(Artículo publicado el 25 de Enero)
Quienes se hayan dejado instruir por los titulares de prensa y las noticias «píldora» aparecidas en los últimos días en los medios de comunicación en el Estado español, pensarán que la economía española con el gobierno de Rajoy al frente «ha superado la crisis y ha pasado a liderar el crecimiento y desarrollo europeo», convirtiéndose en el modelo a seguir con el aval internacional y, en especial, del Fondo Monetario Internacional. Desgraciadamente, una simple lectura de la propia comunicación del FMI del pasado 19 de Enero («Perspectivas de la Economía Mundial») y su cruce con unas pocas opiniones, informes y análisis vendría a estropear los titulares mediáticos y a empañar la campaña iniciada por el gobierno español soportada en una clave e hilo conductor de sus mensajes: la recuperación económica es un hecho. Fase publicitaria que hace de algunos indicadores, sin duda positivos (o mejor dicho, menos malos que los precedentes desde la posición de partida tras largos siete años de hundimiento generalizado), una cuestionable sensación de salida de la crisis y, sobre todo, del futuro esperable.
Conviene empezar por señalar que el Fondo Monetario Internacional (FMI) y sus perspectivas de la economía mundial, no representan el «Santo Grial» ni han demostrado, a lo largo de su historia, un elevado grado de certeza ni mucho menos de consenso y acierto. Digamos también, que acercarse a la valoración y gestión de estrategias de largo plazo desde monitoreo y sensores del cortísimo plazo, impiden dibujar escenarios adecuados para tomar decisiones transformadoras como la gestión de la economía post crisis aconseja. Dicho esto, añadamos que lo publicado esta semana no es sino una actualización, burocrática y ordinaria de su Informe para 2014. Este ejercicio no ha hecho sino actualizar sus proyecciones del pasado Octubre incorporando las principales variables observables entre Septiembre y Enero. Constataciones, eso sí, destacables que el propio Organismo resume: 1) Elevadísima caída de los precios del petróleo (en torno al 60% de descenso) que señala, provocará más efectos negativos que positivos traducidos en una preocupante debilidad inversora; 2) Una revisión a la baja del crecimiento mundial para el bienio 2015-2016 (3,5% y 3,7%); 3) Mayor vulnerabilidad financiera, sobre todo en los países emergentes; 4) Deflación o bajos índices de inflación -sobre todo en la eurozona- profundizando el estancamiento. Señalados estos factores condicionantes de sus previsiones, destaca cómo, a excepción de Estados Unidos, ninguna de las grandes economías exportadoras mejora. China, Rusia, la Eurozona, Japón (en recesión técnica) ven reducidas sus previsiones de crecimiento, agravan su rol exportador y aflorarán un efecto negativo incapaz de contrarrestar las oportunidades de la reducción en las facturas energéticas y de deuda. El propio Estados Unidos sufrirá el efecto contrario de la apreciación del dólar, impactando de forma negativa su «competencia exportadora». Adicionalmente, más allá del petróleo, las economías emergentes verán empeorar el mercado exportador de las materias primas y ralentizarán su euforia inversora y atracción de capitales. Así con este marco, su «Círculo Virtuoso» (mayor confianza, mayor consumo e inversión, mayor crecimiento) se refiere a una supuesta economía global, proyectada sobre un modelo con hipótesis fijas y escasamente integradas y sinérgicas. Escenarios observables globales que, a posteriori, pretenden traducir a espacios regionales o «nacionales», amigables gobierno a gobierno en más que negociadas redacciones. Así, su traslado, país a país, les ha llevado a destacar el crecimiento de España y Grecia y trasmitir, en palabras de su Economista Jefe, Olivier Blanchard, que «España presenta algunas bondades como reducir los salarios» y «advertir del riesgo a populismos que no quieren formar parte del Euro» (¿Se referirá al Reino Unido, Noruega, USA… o a PODEMOS, en una observación fuera de contexto?), en un intento por adecuar su análisis a la coyuntura electoral de hoy mismo en Grecia y a la mencionada campaña Rajoy. Su pretendido círculo virtuoso quiebra cuando se cuestiona la confianza en determinados gobiernos, la inversión brilla por su ausencia ante los modelos de presupuestos públicos y la falta de estrategias públicas transformadoras y la simple proyección aritmética de un escenario de desempleo escandaloso e inasumible como dato al parecer inamovible, la escasa correlación crecimiento del PIB y la generación real e igualitaria de riqueza, bienestar y desarrollo incluyente.
El FMI sí anticipa «ganadores» o beneficiarios potenciales de los cambios observados: las economías avanzadas capaces de absorber el efecto energético y el entorno financiero y monetario para favorecer sus expectativas de alto valor añadido, y los gobiernos con Ideas y Proyectos de Transformación y futuro que puedan ver reducida la carga de su deuda y, desde el liderazgo y la estabilidad, dirigir un nuevo espacio de estímulo creativo. Así las cosas y siguiendo este rotundo mensaje, contrastamos el Informe con la realidad de la economía española: 1) ¿Una economía avanzada como vanguardia exportadora? Esta misma semana, Rosa García, Presidenta de Siemens Iberia decía que «España no invierte en Tecnología y se ha quedado obsoleta», y «no parece que sea capaz de acometer la 4ª Renovación Industrial 4.0 en marcha»; 2) ¿Un buen momento para la dirección firme, estable y creíble de su gobierno? 2015 será un año electoral (en casi todos los niveles, municipales, forales, autonómicas, generales, con plebiscitos incluidos) con la irrupción, al menos en sondeos electorales, de nuevas fuerzas políticas en un previsible cambio de escenario. Año perdido para acometer las reformas necesarias que hasta hoy han brillado por su ausencia; 3) Esta misma semana, Price Waterhouse Coopers, hacía público un informe en el que destacaba una leve mejoría de la confianza empresarial, si bien destacaba cómo el principal riesgo observable es «la incertidumbre geo-política» con el 86% de los encuestados; muy por encima de otros factores de riesgo (también elevados) que lastran el desarrollo y recuperación de la economía española (sistema regulatorio, gestión de la deuda pública, desempleo, fiscalidad, falta de acceso real al crédito…); 4) Si a esto añadimos las referencias permanentes a destacar que «España no ha hecho sus deberes, no ha abordado la reforma de su modelo económico, está inmersa en un debate generalizado de corrupción percibida y las previsiones de desempleo para el 2019 se sitúan en el 22% contra el 8,2% del año 2007, no parece que el potencial beneficiario sea, precisamente, la economía española y sus ciudadanos. En esta línea, además, atendiendo a los «índices de Responsabilidad Individual» que publica el Euro barómetro, observamos que el porcentaje de la población española que precisa que su vida está determinada por sus propias acciones y no por las de los demás, es tan solo del 17%, contra el 72% en Estados Unidos, el 50% en el Reino Unido o el 29% en Noruega, por ejemplo. Es decir, lo que no hagan los gobiernos o el resto de economías o los demás, difícilmente se hará en esa Sociedad «líder y ejemplo» que el gobierno Rajoy anuncia. He aquí una causa más que explicaría el limitado esfuerzo emprendedor e innovador de la economía en cuestión.
En definitiva, una lectura no mediática del mencionado Informe parecería llevarnos a conclusiones distintas a las pregonadas por el gobierno español. Por tanto, pese a que estropeemos el titular, hemos de resaltar la necesidad de acometer otras políticas. No necesariamente el 2019 tiene que ofrecer un 22% de desempleo. España no se lo puede permitir y ningún gobierno puede aceptar ese destino. Esta misma semana, sin ir más lejos, en el seno del encuentro de Davos que acoge uno de los relevantes debates en torno a los grandes riesgos de la economía y la Sociedad en el mundo, el primer ministro de Irlanda, Enda Kenny, explicaba en un panel sobre «Dos Desafíos gemelos para Europa: Crecimiento y Estabilidad desde su Competitividad», la vuelta de su País y su economía a la recuperación y su estrategia hacia el pleno empleo en 2018. Irlanda pasó de ser un referente internacional por su «milagro financiero, de internacionalización y desarrollo» a un espacio del fracaso. Se hundió y fue uno de los primeros rescatados por la UE y el FMI, llevándose por delante, empleo, ilusiones, prosperidad y gobiernos. Kenny entró a liderar un gobierno de coalición que tuvo que empezar por lidiar y desmontar, en sus propias palabras, «Un Inasumible Plan penalizador de las personas y de nuestro futuro». Tras unos años de penuria, reforma, políticas negociadas y recuperación de la confianza internacional y la interacción público-privada, en 2013 salieron del rescate y hoy, en el seno de la eurozona, recuperada su economía, anuncia, alejándose de cualquier autocomplacencia, con un desempleo por debajo de la media de la Unión Europea, su nuevo reto tras una «Nueva estrategia de Desarrollo» bajo un desafío y pilar objetivo: el pleno empleo en 2018. ¿Una quimera?, ¿Una apuesta hueca? En todo caso, la demostración de que existen opciones e intenciones distintas al simple mantenimiento de pensamientos del pasado avocados a escenarios no deseables. Estos retos y apuestas diferenciadas, de ilusión y confianza existen y son posibles. Eso sí, no son alcanzables en metas e informes trimestrales, ni con medidas aisladas y coyunturales. Pero son el tipo de desafíos que justifican la existencia del liderazgo político e Institucional, empeñados en la búsqueda del bienestar de las Sociedades a las que sirven. En consecuencia, un mensaje de confianza y de ilusión pero desde la realidad observable y el compromiso activo y no desde la propaganda.
Que duda cabe que la situación va a mejor, en un tránsito aún largo y complejo. Asistimos a un momento en el que la constatación de las políticas equivocadas del pasado son cuestionadas y se abren espacios de cambio. Nuevas ventanas de oportunidad y nuevas posibilidades. Pero, ante todo, realismo y optimismo activo y comprometido con nuevos escenarios. Es el momento de poner el acento en los objetivos y las políticas e instrumentos para lograrlo y no del marketing falaz y sin contenidos, pese a que ni el mensaje ni el titular sea el que nuestros publicistas y directores de campaña aconsejen.