Un beso y una flor… ligeros de equipaje

(Artí­culo publicado el 18 de Marzo)

Al escribir mi artí­culo quincenal en mi colaboración habitual en esta columna, sé qué, en esta ocasión, cuento con un lector menos. Un lector muy especial con el que nuestra amistad y larga relación habí­a establecido una especie de ritual: él leí­a mis artí­culos y de inmediato cruzábamos mensajes a partir de sus crí­ticas, observaciones, comentarios, sugerencias. Era una manera de sabernos vivos, activos, preocupados y ocupados en los desafí­os, problemas y oportunidades que el mundo ofrecí­a o impactaba en Euskadi. Jose Ignacio Arrieta, mi interlocutor morí­a la madrugada del lunes pasado. Sus últimas crí­ticas se produjeron como consecuencia de mi artí­culo «Nuestro camino realista hacia la utopí­a» en relación con una maravillosa y controvertida iniciativa que tuvimos oportunidad de compartir hace ya más de 30 años en nuestros compromisos y responsabilidades en el Gobierno Vasco de la época. Utopí­a aún hoy inalcanzada en pleno debate general hacia una posible renta universal.

En su despedida en Algorta-Getxo, su familia nos invitaba a cantar como despedida una de sus canciones preferidas y que reflejaban un par de mensajes que resultan, en mi opinión, de gran validez, no ya en la despedida o final de un determinado trayecto, sino en el esforzado largo viaje que hemos de emprender en nuestras vidas y compromisos personales y profesionales, en sociedad y comunidad. «Al partir un beso y una flor…, y un ligero equipaje para tan largo viaje».

Y efectivamente, la complejidad y desafí­o crecientes en un mundo tan complejo en el que vivimos resulta transitable, de forma inevitable, con un equipaje ligero (en ocasiones elegido y las más de las veces consecuencia de nuestras propias capacidades y competencias, esfuerzo, compromisos y/o suerte). En todo caso, en un gran abismo entre la magnitud de los retos y el posibilismo realista de su logro.

En este marco de reflexión, desde la ventana de mi oficina en Bilbao, veí­a pasar, a lo largo de la semana, las habituales y continuas manifestaciones, termómetro de demandas, insatisfacciones, realidades existentes y observables: la huelga en la enseñanza pública no universitaria, la resistencia al cierre de la fábrica de una empresa tubera de larga historia en crisis, la movilización creciente de pensionistas… A este imparable tránsito se uní­a la concentración de seguidores marselleses de su equipo de futbol con un amplio número de «ultras» identificados por los servicios de seguridad que, a su vez, exigen nuevas condiciones salariales (de por vida, hasta su jubilación), mejor y diferente equipamiento y una gestión alternativa, y que obligan a nuestro gobierno a un excesivo despliegue de medios para evitar la confrontación provocada, daños irreparables o jardinerí­a y mobiliario urbano destrozado. A esta «visión a través de la ventana» se uní­a una conferencia de la Consejera de Desarrollo Económico y Competitividad en la que, tras repasar de forma detallada los principales «puntos crí­ticos» a los que se enfrenta nuestra economí­a (fuera de Euskadi carente modelo de polí­tica industrial en nuestro entorno próximo); un mundo estadounidense azotado por el fuego y la furia de medidas y decisiones impredecibles de su Presidente, contrarias a sus compromisos vigentes en el intercambio global de bienes y servicios; una energí­a en transición hacia modos y fuentes alternativos que, hoy por hoy, resulta inaccesible en términos confortables y/o competitivos arrastrando a familias y empresas; un reto en el amplio y acelerado mundo de la tecnologí­a y su difí­cil adaptación (temporal y de acceso) al empleo actual y futuro en una creciente brecha digital, acompañada, a su vez, de nuestra necesidad de dotarnos de inversiones y competencias no tecnológicas (modelos de negocio, modelos de gestión, organización y participación en el trabajo y en la empresa), en un ámbito y mundo internacionalizado cada vez más demandante y exigente… por citar algunos de los asuntos tratados. Exposición acompañada de un intenso coloquio, demandando del Gobierno, soluciones a todos y cada uno de los «problemas» o conflictos, individuales y colectivos, públicos y privados.

Adicionalmente, en otro ámbito personal de desempeño profesional, constatar la insatisfacción generalizada de la población mundial ante todo sistema de salud por positivo o bien valorado que se encuentre, la desigualdad entre personas, ciudades, regiones, paí­ses y la desafección ante proyectos globales (como la propia construcción europea) o la acción de diferentes gobiernos y la responsabilización culposa al empresariado asociándolo desde mensajes catastrofistas y demagógicos, a todos por igual, de la crisis… no hacen sino describir un panorama de extraordinaria complejidad, multi-patológico e interrelacionado, excesivamente exigente en las respuestas y soluciones por ofrecer. Sin duda, estamos en un largo viaje no siendo, en ocasiones, conscientes ni de la pesada mochila que llevamos a nuestras espaldas, ni del escaso y ligero equipaje (competencias, recursos, voluntad, compromiso) para transitarlo.

Ante un reto de esta magnitud, «nuestro equipaje» mayoritariamente aceptado, no es otro que la educación (en su amplio contenido de información, conocimiento, talento, valores, actitud, comportamiento, capacidades y habilidades). Y es precisamente este el punto crí­tico y final que ocupan las conclusiones y recomendaciones del prestigioso profesor Scott Galloway (Stern School of Business, New York University) en su libro «The Four « («Los Cuatro») en el que analiza el ADN de cuatro gigantes empresariales que «inundan» nuestras vidas: AMAZON («la tienda del mundo» y lí­der disruptivo en la economí­a global), APPLE (el viaje de la tecnologí­a al lujo ordinario y deseable), FACEBOOK (amigos reales, aparentes, amistad, amor como llave de compañí­a y longevidad a la vez que publicidad continua) y GOOGLE (nuestro moderno dios). Cuatro gigantes que, sin duda, aportan prosperidad global, oportunidades hasta hace poco insospechadas, nuevas mentalidades, empleo, innovación y todo un gran valor, superando todos y cada uno de ellos el de muchos paí­ses y, avanzan, dí­a a dí­a hacia nuevas áreas de «negocio y actividad o soluciones». Obviamente, con ventajas e inconvenientes (en ese mundo local que observamos, por ejemplo, nos llama la atención la necesidad del Ayuntamiento de Gasteiz de prohibir la entrega y distribución de la paqueterí­a de Amazon a sus funcionarios en su puesto de trabajo ante la desmadrada afluencia de entregas en el Ayuntamiento).  La misma Amazon que optó por drones y alta tecnologí­a para incursionar en el mundo de la distribución de medicamentos para llevar soluciones a poblaciones aisladas y que anuncia, en estos dí­as, un paso más hacia el mundo de la salud generando empresa propia de aseguramiento y provisión para sus empleados, familias y comunidades en que opera en Estados Unidos, como respuesta individual a un caótico, despilfarrador y costoso sistema de salud.

Pues bien, volviendo a Galloway, en base al análisis de lo que hay detrás de estos gigantes (su producto y valor añadido supera al de Francia, por ejemplo); extrae elementos necesarios para trabajar, vivir y «salir con éxito» en esta nueva economí­a, existente, creciente a lo largo de nuestras vidas. Pretende «llenar nuestro equipaje» y parte de preguntarnos la relación (asumida o deseada) por cada uno de nosotros ante estos modelos de «éxito», así­ como los roles culturales, regulatorios, de control, valores, formativos que han de atender y provocar los diferentes gobiernos para evitar el fomento de las consecuencias negativas que arrastran (inseguridad, informalidad, «desequilibrio impositivo», brecha digital, concentración monopolí­stica y de poder, desigualdad… Ayuda, en definitiva, a prepararse para este nuevo mundo y «hacer carrera en él». ¡Pero ojo! Advierte de las grandes consecuencias que puede generar y nos lleva a una idea básica en cualquier estrategia: Propósito. ¿Para qué? ¿Qué es lo que queremos hacer con nuestras vidas y cuál es nuestra estación de llegada? ¿Cuál es el objetivo final de este conglomerado con la mayor concentración de poder, capital, financiación, llegada al cliente-ciudadano-consumidor y generador/usuario tecnológico? ¿Cuál es su misión hacia la empresa y la sociedad? ¿Terminar con determinadas enfermedades? ¿Eliminar la pobreza? ¿Explorar el Universo?… o, simplemente, vender aquello que se pueda comprar.

La bondad o maldad de la tecnologí­a, de un modelo de negocio, de un movimiento organizado, de una polí­tica concreta reside en su propósito. Esta es la clave.

¿Tenemos el equipaje necesario para tan largo viaje?, ¿estamos preparados y dispuestos para que, al final del trayecto, veamos nuestra recompensa en un beso y una flor?