El espacio Ciencia-Innovación

Una de las «sorpresas innovadoras» del Presidente Rodrí­guez Zapatero con ocasión de su última formación de gobierno, fue la refundación de un Ministerio de Ciencia e Innovación, en un nuevo intento de resucitar fracasos anteriores y modernizar la polí­tica cientí­fica, de investigación y tecnológica en el desafí­o mundial por la generación, atracción y retención del talento.

Este complejo desafí­o no solamente ha empezado un lento y tortuoso recorrido de identificación de competencias, recursos, áreas de actividad e incluso despachos para empezar a disponer de un hueco (más que un espacio fí­sico) para trabajar, sino que ha vuelto, rápidamente, a los errores del pasado.

Así­, si hace 25 años el socialismo gobernante (y no solo ellos) apoyado en el establishment ciencia-tecnologí­a y los asentados catedráticos y jefes de departamento universitarios vitalicios, defendí­a su total oposición a polí­ticas tecnológicas o de I+D «regionalizadas», abogando por la centralización -incluso en un ámbito europeo supra estatal- y descalificaban a quienes «desde el aldeanismo» pretendí­an configurar espacios regionalizados e infra estatales de innovación, hoy vuelven con similares planteamientos pese a la fracasada experiencia.

Hace escasas horas, la Ministra del ramo declaraba en Bilbao no solamente su negativa a cumplir con una ley orgánica (El Estatuto de Autonomí­a) y transferir las competencias exclusivas que corresponden al Paí­s Vasco (pendientes hace 30 años) sino, lo que es más grave, apuntaba unas breves pinceladas de lo que pretende ser su polí­tica:

1.      Dirección centralizada de una única polí­tica ciencia-investigación-tecnologí­a desde su Ministerio

2.      Creación de 4 ó 5 agencias Estatales que coordinen todos los recursos y polí­ticas del Estado

3.      Oferta de «participación a las Comunidades Autónomas» que, renunciando a sus propias estrategias, se unan a su iniciativa

4.      Premios y bonificaciones (subvenciones, créditos blandos y autorización de contratación de investigadores del exterior) para quien se sume a su proyecto.

Bajo este esquema, no ha ocultado que uno de sus objetivos es «premiar a Euskadi» con la sede de una de las 4 Agencias (parece que por fin entienden la desproporción de un CSIC que solo tiene 14 personas de sus 10.000 de plantilla en una comunidad que genera el 40% del output tecnológico del Estado) y «mucho dinero de Europa y de los cuantiosos fondos prometidos por Zapatero» (antes de enredarse en ésto que al parecer pudiera ser una crisis económica).  Es decir, la búsqueda de un modelo exitoso sobre el que construir su futuro, se basarí­a en un modelo regional, diferenciado, alejado de las estrategias generalistas de los gobiernos centrales.El modelo base sobre el que construirí­a su  estrategia futurista es aquél que pretende obviar.

Porque hoy en dí­a, nadie con criterios objetivos negarí­a la evidencia: los ámbitos adecuados para la innovación son ,precisamente,los espacios regionales debidamente articulados e institucionalizados en su territorio, con visiones microeconómicas hacia la competitividad, partenariados público-privados ad hoc, liderazgo y compromisos presupuestarios significativos, desde sus propias capacidades de organización y definición estratégicas.  En esta lí­nea, incluso la nada sospechosa Agenda de Lisboa reclama su «nacionalización-regionalización» para hacerla viable.

Esperemos que los agentes y protagonistas del futuro espacio de innovación no se dejen seducir por el glamour del Estado y su Ministra, ni por los «Fondos golosos» prometidos.Confiemos en que aquellos que han sido llamados a dirigir la » nueva estrategia», mantengan la coherencia con aquellos modelos que han contribuido a crear en Euskadi y no ,por el hecho de haber sido » promovidos» a nuevos niveles de responsabilidad en las enmoquetadas sedes ministeriales de Madrid,renuncien a lo que hasta hoy parecí­an ser sus principios y valores.

La innovación no puede ser ni una moda, ni un atajo envuelto en marketing y pompas de jabón.  Se construye con rigor, esfuerzo, contenidos, compromisos… y tiempo, por mucho que parezca ( y lo sea si empieza por ser real, sólida y sostenible) la panacea sustitutiva de la vieja economí­a de la construcción, la industria inmobiliaria y otras palancas del anunciado crack del crecimiento de la economí­a española.