Cómo podemos hacer nuestra Euskadi más abierta y acogedora para quienes viven aquí y para aquellos a los que queremos atraer, retener? ¿Qué hará que nuevos empleos, un nuevo modo de vida, nuevas actividades y oportunidades de futuro se den aquí? ¿Cómo conseguir que futuras generaciones aprecien el espacio que seamos capaces de ofrecer? Provocar esta reflexión le lleva a la autora a enmarcar múltiples estudios comparados y ejemplos “de éxito a lo largo del mundo” en un cierto juego que parecería haberse convertido en actitud generalizada en el prestigioso M.I.T. (Instituto Tecnológico de Massachusetts), conocido como “M.I.T. Hacks” consistente el algo escasamente definible, pero que, más pronto o más tarde, supondrá la incentivación de una especial convergencia de ingenio, sabiduría, eficiencia y utilidad, tecnología, sentido y originalidad que da lugar a todo tipo de iniciativas que, en algún momento, tienen un uso exitoso, transcendiendo la mayoría de las veces de aquello para lo que en su momento fueron diseñados. Así, propone “hackear las ciudades aspirantes” al objeto de probar su capacidad de futuro. Estos elementos, no necesariamente “secuenciales”, generarían una determinada configuración de esas Ciudades-Región de las que se espera una imparable cultura creativa, avanzando día a día, adecuándose a las demandas inacabables. Su adherencia a un proyecto “comprehensivo”, a un propósito y objetivos de claro impacto en el bienestar de las personas, la competitividad de sus empresas e instituciones bajo logros económicos, sociales, de gobernanza éticos, sostenibles e inclusivos, implicaría a todos los “stakeholders” (grupos de interés) desde el objetivo individual al colectivo, público, privado y de gobierno, social e institucional o académico, facilitando recursos focalizados hacia objetivos concretos, “alumbrará imaginación” y ofrecerá nuevas vías de superación.

Bajo estas premisas, el “método M.I.T. Hacks” da pie a “seis modos de probar el potencial futuro de las Ciudades-Región”:

1. Arquitectura-Diseño-Infraestructura. Espacios que se han dotado (o doten) de iconos sólidamente interconectados con la ciudad y sean elementos clave de su modelo de reinvención urbanística, con una influencia relevante y tractora sobre el conjunto, más allá de “función original”, trascendiendo de su rol básico (de oficinas, centros de reunión o trabajo, creación, espacios culturales o infraestructura base, vivienda, comercio). Exceden sus límites físicos, se convierten en elementos de identidad de la ciudad, el territorio y son, en sí mismos, fuente de actividad, riqueza, empleo y motor tractor permanente de nuevas iniciativas y con un estilo propio y diferencial.

Así, Guggenheim Bilbao es analizado como un “progenitor del llamado efecto Bilbao”, fenómeno cultural de vanguardia liderando un concepto museístico del siglo XX y faro de prosperidad, excelencia, educación y referencia, símbolo del orgullo de pertenencia.

2. Política y Gobernanza. Por simplificar, globalización, digitalización, redes sociales… han generado desconfianza en la política, los gobiernos (su credibilidad en general la sitúan las encuestas al mismo nivel que a periodistas, redes sociales). Afortunadamente,” todavía hay clases”. La tendencia prima a los gobiernos próximos, las prácticas de gobernanza o “gobiernos distribuidos” en la medida que implican el compromiso y corresponsabilidad en los procesos de tomas de decisiones. Bilbao en particular y las instituciones vascas, en general, cuentan con el reconocimiento de los mayores y mejores ratios de transparencia y gestión pública. Gipuzkoa destaca por su política de participación y Euskadi, en general, por un elevado grado de descentralización interna y eficacia que se traslada a sus diferentes estrategias y políticas públicas, en una sinergia que aplica en todos los niveles institucionales y la sociedad vasca en general… “Un micro oasis en el hinterland observado”, a juicio de los evaluadores. (La autora invita a seguir de cerca ejemplos de instituciones alemanas y nórdicas, además de modelos de participación presupuestaria, procesos de información y ejecución participativa en la interacción público-privada vasca).

3. “Apropiarse” de sus estructuras de transformación. Promover métodos y procesos colaborativos con una clara “micro inversión competitiva” gestionable, desde la que apostar por iniciativas transformadoras el claro perfil rompedor en una imparable estrategia de “Innovación Urbana”. Con Singapur a la cabeza, haciendo de la “reinvención de las ciudades” la esencia de su visión transformadora hacia el modelo Singapur 2040, con la intención de aprender a lo largo del mundo y “construir los cientos de ciudades del futuro asiático y africano” de mañana. (No olvidemos que Bilbao-Euskadi es la primera Ciudad-Región ganadora del Premio Lee Kuan Yew, formando parte de esa red global de City Labs que alimentan el conocimiento presente en esa visión).

4. Reinventarse bajo nuevos modelos y sistemas de movilidad. La apuesta Verde de la transición hacia economías ecológicas, limpias, sostenibles a la vez que generadoras de riqueza y bienestar, trasladada a un auténtico modelo mucho más allá de la Gasteiz Verde, la infraestructura física sostenible y su arquitectura “biófila” enlazando la naturaleza y la ciudad, con luz natural y espacios públicos abiertos y vivibles.

5. Tecnología, Talento y Tolerancia. Un guiño a las 3 T’s del maestro Richard Florida como esencia de ciudades creativas. Especial relevancia a la tolerancia (tecnología y talento parecen trasladables desde el exterior) que exige un capital humano claramente cohesionado, solidario, educado, imposible de improvisar, imponer o suplantar.

6. Disponer de “activos territoriales” esenciales con capacidad de generar en sí mismo, sinergias sucesivas en cadena con respuestas permanentes a las demandas del tiempo. ¿Por qué vendrían o se quedarían aquí aquellos a quienes queremos o necesitamos? ¿Qué habrá en nuestro país que no encuentren en otro lugar? ¿Con quienes se encontrarán y convivirán, aprenderán, trabajarán? ¿Qué está pasando en ese país, ciudad, espacio que lo hace especial o diferente?

Sin duda, una interesante invitación, provocativa, para nuestro autodiagnóstico y, sobre todo, para sentirnos con la fortaleza de mimbres mínimos o suficientes (según se vea) para seguir construyendo ese futuro (mejor) en el que se encuentren confortables nuestras futuras generaciones.

Una interesante hoja de ruta.

Clusterizar la economía, algo más que una estrategia colaborativa

(Artículo publicado el 10 de Noviembre)

La próxima semana, la TCI (Red Mundial de agentes para la Clusterización) celebra su conferencia anual (en este caso, su “capítulo europeo” y de forma telemática) con el reclamo de la colaboración y la cogeneración de alianzas en el marco del desafío de “recuperación o reinvención” de la economía europea.

Hace unos días, en una conferencia del Lehendakari, Iñigo Urkullu, en el Foro de la Nueva Economía, era preguntado por el secretario general de CCOO, Unai Sordo, si “la exitosa experiencia de clusterización y políticas industriales del Gobierno Vasco en anteriores crisis no serían de utilidad y referencia tanto para Euskadi, como para España en la reconstrucción necesaria en estos momentos”. La Unión Europea promueve diferentes programas para impulsar iniciativas “colaborativas y alianzas para desarrollar ecosistemas sectoriales de la configuración de estrategia de regionalización inteligentes”. El mundo en general, de una u otra forma, hace referencia a “ecosistemas de innovación”, “alianzas intersectoriales”, “nuevos modelos asociativos o consorciales” a la búsqueda de proyectos y respuestas superadores de los desafíos a los que se enfrenta la economía. El “maná financiero”, tras las diferentes medidas e instrumentos especiales que conforman un nuevo espacio de oportunidad, sugiere co-crear proyectos compartidos para transitar hacia la pretendida digitalización, la economía verde y sostenible y las diferentes convergencias tecnológicas y de empleo deseables. La propia superación de los logros observables en los procesos y sistemas de salud a la búsqueda de soluciones científico-farmacológicas, epidemiológicas, de salud pública o de innovación para una respuesta integrada socio sanitaria y comunitaria mire hacia planteamientos “colaborativos”. De una u otra forma, “acelerar la clusterización” cobra carta de naturaleza y parece instalarse en los mensajes expertos y de influencia en los ámbitos empresariales y de las políticas públicas. Los gobiernos aspiran a revisar sus apuestas de futuro y piensan en los clusters como elementos tractores de su reconsideración estratégica territorial. Las empresas revisan sus roles compartibles en colaboración con otros agentes clave que, al final, explican sus cuentas de resultados y reconsideran sus alianzas estratégicas. Hoy, más que nunca, hablar de clusters se impone.

En Euskadi tenemos un largo y singular recorrido en este mundo. En los próximos días, ORKESTRA-Instituto Vasco de Competitividad, líder reconocido a nivel mundial, y con especial consideración y relevancia en el seno de la red mundial de Institutos y Universidades especializados en Competitividad y clusterización, presentará su Informe de Competitividad 2020 y, entre otras cosas, incorpora, como lo viene haciendo desde su origen, la relevancia de la clusterización. Desde esta experiencia práctica, sabemos, aquí, lo que es y lo que no es “poner un clúster en tu vida”, lejos de panaceas o pretensiones mágicas.

Entender la esencia del binomio economía-territorio, comprender que la actividad económica no responde ya a fragmentaciones sectoriales propias del pasado para ajustarse a la estadística oficial disponible, superar la clasificación formal y funcional de un mundo mono productivo, romper las barreras de un marco de separación tradicional (industria, servicios, sector primario), trascender de las cadenas de valor simplificadas y limitadas a cadenas de suministro mono empresa o mono sectorial, gestionar con óptica de competencia excluyente, defendiendo posiciones y “estrategias” unitarias, es la manera de acercarnos a las exigencias y condicionantes (también fuentes de oportunidad) de las necesidades y realidades o exigencias actuales y, diseñar nuestro futuro. Ya hace años, con ocasión de los 25 años de la publicación de “la ventaja competitiva de las naciones” de Michael E. Porter, repasábamos el camino recorrido y lo aprendido juntos en el particular viaje hacia la competitividad que Euskadi venía transitando. Descubrimos la importancia de trascender de la estrategia empresarial hacia modelos coopetitivos con terceros como requisito indispensable para adentrarnos en la “nueva economía”, el valor de las alianzas estratégicas, el factor local imprescindible para entender un rol propio y co-protagonista en el contexto internacional y mundial, la importancia del “Business and Government” y el papel colaborativo público-privado, la insustituible obligación y oportunidad de implantar políticas sociales y económicas, a la vez, generando cohesión social y territorial además de la red de bienestar imprescindible para abordar reformas y reinvenciones industriales y económicas, la fortaleza de la microeconomía y la clusterización como elemento rector de interlocución con la prospectiva, la potencialidad para la internacionalización e innovación colaborativa de micro empresas y pymes para poder abordar proyectos de envergadura, y la fuerza de las infraestructuras compartibles para hacer de un “pequeño espacio” un mundo de innovación y competitividad capaz de alojar y propiciar líderes mundiales. Observamos que el cluster era un elemento esencial en su concepción e impulso.

Convertir un armador o ensamblador de coches, un constructor de vagones de ferrocarril, un prestador sanitario, un museo temático, un periódico… en líderes de la movilidad, la salud, centros educativos y creativos, creadores de contenidos… promotores del cambio demandado por la sociedad, observar la industria manufacturera más allá del producto, de su “servitización”, de las soluciones integradas a ofrecer al cliente y de preguntarnos lo que en verdad desean los paises y clientes más allá de comprar un producto ofrecido, requiere no solamente abrir el campo de juego, interactuar con terceros, aprender y compartir la multidisciplinariedad, entender el impacto y rol a desempeñar a lo largo de múltiples cadenas de valor, locales y mundiales, incorporar talentos y capacidades varias, coopetir (competir y cooperar a la vez), co-crear valor empresa-sociedad, trabajar en alianzas público-público y público-privado… y hacerlo con propósito y sentido, desde estrategias diferenciales, tejiendo instrumentos, espacios, confianza, compartidos más allá de una imprescindible colaboración formal. Esta es la fuerza de la clusterización de una economía y no “poner un clúster en tu vida”. Un compromiso de estas características ni se improvisa, ni se limita a un instrumento formal.

Convicción, desafíos compartidos, credibilidad y confianza, años de trabajo compartido, resultan esenciales para el éxito. Euskadi es hoy un verdadero mapa de múltiples espacios e instrumentos colaborativos en el que miles de empresas, de profesionales, de representantes institucionales, de agentes sociales, académicos, trabajamos construyendo proyectos y realidades convergentes, conjuntas y sinérgicas. Hoy, el resultado valorado de la innovación transformadora, de liderazgos y jugadores de nicho relevantes en el contexto internacional, de redes (económicas, sociales, educativas, de salud…) referentes, no se dan por “generación espontánea” o liderazgos solitarios. Es resultado “colectivo” gracias a múltiples esfuerzos y aportaciones individuales. El auzolan actualizado se proclama esencial para un siglo XXI en transformación.

¿Puede “exportarse” la clusterización vasca a la estrategia de recuperación económica del Estado y Europa? Sin duda. Pero para que tenga éxito, no bastará ni un “corta y pega”, ni una copia en la nada, ni un cortoplacismo de inmediatez aparente, ni improvisar organizaciones formales vacías de espíritu y compromiso, ni instrumentos inadecuados al servicio de “propósitos y estrategias huecas”, sin trabajo colaborativo, cualificado e intenso. No se trata de “etiquetas”, ni de inventar oportunidades al amparo de “suculentas” subvenciones. No se trata de regar la geografía de “pseudo clústers” o de pintar “ecosistemas” inexistentes o de pensar que colaborar es algo natural y que se da porque sí. Sin estrategias compartibles, sin objetivos comunes, sin esfuerzos, no se ganará la complicidad, credibilidad y confianza necesarias para recorrer un largo camino.

Un cluster, por definición, no es un espacio físico compartido, ni un “polígono tecnológico de lujo” o un “garaje de co-working”. Es toda una filosofía, un concepto compartible que permite la interacción de todos los agentes implicados en la creación de riqueza y valor compartido, incrementando el valor y bienestar de la sociedad en que actúa. Su aproximación micro obliga a entender y actuar sobre aquellas palancas y fuerzas, próximas, capaces de impactar a la sociedad en la que se desenvuelven.

Así las cosas, bienvenida la renovada e imparable apuesta por la clusterización de la actividad económica y su impagable capacidad transformadora, innovadora y generadora de riqueza, empleo y bienestar sostenibles. En los años 80, apostamos por emprender este camino tras los incipientes movimientos aleccionadores de Michael E. Porter. Hemos aprendido mucho desde entonces, hemos de seguir aprendiendo, innovando y respondiendo a nuevos desafíos. Hoy, nuestro país, cuenta con un elevado capital humano y de conocimiento “clusterizado” al servicio de competitividad en solidaridad que hace del modelo vasco de desarrollo humano y sostenible un bien apreciado y de alto valor.

¡Sí! Reforcemos y optimicemos su rol esencial en nuestras estrategias socio económicas en Euskadi y contribuyamos a su promoción e implantación exitosa en el Estado, en Europa y a lo largo del mundo. Hoy como ayer, es un buen instrumento para construir un futuro mejor.